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Germán Canteroii
“…soy América latina
un pueblo sin piernas pero que camina
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Va m os ca m ina ndo
A q uí s e r es p ir a luc ha
Va m os ca m ina ndo
Yo ca n to p o r q ue s e e sc uc ha
Va m os d ibuja nd o e l ca m ino
Es ta m os de p ie
va m o s ca m ina nd o
A q uí e s ta m os de p ie ”
“ V a m o s C a m i n an d o” ,
Calle 13 .
1
Su objeto entonces es el conjunto de hechos, procesos y voces que, en clave
de transformación, están teniendo lugar en América Latina desde hace algunos
años y que, desde las resonancias subjetivas de quien escribe, se proponen
como narración y análisis de una experiencia y una memoria que se intuye
colectivas y alienta la expectativa de las coincidencias. Su punto focal es
América del Sur y más precisamente Argentina.
Para algunos analistas y aún para algunos militantes todo este acontecer es sólo
duración, una suerte de continuidad entre un pasado que denuestan y un futuro
que ya no esperaniii. Son los que se han sentado a la vera de un acontecer
que se les impone, para manifestar su desacuerdo radical y resistir el poder que
este fluir de presentes ejerce sobre sus vidas, sin pretender disputarlo. Para ellos,
lo que está sucediendo en América Latina no parece figurar en sus teorías
previas y, desde una cultura de desconfianza visceral, se niegan a reconocerlo.
Para otros, que persisten en estrategias de dispersión y
fractura, el reconocimiento está siempre en el afuera del propio pago que, por
cercano, se deja ver con rostro demasiado real, demasiado humano,
demasiado imperfecto, demasiado conocido y asociable con viejos fracasos y
frustracionesiv. Finalmente, para otros, desde su agobio existencial y amnesia
histórica (Freire, P.:1997:138), sólo cabe adaptarse e intentar sobrevivir, pase
lo que pase.
Hace muy pocos años escribía al respecto Nicolás Casullo: “Hoy la escena de
disputa –hilvanada desde vectores mucho más estéticos que políticos, más
atinente a mundos culturales simbólicos mediadores que a argumentos precisos-
es una escena circunstancial donde lo que sobresale es una construcción de
efectos, estados de ánimo, sadismos, sentimientos inmediatos de disgustos o
simpatías, comprensión pasajera, mundos episódicos ultra- recortados,
reminiscencias desbocadas, éxtasis de dispersión: un despliegue de política
ciudadana descorporizada, amebeásica, que obliga al regreso recurrente de los
cuerpos concretos a las calles, en protestas profundamente
segmentadas”(Casullo, N.: 2007:131).
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la antipolítica, el sentimiento ciego, el protolinchamiento permanente, el
cinismo, el termómetro de la inseguridad, el analfabetismo frente a toda
cuestión compleja, la vacuidad temática del rating, el comportamiento
histérico”(Ibidem:131/2)v.
No se está sugiriendo oponer al discurso único que llueve todo el día y todos
los días desde el monopolio de la información que desinforma, otro discurso
único de ruptura. Se está proponiendo compartir con estos colegas una lectura,
entre otras, integradora de las transformaciones que tienen lugar hoy en América
Latina; desde la expectativa que, entre todos, podamos sumarlas a las múltiples
mediaciones pedagógicas que se difunden al respecto por vías de educación y
comunicación alternativas.
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A estos fines, su desarrollo se ha estructurado proponiendo primero la
existencia de un cierto ritmo entre acumulación económica y conflicto social
en la región latinoamericana. Desde esta perspectiva histórica, se analizan los
modelos ensayados para contener este conflicto cuando se rompen los
límites de lo tolerable. A estos límites se llega argumentativamente mediante
un breve relato sobre cómo se construyó lo intolerable en cada uno de los
casos analizados en este texto (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador,
Paraguay, Uruguay y Venezuela).
Sobre dicha densidad se volverá más adelante, pero la sorpresa que aún
genera en muchos observadores merece una explicación.
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Esto, claro está, salvando las limitaciones de la imagen utilizada, dado que en
el ámbito de lo social los elementos de continuidad y permanencia sólo en
apariencia son sepultados.
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Cuando se rompen los límites de lo tolerable:
Retornando a las reflexiones sobre los vaivenes del sistema en el ejercicio de
su violencia material y simbólica (cuya intensidad parece acompañar las
necesidades y temores del orden respecto a su propia acumulación), es preciso
recordar que ésta no sería posible sin la naturalización, resignación y, hasta cierto
punto, identificación de las víctimas de estos procesos con la cultura de sus
victimarios (adherencias, en palabras de Freire). Sin embargo, también ha sido
una recurrencia en la historia la reacción de los explotados en luchas que
intentan resistir e, incluso, oponer al poder dominante su propio poder. Esto es
así porque los límites de lo tolerable son tales tanto para los victimarios como
para las víctimas.
Sin embargo, estas reacciones sólo han adquirido cierta estabilidad cuando, a
través de su consolidación en movimientos sociales y/o nuevos partidos, se
han constituido en sujetos políticos, al menos durante algunos años. En otros
casos, no han pasado de ser fenómenos minoritarios y espasmódicos.
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existencial. En la vieja Europa de las luces, por momentos satisfecha hasta el
hartazgo, la decisión de salir de una crisis financiera sin precedentes con
políticas de ajuste que violentan las condiciones de vida de los más
vulnerables, va generando reacciones populares cada vez más difíciles de
controlar. Ambos mundos, todavía vistos desde fuera como mágicas peceras,
regulan su conflictividad interna a conveniencia, con muros y redes, materiales,
culturales y jurídicos con los que intentan protegerse de los nuevos bárbaros.
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abajo” no la inventó Perón. Pertenece al corpus de múltiples análisis sobre las
distintas revoluciones de la historia” (J.P. Feinmann: 2010:403).
Cuando los fantasmas de la Guerra Fría se disipan (década de los ’90) están
dadas las condiciones para profundizar en el modelo de acumulación previo, en
el contexto de las nuevas condiciones de mundialización de la economía y de
un sistema de especulación financiera global cada vez más autonomizado de
los controles estatales. Las dictaduras habían llegado demasiado lejos para el
paladar de los gobiernos centrales o, en todo caso, ya habían realizado la parte
más sucia de la faena; sus rivalidades internas había movilizado hasta el Papa
(conflicto limítrofe entre Chile y Argentina), y el precedente de Malvinas había
sido inaceptable para el viejo Imperioxvii.
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del intelectual Fernando Henrique Cardoso que, lejos de mitigar el malestar
social lo profundiza, están dadas las condiciones para el inicio de un giro
político progresivo: Néstor Kirchner y Cristina Fernández, en Argentina e
Ignacio Lula da Silva y Dilma Rousseff, en Brasil. En Uruguay, se reinicia la
tradicional alternancia de los partidos tradicionales (blancos y colorados) hasta
que una coalición de nuevas formaciones, liderada por el Frente Amplio,
interrumpe 174 años de bipartidismo. En Chile, los gobiernos civiles de la
Concertación se suceden en un esfuerzo por redistribuir, dentro de los límites
de las relaciones de fuerza existentes, la gran acumulación regresiva lograda
durante la dictadura de Pinochet, sin alterar en lo sustancial el modelo económico
heredado. Sin embargo, a pesar de sus logros, en un país partido en sus
adhesiones políticas y con un oficialismo que no atina a renovarse a sí mismo,
se da la paradoja que los dos últimos gobiernos de esa formación (Lagos y
Bachelet), que concluyen sus mandatos con un nivel de popularidad sin
precedentes, abren paso a un gobierno que, hasta ahora, se manifiesta como
una derecha democrática (Piñera).
Por otra parte, el escaso peso de las clases medias en estos países como
amortiguadoras de la presión social y, en cambio, la creciente etnificación de la
política (Stefanoni, P. y Do Alto, H.: 2006:60), a través del protagonismo de los
movimientos indígenas -organizados sobre la base de sus estructuras
comunitarias ancestrales y de un nacionalismo paradojalmente articulado con
su pluralidad cultural- y la cultura de lucha de su movimiento obrero, han
sentado las bases para una alianza de clases cuya fuerza, periódicamente ha
puesto en jaque al proyecto neoliberal global previsto para sus países.
Así, las gestiones militares y civiles que representan a las viejas oligarquías y a
los grupos de poder empresario de capital nacional y trasnacional en ambos
países, han debido sobreponerse a la emergencia de gobiernos democráticos e
incluso militares que alentaron proyectos populistas xx y aún de izquierda
nacionalista. Para ello, debieron estrechar su tradicional alianza con la política
hemisférica estadounidense e intensificar su estrategia de cooptación y represión
de las mayorías.
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De esta manera, el proyecto neoliberal se impone en Bolivia a través de lo que
García Linera denomina la unipolaridad multipartidaria de grupos de derecha
(2006:195) que gobiernan durante los últimos diecisiete años previos a la
asunción de Evo Morales (2006) y en Ecuador, a través de la manipulación
corporativa de la representación política (legado institucional del último
gobierno militar) durante los veinticinco años que preceden la llegada de Rafael
Correa al gobierno (2007). En ambos países, además, estos largos años de
neoliberalismo se caracterizaron por un alto grado de corrupción en la gestión
del Estado y procesos de ajuste fiscal que, en el caso ecuatoriano, culminaron
con la dolarización lisa y llana de la economía.
Venezuela ha sido uno de los países de América del Sur en los que el período
de dictaduras militares se interrumpió en forma más temprana y el primero en
romper con el modelo neoliberal impuesto a sus gobiernos. Al finalizar la
década de los ’50 y luego del derrocamiento del dictador Gral. Marcos Pérez
Jimé9nez, se inicia un periodo de alternancia de gobiernos civiles, sobre la
base de una alianza y compromiso de cúpulas entre distintos dirigentes y actores
sociales que acuerdan un programa mínimo común de políticas públicas.
Esto da lugar a un proceso de cierta estabilidad institucional, crecimiento
económico y contención social, financiado principalmente con los ingresos
fiscales de origen petrolero. Cuando en la década del ’70 se produce la
estampida del precio del petróleo, Venezuela ingresa en una política dispendiosa
de la renta nacional que intenta aplicar a un ambicioso plan de crecimiento y
modernización. El gasto público se descontrola y deriva en la necesidad de
contraer una creciente deuda externa y aceptar luego un riguroso plan de ajuste
impuesto por el FMI. El descontento popular se hace sentir de inmediato y
culmina con el llamado “Caracazo” de l989. No obstante, el ajuste se impone a
costa de una represión sangrienta que acentúa el conflicto social. En ese
contexto, el descontento se transforma en rebelión, tanto en las calles como en
los cuarteles y, el actual Comandante Chávez, tras un fallido intento de golpe
de estado en 1992, decide hacer la guerra por otros medios, ganando las
elecciones de 1999 con un contundente apoyo popular.
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solidaridad regional y son presas de la lucha de intereses entre potencias
(guerra por el Chaco boreal paraguayo-boliviano -1932/35- por presunción de
petróleo).
Por lo general, la política ha sido un debate entre pares para hablar y decidir a
cuenta de los incontables, la práctica social de una parte que excluye a los que
no tienen parte (Rancière, Jacques: 2007)xxi.
En realidad, las sociedades humanas hasta hoy han sido gobernadas (salvo
excepcionesxxii) por distintos regímenes que, en su concreción histórica y en lo
medular, han sido sistemas de disciplinamiento para la gobernabilidad sobre
las masas en beneficio de minorías.
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Esto coincide con un presente que muchos caracterizan como de recuperación
de la política. Pero no se trata sólo de una revalorización de ésta como práctica
social y de un incipiente protagonismo popular en el espacio público, se trata
de un momento en que esta práctica está resurgiendo como una disputa entre
desiguales, en una lucha también desigual por extender este momento hacia
un horizonte que se concibe y desea abierto, de construcción tan incierta a futuro
como posible en el presente.
El inventario de las experiencias que los han desencadenado puede ser mejor
comprendido si se lo organiza desde los propósitos políticos de última
instancia que les dan sentido: llegar a ser una alternativa al capitalismo o
plantearse sólo alejarse lo más posible de su expresión dominante: el
neoliberalismo.
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años, deja paso a una gestión de derecha. Así, después de haber ubicado al
país entre aquellos con los mejores índices de desarrollo humano de la Región,
la Concertación se despide con una paradoja: la mayoría que le confiere el más
alto grado de popularidad de su historia es minoría a la hora de la elección.
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Cabe ahora, exponer de la manera más concisa posible, algunos logros y
avances en términos cuanti y cualitativos, con énfasis en aquellos que
expresan ya cambios constatados o plausibles en la vida de sus respectivos
pueblos:
En lo social:
Así ha sido posible constatar que, en aquellos países en los que estos gobiernos
ya llevan un tiempo más o menos prolongado en el poder, estos cambios
comienzan a ser registrables: Argentina, en dictadura (1980) tenía un IDH de
0,793; durante el auge del período neoliberal (1995): 0824 y al cabo de la gestión
Kirchner (2007): 0,866. Brasil: antes del primer gobierno de Lula da Silva: 0,790
(datos de 2000), en 2007 (último dato disponible) 0,813. Chile: durante el último
lustro del gobierno de Pinochet: 0.762 (1985), en 2007: 0,878; Uruguay: antes
de la asunción del Frente Amplio (2005): 0849 (datos del año
2000), en 2007: 0,865, y finalmente Venezuela: antes de la asunción de Hugo
Chávez: 0,793 (año 1995), en 2007: 0,844. En resumen, todos estos países
coinciden en el hecho que, tras un período razonable de estas gestiones, sus
habitantes viven más, se escolarizan más y dan indicios de un nivel de vida
más decorosoxxvi.
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(primer año de registro de este indicador a nivel nacional) al 0,8 en 2008, y por
último, en Venezuela, desde un 13,1 en 1999, año en que asume Chávez, se
logra bajar al 8,2, en 2006. Ecuador y Paraguay no son considerados porque
los datos disponibles son anteriores o contemporáneos a la asunción de los
mandatarios que iniciaron los procesos aludidos.
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años ’90. Estos avances fueron posibles con la derogación de las llamadas
leyes de “Obediencia Debida” y de “Punto Final”, mediante la adhesión a la
Convención sobre imprescriptibilidad de crímenes de guerra y lesa humanidad.
Los mismos ya se expresan en condenas a los culpables de estos delitos atroces
y en la sustanciación de juicios que están en curso en la mayoría de las
provincias.
En lo simbólico, el principal centro clandestino de detención y tortura (Escuela
de Mecánica de la Armada) fue transformado en un Museo de la Memoria que
reafirma la vida y la Asociación de Madres de Plaza de Mayo puede hoy revivir
el sentido de las luchas de sus hijos, a través de planes que cuentan con apoyo
oficial, como “Sueños Compartidos”, la Universidad Popular Madres de Plaza
de Mayo, la radio de AM “La Voz de las Madres” y la cesión de espacios
televisivos para programas propios.
En cuanto a los esfuerzos de las Abuelas de Plaza de Mayo, que desde hace
décadas vienen luchando por restituir la identidad a sus nietos nacidos en
cautiverio, se están produciendo avances muy concretos desde una justicia que
parece haberse activado y los nietos recuperados para sus familias biológicas
superan ya el centenar. En Chile, durante la gestión de la presidenta Bachelet se
hicieron también avances en este sentido; en Uruguay los escollos son
mayores y en Brasil, la nueva presidenta Dilma Rousseff ha dado ya señales
concretas de que, finalmente, en ese país la justicia habrá de llegar para los
responsables del terrorismo de estado.
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privadas, devenidos en clientela cautiva de negocios especulativos, y se ha
incorporado, mediante el Programa de Inclusión Previsional a un total
aproximado de 1.800.000 personas provenientes de los grupos más
desprotegidos de la sociedad, con acceso, además a una obra social y al cobro
de asignaciones familiaresxxix.
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en Argentina por televisión e Internet, a través del Canal “Encuentro” del
Ministerio de Educación de la Nación.
En lo político:
Las experiencias que se están analizando han sido posibles, en primer lugar, por
el traslado del centro de las decisiones estratégicas desde el mercado al estado,
más precisamente a sus poderes ejecutivos caracterizados por liderazgos
presidenciales fuertes. Estos cuentan con el apoyo de distintas formaciones
sociales, cuya composición y conformación en el tiempo ha sido y sigue siendo
muy diferente, según los casos.
El sólo hecho que en una región del planeta que reivindica su autonomía, se
cuestione, imagine, dibuje y ponga la primera hilada a los cimientos de otro
edificio institucional, alternativo al viejo estado liberal es un acontecimiento. Y lo
es, precisamente, en el contexto de crisis de las instituciones que sostienen al
sistema global de acumulación y distribución del producto del trabajo humano.
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paraliza al sistema porque ninguna consigue imponerse durablemente”
(Gabetta, C.: 2006:3).
El riesgo para el sistema consiste en que, desde este intento de agregar e intentar
conciliar un conjunto de intereses diferentes, mediante el recurso a la distinción
tajante entre un ellos (la oligarquía, el Imperio…) y un nosotros (el pueblo, las
clases populares y sus múltiples expresionesxxx) se dé lugar a que
ese nosotros articule, en una nueva institucionalidad, a los sujetos políticos
emergentes del acontecimiento, con una radicalidad potencialmente
revolucionaria a futuro. Esta “expansión de la lógica de la equivalencia a
expensas de la lógica de la diferencia” (Laclau, E.: 2009:104/105), sin intentar
eliminar una inconciabilidad que sería constitutiva de lo social como tensión
permanente, podría, no obstante, parir las condiciones de una democracia
radical o socialismo del siglo XXI, si se prefiere.
En otras palabras, suenan las alarmas ante el infierno tan temido del exceso de
democracia (sic), el fantasma que comenzó a agitarse durante la gestión de
George W. Bush (h) y que consiste en el inaceptable precedente que, desde
las reglas de juego de la democracia capitalista, se quiera avanzar hacia una
democracia sustantiva. El precedente que inauguró Chile en los ’70, hoy lo
reinstalan Venezuela, Bolivia y Ecuador con inadmisible tozudez y por ello son
presentados comunicacionalmente al mundo como los nuevos ejes del mal a
exorcizar.
El más audaz, es el liderado por el venezolano Hugo Chavez, que embiste con
sus cinco motores encendidos, que en la síntesis de Bilbao, son: su “Ley
Habilitante: vía directa al socialismo”; su “Reforma constitucional: Estado de
derecho socialista”; su consigna bolivariana de “Moral y luces: educación con
valores socialistas”; su “Nueva geometría del poder: reordenamiento socialista
de la geopolítica de la nación”, y, finalmente, su “Explosión del poder comunal,
¡Democracia protagónica, revolucionaria y socialista!” (Bilbao, L.: 2008:253).
Más allá de su desmesura retórica, es evidente que este discurso y sus proyectos
proponen un nuevo horizonte utópico a la Región y operan con fuerza de
tracción y referencia insoslayable para los restantes procesos, aún para el
acompasado que tiene lugar en el gigante brasileño.
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Al sur del sur, en una Argentina que a partir de 2003 sólo propuso construir “un
país en serio” (no poca cosa en el contexto de la debacle de 2001), que dejó en
claro que su proyecto apuntaba a un capitalismo nacional con inclusión social,
está teniendo lugar, sin embargo, un proceso tan interesante como inesperado.
Los casos citados, casi extremos en algún sentido, son sin embargo expresión
de uno de los fenómenos políticos contemporáneos más interesantes en América
Latina: la emergencia de nuevos sujetos políticos que presionan, que apoyan
condicionando, que están inaugurando relaciones más críticas y autónomas con
el poder que en gran medida los contiene. Como afirma Casullo, para el
caso del ex-presidente Kirchner, lo que los “dueños patrimoniales de la
Argentina” no pudieron tolerar en él, no fue tanto la actualización y articulación
simbólica de los espectros de dos peronismos sepultados por el relato
hegemónico (el de 1946 y el de 1973), sino “el drástico y seco hecho de las
clases trabajadoras devenidas identidad política irreversible” (Casullo, N.
2007:142). Esta identidad, cuarenta años después, amenaza retornar encarnada
en un conjunto de nuevos sujetos populares que comenzaron a nuclearse en
torno a su gestión y a la que hoy continúa la presidenta Cristina Fernández.
Como luego afirma este mismo autor, en referencia a las críticas convergentes
que han suscitado los populismos, “antes por izquierda y ahora por derecha (…)
la desconfianza es el ‘pueblo’ en código latinoamericano” (Ibidem, 149/150); éste
es el verdadero peligro.
Al otro lado del río (como titula su canción Jorge Drexler), una peculiaridad
difícil de conceptualizar, como muchos de los aportes de los uruguayos a la
cultura política de la Región, es la experiencia de una democracia de cercanía
o proximidad que desde hace más o menos una década tiene lugar en la
ciudad de Montevideo, a partir de la descentralización y desconcentración de la
gestión municipal y de los procesos de participación vecinal en la misma.
20
Sostenida por la cultura cívica que caracteriza a la otrora “Suiza de América”,
esta experiencia merece ser seguida con atención.
En lo económico:
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sobre el acceso al conocimiento y la información, las predisposiciones culturales,
etc.” (Matus, C.: 1992:147).
Como se ha visto, desde una nueva posición de poder o, al menos, desde una
cierta posibilidad de disputa, en algunos países de la Región se están alterando
estas reglas y en otros se avanza en decisiones de política económica hasta
hace poco impensables para el libreto hegemónico.
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la adopción para el país de un modelo económico plural, con formas de
organización comunitaria, estatal y privada (Bolivia);
En otros países, donde se avanza con más cautela, han tenido lugar procesos
de re-nacionalización y re-estatización de empresas sobre las que el Estado
Nacional había perdido su capacidad de control y regulación estratégica. Tal es
el caso de Brasil con la recuperación del control financiero de Petrobras, a través
de un nuevo marco jurídico. En Argentina, Aerolíneas Argentinas vuelve a ser
administrada por el Estado, al igual que el Correo, los astilleros Tandanor y los
fondos de las AFJP.
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Sin embargo, las mayores dificultades de estos dos países, en el contexto de la
correlación de fuerzas entre sus gobiernos y las corporaciones, han estado en
los intentos de avanzar en procesos de redistribución de ingresos a favor de los
trabajadores, mediante la apropiación de rentas extraordinarias del capital. El
caso más emblemático en este sentido, por su virulencia, difusión y
contradicciones suscitadas, fue el que tuvo lugar en Argentina entre el
Gobierno y las organizaciones empresarias de productores agropecuarios.
En lo cultural:
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4 de diciembre de 2005, un millar de militantes de la Cámpora y
numerosas personalidades de la política, el arte y el deporte, entre los
que se observa al por entonces candidato a la presidencia de Bolivia,
Evo Morales y a otro emblema popular, Diego Armando Maradona,
llegan en el Tren del Alba a Mar del Plata para participar de la
Contracumbre de las Américas. Pocas horas más tarde, ante una
multitud congregada en el estadio mundialista Islas Malvinas, el presidente
Chávez entierra simbólicamente la iniciativa del ALCA; le acercan un
celular, es Fidel que está siguiendo la trasmisión desde Cuba…
Tres mujeres son elegidas por los ciudadanos de sus respectivos países
como sus presidentas: Michell Bachellet (2006), Cristina Fernández (2007)
y Dilma Russeff (2010): las tres expresan a tres sociedades
nacionales que han subido un escalón en la lucha de la mujer
latinoamericana por sus derechos políticos y han dado un paso más en
el camino hacia la igualdad de géneros. Pero las tres expresan, además,
el arribo de tres militantes presas por dictaduras militares a la primera
magistratura de sus respectivas democracias: muy poco tiempo, la
militante de la Juventud Peronista (junto con su esposo el ex-presidente
Kirchner); por más tiempo y bajo apremios, la militante socialista de la
Unidad Popular; casi tres años y bajo largas sesiones de tortura, la
militante de la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares. Los esposos
Kirchner convirtieron en un Museo de la Memoria (2007) al centro
clandestino más emblemático del terrorismo de estado de su país (ESMA);
la presidenta Bachellet transformó en 2010 a su propio centro de
detención en Museo de la Memoria y los Derechos Humanos; la presidenta
Rousseff asumió su cargo en enero de 2011 acompañada por once
compañeras con las que compartió su celda.
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la Liberación, y la del cura - poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, ex –
ministro de Cultura de la Revolución Sandinista. También asiste el escritor
uruguayo Eduardo Galeano, el que tantas referencias hizo en sus libros
a las venas todavía abiertas de los paraguayos. Toda una trilogía preñada
de alegorías para las esperanzas de los campesinos que aguardan su
reforma agraria.
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Simultáneamente, en esos días se inaugura la “Galería de los Patriotas
Latinoamericanos”: el Che, Sandino, Farabundo Martí, Evita, Zapata, Salvador
Allende, entre otros, ingresan oficialmente a la Casa Rosada con la asistencia
al acto de la mayoría de los presidentes de América Latina.
En Argentina, como en el resto de los países que han sido objeto de este texto,
hay (no podría dejar de haberlas) muchas asignaturas pendientes. Desde nuestra
acotada perspectiva podemos mencionar algunas: la polarización entre los
niveles de vida de la población ha desacelerado su ritmo pero está aún lejos de
revertir su tendencia; el porcentaje de trabajadores no registrados es todavía
muy alto; las desigualdades regionales internas son lacerantes; la
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concentración y aún extranjerización de la tierra en zonas estratégicas sigue su
curso ascendente; el trabajo como criterio que regule el derecho a la tierra en
general y a la tierra improductiva en particular sigue ausente; una regulación
federal sobre el uso del suelo urbano, que proteja a los ciudadanos de manejos
especulativos que restringen el derecho a una vivienda digna está pendien te y
el acceso universal a este derecho parece lejano; el ejercicio efectivo de la
soberanía sobre la explotación y administración de los recursos mineros e
hidrocarburíferos aún no se ha recuperado; los términos del debate sobre una
geopolítica de preservación de nuestras reservas de acuíferos dejan entrever
vacíos, contradicciones y luchas de poder aún no resueltos; el conflicto de
intereses entre los objetivos de recaudación fiscal para atender necesidades
sociales y las exigencias de preservación medioambiental y de sustentabilidad
ecológica de la actividad productivaxxxiii, se va manejando con criterios de
coyuntura; los intentos redistribucionistas se solventan en base a retenciones
de ganancias puntuales, posponiéndose el debate sobre una legislación
impositiva no regresiva; sigue vigente en lo medular la ley de entidades
financieras que dejó la última dictadura; el financiamiento de la política continúa
sin poder transparentarse; la sombra de la corrupción acecha a los procesos de
construcción de poder y esta construcción no logra desembarazarse de viejos
estilos de conducción, renuentes a la democratización profunda, protagónica y
de base que reclaman los nuevos sujetos políticos que se han sumado a este
proceso…
En los períodos que preceden a las elecciones nacionales de cada país, todo
esto llega a su clímax y se articulan, generalmente, con maniobras de mercado
sobre sectores claves de la economía (combustibles, transportes, insumos
industriales básicos, abastecimiento de alimentos, etc.). En algunas
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oportunidades, hasta las mismas sucesiones presidenciales se precipitan por una
combinación del efecto inflacionario de estas maniobras y medidas de fuerza
fogoneadas por burocracias sindicales funcionales, que enervan el humor
popular.
Sin embargo, lo que al menos desde nuestra sensibilidad supera siempre toda
expectativa, es el grado de iracundia, encono, odio clasista, racismo y
xenofobia de los discursos y actitudes que presiden todas estas prácticas. Los
destinatarios de ellas son los grupos populares más vulnerables de la sociedad:
los marginados y villeros, particularmente los más jóvenes; los campesinos; los
aborígenes; los afrodescendientes; los inmigrantes de los países vecinos… En
el caso de Argentina, se agrega también toda expresión popular asociada al
peronismo: históricamente estigmatizada como la chusma, el “aluvión
zoológico” y “los negros”, actitud que se conoce localmente como “gorila”.
Las consecuencias trágicas de todo esto están a la vista; en los últimos años
todos hemos podido observar con estupor aberraciones tales como: la cacería
salvaje de campesinos partidarios de Evo Morales en septiembre de 2007,
conocida como la masacre de Pando; la muerte sistemática de niños y
adolescentes a manos de los escuadrones de la muerte en Brasil,
parapoliciales financiados por empresarios para combatir la delincuencia en
favelas de distintas ciudades; los francotiradores que dispararon en Caracas
sobre la multitud de partidarios del presidente constitucional en abril de 2002,
que bloqueaba el acceso al palacio de Miraflores a una manifestación opositora
fogoneada por un intento de golpe mediático; los muertos y heridos en una
toma del Parque Indoamericano por vecinos que presionaban por el acceso a
una vivienda propia, mientras Mauricio Macri -Jefe de Gobierno de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires- en declaraciones xenófobas, atribuía el hecho a
una política inmigratoria permisiva del gobierno nacional.
Sobre esta cultura del desprecio, tan antigua como actual, se construye la
hegemonía de un sistema; hegemonía que, como conceptualiza Raymond
Williams, renueva y recrea, permanentemente sus modos de dominación.
Precisando la idea, Gonzáles Casanova expresa: “El sistema dominante se
redefine y reestructura para maximizar sus logros; también redefine y
reestructura a los individuos, grupos y conjuntos considerados como líderes,
clientelas, masas, como élites asociadas y subalternas, empresariales y políticas,
o como activistas de partidos, o como ciudadanos, o como dirigencias de
organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil o de las etnias, o
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como uniones, sindicatos, trabajadores; o como profesores, investigadores,
estudiantes; o como trabajadores de cuello blanco, o como trabajadores
simbólicos y de los medios; o como delincuentes, o como terroristas”
(González Casanova, P.: 2005: 177-78). El lector podrá observar la importante
presencia de las clases medias en este listado y recordará, quizás, la punzante
ironía de aquel poema a la clase media que la describe como aquella que
desde el medio mira medio mal a los negritos, a los ricos, a los sabios, a los
locos, a los pobres… xxxv
Una vez más, las categorías para una comprensión de última instancia son las
foucaultianas de dominación y sometimiento. Pero éstas deben ser
comprendidas en diferentes horizontes temporales. Lo reseñado hasta aquí
muestra las caras visibles del poder y el juego de intereses más inmediatos,
casi coyunturales. Pero sería ingenuo desdeñar otras caras y otros tiempos: la
cara oculta, subterránea del poder; aquellas que opera en la red cloacal que
integra Estado y sistema, autonomizada del poder formal y legítimo, la de los
servicios de inteligencia y organizaciones más o menos informales de
seguridad estatal y privada; la del submundo secreto y discreto del tráfico de
información y de influencias; la de las organizaciones mafiosas, el narcotráfico,
el lavado de dinero y la venta clandestina de armas; la de un enorme negocio
clandestino que se refugia en cuentas offshore y guaridas fiscales...xxxvi
Lamentablemente, todo esto parece ser mucho más objeto de interés periodístico
y cinematográfico que de preocupación política y académica para aportar a un
control social de interés público. Este es el submundo que, junto con la acción
política de las corporaciones económicas y el armado institucional del Estado,
conforman lo que el brasileño João Bernardo denominó Estado Amplio (2005:3),
el que gobierna a través de una suerte de neocorporativismo informal (Bruno, L:
1997:23).
30
¿Hay entonces alguna razón para apostar a que las mismas se sostengan
mediante el funcionamiento pleno de las instituciones del orden que,
precisamente, algunas contradicen u otras intentan regular? ¿Del orden que a
lo largo de su historia diseñó y perfeccionó este tramado jurídico y simbólico para
su propia legitimidad? ¿Del mismo orden que, cuando no puede evitar que el
pueblo vote y apoye estas experiencias, se dedica a esmerilarlas desde el mismo
día en que se inician como gobierno? ¿Es posible esperar, parafraseando a
Galeano, que las víctimas que pagan en plata constante y sonante por el valor
agregado que este orden les vende, puedan tener mengua del dolor agregado
que éste les genera, confiando en que dicho tramado institucional logre
funcionar de tal modo que sea capaz de domesticar a quienes se manejan
como los amos del mundo, tal como lo imagina Chantal
Mouffe (2007:27)?xxxvii ¿Por qué los que han logrado incluir a dicho tramado en
los complejos sistemas autoregulados de dominación y sometimiento
(González Casanova,P.: 2005), con la sofisticación de una verdadera ingeniería
social y con la penetración capilar de la biopolítica, habrían de aceptar
domesticarse en sus prácticas?
31
Ahora bien, desde nuestra perspectiva, una nueva correlación de fuerzas se
construye desde dentro de las instituciones de la democracia liberal , haciendo
estallar los corsés jurídicos que fueron históricamente construidos para evitar que
esta se transformara en democracia sustantiva, y, desde fuera, con conciencia,
movilización y organización de las clases populares (incluidas las clases medias),
para lograr, con la fuerza de su número y la eficacia de su praxis, disuadir a ellos
del uso de la violencia de arriba. La condición sine qua non para esto es que
sean las propias víctimas las que decidan los caminos de lucha (antagónicos,
agónicos o consensuales) que les plantee su protagonismo transformador o su
resistencia. Mientras tanto, ellas y quienes opten por ellas, habrán de trabajar
desde su propio presente, con la vista puesta en la utopía concreta de otra cultura
de convivencia. Por ahora, al nosotros y al ellos los seguirá uniendo
generalmente el espanto y, a veces, las pulsiones de alteridad.
En este sentido, James Petras y Henry Veltmeyer alertan sobre los serios riesgos
que corren estas experiencias sudamericanas, a partir de las lógicas que
suelen dominar las relaciones entre políticos de centro izquierda y líderes y
militantes sociales. Ellos recuerdan que el divorcio en que suelen desembocar
estas relaciones no es tanto la consecuencia de un problema moral, de una
traición, sino más bien “un resultado de índole institucional de la política
electoral y de las instituciones capitalistas representativas, sus procesos de
‘resocialización’ interna y sus vínculos internos con la clase dominante”
(2009:410). También advierten sobre la “corrupción y la decadencia moral” que
acompañan las prácticas parlamentarias y sobre la demagogia, el paternalismo
y los manejos corruptos de los políticos de centro izquierda para retener la
base popular en que se sustentan. Sin embargo, habría que recordar que, más
allá de las contradicciones sistémicas, estas miserias acompañan a toda práctica
social entre humanos, sean estos militantes de centro izquierda o izquierda,
dirigentes o sujetos de una base social. Por ende, es preciso no olvidar que el
debate sobre la ética política es parte indisociable de una lucha y autocrítica
cultural permanente. También y por las mismas razones, cabe insistir en
que estos procesos, por contradictorios, están abiertos a un devenir siempre
incierto, sobre el que se puede especular como futuro actual (como horizonte
directo de posibilidades), pero aportando también desde la carga que el deseo
imprime al acontecimiento. Por eso, junto con la valoración que hacemos de las
sabias advertencias de estos autores, lamentamos que hayan titulado su obra
como “Espejismos de la izquierda en América Latina”, sentencia de una tapa
diseñada en clave casi premonitoria sobre procesos que, ya en el texto, los
autores dejan en claro su deseo de otro desenlace.
Desde nuestro lugar, sólo podemos hacer un aporte muy acotado, insistiendo
en que los campos donde tiene lugar la lucha por otra cultura de convivencia y
por otra cultura política, donde es posible elucidarse acerca del derecho a la
política como práctica entre desiguales, son los campos de la educación y de la
comunicación.
32
que avanza hacia la utopía de Freire de educación popular en la escuela
pública y la que tiene lugar en múltiples experiencias comunicacionales del
campo popular, en prácticamente toda la geografía latinoamericanaxl.
En este sentido, queremos remarcar que los procesos que tienen lugar hoy en
América Latina y que han sido objeto de este texto, tienen como común
denominador el de habilitar prácticas educativas de estas características, es
decir, experiencias de educación popular en escuelas públicas que, en otras
circunstancias, hubieran resultado francamente subversivas. Hoy, en el marco de
estos procesos éstas pueden ser, según cada caso nacional, decididamente
alentadas, permitidas sin reparos o, al menos, admitidas con una cierta inquietud.
33
agudeza las falencias de proyectos y experiencias de pretensiones
transformadoras y hacer gala del pesimismo de la inteligencia, como si este
pesimismo apenas fuera un contrapeso criterioso del optimismo de la voluntad.
Esto, no sólo no soporta hoy el menor análisis desde las neurociencias
(conocemos a través de complejos procesos biopsíquicos y biosicosociales;
conocemos, por ende, también desde las emociones y los deseos), sino que
apenas encubre la comprensible necesidad de protegernos del ridículo. Nada
más difícil y resbaladizo que el análisis del presente y del horizonte directo de
sus posibilidades; ni qué hablar sobre una especulación seria acerca de las
condiciones de posibilidad del inédito viable, como le gustaba decir a Freire.
34
Post Scriptum
Cinco años después 1
1
Un texto sobre el cual, en estas circunstancias y en esta Universidad, hubiera querido
conversar con mi recordado amigo, el Prof. Miguel Boitier.
2
Parafraseando a Nita, la compañera de Paulo Freire, que tituló de esta manera una obra
póstuma del pedagogo brasileño.
3
Sin pretender para ello otra credencial que treinta años en el oficio de investigar en educación
desde una perspectiva teórica y metodológica que nos obliga a situar nuestros objetos de
análisis en los micro y macro contextos históricos y territoriales a los que pertenecen y que
35
historia, advertíamos que era posible (al menos para quienes hemos sido
contemporáneos de esa historia) desnudar la superficie de la lógica que
preside los procesos económicos que el sistema político no ha podido eludir
legitimarlos. Estos procesos fueron caracterizados por la sucesión de períodos
de apropiación intensiva de plusvalía y períodos de relativa devolución y
redistribución, que suelen coincidir con momentos de mayor exclusión social y
con otros de re-inclusión; con tiempos de mayor represión y con otros, de
expansión de libertades. Advertíamos sí, del peligro de incurrir en
simplificaciones lineales al respecto, de evitar cualquier tentación de
necesariedad histórica o teleológica en el fluir de los hechos bajo análisis y de
contemplar la enorme complejidad y diversidad de circunstancias y de
especificidades según países. Lo constatable era y es, sin embargo, la relativa
sincronía en el tiempo de estos períodos dentro de la región latinoamericana y
su entrelazamiento con el comportamiento de los centros neurálgicos de la
hegemonía global.
A lo largo de este texto señalamos los hechos y procesos que, a nuestro juicio,
habían elevado este piso desde lo social, político, económico y cultural, dentro
de un lapso que, para ser precisos, se inició el año 1999 e intentamos seguir
hasta el verano de 2011.
36
o el desarrollo de una infraestructura vial y energética capaz de sostener
procesos de industrialización, alimentados básicamente por una apuesta
al consumo interno;
o el aliento a la economía agroexportadora, pero redistribuyendo
socialmente una parte de sus excedentes extraordinarios y procurando
incorporarles localmente valor agregado;
o la prioridad asignada a un desarrollo científico-tecnológico soberano en
la Región; como en el caso de nuestro país, con el programa de
repatriación de científicos, la creación del Ministerio de Ciencia,
Tecnología e Innovación Productiva, el reinicio de procesos de
desarrollo energético interrumpidos por dictaduras y políticas
neoliberales (como la producción de energía nuclear con fines pacíficos),
el comienzo del autoabastecimiento en la producción de satélites de
comunicación, la expansión de las investigaciones y aplicaciones en
nanotecnología y biotecnología, etc., o como en Ecuador, con el
esfuerzo de articular sus investigaciones en agroecología con los
saberes tradicionales que buscan el Buen Vivir de sus poblaciones;
o el reposicionamiento en las relaciones internacionales desde la
autonomía que les permitieron decisiones y negociaciones audaces de
desendeudamiento;
o la lucha por la democratización de la administración de justicia y por la
desmonopolización de los medios audiovisuales de comunicación,
concentrados en unas pocas corporaciones que impedían un acceso
democrático y plural a la información, que intentaron y en parte lograron,
o y –sin que esto tenga pretensión alguna de exhaustividad- la
prodigalidad en gestos simbólicos capaces de construir nuevos relatos
históricos desde una revisión crítica de sus pasados y en resignificar el
lugar de la política cuando desde el Estado se enfrenta a los llamados
poderes fácticos.
Enumerar los logros de estos años requeriría un nuevo texto, pero recordando
que éste puso en foco a la Argentina, vale entonces recordar algunos que
permitan, por una parte, incorporar nuevos hechos y procesos al haber sin
4
En momentos en que este texto se está escribiendo, un tercer golpe blando (parlamentario)
entra en su segunda fase, con la aprobación del impeachment a la presidenta del Brasil Dilma
Rousseff.
37
olvidar los que quedaron en el debe5. Esto sin dejar de reconocer que en este
haber, puedan convivir las contradicciones propias de todo proceso social y
humano: políticas y programas de matriz ideológica diferente (de economía
popular y de mercado, por ejemplo); horizontes utópicos distintos (capitalismo
inclusivo o con “rostro humano”, democracia radical, socialismo de nuevo
cuño…); planificación con improvisación; metodologías de acción
contrapuestas (participativas y verticalistas); militancias solidarias (“la patria es
el otro”) con viejas corruptelas; administración financiera transparente con
opacidades burocráticas; autocrítica evaluativa con prepotencia triunfalista;
gestión democrática con encuadramiento disciplinado, y, en general, relaciones
igualitarias y posibilidad de disenso con acatamientos automáticos (“bajadas de
línea”).
Este haber puede resumirse tomando como ejes las políticas, programas y logros
en materia económica, social, científico-tecnológica, jurídica, cultural
y geopolítica:
5
En este texto se detallan lo que, a criterio de este autor, constituían las asignaturas
pendientes de políticas de estado en Argentina. Queda a criterio del lector hacer un balance
actualizado al respecto.
38
Respaldo a Estudiantes de Argentina (PROG.R.ES.AR) con becas que
alientan a los jóvenes a completar sus estudios secundarios o iniciarlos
a nivel terciario y universitario y por el que actualmente 904.950
estudiantes tienen un nuevo horizonte de realización personal y social
(este programa es complementario al FIN.ES, -también para jóvenes-
creado como una modalidad pedagógica especial para alentar la
finalización de estudios secundarios y a otro, consistente en la creación
de colegios secundarios experimentales para adolescentes de clases
populares, mediante convenio entre algunas universidades nacionales y
el Ministerio de Educación de la Nación; extensión de la Asignación
Universal por Hijo (AUH) a las mujeres embarazadas entre la 12ₐ y 42ₐ
semanas de gestación que no cuenten con cobertura de Obra Social,
articulado con el Plan Nacer (un plan integral de controles prenatales),
desde abril de 2011; etc.
Científico-tecnológica: la puesta en órbita de los satélites
geoestacionarios de comunicaciones Arsat 1 y Arsat 2 (también en
2015) proyectados, diseñados y fabricados en nuestro país por científicos
argentinos; la prosecución de la fabricación y venta de reactores nucleares
a través de la INVAP (Investigación Aplicada) Sociedad del Estado a
distintos países del mundo; la construcción de radares primarios y
secundarios; etc.
Jurídica: la sanción del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación
que unificó los anteriores (sancionados en 1869 y 1862, respectivamente),
que se adecuaron a un período de ampliación de derechos, muy
alejado de la filosofía jurídica de mediados del siglo XIX; el proyecto de
ley de Reforma del Poder Judicial (llamado de Democratización de la
Justicia) hasta ahora fuertemente resistido; etc.
Cultural: inauguración del Centro Cultural “Néstor Kirchner” construido
utilizando como contenedor al viejo edificio del Correo Central Argentino
(21/5/15) con 116.884 metros cuadrados; el más grande del mundo para
el acceso gratuito de la población a los bienes culturales, el mayor de
América y el cuarto en tamaño en el mundo (dedicado al fallecido
presidente, hijo de un cartero, un hecho de singular simbología, dado
que el actual mandatario es el hijo de quien fuera el presidente de la
empresa adjudicataria por 30 años -Socma o Sociedad Macri- del Correo
Argentino -bajo el nombre de Encotesa- cuando éste fuera privatizado
en 1997 y reestatizado -luego de su quiebra- por el hijo de aquel cartero
en 2003); creación del Ministerio de Cultura de la Nación en 2014 y
designación como primera ministra a la emblemática cantante popular
Teresa Parodi, de reconocida trayectoria también por su compromiso
con la defensa de los derechos humanos; expansión del Programa de
Coros y Orquestas Juveniles a dieciséis provincias, que abarca a unos
10.000 niños y jóvenes distribuidos en 150 orquestas y 150 coros;
reemplazo del monumento a Cristóbal Colón, emplazado detrás de l a
39
Casa Rosada y a pocos metros del Centro Cultural NK por una escultura
de Juana Azurduy, guerrera de la independencia del Virreinato del Río
de la Plata, de 16 metros de altura, construido en bronce por un escultor
argentino, donado por el gobierno de Bolivia e inaugurado por los
presidentes Evo Morales y Cristina Fernández el 15 de julio de 2015.
Geopolítico: en este aspecto, baste con destacar dos actuaciones de
esta presidenta en el exterior y una decisión interna con repercusiones
externas. La primera, en el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas en 2014, en la que, sentada en la misma mesa del presidente de
los EEUU y desde su condición de mandataria de un país americano (el
único, junto al país del Norte, en haber sido blanco del terrorismo
internacional en este Continente), critica acremente la metodología de
lucha antiterrorista de las grandes potencias, al demostrar que sólo han
alimentado una espiral de violencia mayor; señala su desencuadre de todo
marco de juridicidad y respeto por los derechos humanos y realiza
preguntas incómodas sobre quién compra el petróleo, vende las armas y
monta la puesta en escena cinematográfica del más reciente grupo
terrorista que parece ser funcional a este modelo político de lucha. La
segunda actuación es en el 2015, en su último discurso frente a la
Asamblea de las Naciones Unidas, en las que, entre otras cosas, felicita
a esa Asamblea por haber aprobado por abrumadora mayoría los nueve
principios básicos propuestos por Argentina que deberán presidir una
nueva regulación internacional para el tratamiento y renegociación de las
deudas soberanas de los países: 1) soberanía de un país para decidir su
política macroeconómica y su estrategia de desendeudamiento, 2)
buena fe, 3) transparencia, 4) imparcialidad y trato equitativo de los
acreedores, 6) legitimidad, 7) inmunidad soberana de jurisdicción y
ejecución, 8) sostenibilidad, o sea “honrar las deudas, pero no a costa
del hambre y la miseria del pueblo” y 9) acuerdos de formas y plazos de
pago con una mayoría calificada del 66%, que obliga al resto a aceptar las
mismas formas y plazos. La decisión interna que intenta poner freno a
operaciones externas, es la de reestructurar los servicios de
inteligencia del país, conformando un Sistema Nacional de Inteligencia
Argentino, interviniendo su organismo central y removiendo a
funcionarios sospechados de una actuación autonomizada de la
conducción política de los poderes del Estado.
Era previsible que después de afectar a todos y cada uno de los llamados
poderes fácticos, este gobierno (como les ocurriera de manera similar a la
mayoría de los analizados en este texto) sufriera un verdadero asedio, con la
complicidad de la llamada corporación judicial y de los medios concentrados de
información: sus gestiones fueron cercadas mediáticamente y sus logros
deformados; sus funcionarios presentados como verdaderas organizaciones
40
delictivas (sin que esto implique negar que estuvieran exentos de corrupción);
sus políticas sociales significadas como formas clientelares de cooptar masas
poco dispuestas al trabajo y al esfuerzo personal; sus proyectos de desarrollo
soberano de recursos estratégicos y de infraestructura para este desarrollo,
como mega negociados de funcionarios y empresarios adictos; sus proyectos
culturales como dispendios innecesarios; sus avances en ciencia y tecnología
como ridículas pretensiones de países periféricos; la militancia de sus bases de
apoyo juvenil como brigadas de fanáticos violentos; los estilos de conducción
política de sus líderes como prácticas con reminiscencias fascistas.
41
especulación financiera, la formal visible y la informal subterránea, la de las
‘cuevas’ y ‘guaridas’. Hoy “‘la máquina de vapor’ de la modernidad global no
son las tecnologías digitales sino las finanzas” (Sassen, Saskia: 2016). Esta
locomotora, que arrastra tras de sí toda la protección del complejo industrial,
político, militar y mediático mundial, arrasa con cualquier oposición y no tolera
desvíos.
42
gobernabilidad legítima es aquella que el pueblo debe asegurarse para
sí, para que quienes lo representan manden obedeciendo. Esto es
particularmente importante para Argentina y, específicamente, para una
tradición vertical de conducción, tan arraigada en el movimiento
peronista. Lo contrario equivale mantener vigente el viejo consejo de
algunos pícaros de la política (Nun, José:2000): “no hay que avivar a los
giles”6.
6
Consejo que este autor recuerda vívidamente porque, contradictoriamente, le inoculó
anticuerpos ideológicos movilizadores.
43
precisamente ahora, nuestra capacidad proactiva de resistencia y
transformación.
Claro que para hacer este aporte, muchos universitarios tendrían que revisar
sus adscripciones identitarias. Perteneciendo mayoritariamente a las clases
medias, los docentes de las universidades públicas pueden tener dificultades
para reconocerse como parte de un pueblo que desde las clases subalternas
les reclama optar por sus necesidades y sus luchas. Quizás, estas dificultades
tengan que ver con un olvido de los orígenes, cuando sus antepasados,
mayoritariamente inmigrantes, empleados bancarios, telefonistas,
comerciantes, chacareros y estudiantes que habían apoyado a los huelguistas
obreros en los comienzos del siglo XX, también ellos inmigrantes y ‘cabecitas
negras’ locales, fueron persuadidos por la oligarquía de la época, con el sable
y el discurso, que debían tomar distancia de la plebe revoltosa. Así aquellas
solidaridades se disolvieron y estos antepasados tomaron nota -para ellos y
para su descendencia- sobre qué es lo que es lo que convenía y conviene hoy
a la gente decente, bien nacida y de buena familia. Así fue surgiendo una
identidad construida por oposición a lo popular que habría de consolidarse a
partir de 1945 (Adamovsky, Ezequiel: 2010).
44
militamos por la vida, la libertad y la justicia, queremos hacer esta contribución
desde el convencimiento que “la lucha por la democracia no tiene fecha de
culminación” (Dilma Russeff, Palacio del Planalto, 12/5/16).
Mayo de 2016.
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45
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Documentos:
46
i
Verano de 2011.
ii
Investigador y docente de postgrado. Ex profesor titular ordinario de las universidades nacionales de Entre Ríos y
Luján, Argentina (hasta diciembre 2011).
iii
Norbert Lechner, en un ensayo sobre el realismo político y el tiempo (incluido en su libro “Los patios interiores de
la democracia – Subjetividad y política”; FLACSO, Santiago de Chile, 1988, pág. 76), apoyado en los conceptos de
Luhmann, futuro actual y presente venidero, recuerda que todo “presente tiene su futuro actual en tanto horizonte
directo de sus posibilidades”, y que, en la medida en que el presente actual y el venidero se mantienen idénticos se
va produciendo duración. Aunque Lechner no lo aclara, es obvio, en el contexto de su trabajo, que la percepción de
esta continuidad tiene un alto componente subjetivo; pero más allá de estas consideraciones, cobra gran actualidad la
afirmación que realiza unos párrafos más adelante: “En cambio, hay acontecimientos [en el sentido de ruptura de la
duración] cuando surgen discontinuidades entre el futuro actual y el presente venidero. Al tomar conciencia de esta
diferencia nace la incertidumbre”. En efecto, quienes se han sorprendido gratamente por los aconte cimientos que
están teniendo lugar en esta América Latina y alientan expectativas sobre su futuro actual, no pueden
sustraerse a la incertidumbre que les generan las reflexiones sobre sus condiciones de viabilidad a mediano y largo
plazo.
iv
Al respecto recordamos a queridos amigos brasileños que, después de haber acompañado con enormes expectativas
el crecimiento del PT como fuerza política, se sintieron defraudados por la primera gestión de Ignacio
Lula da Silva. Quizás no habían reparado lo suficiente en lo que implica construir viabilidad a los sueños. No
obstante, cuando se vieron frente a la posibilidad cierta de que este proceso, con sabor a poco, se interrumpiera con
un retorno a la derecha (en oportunidad de las elecciones en las que Lula postuló para un segundo mandato), inundaron
la Región con cadenas de mail’s en procura de adhesiones para lo demasiado imperfecto.
v
La larga cita precedente no sólo recupera una excelente síntesis sobre la preocupación central de este relato, sino
que se incluye a manera de evocación de uno de esos intelectuales cuya ausencia se siente.
vi Expresión extremadamente gráfica con la que Marx significó en El Capital el sentido de su concepción
reflexiones compartidas al interior del Movimiento de los Sin Tierra. En este sentido, Caldart aporta “la idea del
Movimiento Social al mismo tiempo como lugar y como sujeto colectivo de formación humana”, precisando que la
especificidad formadora de un movimiento reside en la “lucha social como parte de la totalidad formadora que es la
propia praxis”. Desde la dimensión del espacio como organizador de experiencias de pretensión también
totalizadora, la planificación y el diseño de la ciudad de Brasilia intentó ser un caso emblemático. Concebida desde la
creatividad monumental de Oscar Niemeyer y Lucio Costa, la nueva Capital de Brasil (1960) con stituyó un intento de
proponer, casi de inducir, a todos sus habitantes un proyecto de organización de la vida en sociedad más
igualitario e inclusivo. Una década más tarde, tuve el privilegio de percibir los ecos de aquel proyecto desde la
resonancia interior de la estética y el simbolismo de aquel espacio; cuando ya la dinámica de la expansión urbana
capitalista imponía una estructura cada vez más desigual a la ocupación del territorio y un golpe de estado, en el
contexto de la Guerra Fría, había puesto fin a las emergencias recurrentes de políticas progresistas en aquel país.
Otro intento de hacer del espacio urbano un curriculum total, en este caso desde otra orientación política, tiene lugar
hoy en Medellín por gestión de su Alcaldía, alentando una vida ciudadana de mayor integración y convivencia, mediante
la articulación de las tramas barriales a obras escolares, bibliotecas y centros culturales, cuyos diseños han sido
reconocidos internacionalmente. Desde iniciativas específicamente educativas, este tipo de experiencias curriculares
totalizadoras han sido alentadas por pedagogos de la talla de Paulo Freire, en América Latina y de Francesco Tonucci,
en Europa. Una de estas experiencias –de interés para este texto- fue el de Escola Cidadá. Ésta, desde la gestión
del Partido de los Trabajadores en la Prefectura de Porto Alegre, supo combinar de tal manera planeamiento
urbano, acción política, participación social y educación popular en la red escolar, que hizo de esta ciudad un polo
mundial de referencia educativa.
viii Se ha adoptado la concepción de pedagogía de Francisco Gutiérrez y Daniel Prieto (La mediación pedagógica;
Circus – La Crujía, Buenos Aires, 1999) por ser propuesta desde el cruce de dos campos de práctica: el de la educación
y el de la comunicación que son, precisamente, los campos a los que se dirige este texto.
ix ¿Quién podría reconocer el paisaje político y social de la Argentina de los años treinta luego del torrente de
acontecimientos que generó el peronismo desde mediados de la década siguiente? A nadie se le ocurriría hoy
intentar explicar la historia argentina del siglo XX sin aquellos primeros nueve años de peronismo; vanos resultaron
los intentos de borrar sus huellas prohibiendo pronunciar los nombres y quitando todo vestigio de la iconografía y
toponimia que lo identificaba.
x Hace tres años, en un intento de proponer a estudiantes que concluían su cursado de maestría algunas ideas para
una educación inesperada para un tiempo inesperado, intentaba resumir, apoyado en una muestra de la producción
periodística de los años noventa, las preocupaciones y el clima intelectual de aquellos años de la siguiente manera:
“la justicia se describía como aquejada de una suerte de timidez universal; el poder político aparecía como
propiedad privada de los mandatarios; las instituciones eran percibidas como confecciones a medida de las
47
ambiciones y designios de los políticos de turno; las decisiones de gobierno parecían más inspiradas en el interés
de preservar un régimen que en imperativos políticos y morales sustantivos; en el mundo opulento preservar un régimen
comenzaba a expresarse en rechazo xenófobo del diferente; las sociedades habían ingresado a una cultura
posmoralista reciclada en la lógica del espectáculo sobre la que sobrevolaba el irracionalismo y la violencia; en
Argentina toda referencia a la ética pública era decodificada en clave de corrupción; la propia verdad aparecía
travestida en verosimilitud y los mass media se especializaban en usar un tiempo precioso (…) en banalidades capaces
de ocultar cosas preciosas; una pizca de utopía era alentada apenas como recurso terapéutico y la rebeldía se
propiciaba sólo en cuotas incapaces de afear prácticas políticas domesticadas” (Cantero, Germán: “Para un tiempo
inesperado, una educación inesperada”; en revista digital TRABALHO NECESSARIO, Año 5, Nº 5; Universidad
Federal Fluminense, Niteroi, Brasil, 2007).
xi Un intento de organización de reflexiones al respecto se puede consultar en Cantero, Germán:”La educación
ciudadana desde un intento de construcción alternativa”; Cap. 1 del Informe Final de Investigación “Educación y
Ciudadanía – Alternativas y resistencia a la exclusión social”, Cantero, G., Celman, S. y equipo; Facultad de
Ciencias de la Educación – UNER, Paraná, 2008.
http://biblio.fcedu.uner.edu.ar/proyectos_investigacion/Cantero_Celman/proyectos.htm.
xii Al respecto, resultan muy interesantes los aportes de Atilio Boron sobre el uso equívoco de la palabra
William Braden, propietario de la Standard Oil of Bolivia (Ver artículo de Mario Rapoport en el diario Página 12, del
24/4/09).
xiv Decreto mediante el cual la dictadura de la llamada “Revolución Libertadora” prohibió pronunciar y exhibir
cualquier símbolo, imagen, escrito o música que hiciera mención del peronismo (1956) y que acompañó la persecución
de sus dirigentes y militantes, en una actitud no sólo clasista sino revulsiva de todo lo que proviene del campo popular,
conocida en Argentina como “gorila”.
xv El caso de Bolivia merece una pequeña digresión: fue un período de gobiernos militares (1964-1982) durante el
cual se manifestó la tensión al interior de sus FFAA entre un sector complaciente con los intereses del capital
trasnacional (generales Barriento y Banzer) y otro de orientación nacional y progresista (generales Ovando y Torres)
cuya extracción social y conformación ideológica, como en el caso peruano y venezolano, habría que estudiarla en
relación con las condiciones de viabilidad de actuales y posibles giros políticos.
xvi Con respecto a los golpes de estado en estos tres últimos países (Chile, Uruguay y Argentina), un grupo de
jóvenes becarios, en una instancia de formación de postgrado, realizamos hace cuarenta años un pequeño trabajo
de pretensiones prospectivas. Intentábamos analizar las “las posibilidades de movilización social para un cambio
autosostenido y permanente de las estructuras de los once países componentes de la ALALC” Esta modesta
producción intelectual, cuyos soportes epistemológicos hoy nos resultan precarios en la perspectiva del tiem po
transcurrido, no hubiera merecido recuperarse si no hubiera sido que, en el “índice de posibilidades de movilización
para el cambio social de estructuras” que pretensiosamente construimos, no hubieran resultado con posibilidades
más altas los siguientes países: Uruguay, Argentina, Chile y Venezuela, y si esa movilización no hubiera tenido
como respuesta, tres años más tarde (1973) las sangrientas dictaduras del terrateniente Bordaberry en Uruguay y
del general Pinochet en Chile, y algunos años después (1976), la de la Junta Militar de Argentina. En este sentido,
en el texto con el que prologo la recuperación de este trabajo, expreso que tal vez “desde otros ámbitos de
investigación, orgánicos a los poderes hegemónicos de entonces, se estaban también siguiendo estos procesos con el
ánimo de abortar sus pretensiones emancipadoras. A la sociedad venezolana, quizás porque la movilización
popular no había desembocado en la lucha armada o planteado el “peligroso” precedente de una vía democrática al
socialismo como Chile, se la dejó avanzar en su movilización, hasta que la tensión social estalló en el Caracazo de
1989; punto de partida de sus cambios estructurales contemporáneos”. Ver en Enrique Saravia – Argentina;Germán
Roberto Cantero – Argentina; Luis Felipe Denucci Martins – Brasil; Germán Cañón Rocha – Colombia; Pedro Rafael
Salas Montalvo – Ecuador y Jorge Segundo Guzmán Rodríguez – Perú: “Posibilidades de movilización para el
cambio de estructuras en los países de la ALALC”; Escuela Interamericana de Administración Pública, Fundación
Getulio Vargas; Río de Janeiro, 1970 (www.practicaseducativas.com.ar).
xvii En una entrevista publicada, Carlos Matus ejemplifica cómo explicaciones “distintas sobre una misma realidad no
sólo significan distintas respuestas a las mismas preguntas, sino distintas respuestas a distintas preguntas”, a través
de las apreciaciones de Leopoldo F. Galtieri y de Margaret Thatcher. El primero se preguntaba sobre el valor relativo
de las islas Malvinas para Inglaterra, la segunda sobre el valor de tolerar semejante precedente a un país
latinoamericano (en Huertas, Franco: El método PES – Entrevista a Carlos Matus; CEREB, La Paz, 1996).
xviii Utilizando la vieja y siempre actual caracterización antropológica que Darcy Ribeiro hizo de las Américas.
xix Puede consultarse el artículo “Populismo militar y etnicidad en los Andes – Presentación de dossier” de Cecilia
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xxi
Hasta aquí llega la relación de este autor con Rancière; es decir, una referencia que es clara al señalar la
excepcionalidad de la política en la historia. Más allá, la radicalidad y brutalidad que el contexto latinoamericano ha
impuesto a esta relación entre desiguales, la necesidad teórica de incorporar al análisis la categoría de clase social
desde otra perspectiva y el insoslayable debate acerca del papel de Estado en todo esto, conduce a otras
referencias teóricas.
xxii Cada uno podrá, según sus perspectivas, poner nombre a estas excepciones.
xxiii
A mediados de los ’90, analizando estos mismos procesos, expresábamos exactamente lo contrario: “Como
portadores formalmente universales de derechos, estos sujetos enfrentan las contradicciones de un sistema que amplía
y retrae el acceso y goce efectivo a esos derechos, según los contextos y momentos históricos. Hoy
estamos, como ya dijimos, en un período de retracción” (Cantero, G., Celman, S. y equipo, “Ref ormas Educativas y
Nueva Ciudadanía”; Informe Final de Investigación; Facultad de Ciencias de la Educación, UNER, Paraná,
Arg.,1998).
xxiv Ponerle nombre a las cosas genera casi un reflejo de desagrado en ciertos círculos intelectuales y académicos
ostenta para Naciones Unidas un IDH ubicado entre los más altos de América Latina: 0,863 en 2007.
xxvii Todos estos datos han sido tomados del Informe del Proyecto de Naciones Unidades para el Desarrollo (PNUD)
del año 2010 y uno puntual del Instituto Nacional de Estadística de Venezuela (INE). .
xxviii
Curioso contraste entre la decisión del gobierno de un país que trata de salir de la pobreza más extrema y la
decisión del Parlamento francés de aprobar la iniciativa del presidente Sarkozy de elevar la edad mínima jubilatoria
de 60 a 62 años y la edad para cobrar una pensión completa de 65 a 67 años. La rigidez de las políticas
neoliberales van demoliendo el Estado de Bienestar de los franceses y dejando atrás en la historia a la Francia de
los Derechos del Hombre.
xxix Sobre las resonancias subjetivas de esta última medida cabe una anécdota: dos ancianas vecinas habitantes del
monte entrerriano comentan entre sí: “anoche tuve un sueño, soñé que nos llegaba la luz (eléctrica) y que iba a
poder tener una heladerita”. A estas ancianas de un paraje perdido, les había llegado el beneficio de una jubilación
sin aportes, el acceso al agua potable (en pleno campo) y la posibilidad de mejoras a sus viviendas como parte de
un plan de apoyo a la pobreza rural, que incluye capacitación y entrega de semillas. Una de ellas sobrevive con
dignidad a un cáncer terminal, gracias un hospital público que, a pesar de su infinita burocratización, le proveyó de
toda la aparatología de alta complejidad y drogas que necesitaba, y a que, gracias al Programa de Inclusión
Previsional, no sólo cobra ahora una pensión de mínima dignidad, sino que esto le ha permitido su inclusión en una
obra social (PAMI). Cuando las políticas sociales llegan a los nadies entre los nadies, la inclusión está dejando de
ser retórica.
xxx
Aquí estamos utilizando la categoría pueblo como una suerte de significante flotante al que se le pueden asignar
distintos sentidos, según las agregaciones sociales que este nuclee para quienes construyan un discurso al respecto
en distintos contextos históricos. No lo estamos utilizando entonces como “valor de verdad”, como un absoluto que,
como recuerda Feinmann, es “una característica de los movimientos populistas (…) constitutiva del espíritu y la
teoría de la izquierda peronista” de los años setenta (Feinmann, J.P.: 2010:627).
xxxi
Concepción que pretende ser superadora del pensamiento formal, dicotómico y asistémico que concibe a la
dialéctica como “transformación directa e inmediata (sin mediaciones)” entre los contrarios, muy alejada (como
expresan los autores citados, Sotolongo y Delgado) de una “verdadera complejidad sistémica del pensar dialéctico”
(Ibidem).
xxxii
La casualidad nos hizo ser un impensado testigo presencial de aquel ingreso tumultuoso y del recibimiento.
xxxiii
Cuando todavía la euforia desatada por la Caída del Muro de Berlín no había sido reemplazada por el crudo
triunfalismo neoliberal, Eduardo Galeano (1992) se preguntaba si, después del “sacrificio de la justicia, en nombre
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de la libertad, en los altares de la diosa Productividad” (en el Oeste) y del “sacrificio de la libertad, en nombre de la
justicia, en los altares de la diosa Productividad” (en el Este), aquí, en el Sur, no estábamos “a tiempo de
preguntarnos si esa diosa merece nuestras vidas”. Esta ha sido la pregunta de fondo en los f oros sociales mundiales
de Porto Alegre; esta es la pregunta que se actualiza en el Foro Social Mundial de Dákar, en el contexto de las actuales
rebeliones populares en el norte africano.
xxxiv Nuevamente, asociaciones insoslayables: tractores y otras máquinas agrícolas, subidas a la vereda de la Casa
de Gobierno de un estado argentino (Entre Ríos), cercan amenazantes al poder civil, como una vez lo hicieron las
tanquetas militares; el humo de los incendios intencionales en el Delta invade y amedrenta a los habitantes de la
zona norte de Buenos Aires; la prepotencia del macho ecuestre, montado ahora en una “4x4”, somete a la ciudad
hembra, como lo hizo en el siglo XIX, pero con una novedad simbólica de este siglo XXI: la que representa al poder
popular también es mujer y se la desea ahogada en humo allí donde reside, Olivos, parte de ese norte bonaerense.
Nuevamente, también, viejas antinomias simbólicas argentinas resurgen resignificadas en su anacronismo presente por
las conveniencias del orden global: campo – ciudad; Interior – Buenos Aires; oligarquía – pueblo y hasta
¡unitarios y federales! Pero, ahora, en clave de un mercado que se niega a someterse al poder político
legítimamente constituido.
xxxv
Poema que habría sido erróneamente atribuido al uruguayo Mario Benedetti y que pertenecería al bonaerense
Daniel Cézare.
xxxvi
Se trata de una trama subterránea imprescindible y a la vez casi inaccesible para comprender la historia, como lo
fueron aquellas logias del siglo XIX; aunque, por estos tiempos pragmáticos, probablemente muy alejadas de aquellas
que la literatura describió con apego a una ética caballeresca, arrojo épico y desmesura romántica.
xxxvii
En el Capítulo 1 de la investigación del año 2008 ya referenciada, nos interrogamos con un poco más de
amplitud al respecto.
xxxviii “La que siendo posible, alcanzable por transformación de la situación inicial, está fuera del horizonte de tiempo
contemplado para la acción (…) Es la ‘razón total’ en el ámbito de ‘lo posible’” (Matus, C: 1977:471).
xxxix
La referencia a estos “antepasados” no se utiliza como recurso sarcástico; en realidad se basa en la relación
analógica que Carlos Matus encontró entre este tipo de política y las relaciones de poder entre chimpacés ,
estudiadas por el antropólogo y primatólogo holandés Frans B.M. de Waal (1992).
xl
Obviamente y más allá de estas experiencias en el ámbito de las instituciones formales, es insoslayable
considerar, además, todos los aportes de la rica y larga tradición latinoamericana de educación popular en el ámbito
de lo no formal y las actuales experiencias al respecto; particularmente al interior de los movimientos sociales.
xli Rancière, Jacques (2007): El desacuerdo; Nueva Visión, Buenos Aires.
xlii
El libro de Pablo Imen (2010), “La escuela pública tiene quien le escriba. Venezuela. Bolivia, y sus nuevas
orientaciones político educativas”, que acabamos de conocer al momento de cerrar este escrito, es una muy buena
noticia en este sentido.
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