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EL AUDIOLINGÜISMO

Este método se desarrolló a finales de la segunda guerra mundial. Surgió por la necesidad
que tuvieron los soldados norteamericanos de aprender diversas lenguas. Por lo tanto, ante
esta apremiante situación se buscó una manera de lograr este propósito, por lo que varios
lingüistas se consagraron a esta labor. Sin embargo, pronto se encontraron con dos grandes
dificultades; la primera estribó en el número de aprendices que se inscribieron a las clases
de idiomas, ya que fueron alrededor de quince mil, lo cual evidentemente era demasiado
para fines didácticos razonables.
La segunda estuvo en el hecho de que las lenguas que los soldados norteamericanos
necesitaban aprender no eran las más conocidas por ellos, ni las más semejantes a la suya,
sino que eran lenguas muy diferentes como el japonés y el coreano, las cuales ante sus ojos
aparecían como exóticas. No obstante, las clases se emprendieron a pesar de estas
dificultades y de este modo siguieron su curso.
Rivers, a fin de manifestar el funcionamiento de este método, refiere seis puntos que
lo sintetizan adecuadamente. El primero nos dice que el audiolingüismo pone por encima
de todo lo demás el lenguaje hablado, ese es el rasgo fundamental, por lo que las cuatro
habilidades lingüísticas adquirieron un orden particular, ya que además puso las receptivas
como primordiales frente a las productivas. De esta manera, resulta un orden como el
siguiente: escuchar, hablar, leer y escribir.
Ahora bien, este método halló fundamentos teóricos en el estructuralismo en cuanto
a la ciencia del lenguaje, ya que era la corriente novedosa de la época, y en cuanto a la
psicología, que es donde se alberga el estudio de los procesos de enseñanza y aprendizaje,
fue en la ciencia del comportamiento, es decir, en el conductismo, por lo que el segundo
punto afirma que el reforzamiento de estímulos y respuestas favorables es imprescindible.
Después tenemos la formación de hábitos a través de la repetición, ya que la
enseñanza no se concentraba en la solución de problemas, sino en el desarrollo de hábitos.
Enseguida nos habla acerca del incrementalismo, esto se refiere al hecho de dividir la
lengua en estructuras y descubrir patrones, a fin de ir aprendiéndolos uno por uno, lo cual
ayudaba a evitar errores, algo sumamente deseado.
Luego nos encontramos con el uso de la lingüística contrastante, lo que permitía
advertir aquellos rasgos de la lengua extranjera que pudieran causar mayor conflicto para
los aprendices respecto a su lengua materna. Por último, está el aprendizaje inductivo, lo
cual concuerda muy bien con el afán de forjar hábitos, ya que los aprendices no deducían
las particularidades de la gramática de la lengua extranjera, sino que estás simplemente les
eran dadas.
Este método llegó a ser muy encumbrado y tuvo fervientes seguidores. Sin
embargo, en la década de 1960 se vio quebrantado, puesto que las ideas de Chomsky
representaron un golpe devastador para la lingüística estructuralista y para el conductismo
que eran los fundamentos sobre los que se sostenía. Además, el mismo Chomsky llegó a
afirmar que posiblemente los hallazgos de la lingüística no ofrecían ninguna utilidad a la
enseñanza de lenguas.

Juan de Dios Hernández Gómez.

Johnson. (2008). “La enseñanza de idiomas: un ligero paseo por épocas recientes”.
Aprender y enseñar lenguas extranjeras: una introducción.

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