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Resumen Colonial

Cap. 7 – Los indios y la conquista española


América estuvo aislada del resto del mundo antes de la conquista. Las sociedades indígenas
existentes variaban en gran medida, desde Estados sumamente estructurados, hasta tribus
completamente nómades. Esto produjo que la reacción de los indígenas ante la invasión española
también fue muy variada, desde alianzas hasta la hostilidad constante. Sin embargo, lo más
impactante es el hecho de que ambos “bandos” se encontraron con hombres y razas de las que
nunca habían tomado conciencia.
El trauma de la conquista
tanto en México como en Perú los documentos indígenas exhalan una atmósfera de terror religioso
ante la llegada de los españoles. Disperso en toda América estaba el mito del dios civilizador que,
después de su
reinado benevolente, desaparece misteriosamente, prometiendo a los hombres que un día volverá
(México: quetzalcoatl – Andes: Viracocha). La llegada de los españoles coincidió con las profecías
y los acontecimientos fueron percibidos bajo la estructura de un mito.

Tanto en México como en los Andes, a los conquistadores se les recibió en primera instancia como
si fueran dioses. Su extraña conducta, su delirio ante el oro y su brutalidad destruyeron rápidamente
esta creencia. La carencia de precedentes a esta conquista dio posibilidad a este tipo de creencias,
que sin embargo, no se dieron en todos lados por igual.

Se cree que la superioridad tecnológica de los españoles no fue tan determinante para la conquista
como el impacto psicológico que produjo la presencia de armas de fuego, caballos, y otros
elementos que los indígenas no conocían. Sin duda, el elemento que facilito en mayor medida la
conquista fueron las divisiones étnicas y políticas del mundo indígena. Los imperios inca y azteca,
habían sido formados por sucesivas conquistas, y varios grupos veían en la conquista española una
posibilidad de librarse de la opresión. Cortés y Pizarro recibieron ayuda de grupos indígenas para
conquistar los imperios.

La caída de estos imperios fue mas que una caída militar, ya que la invasión española contenía
también una dimensión religiosa. Tanto para aztecas, como incas, la derrota fue concebida como la
pérdida de poder de los dioses tradicionales. “Desde que los dioses cayeron, solo les restaba a los
indios el morirse”.

Desestructuración:

Los españoles, en tanto que se sirvieron de las instituciones nativas, llevaron a su desintegración,
dejando solo estructuras parciales que se hallaban ya fuera del contexto que les daba sentido. La
conquista afectó a las sociedades indígenas en el plano demográfico, económico, social e
ideológico. A la conquista le sucedió una caída demográfica sin precedentes en américa, cerca de un
90% en las zonas mas críticas.

¿Cuáles fueron las causas de este desastre? 1) enfermedad  Los españoles trajeron nuevas
enfermedades para las cuales los indígenas no tenían defensas. Ej. Viruela, gripe. Incluso si se
acepta esta como la principal causa de la caída demográfica, no se puede negar que fue una época
de mucho abuso, que a su vez subió la tasa de mortalidad. Suicidios, y practicas anticonceptivas
también son un síntoma de este proceso.
Un derrumbamiento de esta magnitud trajo consigo la desorganización total de las estructuras
tradicionales de los nativos. Cuando se recogió la opinión de los indígenas sobre su nueva situación
(1582-1586) las respuestas apuntaban a que los indios sentían que “vivían menos y cada vez tenían
peor salud”. Lo que estas respuestas muestran es la desintegración de los sistemas económico,
social y religioso que daban con anterioridad un sentido a las labores de la vida diaria. En resumen,
los cambios demográficos reflejaban la desintegración del mundo nativo.

Antes del surgimiento del Tahuantinsuyu (el estado inca), esta extensa área estaba poblada por
decenas de grupos distintos de muy diferentes tamaños. El estado inca era de esta manera la cima de
esta estructura inmensa de unidades interconectadas. La ayuda mutua era la base ideológica y
material de todas las relaciones
sociales y regía todo el proceso de producción. Este sistema de intercambio se extendía a todos los
niveles de la organización social. El modo de producción del imperio inca se basaba en el antiguo
modo de producción comunal que permanecía vigente, mientras que se explotaba el principio de
reciprocidad para legitimar su gobierno.  “archipiélago vertical”

Todo el maíz cosechado se destinaba principalmente al ejército. Pero cierta cantidad de parcelas se
apartaba para el mantenimiento de los trabajadores, y otras se asignaban a los diferentes curacas que
distribuían los alimentos entre sus súbditos. Tras la captura y muerte de Atahualpa, las estructuras
del estado se colapsaron; las instituciones regionales y, sobre todo locales, sobrevivieron, pero
separadas del sistema global que les había dado sentido. Numerosos mitmaq volvieron a sus lugares
de origen, y los «archipiélagos» que el inca había organizado (como los de Songo, Abancay, o
Cochabamba) desaparecieron. Desde entonces, los Andes sufrieron un lento proceso de
fragmentación, acelerada por la parcelación que llevaron a cabo los españoles.

Los fenómenos que hasta aquí habían sido desconocidos transformaron el mundo precolombino: los
elementos más importantes observados de este proceso de desestructuración han sido las nuevas
formas de tributos, la introducción de la moneda y la economía de mercado. Estos cambios se
sintieron con más fuerza en los Andes, donde los indígenas hasta entonces solo tributaban mediante
trabajo, no con especias.

El relación a los tributos precolombinos, la tributación española carecía en un principio de


regulaciones y estuvo cargada de abusos. Las tasaciones se basaban en la cantidad de individuos y
el tributo era asumido colectivamente. Con el descenso demográfico, los grupos tuvieron cada vez
más dificultades para cumplir con el tributo estipulado en un comienzo. El peso de la colonia debió
ser soportado por un grupo cada vez más reducido de indígenas.

Los encomenderos, ayudados por el descenso demográfico, no tardaron en reclamar para ellos
ciertas tierras que los indígenas, reducidos en número, ya no eran capaces de explotar, arrojando a
los indígenas a los terrenos marginales. El cambio fue sobre todo cualitativo. La ideología sobre la
que se basaba el sistema
inca estaba en ruinas. En la nueva sociedad dominada por los españoles, toda idea de reciprocidad y
redistribución perdió su sentido. Mientras que en el Tahuantinsuyu la reciprocidad dio origen a una
rotación de la riqueza entre los ayllu, los curacas y el Inca, el dominio español condujo a una
transferencia en una única dirección, sin reciprocidad.

El desarrollo del tributo en plata desde 1550 obligó a los indios a desarrollar nuevas actividades con
el fin de obtener el necesario metal precioso. Las minas de Potosí llegaron a ser el principal centro
de atracción en los Andes centrales y meridionales. Desde 1553 los curacas comenzaron a enviar
indios “mitarios” a las minas para cumplir el tributo anual. Sin embargo, esto dio paso a que los
indígenas se emplearon de forma independiente, formándose un mercado aparte de la economía
tradicional. El conjunto de la fuerza de trabajo estaba formado en parte por indios mitarios y por
“yanaconas”. Por un lapso de 30 años, los españoles dependieron del monopolio tecnológico de los
indios para fundir la plata.

Sin embargo, a pesar de poseer los indios parte de la plata que se fundía, esta volvía a circular
dentro del sistema colonial, debido a que los españoles manejaban el comercio de otros artículos
que los indígenas compraban por medio del mineral. Por lo tanto, la introducción del dinero integró
finalmente a los indios dentro del sistema económico como reserva de trabajo.

Los cambios en el sistema económico estuvieron acompañados, tanto en Perú como en México, por
el desmantelamiento de la estructura social, pero el proceso adquirió formas diferentes según las
áreas. En ambos virreinatos se desarrolló un modelo de migración, que los recaudadores de tributos
pronto comenzaron a lamentar. Muchos indios, reclutados por los ejércitos enfrentados y llevados
lejos de sus hogares, terminaron engrosando las masas de vagabundos o permanecieron como
yanaconas al servicio de los españoles.

En Perú, el crecimiento de la población Yanacona significó un problema, ya que los hacendados y


la corona debieron someter a los yanaconas al pago de tributos. En México, el caso fue distinto, ya
que los “mayeques” (comparables a los yanaconas) pasaron a tributar bastante temprano, en 1560,
lo que fue creando una sociedad mas indiferenciada.

Los miembros de la nobleza nativa tuvieron que hacer de intermediarios entre los españoles y los
indios tributarios. Perdieron la esencia de su poder, pero mantuvieron una posición privilegiada
debido a la colaboración con los españoles. Los herederos tradicionales mantuvieron cierta posición
política hasta mediados del siglo XVI, luego se fueron hispanizando cada vez más. Cabe añadir que,
si bien en el nivel intermedio de los señores, los vínculos de reciprocidad sobrevivieron al proceso
de desestructuración, en el nivel más bajo, el “ayllu”, hubo un colapso total, por lo que los señores
del ayllu perdieron sus privilegios y debieron tributar como todo indio.

Los señores de rango intermedio, responsables de la recaudación de tributos para los encomenderos
o la corona ocupaban una posición estratégica, y formaban el eje de la organización colonial. Y
frecuentemente explotaban esta posición de autoridad para hacer que sus subditos realizaran
servicios que estaban fuera del sistema de los vínculos tradicionales de reciprocidad. Los mismos
españoles reconocían que no habrían logrado nada si no fuera por el trabajo de los señores locales,
de lo contrario los indios se habrían negado a hacerlo. Al mismo tiempo los curacas, abusando de su
autoridad y colaborando con los nuevos gobernantes,
debilitaron su propio prestigio.

La historia de las jefaturas de los Andes y de México se diferenciaba en algo fundamental: a pesar
de todos los cataclismos, los primeros gozaban de un cierto elemento de continuidad, mientras que
los últimos se vieron afectados radicalmente por la hispanización de las estructuras política y
administrativa. Desde mediados del siglo xvi los españoles implantaron en México los cabildos,
formados por gobernadores, alcaldes y regidores elegidos por uno o varios años. En el virreinato de
Perú, los curacas generalmente continuaban uniendo su cargo al de gobernador, de modo que la
renovación de las clases gobernantes fue menos importante.

La religión oficial, ligada a la estructura del estado, desapareció rápidamente tanto en México como
en Perú. El culto local continuó más o menos ilícitamente, pero los indios tuvieron que dejar sus
fiestas más importantes y las prácticas que les parecían más horribles a los españoles, sobre todo los
sacrificios humanos. Se produjo también la destrucción sistemática de templos. Esto transformó
radicalmente la vida cotidiana de los indios.
Uno de los síntomas más dramáticos de la ruptura de la cultura nativa y de la angustia que causaba,
fue el alcoholismo. Previo a la conquista, el alcohol, tanto en México como en Perú, solo estaba
permitido en el marco de ritos religiosos. Inmediatamente después de la conquista, el alcoholismo
afectó a hombres y mujeres
en todos los niveles de la sociedad.

Enfrentados con esta propagación del alcoholismo, los españoles adoptaron una actitud sumamente
ambigua. De una parte, lo condenaron por razones morales (aunque sus castigos, tal como la
flagelación, eran incomparablemente más suaves que los de la época precolombina); por otra parte,
lo estimulaban por elementales razones económicas: vendían vino a los indios. “los indios
intentaban mediante el uso
del alcohol escapar de un mundo que se les había convertido en absurdo y trágico.”

Por consiguiente, 40 años después de la conquista, la sociedad nativa había sufrido un proceso de
desestructuración a todos los niveles: demográfico, económico, social y espiritual. Ciertas
estructuras sobrevivieron, pero fragmentadas y aisladas de su contexto original y trasplantadas al
mundo colonial. Sin embargo, esos elementos de continuidad aseguraron que las tradiciones
nativas, algo modificadas, se
transmitieran, mientras que al mismo tiempo soportaban la hegemonía española.

Tradición y Aculturación

La aculturación económica tuvo lugar rápidamente, aunque se limitó al uso de cierto número de
productos europeos que ampliaron la gama de recursos de que los nativos disponían, sin que en
realidad sustituyeran a los que se usaban. El consumo de alimentos se mantuvo mas o menos igual
que en tiempos precolombinos. Se introdujo el trigo, para pago de tributos y no para consumo
indígena. La introducción del ganado europeo significó también un cambio drástico en la dieta. La
introducción de productos importados por los españoles también fue un factor de aculturación.

Se produjo un contraste entre la rápida aculturación social de numerosos señores y el


mantenimiento de la tradición por los plebeyos. Los señores pronto aprendieron a hablar y escribir
español, mientras continuaron utilizando las lenguas nativas. El objetivo era formar una clase
dirigente que obedeciera a los españoles. A la inversa, los indios de las comunidades mostraban
fidelidad a las antiguas costumbres, expresada en la lengua y en la vestimenta. Mientras la colonia
introdujo la economía monetaria, las comunidades siguieron basándose en la economía de
subsistencia y en el trueque.

En el plano religioso la fidelidad de los indios a sus tradiciones manifestaba su rechazo a la


dominación colonial, aunque, de nuevo, había diferencias en cuanto a eso. Mientras que en México
durante la primera década de la época colonial (hasta 1570), los indios parecían mostrar un
verdadero entusiasmo por el cristianismo, este no fue el caso de Perú. Pero en ambos casos, los
indios se aferraban tenazmente a sus propias creencias y ritos. Mientras que parecían someterse a
los signos externos del culto cristiano, ocultaban sus ritos tradicionales.

Sin embargo, en vez de fundirse ambas en una síntesis, las dos religiones permanecieron
yuxtapuestas. Si los indios admitían la existencia de un dios cristiano consideraban que su esfera de
influencia se limitaba al mundo de los españoles, y cuidaban ellos mismos de la protección de sus
propios dioses. La esfera religiosa reflejaba así la división entre el mundo de los europeos y el de
los indios. Por lo tanto, los resultados de la aculturación quedaron limitados en su totalidad a
México y Perú, y la gran masa de la población nativa rechazó la mayoría de las prácticas importadas
por los españoles.

En la acción recíproca que resultaba de continuidad y cambio, la tradición prevaleció sobre la


aculturación. Cuando los indios se apropiaron de los elementos de la cultura foránea, tan sólo les
añadieron elementos de su propia cultura o los usaron como un modo de simulación. Incluso en los
casos de los señores más hispanizados, se puede advertir la persistencia de las tradicionales formas
de pensamiento. Si adoptaron ciertas costumbres europeas, las introdujeron en el sistema de la
cultura india. Había, pues, una continuidad de la tradición, así como una síntesis por adaptación.

Pero a pesar de estas supervivencias y continuidades, los indios pensaban que no podían escapar al
cataclismo causado por la dominación colonial.

Resistencia y Revuelta

Los españoles establecieron sus 2 principales centros de colonización en México y Perú, donde ya
existían estados poderosos. Sin embargo, la conquista de las periferias fue mucho mas difícil y se
encontraron con una resistencia mucho mayor. Tanto en México como en Perú, los invasores
europeos entraron en contacto con una amplia y densa población que estaba bajo el dominio de
instituciones centralizadas y durante mucho tiempo acostumbrada a producir un excedente
económico en beneficio del grupo dominante. la colonización española fracasó cuando se enfrentó
principalmente con indios nómadas que no producían un excedente accesible y que, debido a su
movilidad, eludían los controles  Charcas, Chile

Existió una resistencia también en el Imperio Inca, de la mano de “Manco Inca”, quien asedió
Cuzco por un año y luego se retiró a las montañas donde estaba Machu Pichu, donde instaló un
estado “Neoinca”. Manco incitó a los indios a rechazar toda religión foránea y todos los elementos
de aculturación. A su muerte, la resistencia pasó a manos de sus hijos, quienes cerca de 1560
tuvieron al virreinato en una profunda crisis. Esto dio paso a una serie de interpretaciones que
planteaban el fin de la dominación española y el regreso de los dioses nativos.
En este contexto, Tito Cusi, hijo de Manco, organizó una revuelta, cuyos seguidores se mantenían
estrechamente ligados a los valores y la tradición nativa, y condenaban la conversión, o bautismo de
los indios bajo los valores españoles/cristianos, estos indios, debían mostrar su reconversión por
medio de ritos y penitencias para integrarse al movimiento “Taqui Ongo”. Pero este movimiento no
adquirió forma militar, ya que sus seguidores esperaban que la victoria sobre los españoles llegara
no por acción violenta, sino que por el triunfo de sus dioses por sobre el cristianismo.

La iglesia condenó este movimiento como “hereje” y sus participantes fueron azotados, castigados y
rapados. Hacia 1570, desapareció todo rastro de “Taqui Ongo”. En este marco ocurrió también la
captura y decapitación de Tupac Amaru, último Inca de Vilcabamba (zona de machu pichu), quien
había asumido el mando luego de la muerte de su medio hermano, Tito Cusi. A los ojos de los
Incas, esta doble muerte del “Inca” (Atahualpa y Tupac Amaru), fue verdaderamente el fin de su
mundo.

En el corazón de los Andes, la cordillera de los “Chiriguanos”, formó una frontera que resistió la
colonización española por 3 siglos. Estos territorios, habían sido arrebatados de los Incas por grupos
de tribus guaraníes. Los primeros españoles que vieron a los chiriguanos fueron los que
desembarcaron en la costa atlántica. Los españoles hicieron uso de alianzas para hacerse con el
territorio. Por consiguiente, los españoles heredaron «una frontera plagada por la invasión
guaraní»,53 y su posición empeoró durante la década de 1560 por una extraordinaria reversión de
alianzas. Aunque hasta ahora fieros enemigos, los indios andinos y los chiriguanos de Paraguay
parecía que habían enterrado sus diferencias para defenderse de los invasores blancos.

Fuentes del Cuzco aluden a planes similares de colaboración entre los rebeldes incas (Taqui Ongo)
y chiriguanos. Se habla de una “Confederación antiespañola”, que incluía también a jefes diaguitas.
Parecía que el mundo indio, aturdido por la invasión europea, era capaz de superar sus rivalidades
tradicionales para construir una alianza uniendo áreas tan diferentes como los Andes y las llanuras
de la cuenca atlántica. Tras la pacificación de Vilcabamba y la ejecución de Túpac Amara, el virrey
Francisco de Toledo decidió resolver el problema de los guaraníes. A lo largo de la conquista, los
chiriguanos amenazaron, asaltaron y saquearon varios establecimientos y centros productivos
españoles, lo que produjo una serie de expediciones españolas que fracasaron en su cometido de
someterlos.

A finales del siglo XVI, se pobló extensamente la zona ocupada por los chiriguanos, y estos
debieron replegarse en la cordillera, donde repelieron a los españoles por 3 siglos más.

En Chile, en el extremo sur del continente americano, los indios araucanos resistieron a los
españoles tan ferozmente como los chiriguanos. Un rasgo destaca durante el transcurso de estas
guerras: la permanencia de la frontera señalada por el río Bío-Bío. Los indios al norte de esta
frontera tenían contacto con el Imperio Inca, accediento a mejoras tecnológicas y de metalurgia.
Como consecuencia, estaban acostumbrados a la dominación extranjera y a la tributación.

Por otro lado, los indígenas al sur de la frontera, habían escapado a la influencia inca, solamente
tenían técnicas de agricultura rudimentaria, complementada por la caza y la recolección. Su
organización política no iba mas allá de lazos de parentesco. Por esto no es coincidencia que los
españoles pudieran mantener su dominio al norte del Bio Bio, mientras que fracasaron al hacerlo en
el sur.

Inicialmente la colonización española buscaba mas que nada metales preciosos. El descenso en la
producción de oro hizo fijarse en los territorios aptos para la agricultura y ganadería. El descenso
demográfico también afecto la producción en Chile, y los españoles buscaron dar solución a esto
mediante la guerra con los araucanos y la captura de esclavos.

Sin embargo, la resistencia de los indios rebeldes se apoyó en una forma diferente de aculturación.
Los araucanos cambiaron sus métodos de lucha adaptándolos al combate contra los españoles. Los
araucanos adoptaron ciertos elementos del armamento y armadura españolas, y les imitaron en el
uso de la caballería, aligerándola. Esta caballería sumamente móvil estaba acompañada por una
infantería a la grupa, cada jinete llevaba un arquero montado tras él.

La aculturación de los araucanos no se limitó a las técnicas de guerra. También sustituyeron


esporádicamente el cultivo de maíz por la cebada y el trigo, que maduraban más rápidamente.
Políticamente, las tribus llegaron a aceptar poco a poco que debían de abandonar su modo de vida
disperso y agruparse en formaciones más amplias durante las operaciones militares. Finalmente,
parece que sus creencias y prácticas religiosas se modificaron también, con el crecimiento del
chamanismo, y el culto al caballo. No obstante, toda la sociedad araucana se reestructuró, de modo
que permaneció fiel a sus fundamentos tradicionales.

En este contexto podemos comprender por qué la expansión europea fracasó en Chile. Hubo
especialmente un notable retroceso en 1S98 cuando una rebelión general obligó a los españoles a
evacuar todo el territorio al sur del río Bío-Bío. El epílogo de esta historia es simbólico: el
gobernador Martín García de Loyola, esposo de la princesa Beatriz y antiguo vencedor de Túpac
Amara, fue ejecutado y su cabeza paseada en la punta de una pica araucana.

En el norte de México, como en el sur de Perú, la guerra continuó y la conquista perdió su impulso.
En la zona fronteriza de los chichimecas la expansión española se encontró con una resistencia tan
fuerte como la de los chiriguanos o los araucanos. En estos territorios, se llevó a cabo un
levantamiento muy similar al Taqui Ongo. este movimiento fue sólo suprimido con dificultad: tres
expediciones sucesivas al mando de Miguel de Ibarra, Cristóbal de Oñate y Juan de Al varado,
fracasaron una tras otra (y Al varado, el famoso adelantado, comandante de la región fronteriza,
murió en la batalla). Para sofocar el levantamiento de una vez por todas, el virrey Mendoza se vio
obligado a ir en persona a Nueva Galicia, al frente de una gran fuerza.

La frontera Chichimeca, al igual que la araucana, hizo uso de procesos de aculturación, ya que
también dominaron el uso de la caballería, ofreciendo una importante resistencia a las tropas
españolas. Los españoles instalaron puestos defensivos en la frontera, que al igual que la araucana,
se convirtió en un punto de captura de esclavos. La resistencia Chichimeca se vió sofocada por una
fuerte política de aculturación, obligando a los indios a renunciar a su carácter nómada. Los
españoles fundaron misiones donde estos indios se transformaron al cristianismo.

El ejemplo de los indios de las fronteras (los chiriguanos, los araucanos, los chichimecas) confirma,
aunque en sentido negativo, la importancia de las estructuras preexistentes en los estados azteca e
inca, así como la base de la colonización española. En Mesoamérica y en los Andes, el sistema
colonial logró imponerse haciendo un uso nuevo de las instituciones ya existentes; éstas
sobrevivieron sólo de forma fragmentaria, aisladas de su contexto anterior que había sido
definitivamente destruido.

Tenemos que aceptar que, tras el choque inicial de la conquista, la historia de la sociedad colonial,
tanto en Nueva España como en Perú, fue un largo proceso de reintegración a todos los niveles:
económico, social, político, ideológico. Según la herencia precolombina y la fuerza de las partes
contrarias, el proceso tomó formas muy diferentes: sincretismo, resistencia, hibridación,
hispanización. Pero entre la cultura dominante española, que intentó imponer sus valores y
costumbres, y la dominada cultura nativa, que insistió en preservar sus propios valores y
costumbres, el conflicto llega a nuestros días.

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