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Curso de Ingreso
2017
Curso de Ingreso | Escritura 1
El criterio para clasificar estas actividades podría seguir refinándose, pero, en este curso,
nos interesa centrarnos en algunas de ellas por la importancia que tienen en el desempeño
exitoso en la universidad. El objetivo principal es fortalecer las competencias para la
interpretación de textos y la elaboración de discursos que den cuenta de esas lecturas. El
curso se centrará en la lectura de textos argumentativos y en la elaboración de textos
expositivo-explicativos, dos de las modalidades más características en el inicio de los
estudios superiores.
Objetivos generales
Que los alumnos desarrollen habilidades de lectura de textos argumentativos, y de
producción de textos expositivos.
Que amplíen los conocimientos que permiten resolver problemas de lectura y
escritura de textos en el ámbito universitario.
Programa
1. ¿Qué es leer en la universidad?
Las características de la lectura en el ámbito académico. Lectura crítica. Texto y
paratexto.
1
Cuadernillo elaborado por Elena Valente, Susana Nothstein, Emilia Ghelfi, Florencia Castellano y
Mariana Bozetti, profesoras del Área de escritura de la UTDT.
Curso de Ingreso | Escritura 2
La lectura crítica
Pedro Mairal2
El desencuentro
La Feria del Libro –se suele decir– es un encuentro entre el autor y el lector. Mala idea.
No es que no recomiende ir a la Feria, lo que no recomiendo es ir a conocer personalmente
a los autores. En general uno se arma una imagen personal del autor, a medida que va
leyendo sus libros y sus entrevistas. Uno infiere o deduce al autor con la información que
le brinda su ficción, su voz narrativa, sus personajes; uno se va preguntando: “¿Esto le
habrá pasado?”, y se contesta que quizá sí, que le pasó realmente. Ese costado medio
voyeur que tenemos como lectores inclina el plano de la lectura y muchas veces nos hace
seguir leyendo, nos alienta la curiosidad, el morbo. Es una curiosidad legítima. Así
armamos un autor. No es lo mismo mi Camus que el Camus que se había imaginado una
amiga de mi madre, que contaba que tenía la foto en la mesa de luz. Y lo que permite esa
libertad imaginativa es que Camus murió en 1960 sin que hayamos podido ir a escucharlo
ni darle la mano (estuvo en Buenos Aires, pero en el 49 y brevemente, porque fue
censurado por el peronismo).
Si no conocemos al autor como persona, podemos leer armando como queremos el gran
rompecabezas de su vida y su personalidad. Por eso, si estaba pensando en ir a ver a su
autor preferido, le aconsejo que no vaya. Esos encuentros son siempre un desencuentro.
Mejor léalo, dedúzcalo, proyecte sobre él o sobre ella todo lo que le parezca; adivínelo,
invéntelo, mejórelo. Si insiste, se va a desilusionar. Va notar que su autora preferida tiene
demasiada peluquería encima, demasiada bijou (ahora se dice accesorios) y tiene un tic
con el pelo, y las pulseras enormes le hacen ruido cada vez que se arremanga
entusiasmada para contestar las preguntas que ella misma redactó. Y cuando vea al autor
que la desvela, y vea la panza y la pelada que no se veían en la foto... Y cuando los escuche
repetir las respuestas ocurrentes que ya dijeron en entrevistas anteriores… Y cuando los
note antipáticos, o demasiado simpáticos, demasiado presentes, sin misterio, pisoteando
para siempre la idea admirable del autor que usted con tanta pasión se había formado…
A los autores hay que leerlos, no conocerlos. Imagínese ir a verlo a Shakespeare a la Feria
del Libro. Ahí está William con su barbita candado, y al final usted se le acerca y le dice
que le gustaría hacerle una entrevista para una revista barrial. Y él le contesta que gracias
pero que no puede porque está recién saliendo de una gastroenterocolitis. O peor, acepta,
da la entrevista y es un plomo. Después de eso, ¿cómo seguir leyendo igual a William
Shakespeare?
Una vez vi a una chica leyendo un libro mío en el colectivo. Casi le pegunto si le estaba
gustando, casi le digo que yo era el autor. Pero algo me detuvo. Me pareció que yo no
tenía por qué interrumpir esa tranquilidad de la lectura, no tenía por qué entrometerme
2
Diario Perfil, 1/5/2009 [en línea]. Dirección URL:
http://www.perfil.com/contenidos/2009/05/01/noticia_0044.html [Consulta: 9 de octubre de 2013].
Curso de Ingreso | Escritura 4
entre ella y la voz que ella estaba armando o casi inventando con mi texto. No tenía por
qué entrometerme entre ella y las palabras. El libro era de ella, no mío. Creo que si estoy
leyendo en el colectivo y un tipo a mi lado me dice “Yo escribí ese libro” pegaría un salto,
como si se materializara el genio de la lámpara. Por eso me bajé sin decir nada.
Cuestión:
Argumento 1:
Argumento 2:
En “El desencuentro”3, el escritor argentino Pedro Mairal aborda la relación que debe
existir entre el escritor y sus lectores. En relación con ese tema, sostiene que no es
necesario conocer personalmente a los autores, sino que lo más importante es leer lo que
escriben.
3
Diario Perfil, 1/5/2009 [en línea]. Dirección URL:
http://www.perfil.com/contenidos/2009/05/01/noticia_0044.html [Consulta: 9 de octubre de 2013].
Curso de Ingreso | Escritura 5
Leer argumentación
Los textos predominantemente argumentativos requieren claves de lectura particulares,
diferentes de las que el lector debe activar para el abordaje de textos predominantemente
expositivo-explicativos. Veremos a continuación en qué consiste la clave de lectura que
supone un texto, una vez que se ha determinado que la principal finalidad del enunciador
es persuadir.
Actividad
Lea el siguiente texto:
La buena muerte
Artículo publicado por Jesús Mosterín, filósofo y profesor de Investigación en el Instituto
de Filosofia del CSIC.
La buena muerte o eutanasia (en griego, eu-thánatos) es el digno colofón de una buena
vida. Cualquier vida es un proceso efímero, y todos tenemos una cita con la Parca. Pero,
también en una vida efímera, la única que hay, cabe la consciencia y la felicidad. Por
desgracia, la mala muerte o cacotanasia (en griego: kako-thánatos) frustra muchas vidas
humanas, echándolas a perder al final. En nuestra era tecnológica, la cacotanasia resulta
con frecuencia del intento de alargar una vida que ya ha llegado a su fin, añadiendo un
capítulo de infierno e indignidad a una biografía que podría haber sido satisfactoria. La
dignidad de la vida humana estriba en no aceptar cualquier tipo de vida, sino sólo aquella
que, en opinión del sujeto, vale la pena de ser vivida.
El Oscar a la mejor película y al mejor director de 2004 ha recaído en Million dollar baby,
de Clint Eastwood. Maggie quiere llegar a ser campeona de boxeo, y, cuando está a punto
de conseguirlo, sufre un feroz ataque que la deja tetrapléjica, con la columna deshecha y
la pierna amputada. Esa muerte en vida, mantenida artificialmente, ya no tiene sentido
para ella, que sólo desea morir de verdad, y lo desea con toda su alma. Aunque ella misma
no puede moverse, al final obtiene la eutanasia de la mano de Frankie, su entrenador, el
único que la quiere y la respeta, el único dispuesto a correr riesgos para que la voluntad
de Maggie se cumpla.
Cuando los caballos sufrían un accidente fatal, los jinetes decentes acortaban su agonía
con el famoso tiro de gracia. Al gorila albino Copito de Nieve lo querían mucho en el zoo
de Barcelona; por eso cuando en 2003 su cáncer de piel era ya irreversible y su dolor
arreciaba, sus cuidadores decidieron practicarle la eutanasia. Mucha gente comentó con
envidia que ya les gustaría a ellos ser tratados como el gorila.
Un caso grotesco ha sido el de Terri Schiavo. En 1990 su cerebro sufrió un daño profundo
e irreversible por una parada cardiaca. Desde entones fue mantenida en vida como un
vegetal humano. En 1998 su marido pidió que le retirasen los tubos. Aunque los jueces
de todas las instancias dieron repetidamente la razón al marido, los políticos de la
ultraderecha cristiana se interfirieron en los procesos judiciales para prolongar la vida
vegetativa de Terri. En 2003 el Parlamento de Florida aprobó una ley especial, Terri's
Law, que autorizaba al gobernador Jeb Bush a ordenar la reinserción de los tubos que los
jueces habían ordenado retirar, ley que Jeb firmó al instante y usó de inmediato para que
el esperpento continuase. Un año después, el Tribunal Supremo de Florida declaró dicha
ley inconstitucional. En febrero de 2005, el Congreso de los Estados Unidos se reunió
precipitadamente en periodo de vacaciones para permitir que un tribunal federal volviera
a intubar a Terri y el presidente George W. Bush regresó desde Texas en avión para firmar
inmediatamente la ley. De todos modos, de nada sirvió tanta maniobra. El tribunal federal
de apelación rechazó de nuevo la pretensión fundamentalista y ordenó que los tubos
siguieran retirados. En ese clima exaltado nadie se atrevía a mencionar siquiera la
eutanasia, así que finalmente se dejó que la pobre mujer muriera por deshidratación a lo
largo de dos semanas.
La alternancia en el poder es típica de las democracias maduras y sirve para que cada
partido corrija los excesos de su contrincante. Aunque el PP se ha modernizado, hasta
ahora ha sido incapaz de romper sus amarras con el fundamentalismo de la jerarquía
eclesiástica y de adoptar el laicismo de la moderna democracia liberal. Ha sido un
espectáculo poco edificante el de algunos ministros y ministras relativamente liberales
traicionando sus propias convicciones y tratando de imponer la religión católica como
asignatura al mismo nivel que las matemáticas, o prohibiendo la prometedora
investigación con células madre, o imponiendo las ideas de los obispos sobre el aborto o
la eutanasia a una mayoría de los ciudadanos que ya no comulgan con esas piedras de
molino. ¿Y qué decir de la reacción histérica del consejero de Sanidad de la Comunidad
de Madrid, destituyendo fulminantemente al jefe del servicio de urgencias del Hospital
Severo Ochoa, Luis Montes, por una denuncia anónima e ilegal de que la práctica habitual
de la sedación terminal de los pacientes comatosos podría oler a eutanasia, enfrentándose
ala opinión de los médicos, al comité de ética, al Colegio de Médicos y a la Sociedad
Española de Cuidados Paliativos? Desde luego, si llego a verme en esa tesitura terminal,
me gustaría contar con los servicios paliativos del dolor de un profesional competente y
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complaciente más bien que caer en las garras de un ideólogo cristiano ignorante de la
medicina y empeñado en alargar mi agonía a toda costa.
El mejor servicio que el PSOE puede prestar ahora a la democracia española consiste en
corregir esos excesos del fervor religioso, como ya lo está haciendo en el tema de las
células madre o del divorcio, pero como todavía no se atreve a hacer con el aborto o la
eutanasia. Envalentonada por la actitud pusilánime del Gobierno, en noviembre de 2004
la Conferencia Episcopal lanzó una campaña de agitación a favor de la cacotanasia,
llegando a imprimir siete millones de panfletos que identificaban la eutanasia con el
homicidio. Confundir la eutanasia con el homicidio es como confundir el amor con la
violación, o el regalo con el robo, o lo voluntario con lo forzado. No hay argumentos, ni
siquiera bíblicos, para defender la postura eclesiástica. La actual problemática viene
planteada por el progreso de la tecnología médica, que es muy reciente y sobre el que la
Biblia no dice nada. A falta de argumentos, la jerarquía imparte insultos urbi et orbi,
tildando de homicidas a cuantos discrepan de sus peregrinas opiniones.
-Argumento: No todas las condiciones de vida hacen que esta sea digna; la
eutanasia permitiría preservar la dignidad que debe caracterizar a la vida.
tecnológicos que hacen necesaria la eutanasia, ya que son los que prolongan los casos de
extremo sufrimiento sin posibilidad de cura alguna.
Un texto expositivo presenta una introducción, un desarrollo y un cierre. Cada una de esas
partes tiene una función específica. Veamos a continuación los elementos que aporta cada
una de ellas:
-Fuente
Introducción -Autor(es) / Breve referencia
-Cuestión
-Hipótesis
-Principales argumentos
Desarrollo -Posturas refutadas
-Referencia a posiciones adversas
-Referencia a la conclusión argumentativa
Cierre de la fuente (no una evaluación personal
del enunciador de la exposición).
Veamos un ejemplo:
En el ensayo “La buena muerte4”, el escritor y filósofo español Jesús Mosterín aborda la
discusión que se plantea en la sociedad española acerca de si la eutanasia debe ser
4
Mosterín, Jesús, “La buena muerte”, El País, 12 de abril de 2005.
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considerada una alternativa válida para determinados casos o, por el contrario, debe ser
penada. En su opinión, esta debe ser aceptada y legalizada.
Para el autor, la eutanasia debe aceptarse como posibilidad para los humanos porque ya
se la implementa sobre otros seres: es una práctica aceptada universalmente cuando se
aplica como gesto de piedad con los animales. Por tal razón, según Mosterín, también
debería ser contemplada como posibilidad para los humanos.
En síntesis, la eutanasia, para Mosterín, debe ser legalizada, y constituye un derecho que
debe otorgársele a cualquier individuo en una situación de sufrimiento irreversible. Por
esto considera, también, que es el mejor trato que puede recibir un enfermo terminal. Para
el filósofo, la decisión sobre la propia muerte dignifica a quienes deben ser dueños de su
propia vida.
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El texto expositivo tiene por finalidad que un lector que no conoce el texto
fuente tenga la información fundamental. En los casos en los que se expone
un texto argumentativo, la información fundamental es la hipótesis que
plantea el autor y los principales argumentos que emplea para validarla.
El texto expositivo se organiza en tres partes: introducción, cuerpo y
conclusión.
El escritor niega la consideración de la eutanasia como homicidio. Para él esta postura es sostenida
por los sectores conservadores de la Iglesia Católica y sus proyecciones políticas, pero carece de
fundamentos bíblicos. Esto se debe a que, afirma, la Biblia no da cuenta de los recientes avances
tecnológicos, que pueden prolongar la agonía artificialmente y darle sentido a la eutanasia.
“Niega” y “afirma” son verbos de decir a través de los que se le atribuye la palabra al
enunciador del texto fuente.
Para el filósofo, la eutanasia debe aceptarse como posibilidad para los humanos porque ya se la
implementa sobre otros seres: es una práctica aceptada universalmente cuando se aplica como
gesto de piedad con los animales. Por tal razón, según Mosterín, también debería ser contemplada
como posibilidad para los humanos.
En ningún momento debe aparecer la opinión del lector (el alumno, en este
caso) acerca del texto. Por ejemplo, es un error usar la primera persona del
plural, porque el lector tiene que tener distancia con el contenido que expone.
Error:
“Por lo tanto, cuando hablamos de este sustantivo, estamos haciendo referencia a la etapa final de nuestra
vida, siendo algo natural y que involucra la opinión y decisión del hombre, ya que consiste y se basa en su
vida”.
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Cada una de las partes del texto expositivo tiene determinadas funciones:
Introducción
En el ensayo “La buena muerte5”, el escritor y filósofo español Jesús Mosterín aborda la
discusión que se plantea en la sociedad española acerca de si la eutanasia debe ser
considerada una alternativa válida para determinados casos o, por el contrario, debe ser
penada. En su opinión, esta debe ser aceptada y legalizada.
En la introducción, aparecen
5
Mosterín, Jesús, “La buena muerte”, El País, 12 de abril de 2005.
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En el cuerpo, aparecen
Los principales argumentos (en el caso del texto considerado aquí, tres
o cuatro) que emplea el autor para validar su hipótesis.
El filósofo considera que, si se aplica sobre esos seres, a partir de su propia decisión la
eutanasia no debe definirse como un suicidio u homicidio (en el caso de que sea un tercero
quien termine con esa vida), sino como la posibilidad de poner fin a situaciones
desgarradoras. Primer argumento: La eutanasia no es suicidio ni homicidio,
sino la posibilidad de poner fin a la vida, cuando se llega a un estado de
deterioro irreversible.
Para el filósofo, la eutanasia debe aceptarse como posibilidad para los humanos porque
ya se la implementa sobre otros seres: es una práctica aceptada universalmente cuando se
aplica como gesto de piedad con los animales. Por tal razón, según Mosterín, también
debería ser contemplada como posibilidad para los humanos. Cuarto argumento: Si
la eutanasia es una práctica aceptada universalmente cuando se aplica como
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gesto de piedad con los animales, también debería ser contemplada como
posibilidad para los humanos.
Conclusión
La eutanasia, para Mosterín, debe ser legalizada, y constituye un derecho que debe
otorgársele a cualquier individuo en una situación de sufrimiento irreversible. Por esto
considera, también, que es el mejor trato que puede recibir un enfermo terminal. Para el
filósofo, la decisión sobre la propia muerte dignifica a quienes deben ser dueños de su
propia vida.
Curso de Ingreso | Escritura 15
La fotografía de Aylan Kurdi, un niño sirio de tres años muerto en una playa de Turquía
cuando con su familia trataba de emigrar a Europa, conmovió al mundo entero. Y sirvió
para que varios países europeos ampliaran su cuota de refugiados —no todos, desde
luego— y la opinión pública internacional tomara conciencia de la magnitud del problema
que representan los cientos de miles, acaso millones, de familias que tratan de escapar del
África y de Medio Oriente hacia el mundo occidental donde, creen, encontrarán trabajo,
seguridad y, en pocas palabras, la vida digna y decente que sus países no pueden darles.
Es bueno que haya ahora, en los países más prósperos y libres del mundo, una conciencia
mayor de la disyuntiva moral que les plantea el problema de estas migraciones masivas y
espontáneas, pero sería necesario que, por positivo que sea el esfuerzo que hagan los
países avanzados para admitir más refugiados en su seno, no se hicieran ilusiones
pensando que de este modo se resolverá el problema. Nada más inexacto. Aunque los
países occidentales practicaran la política de fronteras abiertas que los liberales radicales
defienden —defendemos—, nunca habría suficiente infraestructura ni trabajo en ellos
para todos quienes quisieran huir de la miseria y la violencia que asolan ciertas regiones
del mundo. El problema está allí y sólo allí puede encontrar una solución real y duradera.
Tal como se presentan las cosas en África y Medio Oriente, por desgracia, aquello tomará
todavía algún tiempo. Pero los países desarrollados podrían acortarlo si orientaran sus
esfuerzos en esa dirección, sin distraerse en paliativos momentáneos de dudosa eficacia.
La raíz del problema está en la pobreza y la inseguridad terribles en que vive la mayoría
de las poblaciones africanas y de Medio Oriente, sea por culpa de regímenes despóticos,
ineptos y corruptos o por los fanatismos religiosos y políticos —por ejemplo el Estado
Islámico o Al Qaeda— que generan guerras como las de Siria y Yemen, y un terrorismo
que diariamente ciega vidas humanas, destruye viviendas y tiene en el pánico, el paro y
el hambre a millones de personas, como ocurre en Irak, un país que se desintegra
lentamente. No se trata de países pobres, porque hoy en día cualquier país, aunque carezca
de recursos naturales, puede ser próspero, como muestran los casos extraordinarios de
Hong Kong o Singapur, sino empobrecidos por la codicia suicida de pequeñas élites
dominantes que explotan con cinismo y brutalidad a esas masas que, antes, se resignaban
a su suerte. Ya no es así gracias a la globalización, y, sobre todo, a la gran revolución de
las comunicaciones que abre los ojos a los más desvalidos y marginados sobre lo que
ocurre en el resto del planeta. Esas multitudes explotadas y sin esperanza saben ahora que
en otras regiones del mundo hay paz, coexistencia pacífica, altos niveles de vida,
seguridad social, libertad, legalidad, oportunidades de trabajar y progresar. Y con toda
razón están dispuestas a hacer todos los sacrificios, incluido el de jugarse la vida, tratando
de acceder a esos países. Esa emigración no será nunca detenida con muros ni alambradas
6
Artículo publicado en El País, el 20 de septiembre de 2015.
7
Mario Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, en 1936. Es novelista y ensayista. A lo largo de su carrera,
ha recibido innumerables premios y distinciones, entre ellos, dos de los máximos galardones que se
conceden en el ámbito de las letras hispánicas: el Premio Rómulo Gallegos (1967) y el Premio Cervantes
(1994). En 2010 obtuvo el Premio Nobel de Literatura.
Curso de Ingreso | Escritura 17
como las que ingenuamente han construido o se proponen construir Hungría y otras
naciones. Pasará por debajo o por encima de ellos y siempre encontrará mafias que le
faciliten el tránsito, aunque a veces la engañen y conduzcan no al paraíso sino a la muerte,
como a los 71 desdichados que murieron hace algunas semanas asfixiados en un camión
frigorífico en las carreteras de Austria.
Pero, en verdad, este sólo se resolverá donde ha nacido, es decir, en África y el Medio
Oriente. No es imposible. Hay dos regiones del mundo que eran, al igual que estas ahora,
grandes propulsoras de emigrantes clandestinos hacia Occidente: buena parte del Asia y
América Latina. Esta corriente migratoria ha disminuido notablemente en ambas a
medida que la democracia y políticas económicas sensatas se abrían camino en ellas, los
Estados de derecho reemplazaban a las dictaduras, y sus economías comenzaban a crecer
y a crear oportunidades y trabajo para la población local. La manera más efectiva en que
Occidente puede contribuir a reducir la inmigración ilegal es colaborar con quienes en los
países africanos y el Medio Oriente luchan para acabar con las satrapías que los gobiernan
y establecer regímenes representativos, democráticos y modernos, que creen condiciones
favorables a la inversión y atraigan esos capitales (muy abundantes) que circulan por el
mundo buscando donde echar raíces.
Cuando era estudiante universitario recuerdo haber leído, en el Perú, una encuesta que
me hizo entender por qué millones de familias indígenas emigraban del campo a la ciudad.
Uno se preguntaba qué atractivo podía tener para ellas abandonar esas aldeas andinas que
el indigenismo literario y artístico embellecía, para vivir en la promiscuidad insalubre de
las barriadas marginales de Lima. La encuesta era rotunda: con todo lo triste y sucia que
era la vida, en esas barriadas los excampesinos vivían mucho mejor que en el campo,
donde el aislamiento, la pobreza y la inseguridad parecían invencibles. La ciudad, por lo
menos, les ofrecía una esperanza.
Por tardía que pueda ser, la reciente oleada de solidaridad en favor de los refugiados tiene
el mérito de recordar no solo a los europeos, sino al resto del mundo también, una realidad
esencial. El continente puede y debe convertirse en una gran tierra de inmigración en el
siglo XXI. Todo conspira para ese fin: nuestro envejecimiento autodestructivo lo impone,
nuestro modelo social lo permite, y la combinación del calentamiento global y la
explosión demográfica de África cada vez lo exigirá más.
Todo esto es bien sabido. Lo que puede ser menos sabido, sin embargo, es que, cuando
se trata de migraciones, la Europa anterior a la crisis financiera estaba al borde de
convertirse en la región más abierta del mundo. Pero la crisis financiera mundial, y la
incapacidad de Europa para superarla, debido a sus malas políticas, llevaron al aumento
del desempleo, la xenofobia y el cierre brutal de las fronteras del continente.
Demos un paso atrás. Desde 2015, la Unión Europea cuenta con casi 510 millones de
habitantes, comparado con 485 en 1995 (en fronteras constantes). Esta progresión de 25
millones de habitantes en 20 años no tiene nada de excepcional en sí misma (apenas 0,2
% de crecimiento anual, contra 1,2 % por año para la población mundial tomada en su
conjunto para el mismo período). Pero el punto importante es que este crecimiento se
explica en casi tres cuartos por el aporte migratorio: de los 25 millones, más de 15 fueron
inmigrantes. Entre 2000 y 2010, la Unión Europea ha absorbido flujos migratorios de 1
millón de personas por año. Esto es equivalente al nivel de Estados Unidos, pero con un
mayor grado de diversidad cultural y geográfica. En esa época no tan distante, cuando
Europa sabía cómo ser más receptiva, aunque de un modo relativo, el desempleo europeo
estaba en declinación, al menos hasta 2007-2008. La paradoja es que Estados Unidos,
gracias a su pragmatismo y a su flexibilidad fiscal y monetaria, logró recuperarse
velozmente de la crisis financiera que había creado. De forma rápida retomó su trayectoria
de crecimiento, y la inmigración se mantiene estable en cerca de 1 millón de personas por
año. En cambio, Europa, enredada en sus divisiones y sus posiciones estériles, sigue sin
recuperar su nivel de actividad económica anterior a la crisis, con las consecuencias de
un desempleo en aumento y el cierre de las fronteras. Los flujos migratorios cayeron
abruptamente de 1 millón por año en 2000-2010 a menos de 400.000 entre 2010 y 2015.
¿Qué se debe hacer? La tragedia de los refugiados podría ser una oportunidad para los
europeos de salir de sus disputas mezquinas y de su autocontemplación. Abriéndose al
mundo, haciendo arrancar la economía y las inversiones (viviendas, escuelas,
infraestructura), combatiendo el riesgo de deflación, la Unión Europea podría fácilmente
volver a sus niveles de inmigración anteriores a la crisis. En ese aspecto, la apertura
demostrada por Alemania son excelentes noticias para todos aquellos que están
preocupados por una Europa decrépita y envejecida. En verdad, podemos reconocer que
Alemania no tiene muchas opciones, dada su tasa de natalidad muy baja. Según las
últimas proyecciones demográficas de las Naciones Unidas, incluso con una tasa de
8
Boston Globe, 10.9.2015. Traducción de Emilia Ghelfi. Este artículo apareció publicado anteriormente
en Liberation, el 7.9.2015, con el título “Pour une Europe ouverte”.
9
Economista francés, autor de El capital en el siglo XXI.
Curso de Ingreso | Escritura 20
Sobre todo, la apertura al mundo mostrada por Alemania envía una fuerte señal a los
miembros de la Unión Europea del ex bloque comunista, que no quiere ni niños ni
inmigrantes, y cuya población combinada, según las Naciones Unidas, disminuiría de sus
actuales 95 millones a 55 millones para el 2100. Los países europeos deberían estar
eufóricos con la actitud de Alemania, y aprovechar esta oportunidad para realizar esta
visión de una Europa que sea abierta y positiva hacia los refugiados y los inmigrantes.
Curso de Ingreso | Escritura 21
La inexistencia de Noruega10
Europa debe aceptar los nuevos refugiados hijos del capitalismo global y herederos del
colonialismo, pero a la vez debe fijar reglas claras que privilegien el estilo de vida
europeo.
Entonces, ¿qué hacer con los cientos de miles de personas desesperadas que esperan en
el norte de Africa, escapando de la guerra y el hambre, tratando de cruzar el mar para
encontrar refugio en Europa? Hay dos respuestas principales. Los liberales de izquierda
expresan su indignación por cómo Europa está permitiendo que miles de personas se
ahoguen en el Mediterráneo –su idea es que Europa debe mostrar su solidaridad abriendo
sus puertas de par en par–. En cambio los populistas antiinmigrantes afirman que debemos
proteger nuestra forma de vida y dejar que los africanos resuelvan sus propios problemas.
Ambas soluciones son malas, ¿pero qué es peor? Parafraseando a Stalin, los dos son
peores. Los mayores hipócritas son los que defienden la apertura de fronteras: en secreto
saben muy bien que esto nunca va a pasar, ya que daría lugar a una revuelta populista
instantánea en Europa. Actúan el Alma Bella que se siente superior al mundo corrupto
mientras secretamente participan en él.
10
Página 12, 11 de septiembre de 2015 [en línea]. Dirección URL:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elmundo/4-281407-2015-09-11.html [Consulta: 1 de abril
de 2016].
Curso de Ingreso | Escritura 22
El populista antiinmigrante también sabe muy bien que, abandonados a sí mismos, los
africanos lograrán cambiar sus sociedades, ¿por qué no?
Porque nosotros, los europeos occidentales, estamos impidiendo que lo hagan. Fue la
intervención europea en Libia, la que arrojó al país en el caos. Fue el ataque
estadounidense a Irak, el que creó las condiciones para el surgimiento del Estado Islámico
(EI). La guerra civil en curso en la República Centroafricana entre el sur cristiano y el
norte musulmán no es sólo una explosión de odio étnico, fue provocada por el
descubrimiento de petróleo en el norte: Francia (vinculada con los musulmanes) y China
(vinculada a los cristianos) luchan por el control de los recursos petroleros a través de sus
representantes.
Pero el caso más claro de nuestra culpa es el Congo de hoy que está surgiendo de nuevo
como el “corazón de las tinieblas” africano. El artículo de portada de la revista Time el 5
de junio de 2006 se tituló “La guerra más mortal en el mundo” –una investigación
detallada sobre cómo como alrededor de cuatro millones de personas murieron en el
Congo resultado de la violencia política durante la última década. Ninguno de los
habituales alborotos humanitarios le siguió, como si algún tipo de mecanismo de
filtración hubiera bloqueado esta noticia para que no alcanzara pleno impacto–. Para
decirlo cínicamente. El tiempo había elegido a la víctima equivocada en la lucha por la
hegemonía en el sufrimiento –debería haberse mantenido con la lista de sospechosos de
siempre–: las mujeres musulmanas y su difícil situación, la opresión en el Tíbet... ¿Por
qué esta ignorancia?
En 2001, una investigación de la ONU sobre la explotación ilegal de los recursos naturales
en el Congo encontró que el conflicto en el país es principalmente sobre el acceso, el
control y el comercio de cinco recursos minerales clave: coltán, diamantes, cobre, cobalto
y oro. Bajo la fachada de la guerra étnica, discernimos el funcionamiento del capitalismo
global. El Congo ya no existe como un Estado unido; se trata de una multiplicidad de
territorios gobernados por los señores de la guerra locales que controlan su pedazo de
tierra con un ejército que, por regla general, incluye niños drogados. Cada uno de estos
señores de la guerra tiene vínculos comerciales con una empresa extranjera o corporación
que explota sobre todo la rica minería en la región. La ironía es que muchos de estos
minerales se utilizan en productos de alta tecnología, como laptops y teléfonos celulares.
Así que olvídense de la conducta salvaje de la población local, simplemente quiten las
empresas de alta tecnología extranjeras de la ecuación y todo el edificio de la guerra étnica
alimentada por viejas pasiones se desmorona. Aquí es donde deberíamos empezar si
realmente queremos ayudar a los africanos y detener el flujo de refugiados. Lo primero
es recordar que la mayoría de los refugiados proceden de los “estados fallidos”, donde la
autoridad pública es más o menos inoperante por lo menos en grandes extensiones (Siria,
Líbano, Irak, Libia, Somalia, Congo...). Esta desintegración del poder del Estado no es
un fenómeno local, sino consecuencia de la economía y la política internacional, y en
algunos casos, como Libia e Irak, incluso un resultado directo de la intervención
occidental. Está claro que este aumento de “estados fallidos” no es una desgracia no
intencionada, sino también una de las formas en que las grandes potencias ejercen su
colonialismo económico. Uno también debería notar que las semillas de los “estados
fallidos” de Medio Oriente hay que buscarlas en las fronteras arbitrarias dibujadas
después de la Primera Guerra Mundial por el Reino Unido y Francia, que crearon una
Curso de Ingreso | Escritura 23
serie de estados “artificiales”: el Estado Islámico, al juntar a los sunnitas en Siria e Irak,
en última instancia, está uniendo lo que fue desgarrado por los amos coloniales.
No podemos dejar de señalar el hecho de que algunos países no demasiado ricos de Medio
Oriente (Turquía, Egipto, Irán, etc.) están mucho más abiertos a los refugiados que los
realmente ricos (Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos, Qatar...). Arabia Saudita y Emiratos
no reciben refugiados, aunque son vecinos de la crisis, así como ricos y culturalmente
mucho más cerca de los refugiados (que son en su mayoría musulmanes) que Europa.
Arabia Saudita incluso devolvió algunos refugiados musulmanes de Somalia –todo lo que
hizo fue contribuir con 280 millones de dólares como apoyo a la educación de los
refugiados–. ¿Es esto porque Arabia Saudita es una teocracia fundamentalista que no
puede tolerar ningún intruso extranjero? Sí, pero también hay que tener en cuenta que en
lo económico esta misma Arabia Saudita está totalmente integrada a occidente. ¿O no son
Arabia Saudita y los Emiratos, desde el punto de vista económico, puestos de avanzada
del capital occidental, estados que dependen totalmente de sus ingresos petroleros? La
comunidad internacional debería ejercer una fuerte presión sobre Arabia Saudita (y
Kuwait y Qatar, y...) para que cumplan con su deber en la aceptación de un gran
contingente de los refugiados, sobre todo porque, por la forma en que apoyó a los rebeldes
antiAssad, Arabia Saudita es en gran parte responsable de la situación en Siria.
Nueva esclavitud
Otra de las características que comparten estos países ricos es el surgimiento de una nueva
esclavitud. El capitalismo se legitima como el sistema económico que implica y
promueve la libertad personal (condición necesaria para que funcione el mercado). Pero
genera esclavitud, como parte de su propia dinámica: aunque la esclavitud fue casi extinta
a fines de la Edad Media, explotó en las colonias desde la temprana modernidad hasta la
guerra civil de Estados Unidos. Y uno puede arriesgar la hipótesis de que hoy, con el
surgimiento del capitalismo global, una nueva era de la esclavitud está emergiendo. A
pesar de que ya no existe la figura legal del esclavo, la esclavitud adquiere una multitud
de nuevas formas: millones de trabajadores inmigrantes en la península de Arabia (los
Emiratos, Qatar, etc.) están de facto privados de derechos y libertades civiles elementales;
otros millones de trabajadores son explotados en fábricas asiáticas organizadas
directamente como campos de concentración; en muchos estados del Africa Central
(Congo, etc.) se hace uso masivo del trabajo forzoso para la explotación de recursos
naturales. Pero no hace falta mirar tan lejos. El 1º de diciembre de 2013, al menos siete
personas murieron cuando una fábrica de ropa de capitales chinos en una zona industrial
en la ciudad italiana de Prato, a 10 kilómetros del centro de Florencia. Se incendió un
domingo, matando a los trabajadores atrapados en un improvisado dormitorio de cartón
construido en el lugar. El accidente se produjo en el distrito industrial Macrolotto de la
ciudad, conocido por su gran número de fábricas de ropa. Riberto Pistonina, un
sindicalista local comentó: “Nadie puede decir que está sorprendido por esto, porque todo
el mundo supo durante años que, en la zona entre Florencia y Prato, cientos sino miles de
personas están viviendo y trabajando en condiciones de casi esclavitud”. Sólo en Prato
hay al menos 15.000 trabajadores registrados legalmente, en una población total de menos
de 200.000, con más de 4000 empresas de propiedad china. Se cree que miles de
inmigrantes chinos están viviendo en la ciudad de manera ilegal, trabajando hasta 16
horas por día para una red de mayoristas y talleres que producen ropa barata.
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Por lo tanto, no tenemos que buscar la vida miserable de los nuevos esclavos muy lejos,
en los suburbios de Shanghai (o en Dubai y Qatar) e hipócritamente criticar a China –la
esclavitud puede estar aquí, en nuestra casa, simplemente no la vemos (o, más bien,
fingimos no verla). Este nuevo apartheid de facto, esta explosión sistemática del número
de diferentes formas de esclavitud de facto, no es un accidente lamentable, sino una
necesidad estructural del capitalismo global de hoy. Esta es quizás la razón por la cual los
refugiados no quieren entrar en Arabia Saudita. Pero los refugiados que entran a Europa
se ofrecen para convertirse en mano de obra barata, en muchos casos a costa de los
trabajadores locales que reaccionan ante esta amenaza uniéndose a los populistas
antiinmigrante. Para la mayoría de los refugiados, convertirse en mano de obra barata
europea sería sueño hecho realidad.
Los refugiados no son sólo escapan de sus tierras asoladas por la guerra, sino que también
están poseídos por un cierto sueño. Podemos ver una y otra vez en nuestras pantallas
refugiados en el sur de Italia, que dejaron en claro que no quieren quedarse allí –que en
su mayoría quieren vivir en los países escandinavos–. ¿Y qué hay miles que acampan
alrededor de Calais que no están satisfechos con Francia, pero están dispuestos a arriesgar
sus vidas para entrar en el Reino Unido? Y ¿qué pasa con las decenas de miles de
refugiados en los países Balcánicos que desean llegar a Alemania, al menos? Declaran
este sueño como su derecho incondicional, y exigen a las autoridades europeas no sólo
comida adecuada y atención médica, sino también el transporte hasta el lugar de su
elección. Hay algo enigmáticamente utópico en esta demanda imposible: como si el deber
de Europa fuera realizar su sueño, un sueño que, por cierto, está fuera del alcance de la
mayoría de los europeos (¿cuántos europeos del este y del sur también preferirían vivir
en Noruega?). Se puede observar aquí la paradoja de la utopía: precisamente cuando las
personas se encuentran en situación de pobreza, angustia y peligro, y uno esperaría que
estarían satisfechas con un mínimo de seguridad y bienestar, estalla la utopía absoluta. La
dura lección para los refugiados es que “no hay Noruega”, incluso en Noruega. Tendrán
que aprender a censurar sus sueños: en lugar de perseguirlos, en realidad, deberían
centrarse en cambiar la realidad.
Uno debe ser muy claro aquí: la idea de que la protección de una forma específica de vida
en sí misma es una categoría protofascista o racista debe ser abandonada. Si no hacemos
esto, abrimos el camino para que la ola antiinmigrante que crece en toda Europa y cuya
señal más reciente es el hecho de que, en Suecia, el Partido Demócrata antiinmigrante por
primera vez superó a los socialdemócratas y se convirtió en el partido más fuerte en el
país. La reacción liberal de izquierda estándar para esto es, por supuesto, una explosión
de moralismo arrogante: el momento en que demos alguna credibilidad al motivo
“protección de nuestro modo de vida”, ya comprometemos nuestra posición dado que
proponemos una versión más modesta de lo que los populistas antiinmigrante
abiertamente defienden. ¿No es esta la historia de las últimas décadas? Partidos centristas
rechazan el racismo abierto de los populistas antiinmigrante, pero al mismo tiempo
afirman “entender las preocupaciones” de la gente común y promulgar una versión más
“racional” de la misma política.
Pero aunque hay un momento de la verdad en esta reacción, se debe rechazar, sin
embargo, la actitud humanitaria liberal de la izquierda predominante. Las quejas que
moralizan la situación –el mantra de “Europa perdió la empatía, es indiferente hacia el
sufrimiento de los demás”, etc., no es más que el anverso de la brutalidad contra los
Curso de Ingreso | Escritura 25
Por lo tanto uno tiene que ampliar la perspectiva: los refugiados son el precio de la
economía global. En nuestro mundo global, los productos circulan libremente, pero no
las personas: están surgiendo nuevas formas de apartheid. El tema de las paredes porosas,
de la amenaza de estar inundado por extranjeros, es estrictamente inmanente al
capitalismo global, es una muestra de la falsedad en el discurso de la globalización
capitalista. Es como si los refugiados quisieran extender la libre circulación global de
materias primas también a las personas. Mientras que las grandes migraciones son un
rasgo constante en la historia de la humanidad, su principal causa en la historia moderna
son las expansiones coloniales: antes de la colonización, los países del Tercer Mundo
consistían básicamente de comunidades locales autosuficientes y relativamente aisladas
–fue la ocupación colonial, la que quitó los rieles a esta forma de vida tradicional y que
llevó a renovadas migraciones a gran escala (también a través de la trata de esclavos).
La ola actual de las migraciones en Europa no es una excepción. En Sudáfrica, hay más
de un millón de refugiados de Zimbabwe que están expuestos a los ataques de los pobres
locales porque les quitan su trabajo. Y habrá más, y no sólo a causa de los conflictos
armados, sino por nuevos “estados canallas”, las crisis económicas, los desastres
naturales, el cambio climático, etc. Ahora se sabe que, después de la catástrofe nuclear de
Fukushima, las autoridades japonesas pensaron por un momento en que la totalidad del
área de Tokio –20 millones de personas– tendrían que ser evacuadas. ¿En ese caso, a
dónde hubieran ido? ¿En qué condiciones? Se les debería dar un pedazo de tierra o
simplemente dispersarlos por el mundo? ¿Y qué pasaría si el norte de Siberia se hiciera
más habitable y apropiado para la agricultura, mientras que las grandes regiones
subsaharianas se volvieran demasiado secas para que viva allí una gran población?
¿Cómo se organizará el intercambio de población? Cuando cosas similares ocurrieron en
el pasado, los cambios sociales ocurrieron de manera espontáneamente salvaje, con
violencia y destrucción –tal perspectiva es catastrófica en las condiciones actuales, con
armas de destrucción masiva disponibles para todas las naciones.
Por lo tanto, la principal lección que hay que aprender es que la humanidad debería estar
lista para vivir de una manera más “plástica” y de forma más nómada: cambios locales o
globales en el medio ambiente pueden imponer la necesidad de inauditas
transformaciones sociales a gran escala. Una cosa está clara: la soberanía nacional tendrá
que ser redefinida radicalmente e inventados nuevos niveles de cooperación global. ¿Y
qué decir de los inmensos cambios en la economía y el consumo debido a los nuevos
patrones climáticos o la escasez de fuentes de agua y de energía? ¿A través de qué
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procesos de decisión se decidirán y ejecutarán esos cambios? Tendrán que romperse una
gran cantidad de tabúes y llevarse a cabo un conjunto de medidas complejas.
En cuarto lugar, la tarea más difícil e importante es un cambio económico radical que
debería abolir las condiciones que generan refugiados. La causa última de la llegada de
los refugiados en sí misma es el capitalismo global actual y sus juegos geopolíticos, y si
no lo transformamos radicalmente, los inmigrantes procedentes de Grecia y otros países
europeos se unirán pronto a los refugiados africanos. Cuando yo era joven, tal intento
organizado para regular commons era llamado comunismo. Tal vez, deberíamos
reinventarlo. Quizás sea, a largo plazo, nuestra única solución.
¿Es todo esto una utopía? Tal vez, pero si no lo hacemos, entonces estamos perdidos.
* Filósofo y crítico cultural. Su obra magna Menos que nada. Hegel y la sombra del
materialismo dialéctico (Akal) se publicará en español en septiembre de este año.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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Bibliografía