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CULTURA, LENGUAJE Y AMÉRICA LATINA EN LA FILOSOFÍA DE BRICEÑO

GUERRERO.

Por. Jesús Ángel luengo D.

Un acercamiento a la filosofía de Briceño Guerrero nos muestra su interés


por dos aspectos de la condición humana: considerar al hombre como un ser
principalmente cultural y caracterizar al lenguaje como su rasgo distintivo.
Ambos aspectos están encaminados a la comprensión de América latina.

Briceño considera fundamental la condición cultural del hombre, debido a


que —al estar separado de la naturaleza— no dispone de mecanismos
instintivos que aseguren la supervivencia. Por tanto es un ser indeterminado,
que tiene la necesidad de crear cultura y trasmitirla a sus descendientes.

El hombre al nacer, recibe un mundo cultural heredado de generaciones


anteriores donde aprende una visión del mundo, moralidad, idea artística,
técnica y más importante aún, un lenguaje con toda una estructura categorial
previa al contacto directo con el mundo. El lenguaje no es sólo una
herramienta de comunicación, sino un medio que nos ayuda a formar la
realidad. Los sentidos nos presentan datos del mundo exterior, pero
modelados por el lenguaje y la lengua materna del hablante.

Hay muchos idiomas, así como muchas culturas, y cada uno tiene una
comprensión particular intrínseca del mundo, incluso idiomas de sociedades
“primitivas” muestran una enorme complejidad y elaboración. La condición
de poliglota de Briceño le hizo resaltar la importancia del idioma que habla el
sujeto, el cual muestra determinados aspectos de la realidad que en otras
lenguas no tendrían la misma importancia. También utiliza el lenguaje como
herramienta hermenéutica para comprender América Latina.

En lo que respecta a la cultura, muchos comportamientos considerados


como naturales en el hombre son culturales, en algunas sociedades se dan y
en otras no existen. O en momentos históricos surgen y luego son sustituidos
por otros. Igual ocurre con modelos estéticos y éticos.

La tendencia actual de explicar los comportamientos humanos a través de la


genética, puede ser rebatida por el planteamiento que estamos
desarrollando: no hay un gen que lleve a determinado grupo a delinquir; son
condiciones culturales o la segregación de ese grupo por el dominante.
Tampoco hay un gen de la homosexualidad —ya que han existido sociedades
en que esta ha sido culturalmente permitida— o una química del amor —si
bien el instinto sexual es biológico, el amor es cultural—, en el mundo
oriental este concepto no existe.

Igualmente consideramos actual su pensamiento, no sólo en la comprensión


de América Latina sino en lo que se refiere a asuntos mundiales, debido a su
visión que rescata la poli-culturalidad. Este es un tema muy importante para
el mundo actual, en momentos que vemos resurgir la xenofobia en Europa y
Estados Unidos, junto al aumento de fundamentalismos religiosos.

Resulta evidente despertar de tendencias xenófobas en Europa; con la


posibilidad de triunfo de partidos racistas y anti-extranjeros, con encuestas
que muestran un malestar por la presencia de inmigrantes en países como
Francia, Inglaterra, España, e Italia, o por el acoso que sufren aquellos hijos y
nietos de extranjeros quienes se encuentran en estas sociedades intentando
mantener el bagaje cultural heredado, los cuales no han podido integrarse
plenamente: vemos el caso de los turcos en Alemania. También se presenta el
caso de descendientes de árabes y africanos en Francia, formando sus guetos
y siendo pasto fácil para el integrismo islámico, o respondiendo con violencia
frente a la desigualdad de derechos, a pesar de ser ya ciudadanos de aquel
país.

Con lo antes dicho, entramos en un debate que no es solo asunto de juristas


ni se remite a discusiones puntuales, sobre si se puede o no tolerar el uso de
velo islámico a las niñas en los colegios franceses, permitir ciertos rituales de
preparación de animales, o la circuncisión para musulmanes y judíos en
algunas naciones de Europa. Es un tema que debe llevar a una reflexión
global, con miras al diálogo y comprensión del otro, entendiendo que existen
otras formas de cultura y diversas visiones de mundo.

La xenofobia aumentó con el triunfo de Trump en Estados Unidos y la


implementación de políticas de odio hacia las minorías; sus amenazas de
construir el muro, generando políticas de deportación masiva o veto a
ciudadanos de naciones musulmanas acusadas de terrorismo. Vemos que allí
ganó una tendencia que intenta negar la pluralidad cultural, buscando crear
un enemigo externo para expulsar frustraciones. Igualmente crece la
tendencia a dejarse arrastrar por la islamofobia, en lugar de intentar
entender al otro.

Evidenciamos igualmente, que la cultura occidental —a pesar de su enorme


desarrollo tecnológico-científico y de sus elevados niveles de vida— no ha
conseguido soluciones completamente satisfactorias y definitivas a los
problemas del hombre.

Podemos nombrar algunos de los graves flagelos que se asoman en la


sociedad industrial contemporánea: contaminación y recalentamiento global,
el hombre puede llegar a destruir el planeta si sigue el ritmo de
contaminación junto a los niveles tan elevados de consumo que implican un
desgaste progresivo de los recursos naturales.

Otros problemas como la obesidad y todos los males que trae el consumo de
comida chatarra en países como Estados Unidos, ya han pasado a
transformarse en un problema de Estado. Con relación a la tenencia de armas
y su relación con crímenes masivos, también en esta sociedad se han vuelto
comunes los asesinatos en masa por “lobos solitarios”, siendo relativamente
fácil conseguir armamento de todo tipo, por cualquier ciudadano. La industria
de las armas en USA se ha vuelto tan poderosa y gravitante para la economía
mundial que ha sido imposible detenerla, implementando medidas legales en
su contra. Igualmente, la venta de armas se extiende a los carteles de droga,
generando intercambio ilegal de drogas y armas entre Estados Unidos y
México. Así este último país queda representado como el villano de la
película, el vecino violento.
Tenemos por igual otros flagelos en nuestra sociedad actual: el consumo de
drogas como consecuencia del narcotráfico, asunto que nos afecta como
latinoamericanos, ya que el consumo principal se encuentra en USA y Europa,
mientras los gobiernos latinoamericanos emprenden infructuosos esfuerzos
por afrontar la lucha contra estos poderosos carteles, cayendo en nuestra
zona todo el peso del flagelo y la violencia. Desde los centros hegemónicos,
se acusa a nuestros gobiernos como corruptos y débiles ante los
narcotraficantes (aspecto que tiene mucho de cierto), pero los consumidores
máximos también deben poner su grano de arena. Una posible solución del
problema puede estar en la propuesta para la legalización del consumo,
evitando los carteles y todo el mundo de violencia que se mueve alrededor;
incluso intelectuales afamados y políticos latinoamericanos se han mostrado
a favor de esta medida, pero Estados Unidos se niega a aprobarla.

Vemos también que sociedades erigidas como “modelo cultural a seguir”


tienen graves problemas: el número elevado de suicidios en países
escandinavos, y los altos índices en consumo de alcohol y drogas. Esto nos
muestra que no existen sociedades que hayan llegado al “tope del desarrollo”
civilizatorio. Por lo tanto, otros pueblos no debieran imitarlas, ya que no se
puede imponer un modelo de sociedad para el resto de naciones. La
evidencia histórica es clara, no ha llegado aquel “fin de la historia” que pensó
en algún momento Fukuyama.

Debemos comprender la cultura del mundo musulmán y de otros pueblos del


planeta; occidente debe tener presente además, que genera muchas veces el
fundamentalismo, cuando interviene y no respeta otras formas de vida.

Existen pueblos que pueden mostrarnos otras formas de organización, de


relacionarnos con el mundo; no es necesario seguir ciegamente un
determinado modelo de cultura. Pueblos considerados atrasados pueden
mostrar una relación más amigable y respetuosa con el medio ambiente; la
idea clásica del desarrollismo, en la cual debemos copiar y seguir ciegamente
modelos europeos o americanos de sociedad, debe ser replanteada.
EL HOMBRE COMO SER CULTURAL Y CREADOR DE CULTURA.

Briceño resalta el aspecto cultural del hombre, dado el alto grado de


indeterminación en su conducta, y a que no dispone de mecanismos
instintivos para asegurar su subsistencia. No nace con herramientas
biológicas que le permitan permanecer en la naturaleza, por ello tiene la
necesidad de crear cultura.

El niño al nacer, depende por años del cuidado de sus padres, es la más
vulnerable criatura en el mundo natural y tienen que aprender reglas de
comportamiento y de conducta, debe saber cómo vivir en comunidad.
Tampoco tiene condiciones anatómicas que le permitan protegerse del medio
ambiente, con la sola construcción de una guarida: debe además usar ropa,
fabricar herramientas para la caza y aprender de los peligros de la selva. Así
va construyendo cultura una sociedad “primitiva”, y todo un mundo simbólico
ritual.

Los animales viven en su medio natural; cuentan con “dispositivos” para cazar
y construir sus guaridas. Las golondrinas encuentran sin brújulas ni mapas los
lugares que buscan, los hombres deben hacerlo luego de mucho esfuerzo y
aprendizaje, a través de la cultura:

“(…) el hombre necesita adquirir por aprendizaje lo que no le es dado por


nacimiento (…)” (Briceño, j.2002:12)

El concepto de cultura vendría a significar todo lo que hace el hombre:

“Por cultura entendemos aquí no el refinamiento de las costumbres, el intelecto y los sentimientos por su
depuración y pulimento de acuerdo con criterios y fines ético-estéticos; sino todo lo que ha creado y su
actividad creadora -cultura culturante y cultura culturada.” (Briceño, J.2002:12,13)

También la técnica, los mitos, moralidad, el derecho y el arte, entran dentro


de la cultura. Las diferentes formas culturales están siempre sostenidas por
una visión de mundo, una comprensión del ser y no ser del todo, y de la
nada. El hombre es un heredero de bienes culturales, todo lo que tiene le ha
sido dado por generaciones anteriores, asumiendo papeles y roles de
comportamiento que lo posicionan en un mundo cultural:
“La cultura dentro de la cual se “forma” un individuo determina en alto grado su estilo de vida, marca para
siempre su quehacer, modela su sensibilidad y su actitud valorativa, da un aire característico a su pensar (…)”
(Briceño, J.2002:20)

Esto nos lleva a preguntarnos; ¿existen comportamientos innatos, herencias


biológicas que determinan la conducta humana? Es de sentido común buscar
en “los genes” la explicación a muchos de nuestros comportamientos. Bajo
este paradigma (positivista), incluso podríamos entender las sociedades
humanas con la ayuda de disciplinas como la biología o la psicología.

Para Briceño no es tan trascendental e importante el aspecto biológico del


hombre, ejemplificando esto con dos cuestiones básicas: la adolescencia y el
amor. La primera nos muestra que la pubertad es un fenómeno biológico que
corresponde a un desarrollo orgánico y de maduración funcional, cuando el
individuo se hace apto para la reproducción.

Por contraste de la biología representado en el concepto de “pubertad”,


vemos que la “adolescencia” es un fenómeno cultural, no ocurre en ciertas
sociedades, y en las que sí se presenta lo hace de maneras distintas; existe el
fenómeno de adolescencia prolongada o complejo de Peter Pan, cuando el
sujeto llega hasta edades avanzadas sintiéndose y actuando como
adolescente. Muy por el contrario, en las clases obreras modernas, los niños
deben comenzar a trabajar desde muy temprana edad y asumir
responsabilidades, esto aumenta cuando tiene hermanos menores y la figura
paterna se encuentra ausente:
“Sin bien la pubertad es un fenómeno biológico que corresponde a un cierto grado de desarrollo orgánico y
maduración funcional, la adolescencia en cambio es un fenómeno cultural que no se presenta en absoluto
en ciertas sociedades, y en aquellas donde si se presenta reviste características diversas y tiene duración
variable acuerdo con el tipo de organización.” (Briceño, J: 2002)

El amor es otro ejemplo tomado por nuestro filósofo; primero estaría el


instinto sexual biológico y luego el amor que es cultural. En el mundo oriental
no existe la idea de amor romántico que prevalece en occidente; muchos de
los matrimonios son arreglados, primando decisiones comunitarias/familiares
por sobre idealizaciones individuales respecto a una potencial pareja:
“Aunque las tendencias sexuales son comunes a todos los hombres durante cierto lapso de tiempo de la
vida, el amor es un fenómeno cultural. De los sentimientos, ritos, ceremonias, instituciones, tabúes y
palabras que lo constituyen puede decirse lo mismo que se ha dicho sobre la adolescencia” (Briceño, J: 2002)

Otro ejemplo del papel de la cultura —en contra de lo que se considera


como la “naturaleza” del hombre— lo encontramos en la psicología del siglo
XX, que elaboró algunas teorías tomando como modelo el de la clásica familia
burguesa durante la época Victoriana: por ello daban un papel protagónico a
la figura del padre, relegando la madre a un papel secundario en el hogar. A
partir de estos supuestos desarrollaron toda una teoría sobre la sexualidad,
relacionada con aquella sociedad puritana. Las corrientes culturalistas nos
muestran que Freud no tomó en cuenta sociedades donde la madre tiene un
rol protagónico y la figura paterna cumple un papel secundario o incluso
marginal, donde a veces es sustituido por el tío paterno o materno, y se
concibe de forma mucho más libre la sexualidad.

Vemos igualmente que los gustos estéticos varían culturalmente, incluso a


través del tiempo. La típica mujer rolliza que se representaba en las pinturas
del Renacimiento, es distinta a las delgadas modelos que nos presenta la
industria de la moda actual. En Venus y el Organista de Tiziano y en Susana y
los viejos de Tintoretto vemos mujeres voluptuosas con “barriga”, e incluso
con algo muy repudiado por la estética actual: con celulitis, cuestión casi
imposible de tolerar por los cánones de belleza actuales.

LA CULTURA MESTIZA VENEZOLANA.

En lo que respecta a la cultura en Venezuela, nos encontramos inmersos en


el mundo occidental como herederos de la cultura europea, de sus
instituciones y lengua. Pero no ostentamos la misma dignidad que los países
centrales, estamos subordinados a estos económicamente, bajo la condición
de país subdesarrollado, y culturalmente, en nuestra condición de “cultura
mestiza”. Igualmente, no tenemos una lengua propia que exprese nuestra
idiosincrasia. Por el contrario, utilizamos lenguas peninsulares, ajenas para
nuestros pueblos originarios.
Las formas culturales europeas, tienen en los países latinoamericanos un
afincamiento parcial, fueron desarrollados por los pueblos europeos en el
transcurso de siglos de experiencia, mientras se enfrentaban con sus propios
problemas. Es por eso que en América latina, estos saberes y prácticas no
pueden resolver nuestros problemas, ya que su producción se gesta en
particularidades ajenas a nuestro contexto:
“las formas culturales europeas fueron creadas por los pueblos occidentales en el transcurso de
largos siglos de experiencia; desarrolladas y afirmadas en el enfrentamiento con sus propios
problemas, son la manera peculiar en que esos pueblos han ido resolviendo sus problemas vitales.
Entre nosotros tienen un afincamiento parcial, nos quedan flojas o apretadas; no son nuestra a
pesar del bastardo parentesco que nos une a sus creadores.” (Briceño, J: 2002)

Para Briceño, no se ha creado una cultura propia-mestiza que manifiesten


algo nuevo; solo pueden percibirse formas negativas, que se expresan como
entorpecimiento y obstáculo a las instituciones que nos rigen:
“(…) Así tenemos: en el trabajo, el “manguareo”; en la educación sistemática, la “paja” o el
“caletrazo” mal digerido de manuales por parte de los profesores, el “apuntismo” y el
“vivalapepismo” por parte de los estudiantes; en la vida social “la mamadera de gallo” (…) en la
política, el “bochinche”, el “caudillismo”, el “golpismo”(…) en la religión, el “ensalme” la “pava”, la
“mavita”, el “cierre los muñecos” (…)” (Briceño, J.2002:48)

Vemos formas europeas que no han calado completamente, esto hace que
surja un modo de vida esquizoide:
“Esas formas, empero, no han calado profundamente, y así nos encontramos con un modo de vida
colectivo esquizoide, a veces esquizofrénico, que por una parte presenta leyes e ideas de
admirable concepción racional, y por la otra, una conducta social orientada por oscuros criterios
clánicos y empresas de todo orden en las cuales predomina la afectividad sobre el intelecto y
campea libremente la magia” (Briceño, J. 2002:24)

Respecto de la lengua en América latina, no ha nacido alguna de ellas,


inventada por estos pueblos con materiales recibidos o fundidos, capaz de
desarrollar una expresión original. El español y portugués no expresan la
sensibilidad mestiza latinoamericana:
“(…) nuestra intención semántica más pura y clara se contamina y oscurece al embarcarse en un
léxico y una sintaxis donde todavía resuena el estruendo de las armas y la organización romanas,
los combates entre moros y cristianos, el grito de guerra de marinos imperiales, los ruidos del
mecanismo mental de reyes sabios, espectrales y lejanos, un léxico y una sintaxis coloreados por
paisajes ultramarinos y habitados aún por canciones antiguas y ajenas.” (Briceño, J. 2002:220)

El español y el portugués se impusieron sobre infinidad de pueblos, y luego


de la independencia no se fragmentaron en diversas lenguas nacionales como
sí ocurrió con las lenguas europeas al desmoronarse el Imperio Romano,
cuando a partir del latín y por el libre juego que tuvo el sustrato lingüístico-
psíquico, se crearon formas nuevas. Y es improbable que esto ocurra, debido
a las relaciones internacionales, comercio, medios de comunicación etc.

Igualmente Briceño intenta un acercamiento al lenguaje en América latina,


buscando encontrar sus características: éste se caracteriza por la “dejadez
fonética”, debido a que grandes masa de población se vieron forzadas a
aprender las lenguas Ibéricas rápidamente por las relaciones establecidas
desde la conquista, colonización y explotación de riquezas naturales:
“(…) El habla de Latinoamérica, se caracteriza por la dejadez fonética, por la incuria en el manejo
de las formas sintácticas, por el uso inmoderado de vulgarismos, por la chabacanería campechana,
por el recurso mímico-gesticulatorio para terminar la oración mutilada.” (Briceño, J. 2002:231)

Vemos los ocho aspectos que caracterizan el habla Latinoamericana:


comunidad de lengua, pero no de experiencia lingüística; Latinoamericanos
y peninsulares pueden entenderse pero solo formalmente, los valores
afectivos éticos y estéticos con que se han teñido estas lenguas en América
son difíciles de entender por los peninsulares, habla ordinaria y habla
ceremonial en Latinoamérica; es muy marcada la diferencia entre el habla
coloquial del día a día donde impera la negligencia formal y chabacanería,
usadas en actos especiales, código de cortesía; ausencia de este código
sistematizado verbalmente, resultado de la desarticulación de la estructura
colonial: se usa tú y usted para una misma persona en una conversación,
sustitución de vosotros por ustedes, empleo de expresiones: ¿cómo está el
amigo? ¿cómo estamos?, tiempo psíquico; Latinoamérica es considerada
territorio de agitación crónica y repulsa hacia lo permanente el cambio
acelerado, doble intención; el Latinoamericano crea celadas verbales, juegos
de doble sentido, acento; conexión entre afectividad y modificaciones de voz,
fuerte sentido de lo heróico y consciencia épica; admiración por la proeza,
contraria al trabajo silencioso y colectivo, búsqueda de cambios bruscos de
suerte, preferencia a usar la palabra antes que la escritura; es mucho más
pronunciada que en la Península, lo propio del Latinoamericano debe
buscarse más en el habla que en la escritura.

EL LENGUAJE COMO LA CARACTERÍSTICA DISTINTIVA DEL SER HUMANO.

El pensamiento de Briceño se encuentra dentro de la tendencia que otorga al


lenguaje una importancia capital, esta va más allá de considerarlo solamente
como una herramienta de comunicación o de expresión emocional; tiene un
papel en la construcción de la realidad. Igualmente en su condición de
filólogo y políglota, resaltó que los idiomas tenían en su interior
comprensiones propias muy difíciles de traducir.

El lenguaje tiene un papel en la formación del mundo, por ello habría que
distinguir entre la realidad “tal como es” y “cómo es para el hombre”.
También entre el objeto y el sujeto de conocimiento. El hombre como ser
cognoscitivo y el mundo dentro del cual existe; el hombre siempre está
mediatizado por la lengua materna:

“(…) la lengua ha sido, en la inmensa mayoría de los casos, anterior a la


experiencia y la ha guiado siempre (…)” (Briceño, J. 2002:118)

La lengua materna nos enseña una visión propia de ver las cosas:
“El estudiante ingenuo que inicia el aprendizaje de una lengua extranjera, encuentra generalmente
obstáculos que surgen del siguiente prejuicio: cree que vive en un mundo objetivo igual para todos
los hombres y que el problema es básicamente cuestión de diccionario, que las mismas cosas
tienen nombres diferentes, que los alemanes llaman a la montaña Berg y los chinos padre Fu (…) lo
despiertan a la comprensión de que se trata de una visión de todas las cosas distintas de la suya y
de una forma distinta de aprenderla (…)” (Briceño, J. 2002:118)

Encontramos también un estilo literario en su visión del lenguaje en Amor y


Terror de las palabras:

“Desde siempre la experiencia vivida en la palabra me pareció más real que


el contacto directo con las cosas” (Briceño, J. 1997:13)
El lenguaje es primordial en la comprensión del mundo y la lengua materna
brinda una comprensión previa del mundo al niño. Junto a refranes, cuentos
y expresiones con cargas afectivas.

A nivel epistemológico, también resalta que los sentidos nos muestran un


mundo educado por la palabra:

“Si observaba atentamente, descubría que el mundo no verbal era un mundo constituido por la
palabra. En gran parte me lo entregaban los sentidos, sí; pero los sentidos educados por la
palabra.” (Briceño, J.1997:14)

Los nombres de colores pueden ayudar a ver la realidad:


“(…) ya adulto aprendí un idioma con menos nombres de colores que el español; si esa hubiese
sido mi lengua materna, el mundo supuestamente no verbal hubiese sido menos policromo (…)”
(Briceño, J. 1997:14)

Entra en un tema de gran interés aquí, ya que es indudable que los sentidos
nos muestran el mundo; trasmiten a nuestro cerebro lo que hay afuera,
elaborando el material a asir según estructuras mentales la realidad. Los
sentidos son así educados por el lenguaje, el lenguaje es anterior al
conocimiento sensible y lo afecta.

Nos muestra por igual el papel de la palabra y su fuerza. Las cargas


emocionales presentes en el lenguaje pueden ser más fuertes que los golpes:
expresa muy bien este punto en Amor y Terror..., contando cómo lo herían
más las palabras agresivas que los puñetazos, los pellizcos, jalones de cabello,
patadas y pedradas:
“Durante los bochinches del recreo y las peleas furtivas en el aula, le herían más las palabras
agresivas que puñetazos, pellizcos, jalones de cabello, empujones, patadas y pedradas (…)
Expresiones anunciadoras, preparatorias y acompañantes de castigo como; “no sean hijos del rigor,
hoy no está la masa pa´ bollo, guerra avisada no mata soldado, esta es la gota que rebosa la
medida, te vas a acordar del día que naciste, me duele a mi más que a ti, pero es por tu bien”, me
impresionaban más que la creciente ira contenida de la madre y su descarga final.” (Briceño,
J.2002:14,15)

El lenguaje puede tener una carga emocional enorme, con un poder que
lleva a conflictos, peleas e incluso a guerras, si escala a nivel colectivo. Ciertos
insultos en determinada cultura pueden provocar hasta homicidios, oradores
pueden manipular a las masas para actuar fanáticamente.

FILOSOFÍA COMO DINAMIS, ENERGEIA Y ERGON.

Ahora entramos al tema de la filosofía como posibilidad, actividad, y


producto del hombre. Según Briceño —aunque la filosofía nació en Grecia—
todos los pueblos tienen una visión o comprensión básica del mundo,
anterior a la reflexión racional las cosas. Luego tenemos al hombre
enfrentándose a temas que van más allá del interés cotidiano, en una
reflexión que abarca la totalidad sin buscar ayuda en religión alguna o mitos;
cuando comienza a filosofar utilizando otras palabras. Posteriormente
tenemos la creación de la obra filosófica: el surgimiento de escuelas,
tradiciones.

En lo que se refiere a la filosofía como dinamis, Briceño resalta que todos los
pueblos tienen una visión del mundo o concepción de la vida; como conjunto
de creencias sobre el puesto del hombre en el universo. Pero por varios
motivos puede ocurrir que el hombre inicie una reflexión sobre su mundo,
una toma de conciencia que problematice lo hasta entonces inadvertido,
buscando una explicación racional de la totalidad:
“Se trata de un intento racional de concebir la totalidad de lo que es y el significado de Ser. Implica
este intento una renuncia previa a toda ayuda sobrehumana, concíbase ésta como se quiera, por
ejemplo como una revelación divina; implica, además complementariamente, la decisión previa de
apoyarse en el poder de la razón y operar de manera conceptual, es decir, utilizar sólo recursos
humanos” (Briceño, J. 2002:28)

El pensamiento científico sólo puede surgir del filosófico, desarrollándose


sobre las bases puestas por ésta. La filosofía es posible solo cuando el
hombre se sobrepone al pensamiento mítico: llevando a la filosofía como
energeia. Esta conduce a la creación de obras filosóficas y a la formación de
sistemas de pensamiento y las escuelas, de allí surgen los productos del
filosofar: el ergon y sus degradaciones más bajas en ideologías.
La posición de la filosofía en Venezuela es planteada por Briceño: la
importamos como ergon, aunque algún día debamos practicarla como
energeia:
“Ilustres españoles han sacrificado su vida en el noble empeño de enseñárnosla. Si hoy en día
imitamos en forma balbuciente al último filosofo que haga “bulla” en Europa o nos concentramos
en el estudio de algún grande de pasado, con ostentación y aires de profundidad, llegará el día en
que tengamos contacto directo con el espíritu de esa tradición y podamos encarnarla” (Briceño, J.
2002:53)

Hasta ahora somos imitadores, “balbuceamos” al filósofo que hace “bulla”


en Europa, o se estudia a alguno del pasado con “aires de profundidad”, no
hemos asumido con seriedad esa tradición. Es común entre los filósofos
Venezolanos el uso excesivo de manuales, o citas sin entrar de lleno en el
estudio de textos filosóficos.

Muchas veces no hay un conocimiento profundo de los diálogos de Platón, o


estudios serios sobre la filosofía kantiana, divagando por autores de moda y
lecturas superficiales de Nietzche. Tampoco existen esfuerzos serios por
pensarnos a nosotros mismos, por ver nuestras realidades como hombres
Venezolanos y Latinoamericanos.

A manera de conclusión, la filosofía de Briceño resalta la importancia de la


cultura en el hombre y considera el lenguaje como el aspecto más importante
del mismo. Igualmente, el tema de América latina está continuamente
presente en su obra, utilizando a esta como herramienta hermenéutica para
la comprensión del lenguaje. Su pensamiento rescata la defensa de la
diversidad cultural y la idea que no existe un solo camino a seguir en materia
cultural; todos los pueblos han encontrado formas de solucionar sus
problemas y poseen ya una comprensión primaria del mundo. Por ello es muy
actual, en el presente que vemos, la existencia de pugnas a nivel cultural.
Briceño también evidencia la filosofía que nos rodea, en tanto pueblo
mestizo no desarrollado que debe importarla como producto foráneo, y que
aún no ha sido capaz de asumirla en su totalidad para la posterior producción
original, condición necesaria para la búsqueda de nosotros mismos.
BIBLIOGRAFÍA.

BRICEÑO, J. 2002. América latina en el Mundo. Mérida: Ediciones del


Vicerrectorado Académico.

BRICEÑO, J. 1997. Amor y Terror de las Palabras. Mérida: Universidad de los


Andes, Consejo de Publicaciones.

BRICEÑO, J. 2002. ¿Qué es Filosofía? Mérida: Ediciones Puerta del Sol.

RODRIGUEZ, L. 1996. La Mudanza en el Tiempo de la Palabra. Mérida:


Editorial Venezolana.

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