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LA MEMORIA NO ES ASUNTO DE PREFERENCIAS POLITICAS

Lo que se pide es que se respete la legitimidad que ha obtenido el Centro Nacional de


Memoria Histórica a través de un trabajo juicioso, riguroso, lejos de los radicalismos y
con clara vocación de imparcialidad.

14 Feb 2019 - 12:00 AM


El Espectador

Escuchar a ciertos congresistas del Centro Democrático, partido de gobierno, discutir sobre
el futuro del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) invitaría a creer que está en
curso una guerra ideológica para la cual solo hay una solución: elegir un sesgo y convertirlo
en la verdad oficial.

A través de su cuenta de Twitter, la senadora Paloma Valencia escribió que “resulta que
para dirigir el CNMH se tiene que tener sesgo de izquierda; si la posición política no es esa,
entonces no tiene las ‘capacidades’ para hacerlo”.
En el mismo sentido, el parlamentario José Obdulio Gaviria le dijo a Colombia 2020 de El
Espectador que “ustedes estarían felices de que nombraran a un ‘mamerto’ (póngale
comillas). Mejor dicho, ustedes estarían felices de que quedara uno de los intelectuales pro-
Farc, quedarían felices porque conduzca esa investigación y ese trabajo”.
A partir de estas posiciones, ambos concluyen que la nominación de Darío Acevedo
Carmona para dirigir el CNMH debería verse como una buena noticia y que las críticas en
su contra no tienen fundamento más allá de ser objeciones ideológicas que responden a una
corriente política particular.

Entender el problema de esa manera no solo es una caricaturización inadecuada de los


reparos que han surgido alrededor de la nominación de Acevedo, sino que además enmarca
el debate en términos peligrosos: ¿no hay manera de construir una verdad histórica que no
esté claramente sesgada por una corriente política?

Los reclamos que académicos nacionales e internacionales han hecho a los aspirantes
elegidos durante el actual gobierno para dirigir el CNMH no son caprichos ideológicos.
Sobre los dos primeros pesaban serias dudas sobre sus capacidades para dirigir una entidad
con tanta importancia para el país. Sobre Acevedo, aunque es innegable su trayectoria
como historiador, lo que ha causado revuelo es que acepte abiertamente que el conflicto
armado no existió, cuando la ley que creó al CNMH se construyó alrededor de la real
existencia de ese conflicto.

La “verdad” no depende de la corriente ideológica que gane unas elecciones. Aquí no se


trata, tampoco, de exigirle al presidente Iván Duque que nombre a una persona en la que él
no crea o que no pertenezca a sus colectividades. Lo que se pide es que se respete la
legitimidad que ha obtenido el CNMH a través de un trabajo juicioso, riguroso en lo
académico, lejos de los radicalismos y con una clara vocación de imparcialidad.

No puede pretenderse imparcial quien, de antemano, ve con malos ojos las raíces que
llevaron a crear el Centro que va a dirigir.

Como escribieron una serie de organizaciones defensoras de derechos humanos en una


carta dirigida al presidente, “la reconstrucción de la memoria histórica debe desvelar
responsabilidades de todos los actores del conflicto en los hechos victimizantes, buscar
todas las historias y verdades que contribuyen hacia la verdad completa que el país necesita
para sanar, sin inclinarse hacia la versión de ningún actor”.

Ni la política ni la ideología deberían tener espacio en esta discusión. La labor del CNMH
debe ser intachable y no generar dudas sobre posibles sesgos. Ese es el debate de fondo
que, infortunadamente, no se está pudiendo dar.

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