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LITERATURA GRIEGA
INTRODUCCIÓN
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1. LA EPOPEYA
La poesía épica o epopeya está basada en una serie de mitos y leyendas, muchas
veces con carácter fabuloso, que sucedieron en un pasado remoto. Se trata de
narraciones en verso, destinadas a ser divulgadas mediante la recitación o el canto.
Inicialmente se encargaron de su difusión los aedas («cantores» creadores), quienes
empleaban unos versos formularios y repetían el proceso compositivo de poema a
poema. La transmisión oral de sus historias conducía a una obra que era colectiva y
donde lo más importante eran los hechos heroicos narrados. Posteriormente, los
rapsodas (recitantes que reproducían con cierta libertad lo creado por otros), agrupando
y ordenando los poemas, formaron repertorios para recitar en ciudades y palacios.
La difusión de la épica podía ser popular, aunque sus principales destinatarios
eran los príncipes jonios y una aristocracia que pretendía afirmar su posición
considerándose descendiente de los héroes de las epopeyas. Así, los cantos épicos
tuvieron una vocación elitista. Se ocupaban de los dioses (siempre envueltos en la vida
de los mortales) y los héroes, ansiosos de alcanzar la fama y cuyas hazañas les otorgan
una condición semidivina. Frente a ellos, el resto de los personajes casi resultaban
ridículos.
En este género no interesa tanto la verdad histórica (su correspondencia con
unos sucesos verídicos) como la verdad modélica. Sus protagonistas eran dignos de ser
recordados porque representaban unos valores ejemplares.
Es característico de su estilo el empleo de determinadas fórmulas como los
«epítetos épicos» (sintagmas que expresan una cualidad peculiar del sustantivo al que
acompañan), usadas para resaltar a los personajes más importantes, o la descripción
tópica del amanecer o del ocaso. A través de estos recursos el poeta podía cuadrar la
métrica de sus versos, mientras que al recitador le servían como apoyo memorístico.
Homero
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un lado, su enojo hacia Agamenón le hace abandonar la batalla; por otro, la cólera que
le provoca la muerte de Patroclo determinará su vuelta al combate para confirmar su
heroísmo mediante el uso de las armas.
El poema es, sobre todo, una sucesión de enfrentamientos militares entre los
ejércitos aqueos y los troyanos, aunque también desempeñan un papel importante otros
motivos y personajes. Los dioses, dominados por las pasiones humanas, intervienen de
modo caprichoso en el destino de los héroes. Asimismo, la fuerza de sus afectos
distingue a figuras como Andrómaca (por el amor hacia su esposo), Príamo (por su
sentimiento paternal hacia Héctor) o las huestes griegas (por la añoranza de su patria).
Junto a la magnitud de los sucesos relatados y la grandeza de las pasiones que
dominan a individuos como Aquiles, la Ilíada se caracteriza por su tono dramático, pues
sus personajes se describen por sus hechos o sus palabras, nunca directamente. La
narración de episodios bélicos alterna con pasajes que le otorgan un ritmo más lento a la
historia, especialmente a través de la descripción de las armas de los guerreros o de
otros detalles con sabor realista que, al igual que el empleo de las comparaciones,
aproximan el poema a la experiencia de sus destinatarios.
La Odisea, compuesta por más de 12110 versos, puede entenderse como
continuación de la Ilíada. Comparte su carácter mítico y legendario; sin embargo, a
pesar de su tono épico, es una obra muy diferente. Después de participar en la guerra de
Troya, Odiseo (Ulises en la tradición latina) emprende su regreso a Ítaca. Pero su viaje
durará mucho más de lo previsto. Durante diez años, el protagonista discurre por
escenarios diferentes, vive increíbles aventuras y tiene que enfrentarse a numerosos
peligros: a monstruos, tempestades, trampas e incluso a la ira de Poseidón.
Posiblemente, el poema fue redactado por Homero durante su madurez, de ahí la
coherencia de un argumento organizado en tres grandes bloques:
Telemaquia (cantos I-IV): desde Ítaca se evoca la figura de Ulises, cuyo regreso
desean sus parientes. Su hijo Telémaco pretende salir en su busca.
Aventuras marinas del protagonista (V-XII): componen la parte central de la
historia.
Venganza (XIII-XXIV): a su llegada a Ítaca, Ulises tiene que pelear con los
pretendientes de su esposa Penélope.
El nexo de unión entre las tres partes es Ulises, un héroe distinto a Aquiles,
puesto que, si bien posee notables aptitudes para la guerra, destaca como el hombre de
los “mil recursos”, inteligente, astuto, prudente, capaz de adaptar su conducta a las más
diversas circunstancias. Un personaje más humano, a pesar de contar con la ayuda de la
diosa Atenea.
Los rasgos del héroe le otorgan al poema un tono realista, del mismo modo que
el mar y la navegación poseen una gran importancia, como reflejo del papel que el
Mediterráneo desempeñó en el imaginario de los marinos griegos y fenicios en su
intento de descubrir, comerciar y colonizar nuevas tierras. Aún así, en la narración
predominan los elementos mitológicos, algunos relacionados con el cuento folclórico
(como la aventura del cíclope Polifemo).
La tradición de la epopeya volvió a resucitar varios siglos después de Homero
con Apolonio de Rodas (295-215 a. C.). Este autor helenístico enlazó con la Odisea en
Las argonáuticas, poema compuesto por casi seis mil hexámetros y donde se narra el
viaje de Jasón a la Cólquide para conseguir, con la ayuda de Medea, el famoso vellocino
de oro. No obstante, la obra de Apolonio respondía a los nuevos gustos de la cultura
alejandrina, como se revela en su el interés por una geografía trazada con rasgos
maravillosos e inverosímiles. Asimismo, resultaba diferente el tratamiento de los
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protagonistas, de un Jasón menos heroico que Ulises o una Medea en cuya psicología se
detenía mucho más el autor.
2. TEATRO
Orígenes
El nacimiento del teatro se remonta a las fiestas religiosas del mes de marzo en
honor de Dionisos (dios del vino y de la vida silvestre). Así el término «tragedia»
procede de la fusión de aquellos de «tragos» (macho cabrío) y «odes» (canción), en
referencia al sacrificio de este animal ante el altar de Dionisos, acompañado de cánticos
adecuados. En aquellas celebraciones, un coro de campesinos disfrazados con pieles de
animales cantaba un ditirambo (himno sobre las aventuras del dios) con música y
danzas. A veces el director del coro o corifeo interrumpía esos cantos para comentar o
enfatizar determinados episodios de las aventuras relatadas. Sobre este esquema tan
simple, en el siglo VI a. C., Tepsis introdujo en el ditirambo un segundo personaje o
primer actor cuya misión era dialogar con el corifeo.
Se estaban sentando las bases del teatro. Era un género relacionado con la
epopeya por tratar también de los mitos heroicos. Sin embargo, el mythos de la épica se
fundía aquí con la acción o representación directa (drama). Asimismo, frente al uso de
los hexámetros (característicos del poema épico), se usó el yambo (ya empleado en la
lírica coral).
La representación
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Las funciones tenían lugar durante el día para aprovechar la luz del sol; y las
piezas dramáticas solo se representaban una vez. A lo largo de una jornada, se
escenificaban tres tragedias y un drama satírico. El número de actores era mínimo (no
podía pasar de cuatro) y un mismo actor (siempre un hombre) encarnaba varios papeles
(incluso los femeninos). Por su parte, el coro, formado por quince miembros, se
encargaba de comentar o interpretar las acciones de los personajes, reproduciendo el
punto de vista del autor o del pueblo.
Los actores y el coro van ataviados con túnicas, mientras que aquellos llevan
coturnos (zapatos altos) para que se les vea mejor y también unas máscaras, diferentes
en la tragedia y en la comedia, con un orificio en la boca para dar mayor resonancia a la
voz.
Subgéneros dramáticos
Tragedia Comedia
Tiene una función correctiva. Intenta Su finalidad es divertir y provocar la risa
contribuir a la catarsis: que el espectador
sienta miedo o compasión ante lo ocurrido
en el escenario y la acción teatral le anime a
“purificarse” de sus bajas pasiones
Sus fuentes de inspiración son la leyenda y Se basa en personajes y situaciones de la
la mitología. Sus temas son conocidos por el vida pública de la época. Sus temas son
público originales
Su acción se desarrolla con un ritmo lento La acción se sucede a un ritmo más vivo
Está protagonizada por personajes de alta Sus personajes son seres comunes
extracción social, con un papel decisivo de
los dioses
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las limitaciones a las que se ven empujados los hombres en una época dominada por el
antropocentrismo.
Esquilo (nacido, en Eleusis, en el s. V a. C.) es considerado como el «padre de la
tragedia» por su papel decisivo en la transformación de las antiguas fiestas religiosas en
un verdadero género literario. Se le atribuyen innovaciones fundamentales en la
representación como el empleo de mantos, máscaras y altos coturnos por parte de los
actores. Asimismo, introdujo un segundo actor (deuteragonista) que dialogaba con el
coro.
Los temas de sus obras proceden, sobre todo, de las epopeyas homéricas, pero el
sentido religioso de Esquilo, que se sentía como educador del pueblo, determinó la
agrupación de sus tragedias en trilogías. Con el Destino como protagonista, el autor
desarrollaba en tres historias, correspondientes a las tres generaciones de un linaje, la
idea de que la acción errónea de un personaje influye en sus herederos. Las culpas
siempre tienen un castigo. Mientras los hombres se resignan sin poder rebelarse ante las
adversidades, solo los dioses pueden ponerle un límite al sufrimiento.
Aunque Esquilo compuso más de ochenta obras, solamente se conservan siete,
siendo su trilogía más famosa La Orestiada, compuesta por Agamenón, Las Coéforas,
Las Euménides.
Sófocles (nacido, en Colona, h. el 496 a. C.) se dedicó a la política y, como
dramaturgo, triunfó en varios certámenes literarios.
Al igual que Esquilo, también introdujo algunas innovaciones escenográficas
además de un tercer actor (tritagonista), a la vez que fue reduciendo la importancia del
coro. Pero lo más significativo de sus obras es el pesimismo. En las siete tragedias que
se conservan (aunque escribió muchas más), el argumento se centra en un solo
personaje, indefenso ante la fatalidad y la omnisciencia divina.
Con grandes problemas universales como tema, sus obras (Edipo rey, Antígona,
Áyax, Electra, Filoctetes, Edipo en Colono y Las Traquinias) cuestionan la posibilidad
del heroísmo y desarrollan la idea que el hombre sufre un destino que no ha elegido. En
ocasiones las circunstancias son tan horribles que al personaje no le queda otra salida
que el suicidio, tal y como le ocurre al protagonista de Áyax.
Eurípides, contemporáneo de Sófocles, fue bautizado como «el filósofo de la
escena» por su temperamento culto y reflexivo. Contribuyó a la evolución de la tragedia
griega introduciendo niños en la escena, reduciendo el papel del coro y dotando de gran
fuerza a sus figuras femeninas.
De las más de noventa obras que escribió se conocen unas dieciocho. En ellas el
escritor también manifiesta su pesimismo. Pero, a diferencia de Sófocles, esta actitud le
impulsa a ser crítico con las tradiciones heroicas y mitológicas. Aunque en sus tragedias
siguen apareciendo los héroes y los dioses (considerados estos últimos como «ficciones
engañosas»), sus personajes se transforman en seres normales que poseen incluso rasgos
vulgares o caricaturescos.
En lugar de preocuparse por las dramáticas consecuencias que pueden derivar de
la intervención del Destino, Eurípides profundiza en las pasiones y reacciones humanas
más exaltadas, según se observa en títulos como Medea, Orestes o Ifigenia.
La comedia antigua
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conservadas de Aristófanes el principal objetivo es conseguir la risa del espectador. Para
ello, el autor crítica y ridiculiza, hasta llegar a la caricatura, a filósofos, políticos y
escritores contemporáneos. Así, desde una posición conservadora y aristocrática que
defendía la validez de los mitos antiguos, se convierten en personajes cómicos figuras
como Eurípides, cuyas tragedias juzgaba como una degradación del teatro clásico por su
tendencia a desmitificar a los héroes legendarios (en Las ranas) o Sócrates en Las
nubes, donde las maneras educativas del filósofo son descritas con fina ironía.
Las burlas de Aristófanes también tuvieron un carácter genérico y se dirigieron
contra temas como la guerra en Lisístrata, comedia donde las mujeres se rebelan contra
sus esposos, negándose a cumplir con sus deberes hasta que estos no terminen la guerra
que los aleja de su hogar.
La comedia nueva
3. LÍRICA
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Lírica coral Poemas largos y complejos
Cantada por un coro de jóvenes, durante fiestas religiosas o
acontecimientos sociales.
Tiene gran importancia en Esparta.
Subgéneros:
a) Epinicio: poema en honor de los atletas victoriosos (Píndaro).
b) Himno: canto en honor de una divinidad.
c) Encomio: poesía que elogia a determinado personaje.
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idea ingeniosa), ambientados en el entorno cortesano de la reina de Egipto Berenice. Su
obra tuvo gran influencia en autores latinos como Catulo y Ovidio.
Teócrito (316-260 a. C.) ha sido reconocido como el creador de la literatura
bucólica. Aunque escribió epilios, breves poemas de asunto épico en los que humaniza a
los antiguos héroes, fueron sus idilios sus composiciones más famosas. Se trata de
escenas dialogadas que protagonizan pastores o campesinos en un escenario natural
bastante idealizado. En ellos los personajes compiten musical y poéticamente sobre
cuestiones amorosas o míticas. Teócrito refleja los sentimientos de una sociedad en la
que se aspira a la evasión hacia la naturaleza, mientras su preocupación por la forma de
sus poemas lleva el sello de la cultura helenística.
4. PROSA
Historiografía
Este género derivó de la epopeya, y su aparición estuvo ligada a dos hechos básicos: el
deseo de los escritores de informar (no el de entretener), y el empleo de la prosa, de ahí
que los primeros historiadores fuesen conocidos como «logógrafos» (escritores en
prosa). La historiografía griega se ocupó, fundamentalmente, de sucesos ocurridos en la
misma época en que vivieron los historiadores. La existencia de testigos orales, cuya
información era más fiable, y la idea de que el escritor estaba situado en un momento
clave de la Historia contribuyeron a la afición por lo contemporáneo.
Heródoto de Halicarnaso (484-425 a. C.), además de geógrafo, fue considerado
el «padre de la historia». Intentó que no cayeran en el olvido los hechos dignos de ser
recordados y que podían tener un valor ejemplar. En su afán por contar la verdad,
distinguía entre aquello que él mismo había visto (adtestatio res visae) y aquello que le
habían contado. Sin embargo, Heródoto no fue un cronista riguroso, pues le faltaba
sentido crítico. En su Historia, dividida en nuevo libros en honor de las nueve musas y
centrada en el relato de las guerras médicas, entre griegos y persas, demostró estar más
interesado en la relación de sucesos que en las causas que los provocaron. Era más
narrador que historiador, de forma que acogía con frecuencia anécdotas increíbles,
leyendas o costumbres que conoció en sus viajes o que procedían de la tradición oral.
Tucídides (s. V a. C.) se reconoce como el primer historiador moderno. Frente al
escaso rigor analítico de Heródoto, él busca la veracidad completa y la imparcialidad,
indagando en la versión de sus testigos orales o basándose en informaciones precisas;
frente al acopio masivo de datos, está más interesado por la explicación de las causas y
motivaciones que generaban el comportamiento de los personajes históricos. Escribió
una Historia de la guerra del Peloponeso, en ocho libros, dejando sin compilar lo
ocurrido durante siete años. En su búsqueda de la exactitud, Tucídides llegó a
desconfiar de la tradición legendaria.
Jenofonte (440-350 a. C.) no fue exhaustivo en la recogida de datos para sus
libros, ni profundizaba en los sucesos narrados o en las causas que los originaban. No
obstante, destacó por su estilo «dulce», que le hizo merecedor del calificativo de «la
abeja ática». En su Anábasis o La retirada de los diez mil, desarrolló un episodio
histórico en el que él mismo estuvo envuelto. Como general griego había acudido en
socorro de Ciro el Joven, que estaba siendo atacado por su hermano Artajerjes. Tras la
derrota de Ciro, el mismo Jenofonte lideró la retirada de las tropas griegas desde Persia.
La narración de estos sucesos se completó con la descripción de los espacios, la fauna o
la flora de los países por los que iba discurriendo el autor, que convertía la obra en un
reportaje de su propia experiencia en el ejército.
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Ya en la época romano-bizantina, Plutarco (46-120 d. C.), sacerdote del templo
de Delfos y magistrado, enriqueció el género historiográfico con las Vidas paralelas,
una obra integrada por unas cincuenta biografías donde empareja a personajes griegos y
romanos (la mayoría políticos y militares), basándose en sus semejanzas de carácter. El
carácter moralista de Plutarco se refleja en los contrastes y paralelismos que establece
entre dichas figuras, transformadas en ejemplos humanos. Implícitamente, el autor deja
entrever que la historia la hacen los hombres ilustres, a los que sus biografías les
otorgan una función muy precisa.
Plutarco escribió también una Vida de Alejandro, considerada una de las fuentes
más importantes del famoso conquistador. Asimismo es autor de unos escritos en prosa
de carácter misceláneo, sobre filosofía, religión, pedagogía, etc., que el monje bizantino
Máximo Planudes tituló como las Morales.
Didáctica
Filosofía
En una cultura como la griega en la que los filósofos desempeñaron un papel tan
importante, deben señalarse las contribuciones de pensadores como Platón (428–347 a.
C.) y Aristóteles (384-322 a. C.). El primero fue el creador del diálogo filosófico, donde
se contrastan varias opiniones sobre un tema a través del debate (El banquete, Fedro, La
República, Apología de Sócrates,…). Por su parte, a Aristóteles se le debe la redacción
de obras como la Retórica y la Poética. Las teorías tratadas en este último libro sobre la
imitación, la regla de las unidades o la distinción entre la tragedia y la comedia se
convirtieron en una especie de canon literario a lo largo de varios siglos.
Oratoria
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Sátira
Cobró vigor durante el periodo romano con la obra de Luciano de Samosata (h.
125-192 d. C.), escritor cuya actitud escéptica y pesimista lo condujo a ironizar y a
burlarse, mediante un agudo ingenio, de cualquier personaje (filósofos, historiadores,
etc.), costumbre o creencia que le resultara falsa y maravillosa. Frente a los relatos de
geógrafos y viajeros de su época, escribió las Historias verdaderas, obra fantástica
donde él y otros navegantes son empujados por un tifón hasta la Luna. Su talante crítico
se manifestaría, sobre todo, en sus diálogos, precedentes de este subgénero narrativo en
el Renacimiento, donde ridiculiza hasta la propia mitología clásica (como en sus
Diálogos de los dioses) para divertir a sus lectores.
Novela griega
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LITERATURA ROMANA
INTRODUCCIÓN
La literatura romana se nutre en gran parte de la griega, aunque no por ello deja
de aportar valiosos textos a las generaciones futuras. Entre estas aportaciones ocupan un
lugar privilegiado las fábulas mitológicas y los tópicos horacianos, cuyo atractivo hizo
imprescindible su uso por los autores del Renacimiento europeo y aún hoy siguen
teniendo vigencia.
Por un lado, la poesía romana es fundamental como base de gran parte de la
poesía posterior, desde la lírica hasta la épica, esta última de procedencia griega y de
gran transcendencia en los orígenes de la novela europea, que se sustenta en la base de
aventuras y sucesos extraordinarios que presenta la épica romana; por otro lado, la
historiografía se consolida como género literario y supone un punto de partida para la
labor cronística que será una constante durante la Edad Media. La comedia, por último,
servirá de modelo a muchos de los autores teatrales del Barroco, confirmando de esta
forma la importancia capital de la literatura romana en el devenir del hecho literario.
La importancia del latín como lengua de cultura hace necesario que distingamos
entre literatura romana y literatura latina, entendiendo la primera como la escrita
durante la hegemonía de Roma y la segunda como la que, después, siguió utilizando la
lengua latina como vehículo de expresión, hasta bien avanzado el siglo XVI. Nuestro
estudio se centrará, en esta unidad, en la literatura romana, que se desarrolla
fundamentalmente en un espacio de seis siglos, tres antes de Cristo y los otros tres en la
era cristiana, abarcando a su vez el tiempo de mayor esplendor de Roma, durante la
República y durante el Imperio. La decadencia de este último trajo consigo, también, la
desaparición de la literatura. Con estos planteamientos, podríamos establecer dos
períodos en el desarrollo de la literatura romana antigua, ligados a los dos grandes
momentos de la historia de Roma: época republicana, que abarca desde la mitad del
siglo III a. C. hasta los años centrales del siglo I a. C, y época imperial, desde la muerte
de César (44 a. C.) hasta el siglo III d. C. Tras estos dos períodos se produce un
predominio de la literatura paleocristiana y de la filosofía, y, más tarde, ya en la Edad
Media e incluso en el Renacimiento, el latín sigue siendo la lengua de muchos
escritores, con una temática principalmente religiosa y didáctica.
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1. EL TEATRO
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Tito Macio Plauto (c. 254-184 a. C.)
Procedente de Sársina, una ciudad de la región de Umbría, en el centro de Italia,
y posiblemente de origen humilde, Plauto es el más celebrado de los comediógrafos
latinos. Se considera que debió de escribir unas ciento treinta comedias, de las que solo
se conservan veintiúna, algunas de ellas incompletas. Se ha establecido una posible
cronología del teatro de Plauto:
-Primeras obras, de fecha anterior al año 200 a. C., entre otras: Asinaria (La
comedia de los burros) y Miles gloriosus (El soldado fanfarrón).
-Período de plenitud, a comienzos del siglo II a. C.: Amphitruo (Anfitrión),
Menaechmi (Los Menecmos) y Aulularia (La comedia de la olla) son algunos
ejemplos.
-Últimos años, aproximadamente entre 191-184 a. C., con obras como
Trinummus (Las tres monedas) o Captivi (Los cautivos).
Los modelos de Plauto se encuentran en la Comedia Nueva griega, con la
excepción de Anfitrión, que, por su temática mitológica, parece acercarse más a los
argumentos de la Comedia Media. Recurre a menudo a la técnica de la
“contaminación”, que consiste en no tomar como fuente una única comedia griega, sino
en mezclar situaciones procedentes de otras que le puedan ser útiles para la intriga que
planea. No obstante, a pesar de la ambientación indiscutiblemente griega de las
comedias de Plauto, encontramos a menudo ciertos toques romanos, como hablar de las
legiones o jurar por Júpiter Capitolino, que pretenden acercar más las obras al público,
que se identifica con lo que le es más familiar.
Aunque no hay en Plauto un deseo moralizador, sí se percibe una cierta crítica
negativa de los vicios representados por determinados personajes, en la burla y
ridiculización que de ellos se hace.
Para lograr la risa del espectador, Plauto recurre al continuo movimiento
escénico, a la ruptura de la ilusión (introduciendo secuencias ajenas a la trama), a las
alusiones a la vida cotidiana, a las burlas de provincianos y campesinos, a la hipérbole, a
la inclusión de equívocos y enredos, al uso de palabras y expresiones obscenas o soeces,
etc.
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humanismo terenciano es ejemplo un verso del comienzo de su Heautontimorumenos:
“Homo sum: humani nihil a me alienum puto” (“Soy hombre: ninguna cosa humana
considero ajena a mí”).
2. LA POESÍA
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2.2. Época imperial
Aunque las vidas de la mayoría de los poetas de este período comienzan durante
la República, sus obras se desarrollan fundamentalmente en época de Augusto, el
período de mayor esplendor de la literatura romana.
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medias res, es decir, con la acción ya iniciada y continuada tras la intercalación de los
episodios que no se han narrado al principio: nos presenta a Eneas y sus compañeros
arrojados por la tormenta a las costas de Cartago, en el norte de África (libro I), y
después se narra, por boca del héroe, que se lo cuenta a Dido, la reina de Cartago, el
final terrible de Troya y su travesía hasta llegar allí, con la muerte de su padre,
Anquises, en Sicilia (libros II y III). El libro IV retoma la linealidad del relato con la
vuelta al presente y contiene los amores de Eneas y Dido. La profecía que obliga a
Eneas a llegar a Italia y fundar Roma hará imposible la continuidad de esos amores.
Dido, tras la marcha de Eneas, incapaz de sufrir su ausencia, se suicida.
Los libros V y VI suponen la vuelta de los troyanos al mar: en el primero llegan
a Sicilia, donde celebran grandes juegos en honor a Anquises, allí enterrado, y en el
segundo, Eneas desciende a los reinos de la muerte, acompañado por la sibila de Cumas.
Los cantos VII al XII muestran las guerras por la conquista del Lacio, que se resuelven
finalmente con la muerte de Turno, el rey de los rútulos, a manos de Eneas, y la
consecución, por parte de este, de la mano de Lavinia, la heredera del rey Latino.
La crítica ha querido ver en la Eneida una doble simbología histórica, que asimilaría las
andanzas de Eneas en Cartago con las guerras púnicas entre Roma y los cartagineses
(que abarcaron más de un siglo, entre la mitad del III y la mitad del II a. C.), y los
combates por el dominio de Italia con las guerras civiles que fueron contemporáneas de
Virgilio.
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-Las Epístolas, de contenido filosófico y moral, suponen un retorno de Horacio a
los temas satíricos y críticos. Destaca sobre todas la Epístola a los Pisones, también
conocida como Arte poética, donde censura la literatura recargada y pretenciosa y
defiende una poesía sencilla y cercana.
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de las Metamorfosis sufren transformaciones que les hacen pasar de la categoría humana
a la de plantas, árboles, piedras, animales, estrellas... Entre otras historias, destacan las
de Apolo y Dafne, Píramo y Tisbe, Orfeo y Eurídice o Narciso y Eco.
El último período de la obra de Ovidio se desarrolla en el destierro del poeta en
el Ponto Euxino, y está compuesto por dos libros: Tristes y Epístolas desde el Ponto. En
ambos casos, predomina una poesía de lamentos, con una vuelta a los moldes de la
elegía en el primero de los dos libros, que busca conmover al que lee ante el sentimiento
de humillación y de desdicha que ofrece el autor, que no esconde nunca sus deseos de
volver a Roma y utiliza, a veces, un tono adulador con los poderosos que podrían
facilitar esa vuelta.
Otros poetas
Cabe destacar la labor de Marco Anneo Lucano (39-65 d. C.), que cultivó un
nuevo tipo de poesía épica, alejada del modelo de Virgilio (y, por tanto, de Homero), al
centrarse en hechos reales y tomar la historia como motivo poético, sin referencias
mitológicas ni legendarias, como hace en la Farsalia, que trata sobre las guerras civiles
entre César y Pompeyo. Otros poetas de este período fueron Fedro, que escribió fábulas
a imitación del griego Esopo, o Marcial y Juvenal, autores de epigramas y sátiras,
respectivamente, que retratan la inmoralidad de su tiempo.
3. LA PROSA
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de la prosa del griego Tucídides (con quien comparte un uso arcaizante del lenguaje),
concibe la historiografía como un arte, pero huye del retoricismo.
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donde narra las aventuras de un hombre, Lucio, transformado en asno por artes mágicas,
pero que, al no perder su inteligencia humana, se convierte en testigo y narrador de todo
lo que le rodea, recreando una sociedad en crisis. El protagonista se configura, por esto
y por su forma de vida, como un antihéroe que preludia en gran medida la novela
picaresca. De ambientación griega, El asno de oro tiene su base en una obra anterior,
también llamada Metamorfosis, escrita por Lucio de Patras.
En el relato se encadena una sucesión de cuentos, trabados por el hilo conductor
de la presencia de Lucio y, a veces, por la propia intervención de este, que sirven de
contrapunto y de entretenimiento en medio de las fortunas y adversidades del
protagonista. Tiene un especial interés, por la belleza de la historia, el cuento que trata
de los amores de Eros y Psique.
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