Sei sulla pagina 1di 7

Las Puertas de la Gratitud (3)

El objetivo del bien

Debemos siempre recordar las palabras de Rabí Natan de Breslev, quien nos enseña que del trabajo del
agradecimiento depende toda la redención, tanto la redención individual de cada hombre de sus angustias
particulares, como la redención general, del mundo entero. Éstas son las palabras de Rabí Natan (Likutey Halajot,
Leyes de Periká y Teiná 4):

“Porque en verdad, si todos hubieran obedecido a los verdaderos Tzadikim, siguiendo el camino de creer
siempre en HaShem, que todo es para bien, y dando siempre alabanza y agradecimiento a Él, tanto en lo bueno
como en lo aparentemente malo, ¡entonces seguramente se hubieran anulado completamente todas las
adversidades y todos los exilios, y ya habría llegado la redención completa!”.

¡La manera en que escribe Rabí Natan no da lugar a malentendidos y deja muy claro que a través del
agradecimiento se anulan completamente las adversidades! ¡Y no sólo ellas, sino también se anularán todos los
exilios, llegando de esta manera a tener el mérito de la redención completa! Es algo muy importante que
debemos detenernos y analizar, y hacer todo lo necesario para que se asiente en lo más profundo de nuestros
corazones.

Lo que está escrito respecto a que debemos agradecer tanto por lo bueno como por lo malo, significa que
debemos agradecerle al Creador tanto por el bien que está revelado ante nuestros ojos, como por aquello que
ante la mirada humana parece ser malo.

El remedio perfecto

Se dirigió a mí una mujer que durante muchos años no logró tener hijos me contó que no había cosa que no
hubiese intentado: Plegarias, arrepentimiento, caridad, diversos remedios, amuletos; se comprometió a cumplir
determinadas cosas, tratamientos, alimentación sana, etc. Ella y su esposo ya estaban a punto de quebrarse y
de rendirse a la desesperación: ¿Acaso nunca les llegaría la salvación? ¿Acaso nunca podrían tener entre sus
brazos a un hijo de sus entrañas?

Le dije a esta mujer: “¡Olvídate de todos los subterfugios, amuletos, etc. Ni reces por tener hijos! Lo que debes
hacer dedicar una hora cada día para presentarte delante del Creador y solamente agradecer, diciendo: “Muchas
gracias Creador del Universo por no darme hijos hasta el día de hoy, porque sin ninguna duda es lo mejor para
mí y solamente de esta manera puedo llegar a efectuar mi corrección espiritual…”.

Y también agradécele al Creador por cada una de tus amigas que ha tenido un hijo y trabaja por tener un ‘buen
ojo’, para alegrarte verdaderamente cada vez que oigas que alguien que conoces tuvo un bebé. Y solamente al
final realiza un pequeño pedido: “Rey del Universo, si es bueno ante Tus ojos – dame hijos”. ¡Y yo te prometo
que tendrás hijos! “.

Me preguntó la mujer: “¿Y en qué es mejor esto que todo lo que ya he hecho? ¿Si recé y lloré y supliqué y me
arrepentí…?”.
Le respondí: “La diferencia es que a través del agradecimiento puedes llegar a la Emuná, la fe auténtica, porque
el agradecimiento implica que crees que todo es para bien, y que crees que todo es exactamente como debe ser
y no hay ningún error en el hecho que no hayas dado a luz hasta este instante. Y que crees que todo está en las
manos de HaShem y que la única razón por la cual aún no tienes hijos es porque eso es precisamente lo que Él
desea. Todo esto es lo que manifiestas al agradecer”.

Sin el agradecimiento, tú rezas, suplicas, pero dentro de tu corazón sigue latiendo la herejía y sigues pensando
que tu salvación depende de tus esfuerzos, de la naturaleza, y por eso pierdes las esperanzas. Piensas que de
acuerdo con la naturaleza no es posible que tengas hijos. Entonces dependes de esas o de otras causas dudosas;
también te sientes culpable o culpas a los demás, o hasta culpas al Creador Mismo. De esta manera
evidentemente caes en el grave pecado del llanto gratuito. Por eso es necesario que además de agradecer te
arrepientas del lloriqueo y digas: “HaShem, me arrepiento por el hecho que hasta el día de hoy no creí que esto
fuera lo mejor para mí, y Te pido perdón por todo lo que he lloriqueado, lamentado, enojado, quejado y perdido
las esperanzas…”.

La regla es que solamente a través del agradecimiento puedes llegar a tener fe completa respecto a que no hay
más nada fuera de Él, que todo depende solamente de Su voluntad y todo lo que ocurrió hasta el día de hoy y
todo lo que ocurrirá en el futuro – todo es para bien. De esta manera todas las plegarias que ya has realizado
hasta el día de hoy y lo que otros hayan orado por ti, serán aceptadas. Porque la razón por la cual la plegaria no
es aceptada es porque la persona carece de Emuná. ¡Y Emuná significa tener la fe que todo lo que ocurrió hasta
ahora es lo mejor que podía suceder! Por ello, la palabra “Emuná” tiene el mismo valor numérico que la palabra
“baním”, hijos en hebreo.

Una gran alegría

Porque en verdad todos los sufrimientos que tiene la persona son para su bien eterno, y si ella presta atención
al objetivo de esos sufrimientos sin ninguna duda se alegrará por ellos, tal como está escrito (Likutey Moharán
I, 65):

“Porque la finalidad es completamente buena, e incluso todas las adversidades, los sufrimientos y las penurias
que pasan por encima del hombre, si él prestara atención a la finalidad, sin ninguna duda vería que no son para
nada malos, sino grandes bondades. Porque ciertamente todos los sufrimientos vienen intencionalmente de
HaShem para su propio bien, ya sea para recordarle que debe arrepentirse, o para limpiar sus pecados. Por lo
tanto, los sufrimientos son enormes bondades, porque la intención de HaShem es solamente para bien. Resulta,
que si en todo el ‘mal’ y en los sufrimientos que tiene el hombre, prestara atención al objetivo final, es decir a
la intención misma de HaShem, no tendría entonces ningún sufrimiento sino al contrario – se llenaría de alegría
debido a la grandeza del bien que vería en la finalidad de esos sufrimientos. Porque en la finalidad todo es
absolutamente bueno, todo es uno, pues en verdad no existe ningún mal en el mundo, sino que todo es bueno”.

De las palabras de Rabí Najman aprendemos cuál es la lógica que apoya las palabras anteriores de Rabí Natan,
su gran discípulo, cuando dijo que se le debe agradecer al Creador por lo aparentemente malo. ¿Por qué nos
dice Rabí Najman qué los sufrimientos son una enorme bondad? Porque su finalidad es acercar a la persona al
Creador, y de hecho no existe algo mejor que eso. Sin ninguna duda lo mejor que existe es acercarse a HaShem,
como está escrito (Salmos 73:28): “Mas en cuanto a mí, la cercanía a Dios es lo bueno”.

Esto es lo que escribe: “Pues en verdad – no existe ningún mal en el mundo, sino que todo es bueno”. Ya que
todo lo que sucede en el mundo, todo, sin ninguna excepción, tiene el objetivo de acercar al hombre al Creador
– no existe nada malo sino que todo es bueno.
Cuando el hombre presta atención a la finalidad de sus sufrimientos, que es completa y absolutamente para su
bien eterno, entonces se llena de enorme alegría, y comienza a bailar, a agradecer y a alabarlo al Creador:
“¡Muchas gracias HaShem por todas mis carencias! ¡Gracias por mis sufrimientos! Sin ninguna duda todos estos
sufrimientos son para mi propio bien, para expiar mis pecados y despertarme a arrepentirme – que es el mayor
bien que existe”. De esta manera el hombre se siente desbordante de alegría y puede comenzar a rezar de
verdad.

Obviamente estas cosas fortalecen y alegran solamente a la persona que desea acercarse al Creador. Para aquél
que no desea apegarse a Él, todo lo que no sale de acuerdo con su propia voluntad parece ser malo. Porque este
hombre desea tener éxito en este mundo y en consecuencia todo lo que se oponga a este objetivo personal que
le impida disfrutar o tener algún éxito, es considerado como algo muy malo. Pero quien desea acercarse a
HaShem, se alegra por todo lo que le sucede, pues cree que todo está bajo Su supervisión para ayudarlo a
acercarse a su buena y eterna finalidad.

El lloriqueo – la raíz de todo el mal

Vino a verme una pareja. Ambos lloraban por la vida difícil que tenían. El marido sufrió un accidente y tenían
toda clase de problemas. El hombre lloraba y la mujer lloraba… Todo les iba mal, todo era muy amargo para
ellos…. Se entiende que es mucho más fácil cuando todo en la vida marcha sobre ruedas, sin dificultades, sin
problemas. Pero en el caso de esta pareja, el lloriqueo era exagerado, porque yo los conocía bien y sabía que al
final de cuentas tenían muchas cosas por las cuales agradecer.

Les dije: “Díganme, ¿ustedes no se dan cuenta de la mentira en la cual están sumergidos? Gracias a Dios están
casados hace años – ¿cuántas personas hay que no se han casado? Gracias a Dios tienen paz en su hogar –
¿cuántas personas no gozan de paz hogareña? Gracias a Dios tienen hijos – ¿cuántas personas no tienen hijos?
Gracias a Dios en el aspecto material tienen muchas cosas y también en el aspecto espiritual tienen esto y eso y
lo otro…”. Así hablé con ellos y les mostré cuánto tenían de hecho para agradecer.

Para concluir les dije: “Si estuvieran agradeciendo por todo lo que tienen – no habrían venido aquí. Incluso si
realmente estuvieran pasando por una situación muy difícil, no habrían venido porque podrían ver cuántas cosas
buenas tienen en sus vidas. Porque las bendiciones en la vida deben verse precisamente en medio de las
dificultades. Y mucho más si creyeran con fe completa que todo es para bien, entonces también podría superar
la prueba más grande con agradecimiento y alabanzas, endulzando toda la situación. Pero ustedes se aferran a
la corteza del lloriqueo, del llanto gratuito, y por eso todo se les vuelve mucho más difícil”.

Hay muchas personas a quienes les va bien en este mundo. ¿Por qué? ¿Acaso todo les sale de acuerdo con sus
deseos? ¿No tienen dificultades? ¿No tienen caídas? ¿Pruebas? No. ¡La razón por la cual les va bien en este
mundo es porque ellas le agradecen al Creador y Le cantan, y están contentas con lo que tienen! Y hay personas
que viven el infierno en este mundo. ¿Por qué? ¿Por tener más adversidades y dificultades que los demás? No.
La razón por la que viven el infierno en este mundo es porque se encuentran alejados del agradecimiento, que
es el fundamento de la Emuná. Porque la base de la fe auténtica es creer que Dios es bueno y estar siempre
agradecido. Lamentablemente –en cambio– mucha gente se la pasa lloriqueando…

La diferencia entre la buena vida de uno y la mala vida del otro no depende en absoluto de los eventos que
ocurren en sus vidas, no se debe a que uno vive situaciones fáciles y el otro situaciones muy duras. La diferencia
radica solamente en la manera que enfrentan los hechos: Uno acepta lo que ocurre con fe y agradecimiento y,
en consecuencia, tiene una buena vida y ve milagros y maravillas, mientras que el que mira lo que le ocurre con
herejía y lloriqueo, siente que su vida es terrible y muy mala lo que lo somete a más duros Juicios…
Gratitud y paciencia

Un hombre me pidió que le diera un consejo para poder encontrar finalmente a su “media naranja”. Esta persona
no estaba muy contenta, para decirlo de una manera suave… Me dije a mí mismo que primero debíamos resolver
el tema de su propia felicidad. Comencé a hablar con él de la alegría y cuando me preguntó: “¿Cuál es entonces
el consejo para estar alegre?”, le respondí que es agradecerle a HaShem por todas las carencias.

Le expliqué que precisamente esos puntos en los cuales la Mala Inclinación intenta quebrarnos y llevarnos a caer
en la desesperación, son precisamente los puntos por los cuales debemos agradecer. Y de esta manera logramos
darle nuestro golpe triunfal a la Mala Inclinación. Y así hay que decir: “Muchas gracias Creador del Universo. Te
agradezco. Muchas gracias por no tener pareja todavía. Sin ninguna duda esto es lo mejor para mí. Porque lo
que Tú haces conmigo es lo mejor. Te agradezco. Muchas gracias por haber demorado mi encuentro con mi
pareja hasta el día de hoy, porque al parecer es lo que necesito para lograr mi rectificación…”. Y de esta manera
se debería seguir agradeciendo por la carencia. De esta forma, manifiesta su fe en el Creador, y a través de ella
le dará a la Mala Inclinación el golpe de gracia.

Por cada carencia lo fundamental es invertir en el agradecimiento y llegar al punto de la fe auténtica. ¿Y cuál es
ese punto? Agradecerle a HaShem por todas las carencias y por aquello que resulta difícil, y creer que todo lo
que pasa es la voluntad y el decreto del Creador, y por lo tanto no hay ninguna razón para confundirse.

No hay más quejas

Se me acercó una persona mayor que todavía no logró casarse y comenzó a quejarse y a lloriquear diciendo:

“Mire, yo ya soy grande y no me he casado…”.

“Antes que nada tienes que agradecer por no haberte casado y sólo después podré ayudarte…”, le dije.

“¿Qué? ¿Qué diga gracias por no haberme casado? ¿Cómo puedo agradecer por eso? ¡No haberme casado me
provoca mucho dolor!”.

“Si el Creador no te permitió casarte hasta este momento, ¡es porque eso es lo mejor para ti! Por lo tanto debes
decir muchas gracias. Todo el tiempo que sientas que HaShem cometió contigo una injusticia y que no es bueno
contigo, ¿cómo serás capaz de sonreír y de vivir? Agradece a HaShem y pídele tener la fe para entender que no
haberte casado hasta ahora es para tu bien, porque todo lo que Él hace es para bien. No hay en esto ningún
error, todo es exacto y de acuerdo con lo que tú necesitas para lograr tu corrección”, le expliqué.

Quien actúa de tal forma, verá que su salvación llegará de inmediato. Porque cuando entendemos que el mal
no existe y que todo es bueno, ascendemos a un sitio espiritual en el cual no existe ningún juicio ni ninguna
acusación en nuestra contra, a un lugar en el cual cada pedido se cumple completamente y de inmediato.

Más que más en las cosas buenas

Podemos entender por qué el agradecimiento es algo tan elevado en relación a su contrario, el llanto gratuito.
Lo que más enoja a Dios es cuando la persona se queja, no está conforme, etc. Lamentablemente, el lloriqueo
es la mayor falta de muchas personas, es la mayor manifestación de herejía y es también lo que más aleja al
hombre de su objetivo… Por lo tanto, provoca más enojo y Juicios severos que todo lo demás, lo que trae infinitas
tribulaciones, tal como aprendemos del pecado de los espías. De aquí aprendemos que no hay algo peor que el
llanto gratuito, lo cual aparece cuando la persona olvida todo el bien que recibió, y manifiesta falta de fe… ¡Éste
es el peor pecado que existe en la Torá!

Por otra parte existe la regla “Más que más en las cosas buenas”. Por ello estudiamos la cualidad del
agradecimiento. Si el lloriqueo gratuito, las quejas, el hecho de no estar satisfechos con lo que tenemos,
provocan castigos terribles sin límites, entonces más que más será en las cosas buenas. El agradecimiento al
Creador sin ninguna duda logrará endulzar todos los Juicios, sin importar lo difíciles y duros que sean, y traerá
consigo infinitas bendiciones.

De hecho, lo que resulta de esto es que cuando la persona tiene algún sufrimiento o alguna gran carencia,
significa que hay un juicio sobre ella. Por lo tanto, lo mejor que puede hacer para liberarse de ese juicio es
agradecer y agradecer y seguir agradeciendo…

¡Lo fundamental es agradecer por la carencia misma! Por una parte porque el agradecimiento por esa carencia
es la mayor manifestación de fe verdadera, porque la persona al agradecer manifiesta que cree que todo viene
de HaShem y que todo es para bien. Por lo tanto, también esa carencia viene de Él y de Su Supervisión minuciosa
e individual. Y si la recibió, es para su propio bien eterno. Porque el Creador, Quien todo lo sabe, vio que la
realidad de esa carencia es lo mejor para que esa persona logre su corrección a la que sin ella no puede llegar y
no puede acercarse y apegarse a Él. Por ello le otorgó esa carencia con absoluta misericordia, sólo para su bien
eterno.

La recomendación que se desprende de nuestras palabras, es que todo el tiempo que el hombre no pueda
agradecer sinceramente al Creador por todo, incluyendo sus carencias y sus sufrimientos, tiene una falta de fe
– y por lo tanto no debe pedir ni rezar por algo en especial. Sólo debe pedirle al Creador que le de fe completa
para creer que todo es para bien. Pero al pedir tener fe, debe cuidarse mucho para no caer en el lloriqueo, sino
que tiene que entender que también el hecho de que le falte Emuná viene de HaShem para su propio bien, para
que rece y la reciba a través de sus plegarias.

Las Puertas de la Alegría

La realidad es que existe una enorme oscuridad en relación a la alegría y al agradecimiento, y podemos ver que
la mayoría de las personas piensan que solamente si lloran durante sus plegarias entonces han rezado bien. Y
siempre están esperando cuándo llegará el momento en el cual tengan el mérito de llorar mientras rezan… Pero
en verdad, a pesar de que es bueno que el hombre tenga el mérito de verter algunas lágrimas de su corazón
quebrantado –porque como dijeron nuestros Sabios: “Las puertas de las lágrimas no han sido selladas”–, aún
así no es obligatorio llorar. Aún más, podemos decir que el fundamento de la integridad de la plegaria se
encuentra precisamente en el momento en el cual ésta surge de la alegría, tal como escribe Rabí Natan (Likutey
Halajot, Keríat Shemá 2):

“Porque la plegaria es un aspecto de la alegría, ya que se debe rezar con alegría, como está escrito (Salmos 100):
‘Sirvan a HaShem con alegría’. Y la plegaria es el servicio del corazón y allí reside la alegría, como está escrito (íd.
4): ‘Tú has puesto alegría en mi corazón’. Y esto es lo que dijeron nuestros Sabios (tratado Berajot 31): ‘El hombre
sólo debe detenerse a orar sintiendo la alegría del cumplimiento del Precepto’. Vemos entonces que la plegaria
del corazón incluye como parte inseparable a la alegría…”.

Sigue explicando Rabí Natan que la base de la perfección de la plegaria se encuentra precisamente cuando la
persona reza con tanta alegría que incluye en ella su dolor y sus suspiros.
Además, cuando los Sabios alabaron la plegaria en medio de las lágrimas, se estaban refiriendo al momento en
el cual la persona comienza a llorar debido a la enorme alegría y a la añoranza que siente por Dios y no a cuando
llora de tristeza. Por eso en hebreo la palabra “bejía”, “llanto”, está formada por las primeras letras de las
palabras hebreas de “En Tu Nombre se regocijan todo el día” (Salmos 89:17), tal como lo explica Rabí Najman
en Likutey Moharán.

Cuando los Sabios dijeron que la plegaria con lágrimas es aceptada, se estaban refiriendo solamente a las
lágrimas de añoranza y de arrepentimiento, porque ésta es solamente una afirmación de los Sabios, frente a la
cual encontramos muchísimas otras afirmaciones y sentencias legales que nos aseguran que la plegaria
precisamente debe ser con alegría.

Podemos entenderlo mejor a través de un ejemplo: Cuando el hijo va y le suplica a su padre llorando, sin ninguna
duda que se despierta la misericordia del padre y le da lo que el hijo le pide. Pero si el hijo siempre está alegre y
alaba y agradece constantemente al padre diciéndole: “¡Qué buen padre eres! ¡Gracias por ser mi padre!
¡Gracias por todo lo que haces por mí!”, y no le pide nada, sino que solamente sigue brindándole alegría,
entonces el padre sólo quiere darle más y más, darle todo lo posible, sin ninguna limitación.

La misma imagen del hijo logra despertar la misericordia del padre para recibir aquello que deseaba pero a
través de la alegría y la alabanza, logrando que el padre le otorgue toda la abundancia que está a su alcance y
no solamente aquello que le pidió. La enseñanza que se desprende de este ejemplo es que cuando el llanto no
es llanto gratuito, logra despertar la cualidad de la misericordia y colmar una falta; mientras que la alegría y el
agradecimiento despiertan “el amor y el deseo”, que es mucho más que la “misericordia”, porque despierta la
Voluntad Superior para otorgar cada vez más, sin ningún límite.

Esto es para explicar lo que mucha gente piensa respecto a que existe una contradicción entre las palabras de
los Sabios, quienes dijeron que las puertas de las lágrimas no están selladas y las afirmaciones que se debe rezar
con alegría.

En verdad, ojalá que las personas lloraran en las plegarias el llanto al cual se refirieron los Sabios.
Lamentablemente, la mayoría de las personas al rezar se quejan, y están seguras de que HaShem va a recibir su
plegaria solamente de esta manera –llorando y quejándose por su “suerte amarga”. Estas personas se apoyan
en las palabras que las puertas de las lágrimas no han sido selladas. De esta manera, la gente ignora todas las
otras aseveraciones respecto al nivel de la plegaria con alegría, y también que el llanto gratuito es el peor de los
pecados y que por su culpa llegan muchos sufrimientos.

¡Sonríe ya!

Cuando la persona no Le agradece al Creador por las adversidades y dificultades, no ve la bondad y la


misericordia que hay en ellas y no se alegra por ellas sino que llora y se queja como si HaShem le estuviera
provocando un mal – ese llanto lo perjudica mucho más que si directamente no hubiera rezado. Y éste es un
error que cometen muchas personas: que toda su plegaria es una gran queja, sin tener la fe en que “Todo es
para bien”.

En cambio, cuando la persona reza con alegría, no enfrenta ningún peligro. Lo peor que puede pasar es que
HaShem le “sonría”… ¿Qué tiene esto de malo? Y si en medio de su alegría la persona comienza a llorar por
añoranza o porque su corazón está quebrantado – mucho mejor. Pero no debe pensar que eso es lo
fundamental, porque corre el riesgo de caer en el llanto gratuito, lo cual como ya dijimos es algo sumamente
peligroso.
Y en verdad, gente como nosotros tiene prohibido comenzar a rezar llorando, porque sin ninguna duda
terminaremos cayendo en el llanto gratuito, tal como dijo Rabí Najman (Likutey Moharán II, 24), que incluso de
un verdadero corazón quebrantado es fácil caer en la tristeza, y mucho más si de entrada tenemos el deseo de
quejarnos. Si la persona siente la obligación de estar con el corazón quebrantado a causa de sus pecados, no
debe olvidar que el pecado de la tristeza es mucho peor que todos los demás.

Rab Shalom Arush

Potrebbero piacerti anche