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La duda metódica es el nombre que recibe el paso del método de

Descartes en el que este duda de todo. Por supuesto, el hecho de que la


duda sea metódica conlleva que Descartes no dudaba por amor al arte o
porque le pareciera divertido. Tal vez le resultara divertido o a lo mejor
lloraba cuando dudaba, pero lo cierto es que el objetivo de Descartes era
encontrar verdades absolutamente ciertas, esto es, de las que no se
pudiera dudar, para fundamentar así el conocimiento. Veremos a
continuación algunas de las características de la duda metódica de
Monsieur Descartes.

La duda metódica es radical y universal

La duda metódica es el nombre que recibe el paso del método de Descartes en


el que este duda de todo. Por supuesto, el hecho de que la duda sea metódica
conlleva que Descartes no dudaba por amor al arte o porque le pareciera
divertido. Tal vez le resultara divertido o a lo mejor lloraba cuando dudaba, pero
lo cierto es que el objetivo de Descartes era encontrar verdades absolutamente
ciertas, esto es, de las que no se pudiera dudar, para fundamentar así el
conocimiento. Veremos a continuación algunas de las características de la
duda metódica de Monsieur Descartes.

La duda metódica es radical y universal

Que la duda metódica es radical y universal no quiere decir que tire cócteles
molotov, sino más bien que Descartes duda de todo aquello de lo que sea
posible dudar sin excepción y sin ningún tipo de cortapisas. «Aquello de lo que
sea posible dudar» es una expresión lo suficientemente general para recoger
todo aquello de lo que Descartes duda. Descartes va a por lo más difícil, de
modo que comienza por dudar del testimonio de los sentidos, puesto que
algunas veces le engañan, es posible dudar de ellos.

Por otra parte, Descartes duda de que esté despierto o soñando, por un lado,
nada garantiza que ahora mismo estemos despiertos, salvo la vivencia de las
sensaciones perceptivas, sin embargo esta viveza también la tenemos con las
pesadillas, por otro lado, los sentidos han sido descartados por ser dudosos.
Por tanto, es posible dudar sobre si estamos durmiendo o despiertos.

Pero podría ser peor, ¿cómo sabemos que no estamos en un sueño


permanente y que el mundo externo a la mente existe realmente? En efecto,
Descartes pone en duda la existencia del mundo externo, algo que venía casi
dado, una vez que se duda del testimonio de los sentidos y de la posibilidad de
saber si se está despierto o soñando.

Por si esto fuera poco, Descartes lleva su duda al nivel más radical de todos los
niveles radicales, llegando a dudar de la matemática, la cual no depende de
cómo es el mundo. Así, Descartes propone la hipótesis del genio maligno, un
dios malicioso que siempre nos ha estado engañando, por lo que podríamos
haber llegado a creer barbaridades tales como que 2 + 2 = 4. Si este dios
existiera podríamos estar equivocados hasta en algo así.

La duda metódica de Descartes no es escéptica

El escéptico es un personaje raro en filosofía pues suele hacer gala de un gran


sentido del humor. A diferencia de la duda metódica de Descartes, la duda del
escéptico no está encaminada a construir o fundamentar un edificio de
conocimiento o científico o lo que sea, más bien tiene por objetivo derrumbar
un edificio de conocimiento o una teoría. Para el escéptico no sabemos tanto
como creemos y creemos mucho más de lo que sabemos. Su arma para
demostrar tal cosa no es solo dudar, sino utilizar la duda para derribar el edificio
del teórico. De este modo, cuando Descartes mediante la aplicación de su duda
escéptica llegue a la certeza de que tiene un yo, llegará David Hume
esgrimiendo su duda escéptica y haciendo añicos la verdad absoluta de
Descartes.

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