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progresivo rol del conocimiento, así como el alcance y los límites de dichos modelos empresariales. De esta manera,
veremos cómo se fue reconfigurando el perfil de las clases dominantes y sus mecanismos de construcción de hegemonía,
y cómo, lejos de suponer la restitución de antiguos grupos de poder, el proceso recompuso mediante desplazamientos,
permanencias e ingresos la cúpula del sector agropecuario.
El devenir de procesos macro vinculados a los desarrollos tecnológicos, financieros, científicos, productivos y
políticos caracterizó la evolución del capitalismo contemporáneo, y en diálogo con configuraciones históricas y políticas
precisas produjo modalidades específicas de anclaje de aquellos procesos. Este tercer horizonte, producto de la historia
que hacen los hombres, irá surgiendo, en sus propios términos, a lo largo del recorrido que aquí iniciamos.” (p. 21)
2. De estancieros a empresarios
“(…) Con un horizonte distinto del planteado por la histórica Sociedad Rural Argentina, la AACREA
[Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola, 1957] se propuso moldear una
perspectiva propia sobre la modernización, fundando un imaginario de moderna empresa agropecuaria alejado del de
la antigua estancia. Técnica y política serán articuladas de un modo preciso por ella para retomar la perdida vocación
del progreso y de poder que había enarbolado la SRA entre 1866y 1930.
En continuidad con la concepción desarrollista para la cual la tecnología permitía subsanar los problemas de
crecimiento de la economía, la AACREA emergió como un espacio de ceración de un nuevo lenguaje colonizado por
el tecnicismo. Con ello, el dominio de la actividad agropecuaria pasó a ser resultado de la eficiencia basada en criterios
técnicos y científicos. La AACREA logró consolidar una novedosa noción de transformación agraria, vinculada al
desarrollo de tecnologías, en vez de la transformación de la tenencia de la tierra, al tiempo que la asociaron al logro del
bienestar social. Lejos de referenciar el bienestar mediante una mayor democratización de los medios de producción y
de la riqueza, los terratenientes de la asociación desplegaron una dimensión cristiana de la moral económica y política.
Así, desde sus inicios, la AACREA buscó constituirse en la ‘punta de lanza de una nueva agricultura’”.
“Según surge de diversos documentos institucionales y de los numerosos relatos recogidos entre sus integrantes,
el mito fundacional de la AACREA refiere a una idea noble: un trabajo en equipo, de un grupo pequeño, para mejorar
la producción a través del intercambio de ideas, (p. 39) información y experiencias. Así, se alude a las motivaciones
que congregaron a los pioneros de esta organización. Luego de tres generaciones, este mito mantiene su vigencia.”
“Las preocupaciones técnicas y la inquietud por integrar el conocimiento científico en la producción idea que
movilizaron la creación de los primeros CREA estaban anudadas a una concepción de la práctica pública y de la
cuestión social de fuerte contenido católico. Otro aspecto central para comprender esta entidad se refiere a la
homogeneidad del grupo fundador en términos de clase; en este sentido, la AACREA será también un espacio de
reproducción social de la burguesía terrateniente.” (p. 40)
“Los principios que organizaron la visión del mundo de los CREA fueron los de la generosidad reflejado en
propósito de compartir el conocimiento, la cooperación, la responsabilidad social frente a los bienes que detentaban,
la búsqueda del bien común y la denostación de la mediocridad. En suma, la AACREA se planteaba ‘dotar a la ruralidad
en su conjunto del compromiso de llevar adelante acciones íntimamente ligadas con los valores cristianos’,
proponiéndose una lógica de responsabilidad que debía desprenderse de su carácter de ‘clase superior’ por sus
posesiones, su educación y s acceso a espacios de poder. Esa responsabilidad, sin embargo, no declinaba políticamente,
es decir, no se expresaba en una vocación por la actividad gremial o partidaria. Se presentaba, antes bien, en términos
ético-religiosos y, por ello, quedaba sustraída de la lucha política: simplemente era el orden natural de las cosas.” (p.
41)
“(…) El accionar de la entidad, en consecuencia, se orientó a impulsar la incorporación de avances técnicos y
la profesionalización de la gran empresa. Ese proceso le permitió recortarse como un actor como un actor diferenciado
en el mapa institucional del agro y encarar una renovación ideológica entre los terratenientes.” (p. 42)
“(…) De este modo, se apelaba continuamente a la refundación de liderazgos al interior de la clase terrateniente,
que debían basarse en la eficiencia técnica, tanto como en las obligaciones morales; el rol del empresario debía estar
orientado al logro del bien común.” (p. 43)
“(…) La AACREA se propuso construir una ‘nueva agricultura’ liderada por empresarios, lo que requería una
‘verdadera revolución intelectual’ que sustentara el pasaje de ‘jefes de estancia’ a ‘jefes de empresas agropecuarias’.
Ese pasaje operó tanto en términos de las prácticas que hacían a la gestión y organización de la producción, como en la
identidad y generación de una nueva cultura económica que iba a partir aguas con la imagen del estanciero tradicional.”
= racionalización y eficiencia de los procesos productivos
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“(…) Sustentados en la centralidad de las relaciones cara a cara, los grupos CREA se constituyeron en
verdaderas comunidades de experiencias en torno a las cuales se creó un nuevo modo de vida y un nuevo mundo moral.
Ciertamente, la base de esa experiencia residía en las cuestiones técnicas, sobre las que se organizaban las reuniones.
Auténticos espacios de socialización, estos grupos generaron un lenguaje común para hablar de la agricultura y del rol
de los miembros CREA como empresarios, a la vez que dieron origen, en ese ámbito, a la necesaria identificación de
sus integrantes como un colectivo con rasgos propios.” = ‘tecnologías de costo cero’ (p. 45)
“Los grupos, además, fueron pioneros en la introducción de conceptos e instrumentos de gestión económica-
financiera. En la visión de la AACREA, una gestión moderna de la explotación agropecuaria era indispensable para la
rentabilidad y el crecimiento del sector, y se relacionaba con las capacidades individuales. Así, la diferencias del
tamaño, productividad e ingresos se explicaban por la falta de una gestión adecuada, lo que obliteraba las desigualdades
en el acceso a la tierra, el capital y la tecnología.” = ‘margen bruto’ (p. 46)
“Hacia el inicio de la década de 1970, la entidad se enorgullecía de haber liderado el cambio en la producción
pampeana tras haber aportado soluciones para los ‘problemas que en determinado momento actuaban como limitantes
de la productividad’. Según la visión de sus dirigentes, el conocimiento agronómico, económico y financiero que la
AACREA había generado y las herramientas para aplicarlos habían permitido dar un verdadero ‘salto productivo’. Los
resultados obtenidos por los miembros CREA confirmaban esa pretensión: la de haberse ubicado en el centro de un
nuevo campo de poder, el de la técnica. Poder que se materializaba en una estructura técnica de envergadura, en
aceitados mecanismos de participación en ámbitos vinculados con la ciencia y la tecnología, y en lo que se manifestaba
como una verdadera capacidad de anticipación a los cambios tecnológicos y comerciales en el mundo. “(p. 48)