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Curso: Antropología Filosófica.

Estudiante: María del Rosario Correa.

Meditaciones acerca de la filosofía Primera. Seguidas de las objeciones y respuestas.


René Descartes

En “Meditaciones metafísicas” (1641) del filósofo francés, Rene Descartes, el objetivo


central de las reflexiones es la búsqueda de certezas que se basen en argumentos lógicos,
racionales e irrefutables. A lo largo de esta búsqueda convergen varios temas como la
razón, la existencia de Dios, el problema del error y el dualismo mente - cuerpo.

Descartes comienza su primera meditación diciendo que con los años se ha percatado de
la falsedad de muchas cosas que normalmente admitía como ciertas, motivo por el cual en
él surgió la necesidad de encontrar algo firme, permanente, constante e invariable; en pocas
palabras, nació la necesidad de encontrar al menos una verdad absoluta. El filósofo es
consciente que negar cada una de las falsedades es imposible, pero afirma que para
derrumbar las falsedades solo basta encontrar una razón para dudar de los fundamentos
en los que estas se basen. De hecho, Descartes afirma: “no hay nada de lo que antes
juzgaba como verdadero, de lo que no sea licito dudar” (2009, p.75). En concreto, Descartes
asegura que para llegar a una verdad absoluta se debían cuestionar todas las cosas a
través de la duda metódica, pero que además era necesario liberarse de los prejuicios, de
las opiniones habituales.

Descartes aclara que todas las mentiras en las cuales ha creído por años fueron producto
de la percepción sensorial, motivo por el cual no se puede confiar en los sentidos. El ejemplo
que se da para defender que es necesario desconfiar de los sentidos es que, en muchas
ocasiones, no se puede distinguir la vigilia de los sueños, pues las escenas recreadas en
los sueños son semejantes a las escenas verdaderas. Si bien para el filósofo los sentidos
son engañosos, el admite que no de todos los datos empíricos se puede dudar, que los
datos simples, como el color de las cosas, no son cuestionables. De acuerdo con lo
anteriormente dicho, para Descartes las disciplinas compuestas, como la física, son
dudosas. En cambio, las disciplinas que se basan en datos simples, como la matemática,
son certeras e indudables.

Además, en esta primera meditación, Descartes habla sobre la existencia de Dios,


afirmando que sí hay un ser perfecto y omnipotente. Como él se declaraba católico, se
podría pensar que defendía la existencia de Dios por razones teológicas. Sin embargo,
Descartes apoyaba la existencia de un ser perfecto, en realidad, por razones prácticas,
pues afirmando esta idea era posible darle un orden al mundo. Existiendo un Dios perfecto,
y por ende también bondadoso, Descartes dice que no es posible que por su voluntad se
permita el error. Como resultado, el filósofo introduce la idea de la existencia de un genio
maligno que induce al hombre al engaño a través de experiencias sensoriales.
Por otro lado, en la segunda meditación, Descartes se pregunta si ese genio maligno lo está
engañando sobre su propria existencia. No obstante, el filósofo comprende que incluso para
ser engañado es necesario existir. Después de comprobar su existencia, Descartes
comienza a cuestionarse que es. El filósofo inicialmente intenta definirse como un ser
corpóreo, pero demuestra que no podemos tener certeza de nuestro cuerpo dado que el
medio para conocerlo son los sentidos. Entonces Descartes decide definirse como un ser
pensante. Es importante precisar, así como muchos otros filósofos precedentes a él,
Descartes trató el dualismo entre mente/alma y cuerpo, sin embargo, le dio a este dualismo
una nueva visión; la visión del racionalismo. El filósofo consideraba que la razón era el único
medio de conocimiento, y que el cuerpo era solo el instrumento o mecanismo que usa la
mente para interactuar con el mundo material. Descartes se declara res cogitan después
de demostrar la validez del acto de dudar. Él duda sobre el mismo acto de dudar, y concluye
que si es capaz de dudar sobre el acto de dudar entonces dudar si es una facultad
verdadera, que por cierto hace parte de la mente. Descartes entonces afirma: “cogito ergo
sum” (pienso luego existo). Además, el filósofo explica que la mente no solo está compuesta
por la facultad intelectual, sino que también hacen parte de la mente la capacidad
imaginativa y la sensitiva. Finalmente, Descartes argumenta que es posible conocer los
objetos sensibles gracias al juicio del pensamiento y no gracias a los sentidos, pues las
informaciones que recibimos de los sentidos pueden cambiar según las condiciones.

En conclusión, aunque Descartes cuestione toda idea o concepto y la ponga en duda, no


llega hasta el escepticismo, pues si cree que existe un principio permanente. Además,
podemos ver que así Descartes sea anti-empirista, pues niega las experiencias sensoriales
como fuente de conocimiento, el filósofo no asume una posición extremamente racionalista
en cuanto reconoce que cierta información proveniente de los sentidos es verdadera. Por
último, cabe resaltar que para Descartes el sujeto era una conciencia que conoce el mundo,
pero para conocer el mundo debía conocerse como conciencia que conoce.

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