Sei sulla pagina 1di 28

LUDWIG VAN BEETHOVEN:

VIDA, MUSICA, ARTE Y ESPIRITUALIDAD

Introducción

Ludwig van Beethoven fue un compositor, director de orquesta y pianista alemán,

cuyas obras pertenecen desde el estilo clasista hasta los inicios del romanticismo. En este

documento se va a presentar una resumida biografía suya junto a la explicación de sus

obras. Se ampliará en los logros y dificultados por lo que tuvo que atravesar; se analizara en

la proyección social que tiene en el mundo y por último se relacionara todo lo investigado

con lo visto en clases de arte y espiritualidad.


Biografía

Ludwig van Beethoven nació en Bonn, Arzobispado de Colonia, del Sacro Imperio

Romano Germánico el 16 de diciembre de 1770 (fecha supuesta ya que solo se tiene

constancia del bautismo el 17 de diciembre de ese año); y murió el 26 de marzo de 1827 en

Viena, capital del Imperio Austriaco a la edad de 56 años debido a una intoxicación por

plomo y a un fallo multisistémico originado por insuficiencia hepática.

Su padre fue Johann van Beethoven (1740-1792) un músico y tenor de la corte

electoral, además fue director de la orquesta de Bonn. Era un hombre alcohólico que

buscaba que su hijo siguiera los pasos del prodigioso Wolfgang Amadeus Mozart, por lo

que, con la intención de hacer a Ludwig un niño prodigio le enseñó a temprana edad y de

forma altamente estricta el piano, órgano y el clarinete.

Su madre era Maria Magdalena Keverich (1746-1787) era una joven viuda hija de

un cocinero de Tréveris, que contrajo matrimonio con Johann el 12 de noviembre de 1767 y

tuvieron 7 hijos de los cuales solo sobrevivieron 3, Ludwig, Kaspar y Nikolaus. Tenía una

relación distante con Johann pero Ludwig la amaba mucho y la denominaba como su

“mejor amiga”.

El 26 de marzo de 1778 Ludwig dio su primera actuación en público en Colonia, y a

partir de eso, debido a que su padre tenía talento musical y pedagógico limitado, empezó a

recibir clases de profesores como Christian Gottlob Neefe, que le instruyó en la

composición y le dio a conocer las obras de los pensadores más importantes. Así a la edad

de 11 años, Beethoven público su primera composición (Nueve variaciones sobre una

marcha de Ernst Christoph Dressler) y dos años después es contratado como intérprete de

viola en la orquesta de la corte del príncipe elector de Colonia Maximiliano Francisco, lo


cual le permite conocer la música de los maestros de capilla y entrar a nuevos círculos

sociales en los que conoce amigos que tendría durante toda su vida.

A los 17 años se traslada a Viena patrocinado por el conde Ferdinand von

Waldestein quien, además, lo convence de sus posibilidades de éxito. Lamentablemente su

madre enfermo de tuberculosis y volvió a Bonn por petición de su padre. El 17 de julio su

madre muere y su padre entra en depresión, lo que genera que por el alcoholismo sea

arrestado y Ludwig se responsabiliza de sus dos hermanos menores mientras trabajaba

como violinista en una orquesta y ando clases de piano durante 5 años.

En 1792 vuelve a viajar a Viena y permanece allá el resto de su vida y recibe clases

de composición con Joseph Haydn, de contrapunto con Johann Georg Albrechtsberger y

Johann Baptist Schenk y de lírica con Antonio Salieri. A los 24 años publicó su primera

obra importante y al siguiente año realizo u primer concierto público en Viena como

compositor profesional interpretando sus propias obras.

En 1795 le propuso matrimonio a Magdalena Willman, quien se negó y

posteriormente Beethoven realiza una gira por Praga, Dresde, Leipzig, Berlín Y Budapest.

En 1796 publica 3 sontas de piano y la corte, la nobleza y la iglesia acogen su música y se

convierten en sus mecenas (Patrocinadores y protectoras de artistas). Beethoven tenía un

fuerte temperamento lo que le hizo tener frecuentes disputas con sus patrocinadores, debido

a eso se ganó un gran respeto en la ciudad.

En 1800 organizó un nuevo concierto en Viena donde presento su primera sinfonía.

Durante esa época tuvo alta actividad musical e impartió clases a jóvenes aristócratas con

las que tuvo romances esporádicos. Al año siguiente Beethoven le confiesa a Wegeler
(amigo medico suyo) su preocupación y disgusto por su creciente sordera, lo que le hizo

plantearse el suicido, pero siguió adelante debido a su afición por la música.

Su fama entre los editores le permitió dejar de necesitar conciertos y recitales en la

corte para ganarse la vida, además la aristocracia le designó una pensión anual. Así pues,

además de su pérdida de capacidades auditivas se dedica a componer mientras sufría

penalidades personales por desengaños amorosos. Nunca se casó pero se le atribuyen varios

romances, sobre todo con damas de la Nobleza, de las cuales se destaca Antonie von

Birkenstock.

Entre 1804 y 1807, estuvo enamorado de la joven y bella condesa Josephine

Brunswick. Su amor era correspondido pero no pudo concretarse debido a las rígidas

restricciones sociales de la época y la estricta separación entre la nobleza y el vulgo. El 20

de noviembre de 1805 fue la fecha de la primera representación de la única opera que

escribió, que tuvo poca afluencia de público, ya que esa misma semana las tropas de

Napoleón habían entrado por primera vez en Viena.

El 22 de diciembre de 1808 Beethoven dio uno de sus últimos conciertos en vivo,

en una larga jornada. Tuvo como alumno al archiduque Johann Joseph Rainer Rudolph,

hermano del emperador, y eventualmente se convirtió también en su más grande

benefactor. En 1809, se planteó la invitación de Jerónimo Bonaparte, para dejar Viena y

trasladarse a Holanda. Su vieja amiga la condesa Anna Marie Erdödy, logró convencerlo

para quedarce en Viena con la ayuda de sus más ricos admiradores, que ofrecieron a

Beethoven una pensión anual de 4000 florines, lo que le permitió vivir sin preocupaciones

económicas. La única condición que le pusieron fue no abandonar la ciudad de Viena,

condición aceptada por el compositor. Dicha pensión lo convirtió en el primer artista y


compositor independiente de la historia componiendo lo que él quisiera, bajo demanda o

no, y cuando él quisiera.

Beethoven había entablado contacto con el inventor Johann Mäzel, que le construyó

varios instrumentos para ayudarlo con sus dificultades auditivas, como cornetas acústicas o

un sistema para escuchar el piano. El invento de Mäzel que más le impresionó fue el

metrónomo, y escribió cartas de recomendación a editores y comenzó a realizar anotaciones

en las partituras con los tiempos del metrónomo para que sus obras se interpretaran al

tempo que él había concebido. En esa época comenzaron sus los problemas económicos,

debido a que el príncipe Lobkowitz mecenas suyo, sufrió una quiebra económica y el

príncipe Kinsky falleció al caerse de su caballo, y sus herederos decidieron no pagar las

obligaciones financieras que el príncipe había contraído.

Algunas fuentes apuntan a que el último concierto público de Beethoven tuvo lugar

el 11 de abril de 1814 y consistió en el estreno del Trío op. 97, junto al violinista Ignaz

Schuppanzigh y el violonchelista Joseph Lincke.

Tras la muerte de su hermano Kaspar el 15 de noviembre de 1815, tomó la decisión

de acoger a su sobrino Karl, de nueve años de edad, en contra de la voluntad de su cuñada.

En los años comprendidos entre 1815 y 1820, dedicó gran parte de sus energías y su tiempo

a la batalla legal para ganar la custodia de su sobrino Karl. Este esfuerzo le supuso dejar

prácticamente de componer. En el testamento del hermano se le establecía a él como tutor

de Karl, pero en el lecho de muerte, a petición de la cuñada, se estableció una tutoría

conjunta. Ludwig, quien aborrecía a su cuñada, tuvo que llevar su causa ante la justicia.

Ganó el caso, y desde entonces se dedicó a la formación musical de Karl con falsas

esperanzas, ya que el chico no tenía dotes musicales. Además, la relación con su hijo
adoptivo no era excelente; constantemente tenía que encontrarle nuevos tutores, ya que

tenía conflictos con ellos, y este escapaba con su madre y peleaba constantemente con el

tío. La preocupación por el dinero lo ocupó en este periodo como nunca. Los editores no

confiaban en él, pues no cumplía sus promesas de exclusividad y pedía constantemente más

dinero por sus obras.

Beethoven pasó los últimos años de su vida casi totalmente aislado por la sordera,

relacionándose solamente con algunos de sus amigos a través de los “cuadernos de

conversación”, que le sirvieron como medio de comunicación. La salud del maestro decayó

inexorablemente durante su estancia en la casa de su hermano en Gneixendorf, a pesar de

los cuidados de su familia. Su hermano Nikolaus Johann recordaba: “Al almuerzo comía

únicamente huevos pasados por agua, pero después bebía más vino, y así a menudo

padecía diarrea, de modo que se le agrandó cada vez más el vientre, y durante mucho

tiempo lo llevó vendado”. Tenía edemas en los pies y se quejaba continuamente de sed,

dolores de vientre y pérdida de apetito.

El 1 de diciembre de 1826, Beethoven y Karl volvieron a Viena. La espontaneidad

de la decisión determinó que carecieran de un transporte adecuado y solamente pudieron

conseguir un viejo carromato descubierto. El viaje resulta catastrófico para Beethoven,

quien llevaba ropa de verano y se vio obligado a pasar la noche en una taberna de la aldea,

donde la habitación no tenía calefacción ni persianas que lo protegieran del frío. Hacia la

medianoche sufrió un escalofrío febril y comenzó una tos seca acompañada de sed intensa y

fuertes dolores en los costados. Estando así, bebió grandes cantidades de agua helada que

solo agravaron su condición. Sin embargo, logró recuperarse de su crisis gracias a la

atención del doctor Wawruch y consiguió llegar a la capital. El 20 de diciembre, se le


extrajeron fluidos abdominales. Karl permaneció durante todo el mes a su lado hasta su

incorporación, en enero, pues el joven se había reconciliado totalmente con su tío tras su

intento de suicidio.

Casi en la miseria escribió a sus amigos en Londres para pedir algún dinero. La

respuesta llegó de inmediato, junto con cien libras esterlinas prestadas incondicionalmente.

Cuando se difundió en Viena el estado terminal de Beethoven, todos sus antiguos amigos

que aún vivían acudieron a su domicilio de la Schwarzspanierhaus para expresarle sus

deseos de una pronta recuperación, aunque en realidad su propósito era despedirse.

A pesar de los cuidados de su médico y el cariño de sus amigos, la maltrecha salud

del músico, que había padecido problemas hepáticos durante toda su vida, empeoró. El 20

de marzo escribe: “estoy seguro de que me iré muy pronto”. En la tarde del día 23, tomó la

pluma para designar a su sobrino Karl legatario de todos sus bienes.

Al día siguiente, 24 de marzo de 1827, Beethoven recibe la extremaunción y la

comunión según el rito católico. Esa misma tarde entra en coma para no volver a despertar

hasta dos días más tarde. Su hermano Nikolaus Johann, su cuñada y su admirador

incondicional Anselm Hüttenbrenner le acompañaron al final, ya que sus pocos amigos

habían salido a buscar una tumba. Sus últimas palabras fueron dirigidas al vino del Rin que

llegó después de mucho esperar el encargo, que se esperaba surtiera buenos efectos sobre

su salud: “Demasiado tarde, demasiado tarde...”.

Tres días después de su fallecimiento, el 29 de marzo, tuvo lugar el funeral. Se

celebró en la iglesia de la Santa Trinidad y en él se interpretó el Réquiem en re menor de

Wolfgang Amadeus Mozart. Asistieron más de 20 000 personas, entre las que se

encontraba Schubert, gran admirador suyo. El actor Heinrich Anschütz leyó la oración
fúnebre, que fue escrita por el poeta Franz Grillparzer, a las puertas del cementerio de

Währing.

En su escritorio de trabajo, se encontró el Testamento de Heiligenstadt, redactado

en 1802, en donde explica a sus hermanos el porqué de su profunda amargura. También se

encontró la mencionada desgarradora carta de amor dirigida a su “Amada inmortal”, a la

que llama “mi ángel, mi todo, mi mismo yo”.


Legado y Obras

Sinfonías

Beethoven compuso nueve sinfonías a lo largo de su trayectoria musical. Entre ellas

se destacan la Tercera sinfonía, también llamada en castellano Heroica,a en mi♭ mayor,

la Quinta sinfonía, en do menor y la Novena sinfonía, en re menor (cuyo

cuarto movimiento está basado en la Oda a la Alegría, escrita por Friedrich von Schiller en

1785).

Compuso su Primer sinfonía entre 1799 y 1800, cuando tenía 30 años de edad, y

continuó componiendo sinfonías hasta su muerte.

Oberturas

Las diez oberturas de Beethoven son piezas cortas que, posteriormente, serían

ampliadas y trabajadas para su incorporación en obras mayores. En el fondo, es música

compuesta para musicalizar ballets (Las criaturas de Prometeo) y obras de

teatro: Coriolano de William Shakespeare, Egmont de Johann Wolfgang von Goethe, etc.

Se trata de composiciones cerradas y uniformes que expresan emociones e ideas llenas de

heroísmo. El tema de la libertad está muy presente en este apartado de la producción del

músico de Bonn. Por ejemplo, la Obertura Coriolano (Op. 62) ilustra musicalmente el

drama homónimo de Shakespeare basado en el héroe que tiene que escoger entre la libertad

de conciencia y su lealtad a las leyes romanas, Leonora n.º 3 (Op. 72a), por su parte, es una

obertura destacada de las cuatro escritas para la ópera Fidelio. De idéntica valía son Las
criaturas de Prometeo (Op. 43) y Egmont (Op. 84), siendo esta última un buen ejemplo de

la típica composición beethoveniana.

Conciertos

Cada concierto para piano de Beethoven es distinto y desarrolla una escritura

pianística de gran virtuosismo (él mismo fue un gran virtuoso en su juventud). Quizá el más

famoso sea el Concierto para piano n.º 5 «Emperador», de 1809, en donde el virtuosismo y

el sinfonismo se combinan a la perfección. Es una composición épica que tiene un

originalísimo arranque y soberbias cadencias. El origen del sobrenombre de este concierto

no se lo puso el propio compositor sino que se lo asignaron los primeros asistentes como

público, dada la grandeza y majestuosidad de la obra.33

El primer y segundo conciertos para piano destacan por su concepción alegre,

mientras que el Concierto para piano n.º 3, de 1801, de tono serio, es de una amplitud y

calidad incomparables. Por su parte, el Concierto para piano n.º 4, Op. 58, de 1808, apuesta

por la profundidad lírica y ha sido considerado, por la Allgemeine musikalische Zeitung de

mayo de 1809, como el «mejor concierto para instrumento solo jamás compuesto».34 En

cuanto a los conciertos en los que participan otros instrumentos, hay que señalar

el Concierto para violín y el Triple concierto para violín, violonchelo, piano y orquesta, en

donde Beethoven sustituye el sinfonismo por un entretenimiento muy del gusto de la época,

dando ocasión a resonancias algo exóticas: Rondó alla polacca es su rítmico tercer

movimiento.
Beethoven también compuso una Fantasía para piano, orquesta y coro, Op. 80, que

es una triple fantasía: comienza el piano solo, se le une la orquesta y, cerca del final, hace

su entrada el coro —un esquema similar al de la Novena sinfonía—.

El único Concierto para violín, Op. 61 (que cuenta además con una transcripción

para piano, obra del mismo Beethoven, Op. 61b) fue en su tiempo una obra controvertida

que atrajo poca atención en su estreno, con el violinista Franz Clement en la parte solista.

Fue solo en 1850, de la mano del violinista Joseph Joachim, amigo de Johannes Brahms,

cuando el concierto alcanzó notoriedad. La explicación de esta demora en imponerse es lo

complejo de su interpretación, que hizo que pocos violinistas se atreviesen a tocarlo por

años, argumentando que la participación del violín a la par con la orquesta les restaba

protagonismo, lo que se unía a la fuerte exigencia de Beethoven. Dentro de esta categoría

de obras para violín y orquesta deben incluirse además dos breves Romanzas para violín y

orquesta.

Sonatas para piano

Sus treinta y dos sonatas manifiestan la personalidad revolucionaria y de transición

de Beethoven, y el compositor se sitúa como el más destacado de la forma sonata del

periodo comprendido entre clasicismo y romanticismo. Fiel a la forma sonata, el

compositor alemán se permite más de una innovación: sonata de dos (Op. 111), cuatro

(Op. 109) o cinco movimientos, temas con variaciones, fugas, scherzi, etc.

Estas sonatas presentan nuevas sonoridades, audaces experimentos, y queda

encerrado el mundo interior del compositor y también el recién llegado lenguaje expresivo
de la revolución romántica. En la temprana Patética, en la tempestuosa Appassionata, en la

brusca y laberíntica Hammerklavier, en las últimas sonatas Op. 110 y 111, el compositor

llega a las fronteras de la exposición pianística, que serán alcanzadas en el Op. 120.

Beethoven fue uno de los compositores que más exigió a los constructores de piano a

mejorar la sonoridad y resistencia de los pianofortes decimonónicos.

El inadecuado entrenamiento que tuvo Beethoven en sus primeros años de estudios

musicales se refleja en las tres sonatas para piano escritas en 1783. El piano súbito, los

repentinos arranques, las figuras de arpegios (ejecutadas a altas velocidades en

varias octavas de forma ascendente o descendente) conocidas como los «cohetes de

Mannheim», son característicos de la personalidad musical y sentimental de Beethoven. Él

es el primero en usar el acorde de novena sin preparar y que se puede observar en el primer

movimiento de su Sonata para piano n.º 14 «Claro de luna», dedicada a otro de los grandes

amores de su vida, la condesa Giulietta Guicciardi.

Las sonatas para piano de Beethoven transportaron la música a un nuevo orden.

Después de 1800, Beethoven empezó a desarrollar el género con proyecciones románticas.

La Sonata n.º 11 Op. 22, en si ♭ mayor, es la última sonata del primer período de

composición, la cual Beethoven declaró como su sonata preferida. La Op. 26 en la ♭, la

primera que compuso desde el comienzo del nuevo siglo, se abre con un tema lento con

variaciones, sigue con un scherzo temerario y vertiginoso, una marcha fúnebre «a la muerte

de un héroe» y concluye en un agitado final. A esta le siguieron las dos sonatas Quasi una

fantasía Op. 27 (a la segunda se la suele llamar Claro de Luna) que formalmente son poco

convencionales. Los siguientes hitos de su composición pianística coincidieron con la gran

crisis que le produjo el agravamiento de su sordera. La brillante Waldstein (el apellido del
conde a quien va dedicada, más conocida por Aurora en los países hispanoparlantes) y la

arrolladora Appasionata fueron de concepción tan revolucionaria, que hasta el propio

Beethoven se abstuvo de escribir para piano solo durante algunos años. Pero la cima de su

pianismo son las cuatro últimas de las treinta y dos sonatas, desde la

Op. 106, Hammerklavier —que es frecuentemente referida como «sinfónica», por sus

cuatro movimientos—, hasta la Op. 111 en do menor, la tonalidad de la que se valía para su

música Sturm und Drang, como por ejemplo, su Quinta sinfonía.

Opera y música vocal

Beethoven se centró sobre todo en la música orquestal, compaginándola con

la música de cámara y para piano. También desarrolló obras vocales, aunque con suerte

muy diversa. Por ejemplo, su única ópera escrita, Fidelio, revisada desde 1805 hasta 1814,

fue un fracaso el día de su estreno. El músico tuvo que esperar hasta el 23 de mayo de 1814

para ser aclamado de forma entusiasta por un público enfervorizado. La nueva versión

representaba para el público más que la recreación de los principios de la Ilustración, como

fue su primer objetivo en 1805, la celebración de las victorias sobre Napoleón y como una

alegoría de la liberación de Europa. Fue entonces cuando, ruborizado ante tales muestras de

apoyo y cariño del público, escribió en su libro de conversaciones: «Es evidente que uno

compone más bellamente cuando lo hace para el gran público». Se trataba, sin duda, del

mismo compositor que había gritado al editor, tras el desastre de su primer Fidelio: «No

compongo para la galería, que se vayan todos al infierno», nueve años antes.35

Lo cierto es que Beethoven no mostraría particular interés en escribir óperas. Un

proyecto largamente conversado con Goethe para transformar en ópera el Faustono llegaría
jamás a concretarse por razones desconocidas hasta hoy. Sin embargo, algunos autores,

basados principalmente en anotaciones del propio Beethoven, han descrito algunas de sus

sinfonías como «óperas encubiertas». Tal carácter ha sido asignado tanto a la Sexta

sinfonía como a la Tercera.

La Missa Solemnis, escrita entre 1819 y 1823, su segunda obra para la Iglesia

católica, es un canto de fe a Dios y a la naturaleza del hombre. Es una de sus obras más

famosas, compuesta por encargo de su alumno, el archiduque Rudolf, nombrado en esa

época arzobispo de Olomouc. La Missa solemnis provocó no pocos problemas a

Beethoven. La obra fue estrenada parcialmente junto con la Novena sinfonía.36

Otras obras corales de Beethoven son la Fantasía coral para piano, coro y orquesta

(Op. 80), la Misa en do mayor, Latina (Op. 86), así como numerosos lieder, arias, coros

y cánones, un ciclo de melodías, la cantata «En la Muerte del Emperador José II» (Op. 196)

y el oratorio Cristo en el monte de los Olivos, de 1803, así como el célebre presto de

la Novena sinfonía.

Cuartetos de cuerda

Hay algunos críticos musicales que opinan que el género de los cuartetos de cuerda

desarrollado por Beethoven es más representativo que el de las sonatas para piano y el de

las sinfonías. De hecho, Beethoven murió componiendo cuartetos.37

En los cuartetos se puede comprobar el desarrollo de Beethoven a través de sus

«tres estilos»: los primeros cuartetos, fieles a Haydn; el segundo período dominado por los

llamados Cuartetos rusos, compuestos por encargo del aristócrata Razumovski; pero los
más significativos son los seis finales, compuestos entre 1824 y 1827, es decir,

correspondientes a la última etapa, algunas veces llamada «esotérica». La importancia del

género en Beethoven rebasa los límites del Romanticismo, al grado de que sus últimas

obras son una anticipación estilística y técnica que influiría en Dmitri Shostakóvich, Béla

Bartók y en la Segunda Escuela de Viena de inicios del siglo XX. Los cuartetos muestran al

Beethoven más profundo y original.

El Op. 18 constituye el primer esfuerzo importante de Beethoven en este complejo

género musical y engloba seis obras dedicadas a su maestro, Joseph Haydn: aunque se

encuentran todavía evidencias de las obras anteriores de Mozart y Haydn, ya hay un deseo

de mostrar la originalidad que se verá plasmada en sus trabajos posteriores, como el

movimiento final del Cuarteto de cuerda n.º 6 en si♭ mayor, «La malinconia», el cual es una

introducción lenta que casi rebasa los límites tonales para luego dar paso

al rondó concluyente.

En el periodo medio ya se aprecia a un Beethoven maduro, plenamente consciente

de su poderío como creador y artista, pero sumido en la lucha contra la sordera. La primera

parte de este periodo medio se constituye con el poderoso opus 59 Razumovski, constituido

por tres cuartetos. Varios críticos musicales han tratado de ver un ciclo en este grupo de

piezas dedicadas al conde Razumovski, el cual le proporcionó a Beethoven acceso a

diversas melodías rusas como motivo de inspiración, aunque esto no condujo a una

influencia definitiva. Hay varios motivos para creer que el punto de vista cíclico es cercano

a la realidad, tomando en cuenta que el primer movimiento del primer cuarteto es una

especie de síntesis de la forma sonata y que justamente el último del tercero es una

compleja fuga, la cual tiene bastantes elementos de herencia con respecto al movimiento
final de la Sinfonía «Júpiter» de Mozart, aunque el desarrollo estilístico del cuarteto es,

como es natural, mucho mayor que el de dicha sinfonía.

Los últimos cuartetos y la Grosse fugue trascienden el Romanticismo y son

considerados como el verdadero legado musical de Beethoven por su complejidad

melódica, armónica y de ejecución. En la época de su estreno no fueron bien recibidos, pero

cuando le comentaron al compositor que la Grosse fugue había causado el rechazo general,

este respondió «No importa, no la compuse para ellos, sino para el futuro». Sin embargo,

Beethoven consintió quitarla del Cuarteto de cuerda n.º 13 (Op. 130), del que inicialmente

formaba parte (ahora la pieza lleva por número de opus el 133) y compuso un nuevo final

para este cuarteto.


Logros y dificultades

A la muerte del abuelo, auténtico tutor de la familia (Ludwig contaba entonces tres

años de edad), la situación moral y económica del matrimonio de los padres de Beethoven

se deterioró rápidamente. El dinero escaseó; los niños andaban mal nutridos y no era

infrecuente que fueran golpeados por el padre; la madre iba consumiéndose, hasta el

extremo de que, al morir en 1787 a los cuarenta años, su aspecto era el de una anciana.

Amarga habría sido la vida del joven Ludwig en Bonn, sobre todo tras la muerte de su

madre en 1787.

Sus éxitos como improvisador y pianista eran notables, y su carrera como

compositor parecía asegurada económicamente con su trabajo de virtuoso. Porque,

entretanto, el joven Beethoven componía infatigablemente: fue éste, de 1793 a 1802, su

período clasicista, bajo la benéfica influencia de la obra de Haydn y de Mozart, en el que

dio a luz sus primeros conciertos para piano, las cinco primeras sonatas para violín y las

dos para violoncelo, varios tríos y cuartetos para cuerda, el lied Adelaide y su primera

sinfonía, entre otras composiciones de esta época. Su clasicismo no ocultaba, sin embargo,

una inequívoca personalidad que se ponía de manifiesto en el clima melancólico, casi

doloroso, de sus movimientos lento y adagio, reveladores de una fuerza moral y psíquica

que se manifestaba por vez primera en las composiciones musicales del siglo

Esta felicidad, sin embargo, empezó a verse amenazada muy pronto, ya en 1794,

por los tenues síntomas de una sordera que, de momento, no parecía poner en peligro su

carrera de concertista. Como causa los biógrafos discutieron la hipótesis de la sífilis,

enfermedad muy común entre los jóvenes que frecuentaban los prostíbulos de Viena, y que,
en cualquier caso, daría nueva luz al enigma de la renuncia de Beethoven, al parecer

dolorosa, a contraer matrimonio.

Uno de los detalles más sorprendente siempre mencionado acerca de Ludwig van

Beethoven, es el hecho de que haya sido sordo. ¿Cómo puede un músico, un compositor,

carecer de lo que imaginamos su sentido más importante? ¿Cómo es eso posible? ¿Cómo

componer, como crear?; Beethoven se sintió terriblemente golpeado por el destino en el

momento en que apareció el comienzo de esa dolencia. Por ese motivo mantuvo su

dificultad auditiva secreta durante mucho tiempo. La primera gente con la que se confió fue

justamente aquella que se encontraba más lejos geográficamente de él. Y seguramente la

que sentía más cerca de su corazón y en los que confiaba plenamente: Sus amigos de Bonn.

Superando «con habilidad y con fuerza» las dificultades de El clave bien temperado

de Johann Sebastián Bach, y de la publicación en Mannheim de las nueve Variaciones

sobre una marcha de Dressler, que constituyeron sin duda alguna su primera composición.
Proyección social

Varios eventos y situaciones sociales y culturales convirtieron a Beethoven no solo

en una leyenda de la música, si no la representación en sus obras sobre las críticas y la

expresión en su mayor esplendor sobre la discordia con las guerras y revoluciones que se

vivieron en el momento del auge del artista.

Su herencia, deja un gran cambio y la transformación en las formas musicales, en

los instrumentos y la armónica Europea. Sin embargo, su gran trascendencia se dio en un

contexto como gran compositor quien se destacó por no depender de un monarca, príncipe

o arzobispo lo que produjo un mecenas musical quienes contribuyeron al compromiso y

dedicación del artista con su tiempo dado que él vivió en el seno de una sociedad

transformada por la Revolución Francesa y en Europa sacudida por las guerras

napoleónicas.

Todos estos cambios producen la inauguración a la edad moderna, puesto que el arte

en el sentido espiritual y de compromiso social intenta entender la creación musical como

algo más allá de la forma. Y con ayuda del romanticismo ha sido el motor del arte, la

filosofía y la tecnología, así como el distorsionador de las más sencillas y lógicas

realidades.

Varias de las ideas filosóficas y políticas se plasmaron en el mundo artístico

mediante la ilustración que impregnan los aspectos sociales incluyendo la música siguiendo

patrones de una ilustración cosmopolita, urbana, humanitaria, racional y reformista. Junto a

ello, el desarrollo Burgués imagino y fundó una industria de publicación musical donde

nace el público moderno, es decir, aquel que paga por asistir a un espectáculo que tiene

fuerza para modificar los criterios artísticos del compositor “La música es un lujo inocente,
innecesario para nuestra existencia, ciertamente, pero un gran adelanto y gratificación para

el sentido de la audición”.

Más adelante, en 1995 se publicó un libro que transformó la perspectiva de la

personalidad de Beethoven y su entorno cultural, social y político. Tía de Nora fue una de

las profesoras más influyentes en la vida y carrera del artista, quien menciona

“Beethoven es a menudo considerado como un compositor revolucionario, fuerza

ésta sobre la que gira el desarrollo de su música. El término «revolucionario» es fuerte pero

impreciso como indicador del lugar de Beethoven en la historia de la música; es más, no

explica casi nada. Para una comprensión más 18 clara del éxito de Beethoven entre sus

contemporáneos necesitamos examinar el impacto de Beethoven en el contexto de cambios

que caracterizan la vida musical de la alta cultura en los años finales del siglo XVIII y en

los primeros del XIX”.

Gracias a estas y otras opiniones Beethoven es un personaje inolvidable y

excepcional, su música está caracterizada principalmente por su personalidad y genialidad,

sin embargo el aire melodramático invadió su biografía llena de problemas físicos, sordera,

dramas infantiles, disputas familiares, negación amorosa y cartas de amor o dolor extremos.

Todas estas características reflejaban a una persona posiblemente atormentada por sus

terribles experiencias y han ocultado aspectos mucho más pragmáticos.


Relación con arte y espiritualidad

Se abarcan momentos de la vida del artistas en los cuales se presenció una cercanía

con el arte, la espiritualidad y la religión, y como a partir de estos él logra transmitir un

sinfín de emociones a partir de sus composiciones.

“La música es, en verdad, la mediadora entre la vida intelectual y la vida de los

sentidos”, fue una frase que dijo Beethoven en una entrevista y la cual se relaciona con el

pensamiento islámico y su concepto de perfección y belleza, en torno a que se ve como la

creación no desde lo visual sino desde lo intelectual y lo espiritual, transmitiendo algo

profundo y duradero, como las melodías del artista.

Beethoven tenía un criterio muy claro sobre el significado del arte, viéndolo como

modo de comunicar el conocimiento acerca de la realidad, al igual que muchas de las

corrientes, disciplinas y/o estilos de vida trabajados, todos rinden en torno a una motivación

y a comunicar o expresar algo específico mediante el arte, como lo es el caso del mándala o

la caligrafía árabe.

Las cartas y cuadernos del artista dan testimonio de su fuerte creencia en un Dios

personal. Uno de sus libros favoritos trataba un ejemplo del amor del primer romanticismo

hacia el mundo natural. (Reflexiones sobre la obra de Dios en el reino de la naturaleza y su

providencia cada día del año). Influyendo en algunas de sus obras como la sinfonía

pastoral. Viéndolo como si se tratara de un mándala en torno a la búsqueda del sí mismo y

al soporte de contemplación y necesidades del alma.

Tuvo gran proximidad y comprensión del sufrimiento durante el angustioso

comienzo de su sordera- época en la cual solía escribir notas y títulos religiosos en sus
composiciones: “lleno de gratitud al todopoderoso tras la tormenta”, “Canción santa de

agradecimiento de un convaleciente a la divinidad”. Esto se ve relacionado con quien

practica el budismo y logra desarrollar virtudes espirituales dependiendo del momento o

proceso evolutivo en el que se encuentre, logrando que deje de sufrir y de hacer sufrir a los

demás.

En mitad de su vida Beethoven desarrollo interés por el hinduismo y otras religiones

orientales, como las estudiadas en arte y espiritualidad, las cuales implican la

interiorización, la práctica y promueven una alta valoración del conocimiento, la

consciencia y la experiencia en sus diferentes modos.

Algunas de sus composiciones sugieren una religiosidad deísta (conocimiento de la

existencia y la naturaleza de dios a través de la razón y la experiencia personal), y algunas

otras obras pertenecen firmemente a la tradición cristiana y católica ortodoxa, como los son

sus últimas obras como la novena sinfonía, cristo en Oelberge y su misa solemne.

Continua en el transcurso de su vida la búsqueda de un estilo sagrado propio, pero

que uniera los pensamientos de Sócrates y Cristo esencialmente; volviendo a mencionar la

relación de esto con la búsqueda del sí mismo estudiada en clase y resaltando la necesidad

de una motivación especifica como a la hora de meditar, debido a que esta es diferente para

cada ser pero siempre sigue la disciplina de un maestro.

Beethoven tiene mucho que ver en la interpretación visual de la música para

Wassily Kandinsky, quien exploro la relación entre el color y el timbre juntando un color al

sonido de cada instrumento musical, y otros personajes como Luigi Veronesi, quien dibujo

algunos compases de una sonata de Beethoven para demostrar visualmente la sensación


auditiva, o Oskar Fishinger, el cual desarrollo ilustraciones y contrapuntos visuales de las

composiciones musicales de Beethoven.

En torno a la novena sinfonía de Beethoven se relaciona al ver el arte como

herramienta y símbolo a la vez, está sinfonía fue la más importante debido a que logró

acabar con la rigidez musical para dar paso a las emociones y la desorganización, conecta a

partir de la alegría, tristeza, soledad y libertad que se cruzan compás a compás en la obra,

añadiéndole que cuando la estrenó ya estaba sordo, así que para componerla se valió de los

sonidos que recordaba en su cabeza, tal y como en la meditación que se hace mediante la

motivación específica a partir de la familiarización con lo que se busca.

La música puede evocar estados de conciencia esenciales para la humanidad. La

obra de Beethoven es un claro ejemplo de tales estados: no sólo habla de su creatividad,

sino que revela un gran espíritu capaz de comprender el carácter fundamental de la vida en

su doble aspecto de aceptación del sufrimiento y de relación heroica.


Aportes

Yenny Valeria Cáceres Pinto


Un personaje tan reconocido, prestigioso y respetado por la mayoría de la sociedad

genera preguntas que son fáciles de responder después de haber conocido un poco de su

historia, su vida, su proceso, sus obras y todos los cambios que estas desembocan. Lo que

más me aporto, fue el hecho como un ideal de que no importa en qué sociedad, en que

momento o situación quieres cambiar, ser, crear, decir, pensar, etc. para llevarlo a cabo

pues esto lo que marca un antes y un después en tu vida y por qué no en la historia de la

humanidad.

Conocer y diferenciar esas formas de expresión y transformación mediante el arte

da razón a todo lo que hemos visto en este periodo de clases de la asignatura pues dice que

no hay mejor manera de expresar los sentimientos, ideales y pensamientos que por medio

del arte sin olvidar el propio ser y su interacción con el mundo.

Catalina Cadena Osorio

Beethoven era una persona común y corriente, tenía las mismas ventajas,

desventajas y oportunidades que muchos de nosotros. Tenía un talento innato pero no

hubiese logrado nada con ellos de no ser por su constancia, trabajo duro y pasión.

Precisamente so es lo que nos deja, que para conseguir tus objetivos necesitas tener pasión

por lo que quieres lograr, trabajar duro a pesar de adversidades tan grandes como en el caso

de Beethoven de ser sordo siendo músico, él quiso desistir, pero fue más fuerte que sus

frustraciones y siguió adelante, siendo ahora reconocido como uno de los músicos más

grandes de la historia.
La clase por otro lado me abrió los ojos, me hizo ver la belleza en religiones que no

conocía, me hizo entender que no somos nada diferentes entre religiones y culturas,

estamos interconectados y podemos apreciar y pertenecer a ellas con saber un poco de otras

religiones, admirar su arte como algo espacial para cada uno y con significados más

profundos que cualquier otra cosa.

Maria Catalina Carmona Cantor

La investigación y la clase aportan a mi vida y a mi profesión en torno a esa

tranquilidad, paciencia, dedicación, motivación y creatividad con la que debo hacer cada

cosa; además de tener ese conocimiento o esa profundidad de mi misma a partir de

diferentes disciplinas o estilos de vida que permiten conectar mi espíritu a partir del

intelecto y las sensaciones y no tanto desde lo visual, esto poniéndolo en práctica en cada

proyecto que imagine para generar sensaciones en el usuario a partir de algo no

simplemente estético, sino de esa perfección de la que se habla. A la sociedad el arte y la

espiritualidad le aportan en todo sentido desde ser una herramienta para expresarse, hasta

un ‘hogar’ en el cual refugiarse. Es necesario poner en práctica estos dos conceptos en todo

momento y en cualquier contexto para liberar el alma.

Diego Alejandro Carvajal García

Beethoven es un gran ejemplo de cómo la vida te va a dar oportunidades y te va a

dar fuertes golpes que pueden tumbarte y hacer perecer, pero lo que nos enseña Beethoven

es que a pesar de estas dificultades que nos da la vida toca superarlas y seguir adelante,

buscar lo que aprendes aunque vuelvas a perder y a ser mejores personas cada día, y no ser
igual o peor de aquellos que nos han hecho daño, y sobretodo aprovechar las oportunidades

que la vida nos presenta, porque no hay que desaprovechar estas, las puestas no se abren

solas y hay que esforzarse y ser tu mismo, buscar tu paz interior para ser feliz y hacer lo

que te gusta.
Bibliografía y Web-grafía

Antillón, J. J. (2003). Juan Jaramillo Antillón. Antillón: Universidad de Costa Rica.

Clive, P. (2001). Beethoven and His World: A Biographical Dictionary. Nueva York: Oxford
University Press.

Compositores, E. S. (1989). Ludwig van Beethoven.

Grout, D. J., & Palisca, C. V. (2001). Historia de la música occidental. Madrid: Alianza.

Ludwig, E., & Ayala, F. (1994). Beethoven. Anaya & Mario Muchnik.

Nora, T. d. (1792- 1803). Beethoven an the Construction of Genius. Musical Politics in Vienna. Reino
Unido.

Solomon, M. (2001). Beethoven . Nueva York: Schirmer Books.

Sullivan, J. (1946). Beethoven, su desarrollo espiritual. Buenos Aires: Sudamericana.

Thayer, A. W., & Krehbiel, H. E. (1991 ). The Life of Ludwig Van Beethoven. Princeton University
Press. .

uchet, E. (1991). Beethoven: Leyenda y realidad.

Genialidad y espiritualidad con sello Beethoven


https://www.elciudadano.cl/mundo/genialidad-y-espiritualidad-con-sello-
beethoven/05/07/
La gran incógnita sobre Beethoven: nació y murió como católico, pero ¿qué sucedió entre
medias? https://www.religionenlibertad.com/cultura/51730/gran-incognita-sobre-
beethoven-nacio-murio-como-catolico-pero.html
Wasilly Kandinsky y la música visual. https://es.slideshare.net/AlessiaSpadaccini/wassily-
kandinsky-y-la-msica-visual-presentacin

Potrebbero piacerti anche