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El actual gobierno continuara, aunque de manera más agresiva, la política, la economía, lo social y
cultural, solo por donde les conviene a los empresarios dueños de Chile, tal como lo hizo el
gobierno de Bachelet y la falsa oposición.
En Chile tenemos un sistema político tan bien diseñado y estructurado por los burgueses que
prácticamente nos tiene encadenados a cualquier posibilidad de cambios en lo político,
económico, social y cultural. Encadenados a la nula posibilidad de poder compartir de manera
equitativa y sin distinciones un país que por lo demás es rico y en el cual la población en número
no es tan grande.
La trampa de las elecciones es otro síntoma negativo que nos encadena con una falsa idea de que
tenemos derecho a elegir. Y es por esta falsa idea es que muchos y muchas siempre terminan
resignados y alargando un poco sus cadenas de opresión diciendo que apoyaran y votaran por un
candidato o candidata que suelen ver como el mal menor. Es decir, nuestra clase trabajadora en su
mayoría, participa de un proceso electoral “democrático” en la absoluta derrota.
Y este síntoma se repite cada cierto tiempo en las elecciones municipales y presidenciales, en
donde además los independientes no tienen posibilidad ninguna de participar de igual a igual con
los candidatos de los partidos políticos, los que además están cohesionados entre sí. Un diseño,
un sistema que refleja que todo intento de oposición por parte de uno u otro, termina siendo
parte de una gran reality político, en donde a luz pública muestran que están en constantes
diferencias y desacuerdos para así evitar los avances y soluciones en temas tan importantes para
nuestra clase como la educación, la salud, la jubilación, la vivienda, etc., los dilatan y todas estas
exigencias que además son derechos pasan a segundo plano una y otra vez.
Estamos en un escenario en donde existe nula voluntad política de generar cambios que vallan en
favor de nuestra clase y sus entornos. (lo que para nosotros es político para ellos, la burguesía y la
clase política es un conveniente negocio).
Lo que ocurre en Chile sabemos que nos es nuevo, como también entendemos que buscar
soluciones en donde dan origen a nuestros problemas es una pérdida de tiempo. Sin embargo,
muchos y muchas aun sabiendo que es así, insisten en tener reuniones con el gobierno de turno,
enviarles cartas e informes y tantas otras posibles alternativas que busquen un acuerdo que
dignifique a la clase trabajadora y afloje sus cadenas. Sin embargo, todas estas vías que intentan
romper cadenas, suelen terminar en su conjunto depositados en un tacho de basura de algún
pasillo del congreso o la moneda, otra señal de desprecio hacia nuestra clase y sus demandas.
En Chile y en los países hermanos no hay, no existe tal derecho a elegir. Y esas son las cadenas más
pesadas y las más cortas, cadenas que se suman a las que nosotros como clase nos auto
colocamos al no buscar bajo ningún motivo una salida armoniosa a nuestras diferencias, e ir en
conjunto, respetando la ideología de cada cual, por lo que nos pertenece.
Chile seguirá por años y años bajo este sistema. A no ser que nos unifiquemos y acordemos estar
de acuerdo.
La burguesía nos lleva ventaja en algo tan simple como lo es, el ponerse de acuerdo. Y hacernos
ver que no es así, ha sido su táctica para hacernos creer que tenemos derecho a elegir.