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“Razones específicas desde su iglesia, ¿por qué la interacción iglesia y sociedad debe ser

fundamental para la misión en su sociedad hoy?

A partir de la reforma protestante, la iglesia evangélica ha deseado diferenciarse de la


iglesia católica. Dentro de las diferencias más marcadas está el hecho de que se predica un
evangelio de salvación y no solamente una religión de buenas obras o de ritos. Desde entonces se
pone el énfasis en que este mensaje proviene solo de la escritura y que por lo tanto es la verdad
en cuanto a lo que Dios quiere para el hombre, es decir, el evangelio.
Actualmente los avances tecnológicos en los medios de comunicación han facilitado en
gran manera la predicación del evangelio. La radio, la televisión, internet, los medios escritos, etc.
Todo podría hacernos pensar que la tarea está prácticamente completa y que si la gente no se
convierte es por su dureza de corazón, no porque no se les haya predicado o no hayan tenido la
posibilidad de escuchar.
El problema es que este mensaje, la mayoría de las veces se lanza desde la iglesia hacia la
comunidad no cristiana estableciendo ciertas diferencias. Muchas veces se habla del “nosotros” y
del “ustedes”. Nosotros ofrecemos un mensaje de salvación, de gracia, de paz y gozo para ustedes,
por lo tanto, acérquense a escucharlo y a vivirlo.
De ahí ha surgido la crítica al hecho de que aunque se invite a la sociedad a ser parte de la
iglesia, esta última se muestra ajena y distante, gritando desde lejos, pero sin acercarse.
Lamentablemente esta crítica ha surgido, en mayor medida, desde fuera de la iglesia y muy poco
desde el interior de nuestros templos.
Esta es actualmente una triste realidad en Chile, donde da la impresión de que la iglesia
evangélica se muestra a la sociedad en algunos eventos masivos como el Te Deum, culto realizado
durante la conmemoración de Fiestas Patrias y en el que participan las principales autoridades
políticas y militares del país y que tiene cierta repercusión en los medios. O en otras ocasiones
para mostrar su descontento frente a las burlas de algunos personajes de televisión, amenazando
con querellarse contra quienes resulten responsables.
Pero han sido contadas las ocasiones en que la iglesia ha respondido, por ejemplo ante la
necesidad inmediata de respuestas, en lo material, a causa de alguna tragedia como el terremoto
de 2010 o el que afectó recientemente en marzo de 2014 al norte del país. Tal vez algo se ha
hecho luego del incendio de Valparaíso donde algunas iglesias dispusieron sus locales de reunión
para el acopio de ayuda e invitaron a sus fieles a colaborar. Por lo menos tengo la certeza de que
el Consejo de Pastores de mi comuna así lo dispuso.
Pero de aquí a que se tenga como una labor habitual el contacto regular con la comunidad
de la iglesia local para mostrar preocupación por las necesidades espirituales, pero también de las
materiales es bastante escaso. Lo que suele verse es a algunos hermanos que salen por las noches
a repartir café y alimentos a quienes no tienen hogar y viven en la calle, o la labor del Ejército de
Salvación que a principios del siglo XX inspirara al sacerdote jesuita Alberto Hurtado a fundar el
Hogar de Cristo, una de las instituciones católicas de ayuda social más importantes del país.
Si la iglesia predica y sigue el ejemplo de Jesús tendría que darse cuenta de que el no solo
llevaba salvación del alma, sino que también se preocupó de las necesidades no espirituales. Esto
él mismo lo reconoce en Lucas 4:18,19 y no solo se quedó en eso sino que también lo llevó a la
práctica sanando, liberando, alimentando, consolando; todo esto sin dejar de anunciar que el
reino de los cielos se acercaba y que era necesario el arrepentimiento de corazón.
Todo lo anterior manifiesta la necesidad de un equilibrio que permita la coexistencia de, por un
lado la predicación del mensaje de salvación y la acción social por el otro. Como señala John Stott,
en su libro El Cristiano Contemporáneo, la misión debe ser holística, considerando ambos
aspectos, ya que en general lo que se ha dado es una polarización. Algunos han tendido a
centrarse exclusivamente en la evangelización y a descuidar la necesidad social. Otros se han ido al
extremo opuesto de descuidar la evangelización a causa de la acción social o han intentado
reinterpretarla en función de la acción socio-política tal como la humanización de las
comunidades o la liberación de los oprimidos.
Desde cualquiera de estos extremos se ve al cristianismo como un grupo que desea
aumentar el número de prosélitos con fines no siempre muy claros y no se muestra a la iglesia
como el cuerpo de Cristo que quiere alcanzar a cada individuo porque le importa su condición
espiritual, física, emocional; la persona en su totalidad. Por lo tanto la acción social de la iglesia, la
inserción de la iglesia en la sociedad no solo debe existir, sino ser genuina. De lo contrario es solo
una estrategia más para llenar el templo.
Y debe ser genuina porque le importa la persona y porque es la única forma de formar
nuevos creyentes que conozcan realmente la vida cristiana porque ya han visto cómo se
desarrolla. Saben y conocen las características reales de un cristiano nacido de nuevo y al venir a
Cristo será esto lo que repliquen en sus vidas y en sus comunidades, extendiendo el alcance de la
Iglesia en la sociedad.
Por último decir que en mi iglesia, desde hace algunos años se ha implementado una
pequeña biblioteca para el apoyo de las tareas a los niños cristianos y no cristianos de la localidad
en que se encuentra, totalmente gratis porque se realiza con voluntarios miembros de la iglesia.
Hasta ahora no ha habido mucho más que agradecimientos por parte de los padres de los niños,
señalando que ha sido de gran ayuda, aunque todavía no se acercan a la iglesia. Esperamos que en
la interacción con ellos les haga comprender el amor de Dios y de los hermanos de la iglesia y que
eso los lleve a recibir a Cristo.

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