El matrimonio siempre ha estado bajo amenaza, por ello, en el decálogo, el séptimo
mandamiento tiene como propósito protegerlo de la infidelidad. Hoy sabemos mucho más que en el mundo antiguo acerca del matrimonio y de las amenazas que se yerguen sobre él. Pero también podemos añadir las debilidades, los retos y oportunidades. Recordemos que las amenazas son externas; pero las debilidades son internas. ¿Qué amenaza desde afuera al matrimonio? ¿En dónde están las debilidades de las parejas de hoy? A preguntas como estas se les puede dar respuesta desde diferentes ángulos. A nosotros nos toca meditar en la respuesta de las Sagradas Escrituras, tocar el aspecto espiritual que nos ha abierto ser seguidores de Jesús. Porque es cierto que hay aspectos de la salud emocional, de la sociedad, de la cultura, de la economía, que afectan el desarrollo de un buen matrimonio; pero qué decir de su relación con Dios y de su vínculo con el prójimo, ¡qué decir de lo que Jesús llamó, la dureza de corazón! Podemos usar la metáfora del jardín para hablar del matrimonio: en el sentido positivo el jardín necesita ser cultivado; en el sentido negativo, el jardín necesita ser podado. En ambos sentidos se trata de una acción en la que se involucran ambos cónyuges: cultivar lo que es bueno y arrancar lo que es malo. Jesús puso su diagnóstico en los deseos del corazón; porque ciertamente hay deseos que se satisfacen sanamente y otros de manera enfermiza. El deseo nos lleva a tomar un gran vaso de agua y es algo saludable y nos hace ingerir una botella de tequila, que nada tiene de saludable. El deseo nos hace personas serviciales cuando buscamos bendecir a otros y enferma cuando lo que se busca es el poder. El deseo de agradar a Dios y adorarlo nos mueve a venir al culto de adoración y el deseo de ser nuestros propio dios nos hace vivir para nosotros mismos. La expresión negativa establece un límite, un no, la forma positiva nos mueve a actuar, a cultivar y a podar. A tomar responsabilidad espiritual de nuestro matrimonio y a dedicarlo al Señor.