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Clase N° 01/2018

Dictamen divino de culpabilidad


Base Bíblica: Romanos 1:18,2:29
Lectura: “Dios es juez justo y… está airado contra el impío todos los días” (Salmo 7:11)
Objetivos:
 Por qué está airado Dios contra gentiles y judíos.
 La degeneración del ser humano y las consecuencias de ella.
 Que Dios no hace acepción de personas.
Pensamiento central
Según este veredicto, pagamos y religiosos están bajo condenación: unos por insensibles y
otros por desobedientes a la voluntad de Dios.
Introducción
El apóstol establece que la revelación del evangelio es doble: manifiesta la justicia de Dios para
el que cree y revela la ira de Dios sobre los que detienen la justicia y la verdad. El evangelio es
buenas nuevas para los que reconocen su condición pecaminosa y aceptan la única solución
disponible: perdón de pecados por medio del arrepentimiento genuino, y justificación por fe en la
obra redentora de Jesucristo.
Sin embargo, las buenas nuevas del evangelio se constituyen en el veredicto de culpabilidad
contra los que rechazan tal ofrecimiento. Los que se oponen a la verdad divina rechazan la única
solución provista para el ser humano, y cuando la gracia divina es rechazada, lo único que queda
es la ira de Dios.
Esta lección nos ayudará a ver que nuestra única solución es recibir la justicia de Dios en Cristo.
El mensaje del evangelio es igual para gentiles y judíos y Dios espera la misma respuesta de
ambos pueblos, porque El no hace acepción de personas.
I. Culpabilidad de los que no tienen la ley Romanos 1:18-32
Definición y etimología
 “La ira de Dios.” es parte integral del carácter divino y su justicia. Esta ira proviene de su
santidad y profunda aberración del pecado.
 “Impiedad e injusticia.” La primera representa la negatividad relación hacia Dios y la
segunda la negativa relación hacia el prójimo.
 “Las cosas invisibles.” No implica que sean menos reales. Dios es invisible pero real.
A. La ira divina (1:18)
El evangelio de Dios es buenas nuevas sólo para los que aceptan el mensaje de salvación. A los
que lo rechazan y se oponen a la verdad divina, las buenas nuevas les representan un veredicto

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de culpabilidad. La opinión popular generalmente tiende a exigir que la ira de Dios se manifieste
de inmediato. Sin embargo, Romanos nos enseña que el juicio de Dios no se manifiesta según
nuestra computación del tiempo sino de acuerdo con el plan divino.
Romanos 2:4 habla de la benignidad, paciencia y longaminidad divinas que guían al hombre al
arrepentimiento. Esto no debe interpretarse como indiferencias o falta de carácter de parte de
Dios. Dios desea que todos vengan al arrepentimiento, pero quienes no lo hagan, después de
haber disfrutado de la paciencia de Dios, recibirán el justo juicio y la ira de Dios que han estado
acumulando para sí mismos (Romanos 2:4,5).
La ira de Dios se manifiesta en contra de aquellos cuya enemistad contra Dios y contra el
prójimo los han guiado a oponerse a la gracia de Dios revelada en el evangelio. Esta manifestación
de la ira divina no es exclusivamente presente o futura. Su cumplimiento final es aún futuro, pero
Pablo enfatiza que aun en el tiempo presente “la ira de Dios se revela desde el cielo” (Romanos
1:18). Pero también hay un tiempo establecido por Dios, “el día de la ira y de la revelación del
justo juicio de Dios” (Romanos 2:5).
La impiedad e injusticia proceden de una relación incorrecta con Dios.
¡Cuán evidente es el contraste entre la justicia de Dios y la injusticia del hombre!
B. La responsabilidad humana (1:19-23)
Nuestro Dios es justo; El no hace acepción de personas. Pero, ¿cómo juzgará a los que no han
tenido el privilegio de recibir la revelación de la ley?
Debemos recordad que Dios obra a veces en forma inexplicable, pero nunca injustamente. Para
quienes no han recibido una revelación especial (como la ley mosaica en el caso de los judíos),
Dios dice que su ira ha de ser derramada sobre la injusticia de los gentiles.
Pero, ¿cómo pueden ellos ser responsables si no conocen a Dios en la forma en que les fue
revelado a los judíos?
¿Es injusto Dios en este sentido? Pablo responde a esta pregunta con un categórico NO.
Dios no es injusto. Los gentiles son responsables porque, aunque la voluntad de Dios no les fue
revelada como les fue dada a los judíos, sin embargo, la verdad de Dios les ha sido dada por
medio de la creación. Todo ser humano es testigo de las cualidades invisibles de Dios, “su eterno
poder y deidad”. La verdad de Dios siempre es evidente, porque Dios la manifiesta en sus obras.
Cada individuo será juzgado de acuerdo a la evidencia que Dios le ha dado.
La declaración paulina asegura que Dios siempre ha ofrecido evidencia de su verdad “desde la
creación del mundo”. Sin embargo, este no es el punto que interesa a Pablo. Lo que quería

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establecer era que Dios ha revelado su verdad, pero el hombre siempre se ha opuesto a ella.
Pablo categóricamente declara que los hombres, a pesar de haber “conocido a Dios, no le
glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias” (Romanos 1:21). ¡El problema no es ignorancia sino
oposición! ¡El problema no es que el hombre no conozca a Dios, sino que habiéndole conocido, ha
decidido no glorificarle! “Profesando ser sabios se hicieron necios” (Romanos 1:22).
C. Degeneración moral (1:24-31)
La manifestación de la ira de Dios, de la cual habíamos hablado previamente, es evidente en la
condición deplorable del ser humano que resiste y detiene la verdad divina con injusticia.
Los versículos 24 al 31 presentan una ilustración impresionante del extremo al cual el ser
humano se degrada cuando se opone y detiene la verdad. La degeneración moral del hombre es
el resultado de la naturaleza pecaminosa. Sólo la presencia de la verdad divina puede detener
este proceso inexorable de degeneración. De manera que cuando el hombre decide, en su afán
de ser independiente, rechazar y oponerse a la verdad divina, el resultado no es sólo oscuridad
sino también degradación. El hombre, creado como corona de la creación, se degrada a sí mismo
a profundidades que lo hacen más bajo aun que los animales.
La única esperanza del hombre está en volverse a Dios y a su verdad. Cuando el hombre busca
establecer su propia verdad, independiente de Dios, el resultado inevitable es la degradación, la
destrucción de la maravillosa creación de Dios, diseñada por Dios para vivir en gloria, pero
condenada a muerte corrupción por el pecado.
D. Endurecimiento espiritual (1:32)
Pablo una vez más enfatiza la responsabilidad y culpabilidad del hombre cuando establece que
éste no sólo ha “conocido a Dios” (Romanos 1:21) sino también a “entendido el juicio de Dios”
(1:32). El hombre ha decidido rechazar la verdad divina y oponerse a ella, deteniéndola con
injusticia, pero ha tomado tal decisión consciente de que su rebelión será castigada. El
endurecimiento espiritual hace que el ser humano llegue a pensar que no sólo puede oponerse a
Dios, sino también vencerlo: por tal razón no teme el juicio divino. Este patrón de desobediencia
proviene del padre de pecado, Satanás, quien no sólo se opuso a Dios sino también intentó llegar
a ser como El. Satanás ha sido vencido por Cristo y sabe que se enfrentará al terrible juicio que ha
de venir sobre él; pero no queriendo comparecer por sí solo, se regocija en saber que muchos lo
acompañarán.

Los que deciden ignorar el juicio de Dios, pretendiendo que no los alcanzará, se engañan a sí
mismos.
Cuando el hombre pretende encontrar libertad aparte de Dios lo que en realidad encuentra es
esclavitud en la corrupción. Tal esclavitud lo ciega y no le permite ver el peligro de practicar el

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pecado y complacerse con los que hacen lo mismo. Pablo ha descrito en los más sombríos
términos la dicción de los gentiles, y el veredicto es que están bajo la ira de Dios.
Afianzamiento y aplicación
 Deje que la clase explique cómo se reconcilian las ideas de la ira y el amor de Dios.
 ¿Qué tipo de revelación ha dado Dios a los gentiles de todos los tiempos?
 Permita que se refiera el caso de alguien que se ha endurecido espiritual.
II. Culpabilidad de los que tienen la ley Romanos 2:1-29
Definiciones y etimología
*”Inexcusable”, es decir que no existe defensa posible en su favor.
*”Benignidad”, consiste en proveer favores en aquellos que no los merecen.
*”Paciencia”, es suspender el justo juicio hasta el tiempo señalado.
*”Longaminidad”, la capacidad de mantener bajo control la expresión de ira de su plena
manifestación.
*“El día de la ira”, cuando “Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres” (Romanos
2:16).
A. Porque se creen justos (2:1-3)
Pablo ahora confronta a los judíos para mostrarles que la condición de ellos no es diferente a
la de los gentiles. La misma acusación formulada contra aquellos es válida para éstos. El judío se
consideraba en una posición ventajosa delante de Dios. Por esta pretensión judía de Pablo inicia
el segundo capítulo diciendo: “Por lo cual,” o por lo tanto. Por tanto tú, oh judío, que piensas que
Dios castiga al gentil pero te exonera a ti: “en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo, porque
tú que juzgas haces lo mismo” (2:1). Tú también pecas delante de Dios, pero piensas que Dios te
va a dar un trato diferente.
Pablo inmediatamente corrige esta suposición errónea estableciendo que el juicio de Dios “es
según verdad” (2:2); es decir, de acuerdo a los dictámenes inviolables e invariables de la verdad
divina. Existe sólo un Dios y sólo una verdad divina. La injusticia del hombre, ya se manifieste
dentro o fuera de la ley, no hace ninguna diferencia. Existe sólo un veredicto divino para la
injusticia humana, “porque no hay acepción de personas para con Dios” (2:11).

El problema de los judíos es pensar que poseen la ventaja de tener a su favor la justicia provista
por la ley, y por lo tanto presumen que escaparán al juicio de Dios. Sin embargo, Pablo les
demuestra que la justicia humana, supuestamente alcanzada por medios propios, no es suficiente
para escapar del veredicto de culpabilidad.

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B. Porque no se arrepienten (2:4-10)


El judío piensa que tiene a su favor el beneficio exclusivo de la benignidad, paciencia y
longaminidad de Dios.
Pero Pablo declara que tal beneficio a todo ser humano, a fin de guiarlo al arrepentimiento.
Dado que el judío está tan confiado en su propia justicia personal, y se complace en pensar que
Dios responde al pecado del gentil con ira, pero al del judío con paciencia y tolerancia, Pablo
contraataca diciendo que tal actitud representa menosprecio de la benignidad, paciencia y
longaminidad de Dios.
Igual que el gentil, el judío acumula para sí mismo ira, pues su menosprecio de la bondad divina
revela su dureza de corazón en no responder a tal bondad con arrepentimiento. La misma actitud
de rebelión, aun cuando se disfraza de religiosidad, está presente en la dureza del corazón “no
arrepentido” de ambos.
La bondad divina alcanza por igual al judío y al gentil, por cuanto Dios espera de ambos la
misma respuesta: un arrepentimiento genuino, motivado por tal bondad. Por lo tanto, el mismo
veredicto de culpabilidad es válido para ambos.
Las bendiciones para los que responden positivamente a la bondad de Dios es sin acepción de
personas: “vida eterna” (2:7), “gloria y honra y paz” (2:10) para los que obedecen a la verdad:
pero “ira y enojo”, “tribulación y angustia” a los que obedecen a la injusticia (2:8,9), no importa si
son judíos o gentiles.
C. Porque Dios no hace acepción de personas (2:11-16)
Dios juzga al hombre de acuerdo a su respuesta a la revelación divina. La verdad de Dios se
manifiesta en diferentes maneras, pero esta diferencia no produce ningún cambio en la justicia
de Dios. Lo que cuenta es que Dios se encarga de manifestar su verdad al hombre, y espera de
éste una respuesta positiva: que acepte tal verdad, obedezca a Dios, lo glorifique y le dé gracias.
Los que recibieron la verdad por medio de la ley serán juzgados por su respuesta, no a la ley,
sino a la verdad revelada en ella. Los que recibieron la verdad “por medio de las cosas hechas”
(1:20) serán juzgados por su respuesta, no a las cosas creadas sino a la fuente de tal revelación
que es Dios (1:19).

Dios juzgará la respuesta del hombre a la revelación, y no las circunstancias bajo las cuales la
recibieron. Dado que la verdad es una sola, sólo puede existir una respuesta: aceptarla,
obedecerla y glorificar a Dios como Creador y Redentor.
De acuerdo con 2:13, la justicia de Dios no era para los que escucharan la ley sino para los que
se arrepintieran. Los que “hacen”; esto es, los que responden con fe a la oferta de justificación,
son los que resultan justificados.

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Cumplir toda la ley es imposible, pero por creer en Aquel que es incapaz
de conceder la justificación sí es posible.
Dios no hace acepción de personas al conceder tal justificación. El justifica a los que son
“hacedores”, ya sea dentro o fuera de la ley.
La respuesta de fe, obediencia y sumisión es lo que el Señor busca, ya sea en los gentiles o en
los judíos. Los “hacedores” muestran la evidencia de su obediencia, no en ritos y señales externas,
sino en sus corazones (2:14,15).
D. Porque se jactan de la ley pero no honran a Dios (2:17-29)
El mismo pecado de los gentiles es evidente entre los judíos. Los gentiles, en lugar de glorificar
a Dios se glorificaban y jactaban en sus propios razonamientos (1:21). Los judíos se gloriaban
“apoyándose” y justificándose a sí mismos en la ley (2:17). Los gentiles profesaban ser sabios
(1:22); los judíos se veían a sí mismos como la luz del mundo, pretendiendo poseer en la ley la
ciencia y la verdad (2:19,20).
El judío también se gloriaba en la señal externa de la circuncisión. Pero Pablo destruye este
argumento, estableciendo que el verdadero judío no es el que ostenta la señal externa, sino el
“que lo es en lo interior, (cuya) circuncisión es la del corazón” (2:29). Este argumento tiene un
poder enorme, porque derriba toda jactancia y altanería. Solo aquel con la respuesta correcta en
su corazón delante de Dios es un verdadero judío.
Afianzamiento y aplicación
 Dé lugar a que algunos digan si han evangelizado a algún judío, y cuál ha sido la respuesta.
 Comenten eso de que “Dios no hace acepción de personas”.
 Hagan una lista de las cosas de las que inútilmente se jacta el pecador.
Resumen
Esta lección nos ha enseñado que el evangelio es un mensaje de vida para los que lo reciben,
pero también es un veredicto de culpabilidad para los que lo rechazan y se oponen a él. El
problema que el hombre enfrenta, ya sea judío o gentil, es la imposibilidad de alcanzar justicia
propia delante de Dios. En su benignidad y paciencia Dios provee al hombre la oportunidad de
reconocer su problema y proceder al arrepentimiento. Sin embargo, tanto gentiles como judíos
han menospreciado la paciencia y bondad divinas, y han procurado obtener su propia justicia.
Pablo ha demostrado que la verdad de Dios ha sido claramente manifestada al hombre, ya sea
dentro o fuera de la ley. El hombre no sólo ha entendido tal verdad sino también el justo juicio de
Dios para quienes se oponen a Dios.El hombre no se ha vuelto a Dios para aceptarlo, obedecerle y
glorificarlo; por lo tanto, ya sea judío o gentil, es declarado culpable e inexcusable delante de
Dios, porque él no hace acepción de personas.

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