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VIDA DE SIMONE WEIL

no sólo con Copean, sino también con Edi. Pero finalmente renunció a
su idea e hizo con sus padres un viaje a los Alpes. Su hermano acababa
de aprobar la agrégation'' de matemáticas, a los diecinueve años. Pasa-
ron unos días en Lanslevillard, en Maurienne. Es probable que fuera en
el glaciar de Evettes cuando contémpló ese paisaje de montaña que tan 2
intensamente imprimió en ella la noción de pureza 14 •
Duranié el paseo a las Evettes, cuando la familia estaba en el lugar El ENCUENTRO CON ALAIN
desde donde se podía contemplar el glaciar, de repente Simone de~apa­
reció con su hermano durante casi una hora. Sin avisar, se habían 1do a
pasear sobre el glaciar. .
Durante ese verano los W eil pasaron también unos días en Challes-
les-Eaux en el hotel del Chatean. La señora Weil hizo allí una cura de
aguas. Si~one se hizo amiga de las camareras, del portero, de la cajera,
del mozo de recados y de otros domésticos. Les decía que les hacían
trabajar demasiado aconsejándoles que formaran un sindicato. Al caer
la tarde noche, mientras los clientes del hotel, entre ellos los padres de
Simone y el senador Lisbonne, charlaban en el ~otel, tod?s e~os em-
pleados se reunían con Simone. Una noche un c~1ente _entro fun~so en Aunque Simone conserve siempre por Le Senne estima y afecto, no
el salón diciendo en voz muy alta: «Cuando se tienen 1deas semeJante~ parece que su filosofía tuviera sobre ella una influencia perdurable. El
¿por qué se viene a un hotel c~mo éste?». T~bién el ~~nadar se ent~r~ propio Le Senne habría negado que ejerciera esa influencia 1• Aunque
de la actividad subversiva de S1mone. Pero, lejos de cnt1carla, la adnnro tal vez sólo lo dijera por modestia. Pero la señora Weil afirma asimismo
por ello. Un año después, cuando la señora Weil volvió para una nueva que, incluso durante el año que le tuvo como profesor, apenas hablaba
cura de aguas, todo el personal del hotel la colmó de atenciones acor- de él ni contaba sus ideas, mientras que cuando estaba en khagne se
dándose de Simone. . mostraba en cambio manifiestamente entusiasmada por Alain * y como
En octubre, entró en premiere supérieur en el Henri IV, ese cicl_o colmada por su doctrina. Personalmente, nunca oí hablar a Simone de
que los estudiantes conocen como la cagne (o kha~e, com?, estos es~I­ la filosofía de Le Senne. Y en la medida en que conozco esa filosofía, no
ben enfáticamente de broma). Desde el año antenor, tamb1en las muje- me parece que haya podido dejar mucha huella en su pensamiento. En
res podían cursarlo. Como André, Simone deseaba asimismo ingresar efecto, no hay en la obra de Simone rasgo alguno de negación del mun-
en la Escuela Normal Superior de la calle d'Ulm y, sobre todo, deseaba do exterior; nunca reduce los objetos a nuestras ideas ni a idea alguna.
oír a Alain. Aunque pueda equivocarme respecto al pensamiento de Alain y quienes
lo conocen mejor encuentren quizá relaciones que a mí se me escapan.
Pero incluso si esto fuera así, habría que preguntarse si puede resultar
posible que Simone recuperara por sí misma algo correspondiente a las
ideas de Le Senne, cuando ciertamente parecía haberlas olvidado y te-
niendo además en cuenta que la enseñanza de Alain solía borrar en sus
discípulos toda enseñanza filosófica anterior. Pero si resulta dudoso
que Simone deba mucho a Le Senne, parece en cambio seguro que debe
a Alain una parte esencial de su pensamiento. De ahí la necesidad de
señalar claramente en este punto una especie de corte y nuevo naci-
miento. De la misma manera que todo artista parte de una obra de atte
y no de la naturaleza vista directamente, así también toda filosofía parte
de una filosofía anterior; lo que es cierto incluso en el caso de los más

1. Ver J. Cabaud, L'ex{lérience vécue de Simone Weil, Plon, Paris, 1957, p. 20.
Exámenes para cátedra de insrituro-universidad. * Filósofo y profesor, Émile Chanier, llamado Alain (1868-1951), es auí:or sobre todo
14. A la espera de Dios, p. 39. de Propos, conjunto de artículos y reflexiones.

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grandes filósofos. Tras lo cual diré que, en mi opinión, la filosofía de siempre inquirir, saber, considerar? Un encanto que para muchos per-
Simone comienza con las clases de Alain. manecía oculto, personas que sólo veían en Simone un ser absoluta-
Aunque, desde cierto punto de vista, hubiera ya elegido su camino. mente intelectual. De cuerpo endeble, sus gestos eran vivos pero a me-
La rebelión contra el orden social, la indignación, la severidad respecto nudo torpes. Llevaba ropa de corte masculino, siempre la misma (una
de los poderes, la elección de los pobres como sus compañeros, no especie de traje sastre de falda bastante larga, y chaqueta estrecha y
venían de Alain. Son rasgos con los que de antemano entroncaba ya con también larga) y siempre, tambié_n, zapatos de tacón corto. Nunca lle-
él. Cierto que éste no predicaba la rebelión violenta; al contrario, pre- vaba sombrero, algo en esa época muy corriente en la burguesía. El
dicaba la obediencia en la mayoría de los casos. Pensaba que las revolu- conjunto componía un personaje singular que hacía pensar eri la
ciones acaban siempre por reforzar los poderes y hacer aún más esclavo intelligentzia revolucionaria y que, por esa u otra razón, tenía la parti-
al ciudadano. Pero difundía un espíritu analítico, de resistencia, una· cularidad de irritar a mucha gente, a veces hasta el furor. Todavía sigue
voluntad de considerar libremente y mantener en sus justos límites, a irritando.
través de la fuerza de control ejercido por la opinión, esos poderes Y hasta es posible que el propio Alain sintiera quizá al principio
-los poderes- que en su opinión siempre tiranizan. A él debe Simone cierta desconfianza, esa desconfianza de campesino hacia una persona
probablemente la profundización de su rebeldía, el discernimiento de tan extraña y tan poco terrenal. Más tarde supe que la llamaba «la
las más seguras causas de la tiranía, el rechazo de las falsas soluciones Marciana» (ignoro si ella llegó a saberlo). Después explicaría que ese
que acaban conduciendo a una tiranía aún mayor. Y el pensamiento de nombre significaba que <<ella no tenía nada en común con nosotros
Alain no es ciertamente ajeno a la lucidez y fuerza del pensamiento que alguien que nos juzgaba a todos soberanamente>>1 • Aunque en principi~
ella mostrará después en al terreno ¡JOlítico. Sin Alain, quizá Simone quizá sólo pensara en los marcianos de Wells, que son únicamente cere-
hubiera despilfarrado su entrega al servicio de un partido. Pero en su bro y mirada. Recuerdo que al entregarle su primer trabajo, que a él le
voluntad de situarse siempre en el campo de los esclavos, más que en había parecido bueno en ciertos aspectos, le reprochó que carecía de
construir a partir de su doctrina, Alain fue para ella su «maestro». Gn estilo diciendo de su escritura que tenía <<un estilo de máquina de escri-
sentimiento que era en Simone --como también en Alain- algo inme~ bir». Había en estas palabras una cierta dureza que desde luego ella
diato y rasgo de carácter anterior a toda filosofía. acusó, ya que en el siguiente trabajo no olvidó decirle -insistiendo en
Por lo demás, su carácter ya estaba en esa época formado. Las his~ su observación- que, como todo el mundo, ella tenía su propio estilo.
torias de su infancia la muestran sociable, amando apasionadamente la Puede por lo demás que esa primera impresión estuviera movida o in-
amistad y amiga leal, muy caritativa, indignada ante la injusticia pero duci?a por la impresión que en mucha gente producía Simone, la im-
no de la que ella era personalmente víctima; valerosa, paciente y capaz pre~rón de que faltaba en ella algo de la humanidad común y, por así
de una inquebrantable voluntad; inteligente, sin llegar a tener no obs- decrrlo, el espesor de la naturaleza.
tante la extraordinaria facilidad intelectual de su hermano; como al- De ahí la sorpresa que posteriormente sentirían sus antiguos com-
guien que llega a la inteligencia en parte por la fuerza de su alma y el pañeros cuando leyeron sus escritos, al encontrarla tan humana. Yo
trabajo concienzudo, por su energía en querer conocer y bien hacer; misma quedé extrañada ante determinados grados de sensibilidad que
lenta en los trabajos manuales, donde mayores dificultades encontraba; los escritos muestran. Cierto es que nadie ignoraba su generosidad, su
interesada por las grandes cuestiones; portadora ya de esa avidez de preocupación por los demás, su compasión, que todo el mundo sabía
saber todo lo que es importante saber, de acopiar los instrumentos ne- que poseía esas virtudes, y en grado máximo. En cierto sentido era por
cesarios para resolver en la medida de lo posible todos los grandes pro- tanto más humana que nadie. Pero lo que resultaba más difícil de creer,
blemas, de hacer que todo lo esencial cupiera en una sola vida, uno de era que tuviera también las mismas debilidades de la gente corriente. Se
sus rasgos más asombrosos. Ya desde niña, quería resueltamente hacer hubiera podido pensar que no tenía las mismas necesidades, los mismos
algo de su vida y por encima de todo temía malograr su muerte. deseos, que no se sentía herida poF las mismas cosas que los demás. En
Su aspecto externo no variará prácticamente del que mostraba al efecto, se prohibía cualquier debilidad con una voluntad tan firme que
comenzar su período de khligne. Rostro pequeño y estrecho, comido se hubiera podido tomar por singularidad de su naturaleza lo que no
por los cabellos y las gafas. Nariz fina, ojos negros de mirada valiente, era más que un efecto de la voluntad.
un cuello tendido hacia adelante que transmitía una impresión de apa- Frente a los proyectos que ya había forjado, frente a la idea que se
sionada curiosidad, casi indiscreta; pero una boca espesa donde había hacía de su vida, como ella misma dijera posteriormente, haber sido
dulzura y bondad. Bien mirados, esos rasgos no carecían de encanto e mujer constituía una singular desventura. De ahí que decidiera reducir
incluso de belleza; un rostro a la vez insolente y tierno, audaz eri la
interrogación pero tímido en la sonrisa, una sonrisa que parecía burlar-
se de sí misma. ¿Quizá a costa de la gafas o por ese aire de querer 2. Alain,]ournal (inédito).

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ese obstáculo en la medida de lo posible olvidándolo, es decir, renun- su forma de ves~r cada vez fue chocando menos, bien porque poco a
ciando a considerarse y a ser considerada por los demás como una mu- poco _fuer~ parecre~do menos. voluntariamente singular, bien porque el
jer, al menos durante un cierto tiempo. Quizá por eso se la juzgara en propiO traJe femernno evoluciOnara en esa dirección.
cierto sentido inhumana. De una mujer se espera, en la medida en que ~o obstante, cuando era aún muy joven, en su manera de vestir
es naturalmente mujer, que deje traslucir una naturaleza femenina. Jus~ hab:a desde luego algo de ":olunt~ismo; me da lá impresión de que
to lo que ella menos deseaba. habra en ello realment~ una mtencr.on expresa. Recuerdo que, en vista
Su familia bromeaba afectuosamente respecto de su deseo de que se de que su madre quena que fuera a la ópera, aceptó hacerse no un
la tratara como a un chico; e incluso ella bromeaba sobre esto. Sus vestrdo de noche, sr?o un smoking, ~haqueta y falda. en tela negra, y la
padres la llamaban <<Simon», <<nuestro hijo número dos», <<nuestro estu,- chaqueta muy semeJa~te a la del traJe masculino. Lo que debió costar
diante de khéigne>>. Cuando Simone escribe a su madre, en la época de. tan caro como un traJe de noche y seguramente exigió varias sesiones
preparación para la Escuela Normal, hay veces que incluso habla de sí de pro~~do. Se trataba pues de un acto deliberado. No, ciertamente, de
misma en masculino y firma <<tu respetuoso hijo». Cierto que había en afectacwn. Aunque haya que reconocer que había tomado la decisión
esto mucho de juego y un rasgo de extremada juventud. Pero si sólo ?e ser. lo .más masa;rlina posi.ble. Decisión que hubiera podido resultar
hubiera sido juego no hubiera durado tanto. Tras ese juego había razo- mfantrl sr no estuvrera rela<:wnada con proyectos determinados, pro-
nes serias: los deberes en la vida que Simone había asumido y que le yect.os profur:?amente quendos y que acabaron realizándose. (Quizá
exigían sobre todo virtudes viriles. No siempre puede evitarse que lo hu_br~ra tambren otras razones:.las ideas particulares que las familias de
interior, lo que es resolución profunda, transparezca en el exterior. medrcos suelen tener en lo que atañe a la forma de vestir· las inclinacio-
Por lo demás, hay que señalar que la señora Weil se esforzó en nes ~~volucionarias de Simone, su desprecio por los uso; burgueses, esa
desarrollar en su hija virtudes masculinas, más que un carácter femeni- m~h~ra por la que a veces se complacía en escandalizar. En fin, podría
no. En una carta a la señorita Chaintreuil, a propósito de una niña que asurnsmo. ~e?sarse que, cre~éndose fea, hubiera renunciado, ya de jo-
estaba en la pensión de Plessis-Piquet, escribe: <<Es justamente el tipo de Y~? Ydefrmtrvamen~e, a la v~da normal de una mujer. Mas esta explica-
niña como tantas otras que he visto que ha hecho precisamente que yo. cwn no me parece JUSta, mrentras que en todas las otras hay algo de
valore y quiera más a los chicos. Esa liviandad, esa falta de franqueza, verdad. Como puede verse por una carta que Simone escribió después a
esas pequeñas poses y gesticulaciones (... ). Siempre he preferido a los. una de sus alumnas 4 , había decidido no pensar en el amor hasta el mo-
chicos, ruidosos y sinceros, como esos que veo a la salida del Montaig- mento en que supiera e~actamente que es Jo que pedía a la vida. Se
ne. Y por mi parte hago todo lo posible para estimular en Simone, no r:at.aba pues de una cuestró? de vocación. Cierto es que era demasiado
esas gracias de niñita, sino la franqueza de los chicos, aunque eso a t~~a p~a pensar que pudrera amar en tanto que mujer, y por eso más
veces pueda parecer brusquedad» 3 • bren mclmada a ~reer qu_e ?O podría. Pero nada permite suponer que en
La decisión de Simone de llevar una vida de hombre explica en ese _terreno h.ubrera decrdrdo ya desd~ su primera juventud, y no hay
parte esa singular manera de vestir que algunos siguen aún reprochán- razo.n para ~rrmar que, por muy humilde que fuera, su alejamiento del
dole. Cierto es que había también otras razones. La más importante era cammo _cornente se debiera a una especie de desesperación.)
seguramente el ahorro de tiempo que suponía para una persona que no . Varws motiv~s, pues, .Y esl?ecialmente su deseo de hacer algo por el
le sobraba precisamente. Vistiendo siempre así, no tenía que buscar bren de la humarndad, le mduJeron ~-adopt~ un traje que extrañaba y
más. Y ésta es la razón que ella invocará posteriormente. Pues tras las chocaba. Por otra parte, cabe tambren consrderar como casi ajenos a
palabras de Maurice Schumann, que en Londres le dijo un día con sua- n_u~stro m~ndo h~mano ese extremo rigor intelectual, esa implacable
vidad que quizá esa costumbre suya de singularizarse por la forma de logre~, esa mtran~rgen~e voluntad .que en ella había. Todo lo cual podía
vestir podría no ser comprendida, y no comprendida incluso por sus sugen~_un mecarnsn::o mtelectual mflexible. De ahí probablemente esta
amigos, ella, medio llorando, invocó su estado de salud, su constante refle:cwn de un. antrguo compañe~o d~ estudios de khéigne citada por
lucha contra las jaquecas y la escasa energía que le quedaba libre. En !'4arre-Mag_deleme Davy: <<Conocr a Srmone Weil en el Henri IV· era
efecto, cuando se piensa en todo lo que ha hecho en su corta vida, se. mfumable»'. '
comprende que no le quedara mucho tiempo para elegir vestidos. Se ?"ataba sólo de .una reacción extrema. La mayor parte de sus
Por lo demás, su traje se convirtió cada vez más en la ropa. de un co~p.ar:eros n.o l.a consideraban así, o no por mucho tiempo. Quizá al
pobre o de un monje, que se viste de la forma más económica posible pnncrpw se smtreran tentados a burlarse un poco de ella; e incluso
dedicando a ese quehacer el menor tiempo posible. Creo también que

4. La condition ouvriere, Gallitpard, París, 1951, p. 26.


3. Carta de 21 de julio de 1914. 5. M.-M. Davy, Simone Weil, Editions Universitaires, París, 1956, p. 13.

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puede que haya sido objeto de alguna broma cruel6 • Per~ aunque. al~­ peci~ ?e~ará~er. "arcangélico", u_na inteligencia transcendente que no
nas de sus cosas siguieran pareciendo durante bastante tiemp<;> diverti- adillltia nmgun tipo de comprom1so de orden físico o afectivo. Nunca
das, simpáticamente divertidas, las burlas malvadas desapare~Ieron en- una inteljgencia tan centelleante ha resultado tan desencarnada» 9 • Aun-
seguida. Aunque asombrara y se la mirara un poco como u? bicho ~aro. que realmente no fuera desencarnada, pues experimentaba intensos sen-
Cierto es que no era un «monstruo intelectual>>, como algu~en ha ~hcho. timientos. Pero había superado todo eso que la carnalidad suele supo-
Había en ella una sensibilidad ardiente y muy pura al mismo tiempo ner de pasiones inferiores y egoísmo.
(como en el fondo era muy sensible, se había fabr_icado una e~~ecie d~ Aun cuando no siempre fuera; y se adivinaba, una persona dulce. Se
coraje). En realidad, era una extra~a. mezcla. de fnaldad y pasw_n. P~es creía en la obligación de ser ruda. Por lo demás, cuando estaba aturdida
si por una parte mostraba razonabilidad, fnaldad, calma, pars~morua, podía perder los papeles, portándose entonces como una niña. Su violen-
por otra tenía también una viva impulsividad, impulsos a veces Ir;topm;- cia podía resultar más hiriente y distinta de lo que hubiera deseado.
tunos, en ocasiones ingenuos y encantadores, un fogoso _er;tt_USiasmo, Durante sus años de khéigne y de Escuela Normal había probablemente en
violentos estallidos de indignación. Pero incluso en su sensibilidad, po- ella, por su fogosidad juvenil, una exagerada capacidad de desprecio. Y
día parecer diferente de la mayor parte de quienes le rodeaban, segura- le lle~aría bastante tiempo.el deshacerse de sus juicios tajantes, de la al-
mente por ese absoluto desinterés u olvido de lo personal tan raro ~n tanena de sus condenas, de su desdén por las formas de buena educación.
un grado tal, esa cualidad de apasionarse sólo por l~s cau~as nobles ~Ip A algunos les parecerá que en las objeciones que posteriormente
pensar nunca en ella y dando sólo libre curso a la vwlencia por el bien hizo a la Igle_sia había aún mucho de altanería; mas, al contrario, quie-
general y la verdad. Aunque. s? _orgullo, en c_ierto sentido, fuer~ grande, nes la conoaeron en la época de sus estudios piensan que hay en esas
no sabía lo que era susceptibilidad; las hendas de ~or propw no, las objeciones una moderación, unas precauciones y miramientos que de
tomaba en cuenta, y no dudaba en ir en busc~ de qm~nes no la q?enan. joven no solía mostrar. Más tarde dejaría también ver algo de su propia
Parecía como si careciera de rencor, como si fuera mcapaz de Ira res- naturaleza, hablaría más de sí misma, dejaría adivinar sus sufrimientos e
pecto de aquello que únicamente afectaba _a su persona. Y hasta lo que incluso en pequeña medida su ser de mujer. Este punto de debilidad
tuviera de desmañado parecía deberse al simple hecho de no estar ~e­ añadi_do a una voluntad siempre intransigente, a una inteligencia siem~
cha de la misma grosera pasta que nosotros. Era probablemente dife- pre ngurosa, extrañamente haría aún más perfectas estas cualidades.
rente en el sentido de que estaba muy por encima del nivel común, más En este sentido, sí sería cierto que cuando era estudiante le faltaba algo
incluso por la pureza de sus sentimientos y la fuerza de su carácter qu_e de hu~anidad. Pero lo que ya desde entonces tenía, era quizá lo que
por su inteligencia. Uno de sus compañeros, Jacques s;anu~~a?d, escn- más difícil resulta alcanzar. Y el hecho de que al principio se prohibiera
bió más tarde: <<Lo mejor que recuerdo de ella es ~u disporubihd~d para toda debilidad y casi únicamente se preocupara por templar su coraje
la entrega a los demás, con el riesgo de decepción qu~ est~ siempre haría después que esa debilidad, o más bien ese asomo de debilidad,
implica por su exigencia misma. Su inquietud, su negativa a mstalarse fueran conmovedores y bellos.
en la vida eran ya entonces manifiestas» 7 • · •
Pero volvamos a las clases de Alain.
En un testÍmonio en la televisión, ese mismo compañero, descri-
biéndola como desmañada y frágil, inteligente pero con un cierto lado Creo que la filosofía de Simone se construye a partir de la de Alain
infantil, libre, independiente, indif~rente ante la opini?n de los dem~s, prolongándola, incluso cuando parece que se opone a ella. De ahí que
afirmó que ~arecía «de_otra especie» y qu_e <<SU extran~ ~specto aleJa- parezca necesario resumir primero la de Alain.
ba»8. Jacquelme Cazarruan habla de su caracter «arcangehco». «Una es- Aunque intentar resumirla produzca cierto remordimiento, puesto
que a él no le habría gustado que se resumiera. Pensaba que un sistema
es poca cosa y que la fuerza de un pensador se reconoce en su actitud
6. He oído contar que durante su primer año de khiigne, un esrudiante de su misma clase,
ante los problemas concretos. Nunca intentó unificar su doctrina: al
para gastarle una broma, le dtandaba cartas de amor. _Por arta p~rte, lo que me contó la se?ora contrario, parece haber tomado sus precauciones para que nunca pudie-
Weil puede estar relacionado c_on esto. En c;fecto, We1l.m: canto que, en _el curso ~e ese prliil_er ra_arrancarse de su obra una tal unificación. Su pensamiento, disperso en
año, hubo un tiempo en que Stmone parec1a muy depnm1da; y que un d1a }e h~b~~ de una c1t~ millares de cortos Propos, es siempre inseparable de la circunstancia del
que ella había concertado con uno de sus compañeros en la plaza del Panteo~,. d!c!en?ole que SI
la podía acompañar. La señora Weilla acompañó, pero durante la conversa:wn de S1mone e~~
objeto particular, del estilo, y así quería él que fuera, menospreci;ndo
su camarada se manruvo a distancia. Cuando Simone se separó de su campanero de clase, volv10 todo lo que pudiera resumirse. Por lo demás, probablemente habría ne-
hacia su madre y la dijo: «Creo que lo ha entendido y que a partir de ahora la cosa marchará gado tener una doctrina. No pretendía decir cosas nuevas, sino sólo
bien». Después la dejaron tranquila.
7. Carta a S. Pétrement, del26 de marzo de 1960.
8. Emisión «Simone Weil», realizada por M. Chevit y P. Nivollet, Télévision Fran'<l!ise, 2"
9. Carta a S. Pétrement, del 1 de septiembre de 1958.
cadena, 18 de abril de 1968.

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comprender lo ya dicho desde hace mucho tiempo y que consti~ye in- -los grados inferiores de conciencia sólo existen por los grados
cluso el pensamiento común. Idéntica vol unta? se encuentra en S~o~e, superiores; · .
que escribe: <<No comprender nuevas cosas, smo a fuerz_a de paciencia, -en tanto que fenómeno psicológico, el inconsciente no eJdste; lo
esfuerzo y método lograr comprender las verdades _ev~dentes, con ~a inconsciente pertenece sólo al cuerpo; '
totalidad del ser» 10 • Sin embargo había algo que los discipulos de Alam -la conciencia psicológica no puede separarse de la conciencia
denominaban <<la doctrina>>. Había, sí, en su obra ciertas ideas que se moral; no hay más que una conciencia, y esa conciencia nace cuando se
veían en la obligación de defender y en las que se reconocían como dis-. plantea la cuestión moral; no hay conciencia sin escrúpulo; la idea del
cípulos suyos. (Los examinadores p~ra el ingreso en la Escuel~ n? se bien es la idea suprema, de la que nacen todas las demás; .
equivocaban en esto.) Pero esta doctnna, que al menos para sus discipu- -la voluntad de bien, o más simplemente la voluntad, lleva en sí
los existía ¿eran ellos quienes la fabricaban, y habrían todos fabricado la toda la vida del espíritu;
misma? Lo cierto es que, lo quisiera él o no, sí había en su obra una -no hay voluntad mala; volqntad y maldad se excluyen mutua-
doctrina. ¿Mas cómo dar idea de una enseñanza cuyo primer artículo es mente; la alternativa no es entre querer el bien o querer el mal, sino
que no debe resumirse? En todo caso por esa ép~ca _nosotros tení~mos entre querer y no querer;
ya una idea de ella. Y lo que para nuestro propo~Ito Importa, con mde- -el principio de la moral es más un <<YO quiero>> que un «YO debo>>,
pendencia de que fuera verdadera o falsa, es esa I~ea. Intentemos, pues, puesto que lo que yo quiero es ser libre, es decir, querer;
recordar en qué consistía para nosotros tal doctrma. . -no hay voluntad que no sea libre; si no lo es, no es; lo que no es
Creo que en primer _l~gar consistí~ en un ciert~ núme~o d~ _afirm~­ libre no es voluntad sino deseo, pasión; . .
ciones audaces y paradOJICas, contranas a la ensenanza_frlosofrca mas -querer sin hacer no existe; la intención no es voluntad; la volun-
extendida entonces. Cierto es que no debemos deducir de ~sto que tad sólo existe en la acción; ·
Alaín se ocupara mucho de la polémica. Era sobre todo e~pomend~ la -no hay problema de elección; la función de la voluntad no es
verdad como él refutaba lo falso, y la grandeza de su ensenanza estriba elegir; la acción es siempre acción comenzada; la función de la volun-
en lo que tenía de positivo: un análisis profundo de la percepción, tad es acomodarse a la elección y hacerla buena;
admirables enseñanzas de lectura de los grandes filósofos (y en general -el pasado de mal puede convertirse en bien: depende de cómo se
de los grandes escritores), un método de aprendizaj~ ~el pens~miento continúe; todo hombre comienza por equivocarse y ser esclavo de las
a través de una atención rigurosa sobre el arte de escnbir. Pero mtenta- pasiones, pero eso mismo, el error y la pasión, constituye la materia de
ré explicar lo que esa enseñanza era para nosotros y lo que teníamos en la que se puede hacer libertad;
la mente cuando la llamábamos «la doctrina>>. Y ocurre que, para noso- -en cierto sentido, la imaginación no existe; ella misma es imagi-
tros, esa enseñanza era profundamente distinta de_ otras enseñanz~s; y naria; las imágenes que producimos .en nuestra mente no son fotogra-
que es probable que la hubiéramos definido e~ pnmer lug~ opomen- fías de los objetos; lo que llamamos imagen no es más que la conciencia
dola a las demás. El aspecto crítico del pensamiento de Alam resultaba de ciertos movimientos de nuestro cuerpo que nos hacen creer que
importante para sus alumnos, que por lo demá~ ~enían t~r:~encia a estamos ante los objetos y los vemos, cuando en.realidad no los vemos
extremarlo; fue importante para Simone. (Y q~Iza ese cntiCI~n;o lo en absoluto;
fuera también para el propio Alain; apenas existe un gran filosofo -el sueño no existe en tanto que fenómeno diferente; sólo tene-
cuyo pensamiento no se defina oponiéndose a los demá~, y en~~ los mos percepciones más o menos elaboradas; el sueño es una percepción
maestros la crítica está íntimamente vinculada a la doctnna positiva.) que comienza y aún muy imperfecta; .
Sobre la mayor parte de las cuestiones filosóficas, Alaí~ brinda~a afir- -no hay problema de existencia del mundo interior; la inteligen-
maciones capaces de sacudir los lugares comunes. Asi, por eJemplo, cia sólo piensa percibiéndolo; sólo piensa lo que existe (aunque se lo
afirmaba que: . . . . represente de forma más o menos exacta);
-la psicología no puede ser una ciencia en el sentido cornente que -las formas y principios por las que la inteligencia capta lo que
damos a esta palabra; no hay, propiamente hablando, hechos .de con- existe pertenecen sin embargo a la inteligencia, no a las cosas; y cuanto
ciencia, o en todo caso no hay más que uno, que es el pensamiento en más ella misma y fiel a ella misma, fiel a sus principios, sea la inteligen-
su totalidad; cia, más también conoce las cosas tal como son;
-el pensamiento no se produce a partir ?e la sensació_n, sino más -las formas y principios de la ciencia no son otros que los de la
bien es la sensación lo que elaboramos a partir del pensamiento; P.e!cepción, y la ciencia sólo tiene valor como algo unido a la percep-
cwn;
---,el juicio unido a la percepción tiene más valor, y es más verdade-
10. Cahiers l, 1970, p. 277. ro, que el razonamiento;

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-en el artista, el proyecto es poca cosa y carece de valor artístico· de la voluntad. Quería que tuvieran razón en todo, incluso en sus erro-
el artista no crea lo bello copiando un modelo interior que sería aú~ res. Porque una inteligencia vigorosa no se equivoca de la manera en que
más bello que ~a obra realizada, sino que primero actúa y contempla lo lo hace una inteligencia fláccida, y hasta en su error puede hallarse algu-
q_ue hace, con_tmuándolo después, y descubriendo así poco a poco, gra- na verdad. Así, encontraba la manera d,e salvar la hipótesis de la glándula
Cias a la propia obra, una forma bella que antes no podía prever; pineal en Descartes y la condena de la higuera en el Evangelio. Cierto es
-es por tanto ~ tra_vés del trabajo r el juicio como se llega a lo que partía muchas veces de convicciones previas. Pero lo sabía y así lo
bello, no por una mistenosa facultad de mvención· quería. N o sentía ninguna estima por quienes cambian de partido o de
'
-tanto en el arte como en el pensamiento el genio consiste sobre religión: una vez tomada o aceptada, hay que aten'7rse a la elección,
todo en el que~e:, e~ _de la misma naturaleza que el heroísmo y la s~nti­ pensaba, y esforzarse en hacerla buena. En eso consiste la voluntad, no
dad; no hay distmciOn profunda entre hombre de pensamiento hom- en la elección, que se debe al azar. En este sentido era religioso y en este
bre de acción y artista; ' sentido también aprobaba lo dicho por Comte, siguiendo la Imitación:
-hay una duda que no es vacilación entre varias creencias sino que el entendimiento debe seguir la fe, no precederla y, menos aún, rom-
u~a maner~ de ~er libre, de tomar distanciamiento respecto de la~ pro- perla. A veces decía: <<Sólo los tontos cambian de opinión»; <<Sólo el que
pias creencias, sm que eso implique querer necesariamente cambiarlas; cree piensa»; <<La atención o es religiosa o no lo es».
-la f~, que es voluntad, no es incompatible con la duda, sino todo Mas no sólo en este sentido era religioso, y de ahí que sea exagerada
lo_contrarw; la duda es algo que se encuentra en todo verdadero pensa- esa op?sición ql:le corrientemente se quiere ver entre su pensamiento y
miento, el signo de la razón; el de;: Simone. Cierto es ql:le en sus clases no hablaba mucho de religión,
-una idea no es v_erdadera por sí misma, con independencia del y evitaba todo lo que pudiera chocar con las creencias o las incredulida-
p~nsador: no hay propiamente hablando ideas verdaderas, sino pensa- des. Pero estaba claro que, si quizá anticlerical, no era en absoluto anti-
nuentos verdaderos, hombres verdaderos (lo que no significa que la cristiano, e incluso tendía a todo lo contrario. Definir en qué consistía su
verdad sea subjetiva y relativa); cristianismo nos hubiera resultado difícil, ya que entonces conocíamos
-en contra de la descripción que corrientemente se hace de ella la poco de su obra escrita, e incluso, para quienes hoy la conocen, sigue
at~nción no consiste en ~star ocupado y como hipnotizado por un s~lo siendo una cuestión realmente muy difícil. Pero sí se sabía que estaba de
ob¡eto, un solo pensanuento; por el contrario la verdadera atención acuerdo con su maestro Lagneau, quien por una parte había enseñado
está llena de duda y libertad; ' que <<no puede decirse que Dios exista>> y, por otra, la imposibilidad de
-la atención es contemplación y se ejerce sobre todo cuando no se formar ningún pensamiento sin plantear de alguna manera la realidad
puede cambiar el objeto; normalmente no se conoce el objeto sobre el de Dios. Se podía así comprender que por una parte distinguía un <<Dios
que se puede actuar; el esclavo conoce al amo no el amo al esclavo· la objeto>>, que no e~ el verdadero Dios, y por otra el verdadero Dios, que
c!encia no procede principalmente de los ofici~s, de la acción exteri~r es ante todo espíntu, valor, perfección. El Dios que existiría en el mundo
smo de la contemplación religiosa; ' exterior era para él el Dios objeto (<<¿qué es acaso existir sino ser apre-
~1 hábito propiamente dicho no es algo que encadene, sino algo sado en el texto de la experiencia?>> 11 ); más que plantear la no existencia
q~e libera; la ~ostumbre encadena, pero el hábito es la posesión de uno de Dios propiamente hablando, el verdadero Dios debe ser; él es esa
nusmo que resulta del ejercicio, etc. perfección a que debemos ajustarnos, exista o no exista en el mundo de
las cosas. Creía manifiestamente en un alma distinta del cuerpo, sin que
Así, pues, para nosotros, la <<doctrina» consistía primeramente en ello ~e impidiera rechazar cualquier afirmación respecto de la supervi-
refutar, refutar muchas ideas débiles o falsas, esas ideas que llenan los vencia del alma después de la muerte (se limitaba a decir siguiendo aSó-
manuales y que_ tan presentes est_án en las clases de muchos profesores. crates: <<Es un hermoso riesgo que tenemos que correr>>). Empleaba la
Per? el de~prec10 no puede nutnr el alma. De hecho, los discípulos de expresión <<salvar el alma>>, pero en el sentido de salvar el alma en esta
Al_am se alu;nentaban más de admiración que de desprecio. Pues en la vida terrenal, en cada momento. Y a veces revivía, en fin, con visible ad-
nusma medida en que éste despreciaba los presuntos falsos filósofos miración, las imágenes que el cristianismo ha popularizado: el Crucifi-
. ba a 1os grandes y verdaderos. Especialmente, 'profesaba
a dnura ' un ver-' cado, la Virgen, el Niño, los santos. Encontraba en ellas una inagotable
dadero culto por Platón, Descartes y Kant, y por Lagneau, que había sido fuente de verdades. Haber sabido reconocer en un ajusticiado en la cruz,
su f!laest:o. Una de sus más enérgicas negaciones era la del progreso de a pesar de la condena social, el más alto valor, constituía para él un
la fi~o~ofia. Pensaba que Platón no sólo no habría sido superado, sino
q_ue ma muy por delante de nosotros. Más que príncipes de la inteligen-
cia, los grandes pensadores eran para él héroes de la voluntad o más 11. Alain, Souvenirs concemant ]u/es Lagneau, Gallimard, Paris, 1925, p. 158; cf. !bid.,
p. 54.
bien eran príncipes de la inteligencia precisamente porque eran' héroes

62 63
VIDA DE S1MONE WEIL EL ENCUENTRO CON ALAIN

movimiento del espíritu que no podría ya ser superado. Por eso Maurois es aprender a pensar bien. Aparte de los escritos sobre temas escogidos
ha escrito con justeza: «Alain era quizá anticlerical, pero, des~e .luego, por él que nos mandaba hacer regularmente (cada tres semanas aproxi-
era religioso. Pocos hombres han sid? capaces de hablar con mas JUSteza madame[\te), nos aconsejaba que diéramos forma a las ideas que se nos
del cristianismo. De hecho, fue el pnrnero en revelarme la grande...z~
1
de ocurrier~n s?~re cualqu~er tema. Había alumnos que no hacían ninguno
la doctrina cristiana y en hacerme aceptar una gran parte de ella» -. de esos e)er~ICios de escntura, otros, en raras ocasiones, y los más celosos
en su traba¡o, muy frecuentemente. Simone los hacía asiduamente y es
La clase en que escuchábamos a Alain era .un viejo anfiteatro en la muy probable que le in!eresaran especialmente, puesto que parece haber
planta baja del instituto, que daba a dos pat.ws. Las puertas estaban conservado esos traba¡os con preferencia a las disertaciones. Entre los
situadas en la parte baja de las gradas. Los mternos llegaban por la deberes corregidos por Alain que se han encontrado en su casa, ninguno
puerta situada a nuestra derecha, mientras que los externos Ylos profe- de ellos. lleva nota cifrada; ahora bien, las disertaciones siempre llevaban
sores lo hacían por la izquierda. El estrado con la mesa del prof~sor nota. Cierto es _que ent:e esos deberes hay dos cuyo principio falta y cuya
estaba cerca de la puerta de la derecha. De ahí que, corno el r~cmto nota por eso, SI la hubiera llevado, tampoco aparecería. Uno de ellos es
nunca se llenaba (en la khdgne del Henri IV no había entonces mas que probablemente una disertación. Pero es extraño que sólo se haya conser-
una treintena de alumnos, incluyendo en esa cifra a los nuevos Y a los vad~ de ell~ ese fragmento. Las compos!ciones solían ser más cortas que
de segundo y tercer año, pues todos estaban juntos), ~odo el mundo se las dtsertacwnes, aunque a veces fueran Igual de largas e incluso recuer-
agrupara en el lado del patio de la derecha, el de los mternos. L~s tres do que Simone hizo en una ocasión un escrito muy la~go que '¡e costó
chicas (Sirnone Weil, Lucienne Cervieres y yo) estábamos en la pnrnera varias noches de trabajo.
fila, bajo la mesa del profesor. Las clases de filosofía tenían lugar tres veces por semana y duraban
Un gran arco central de mampostería enlucido, de poco espes~r, Y dos horas cada una. De tres veces dos, Alain empezaba por un estudio
que iba de un muro a otro en senti~o paralelo a las gradas, sostema el de una obra filosófica o literaria, durante una hora. Al principio de
techo de la clase (debía de estar encima de la segunda o tercera grada). cada añ? escolar escogía dos grandes autores, que después se estudia-
El arco debió ser reforzado antes de que comenzara el curso escolar ban dedicando una hora por semana a cada uno de ellos, durante casi
1925-3 6, primero que Simone pasó preparando el ingres? e_n la Normal. to~o .el curso. Uno .de ellos era un filósofo, y el otro un poeta, un ro-
Se añadieron gruesas vigas horizontales de madera casi sm desbastar, mantico o un ensayista. En 1925-1926 estudiarnos a Platón y Balzac, la
apoyadas en sus extremos en otras vigas se~ejantes a la rnaner:;t de un mayor parta de los diálogos del primero y la mayor parte de las novelas
patíbulo. El conjunto del arco y las gruesas vigas era, bastante bomto. Por del segundo. En 1925-1926, la obras comentadas fueron creo recor-
lo demás, a los que estábamos en la clase, nos parecia, por esa armadura, dar, las Criticas de Kant y la Ilíada de Homero; y quizá t~bién, a fin
corno si viviéramos en una obra. Sirnone estaba contenta y le gustaba la de año, los Pensamientos de Marco Aurelio y el poema de Lucrecio. En
sala de la clase. Por una carta que le escribe una amiga en. enero de 1925, 1925-1926 tocó psicología (entendida a la manera de Alain es decir
se ve que le había hablado d e su «h errnosa e1ase con vigas» .
13
implicando abiertamente en ella la lógica, la moral y la metafísica). Al
En medio de la pared, frente a nosotros, había un gran encerado, ante año siguiente, estudiarnos historia de la .filosofía. Y un año después, sé
el que Alain pasaba al llegar. Antes de que empezara la clase, los alumnos que hubo una clase sobre Hegel, pero no sé si corno comentario de una
solían escribir en él pensamientos que habían encontrado en sus lecturas ob~a o si perteD;eciente ~ curso principal. Por entonces yo ya había
de autores, pensamientos que les habían pa:ecido he~mosos Yrespecto ~e de¡ado los estudws de khagne, puesto que había entrado un año antes
los que deseaban oír, por eso, los comentan os. de Alam. El cual se .detema que Sirnone y salí también un año antes.
para leer lo escrito, que solía encontrar admtrab_le, aunque no siempre. Durante la hora en que se estudiaba la obra, un alumno hacía una
La clase empezaba así a menudo por un comentano de una f_r~se de autor. brev~ exposición d~ lo que es~ día le correspondía leyendo los pasajes
A continuación Alain devolvía las disertaciones o composiCiones que le que el ~srno escogia o que Alam le sugería. Pero después hablaba Alain,
habían entregaclo en la clase anterior. Llamábamos «composiciones>> a los exclusivamente; No se le cuestionaba ni se discutía con él. A veces lla~
trabajos que escribíamos voluntariamente para que los leyera, sobre te- maba a un alumno al encerado para que escribiera un esquema, pero en
mas libremente escogidos por nosotros. En efecto, él nos exhort~b:'l a 9ue este caso el papel del alumno se limitaba prácticamente a escribir lo que
escribiéramos lo más posible, convencido de que aprender a escnbtr bten, s~ le dic!aba. Así, ~ues, Alain hablaba sin que se le interrumpiera, corno
si. estuviera reflexi?nando para sí mismo sin pensar en nosotros, sus
o¡ os azules corno nura~do .a lo lejos. Y nunca tan ingenuo, tan inocente,
12. A. Maurois, Mémoires I, Flammarion, París, 1948, p. 53. Ver. también S: Pétrement, tan carente de cualqmer Idea previa corno cuando su inteligencia se
«Sur la religion d'Alain, avec quelques remarques concernant celle de S1mone We!l»: Revue de
preparaba
, para una frase contundente, cuando más viva , más atenta,
Métaphysique etdeMorale 60 (1955), pp. 306-330.
13. Carta de Edi Copeau.
mas penetrante se mostraba.

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VIDA DE SIMONE WEIL EL ENCUENTRO CON ALAIN

Algunas de las composiciones o borradores de composicione~ so- Obsérvese que Simone presenta el trabajo de la hermana de las
bre tema libre que Simone conservaba están fechados, lo que en Cierta cigüeñas como una abstención, un no actuar, más que como una ac-
medida permite conocer qué pensamientos y en qué orden los formó ción directamente útil. Parece como si para ella lo que salva fuera el
durante los años de khagne. Y hay también algunos que no lleva.il silencio más que las camisas, el sacrificio más que el resultado del
fecha pero que pueden fecharse aproximadamente, gracias al tipo de sacrificio. <<Aquí actúa la pura abstención», dice. El sufrimiento de la
escritura o a cualquier otra circunstancia. De ahí que podamo~ sab~r inocente rescata por sí mismo; la salvación se produce sin acción apa-
con bastante probabilidad cuál, de todos esos deberes, es el mas antl- rente. Una idea que reaparecerá en sus últimos escritos. Y es inevitable
guo: uno al que falta el principio pero cuya escritura indica que co- entonces pensar en su muerte, en el sacrificio que probablemente re-
rrespondería al primer trimestre del curso escolar 1?25-19.26, Y cuyo presentó para ella, una muerte que no era directamente útil, que no
contenido da por otra parte a entender que se tratana del final de UJ.?-a era una acción, una intervención, sino una negativa, un rechazo, el
disertación sobre la <<imaginación en la percepción>>, tema que Alam mantenimiento de una pureza, una lealtad a sí misma. Por lo demás, es
propuso en octubre de 1925 -la pri.mera diserta~i?n del año-. u~ fácil discernir que, si corrientemente parecería que el ideal perseguido
fragmento en que la influencia de Alam es tan ma~uflesta como lo .ser_a por ella fuera otro, puesto que actuó, y mucho, en sus actos mantenía
también en los deberes siguientes. Aparece allí la Idea de que la.s <<Ima: sobre todo la forma pura de su alma, no cediendo nunca pese a los
genes» creadas por nuestra imaginación no tienen forn:a de ob¡eto~ m obstáculos exteriores.
son tampoco una especie de pinturas, sino que con~Isten exclusiva- La misma inspiración aparece ·en la composición siguiente, <<Lo be-
mente en movimientos de nuestro cuerpo, en una actitud y en gestos, llo y el bien», una larga composición fechada en febrero de 1926 y
y que en realidad no son imágenes y no c:unbian en nada l~s aparien- calificada por Alain de <<muy hermosa» 14 • Tal vez fuera justamente esa
cias. Algunos de los ejemplos que da Simone son _los mismos que composición el escrito que le llevó tantas noches de trabajo. En ella
presentaba Alain. El pensamiento parece todavía v~cil~nte y las b~llas sostiene en primer lugar que el acto moral no consiste en un acto de
frases, que Alain aprueba al margen con un t.b. (tres bten, muy bien), acuerdo con tal o cual regla, sino en un acto libre, imprevisible, y que
son todavía muy escasas. constituye una creación, como lo es una obra de arte. Sigue después
Después de éste, el trabajo de clase más antiguo es seguramente diciendo que ese acto no es otra cosa que un acto de fidelidad a uno
una corta composición, fechada en novie~bre de 1925, r~alme_n~e po- mismo y un acto de pureza. El centro de la composición es una medita-
table. Creo que fue el primer escrito de Stmone que Alam c~fico de ción sobre la historia de Alejandro atravesando el desierto, sufriendo la
excelente. Su tema es <<El cuento de Las seis cigüeñas en Gnmm». Se misma sed que sus soldados, y vertiendo en la arena el agua que le han
trata de seis hermanas que su madrastra, una bruja, ha conv~rtido en traído de muy lejos en un casco, para no resultar más favorecido que
cigüeñas. Para devolverles la forma humana, su hermana tiene que ellos. «Nadie, y Alejandro menos que nadie, habría previsto esta asom-
hilar y coser seis camisas de anémonas blancas, y no puede hablar brosa acción; pero, una vez realizada, nadie tampoco deja de sentir que
durante todo el tiempo que dure el trabajo. Tarda seis. años en hacer así debía ser». Por tanto, el bien y el deber constituyen una creación de
esas camisas. Su obligado silencio la pone en grave pehgro, ya que es la voluntad libre; no se imponen a ella. Simone señala a continuación
víctima de acusaciones a las que no puede responder. Finalmente, cuan- que, aparentemente, el acto de Alejandro es perfectamente inútil; salva-
do ya está a punto de ser mandada al suplicio, aparecen las seis cigüe- guarda únicamente su pureza, su humanidad; pero justamente por eso
ñas ella les lanza las camisas de anémonas y sus hermanas recuperan la es útil para todos ... <<Su felicidad, si hubiera bebido, le habría separado
for:Oa humana, con lo que se salva porque ahora ya puede justificarse. de sus soldados (... ). Todo ocurre en el alma de Alejandro para quien
Simone comenta así la historia: <<Actuar nunca es difícil: siempre ac- sólo se trata de manifestar su humanidad (... ). Bastaría pues con ser
tuamos demasiado derramándonos constantemente en actos desorde- justo y puro para salvar al mundo, algo que expresa el mito del Hom-
nados. Hacer seis camisas con anémonas en total silencio: tal es nues- bre-Dios que rescata los pecados de los hombres exclusivamente por la
tro único medio de adquirir fuerza (... ). Quien se ocupa durante seis justicia y sin ninguna acción política. Hay, pues, que salvarse a sí mis-
años en coser anémonas blancas no se distrae nada; las anémonas son mo, salvar en uno mismo el Espíritu, cuya humanidad exterior es el
flores perfectamente puras; pero sobre todo resulta ~así impos~ble co- mito. El sacrificio es la aceptación del dolor, la negativa a obedecer al
serlas para hacer una camisa, una ~ificu_ltad qu~ ID:ptde cu~lgmer otra animal que uno lleva dentro, y la voluntad de rescatar a los hombres
acción que altere la pureza de ese silenciO de seis anos. La umca fuerza
en este mundo es la pureza; todo lo que es puro, sin me~cla, es un
trozo de verdad. Nunca ningún esfuerzo tornasolado ha valtdo lo que 14. La llamo composición porque no lleva nota cifrada. Pero Alain nos había mandado
un buen diamante (... ). La única fuerza y la única virtud es la de rete- h~cer una diserración sobre ese mismo terna, <<Lo bello y el bien». ¿La retornó quizá después
S1rnone rehaciéndola corno composición?
nerse en la acción>>.

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VIDA DE SJMONE WEIL EL ENCUENTRO CON ALAIN

dolientes por el sufrimiento voluntario. Todos los santos han vertido el él toda grandeza era moral 15 • Resumiendo así en pocas palabras esa
agua; todos los santos han rehusado cualquier forma de felicidad que doctrina, si es que pudiera resumirse.
les alejara de los sufrimientos de los hombres». Un texto que anuncia ya En la segunda composición Simone escribe: <<El sacrificio consiste
toda la vida de Simone. .• en la acepti:tción del dolor». Posteriormente me diría: <<El error de Alain
En ,esas dos composiciones se podrían encontrar muchas ideas de es haber rechazado el dolor». Personalmente no creo que Alain recha-
Alain. Este enseñaba, en efecto, que el deber es ante todo deber hacia zara el dolor. Pero Simone acabó por comprenderlo así, y probable-
uno mismo y que cumpliendo ese deber es imposible incumplir el de- mente muchos otros también. En la época de esos estudios, al menos
ber hacia los demás. Como Diógenes, enseñaba que el deber aparece durante ese primer año, ella pensaba, al parecer, otra cosa muy diferen-
definido por la libertad (es decir, el dominio de sí mismo) y que no hay te. ¿o es que en esa composición quería enfrentarse a él? No lo parece
ley moral que pueda imponerse al margen del hombre. Así, por ejem- y desde luego yo no recuerdo que en esa época nunca intentara enfren-
plo, lo feo de la mentira es la cobardía, porque una mentira valerosa, tarse a él, al menos en las cuestiones de filosofía. (En política, es posible
como la de la hermana Simplice en Los miserables, no es fealdad. El que entonces ya le criticara.) Lo cierto es que en estas primeras compo-
deber no es por tanto algo definido por una ley exterior, por una re- siciones encontramos la primera impresión que produjo en ella la mo-
gla como <<no hay que mentir>>, sino por una disposición interior. <<Si ral de Alain, y esa primera impresión es quizá la más justa. Parece por lo
pudieras robar sin que la parte superior de tu alma resulte sometida a demás que Alain estaba totalmente de acuerdo con lo que ella decía.
la parte inferior, el robo no sería injusto». Por lo demás, ensalzaba la Esos dos escritos, y sobre todo los pasajes que he citado, muestran nu-
pureza, no sólo en la conducta humana, sino incluso en las cosas, merosas señales de aprobación escritas de su puño y letra. Desde <<bas-
mostrando por ejemplo que en un color puro o en un sonido puro hay, taría, pues, con ser justo y puro», todo el último pasaje citado lleva, al
en cierto sentido, verdad. Y elogiaba, en determinadas condiciones, a margen, la anotación t.b. (muy bien).
quien se abstiene de actuar en el mundo exterior, diciendo por ejem-
plo que pensar es no intervenir, que la experimentación metódica, Este culto de la voluntad, este dominio de sí misma, Simone lo prac-
contrariamente a la experien~~ ciega, consiste en actuar lo menos po- ticaba en mayor medida que lo hablaba. Su cambio de escritura en su
sible. E incluso puede dedr:>e que, en cierto sentido, admiraba el sufri- época de estudios preparatorios para la Escuela Normal así lo prueba.
miento voluntario, Por ,,j _;¡plo, la costumbre del salvaje imponiéndo- En lugar de esa escritura un poco descuidada, un poco sólo garabatea-
se un sufrimiento miemms su mujer da a luz le parecía hermosa y da, se fabricó una escritura cuadrada, elaborada, dibujada, una escritu-
humana. Imponerse dertas adversidades le parecía algo bello. De ahí ra controlada a voluntad, que en el curso de los años irá progresiva-
que gran parte de las ídeas de Simone pudieran proceder en este caso mente dulcificándose hasta convertirse finalmente en esa pura y bella
de Alain. Pero no es ninguna casualidad que Simone se sintiera tan escritura de los últimos tiempos. Ruptura que tuvo lugar hacia el tercer
solidaria de esa parte de <<la doctrina» que atañe a la moral. Su propia o cuarto mes de esos estudios, cuando tomó la decisión de obligar a sus
pasión por el bien, por la moral, coincidía con la de su maestro. Le manos, demasiado débiles, a superar su torpeza. Pero había también
debía, pues, sí, algo, pero no todo. , otros signos impresionantes de su fuerza de voluntad. Durante mucho
Se podría hablar de una especie de pasión de Alain por la moral. El, tiempo, por ejemplo, su mano izquierda mostraba una especie de llaga
tan burlón, tan alejado de los insulsos y aburridos moralistas, era sin redonda, profunda, como una quemadura, que tardó meses en curarse.
embargo lo menos escéptico que pueda imaginarse en moral. Admiraba Y aunque no quisiera decir a qué se debía, algo me hizo pensar entonces
ingenua y apasionadamente las bellas y buenas acciones, y sabía hablar -y sigo aún convencida de ello- que durante una de sus noches de
de ellas como nadie, sin ningún énfasis. Quizá nunca enseñara otra cosa trabajo ella misma se había quemado con un cigarrillo, que habría teni-
que moral. En todo caso, para él la verdad se relacionaba siempre con do que mantener durante cierto tiempo sobre su mano, bien para pro-
el deber. Según él, eran verdaderas las doctrinas filosóficas que implica- bar su voluntad, bien para castigarse por alguna falta que seguramente
ran la voluntad de gobernarse bien, es decir, simplemente la voluntad. a otra persona le habría parecido leve.
De ahí que el corte cartesiano entre pensamiento y extensión (lo que se
llama el dualismo cartesiano) fuera para él verdadero en cuanto que
implicaba la voluntad de no suponer en el cuerpo ningún pensamiento, 15. Aunque esta carta se ha perdido, en la respuesta de Edi Copeau, del 27 de enero de
ningún misterio, y gobernarlo por tanto como se gobierna una máqui- 1926, se l~e: «Según lo que me dices y lo que me dice Suzanne de Chartier, me gustaría ser su
na. Toda grandeza, toda belleza estaban para él relacionadas con el alumna. S_t cree que toda gr:mdeza_ es siempre grandeza moral, habría sido muy probable que
permanectera muy atenta ba¡o las vtgas de vuestra ciasen. Por tanto, bien Simane bien Suzanne
deber. Simone le había comprendido bien. Parece que, en una carta a habría escrito que para Alain toda grandeza era moral. Probablemente Simon~, según piens~
Edi Copeau que escribió durante sus primeros meses de khéigne, habría Suzann~ Aran. Por lo demás, Edi Copeau se contenta con una simple alusión, como si se tratara
intentado explicar a su amiga la doctrina de Alain diciéndole que para de una tdea que Simone ya conoce.

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VIDA DE SIMONE WEIL EL ENCUENTRO CON ALAIN

Entre las que llevan fecha, la tercera composición de Simone data hincapié en la acción: allí donde hay acción, hay necesariamente pen-
de abril de 1926. No es más que un bosquejo, ya que no aparece corre- samiento en totalidad, todo el conociiniento posible. En alguna medi-
. gida por Alain. E incluso el principio de un bosquejo, puesto que, ape- da, reduce así el pensamiento a la acción, mientras que en el borrador
nas iniciada, la composición se interrumpe. Se titula <<No_hay más at- de 1926 más bien reduce la acción al pensainiento. Quizá hubiera llega-
ción que el pensamiento». Se reconoce aquí la idea de Alam de que no do, durante este lapso, a valorar más la acción.
hay un distinción profunda entre hombre de pensamiento y hombre de Por el contrario, en sus últimos años se fiará menos de la voluntad,
acción, aunque esa idea se lleve en este caso audazmente hasta el límite y más de la atención y la contemplación. Lo que ciertamente supone
extremo. Es difícil saber cómo Simone la habría al cabo desarrollado. una diferencia entre ella y Alain, al menos en la forma. Pero durante su
De todas formas, ya al final de esa introducción, aparece el ejemplo de primer año de khiigne, cuando ante todo venera el pensamiento, aun-
Descartes desenvainando la espada en el barco, y Simone dice que, al que cercana a la concepción de esos últimos escritos, no piensa que su
desenvainar la espada, Descartes no actúa; ha actuado momentos antes posición sea muy distinta de lo que su maestro enseñaba.
cuando disponía la posición de su cuerpo de acuerdo con la acción a
realizar después, cualquiera que ésta fuera. <<Si. la acción no fuera prece- Al final de este primer año, Simone reflexiona sobre un nuevo obje-
dida de atención, no sería acción sino movimiento del cuerpo en el to. En un borrador de composición fechado en julio de 1926, inconclu-
sueño>>. Niega por tanto el nombre de acción a cualquier movimiento so aunque aun más largo que el anterior, y que se titula <<Del tiempo>>,
que no sea libre. El momento en que se actúa es el momento en que el se habla mucho de la <<existencia>>, es decir, del mundo. Al parecer per-
alma se libera. La cual, por otra parte, sólo se libera interrumpiendo la tenecerían también a la misma época, o al principio del curso escolar
actividad mecánica por un relámpago de atención. El acto sin atención siguiente, otros borradores que se refieren a la <<existencia>> (uno de
y sin conciencia no es verdaderamente libre. Y si no hay pensamiento ellos titulado «La existencia y el objeto>>), pero donde la cuestión del
sin libertad, sin acto, acto y libertad se manifiestan esencialmente a tiempo ocupa una gran parte. Así, pues, la cuestión del tiempo y de la
través del pensamiento. . existencia, que Simone considera con razón inseparables, constituyen,
Cierto es que el entusiasmo por el bien, por el querer, por la hber- después de la moral, el segundo objeto principal de sus reflexiones en
tad era también, en las clases de Alain, un entusiasmo por el pensa- su época de khiigne.
mi~nto. Y así como para él la voluntad era necesariamente buena, así Para Simone, existencia es lo que se opone al espíritu pero algo
también, el pensamiento, en tanto que tal, era necesariamente ve~dade­ que el espíritu necesita, y que no puede reemplazar, que no podría
ro. «No hay pensamiento mediocre>>, solía decir. Pues los pensamientos producir, ni cambiar sino en muy pequeña medida. Se puede decir que
que parecen débiles o falsos no son otra cosa en realidad que carencia en cierto sentido la existencia constituye la impotencia Inisma, la insu-
de pensamiento, sueño. Pensar, querer, eran para nosotros grandes pa- ficiencia Inisma del espíritu. «Mi impotencia -escribe Simone- es la
labras. Queríamos pensar, queríamos querer 16 • ¿Qué era más grande, lo existencia de una naturaleza; mejor dicho, es la existencia Inisma>>. Así,
uno o lo otro? Sus discípulos podían dudar sobre esta cuestión y variar «lo que resiste a Dios sólo puede pertenecer a la existencia; las esencias
en sus respuesta. Para Alain, lo más grande, si es que había algo más son amigas de Dios y lo son por su exclusiva voluntad>>. La existencia
grande, fuera tal vez querer. es indefinida e incognoscible. «No incognoscible para nuestro entendi-
Obsérvese que, en un borrador más tardío y que parece datar de los miento y cognoscible para otro entendimiento, sino absolutamente in-
años de Escuela Normal, Simone dirá: <<La acción no puede distinguirse cognoscible; pues no hay entendiiniento infinito>>~ Sólo la conocemos
del pensamiento. En efecto, siempre que hay libertad hay conocimiento como una presencia continua, de la que apenas podemos decir nada
perfecto, sin lagunas ni incertidumbres posibles (... ). El espíritu sólo seguro. «Aunque todo cambiara en el mundo, el mundo no nos falta-
comienza a ignorar cuando sufre (... ). Desde el momento mismo en que ría. Siempre estará ahí, puro y fiel. Y esto es en cierto sentido todo lo
existe, la libertad ilumina a la vez acción y conocimiento, haciéndolos que podemos decir de él, puesto que cuando de un objeto existente no
universales e irreprochables; tanto en el conocimiento como en la ac- pensamos otra cosa que su existencia, no es su existencia lo que pensa-
ción, en el momento en que hay esclavitud empieza tamb_ién a hab,er mos, sino su esencia>>. En cierto modo, el tiempo no pertenece a la
subjetividad. Si el espíritu fuera siempre y absolutamente hbre, sabna, existencia, es sólo una forma del espíritu; pero por otra parte el tiem-
pues, todo>>. Quizá aquí se exprese la Inisma idea, pero qu_izá sea más po es lo mismo que el cambio y el cambio es lo propio de aquello que
bien la idea complementaria. En este ensayo más tardío, S1mone hace existe. Así como «las cosas reiniten indefinidamente a otras cosas>>, de
manera que el mundo es continuo e infinito en el espacio, así también
es continuo e infinito en el tiempo, puesto que «un estado de existen-
16. Incluso al final de su vida, en Londres, Simone pregunta a uno de sus amigos: «¿Cuánc cia reinite constantemente a otro estado>>. Y «de la misma manera que
to tiempo dedica al día a pensar?». ni el propio Dios puede hacer que lo que existe no exista, tampoco

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VIDA DE SIMONE WEIL EL ENCUENTRO CON ALAIN

puede hacer que lo que inmediatamente precede al instante presente yo quien defendía a Spinoza, mientras que ella se declaraba cartesiana.
no haya existido». Aunque tuviera desde luego respeto por el filósofo holandés, como lo
La existencia no puede ser inmutable ni estar sometida a eternos tenía también Alain y antes Lagneau. (Entre los filósofos de quienes no
retornos. «No habría entonces existencia puesto que no habría asombro:' acababa de fiarse, Spinoza era seguramente el que más respeto le inspi-
El asombro es quizá lo propio de la existencia. Las ideas no asombran raba.) Pero, también como ellos, daba finalmente la razón a Descartes.
(... ).El espíritu se ve continuamente humillado por este continuo asom- Alain solía citar la ~rase de Lagneau: «Spinoza tiene razón en la forma,
bro. ¿No debería ser acaso el mundo su casa? Ahora bien, el mundo le pero Descartes la nene en el fondo». Personalmente no recuerdo que,
es ajeno>>. durante sus estudios, Simone tuviera otra opinión.
Es bueno, sin embargo, que haya un mundo ajeno al espíritu. Pues En los últimos años de su vida, Alain escribió que había leído comen-
una existencia de acuerdo con el entendimiento «no es ese hecho rudo tarios de Simone sobre Spinoza que superaban todo 17• Estos comenta-
y tajante en que la propia existencia consiste». Sin esa existencia ajena a rios no se han encontrado y ni siquiera hay borradores de ellos. No re-
él, el espíritu no tiene objeto en que recaer y no piensa. cuerdo tampoco que Simone los escribiera y no he encontrado a nadie
Todo el esfuerzo del espíritu, todo su coraje, consiste en separar de que recuerde algo sobre estos escritos. Dado que, para Alain, la idea
sí el mundo de la forma más completa posible, no intentando pensar en fundamental de Spinoza era la idea de la «existencia inmensa», cabe
solitario y sin él, sino pensando el mundo como objeto totalmente dife- preguntarse si no serán esos ensayos sobre la existencia, cuya forma
rente del espíritu y virgen de él. En el inicio del pensamiento, cuando el definitiva no ha aparecido tampoco, lo que él llamaba comentarios so-
espíritu está aún rodeado de brumas e invadido por el sueño, todo está bre Spinoza.
para él, como dice Tales, <<lleno de dioses»; para el pensamiento confu- En efecto, puede pensarse que, a pesar de afirmaciones claramente
so y apasionado, las cosa aparecen mezcladas de alma. El pensamiento contrarias a Spinoza, haya en estos ensayos algo de spinozista. En pri-
claro deshace esa mezcla, y es tanto más pensamiento cuanto para él el mer lugar, la idea de la «existencia inmensa» (aunque sea también una
mundo es más completamente mundo, es decir, algo desprovisto de idea de Alain). Y una idea, asimismo, de la libertad humana que Simone
pensamiento. «Todo está lleno de dioses. Una frase que por su belleza repetirá en varias ocasiones: considera que la verdadera libertad no
cautiva inmediatamente. Me resultaría duro pensar que el ruido del consiste en absoluto en la posibilidad de elegir entre varias acciones.
viento en las hojas no es un oráculo; duro pensar que ese perro, mi «El hombre no tiene posibilidad de elegir entre diversas maneras de ser
hermano, carece de alma; duro pensar que el corazón de las estrellas en libre; sólo entre ser y no ser. De ahí que no sea posible imaginar otra
los cielos no canta las alabanzas del Eterno. Mas si esos pensamientos acción libre que la que es (... ). La libertad del héroe no estriba en el
no fueran duros, no serían tampoco nada; pues el pensar no es otra hecho de que pueda elegir entre el vicio y la virtud, sino en el hecho de
cosa que un acto heroico (... ).Lo bello no puede ser más que el mito de que elige la virtud. Constituye un error y casi un pecado pensar que se
lo verdadero». pueda hacer el mal libremente (... ). La libertad es lo contrario de la
Con pocas diferencias, las ideas desarrolladas en estos ensayos son contingencia». En una bella obra, sigue diciendo, <<nada habría podido
las ideas de Alain sobre la existencia, e incluso aparecen en ellas algunas ser distinto de lo que es, puesto que no hay dos maneras de ser libre, y
de sus expresiones. Porque también él decía que «el mundo es fiel y nada es previsible, puesto que lo previsible no es libre( ... ). El caos tiene
puro». Queriendo así decir que uno puede fiarse del mundo, no porque dos caras: contingencia bajo el aspecto de la cosa, libertad de indiferen-
haya en él alma, pensamiento, intenciones, providencia, sino, al contra- cia bajo el aspecto del espíritu. El caos es nada». Pero no hay que olvi-
rio, porque no incurre en ningún pensamiento y es sólo pura indiferen- dar que también Alain negaba que la verdadera libertad fuera una liber-
cia, necesidad pura. Alain amaba el mundo al tiempo que rechazaba tad de acción, y Descartes dice que la libertad de indiferencia es sólo el
totalmente la religión del mundo. Su Dios no está tras el mundo, sino más bajo grado de la libertad. Así, pues, se trata de una idea no necesa-
tras el espíritu. riamente spinozista.
Pero aun considerando imposible reconocer en esos ensayos los
Hay ciertos signos que indican que, cyando escribía esos ensayos comentarios sobre Spinoza de que hablaba Alain, cabría buscarlos en
sobre la existencia, Simone había leído la Etica de Spinoza. (Había leí- una composición que Simone escribió durante el tercer año de khiigne,
do a Spinoza, creo, antes incluso del período de khiigne.) Pero se ve en enero de 1928, en la que se habla varias veces de Spinoza. Aunque el
también que no es spinozista. Así, por ejemplo, dice que no hay enten- título la presente como un comentario sobre Kant: «Comentario sobre
dimiento infinito, que la existencia resiste incluso a Dios (algo que en el una observación de Kant, destinado a formar parte de una disertación
spinozismo no tendría ningún sentido). Y si al margen de un borrador
escribe, «no hay cambio en Spinoza», es precisamente porque ella sí
cree que existe el cambio. Recuerdo que, en nuestras discusiones,--era 17. Alain, «Simone Weil»: La Table Ronde (abril1950), p. 47.

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VIDA DE SIMONE WEIL EL ENCUENTRO CON ALAIN

sobre Poesía y verdad>>. Por lo demás, parece incluso menos spinozista en el suelo de su habitación. Se ponía de rodillas para poder leerlos sin
que nunca. El· espíritu spinozista comportaría según ella una concep- necesidad de desplazarse y cuando preparaba sus clases se arrast¡¡aba de
ción teológica, mística, estética del universo y de la ciencia, concepción uno a otro.
que en su opinión habría que superar. Y son las matemáticas el rnedi\J Se observa también que había reflexionado sobre Spinoza, a quien
elegido por ella para combatir esa concepción. Muestra que en las ma- nunca llegó a condenar corno condenaba a Aristóteles. Le admiraba
temáticas hay una especie de belleza que nos induce a creer que un como hombre de coraje, puro y orgulloso, su pobreza, su independen-
entendimiento divino podría captar en su totalidad esa ciencia, tan bien cia. Y admiraba asimismo la serenidad de quien dijo: «Ante las emocio-
trabada, tan bien deducida. Parece corno si un pensamiento divino, al nes humanas, no reír, no llorar, no indignarse: comprender»; y tam-
considerar, por ejemplo, el círculo, pudiera ver comprendidas en él bién: <<Consideraré las acciones humanas y sus apetitos corno si se
todas las teorías que conciernen a éste. Ahora bien, sigue diciendo, cuan- tratara de líneas, superficies, volúmenes». En fin, algo debía sin duda a
do se formó la idea del círculo, los teoremas sobre el círculo no podían Spinoza: la denominación de <<conocimiento de tercer género» al cono-
preverse. En cierto sentido son deducidos de su definición pero, en cimiento a la vez intuitivo y racional que constituía para ella el conoci-
otro sentido, también, corno ha mostrado Kant, son nuevos, sorpren- miento perfecto. Lo que Spinoza dice de este tipo de conocimiento le
dentes, ajenos corno el mundo. Y por eso, en tanto que ajenos, pueden había impresionado. Sin creer que de una esencia pueda extraerse toda
ser bellos, puesto que <<lo bello es, según la luminosa concepción de la geometría, se esforzaba en percibir cada cosa captando de golpe, por
Kant, lo contrario del espíritu cuando sucede que lo colma>>. <<También una sola visión de la mente, y en la medida de lo posible, todas las
en la geometría hay una parte de feliz azar. Belleza que lleva a la ilusión relaciones racionales que la constituyen y que pueden llamarse su esen-
spinozista de creer que la geometría está regida por una razón sobrehu- cia. Posteriormente, en sus cuadernos, hablará de esta <<meditación ul-
mana». <<La creencia en esencias concebibles únicamente por Dios, que tra-spinozista» en que se ejercía durante su período de khágne: ¿qué
darían razón de las proposiciones geométricas, es hermana de esa otra quiere decir mirar fijamente un objeto con el pensamiento sin tener en
creencia spinozista en un Entendimiento infinito que podría compren- cuenta ningún otro objeto, sin relación con nada, durante horas?» 18 •
der y prever el imprevisible universo (... ). El misticismo, que es corno
una religión privada del contrapeso que constituye la idea de existen- Al leer todos estos trabajos de clase, se observa la simpatía que Sirno-
cia, nace así de una especie de entusiasmo estético». En realidad, el ne sentía por el cristianismo y especialmente por el catolicismo. Cita
espíritu puede jugar con las proposiciones matemáticas <<sólo necesarias palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento, que debió leer corno muy
en la medida en que el universo ciego, sin fundarlas, las sostiene» y tarde en su primer año de preparación para la Normal, si no antes. A
«alinearlas según el orden que más le conviene, sin preocuparse de que veces cita a Pascal o a san Agustín; invoca los dogmas cristianos, esfor-
orden le conviene más, puesto que nada le conviene más que nada. Su zándose en encontrar, a palabras y dogmas, un sentido de verdad. Y si es
tarea no es ya descubrir, trabajo de peón al que probablemente está probable que en general los interpretara simbólicamente, en definitiva
condenado el espíritu spinozista, sino inventar. Es superando el impe- intenta ajustarse en algún modo a ellos. «Dios crea el mundo, dice la
rioso sentimiento de lo bello como el espíritu se libera». Biblia, separa la tierra de las aguas; así creamos también nosotros todos
En fin, se podría también considerar una composición probable- los días el mundo, separando el objeto y el Espíritu». De la nada, al crear
mente escrita cuando Simone había dejado ya la Escuela Normal, pero el mundo, Dios hizo suceder, dice el cristianismo, el paraíso terrenal. <<El
que llegó a manos de Alain. Esta composición, titulada «De una antino- paraíso terrenal, estado mítico en que el espíritu se une a la cosa sin
mia del derecho», empieza con una cita de Spinoza: <<El derecho, dice diferenciarse aún de ella, es el estado de un cuerpo perfectamente gober-
Spinoza, se mide por la fuerza». Aunque el ensayo sea más una medita- nado por el hábito». <<Por lo demás, ese Dios todopoderoso es Dios-
ción sobre el derecho que una meditación sobre Spinoza, de quien sólo objeto; el verdadero Dios no es poderoso, como puede verse en la reli-
se habla luego. gión cristiana». (Vernos aquí que no distingue la religión cristiana de la
También podría ocurrir que los comentarios de que Alain habla interpretación que del cristianismo hace Alain.) <<El primer deber, el
no tuvieran nada que ver con los que hemos transcrito y se hubieran único podría decirse, es, pues, "dejar que los muertos entierren a sus
perdido. muertos", como dijo Jesús, es decir, dejar la cosa en su propio orden, que
es la necesidad mecánica, y emplear sólo su espíritu para asegurar cons-
De todos los grandes filósofos, probablemente era Descartes el que
Simone prefería entonces y el que durante mucho tiempo preferirá.
Platón y Kant le gustaban, sí, pero será Descartes el que elegirá corno 18. Cahiers III, 1956, p. 53. Dice asimismo (Cahiers II, 1953, p. 399): «Puramente perci-
tema de licenciatura. Durante su primer año de enseñanza, en Puy, los bir, sin mezcla de sueño (mi ideal a los diecisiete años)». Aunque se tratara más bien de la volun-
grandes tomos de la edición Adam-Tannery aparecían siempre abiertos tad de percibir bien, que nos inculcara Alain, sin referirse necesariamente a Spinoza.

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EL ENCUENTRO CON ALAIN
VIDA DE SIMONE WEIL

tantemente su propia libertad; lo que constituye el verdadero sentido le queda entrar en un convento». Raymonde Nathan, la prima de Simo-
del precepto evangélico: dejar al César lo que es el del César, y a Dios lo ne, recuerda que en cierta ocasión que hablaba con ella -seguramente
que es de Dios». (Así, con dos palabras del Evangelio, Simone restable¡;:e en la época de khéigne, o durante el primer año en la Normal~ de la
el dualismo cartesiano.) «El pecado es sueño; el pecador no es conscien- conversión de Pascal indignada por lo que le parecía una ridícula debi-
te de él más que en el momento en que se arrepiente; eso es lo que ex- lidad -era aún muy joven-, y diciéndole «no comprendo cómo al-
presa la doctrina católica al decir que el arrepentimiento salva». <<Así es guien pueda creer en Dios>>, Simone le contestó: <<Lo que yo no com-
como nuestra vida se hace bella y símbolo de Dios, y nuestras mismas p~end?, es que se pueda no creer>>. Palabras que fueron seguidas de una
pasiones, y nuestros mismos pecados, como tan bien ha comprendido el d1scus10n en el curso de la cual Raymonde tuvo la impresión de que a
catolicismo». Simone le parecía lógico que se adoptara la religión católica.
La cuestión del <<dogma de la Presencia real» aparece en un primer . Aunque. en este pu~t.o, debamos ser. precavidos, puesto que poste-
proyecto de composición: «Yo soy pan de vida, ha dicho Jesucristo. normente S1mone escnbma: «Desde mi adolescencia he pensado que
Frase hermosa por sí misma, pero de la que el catolicismo ha extraído el problema de Dios es un problema del que no tene~os datos y que el
algo más que unas palabras hermosas. Ha querido que los fieles se ali- único método seguro para evitar una resolución falsa, lo que en mi
menten de Cristo, pero no simbólicamente sino realmente. El pan de la opinión sería lo peor, es no plantearlo. Por eso yo no lo planteaba. Ni
comunión es el cuerpo mismo de Cristo, no su símbolo. La razón del afirmaba, ni negaba» 19 • E incluso llega a decir que profesaba el ateís-
creyente queda aquí reducida al silencio, y para el incrédulo la comu- mo: <<Para obedecer a Dios, hay que recibir sus órdenes. ¿cómo se
nión es como máximo digna de los salvajes de Australia. Porque no ha explica que en mi adolescencia las recibiera, cuando profesaba el ateís-
considerado suficientemente la condición humana. El alma está ligada mo?»20. Al hablar de su adolescencia ¿hablaba exclusivamente del pe-
al cuerpo y por el cuerpo al universo entero (... ). El alma no puede ríodo anterior al de su preparación para la Escuela Normal? Pudiera
comunicarse al universo tal cual; sólo puede comunicarse a través de un ser, aunque el primero de esos textos habla simplemente de adolescen-
objeto acabado, que es al universo lo que es a un paisaje la apariencia de cia. Se ve allí que se habría conducido así, sin afirmar ni negar nada
ese paisaje visto desde un punto determinado». Aunque el esbozo no respe<:to ~e la ~uestión de Dios, hasta el momento en que tuvo una
vaya más lejos, es claro que Simone se proponía ahí justificar el dogma, expenenc1a de el. Pr?bablemente pensaba, en la época en que escribía
al menos en la primera parte de la composición. eso, que creer en Dws de la forma como ella creía en su época de
Los recuerdos que guardamos de ella confirman lo que esos escritos khéigne no era creer en Dios. Y, en efecto, su respuesta a Raymonde
nos hacen conocer. Le gustaba visitar las iglesias, y no sólo porque fue- Nathan significa simplemente que estaba de acuerdo con Descartes
ran bellas. Consideraba (como Alain) que iglesia y ceremonia hacen cuando éste dice que no se puede estar seguro de nada mientras no se
bien al alma preparando sabiamente al cuerpo. Recuerdo haberla oído esté seguro de la existencia de Dios; y que estaba también de acuerdo
decir, en la época de nuestros estudios, que los protestantes, con su con Lagneau, que, incluso considerando que la palabra <<existencia»
rechazo de mucho de lo que constituye la belleza del culto y la vida estaba mal elegida, pensaba que la expresión de Descartes tenía en
religiosa, se olvidan demasiado de la urüón de cuerpo y alma. Sé tam- todo caso verdadero sentido. Debía en efecto coincidir con Descartes y
bién que estando en una ocasión con un compañero de khéigne en Lagneau, por quien Alain nos había transmitido tanto entusiasmo que
Notre-Dame, adonde habían ido para escuchar música, se indignó de mu~hos de nosotros é~amos más discípulos de Lagneau que del propio
que, por anticlericalismo, no guardara el debido respeto durante la ce- Alam. Así, pues, en cierto sentido tenía fe en Dios. Pero ese Dios no
remonia. En las páginas anteriores hemos visto ya asimismo el testimo- era más que el pensamiento perfecto, el Dios de los filósofos, un Dios
nio de Edi Copeau, que desde 1926 venía recibiendo instrucción reli- al que s~ puede buscar, pero por quien no se es buscado. Por eso, que
giosa católica y que en 1927 decidió entrar en religión, afirmando que le pareciera natural la adopción del catolicismo no demuestra que per-
Simone la rodeaba de «Una ferviente, casi tierna aprobación». En cierta sonalmente tuviera la menor intención de convertirse.
carta a Simone escrita en 1930, pero en la que se aludía a una discusión Entre los ensayos que escribió en las clases de preparación para la
que seguramente tuvo lugar cuando Simone estaba en preparando su ~s~ela Normal ha~ un te~o donde aparece claramente el sentido y los
paso a la Normal, Edi Copeau dice: «Acordándome de nuestra discu- hm¡tes de su creencia en Dws: <<Puedo llamar Dios a mi propia libertad.
sión con la señora G., en que las dos nos erigimos en defensores de la Una convención que tiene la ventaja de liberarme de todo Dios-objeto
Iglesia apostólica y romana». Bouglé, cuando Simone ingresa en la Nor- estableciendo que el modo de realidad de Dios no es la existencia ni la
mal tras finalizar sus estudios de preparación, parece que la definía
como <<Una mezcla de anarquista y beata>>. Me han contado también
que tras una exposición oral realizada ante el citado Bouglé poco des- 19. A la espera de Dios, Trotta, Madrid, 2 1996, p. 38.
20. La comzaissance sunzaturelle, p. 87.
pués de esa definición, éste le dijo: <<Después de esto, señorita, ya sólo

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esencia, sino eso que Lagneau llamaba valor. Por otra parte, es claro esperarse mucho de ella>>. El segundo trimestre: <<Excelente alumna
que si Dios no fuera ni existiera, sería menos que un ente abstracto, que va instruyéndose, formándose, desarrollándose con una seguridad
pues una abstracción es al menos pensamiento, mientras que Dios no y rapidez.admirables. El estilo va un poco rezagado con relación a las
puede serlo; ahora bien, si Dios es mi libertad, es y existe cada vez qué ideas, pero en todo caso se le puede augurar resultados brillantes y que
mi libertad se manifiesta en mis ideas y en mis movimientos, es decir, van a asombrar>>. El tercero: <<Excelente alumna, que conduce muy bien
cada vez que pienso. Pero esto es sólo una cuestión de palabras, y yo sus reflexiones, siguiendo siempre a los grandes autores y según un
estoy tan sola con ese Dios como sin él». método original. Los resultados son casi siempre de primera calidad
En la composición sobre «Lo bello y el bien», Simone habla a menu- aunque no sin un resto de oscuridad, de la que acabará liberándose>>:
do de Dios. <<El bien es, por tanto, el movimiento mediante el cual uno Con relación al primer trimestre del curso 1926-1927: <<Muy buena
se desprende de sí en tanto que individuo, es decir, en tanto que animal, alumna, muy dotada, y que sólo deberá evitar meditaciones demasiado
para afirmarse hombre, es decir, participante de Dios (... ). El templo es cerradas, expresadas a veces en un lenguaje casi impenetrable. Sabe
el símbolo de Dios en tanto que Dios se expresa en el objeto (... ). Por organizar sus escritos, explicar, y escribe muy bien. El éxito depende de
eso (es decir, por el hecho de rechazar lo que en nosotros es objeto) ella>>. El segundo: <<Progresos desde el punto de vista del análisis. Ha
nuestra vida se convierte en algo bello y símbolo de Dios. Vamos siem- decidido acertadamente alejarse de las sutilezas abstractas y profundas,
pre hacia Dios rechazando y dejando tras nosotros la materia( ... ). Dios que son para ella un juego, y ejercitarse en el análisis directo. El estilo es
es la unidad de la libertad, de la esencia y la existencia( ... ). La acción es entero y fuerte. No tengo ninguna duda respecto de su éxito>>. El terce-
afirmación de Dios». Cita la Biblia y un frase de Pascal: <<Entrad en mi ro: <<Fuerza, continuidad; a veces resulta un poco árida y abstracta· a
corazón y en mi alma, dice Pascal, invocando a] esucristo, para trasla- veces demasiado rápida, sin la preparación suficiente. Seguro que' la
dar ahí el padecimiento, para seguir soportando en mí lo que os queda disertación del examen se hará notar>>.
de sufrir de vuestra Pasión». Aunque comentado esas palabras Simone Refiriéndose al primer trimestre del curso 1927-1928: <<Una cultu-
escriba: <<Dios, que es la humanidad, es decir, el espíritu humano>>. En ra que es ya extensa; rara fuerza en el análisis. Quizá apunte muy por
uno de los ensayos que parecen relacionados con el estudio del tiempo encima de lo que son unos ejercicios escolares. De ahí esa cierta dificul-
y de la existencia, dice también: <<Dios es el nombre mítico de la liber- tad, perfectamente natural, que a veces paraliza la expresión. En cual-
tad, de la humanidad, del espíritu humano>>. Así, apostilla con razón, quier caso, puede preverse que tendrá un brillante éxito>>. El segundo:
<<no es más que una cuestión de palabras y tan sólo se está con Dios «Reflexión, brillantez, fuerza. Exposición a veces un poco abstracta.
como sin él>>. Loable esfuerzo para ajustarse a la regla de los ejercicios escolares. Ex-
Un hermoso escrito, no de filosofía sino de literatura, y que proba- celente alumna>>. El tercero: <<Excelente alumna. Estoy seguro de que
blemente data de 1925-1926, tiene como tema un juicio de Balzac so- tendrá un brillante éxito>> 21 •
bre Stendhal. Menos abstracto que sus trabajos de filosofía, es sin em-
bargo muy filosófico y está lleno de ideas de Alain (concretamente,
toda su teoría de la prosa). Puede aquí observarse cuánto le gusta a
Simone Rojo y Negro. Posteriormente, en los años inmediatos a la gue-
rra, le gustaría mucho menos. Pero también puede observarse que insis-
te en la incredulidad de Stendhal y en la indiferencia de Julien Sorel en
materia de religión, un Julien Sorel que, en muchos aspectos, constituía
para ella un modelo. <<]ulien no se preocupa en absoluto de Dios (... ).
No se desespera por haber matado; sólo hay algo que no se perdonaría
y ese algo es la falta de coraje. Durante toda su vida, tan corta, Julien
sólo se ocupa de una cosa: de vigilarse para no caer en la cobardía( ... ).
Podríamos considerar Rojo y Negro como la Biblia de la humanidad,
una Biblia que es en todo lo contrario de la verdadera>>.
Vale la pena que citemos los juicios de Alain sobre la alumna Simo-
ne Weil, anotados por él trimestre a trimestre durante tres años.
Con relación al primer trimestre del año 1925/1926 escribe: <<Se- 21. Estas apreciaciones aparecen en un registro conservado en el instituto Henri IV. En el
correspondiente al tercer trimestre de 1927-1928, una <<Copia conforme•• de la apreciación de
guridad, claridad y a menudo brillantez en el análisis. Menos claras son Alain, copia que se enviaría a Simone, aparece un texto más largo: <<Excelente alumna· fuerza de
las perspectivas de conjunto. Tiene que aprender a organizar bien sus espíritu poco común; extensa cultura. Tendrá un brillante éxito siempre y cuand¿ no tome
ejercicios. Pero ya desde ahora muestra espíritu de invención y puede caminos oscuros. En cualquier caso, no pasará desapercibida••.

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