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Clases y componentes de la radiación

1. Partícula alfa: Son flujos de partículas cargadas positivamente compuestas por


dos neutrones y dos protones (núcleos de helio). Son desviadas por campos
eléctricos y magnéticos. Son poco penetrantes, aunque muy ionizantes. Son muy
energéticas. Fueron descubiertas por Rutherford, quien hizo pasar partículas alfa a
través de un fino cristal y las atrapó en un tubo de descarga.

2. Desintegración beta: Son flujos de electrones (beta negativas) o positrones (beta


positivas) resultantes de la desintegración de los neutrones o protones del núcleo
cuando este se encuentra en un estado excitado. Es desviada por campos
magnéticos. Es más penetrante, aunque su poder de ionización no es tan elevado
como el de las partículas alfa.

3. Radiación gamma: Se trata de ondas electromagnéticas. Es el tipo más


penetrante de radiación. Al ser ondas electromagnéticas de longitud de onda corta,
tienen mayor penetración y se necesitan capas muy gruesas de plomo o seis
veces más (que Pb) si fuera hormigón para detenerlas. En este tipo de radiación el
núcleo no pierde su identidad, sino que se desprende de la energía que le sobra
para pasar a otro estado de energía más baja emitiendo los rayos gamma, o sea
fotones muy energéticos. Este tipo de emisión acompaña a las radiaciones alfa y
beta. Por ser tan penetrante y tan energética, éste es el tipo más peligroso de
radiación.

Riesgos para la salud

El riesgo para la salud no sólo depende de la intensidad de la radiación y de la duración de


la exposición, sino también del tipo de tejido afectado y de su capacidad de absorción. Por
ejemplo, los órganos reproductores son 50 veces más sensibles que la piel.
Los efectos mutagénicos de la radiación fueron identificados por primera vez por Hermann
Joseph Muller en 1927. Por esta investigación le fue concedido el Premio Nobel de
Medicina en 1946.3

Consecuencias para la salud de la exposición a las


radiaciones ionizantes

Los efectos de la radiactividad sobre la salud son complejos. Dependen de la dosis


absorbida por el organismo. Como no todas las radiaciones tienen la misma nocividad, se
multiplica cada radiación absorbida por un coeficiente de ponderación para tener en cuenta
las diferencias. Esto se llama dosis equivalente, que se mide en sieverts (Sv), ya que
el becquerel, para medir la peligrosidad de un elemento, erróneamente considera idénticos
los tres tipos de radiaciones (alfa, beta y gamma). Una radiación alfa o beta es
relativamente poco peligrosa fuera del cuerpo. En cambio, es extremadamente peligrosa
cuando se inhala. Por otro lado, las radiaciones gamma son siempre dañinas, puesto que
se neutralizan con dificultad.
¿Cómo las absorbe el cuerpo?
Hay muchos tipos de partículas en las radiaciones, pero las que más abundan son las de
tipo gamma, que atraviesan sin dificultad los tejidos e impactan en el ADN de las células,
precisamente donde se produce el efecto más importante, ya que puede provocar
mutaciones celulares y dar lugar a diversos tipos de cáncer.
La radiación también se puede inhalar. Esta vía tiene un agravante, porque el elemento
químico entra en el cuerpo, puede metabolizarse y permanecer durante mucho tiempo
descargando radiaciones. El plutonio, por ejemplo, se puede fijar en los huesos y los
pulmones, llegando a originar diferentes tumores.

¿Qué riesgos suponen para la salud?


La radiación controlada no representa ningún riesgo. De hecho, las radiaciones conviven
con nosotros, en hospitales, en industrias, en ciertos gases que se encuentran en el
terreno... Sirven para tratar el cáncer (radioterapia) y para diagnosticar muchas
enfermedades (a través de radiografías, por ejemplo).

¿Qué tipo de efectos tiene la radiación en el organismo?


Hay que distinguir en primer lugar entre la exposición puntual a altas dosis (muy por
encima de 100 milisieverts), que puede provocar efectos agudos en poco tiempo (como
malestar, quemaduras en la piel, caída de pelo, diarreas, náuseas o vómitos), y los daños
acumulados, que pueden causar problemas de salud más graves a largo plazo (cáncer
fundamentalmente), sobre todo leucemias y cáncer de tiroides. Estos efectos tienen que
ver con la capacidad de las radiaciones ionizantes para provocar cambios en la
estructura de las células, es decir, para alterar su ADN; algo que no ocurre con las
radiaciones no ionizantes (como las de infrarrojos).

¿Qué radiación recibimos normalmente?


Como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona recibe unos 3
mSv a lo largo de todo el año, el 80% a través de fuentes naturales de radiación (como
ciertos gases que puede haber en el terreno), y el otro 20% a través de procedimientos y
pruebas médicas, aunque estas cifras pueden variar en función de la geología del terreno.

¿Quiénes son más vulnerables?


Cuanto más jóvenes, mayor es la sensibilidad a las radiaciones. Su organismo celular se
renueva muy rápidamente y si alguna célula se vuelve cancerosa, el tumor se desarrolla
con más rapidez.

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