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EL ESTRÉS CRÓNICO COMO FACTOR PRECIPITANTE DE UNA

ENFERMEDAD

UNA APROXIMACIÓN A SU ESTADO DE LA CUESTIÓN

Elena Suárez

El siguiente trabajo tiene como propósito establecer el estado actual del conocimiento
acerca del estrés crónico como precipitante de una enfermedad a través de los hallazgos
de las investigaciones que parten de las interacciones entre el estrés, el sistema nervioso
y el sistema inmune; para ello se señalarán y discutirán las tendencias generales, así como
las excepcionales, respecto a: el propósito general de las investigaciones, los conceptos
utilizados, los tipos de estudio desarrollados, los sujetos participantes, los instrumentos
utilizados, las categorías de análisis usadas y los principales resultados y conclusiones.

El propósito general de las investigaciones gira en torno a la explicación de las


influencias del estrés sobre la inmunidad y la descripción de las reacciones corporales
durante y después de experimentar una situación estresante. Se aborda la problemática
considerando las repercusiones biológicas, las variables bioquímicas y los cambios en el
estado de homeostasis corporal y la carga alostática.
De forma reiterativa, se abordan las variables bioquímicas e inmunológicas en pacientes
con estrés agudo o crónico (Banegas, Sierra, 2017); las interacciones entre el sistema
nervioso y el sistema inmune (Sánchez, González, Cos, Macías, 2007), el efecto
inmunomodulador del estrés psicológico (Solano, Velásquez, 2012); el estrés y los
procesos de enfermedad (Zamora, 2014); los mecanismos neuroendocrinos de respuesta
durante el estrés y la carga alostática (de Nicola, 2015); la asociación entre el estrés y las
enfermedades infecciosas, autoinmunes, neoplásicas y cardiovasculares (Sánchez,
González, Suárez, Macías, 2006); la neurobiología del estrés agudo y crónico: su efecto
en el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal y la memoria (Rodríguez, García, Franco, 2013);
la neuroquímica del estrés y el papel de los péptidos opioides (Ramírez, 2007); El
concepto de alostasis, más allá del estrés y la homeostasis (Pilnik, 2010); entre otros. El
punto en común de las investigaciones mencionadas anteriormente radica en la
fundamentación teórica detrás del fenómeno del estrés como un factor que altera el estado
homeostático corporal, la carga alostática, el sistema inmunológico y el sistema
endocrino, fundamentalmente (Banegas, Sierra, 2017; Sánchez, González, Cos, Macías,
2007; Solano, Velásquez, 2012; Zamora, 2014; Gómez, Escobar, 2006; Sánchez,
González, Suárez, Macías, 2006; Gómez, 2000; Gálvez, 2005; de Nicola, 2015; Ramírez,
2007; Pilnik, 2010; Sánchez, Robles, 2018; Moscoso, 2009). No obstante, también nos
encontramos con investigaciones que se basan en el estudio del fenómeno en aras
específicas. De esta manera, Rodríguez, García, y Franco (2013) estudian la
neurobiología del estrés agudo y crónico y su efecto en el eje hipotálamo-hipófisis-
adrenal y en la memoria, de qué manera el estrés y sus hormonas afectan las estructuras
límbicas y el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal; y (Starr, Dienes, Li, Shawn, 2019) buscan
la relación entre el estrés crónico y la disminución del cortisol diurno, al igual que sus
implicaciones en el humor y la fatiga de adolescentes.

Los conceptos reiterativamente utilizados para el abordaje del problema son: estrés, estrés
crónico, psicoinmunoneuroendocrinología, alostasis, carga alostática y glucocorticoides.
Estrés, definido como un estado caracterizado por la percepción del individuo de las
demandas de una situación que excede sus recursos (Sánchez, González, Suárez, Macías,
2006); estrés crónico, que consiste en un estado de activación fisiológica de baja
intensidad, perdurable en el tiempo, desencadenado cuando el organismo experimenta la
acción de varios factores o la exposición repetida a los mismos agentes estresantes agudos
(Banegas, Sierra, 2017); psicoinmunoneuroendocrinología, que es el estudio de la
interacción entre la conducta (para el caso particular de interés de esta investigación, el
estrés), la función neuronal y endocrina y los procesos inmunes (Sánchez, González, Cos,
Macías, 2007); el concepto de alostasis introducido por Sterling y Eyer, que se refiere a
los procesos integrativos y adaptativos necesarios para mantener la estabilidad total del
organismo (Ramírez, 2007); la carga alostática, producto de la ineficaz o inadecuada
actuación de los mecanismos alostáticos, razón por la que no se alcanza la adaptación a
la situación (Pilnik, 2010); y, los glucocorticoides, que poseen efectos inmunosupresores
y antiinflamatorios, en especial el cortisol (Banegas, Sierra, 2017). Con menos frecuencia
se abordan las implicaciones del estrés en la memoria (Rodríguez, García, Franco, AÑO),
y en la composición corporal (Stefanaki, Pervanidou, Boschiero, 2019) y el papel de la
autofagia en la inmunosupresión (Qin, Zhong, Zou, Wan, Yao, Zheng, Yin, 2019).
Con relación al tipo de estudio desarrollado, la constante radica en el modelo de
investigaciones descriptivas-transversales y revisiones sistemáticas, ocupadas de la
presentación lineal de los fenómenos desencadenados a partir del estímulo estresante.
Dados los múltiples hallazgos sobre cambios hormonales, respuestas inmunosupresoras,
alteraciones del estado homeostático y de la carga alostática, son comunes los artículos
de revisión, que buscan una integración de la información con el propósito de describir
en qué consisten las reacciones biológicas ante estímulos estresantes. Por ejemplo, Pilnik
(2010) explica qué es la carga alostática cuál es su papel en la reacción ante el estrés;
Ramírez (2007) busca elucidar cómo se desarrollan los procesos neuroquímicos durante
el estrés y cuál es el papel de los péptidos opiodes; de Nicola (2015) expone los
mecanismos neuroendocrinos de respuesta durante el estrés y la carga alostática. Por su
parte, Rodriguez, García y Franco (2013) plantean de qué manera el estrés y sus hormonas
afectan las estructuras límbicas y el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, y Zamora (2014)
revisa la evidencia científica sobre el efecto de la psiconeuroinmunología en el proceso
salud-enfermedad. En síntesis, el factor común es la búsqueda de la elucidación,
descripción, exposición e integración de las diversas respuestas fisiológicas, anatómicas
y bioquímicas ante un estado de inestabilidad producto del estímulo estresante.

Con relación a los sujetos participantes de las investigaciones que lo especifican, es


común realizar estudios sobre pacientes, es decir, individuos que ya han sido
diagnosticados con una enfermedad, (Gómez, G. B. y Escobar, A, 2006; Gálvez JF, 2005;
Zamora, R, 2014) por su parte, Banegas y Sierra (2017) indagan sobre las variables
bioquímicas e inmnológicas en pacientes con estrés agudo o crónico; y, por otro lado,
Romeo (2017); Starr, Dienes, Li y Shawn (2019) realizan estudios sobre las variables
anatómicas cerebrales en adolescentes con estrés crónico. Finalmente Qin, Zhong, Zou,
Wan, Yao, Zheng, y Yin (2019) experimentan con ratas.

El instrumento fundamental de recolección de información y análisis desde el que se


sustentan las consecuencias biológicas del estrés crónico, son las pruebas de laboratorio,
tanto para las investigaciones experimentales como para la fundamentación y respaldo de
los planteamientos en artículos de revisión.
En estos exámenes se establece el conteo de células inmunológicas y se observan los
cambios corporales ocasionados cuando hay un estímulo estresante.
En el caso de Banegas y Sierra (2017) la verificación del aumento en los niveles de
cortisol se da a través de pruebas de laboratorio realizadas a los sujetos del estudio. A los
resultados se les aplica un procesamiento estadístico mediante el cálculo porcentual, la
media y la desviación estándar de las cantidades de células inmunológicas, citosinas y
hormonas en situaciones de estrés y su contrastación con el estado homeostático.
En el caso de la investigación propuesta por Gómez (2000) que busca una síntesis de los
hallazgos en el campo de la psicoinmunoneuroendocrinología, se realizaron cuatro grupos
de metaanálisis para evaluar la asociación entre estrés y varios indicadores de la función
celular inmune, los números y porcentajes de células blancas circulantes, los niveles
séricos de las inmunoglobulinas G,M,A y el nivel salivar de la IgA, y por último, los
títulos de los anticuerpos contra virus latentes.
Por su parte, Camelo (2005) contempla algunos métodos para el estudio del sistema
inmune como los ensayos in vitro, citometría de flujo y ensayos in vivo.
A través de la cuantificación de concentraciones de hormonas y células en la sangre y en
la saliva, mediante los exámenes de laboratorio, es posible elucidar las consecuencias del
estrés crónico, otorgando una mirada objetiva sobre las implicaciones biológicas y los
cambios en el conteo celular sanguíneo.

Con respecto a las categorías de análisis, es repetitivo el planteamiento de la interacción


entre el estrés y los sistemas nervioso, endocrino e inmune (Banegas, Sierra, 2017;
Sánchez, González, Cos, Macías, 2007; Solano, Velásquez, 2012; Gómez, Escobar, 2006;
Gálvez, 2005 ); el estrés y su relación con las enfermedades (Zamora, 2014; Sánchez,
González, Suárez, Macías, 2006); la asociación entre estrés y la función celular inmune,
la asociación entre estrés y los números de las células blancas circulantes (Gómez, 2000);
las disfunciones biológicas asociadas con estrés (Gálvez, 2005); y la alteración en el eje
Hipotálamo-hipófisis-adrenal ocasionada por el estrés (Rodriguez, García, Franco, 2013;
Starr, Dienes, Li, Shawn, 2019). No obstante, y rompiendo con el factor común, Qin,
Zhong, Zou, Wan, Yao, Zheng, y Yin (2019) postulan el rol esencial de la autofagia en la
modulación de la homeostasis y de las respuestas inmunes; Romeo (2017) estudia las
implicaciones del estrés en la maduración cerebral durante la adolescencia,
concretamente la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal; y Rodriguez, García y
Franco (2013) postulan las relaciones entre el estrés crónico o maladaptativo, los
glucocorticoides y la memoria.
En lo referente a las principales conclusiones y resultados de las investigaciones y
revisiones, es concurrente que el estrés psicológico puede alterar la función inmune,
afectando la salud del individuo (Banegas, A, Sierra, L, 2017; Sánchez, M, González, R,
Cos, M, Macías, C, 2007; Solano, R, Velásquez, E, 2012; Gómez, G, Escobar, A, 2006;
Sánchez, M, González, R, Suárez, V, Macías, C, 2006; Gómez, V, 2000 ). Este fenómeno
se explica desde diversos aspectos que participan e influyen en los sistemas endocrino,
inmunológico y nervioso.
De esta forma, hay investigaciones que explican el fenómeno desde la perspectiva de las
hormonas del estrés que modulan el funcionamiento del sistema inmunológico, pues en
condiciones de estrés con altos niveles circundantes de glucocorticoides y catecolaminas
se presenta generalmente reducción significativa o supresión del funcionamiento del
sistema inmune (Banegas, A, Sierra, L, 2017; Solano, R, Velásquez, E, 2012; Gómez, G,
Escobar, A, 2006; de Nicola, A, 2015). En este orden, organismos con niveles reducidos
de glucocorticoides, adrenalina y noradrenalina de manera crónica presentan mayor
propensión para el desarrollo de enfermedades autoinmunes. la influencia del estrés y sus
hormonas sobre el funcionamiento del sistema inmunológico es un aspecto fundamental
para tener en cuenta en el tratamiento de las enfermedades infecciosas, autoinmunes y en
la cicatrización de heridas. el estrés, al disminuir el funcionamiento normal del sistema
inmune, puede prolongar el tiempo de tratamiento, lo que aumenta el número de recaídas
y empeora las condiciones de salud del paciente, aumentando los costos sociales y
económicos del tratamiento (Gómez, G, Escobar, A, 2006; Gálvez, JF, 2005).
Adicionalmente, (Banegas, A, Sierra, L, 2017; Solano, R, Velásquez, E, 2012) han
encontrado que el estrés psicológico modula la función inmune por diversos mecanismos
y los cambios dependerán de la naturaleza, duración e intensidad del evento estresante,
así como de la personalidad, estado psicológico, edad y sexo del individuo; por su parte,
(Zamora, R, 2014) anuncia que los tejidos y las células del organismo reaccionarán ante
el estrés crónico dependiendo de variantes individuales y se desarrollará una enfermedad
determinada acorde a las condiciones del paciente. (Solano, R, Velásquez, E, 2012)
Plantean que se ha evidenciado que la relación entre pensamientos, creencias, conductas
y emociones positivas influyen en la remisión de patologías como el cáncer. En
definitiva, se presenta evidencia que concluye que el estrés psicológico puede alterar la
función inmune, afectando la salud del individuo.
El cortisol, un importante glucocorticoide en el cuerpo humano, se incrementa en los
individuos que padecen estrés crónico, disminuyendo la función inmune (Gómez, G,
Escobar, A, 2006). Frente a esta reacción la persona puede desarrollar patologías
infecciosas, oncológicas o autoinmunes (Sánchez, M, González, R, Suárez, V, Macías,
C, 2006).
Como plantea Gálvez (2005) desde el punto de vista clínico, los trastornos por estrés son
heterogéneos y multifactoriales en su etiología, biología y presentación, lo cual hace muy
difícil su estudio y diagnóstico. Fomentar la investigación de estos aspectos puede
contribuir al desarrollo de múltiples intervenciones de corte neurobiológico, para prevenir
de forma temprana alteraciones irreversibles de los circuitos implicados. esto contribuiría
de forma significativa a disminuir su comorbimortalidad a largo plazo, así como las
complicaciones devastadoras que acompañan su curso.
Gómez y Escobar (2006) concluyen que el estrés severo aumenta la susceptibilidad a
enfermar y altera la evolución de las enfermedades al inducir desórdenes en la
inmunorregulación en las cadenas de las citocinas inmunorregulatorias. Son diversas las
situaciones clínicas asociadas con el estrés, entre las que se destacan las infecciones, el
trauma, el cáncer, la alergia y la autoinmunidad.
Por su parte, desde la perspectiva del modelo psicosocial, que describe las interacciones
entre los factores biológicos y psicosociales en la etiología y progresión de la enfermedad,
se explica que la forma en la que el individuo interpreta y responde al medioambiente
determina la respuesta al estrés, influyendo en el comportamiento de la salud y
contribuyendo a la respuesta inmune y neuroendocrina (Sánchez, M, González, R,
Suárez, V, Macías, C, 2006; Sánchez, D, Robles, M, 2018).
Zamora, (2014) Gómez, Escobar, (2006); Sánchez, González, Suárez, Macías (2006);
Gálvez, (2005); de Nicola, (2015); Pilnik, (2010); Sánchez y Robles (2018) confluyen en
que las intervenciones psicológicas oportunas son necesarias para modular la respuesta al
estrés y mejorar el comportamiento de la salud, enseñando a los individuos métodos más
adaptativos para interpretar los desafíos de la vida con respuestas más efectivas.
Es claro que el estrés repercute perjudicialmente en el estado de salud de los individuos,
pues tiene efectos inmunosupresores que impiden enfrentar los agentes patógenos
cotidianos y llevar a cabo un tratamiento de una enfermedad previamente diagnosticada
con éxito. No obstante, solo la comunidad académica es consciente de ello, el
conocimiento sobre las repercusiones biológicas del estrés y sus efectos adversos no
constituye un saber común, obstaculizando la prevención y promoción en salud, pues un
individuo que no conoce lo que lo perjudica no está en la capacidad de actuar para
evitarlo.
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