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LA FIESTA DE LA TIENDAS EN EL EVANGELIO DE JUAN

Tabernáculo: esta palabra significa “tienda” (cf. Ex 25 - 26), que describe como
un santuario portátil en el que Dios quiso acompañar a los israelitas en sus
peregrinación, señalando en ella su presencia de una manera especial. En sus orígenes
la fiesta de los tabernáculos era una fiesta agraria. La fiesta agrícola de la recolección
experimentó, al igual que la fiesta de pascua una posterior interpretación histórico
salvífica, y así se dice: «Por siete días habitaréis en cabañas; todos los naturales de
Israel morarán en cabañas, para que vuestras generaciones sepan que yo hice habitar
a los hijos de Israel en cabañas cuando los saqué de Egipto. Yo, Yahveh, vuestro Dios»
(Lv. 23-42). Esta interpretación histórico-salvífica alcanzó con el tiempo mayor
importancia, pues sabemos que, en la época posterior al Destierro, la fiesta tenía que
celebrarse en el templo como consecuencia de la «concentración cultica realizada por
Josías» (622 a.C.). Sólo después de destruido el segundo templo ordenó el rabí
Yoianán Ben Zakkai que la fiesta se celebrara también en el campo durante siete días.

Esta fiesta era marcadamente piadosa. Flavio Josefo la designa «como la fiesta
más grande y más santa con mucho entre los hebreos», de modo que a menudo podía
designarse simplemente como «la fiesta» o como la «fiesta de Yahveh» (cf. Lv. 23-39).
En el Nuevo Testamento, aparecerá que el tabernáculo definitivo es la humanidad del
Salvador (cf. Jn. 1,14) en el que Juan nos dice que la Palabra quiso “morar bajo la
tienda” entre nosotros. El evangelista quiere subrayar la revelación que Jesús hace de
sí mismo en Jerusalén, como aquel que mora entre su pueblo. (Fuente: Diccionario de
teología. L. Bouyer), también cf. Rudolf Schnackenburg (el evangelio según san Juan,
II versión y contenido. 1980, pág. 197. 212).
De la misma manera Henri Van Den Bussche (El Evangelio de San Juan. pág.
398) al comentar la fiesta de los tabernáculos (Jn. 7, 1 - 3) de cómo se celebraba en sus
inicios: A principio era un fiesta de acción de gracias por la recolección principalmente
del vino (ex. 23, 16) luego se convierte en la fiesta del recuerdo de alianza en el Sinaí y
de los milagros del desierto (lev. 23, 43). Se construían tiendas i doseles de follaje en
el techo o en el patio interior de las casas. Los adultos estaban obligados a vivir siete
días para conmemorar la época en que YAHVE e Israel vivía bajo la tienda. Ninguna
otra fiesta recordaba tan bien la fundación del pueblo de Dios con sus privilegios y la
protección milagrosa de yahve. Cada fiesta de los tabernáculos incluía la renovación
de la alianza y es impresionante observar que ella celebra también la restauración del
pueblo de Dios después del exilio (Neh. 8). En la época mesiánica serán admitidos a su
vez los pueblos paganos en el pueblo de Dios y subirán a Jerusalén para la fiesta de los
tabernáculos (Zac. 14,16). Apocalipsis 7 describe también la asamblea del pueblo de
Dios al fin de los tiempo, sirviéndose de los detalles de la liturgia de la fiesta de los
tabernáculos (Ap. 7,15- 17).
Para los Judíos esta fiesta era lo que había de más sagrado y mas importante en el
año. Durante el sacrificio matinal de cada día el pueblo reunido agitaba el lulab: un
manojo compuesto de rama de sauce y tres ramas de mirto; se lo agitaba en el
momento en que los levitas entonaban el hallel (sal. 118). Los sacerdotes hacían cada
día una procesión alrededor de los holocaustos agitando el ramo de sauce, mientras se
cantaba el salmo 118, 25 hosanna. El séptimo día, el último de la fiesta, la procesión
daba 7 vueltas en torno al altar, por lo cual a ese día se le llamaba el gran día del
hosanna. Todos los días, durante el sacrificio de la mañana los sacerdotes iban en
procesión cantando (Is. 12,3) y llevando un cántaro de oro lleno de agua, desde la
fuente de Siloé hasta el templo, donde la derramaban en el Angulo sudoeste del altar
de los holocaustos. Al anochecer del primer día se iluminaba en el templo el patio de
las mujeres.

Alumno: Rollber Monzón Contreras.

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