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LA HORA QUE CAMBIA AL MUNDO

“PLAN PRÁCTICO PARA LA ORACIÓN PERSONAL”

Desafío de Jesús a sus Discípulos:

“¿No habéis podido velar conmigo UNA HORA? Velad y Orad para que no entréis
en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.”
(Mt 26:40-41)

 El propósito del “Plan Práctico Para La Oración Personal” es permitir al creyente


que pueda conseguir en la oración el deleite de su vida diaria, el cual va a
elevarle a experiencias nunca antes vividas, a descubrir “cosas grandes y
ocultas” del poder y la abundancia de Dios para sí mismo y para otros.
 La hora de oración está dividida en doce segmentos de cinco minutos cada uno.
Método en que la persona disfruta orando, y trae contentamiento a nuestro Padre
celestial.

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I. ALABANZA
Un Acto de Adoración a la Divinidad

 Comenzamos verbalizando una alabanza para Dios, esto indica que estamos
reconociendo a Dios como Dios.
 Jesús les dejó a sus discípulos una sola oración como ejemplo en la cual basar
sus oraciones. (Mt 6:9-13).
 Las Primeras once palabras de esta importante oración nos proporcionan una
base bíblica para comenzar toda oración con un tiempo de alabanza: “Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (v 6)
 Santificar significa “reverenciar”; “hacer santo”; “apartar algo del uso común para
un uso exclusivo y único”.

El Fin Principal
 La alabanza es más que un simple aspecto de la oración. Es un modo de vida.
 El fin principal que debernos proponernos es llegar a ser, en esta vida, los más
perfectos adoradores de Dios que nos sea posible.

¿Por qué Colocar en Primer Lugar la Alabanza?


 Porque Jesús lo hizo.
 Porque al alabar a Dios, declaramos su soberanía y reconocemos su naturaleza
y su poder.
 Porque quitamos del centro al “yo”. La alabanza y la adoración demandan un
cambio de centro, del “yo” a “Dios”.

La Voz de la Alabanza
 En 2Cr 5:13-14 Fue la voz de la alabanza la que hizo descender la gloria de Dios
que “llenó la casa”.
 En el Salmo 22:3 se nos recuerda que Él habita “entre las alabanzas” de su
pueblo. Dios manifiesta su presencia viviente en el aposento de oración saturado
de alabanza.

Nuestra Valiosa Posesión


 En la alabanza, unimos todos los hechos que conocemos acerca de Dios y los
expresamos con las palabras.
 Es una ofrenda que le damos a Dios: “ofrezcamos siempre a Dios, por medio de
él (Jesucristo), sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su
nombre.” (Heb 13:15).
 Sugerencias: Alabemos a Dios por su Nombre (Sal 115:1), por su Justicia (Sal
35:28), por su Creación (Sal 150:2), por su Palabra (Sal 56:10; 19:7-9).

Señor, ¡Enséñame a Adorarte!

1. Apartemos un tiempo al comienzo de nuestra oración únicamente para alabar a


Dios.

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2. Seleccionemos un tema específico de alabanza, como la justicia de Dios, su
Palabra, su Creación.
3. Haciendo uso del tema seleccionado, expresemos vocalmente todo lo que Dios
es.
4. Ampliemos el tema hasta donde le sea posible. A medida que transcurre el
tiempo de alabanza, permitamos que Dios nos revele nuevos temas para la
adoración.

II. LA ESPERA
Un Acto de Sumisión del Alma

 Esperar es un tiempo de amor silencioso.


 En este silencio espiritual de amor y comunión con Dios, nos renovamos para
para servirle cada vez mejor.

Una Dosis de Silencio


 La Biblia contiene numerosas indicaciones respecto esperar: "esperare en tu
nombre (Sal 52:9), "En Dios solamente está acallad mi alma" (Sal 62:1), "Mi alma
espera al Seño más que los centinelas a la mañana" (Sal 130:6), "Los que
esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas" (ls 40:31).
 La espera es un tiempo de amor en silencio. En la espera decimos suavemente:
"Dios, te amo."

Una Relación de Amor Espiritual


 En gran medida el tiempo que dedicamos a la espera pudiéramos llamarlo
"adoración sin palabras". Es una relación de amor espiritual con una íntima unión
sobrenatural. El profesor Hallesby llamó a esta intimidad "la comunión del alma
con Dios en la oración".

El Centro de la Espera
 Juan de Damasco, el antiguo teólogo griego, definió la espera como "la elevación
de la mente hacia Dios.
 La más elevada adoración consiste en asociarnos totalmente con Él.
 Es la forma más íntima de comunión en que la criatura adora a su Creador, lo
finito ante lo Infinito, lo frágil ante el Todopoderoso, la nada ante el Todo.

El Valor de Esperar
 Es un paso importante que nos prepara para la confesión.
 Esperar en silencio equivale a despedirse de la conversación terrenal y de la
atención a ella. Es ese puente vital que nos lleva del mundo carnal al espiritual.
 Este silencioso rendimiento del alma a Dios nos abre la puerta hacia el plano
superior de su divino amor.

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El Eslabón Divino
 "Paso una gran parte de mi tiempo -dijo Robert Murray McCheyne- sintonizando
mi corazón para la oración. Es el eslabón divino que conecta la tierra con el
cielo."
 Tanto Moisés como el apóstol Pablo tuvieron un tiempo de espera (capacitación)
antes de que sus ministerios se iniciaran y desarrollaran.

Dedique un Tiempo a Esperar en el Señor


 Dediquemos un tiempo en la intimidad de nuestro cuarto a postrarnos y adorar, y
esperemos en Él hasta que se nos revele y tome posesión de nosotros, y salga
con nosotros para demostrarnos cómo puede un hombre vivir y andar en
permanente comunión con el Él.
 El profeta Zacarías dijo: "Calle toda carne delante del Señor; porque él se ha
levantado de su santa morada." (Zac 2:13).
 Esforcémonos por dedicar los primeros momentos de nuestra hora de oración a
compartir silenciosamente con el Señor. Esperemos paciente mente un vislumbre
mayor de su infinita gloria

Señor, ¡Enséñame a Esperar!

1. Después de los momentos de alabanza, pongamos nuestra mente y espíritu en


completo silencio en relación al mundo.
2. No pensemos sino pensamientos de Dios el Padre, su Hijo Jesucristo, o del
Espíritu Santo.
3. Expresemos palabras, que sean apacibles susurros como: "Te amo, Señor", o
"Anhelo mucho tu presencia, oh Dios".
4. En estos minutos de silencio, concentremos toda nuestra atención en el aspecto
amoroso de la naturaleza de Dios.

III. CONFESIÓN
Un Acto de Admisión Declarada

 La palabra griega del Nuevo Testamento que se tradujo confesar, significa estar
de acuerdo con Dios en lo que se refiere a la opinión que Él tiene sobre cualquier
asunto. También significa admitir mi culpa.
 Cuando confesamos nuestros pecados, estamos de acuerdo con Dios en lo que
se refiere al pecado en nuestra vida, tal como Él nos lo ha revelado en su
Palabra.

Sincero Reconocimiento
 La confesión es un sincero reconocimiento de lo que somos. Confesamos
nuestros pecados porque necesitamos reconocer que hemos pecado, no porque
Dios lo necesita saber.
 Mi vida de oración jamás podrá ser superior a mi vida personal en Jesucristo. Si
mi vida personal se mezcla demasiado con el mundo mi vida de oración sufre. El

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salmista dice esto de manera clara: "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la
iniquidad, el Señor no me habría escuchado." (Sal 66:18).
 La confesión es la parte más dolorosa de la oración personal. La confesión
específica y sincera de nuestros propios pecados no es un ejercicio gozoso; y el
hecho de despreciarnos a nosotros mismos, aunque sea saludable, no es
agradable. Pero nos permite que lo malo salga plenamente a la luz, sin excusa y
con nombre propio. Al fin y al cabo, es inútil que aparentemos delante de Dios.

Cirugía Espiritual
 Este acto de declarada admisión le proporciona a Dios acceso a nuestro
corazón, y quita todos los obstáculos para la oración eficaz. Bien pudiera
describirse como una obra de cirugía espiritual. La confesión sana la herida que
el pecado ha producido en nuestros corazones.
 El Espíritu Santo obra mejor por medio de un vaso limpio, y la confesión
comienza ese proceso de purificación.

La Necesidad de la Confesión
 Spurgeon señala: "Una oración sin arrepentimiento no tiene aceptación. Si sobre
ella no ha caído ninguna lágrima, está marchita. Tiene que haber confesión de
pecado delante de Dios; de lo contrario, nuestra oración es defectuosa."

La Forma de la Confesión
 David nos ofrece un modelo práctico de cuatro partes (Sal 51:10-11). David pide:
1) Santidad divina: “crea en mi un corazón limpio”. 2) Una actitud divina: “renueva
un espíritu recto dentro de mí”. 3) Dirección divina: “No me eches de delante de ti”.
4) Unción divina: “no quites de mí tu santo Espíritu”.

Tiempo para la Limpieza del Tempo


Dos textos análogos:
 “Y entrando los sacerdotes dentro de la casa del Señor para limpiarla, sacaron
toda la inmundicia que hallaron en el templo del Señor, al atrio de la casa del
Señor; y de allí los levitas la llevaron fuera al torrente de Cedrón.” (2Cr 29:16).
 “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1Co 6:19).

Señor, ¡Enséñame a Confesar!

1. Inmediatamente después del tiempo de espera silenciosa, pidamos a Dios que


escudriñe nuestro corazón para ver si hay algún pecado no confesado.
2. Examinemos mentalmente nuestras actividades recientes para descubrir
posibles fallas que sea necesario confesar.
3. Confesemos cualesquier pecado específico de que nos sintamos culpables,
bien sea contra Dios o contra el prójimo.
4. Confesemos que necesitamos la dirección divina y la unción sobrenatural de
Dios.

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IV. ORACIÓN SATURADA DE BIBLIA
Un Acto de Apropiación por Fe

¡Mientras aplicamos sistemáticamente la Palabra de Dios a la oración,


comenzamos a entender cuanto poder Dios tiene disponible para nosotros!

Alimento Divino
 Jesús señalo: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios.” (Mt 4:4).
 Pablo dijo: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Ro 10:17).
 Una medida plena de la Palabra de Dios y de oración cada día, nos da una vida
saludable y poderosa.
 Nuestro tiempo de oración, no importa cuán intenso sea, nunca está
verdaderamente completo sin el alimento divino que sólo se halla en la Palabra
de Dios.

Reclamar las Promesas de Dios


 George Muller dijo: “Nunca he hecho una oración que no haya sido contestada”.
Y señalo: “El secreto de recibir respuestas a la oración está en la manera como
el cristiano aplica la Palabra de Dios mientras ora.”

La Oración Enriquecida por la Palabra de Dios


 La Palabra de Dios es más que un mero fundamento para la oración eficaz; es la
sustancia real de ella.
 Al incluir la Palabra de Dios directamente en nuestra oración, estamos
incluyendo directamente el poder de Dios en nuestra oración.

El Método de la Oración Saturada de Biblia


 Tres pasos recomendados para una oración saturada de Biblia:
1) Seleccionemos un texto (párrafo) de la Biblia.
2) Leamos cuidadosamente el texto seleccionado deslizando el dedo de
versículo en versículo, en el momento que descubramos una versículo (o dos)
que impresione nuestro corazón con una verdad particular, nos detenemos y
meditamos en lo que el versículo nos está diciendo y reflexionamos en cada
aspecto de ese pasaje.
3) Evaluemos detenidamente la manera en que dicho pasaje pudiera
transformarse en una petición particular y construyamos una oración personal
“enriquecida” con esa promesa de Dios.

Una Advertencia Final


 Recordemos que nuestra meta, como guerreros de la oración, es desarrollar un
hábito de devoción que sea completo y bien equilibrado.

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Señor, ¡Enséñame a Reclamar tus Promesas!

1. Cuando incluimos la Escritura en nuestra hora de devoción, pidamos a Dios que


su Palabra alimente nuestra naturaleza espiritual, así como el pan material
alimenta el cuerpo físico.
2. Examinemos un pasaje, ya sea de los Evangelios, de las Epístolas del Nuevo
Testamento, de los Salmos o de los Proverbios. Busquemos con cuidado
maneras específicas de aplicar cada versículo a la oración.
3. Cuando estudiemos un versículo (o varios), preguntemos qué petición nos
impulsa a hacer tal pasaje, o qué promesa contiene que respalde directamente
una petición específica.
4. Desarrollemos oraciones basadas en los pensamientos y frases de un versículo
(o versículos) de la Biblia, y hagamos esas oraciones con nuestra confianza
puesta en el Señor.

V. LA ORACION EN VELA
Un Acto de Conciencia Mental

 Jesús nos mandó diciendo: "Velad y orad" (Mateo 26:41; Marcos 14:38), y Pablo
también exhorta a los creyentes señalando: "Perseverad en la oración, velando
en ella con acción de gracias" (Colosenses 4:2).

Permanecer Alerta
 Velar significa “estar despierto o vigilante”; es estar despierto a fin de vigilar.
También puede significar una “observación cuidadosa”, o “estar alerta”.
 Velar en oración y súplica significa que tenemos la capacidad espiritual para
discernir las asechanzas de Satanás y descubrir el propósito y los medios de
éste (1Pe 5:8).
 En el contexto de la batalla espiritual el apóstol pablo dijo: “. . . orando en todo
tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos” (Ef 6:18).
 Para orar correctamente, tenemos que estar mentalmente alertas y vigilantes.
Muchas oraciones son entorpecidas por un estado de ánimo embotado y
amodorrado.
 Como los vigilantes en las murallas de los tiempos bíblicos, nosotros debemos
estar alertas y atentos, no adormecidos y soñolientos. Debemos estar
conscientes de los planes del enemigo (Is 26:6).
 La principal responsabilidad del guarda era la de advertir a los habitantes que se
acercaban los enemigos.

Un Espíritu de Vigilancia
 Debemos estar conscientes de los diversos modos en que Satanás trata de
impedir la eficacia de nuestra oración.
 Especialmente debemos guardamos de la oración carente de propósito.
 También tenemos que estar conscientes de las "asechanzas del diablo", en lo
que se refiere al plan de Dios en todo el mundo.

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Los Pasos que Hay que Dar para Velar
 Desarrollemos un plan de oración que nos ayude a observar.
 En primer lugar, leamos artículos que nos permitan estar espiritualmente
conscientes de las necesidades específicas del mundo.
 En segundo lugar, durante la oración, reflexionemos acerca de las noticias del
día. Los problemas económicos, la sociedad civil, los cambios políticos y aun las
condiciones meteorológicas que pudieran afectar positiva o negativamente el
cumplimiento de la Gran Comisión.
 Finalmente, y ciertamente lo más importante, pidamos a Dios la ayudad de su
Espíritu Santo para que nos indique exactamente qué debemos pedir en la
oración, y en qué forma debemos hacerlo.

Oración Espiritual
 Pablo les dijo a los creyentes de Roma: ''Y de igual manera el Espíritu nos ayuda
en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos,
pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el
que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque
conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos" (Ro 8:26, 27).
 En la Biblia se nos aconseja dos veces a "orar en el Espíritu" (Ef 6:18; Jud 20).

Ver las Cosas Invisibles


 Dios desea sinceramente revelarnos secretos especiales durante la oración, a fin
de ayudamos a orar más específicamente por necesidades particulares. Velar en
oración es abrir nuestros ojos espirituales para percibir tales secretos. Debemos
permitir que el Espíritu Santo nos ilumine durante la oración.
 Pronto le será dada a nuestra oración una dimensión completamente nueva.
Veremos lo que no es posible ver.

Visión Interna
 Ver y/o percibir en nuestro interior rostros de personas o circunstancias, de forma
repetitiva, puede ser una indicación de que el Espíritu Santo nos está guiando a
orar en cierta dirección específica.
 Andrew Murray afirmó: "La gran lección para todo momento de oración es, ante
todo, que usted se encomiende a la dirección del Espíritu Santo, y dependiendo
completamente de Él le conceda el primer lugar; porque por medio de Él, su
oración tendrá un valor que usted no puede ni imaginar, y por medio de Él usted
también aprenderá a expresar sus deseos en el nombre de Cristo."

Señor, ¡Enséñame a Velar!

1. Apartemos algunos minutos durante la oración para estar espiritualmente


alerta. Vigilemos los métodos que Satanás pudiera tratar de usar para impedir
nuestro andar cristiano ese día. Reclamemos en oración el poder para vencer a
Satanás en cada uno de estos aspectos.

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2. Leamos páginas web de organizaciones eclesiásticas y/o de evangelización
misionera, que nos ayuden a estar alertas con respecto a las necesidades
específicas que haya en la obra del Señor en todo el mundo.
3. Recordemos en la oración los diversos acontecimientos de noticias
internacionales que merecen oración especial.
4. Pidamos a Dios que por su Espíritu Santo nos revele otros asuntos de tipo
espiritual relacionados con esas necesidades. Esto nos ayudará a orar con más
inteligencia por dichas necesidades.

VI. LA INTERCESIÓN
Un Acto de Intensa Suplica

 La intercesión es el método usado por Dios para envolvernos completamente en


sus planes de salvación para la humanidad. Nos colocamos entre una persona
y/o el mundo perdido y el Dios Todopoderoso.

No Hay Plano Más Elevado


 La intercesión es el método de Dios para que sus seguidores participen de
manera más completa en la totalidad de su plan. De ningún otro modo puede el
creyente llegar a participar tan plenamente en la obra de Dios, especialmente en
la obra de evangelización del mundo, como en la oración intercesora.

El Sello Distintivo de la Oración


 La intercesión constituye el alcance más amplio de la oración. No hay ninguna
otra forma de oración que se extienda a todo el mundo como la oración
intercesora.
 E. M. Bounds explica: "La oración debe ser de amplia esfera de acción: debe
suplicar por otros. La intercesión a favor de otros es el sello distintivo de toda
verdadera oración. . . La oración es el alma del hombre movida suplicar a Dios a
favor de los hombres.”

El Gran Clamor
 La intercesión es mucho más que simple mente orar por otros. Es un intenso
clamor, es involucrarnos en una batalla real a favor de otros. Hay cierto espíritu
de autoridad que debe acompañar a gran parte de la intercesión.

La Oración Centrada en los Demás


 Jesús nos enseñó a orar de forma inclusiva (Mt 6:9-13): “Padre nuestro”, “el pan
nuestro dánoslo”, “perdónanos nuestras deudas”, “como nosotros perdonamos a
nuestros deudores”, “no nos metas en la tentación”, “líbranos del mal”.
 E. M. Bounds señala: "Las oraciones a favor de los hombres son mucho más
importantes que las oraciones por las cosas, por cuanto los hombres conciernen
más hondamente a la voluntad de Dios y a la obra de Jesucristo que las cosas.”

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El Asunto de la Repetición
 Jesús enseñó: "Y orando, no uséis vanas peticiones, como los gentiles, que
piensan que por su palabrería serán oídos" (Mateo 6:7).
 Jesús no nos dice que no hagamos repeticiones, sino, que no hagamos “vanas”
repeticiones (repeticiones “huecas”, “vacías”) como “los gentiles” (personas que
no conocen al Dios verdadero).
 En Getsemaní, Jesús mismo hizo tres veces una oración, "diciendo las mismas
palabras" (Mateo 26:44). El rey David repitió una oración de alabanza 26 veces
en el Salmo 136.

La Mención de las Personas por su Nombre en la Oración


 No una ni dos veces, sino en cuatro ocasiones específicas, el apóstol Pablo
habló de "hacer mención" de sus hermanos en la oración. A los creyentes de
Roma les escribió: "Porque testigo me es Dios. . . de que sin cesar hago mención
de vosotros siempre en mis oraciones" (Ro 1:9).

Señor, ¡Enséñame a Interceder!

1. Preparémonos detenidamente para la intercesión, desarrollando un plan


específico que incluya una oración especial por la obra de Dios en todo el
mundo.
2. Pidamos a Dios una nueva compasión para estos momentos de intercesión, a
fin de que con genuino interés nuestra oración alcance a los perdidos.
3. Ocupemos nuestro tiempo de intercesión con las cuatro peticiones bíblicas
claves: 1) pídale a Dios que envíe más obreros a su mies, 2) que abra puertas
para esos obreros, 3) que los bendiga dándoles fruto como resultado de sus
esfuerzos, y 4) que les provea recursos económicos para extender su obra.
4. Durante nuestro tiempo de intercesión, empeñémonos siempre en incluir países
específicos y a sus líderes.

VII. LA PETICIÓN
Un Acto de Suplica Personal

 La petición es pedirle a Dios específicamente por cosas personales. Esto no es


egoísta ni anti bíblico sino algo que estamos llamados a hacer.
 "Al pedir, simbolizamos nuestro deseo, explicó E. Stanley Jones: “Hay algunas
cosas que Dios no dará hasta que las queramos suficientemente como para
pedirlas."

La Norma de Dios
Está bien decir que “pedir es la norma del reino". El autor de esta declaración,
Carlos Spurgeon, añade: "Es una regla que jamás será alterada en ningún caso.
Si el Hijo real y divino de Dios no pudo ser exceptuado de la regla de pedir para
tener, usted y yo no podemos esperar que se suavice la regla a nuestro favor.

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Expresión de Dependencia
 Es evidente que debemos expresar que dependemos de Cristo para toda
necesidad. La petición personal es nuestro medio de expresar esto.

Claves para la Petición


 En primer lugar, la petición debe ser específica. Andrew Murray sugiere: "Su
oración ha de ser tan definida que pueda decir cuando salga de mi lugar de
oración: 'Sé qué cosa le he pedido al Padre, y espero la respuesta.' "
 En segundo lugar una petición deber ser completa. Evite peticiones superficiales
como las siguientes: "Señor, bendíceme"; o "Señor ayuda a los misioneros hoy”.
Más bien, haga definidamente cada petición. Cuanto más específica y completa
sea la petición, tanto más fe genera cuando la presentamos ante Dios.
 En tercer lugar la petición debe ser sincera. Las actitudes personales son
importantes cuando se trata de la petición. Tenemos que esforzarnos para
presentar nuestras peticiones delante de Dios con un espíritu recto.
 En cuarto lugar la petición debe ser sencilla e informal. La presentación de una
petición debe ser suficientemente completa para edificar la fe, pero la expresión
debe ser sencilla. La elocuencia no es necesaria para la oración eficaz.

La petición de un Niño
Aún la petición más sencilla, como la de un niño, cuando se hace con fe, abre las
puertas para los milagros.

Señor, ¡Enséñame a Pedir!

1. Comencemos esta parte de la oración pidiendo a Dios que por su Espíritu Santo
nos ayude a expresar sólo aquellos deseos que hayan de honrarlo de manera
especial.
2. Hagamos una lista mental de las necesidades específicas que tenemos para
ese día y presentemos cada necesidad a Dios.
3. Ampliemos con cuidado la petición: apartemos tiempo para explicarle a Dios por
qué deseamos que Él le conteste esa petición.
4. Examinemos los motivos que tenemos para hacer una petición. Aseguremos
que sean puros ante los ojos de Dios.

VIII. LA ACCIÓN DE GRACIAS


Un Acto de Reconocimiento

 Este es un acto en el que expresamos gratitud a Dios por las bendiciones que Él
nos ha dado.

La Actitud de la Acción de Gracias


 La acción de gracias nos ayuda a concentrarnos en la fidelidad de Dios.
 Pablo señala: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo,
andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como
habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.” (Col 2:6-7).

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 También nos dice Pablo: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción
de gracias.” (Col 4:2), y “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras
peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Flp
4:6)

La Confesión de las Bendiciones


 Durante este aspecto de la oración reconocemos todas las bendiciones de la
vida y las confesamos delante de Dios.
 Agradecer es la actitud correcta ante Dios por su bondad. ¿Qué otra cosa
pudiéramos dar a Dios que no sea la alabanza y la acción de gracias? El
salmista declaró "¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios para conmigo?"
(Sal 116:12). Más adelante él responde: "Te ofreceré sacrificio de alabanza, e
invocaré el nombre del Señor" (v 17).
 Antes de resucitar a Lázaro Jesús exclamo, por adelantado, diciendo: “Padre,
gracias te doy por haberme oído.” (Jn 11:41).

Ofrendas de Acción de gracias


 Estemos conscientes de aquellas cosas específicas que Jesús ha hecho a
nuestro favor. Luego expresemos verbalmente esas bendiciones.
 La acción de gracias comienza cuando clasificamos mentalmente las cosas
específicas que Dios ha hecho por nosotros, de tal modo que podamos expresar
con palabras esas bendiciones.

Gratitud por las Bendiciones Pasadas


 Al buscar un punto de enfoque para este tipo de acción de gracias, debemos
echar una mirada a experiencias pasadas. Tal vez Dios nos concedió algún favor
específico o alguna bendición particular hace tiempo atrás, por la que no le
hemos expresado gratitud.
 Pablo, dirigiéndose a los creyentes de Éfeso, describe la acción de gracias como
ilimitada: ". . .Sed llenos del Espíritu. . . dando siempre gracias por todo al Dios y
Padre" (Ef 5:18, 20). A los tesalonicenses, Pablo añade: ''Dad gracias en todo,
porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús" (1Tes
5:18).
 En cada situación de la vida, sin importar la dificultad que presente, podemos
descubrir un motivo para la acción de gracias.

Señor, ¡Enséñame a Dar Gracias!

1. Comencemos la acción de gracias pensando en todo lo que Dios nos ha dado


en días recientes.
2. Usemos estos momentos de reflexión como base para dar gracias por las
bendiciones espirituales, materiales, físicas y externas.
3. Demos gracias a Dios por adelantado, por las bendiciones que esperamos que
Él le conceda en el futuro.
4. Demos gracias a Dios a lo menos por una bendición particular por la que nunca
antes le habíamos dado gracias.

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IX. EL CÁNTO
Un Acto de Adoración Melódica

 Componer un canto de adoración con palabras y melodías que vengan de


nuestro corazón. Estos son los “canticos espirituales” a los que se refiere la
Biblia.
 Nuestras palabras de adoración combinadas con melodías que salgan del
corazón nos conducen a la más bella forma de alabanza.
 El salmista ordenó: "Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid al
Señor con alegría; venid ante su presencia con regocijo" (Salmo 100:1-2).
 No menos de 41 de los salmos se refieren específicamente a cantar alabanzas
al Señor.
 En dos distintas ocasiones habló Pablo acerca de esto: "Alabando al Señor en
vuestros corazones. . . con salmos, con himnos y cánticos espirituales (Ef 5:19;
Col 3:16).
 Cuando Pablo habló de “cánticos espirituales”, se estaba refiriendo a un canto
que se originaba el corazón del creyente. La palabra "espirituales", en el sentido
que se usa en estos versículos, significa inspirados por el Espíritu.

El Canto como Arma


 En 2 Crónicas 20 leemos que Moab, Amón y los habitantes del monte de Seir se
levantaron en guerra contra el rey Josafat de Judá.
 La clave de este relato se halla en las palabras del versículo 22: “Y cuando
comenzaron a entonar cantos de alabanza, el Señor puso contra los hijos de
Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que
venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros."
 Tan grande fue la bendición de la victoria, que dice: "Viniendo entonces Josafat
y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas riquezas, así
vestidos como alhajas preciosas. . . tantos, que no los podían llevar." (v 25).

El Tema de los Cantos


 Pidamos a Jesús que su Espíritu Santo produzca nuevas melodías dentro de
nuestros corazones. Con esas melodías podemos cantar cánticos espirituales
basados en una variedad de temas. Por ejemplo:

Cantos de Alabanza
 El salmista declaró: "Alabad al Señor, porque él es bueno; cantad salmos a su
nombre, porque él es benigno." (Sal 135:3).

Cantos de Poder y de Misericordia


 Cantemos acerca del poder y de la misericordia de Dios. "Pero yo cantaré de tu
poder", declaró David, "y alabaré de maña tu misericordia; porque has sido mi
amparo y refugio en el día de mi angustia" (Sal 59:16).

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Cantos de Acción de Gracias
 La acción de gracias debe reconocer lo que Dios ha hecho a favor de nosotros.
En Esdras 3:11 podemos leer: "Y cantaban, alabando y dando gracias al Señor."
Al cantar con acción de gracias, creamos un cántico basado en aquellas
específicas dádivas o bendiciones que Dios nos ha otorgado.

Cantos al Nombre de Dios


 El salmista dio el siguiente testimonio: "Alabaré yo el nombre de Dios con
cántico, lo exaltaré con alabanza" (Sal 69:30).
 La Biblia dice: “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo" (2 Cor
5:19). Esto hace posible que alabemos el nombre del Señor Jesucristo en el
canto. Todo lo que Jesús es o lo que hizo puede convertirse en tema de nuestro
canto.

Cantos de la Palabra de Dios


 Cantos referentes a la Palabra de Dios. El salmista dice refiriéndose a la palabra
de Dios: "Cánticos fueron para mí tus estatutos en casa en donde fui extranjero"
(Sal 119:54).
 El salmo 19 es un canto enteramente referido a la palabra de Dios.

Cantos del Corazón


 El salmista expresó lo siguiente: "Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo; con
salterio, con decacordio cantaré a ti" (Sal 144:9). El término "nuevo" se refiere a
algo fresco. Un "cántico nuevo" significa mi propio canto, no el de alguna otra
persona. Se refiere a un canto del corazón que nunca antes hemos cantado.

El Canto entre las Naciones


 La expresión del salmista: "Te alabaré entre pueblos, oh Señor; cantaré de ti
entre las naciones" (Sal 57:9) la podemos practicar desde la palabra profética del
libro de Apocalipsis que narra:
“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar,
de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y
en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las
manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios
que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en pie
alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se
postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén.
La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder
y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.” (Apc 7:9-
12).

Señor, ¡Enséñame a Cantar!

1. Hagamos una pausa en nuestra hora de devoción para cantar un cántico


específico al Señor.

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2. Seleccionemos un tema especial para nuestro canto, como la alabanza, la
acción de gracias, o un pasaje predilecto de la Biblia.
3. Pidamos al Señor que su Espíritu Santo que produzca una melodía original en
nuestros corazones, para que nuestro canto sea verdaderamente un “cantico
nuevo”
4. No vacilemos en entonar "cantos de alabanza" por las bendiciones o las
victorias específicas que creemos Dios nos dará en los días venideros.

X. LA MEDITACIÓN
Un Acto de Evaluación Espiritual

 Tomemos un tiempo para pensar sobre un tema espiritual en referencia a Dios.


 La meditación es un acto espiritual definido y determinado es un compromiso
solemne. En ella nos aplicamos hechos y principios espirituales a nosotros mis-
mos como individuos y como ciudadanos del reino de Dios.

El Don de la Atención
 La palabra hebrea “meditar” significa “murmurar sobre”, “musitar”, parece ser una
onomatopeya “hagag”. El término sugiere una silenciosa reflexión interna sobre
algún asunto espiritual.
 Esta es la esencia del significado del verbo "meditarás" en Josué 1:8: "Nunca se
apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en
él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque
entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien."
 Meditar es dedicar atención a como pudiéramos aplicar específicamente estas
reflexiones después que hemos terminado la hora de oración.

El Valor de la Meditación
 La meditación nos ofrece beneficios espirituales que no recibimos por ningún otro
medio. La paz personal interna es uno de estos beneficios: "Tú guardarás en
completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera" (ls 26:3).
 Nada mejor que deleitarnos en los pensamientos de Dios: "¡Cuán preciosos me
son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los
enumero, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo." (Sal
139:17, 18).
 El salmista declaró "Dulce será mi meditación en él; yo me regocijaré en el
Señor" (Sal 104:34), y También: "En la multitud de mis pensamientos dentro de
mí, tus consolaciones alegraban mi alma" (Sal 94:19).

El Interior de la Oración
 Los santos de tiempos antiguos apartaban tiempo para reflexionar en Dios, para
contemplarlo en un acto de suprema atención en que la voluntad inteligente y el
deseo concurrían en perfecta armonía.
 Para que tengamos una hora de oración bien equilibrada, seleccionemos por lo
menos un aspecto cada día como tema central de nuestra meditación.

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Centrarse en Dios Mismo
 Durante este tiempo particular de meditación, reflexionemos sobre la naturaleza
de Dios con plena intensidad. Escudriñemos detenidamente todo lo que sabemos
acerca del Padre celestial, pidiendo constantemente al Señor que su Espíritu
Santo ilumine y amplíe nuestro pensamiento.

Concentrarse en la Palabra de Dios


 "Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en
camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en
la ley del Señor está su delicia, y en su ley medita de día y de noche" (Sal 1:1-
2).
 La Escritura está llena de millares de breves declaraciones que inspiran un
enorme poder. En conjunto, cerca de treinta mil promesas nos esperan en la
Biblia. Cada promesa es un foco para nuestra meditación.

Concentrarse en las Obras de Dios


 El salmista expresó: "Meditaré en todas tus obras, y hablaré de tus hechos" (Sal
77:12).
 Todo aspecto creado del universo puede convertirse en un punto focal de
meditación. Pero estas reflexiones tienen que tener siempre relación con Dios.

Concentrarse en las Victorias Pasadas


 Este aspecto de la meditación proveerá un oasis de deleite para nuestra hora de
oración. El salmista dijo: "Me acordé de los días antiguos" (Sal 143:5).
 En tiempos de aflicción y desánimo, se puede hallar mucho alivio espiritual
pensando en las numerosas bendiciones que Dios nos dio en días pasados.
 En medio de su quebranto, el profeta Jeremías declara: "Esto recapacitaré en mi
corazón, por lo tanto esperaré. Por la misericordia del Señor no hemos sido
consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada
mañana grande es tu fidelidad" (Lam 3:21-23).
 Jeremías descubrió el secreto de la meditación retrospectiva: "Esto recapacitaré
en mi corazón. . . nunca decayeron sus misericordias”.

Concentrase en Pensamientos Positivos


 Pablo le dijo a los filipenses: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero
, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de
buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad."
(Flp 4:8).
 Cualquier pensamiento que satisfaga la medida de este versículo en Filipenses
puede servir como centro para nuestra meditación.

Señor, ¡Enséñame a Meditar!

1. Seleccionemos un tema para nuestro tiempo de meditación y dediquemos toda


la atención a ese aspecto específico del pensamiento espiritual.

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2. Permitamos que nuestra mente se pasee dentro del tema que hemos escogido.
Reflexionemos detenidamente en todos los aspectos del tema en relación con
Dios.
3. Hagamos preguntas acerca de este tema que pudieran llevarnos a un estudio
más profundo del mismo.
4. Incluyamos la Biblia en todas las fases de la meditación. Recordemos que la
Palabra de Dios es el fundamento esencial de todo pensamiento espiritual
significativo.

XI. LA ORACION QUE ESCUCHA


Un Acto de Absorción Mental

 La oración es el peregrinaje del alma desde el yo hasta Dios; y el remedio más


eficaz para combatir el egoísmo y el ensimismamiento, es el hábito de escuchar
humildemente.
 El escuchar en la oración es absorber mentalmente las instrucciones divinas de
Dios sobre asuntos específicos.

La Universidad del Silencio


 Los mejores amigos son siempre buenos oyendo. Si verdaderamente deseamos
ser amigos del Señor, tenemos que aprender el secreto de escucharlo.
 Jesús dijo: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Apc 3:20). Cenar significa
“tener compañerismo”, “compartir la vida”. Gran parte de nuestra oración consiste
en pedir, en vez cenar.
 En vez de hacer que la oración sea un discurso dirigido a Él, hablemos las cosas
con Él, incluyéndolo a Él, como hacemos cuando conversamos.

El Don de Escuchar
 Acallar nuestro corazón con el propósito específico de recibir la dirección de
Dios, es a la vez un acto de dependencia y de fe. Escuchar implica que tenemos
confianza en que Dios verdaderamente desea hablamos.
 Sólo cuando aprendemos a oír la voz del Padre, podemos aprender a disipar
las voces del mundo.
 Por necesidad, gran parte de la oración tiene que ocurrir en silencio, por cuanto
gran parte de ella concierne al creyente que busca la dirección divina.
 Qué fácil es oír nuestra propia voz que nos impulsa a hacer cosas egoístas. Pero
es la voz de Dios -la voz interna- la que tenemos que aprender a oír.
 Es en el silencio de nuestro tiempo de oración donde se da y se recibe el don de
escuchar.

El Precio del Silencio


 Un tremendo poder espera al cristiano que desarrolla este hábito. Hay que pagar
un precio para obtenerlo. Pedro lo describe del siguiente modo: ". . .un espíritu
afable y apacible. . . es de grande estima delante de Dios." (1 Pe 3:4).

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 El precio del silencio no es otro que la entrega de uno mismo a Dios. Es cerrar
nuestros ojos a lo que el mundo considera importante y oír sólo el llamado del
Espíritu Santo.
 La oración de calidad y creadora necesita un fundamento de silencio, y mientras
no estemos preparados para practicar este silencio, no hemos de tener la
esperanza de conocer el poder de la oración.

Los Susurros de Dios


 F. W. Faber declara: "Cada vez que los sonidos del mundo se extinguen en el
alma, oímos los susurros de Dios. Él siempre nos está susurrando, sólo que
nosotros no siempre oímos a causa del ruido, de la premura y de las
distracciones que la vida nos causa."
 ¿Cómo nos habla Dios durante estos momentos de quietud?:
 Con una tranquila impresión en el corazón. Elías oyó que Dios le hablaba con "un
silbo apacible y delicado" (1Re 19:12).
 En otras ocasiones sentimos que la presencia de Dios nos guía suavemente.
Sabemos que al movernos en cierta dirección complacemos a Dios,
 Dios habla a través de su Palabra. De hecho, todas las demás formas de
dirección deben ser confrontadas con las Escrituras.

Una Función Práctica


 Tengamos a la mano una libreta para anotar las impresiones que nos lleguen con
respecto a ese día. Eso le dice a Dios: "Creo que Tú verdaderamente me vas
hablar, he venido preparado para registrar tus instrucciones."
 Nuestro conocimiento de Dios aumentará y abundará en gran manera. Tal como
lo dice certeramente Bridgid Herman: "Escuchar de ésta manera, puede darnos
un discernimiento más profundo de los misterios de la naturaleza humana, y un
instinto más seguro de los valores divinos.”

Señor, ¡Enséñame a Escuchar!

1. Durante el tiempo de escuchar en la oración, no vacilemos en hacerle preguntas


muy específicas a Dios acerca de diferentes problemas o situaciones.
2. Escudriñemos la Escrituras en busca de respuestas específicas para nuestras
preguntas. Generalmente, Dios nos hablará por medio de su Palabra.
3. Evaluemos mentalmente todas las circunstancias que se relacionan con un
problema determinado. Pidamos a Dios que nos muestre el plan de Él por
medio de dichas circunstancias.
4. Estemos preparados para anotar cualquier idea que Dios pueda compartir con
nosotros, relacionada con los detalles de la solución de ese problema en
particular.

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XII. LA ALABANZA
Un Acto de Glorificación a Dios

 Comenzamos y finalizamos alabando a Dios porque la alabanza debe sellar toda


nuestra oración.
 Jesús no sólo nos enseñó a comenzar nuestra oración con alabanza: "Padre
nuestro que estás en los cielos, santificarlo sea tu nombre"; sino que también nos
enseñó a terminarla del mismo modo: "Porque tuyo es el reino, y el poder, y la
gloria, por todos los siglos. Amén" (Mateo 6:9).

Los momentos Finales de la Oración


 María en su oración dijo: "Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija
en Dios mi salvador. . . Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo
es su nombre" (Lc 1:46-49).
 La palabra "engrandece" significa "hacer grande". No hay nada que pueda
proveer una conclusión tan significativa para la oración como una declaración de
la grandeza de Dios. Declaramos con el salmista: "Grande es el Señor, y digno
de ser en gran manera alabado" (Sal 48:1).

El Gozo más Grande de la Vida


 La alabanza es el “sumo bien”, el mayor y máximo gozo, el más exquisito deleite,
el supremo arrobamiento y el éxtasis más encantador del espíritu humano.
 La oración fue dada y ordenada con el propósito de glorificar a Dios.
 Jesús les dijo a sus discípulos: ". . .pedid todo lo que queréis, y os será hecho", y
agregó: "En esto es glorificado mi Padre" (Jn 15:7).
 Dios debe ser glorificado por medio de nuestra oración, y la alabanza capacita a
centrarse siempre en este pensamiento.

La actitud de la Oración
 Tenemos que aprender a llevar con nosotros el espíritu de alabanza al salir de la
cuarto de oración. Ninguna cantidad de oración tiene valor si como guerreros de
oración no cambiamos.
 Aprendamos esta gran lección: mi oración tiene que regir toda mi vida.
 Que una actitud de oración inunde nuestro ser al prepararnos para ese día.
 Recordemos siempre que Dios ha sido nuestro poder durante la oración, y lo
será a lo largo del día.

Un fuerte Amen
 Jesús nos enseñó a concluir la oración con la labra "Amén" (Mt 6:13). Esta
palabra significa: ¡Así sea!; o ¡está hecho!
 La palabra amén pudiera parafrasearse así: "Dios nuestro Rey es digno de
confianza." Decir "amén" es expresar la confianza de que Dios ha oído nuestra
oración.
 Martín Lutero dijo: "¡Recuerde esto! que su amén sea fuerte, sin dudar nunca de
que Dios ciertamente lo está escuchando. Eso es lo que significa amén: que yo
sé con certeza que Dios ha oído mi oración."

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 Digamos: “confieso mi confianza en tus promesas. ¡Te alabo porque hecho está!

El don de la Alabanza
 Hemos terminado nuestros sesenta minutos con Dios.
 Ha concluido la oración con una ofrenda de nuestros labios. Hemos declarado
con el salmista: "Te ruego, oh Señor, que te sean agradables los sacrificios
voluntarios de mi boca" (Sal 119:108).
 Nuestra meta fuera de nuestro cuarto de oración, es la de magnificar el nombre
de Dios en todo lo que hacemos durante el resto del día.
 La grandeza de Dios ha de dominar todos nuestros pensamientos y toda nuestra
conducta.

Señor, ¡Enséñame a Engrandecer tu Nombre!

1. Terminamos nuestra oración con una alabanza específica relativa a la grandeza


de Dios. Enfocamos nuestra alabanza en su omnipotencia, en su omnisciencia,
y en su omnipresencia.
2. Damos una mirada retrospectiva a nuestra hora de oración, y alabamos a Dios
por haber oído cada una de nuestras peticiones.
3. Al terminar la oración, permitimos que nuestro espíritu se regocije unos
momentos. Repita la palabra universal de alabanza: ¡Aleluya!
4. Tal como lo sugirió Martín Lutero, concluimos nuestra hora de devociones, con
un fuerte ¡amén! Confesamos con autoridad que Dios es digno de confianza y
decimos: ¡Te alabo porque hecho está!

Recomendación

Si se nos hace incomodo orar durante los 12 segmentos de cinco minutos en la


misma posición, intentemos cambiar nuestra postura de oración. Por ejemplo,
mientras alabamos a Dios, podemos mirar por una ventana y admirar su creación.
Mientras esperamos y velamos, podemos escoger postrarnos ante la presencia de
Jesús. Mientras confesamos y escuchamos, podemos arrodillarnos ante a Él. La
oración saturada de Biblia y la petición podemos hacerla caminando de un lado a
otro. En la acción de gracias y el cántico podemos incluir gritos de júbilo y danza.
Mientras intercedemos por el mundo, puede ser de ayuda que estemos de pie o
arrodillados frente a un mapa de las naciones mientras las llevamos ante el trono
de Señor. Sintámonos libres de usar nuestra propia creatividad en dependencia
del Espíritu Santo para buscar apasionadamente a Dios durante esta hora que
cambia al mundo.

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