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TEXTOS LÍRICOS

Introducción

La lírica es el género subjetivo por excelencia y por ras figuras, y debe cifrarse en la determinación del valor
ello el más próximo al lector: leer un poema es un acto preciso con que funcionan en el contexto al que perte-
íntimo, tan incomunicable como la propia poesía. En es- nezcan. Por otra parte, y soslayando la cuestión de si de-
ta subjetividad somos siempre dos los implicados: autor be entenderse sistemáticamente la «figura» como desvío
y lector podemos identificarnos por igual en el poema. respecto de la norma gramatical, hemos de considerar
Sin embargo, el texto lírico es también –como el resto que el género lírico se fundamenta en «figuras» no reco-
de los textos literarios– una «ficción». Como señala nocidas como tales por las preceptivas clásicas. Así, des-
Carlos Bousoño, la poesía no comunica lo que se siente, tacaremos la importancia clave de la recurrencia en to-
sino la contemplación de lo que se siente. Habremos de dos los niveles (fonológico, morfosintáctico, semántico)
discernir, pues, entre la subjetividad del hablante, como como factor de coherencia y unidad internas.
individuo real, y la del ‘yo’ emisor del texto, como indi- La insistencia en el valor intrínseco del texto lírico no
viduo literario. El ‘yo’ enunciador es inseparable de la invalida, no obstante, el enfoque diacrónico. Hemos
propia enunciación. Ese pronombre personal sin antece- querido compaginar el acercamiento al poema como ob-
dente, en el que nos reconocemos los lectores, es un fe- jeto autónomo con su dependencia indiscutible de unas
nómeno exclusivo de la poesía, que crea una ambigüe- coordenadas históricas y temporales. Las palabras del
dad propicia para la generalización de la experiencia y la poeta son a la vez suyas y ajenas, son palabras «históri-
identificación del lector con ese ‘yo’ implícito en el cas», porque el lenguaje es también historia. El poema
texto. no es una forma literaria –dice Octavio Paz–, sino el lu-
La tendencia general de interpretar los textos con in- gar de encuentro entre la poesía y el hombre. Si hemos
tención biográfica nos parece un notable empobreci- empezado hablando de subjetividad, acabaremos recor-
miento de la independencia artística del poema, cuyo dando que toda ficción –incluso la más subjetiva de to-
análisis debe centrarse en su configuración interna y en das, que es la lírica– nos remite siempre, inevitablemen-
sus posibilidades semánticas propias. No se trata, natu- te, a la realidad. Además de la manifestación de un
ralmente, de negar afinidades entre la experiencia real hablar consigo mismo en soledad, el poema es el reflejo
del escritor y el significado emotivo del poema, sino de de su autor y su época. De ahí que hayamos recorrido, si
preservar la autonomía de éste como texto artístico. De bien someramente, algunas páginas de nuestra mejor li-
ahí que en nuestros comentarios hayamos insistido en teratura, intentando acudir a los escritores y períodos
los valores puramente textuales, partiendo de la premisa más representativos, conscientes de haber dejado en el
de que todo poema debe explicarse como construcción camino, por falta de espacio, algunos poetas imprescin-
estructurada con unidad de sentido, y no sólo como la dibles.
suma de recursos métricos y retóricos. La interpretación, sin embargo, no agota jamás el
Respecto de la tan manida preferencia por reducir el texto, ni siquiera es capaz de desvelar su misterio. Y más
comentario a una pesquisa de figuras retóricas, se impo- cuando, como en el caso de la lírica, la palabra está
ne recordar que la presencia de éstas, lejos de ser exclu- dotada de una especial musicalidad. Es fundamental,
siva del lenguaje literario, resulta no menos común en el pues, ahondar en el valor del lenguaje, en el poder casi
poema que en otros planos y registros del lenguaje, co- mágico de la palabra. No existe mundo poético, sino
mo el coloquial o el publicitario. No olvidemos que manera poética de ver el mundo. Queremos insistir, en
cuando expuso Jakobson su concepto de función poética este sentido, en la importancia de la lectura, al margen
no lo ilustró con verso alguno, sino con la célebre frase de la interpretación, como fuente de placer estético y de
«I like Ike», procedente de la campaña política del gene- emoción lírica; y de la lectura en voz alta, tanto por par-
ral Eisenhower en las elecciones a la presidencia de los te del profesor como por parte de los alumnos. Apren-
Estados Unidos. La descarada aliteración no es ni más ni der a amar la poesía es también aprender a paladear su
menos «poética» que las que abundan en tantos poemas. textura sonora: que se nos llene la boca con su magia y
La función del comentario va más allá de descubrir me- con su música.
Análisis de textos

Federico García Lorca


Romance de la luna, luna (Romancero gitano)
1 La luna vino a la fragua
1 con su polisón de nardos.
1 El niño la mira, mira.
1 El niño la está mirando.
5 En el aire conmovido
5 mueve la luna sus brazos
5 y enseña, lúbrica y pura,
5 sus senos de duro estaño.
5 – Huye luna, luna, luna.
10 Si vinieran los gitanos,
10 harían con tu corazón
10 collares y anillos blancos.
10 – Niño, déjame que baile.
10 Cuando vengan los gitanos,
15 te encontrarán sobre el yunque
15 con los ojillos cerrados.
15 – Huye luna, luna, luna,
15 que ya siento sus caballos.
15 – Niño déjame, no pises
20 mi blancor almidonado.
20 El jinete se acercaba
20 tocando el tambor del llano.
20 Dentro de la fragua el niño
20 tiene los ojos cerrados.
25 Por el olivar venían,
25 bronce y sueño, los gitanos.
25 Las cabezas levantadas
25 y los ojos entornados.
25 Cómo canta la zumaya,
30 ¡ay, cómo canta en el árbol!
30 Por el cielo va la luna
30 con un niño de la mano.
30 Dentro de la fragua lloran,
30 dando gritos, los gitanos.
35 El aire la vela, vela.
35 El aire la está velando.

Este texto correspondiente al Romancero gitano de queda tras la lectura es, fundamentalmente, la impre-
García Lorca es un claro exponente de la personalísima sión de lo fatal.
simbiosis entre tradición y vanguardia que caracteriza al Al leer los ocho primeros versos nos encontramos con
poeta andaluz. Así, valiéndose de los elementos de un una escena llena de vida: es de noche, estamos en una fra-
molde claramente arraigado en nuestra lírica –el roman- gua y un niño contempla embelesado la llegada de la luna:
ce–, los reelabora y recrea logrando encarnar de manera La luna vino a la fragua
sugerente algunos de los temas, obsesiones y símbolos con su polisón de nardos.
más representativos de su obra. El niño la mira, mira.
En síntesis, el poema nos cuenta una sencilla y con- […]
movedora historia: la muerte de un niño gitano en una
En el aire conmovido
noche de luna llena. Ahora bien, en García Lorca es ca-
mueve la luna sus brazos
si una constante la fusión entre realidad y mito, de mo-
y enseña, lúbrica y pura
do que se puede decir que la realidad se transustancia
en el mito de una forma original y atractiva. De esta sus senos de duro estaño.
manera, la anécdota se diluye en un confuso y abigarra- Como podemos advertir, el poema comienza con una
do mundo de sensaciones que enlazan con lo primige- prosopopeya mediante la cual la luna, dotada de atribu-
nio y eterno: el ancestral temor ante la muerte. Lo que tos femeninos y ataviada anacrónicamente con un poli-
són, se presenta en la fragua, es decir, en el ámbito de los – Niño, déjame que baile.
gitanos. El polisón de nardos constituye una original me- Cuando vengan los gitanos
táfora preposicional «a de b»(1), puesto que los nardos te encontrarán sobre el yunque
metaforizan la blanca y brillante luz de la luna. con los ojillos cerrados.
Reparemos en que el poema comienza con la utilización – Huye luna, luna, luna,
del tiempo verbal característico de la narración: el indefi- que ya siento sus caballos.
nido vino que, además de situarnos en un clásico espacio – Niño déjame, no pises
narrativo, supone la adopción de un punto de vista interno mi blancor almidonado.
respecto del espacio de la acción, ya que se dice vino en lu- Como vemos, se pasa al estilo directo sin verbo enun-
gar de fue; es decir, el narrador se adscribe implícitamente ciativo que sirva de puente, salpicado de vocativos y ver-
al mundo evocado en calidad de testigo ocular. bos en imperativo. Advirtamos cómo dicho diálogo se
Los cuatro primeros versos se dividen en dos mitades halla repartido equilibradamente entre los dos persona-
equivalentes, la segunda de las cuales presenta al otro jes, tanto por el número equivalente de versos dedicados
personaje de la trama: el niño. Destaca el contraste entre a uno y otro como por el uso de la anáfora.
la normalidad gramatical del primer artículo –la luna– y El duelo dramático entre ambos personajes queda re-
la transgresión de la norma al presentar determinado a forzado por las respectivas advertencias de muerte que,
un ser que todavía no lo está –el niño–. curiosamente en los dos casos, aluden a esa tercera enti-
Aparte de esto, resalta también el juego de las alter- dad que son los gitanos:
nancias verbales que García Lorca toma prestado del Niño. Si vinieran los gitanos... (verso 10)
Romancero viejo en que lo narrativo (tiempo pasado) y Luna. Cuando vengan los gitanos... (verso 14)
lo lírico (tiempo presente) se funden. Así, frente al pasa-
do narrativo vino nos encontramos con el presente la mi- Una sutil diferencia del modo verbal nos indica de an-
ra, mira que actualiza la acción y que nos lleva de la na- temano que va a ser la luna la vencedora: frente al carác-
rración de un hecho que ya pasó a la contemplación ter hipotético de la amenaza del niño –si vinieran los gita-
presente de la escena. nos–, la luna-mujer replica usando una fórmula que no
Tampoco debe pasar inadvertido el típico fenómeno deja lugar a dudas: cuando vengan los gitanos, te encontra-
lírico de la repetición de una palabra –la mira, mira– en rán sobre el yunque...
abierta consonancia paradigmática con el título –Romance Observemos cómo en ambos casos se recurre a un eu-
de la luna luna–. Dicha repetición, tan característica de las femismo al hablar de la muerte:
canciones de corro, no sólo impregna la escena de un Niño. harían con tu corazón (verso 11)
halo ingenuo e infantil, sino que potencia asimismo el collares y anillos blancos.
aspecto durativo de la perífrasis siguiente: la está mirando. Luna. te encontrarán sobre el yunque (verso 15)
En cuanto a la caracterización de los personajes, se con los ojillos cerrados.
opone la actitud activa de la luna frente a la pasiva y con- Como vemos, los collares y anillos a los que alude el
templativa del niño, lo cual anticipa lo que va a ser el de- niño remiten a esa circularidad que en García Lorca
sarrollo y desenlace del romance. siempre conduce a la muerte. Por el contrario, el dimi-
Sabemos que para Lorca la luna es símbolo de muerte, nutivo ojillos en boca de la luna encierra toda la indefen-
pero al principio de la composición no nos muestra toda- sión y desvalidez del niño que va a morir.
vía su guadaña. Aparentemente esta bella luna es diferente El niño insta a la luna para que huya ante la inminente
de esa luna negra de los bandoleros de la Canción de jinete o llegada de los gitanos adultos, puesto que ya se oye el
de aquella luna menguante que pone cabelleras amarillas del galopar de sus caballos. Pensemos que el caballo en Lor-
Muerto de Amor. Esta luna sensual y seductora realiza ca tiene siempre un valor simbólico masculino y sexual
cual «bailaora» gitana una suerte de danza provocativa en que no debe pasar inadvertido en esta especie de drama
la que agita los brazos y muestra el busto igualmente me-
edípico que está desarrollándose.
taforizado por la fórmula «a de b»: senos de duro estaño. En
La réplica de la luna nos muestra a un ser aristocráti-
la doble adjetivación lúbrica y pura encontramos un fenó-
co, distante, seguro de sí. La expresión blancor almidona-
meno antitético, ya que fonéticamente los dos vocablos
do es de gran densidad retórica, ya que naturalmente lo
constituyen una rima interna en asonancia que a su vez almidonado no es el blancor sino el vestido de la luna, de
nos remite al título –luna–, creándose así una afinidad en modo que tenemos un caso de sinestesia en que el ele-
el plano de los significantes muy evidente, mientras que
mento visual y el táctil se funden.
los significados establecen en principio una clara oposi-
A partir del verso 21 comienza a vislumbrarse el de-
ción entre pureza y lubricidad, paradoja que se resuelve si
senlace de este duelo en plata y negro:
reconocemos que la lubricidad es pura por ser instintiva.
También salta a la vista la personificación del aire que El jinete se acercaba
parece hacerse eco de la conmoción que experimenta el tocando el tambor del llano.
niño y que a su vez constituye un presentimiento del Dentro de la fragua el niño
drama que se avecina: tiene los ojos cerrados.
A partir del verso noveno asistimos al tenso diálogo Por el olivar venían,
entre el niño y la luna: bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
– Huye luna, luna, luna.
y los ojos entornados.
Si vinieran los gitanos
harían con tu corazón (1)
Metáfora que podríamos calificar de «doble», puesto que el ele-
collares y anillos blancos. mento que actúa como real (polisón) es a su vez una metáfora.
Cómo canta la zumaya, aire, de nuevo personificado, vela la fragua. Reparemos
¡ay cómo canta en el árbol! en cómo en estos dos versos, en clara consonancia con la
Por el cielo va la luna repetición del principio –el niño la mira, mira / el aire la
con un niño de la mano. vela, vela–, se cifra toda la ambigüedad del texto, ya que
Dentro de la fragua lloran, si al principio el aire se hacía eco de las connotaciones
dando gritos los gitanos. sensuales del ambiente, ahora es él el encargado de velar
El aire la vela, vela. al niño muerto.
El aire la está velando. En definitiva, hemos podido comprobar cómo, al
igual que en los mejores romances viejos, tenemos en és-
Como vemos, el diálogo se ha truncado dramáticamen- te de García Lorca una hermosa historia llena de suge-
te y pasamos de nuevo al tono narrativo del comienzo. rencias ante las que cualquier tipo de razonamiento lógi-
La primera de estas estrofas obedece a un tipo de co queda corto. No interesa tanto la anécdota como lo
composición muy cinematográfica, conforme al proce- otro: esa sensación agridulce que nos deja el poema, sus-
dimiento de montaje o yuxtaposición de planos o se- pendido en un presente irreal y eterno. Una vez más,
cuencias que suceden en tiempos o lugares distintos. Así, Lorca nos recrea el eterno conflicto de la noche del
salimos del recinto al exterior para presentar también al hombre.
jinete de forma individualizada, lo cual podría interpre-
tarse como la concreción individual de ese impulso co- Guía para el comentario
lectivo masculino y adulto cuya inminencia ha sido
anunciada por el niño. De nuevo tenemos una metáfora Tema
preposicional «b de a» muy gráfica: tocando el tambor del
Visión poética de la muerte de un niño gitano. A par-
llano(2).
tir de aquí se profundizará un poco más en la infancia y
Otra vez, recurriendo a la técnica del montaje cine-
la muerte, variantes del tema lorquiano de la frustración.
matográfico, aparece el plano del interior. El narrador,
para contar que el niño yace muerto, se limita a repetir Estructura
las palabras de la luna, sólo que utilizando el término ojos
en lugar de ojillos, es decir, neutralizando el valor estilís- El poema se plantea como un cuento y en este sentido,
tico del diminutivo. se puede apreciar en él una cierta progresión: presentación
Mediante la bellísima metáfora apositiva bronce y sueño de los personajes (vv. 1-8), planteamiento del conflicto en
referida a los gitanos, estos dos adjetivos tan dispares se el diálogo niño-luna (vv. 9-20), clímax (vv. 21-28) y desen-
unen y escapan a su valor meramente denotativo para lace trágico (vv. 29-36). Predomina, sin embargo, el carác-
expresar un aspecto material (el bronce metaforiza el co- ter expresivo y poético sobre lo narrativo; todo el texto
lor de su piel) y otro inmaterial (el sueño alude a su con- puede leerse como una gradación desde el silencio pasma-
dición mágica). Igualmente, la dureza del metal frente a do del niño al principio hasta los gritos y llantos finales de
la inconsistencia de los sueños podría interpretarse co- los gitanos.
mo el contraste entre esa poderosa fachada y el radical La forma métrica utilizada es un romance (36 versos
desamparo que se oculta tras ella. Esta metáfora parece octosílabos con rima asonante en los pares). Conviene
reforzarse en los dos versos siguientes con la doble cláu- comentar el carácter épico-lírico de la forma romance:
sula absoluta que cierra la estrofa: las cabezas levantadas contenido narrativo (anécdota) y contenido lírico (senti-
de esa raza orgullosa y altiva contrastan con los ojos entor- miento).
nados y enigmáticos que no quieren ver la realidad. Así:
bronce / sueño (verso 26) Claves del texto
cabezas levantadas / ojos entornados (vv. 27-28) • En primer lugar, insistiremos en los rasgos propios
De nuevo un corte seco nos lleva a un aserto de natu- del Romancero que aparecen en el poema: la alter-
raleza puramente lírica. La zumaya es el ave nocturna de nancia verbal entre el pretérito y el presente, la ac-
canto intermitente al que aquí parece otorgarse un valor tualización continua de la acción, el uso del diálogo
ominoso, de mal agüero, y en ese ¡ay! parece descargarse en estilo directo, las repeticiones expresivas, el di-
toda la tensión del discurso. minutivo afectivo y la intervención del «juglar»
Los versos en que vemos al niño por el cielo constitu- dentro del relato.
yen una dulce estampa maternofilial que contrasta viva- • En el texto destaca la metáfora lorquiana y su rique-
mente con la idea de la muerte del niño. La luna-mujer- za poética. Ésta puede servir para familiarizar al
muerte-madre se ha llevado al niño a otro espacio, al alumno con los distintos tipos de metáforas y tropos
espacio de la indefinición. Por eso no dice con el niño, en general, mediante un análisis pormenorizado de
sino con un niño. Siguiendo un proceso gramaticalmente la estructura de las distintas imágenes del texto.
contradictorio se ha pasado de la definición a la indefini- • Aparecen en este romance algunos de los temas y
ción. motivos característicos de la obra lorquiana –la in-
Los cuatro últimos versos constituyen el epílogo de la
historia. En ellos se omite mediante una elipsis narrativa (2)
En realidad, se trata de dos metáforas encadenadas: a partir de
la llegada de los gitanos y se describe directamente la la primera metáfora –tambor– se utiliza el término tocando para
expresar el galopar de los caballos.
desolación que los aflige por la muerte del niño y que se (3)
La copla dice: Tengo una choza en el campo
expresa con violencia por medio del llanto.
tengo una choza en el campo.
El poema culmina con dos versos enigmáticos e in- El aire la vela, vela
quietantes extraídos de una copla popular(3) en que el el aire la está velando.
• fancia, la muerte, la luna, el caballo y el aire–; espe- operado en este caso desde una forma y un modelo tra-
cialmente destaca el empleo del símbolo (conviene dicional –el Romancero viejo– para trascenderlo y ex-
recordar a los alumnos la diferencia entre éste y la presar unos sentimientos inherentes al ser humano con
metáfora). un lenguaje innovador. Lorca evita el folklorismo fácil y
• Es llamativa la teatralidad del romance lorquiano: recurre al mito y a la tragedia, uniendo en su romance la
sus protagonistas parecen escenificar ante nosotros. esencia de los tres grandes géneros literarios: el relato, el
Se puede hacer ver al alumno el peculiar triángulo teatro y la poesía.
edípico del texto: la luna-mujer-madre, el gitano-
varón-padre y el niño. Naturalmente, es fundamen- Otras actividades
tal la personificación de la luna (empleo de la pro- 1. El hecho de utilizar una copla popular en la com-
sopopeya), clara muestra de la animación que posición del poema se puede poner en relación con
experimenta en Lorca la naturaleza. determinados casos de música en donde se inte-
• En relación con la doble condición del romance, gran elementos populares y folklóricos en un con-
podemos analizar los dos tipos de elementos, narra- texto culto: audición de alguna canción de Falla o
tivos y líricos, así como la existencia de dos puntos del propio García Lorca.
de vista narrativos diferentes, que se corresponden 2. Los alumnos pueden proponer ejemplos concretos
con las formas verbales en pasado y en presente. de escenificación del romance, dado su carácter
dramático.
Relación del texto con su época y autor
3. Este romance se presta al cotejo con otros roman-
El poema ha de enfocarse como ejemplo del fértil ma- ces viejos. Proponemos alguno que trate también
ridaje entre tradición y vanguardia que distingue, no só- el tema de la muerte, como el Romance del enamora-
lo a García Lorca, sino a otros poetas del 27. Así, es fun- do y la muerte o el Romance de Amor más poderoso que
damental que los alumnos comprendan cómo se ha la muerte.
TEXTOS NARRATIVOS

Introducción

Quizá no haya una necesidad tan antigua y permanente lugar del que parte el relato, la mirada que preside ese
en el hombre como el deseo de salir de los estrechos cau- universo imaginario. La composición de una novela o un
ces de su existencia por medio de la narración. En esta ne- cuento depende, en última instancia, del punto de vista.
cesidad se encuentra el origen de los mitos, de las reli- «Llamadme Ismael», nos dice el protagonista narrador
giones y de la literatura. Desde los grandes poemas de Moby Dick de Herman Melville. Y esa voz que nos lle-
épicos a la novela moderna, desde las viejas colecciones ga desde el tiempo detiene el tiempo.
de cuentos orientales al folletín burgués, la historia de la Porque novelar es un arte temporal, donde el espacio
literatura es, ante todo, la historia de un continuo relato deviene tiempo. Éste será el gran tema de la novela con-
que el hombre se cuenta, una y otra vez, incansable. Con temporánea, que llega al extremo de desintegrar la acción
el nacimiento de la imprenta, surge un nuevo tipo de y convertirla en descripción de impresiones, sensaciones y
lector. De la exótica Scherezade que mantiene en vilo su nostalgias: huyendo del olvido, caemos en las sinuosas
vida, a la vez que la atención del sultán, pasamos al hi- trampas de la memoria. Por eso, la voz narradora se mul-
dalgo manchego que enloquece leyendo libros de caba- tiplica y se transforma en un caleidoscopio de voces y
llerías. La ficción, lejos de imitar la realidad, viene a sus- miradas: la omnisciencia o el protagonismo del narrador,
tituirla, a salvarnos de ella. Ortega, contraviniendo la el diálogo objetivo o el monólogo interior del personaje.
imagen que proponía el espejo stendhaliano, dice que El propio lector aporta su mirada; el libro es un «tema»
sólo es novelista quien se atreve a olvidar –y a hacernos sobre el que ejecutamos distintas variaciones. Leer es otra
olvidar– la realidad. Más osado todavía, ese narrador forma de vivir: Madame Bovary también somos nosotros.
magistral llamado Borges idea un «libro de arena» infi- Nuestra literatura está llena, pues, de voces y miradas
nito, una novela-laberinto donde todos los desenlaces que, en el fondo, siempre nos hablan de nosotros mis-
posibles pudieran producirse. mos. Podemos recorrer el camino que lleva desde el
Pero ¿qué es lo esencial del arte de narrar? No es la apólogo medieval al cuento contemporáneo, pasando
historia que se nos cuenta, ni las vicisitudes de ese perso- por los fundamentos de nuestra novela moderna. Mien-
naje en quien, sin dudarlo, nos encarnamos. No es la tras tanto, nosotros nos dejamos engañar gustosamente,
avidez con que escuchamos, ni la delectación con que enamorados impenitentes de esa falacia en la que se con-
pasamos las páginas. Lo esencial es la voz narradora, el tiene toda la verdad.

Análisis de textos

Mario Benedetti
El otro yo
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas,
hacía ruido cuando comía, se metía los dedos en la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando.
Corriente en todo, menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamen-
te, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentir-
se incómodo frente a sus amigos. Por otra parte, el Otro Yo era melancólico y, debido a ello, Ar-
mando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de
los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando des-
pertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo qué hacer,
pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Éste no dijo nada, pero a la mañana
siguiente se había suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida
pensó que ahora sí podría ser íntegramente vulgar. Este pensamiento lo reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió a la calle con el propósito de lucir su nueva y comple-
ta vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le llenó de felicidad e inmediata-
mente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia.
Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando. Y pensar
que parecía tan fuerte, tan saludable.»
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír, y, al mismo tiempo, sintió a la altura del es-
ternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía,
porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.
De La muerte y otras sorpresas
Este relato de Mario Benedetti forma parte de una de La descripción-retrato empieza con una de las fórmu-
sus colecciones de cuentos, La muerte y otras sorpresas. Es las tradicionales con las que suele iniciarse un cuento:
una breve alegoría sobre el doble que llevamos dentro: Se trataba de un muchacho...
esa otra persona que a veces asoma a nuestra existencia,
interviene en algo que nos concierne y nos desconcierta; El verbo, en pretérito imperfecto de apertura, nos si-
alguien que pudimos llegar a ser y que, quizá, algún día, túa de una manera «contemplativa» ante el protagonista
añoremos; en definitiva, un cuento sobre la perplejidad y el discurrir de su historia. Sigue el retrato del persona-
y la angustia que subyacen a tantas decisiones íntimas y je con los imperfectos propios de los textos descriptivos
personales. Poder actuar en un determinado sentido donde Benedetti, entre irónico y tierno, nos muestra los
y, también y con la misma fuerza, en el sentido contra- rasgos más relevantes de la doble personalidad del mu-
rio, resulta una contradicción inquietante y si ésta se chacho que era:
agudiza, puede ocurrir que uno sienta en el fondo de sí desaliñado: se le formaban rodilleras
mismo la lucha de dos personalidades irreconciliables. inculto: leía (sólo) historietas
Son muchas y muy notables las versiones literarias de es- zafio: hacía ruido al comer, se metía los dedos
te conflicto eterno. Desde el largo peregrinar hacia su en la nariz, roncaba en la siesta
patria y hacia su propia identidad del ingenioso Ulises, Al final, el narrador añade como un rasgo más en este
el griego que pudo ser inmortal y eligió ser hombre, comportamiento vulgar otro elemento que convierte en
hasta este irónico relato breve de Benedetti, nos encon- caótica la enumeración, cuando nos referimos a su nom-
tramos con que la dificultad para armonizar dos impul- bre:
sos contrarios está en el origen de la locura de Hamlet,
se llamaba Armando.
toma forma corpórea en la doble personalidad del Dr.
Jekill y Mr. Hyde y se hace angustia existencial, íntima En el segundo párrafo aparece la descripción de ese
y atormentada, en el lobo estepario de Hermann Hesse. Otro Yo, más sensible y soñador, que tanto incomodaba
Mario Benedetti convierte el enfrentamiento de la a Armando porque no le permitía ser un chico igual a los
persona consigo misma en un relato sorprendente, in- demás, que era lo que él deseaba:
genuo y divertido. Aquí, al conflicto se le quita trascen- usaba cierta poesía en la mirada
dencia y se hace doméstico, casi vulgar: el protagonista se enamoraba de las actrices
es un sencillo muchacho que vive dolorosamente el pro- mentía cautelosamente
blema de muchos adolescentes: querer ser como todos se emocionaba en los atardeceres
para sentirse integrado en el grupo. Armando es un chi- era melancólico.
co corriente y un tanto simple, se encuentra incómodo
Vemos que estos dos primeros párrafos tienen estruc-
ante la presencia constante de su Otro Yo, que, algo más
turas muy paralelas. En ellos, el narrador nos presenta
sensible y refinado que él, no le deja libre del todo para
los dos polos de la personalidad de Armando y nos pone
comportarse ante los amigos con su estridente vulgari-
de manifiesto la ironía que encierra tan dramático dile-
dad. Cuando el oponente de Armando se suicida, éste
ma: un difícil conflicto de personalidades se resuelve de
queda un poco entristecido, guarda un cierto luto por
forma jocosa y absurda en una situación cotidiana. Si
él, como por cumplido, pero el dolor le dura poco. Sale
emparejamos los rasgos psicológicos de Armando con
a la calle dispuesto a manifestarse a sus anchas, de un
los que sobresalen en su Otro Yo, surge alguien cuya ca-
modo totalmente desinhibido, vulgar y sin fisuras, y es
racterización se acerca a la de un personaje del teatro del
entonces cuando descubre –demasiado tarde– que su vi-
absurdo:
da estaba ligada al Otro Yo que llevaba dentro, y esto
hasta tal punto, que ahora ya ni le ven aquéllos por quie- se metía los dedos en la nariz / mentía cautelosamente
nes él deseaba liberarse de su contrario. Armando ya no roncaba en la siesta / usaba cierta poesía en la mirada
es nadie. se le formaban rodilleras en los pantalones / se emocionaba
Este relato breve está compuesto por seis párrafos, a en los atardeceres
través de los cuales la historia avanza ordenadamente. El narrador concluye el retrato con una suerte de pi-
Los dos primeros presentan el retrato del personaje de rueta que invierte la escala de valores de una persona
una forma muy esquemática, mediante algunos detalles normal y corriente; de esta manera aparece, en breve
de su aspecto físico y de su comportamiento. En los tres síntesis, un «mundo al revés»:
párrafos siguientes se narra el núcleo de la historia, y en
Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.
el último, que la cierra, se nos da la clave para interpre-
tar el relato alegórico y moral: hay que soportar e inclu- El relato está escrito con un lenguaje conciso, austero,
so hacer que se complementen con cierta armonía los lleno de frases coloquiales y de fórmulas del habla co-
dos contrarios que llevamos dentro. Nuestra vida se mún; así, con una de ellas sigue el hilo de la historia:
ahonda en la de ellos, y sólo de esta manera se forja una Una tarde Armando llegó cansado del trabajo...
personalidad y se enriquece la experiencia. Como dice
De la descripción pasamos a la narración; con gran
Antonio Machado:
cantidad de formas verbales en pretérito perfecto sim-
Busca a tu complementario ple, se nos cuenta lo que hacen Armando y su Otro Yo.
que marcha siempre contigo, El tempo en el que se suceden las acciones es rápido:
y suele ser tu contrario(4).
Aquello que separaba a Armando de lo que él creía (4)
Antonio Machado, Proverbios y Cantares. También podemos
que eran los muchachos libres y felices era la conciencia leer en el mismo libro: «mas busca en tu espejo al otro / al
de que en él existía la posibilidad del Otro Yo. otro que va contigo».
…se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos Armando, éste espera resolver la dicotomía de su per-
de los pies y encendió la radio. sonalidad. Pacificada la contienda íntima, el muchacho
En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se podrá actuar de un modo íntegramente libre y el valor
durmió. connotativo de íntegro juega con la ambigüedad de su
Armando realiza una serie de movimientos físicos de significado.
una manera rutinaria, como ausente; son acciones habi- El cuento termina con el fracaso de las ilusiones de
tuales e intrascendentes. El Otro Yo, entre tanto, se Armando. Cuando, lleno de gozo, «estalla en risotadas»
queda escuchando la radio: y sus amigos ni siquiera han notado su presencia. En es-
tilo directo y transcribiendo las mismas palabras de
En la radio estaba Mozart…
aquellos a los que él tanto quiso agradar, conocen el
La irrupción del pretérito imperfecto en la serie de protagonista de esta historia y el lector que Armando ha
perfectos simples, que subraya la presencia casi física del muerto también:
gran músico, nos sugiere que la audición requiere calma: Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte,
es un placer parecido a un agradable encuentro, de ahí tan saludable.
la aparición de esta forma verbal de aspecto imperfec-
tivo que subraya la duración de esta presencia –estaba El último párrafo del texto constituye un epílogo: la
Mozart– para el Otro Yo, no para Armando, que, deso- comprobación de lo inevitable e irreversible de la vida.
yendo la invitación, se queda dormido. Cuando el mu- Una vez más el autor, con gran economía de recursos
chacho se da cuenta de las muestras de emoción y de lingüísticos, juega con toda la fuerza expresiva de las for-
sensibilidad artística de su contrario, tras una breve lu- mas del verbo: el carácter perfectivo, el tiempo pasado y
cha interior consigo mismo que se manifiesta en la vaci- la forma negativa en:
lación, se enfada: …no tuvo más remedio que dejar de reír […] no
…insultó concienzudamente al Otro Yo. pudo sentir…
Armando ya no siente ni tristeza ni rabia, sólo sintió a
La palabra concienzudamente establece en el texto una la altura del esternón un ahogo, es decir, sólo una leve sen-
secreta relación con otro adverbio que ha aparecido en sación física próxima al malestar producido por la an-
el párrafo anterior, donde leemos: el Otro Yo mentía cau- gustia. Su capacidad de sentir había muerto con la au-
telosamente. Entre estas dos palabras notamos una ínti- sencia de su Otro Yo.
ma correspondencia. Como un guante para una mano, a
Con su estilo a la vez irónico y comprensivo, Bene-
la tenacidad del muchacho que reprime a su Otro Yo,
detti nos ha colocado ante una de las más íntimas con-
corresponde la timidez cautelosa de su contrario e ínti-
tradicciones del hombre. El autor parece querernos
mo enemigo. Y, frente a la superioridad espiritual de es-
mostrar que el dilema que da pie a este cuento no sólo es
te último, Armando actúa, muchas veces, con un cierto
inevitable sino que incluso puede llegar a ser beneficioso
miedo o inseguridad de los que rápidamente se recupe-
para el fortalecimiento de la personalidad: el buen en-
ra. Así, ante la emoción lírica del que disfruta con Mo-
tendimiento con nuestros demonios interiores o, por lo
zart, Armando debe rehacerse (¿acaso sentía que se iba a
menos, la tregua que seamos capaces de establecer con
desmoronar?) para poder «insultar a conciencia» a su
ellos nos proporcionará la energía vital necesaria para
opuesto y así, aniquilarlo. Como en este caso, muchas de
avanzar en el difícil arte de vivir, de ser uno mismo y de
las actuaciones de Armando van precedidas por una bre-
aprender a relacionarnos con los demás, es decir, la posi-
ve e intuitiva indecisión o, por lo menos, por la eviden-
bilidad de enfrentarnos con éxito al incierto destino que
cia de que podría tomar un camino distinto.
se abre ante cada uno de nosotros.
Corriente en todo, menos en una cosa […]
Le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse
incómodo […]. Guía para el comentario
Debido a ello, no podía ser tan vulgar como era su Tema
deseo […].
En el primer momento, el muchacho no supo qué El cuento expresa la dualidad de fuerzas contrarias
hacer, pero después... […]. que aparece muchas veces en el fondo de toda persona-
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo lidad y que aflora, de una manera conflictiva, ante de-
golpe […], pero enseguida pensó... […]. terminadas decisiones o actitudes que uno debe tomar a
lo largo de la vida. Un subtema sería la búsqueda de la
Llegamos al desenlace. El último ataque de Armando
propia identidad de la persona.
a su ‘yo’ íntimo ha sido brutal para la sensibilidad ate-
morizada y enfermiza del Otro Yo, así que éste se sui-
cida. Estructura
El muchacho siente la alegría de haberse librado de Se trata de un relato breve en forma de alegoría o pa-
un pesado lastre, de una secreta carga: por fin su vida rábola que consta de tres partes:
discurrirá por un cauce sosegado y tranquilo. En estilo
– Planteamiento: Retrato del protagonista, escindido
indirecto libre, el narrador nos deja oír su pensamiento:
entre sus dos personalidades que toman forma de
ahora sí podría ser íntegramente vulgar. personajes irreconciliables.
El adverbio intensificador con el que el narrador ex- – Nudo: El enfrentamiento de Armando y su ‘yo’ se
presa la vulgaridad del protagonista constituye otro gui- resuelve dramáticamente con el suicidio de uno de
ño irónico del texto: con esa «virtud» tan deseada por ellos.
– Desenlace: Descubrimiento de que la muerte del téritos imperfectos de apertura y descriptivos con
Otro Yo es también la muerte de Armando. los pretéritos perfectos simples indicadores de ac-
ción.
Claves del texto • Es significativo el uso del registro coloquial de la
lengua, así como el empleo de algunas construccio-
• Lo primero que podemos analizar es el valor alegó- nes y palabras más usuales en el español de América
rico o simbólico del relato. Se trata de un cuento
Latina. Parece como si Benedetti hubiera querido
psicológico o moral. Bajo la apariencia de una sim-
huir del tono literario con la intención de acercarse
ple anécdota jocosa y sorprendente, aparece el dra-
a los lectores en un relato que tiene mucho de
mático conflicto de la búsqueda de la propia iden-
cuento contado en voz alta.
tidad.
• Debemos subrayar el carácter casi esquemático del Relación del texto con su época y autor
texto, tanto en la parte descriptiva como en la na-
Este cuento de Mario Benedetti constituye una desen-
rrativa. Con pocos elementos muy significativos
fadada y sorprendente versión del mito romántico del
–habilidad de buen observador–, Benedetti nos pre-
doble desde una perspectiva actual. Benedetti, sin trivia-
senta las características físicas, psicológicas, sociales
lizar en absoluto el tema, lo resuelve de forma amable,
y morales del protagonista en un retrato que es a la
casi humorística, traspasándolo al ámbito de lo concreto
vez prosopografía, etopeya y caricatura.
y de lo cotidiano, acercándolo al hombre de la calle, a
• El mismo principio de brevedad y concisión se pue- ese lector cercano que tanto ha buscado cierta literatura
de observar en la narración de los hechos: llegada a de nuestro siglo.
la casa, audición de Mozart, reacción airada, reen- Por otra parte, en este cuento encontramos también la
cuentro con los amigos, etc. La condensación y la dimensión ética y sociológica del autor, quien trata ante
economía narrativa –elipsis argumental– queda todo del hombre y sus problemas y escribe relatos psico-
bien patente también en el predominio de la ora- lógicos siempre en un tono afectivo y cálido.
ción simple y la construcción paratáctica, que dan a
este cuento el tono sencillo, elemental y atemporal Otras actividades
propio de la fábula.
1. En primer lugar, proponemos el cotejo del cuento
• Naturalmente, todo el cuento se ha construido so- de Benedetti con otros dos textos emblemáticos,
bre el contraste entre los dos personajes y la antíte- bien distintos, sobre el mismo tema: el poema Yo
sis de sus respectivos campos semánticos. no soy yo de Juan Ramón Jiménez (Eternidades) y el
ARMANDO EL OTRO YO brevísimo apunte Borges y yo de Jorge Luis Borges
(vulgar) (melancólico) (El hacedor).
se le formaban rodilleras usaba cierta poesía en la 2. Se puede comparar también este cuento con algún
mirada texto del poético mundo de Cortázar en Historias
hacía ruido cuando comía se enamoraba de las actrices de Cronopios y de Famas, en donde estas fantásticas
se metía los dedos en la nariz mentía cautelosamente criaturas reflejan los conflictos que surgen entre
roncaba en la siesta se emocionaba en los caracteres humanos opuestos.
atardeceres 3. Otros textos clásicos donde se trata el tema del do-
ble son: El Horla de Guy de Maupassant, William
Ante la música de Mozart:
Wilson de Edgar Allan Poe y La historia del reflejo
se durmió lloraba con desconsuelo perverso de E.T.A. Hoffman.
• El valor estilístico de las formas verbales contribuye 4. Un ejercicio que recomendamos es la redacción de
también a darle al relato esta concisión y este ritmo un diálogo en el que los alumnos inventen dos
alegre que lo caracteriza. Podemos ver aquí los usos ‘yoes’ que se enfrentan y no consiguen ponerse de
típicos del discurso narrativo, alternándose los pre- acuerdo ante una determinada situación.

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