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INTRODUCCIÓN
1) Un buen uso de las terminologías: ¿Cuántos de ustedes le dijeron esta mañana a sus
hijos o a sus acompañantes: “Vámonos a la Iglesia”? Si pensamos en que esta expresión es
equivalente a un “vámonos al templo”, entonces lo hemos dicho mal. Si hemos entendido
con el “vámonos a la iglesia” algo como: “vamos a nuestra reunión con nuestros hermanos”
entonces nos hemos acercado más a lo que la palabra IGLESIA implica.
5) De aquí surge una ilustración expresada por el apóstol Pablo: La Iglesia en el mundo es
un gran cuerpo que tiene como cabeza, como eje central a Jesucristo. Jesús es quien le da
vida y razón de ser a su Iglesia. Esto se aplica no sólo a nivel universal, sino
fundamentalmente a nivel del grupo local de creyentes y específicamente a cada uno y cada
una de ellos en particular.
7) Cada una de estas personas renovadas llegan a formar parte del cuerpo de Cristo, son
miembros de él, “injertados” como ramas de olivo silvestre en un tronco como expresa el
apóstol Pablo. Y cada miembro, como parte de un cuerpo desempeña una función específica
y clave. Si tú practicas y vives la Doctrina de Cristo, entonases has puesto tu fe en Cristo
como tu salvador, por lo tanto tu eres un miembro de su cuerpo. Ahora bien, como parte de
este cuerpo, tú tienes deberes que cumplir, cumpliendo estos deberes es como participas
en el buen funcionamiento del cuerpo. Si alguna parte de un cuerpo no funciona
debidamente, entonces todo el cuerpo será afectado.
8) Al apóstol Pablo y a nosotros ahora nos preocupa esta situación: partes del cuerpo de
Cristo se sienten por encima de otras y, peor todavía, partes se sienten insignificantes. Esto
hace que el cuerpo de Cristo funcione mal.
Déjenme usar esta metáfora para confrontarnos todos: ¿Seremos miembros del cuerpo
perfecto de Cristo en su Sana doctrina de Cristo? o ¿Seremos miembros del cuerpo
imperfecto de Frankenstein miembros de un cuerpo formado por doctrinas de hombres?
Miembros funcionales, renovados por las enseñanzas de Jesucristo y en camino de
perfección hacen el cuerpo de Cristo; miembros disfuncionales, descuidados y moribundos
hacen un cuerpo de Frankenstein. ¿De cuál somos o de cual queremos ser?
10) La funcionalidad de nosotros como miembros se da en el buen cumplimiento de nuestros
deberes como miembros de nuestra Iglesia, local por una parte pero también universal.
Quiero referirme a tres áreas en las cuales debemos ser funcionales.
1) Si queremos ser miembros que funcionan, hemos de asistir regularmente a los servicios,
estudios y día de oración de nuestra iglesia con la disposición adecuada. (Hechos 2:46,47)
“46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían
juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el
pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.
2) (Hechos 20:7) “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan,
Pablo les enseñaba”. Jesucristo resucitó el primer día de la semana. Desde entonces sus
discípulos, en su memoria, se reunían cada primer día, por ello la historia le ha llamado
Domingo, que significa “Día del Señor”.
3) Y fíjense que en los comienzos de la Iglesia los creyentes no sólo se reunían el primer
día, sino que tenían actividad cada día de la semana (Hechos 5:42) “Y todos los días, en el
templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo”. Las reuniones eran
y deben ser ahora todavía un motivo de celebración para todos nosotros, de manera especial
aquellas que se celebran el día de conmemoración de la resurrección de Cristo.
4) Pero la mayor parte de las Iglesias no sólo tienen actividad en el Día del Señor, sino
también en otros días de la semana, e incluso en el día del Señor por la tarde. ¿Quieres
hacer algo útil y práctico para funcionar bien como miembro del cuerpo del Señor? Entonces
programa tu participación en la mayor parte posible de actividades de tu iglesia local.
5) “A asistir a todos los servicios de su congregación”. Este deber suele ser difícil de realizar.
Sobre todo cuando sentimos inconformes ya sea con el desarrollo mismo de las actividades
o con aquellos que se reúnen.
6) Muchas veces esto es un reflejo de que nuestra actitud a lo que son las reuniones de la
iglesia está equivocada: no nos reunimos para ver quien trae el mejor vestido, ni a oír cómo
se desafina nuestro hermano que está al lado; mucho menos nos reunimos para que un
predicador nos entretenga o para contemplar un show dominical.
7) Nos reunimos porque nuestro espíritu siente que rebosa la necesidad de adorar a Jehová
Dios que nos ha llamado a ser su pueblo; porque no somos individuos aislados, sino que
formamos parte de una comunidad que alimenta su fuego en la reunión unos con otros;
somos un grupo que se reúne para escuchar la voz de su Dios a través de la Palabra y que
une sus fuerzas para trabajar por aquello que su Señor Jesucristo les pide; el hecho de que
el cuerpo de Cristo se reúna es también un acto de fe. Es decir: la vida y el mensaje de
Jesucristo deben hacerse presentes y ser lo central incluso en algo que parece tan sencillo
como es la asistencia y participación en nuestras reuniones.
8) El “dejar de reunirnos como algunos tienen por costumbre” nos enfría, como las brasas
de una fogata que se separan del fuego; nos hace descuidar nuestro llamado; nos hace
miembros que pueden ser disfuncionales para el cuerpo del cual formamos parte. (Hebreos
10:24,25) “24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas
obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino
exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.
9) Esto implica también que si hay algún creyente imposibilitado por salud o por edad para
reunirse, sea necesario que le hagamos llegar hasta donde está la posibilidad de alimentarse
por la reunión, y así pueda tal hermano o hermana seguir participando de este compromiso
y ser edificado.
2) El actual voto del Esfuerzo Cristiano dice: (1Pedro 2:4,5) “4 Acercándoos a él, piedra
viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,
5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio
santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”.
3) Una persona que ha salido de la cárcel y no quiere volver allí, ha de esforzarse por vivir
una vida diferente. Nosotros hemos sido crucificados y resucitados juntamente con Cristo.
Es decir que no solamente estábamos presos, sino hasta muertos, y de un estado de muerte
pasamos a un estado de vida; esto implica una forma de vivir nueva, que se va construyendo
cada día. (1Jn 3:13-16) “13 Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece. 14
Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El
que no ama a su hermano, permanece en muerte. 15 Todo aquel que aborrece a su hermano
es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. 16 En esto
hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos
poner nuestras vidas por los hermanos”.
4) Esto significa el presentar cada día nuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo y agradable a
Dios (Romanos 12:1) “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional”; cada día y en todo lugar; ¿Quién es el sabio y el entendido entre ustedes?
(Proverbios 28:2) “Por la rebelión de la tierra sus príncipes son muchos; Mas por el hombre
entendido y sabio permanece estable”. –Pregunta Santiago- (Santiago 3:13) “que muestre
por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre”. Si somos parte del cuerpo de
Cristo, debemos vivir como parte del cuerpo de Cristo. Esto abarca todas las áreas de
nuestra vida, sean las espirituales (es decir, “dentro de la congregación”) como las que
llamamos “seculares”.
5) En las vidas de los miembros lo secular también le pertenece a Dios; nosotros estamos y
actuamos en el mundo; y es al mundo al que damos testimonio con nuestra vida. Esta forma
de vivir se ha comparado con una lucha que el creyente tiene que librar contra las fuerzas
que se oponen a la justicia de Dios y es Dios quien sostiene y fortalece en esta lucha.
6) Cumplir con este deber no significa otra cosa que vivir diariamente lo que ya somos:
imitadores de Jesucristo y parte de él. Vivir una vida cristiana “sincera y activa” nos hace
ser miembros del cuerpo que funcionan con las enseñanzas de Cristo que vino a establecer
su Iglesia en conocimiento divino el cual une y no divide como las religiones.
2) En los contextos donde se habla de la iglesia como cuerpo de Cristo en la Biblia, siempre
se refiere a la unidad que debe haber en él. La unidad de la iglesia local implica un buen
ejercicio de la comunión, lo cual a su vez en un reflejo de la vida edificada en amor. (Efesios
4:11-16) “11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra
del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la
unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar
emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo,
bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según
la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”.
3) (Colosenses 3:12-14) dice: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados,
de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;
soportándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra el otro. De la manera que Cristo
os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas, vestíos de amor, que
es el vínculo perfecto.”
4) Es claro notar que el capitulo del amor del cual debemos vivir para ser acepto por un Dios
que es Amor (1 Corintios 13:1-13), se le da a una iglesia con muchos dones espirituales y
con mucha actividad, que pone el ejercicio del amor en primer término.
7) Tengamos cuidado de nuestra relación con todos los creyentes, pues a veces hasta un
pequeño comentario o una actitud equivocada puede ser causa de la división y desarmonía
del cuerpo. (Proverbios 15:18) “El hombre iracundo promueve contiendas; Mas el que tarda
en airarse apacigua la rencilla”. (Salmos 140:2) “Los cuales maquinan males en el corazón,
Cada día urden contiendas”. (Proverbios 29:22) “El hombre iracundo levanta contiendas, Y
el furioso muchas veces peca”.
9) Por tanto, aquí también entra el cuidado que debemos hacer de nuestra propia vida
cristiana: no ser causa de división, ni directa, provocando contiendas; ni indirecta, siendo
motivo de escándalo. (Isaías 59:1,2) “1 He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová
para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; 2 pero vuestras iniquidades han hecho
división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su
rostro para no oír”.
10) Cuando celebramos la cena del Señor, ésta debe hablar a nuestros corazones a
reconciliarnos con Jesús y a proclamar su muerte. Pero también nos llama a reconciliarnos
con nuestro hermano y mantenernos en unidad, pues nuestra comunión con Dios se
manifiesta visiblemente en la comunión con todo el cuerpo. Esto nos hace miembros
funcionales.
CONCLUSIÓN.
1) El cuerpo de Cristo funciona cuando cada uno de los miembros que lo integran participa
adecuadamente en él. Y cada uno de nosotros tiene su lugar importante en el cuerpo de
Cristo; porque debemos fijar nuestra atención en que primeramente somos parte de él y
dependemos de Él finalmente; y a Cristo es a quien debemos serle fieles.
2) Aquí entramos todos, hermanos y hermanas, nadie puede pasar desapercibido y nadie
puede decir que su participación no es importante en la construcción del Reino de Dios, y a
ninguno tampoco le podemos decir esto. Seamos gordos o flacos, altos o chaparros, feos o
antisociales; aunque tengamos una discapacidad en nuestro organismo, o seamos ricos o
pobres, aunque no sepamos hablar o tengamos sólo un don, somos parte fundamental de
este cuerpo y debemos tomar nuestro lugar como miembros, cumpliendo bien nuestros
deberes.
3) ¿En qué lugar te puedes ocupar? ¿Y qué hay por hacer? Déjame enlistarte solo algunos
ejemplos de espacios donde se requiere tu participación: en la escuela dominical, como
maestro o maestra, de la Escuela Bíblica de Vacaciones, en la música, tocando un
instrumento, cantando, como consejero de jóvenes o de adolescentes, hacer aseo de la
congregación o pintar sus espacios, visitar a los hermanos, abrir una casa de estudio o en
tu casa, dirigiendo el estudio, en una palabra, PARTICIPANDO, PARTICIPANDO, levántate
de tu asiento...y PARTICIPA.
4) La unidad del cuerpo a pesar de que seamos tan diferentes es lo que manifiesta que
Cristo es la cabeza y es él quien le da cohesión a todos los miembros. Es como las notas de
un concierto musical, que son armonizadas, siendo cada una diferente, habiendo silencios y
sonidos, que son colocadas cada una en su lugar hasta formar una armonía perfecta, así
vivamos unos con otros, haciendo que este cuerpo glorioso camine, avance, funcione
adecuadamente cumpliendo cada uno con nuestros deberes. ¿Funcionará esto hermanos?