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Texto N° 16 – Manuel Fernández Álvarez.

El entorno histórico de santa teresa 1

Características políticas y sociales de la España en la que vivió Santa Teresa, de las corrientes ideológicas y de uno de los
aspectos de aquella sociedad más significativos: el papel de la mujer.
Una Monarquía autoritaria y confesional
He aquí las cuestiones a tratar: la reforma carmelitana se hace dentro del marco de unas estructuras políticas determinadas.
Estamos en el siglo XVI, el siglo de los grandes monarcas de la casa de Austria. Santa teresa conoce todo el reinado de
Carlos IV y en ese periodo se incuba su conversión interior. Santa Teresa vive dentro de la España de los conquistadores y
de los misioneros, la España de Pizarro y de San Francisco Javier. En 1534, el año de la conquista del Perú, ve marcharse a
las Indias (Perú) a su hermano Hernando. Un año después será su hermano Rodrigo el que parte para el Río de la Plata. En
1546, su hermano Antonio muere en Quito, en una de las batallas de allí. Y para entonces hace ya diez años que la Santa ha
profesado como monja en la Orden Carmelitana, en el convento de la Encarnación de Ávila (1537). En 1554 se produce su
conversión ante una imagen de Cristo “muy llagado”. Pasa por momentos de angustia e incertidumbre “todo era llorar”,
hasta que cae en sus manos un libro de devoción, en el que se recogía una sentencia de San Pablo.
Estamos en el siglo de la Reforma, tanto de la protestante como de la católica. En el mismo año (1555) Carlos V abdicaba
de su poder. Por lo tanto, y aunque la etapa de plenitud mística y de despliegue fundacional de la Santa transcurre a lo largo
del reinado de Felipe II, no podemos olvidar que esta primera etapa en que cristalizan sus decisiones, se produce ajo el
periodo imperial.
A diferencia de Carlos V, con tanta frecuencia ausente de España, Felipe II se instala aquí a partir de 1559, dos años después
pone su centro en Madrid, y ya no saldrá de la península hasta el final de sus días, que se prolongará 16 años más que la de
Santa Teresa. Por lo tanto, todos los conflictos religiosos que se produzcan con motivo de la reforma carmelitana, que se
inicia en 1562 y que alcanzará momentos de la mayor tensión, serán vividos por la sociedad española teniendo en la cúspide
al propio rey.
Porque estamos no sólo dentro de una monarquía autoritaria sino también confesional.
Es una monarquía católica, simbolizan ante el país unos soberanos entrados a una tarea sagrada: defender la fe y administrar
justicia. Desde un principio, desde las cortes de 1476, celebradas en Madrigal de las Altas Torres, los Reyes proclamarán
una y otra vez estas obligaciones, como representantes en lo temporal de Dios en la tierra.
Impresiona comprobar con que confianza acusa Santa Teresa al Rey, cuando su reforma carmelitana provoca la persecución
de los contrarios (irrumpen la celda de Juan de la Cruz, en 2 de diciembre de 1577). Por lo que acude sin miramientos
cortesanos al Rey. Como en oportunidades anteriores le pidió que apoyase la creación de una provincia aparte de carmelitas
descalzos para evitar los conflictos con los calzados saliendo de su jurisdicción.
Recordemos que era una expresión de los Reyes Católicos, y que estaba muy impresa en el animo de Felipe II. La Santa
pagaba con buena moneda la protección del Rey: con las oraciones, no solo suyas sino de todas las carmelitas reformadas
y eso era algo muy valioso.
La España Señorial
La estructura señorial. Voluntad de los Reyes, en el siglo SXVI, de poner freno a los abusos señoriales y a no dejarles tomar
el poder. Los grandes señoríos civiles, tb eclesiásticos, tanto de mitra como de abadengo, los grandes señoríos civiles se
extendían por las dos castillas y por Andalucía. Provincias enteras caían bajo su mandato. El señorío no era solo económico,
por cuanto que los campesinos eran colonos que debían pagar fuertes tributos, sino tb jurisdiccional estando sujetos los
campesinos a la justicia del señorial, de la que solo en teoría se podía apelar en la regia.
Es en eta España tan dominada por los grandes señores, es en la que se lleva a cabo su reforma santa teresa, y en su propia
vida podemos darnos cuenta de sus efectos. En algunos casos, la ha dejado todo para acudir a la llamada de algunas de
aquellas poderosas señoras.
Esta claro que todo esto nos viene a demostrar cuanta era la fama de santidad que Teresa de Jesús alcanzo en vida. Debería
añadirse, que salvo en el caso de la Princesa de Éboli, las otras grandes señoras apoyaron decisivamente la reforma
carmelitana.
En suma, estamos ante una sociedad montada sobre el privilegio, y aunque la Santa lucho con denuedo contra ello, no cabe
duda de que en más de una ocasión esa realidad social se le impuso.
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El ambiente religioso: los autos de fe eran seguidos por verdaderas multitudes y los sermones de los grandes oradores
sagrados atraían igualmente al pueblo entero, en sus diversas capas sociales. La religión, en suma, era algo que se vivía
profundamente, día tras día. En su acontecer diario. La primera fundación de la Santa, la del convento reformado de San
José, al promover la regla primitiva carmelitana en su pureza, con su afán de la más estricta pobreza y la más estrecha vida
de penitencia, suscitó al punto el comentario y la reacción de unos y otros.
Al fin, Santa Teresa logró los oportunos apoyos, tanto de Roma como de Felipe II, y a su muerte su reforma estaba
plenamente consolidada. Inspirada en las directrices marcadas por el Concilio de Trento, que en 1563 se clausuraba.
La sociedad: el papel de la mujer en el siglo XVI
Los más caracterizaba al antiguo régimen era el marginamiento de la mujer, además del trato por el cual la justicia y el fisco
daban, a favor de los grupos minoritarios de la nobleza y el clero; junto a la existencia de la esclavitud, de la cual nos da
testimonio la misma Santa.
Aquella sociedad tenia a la mujer como un eterno menor de edad, en que no cabía fiarse demasiado. La imagen bíblica que
el linaje humano se había perdido por culpa de la primera mujer, no cabe duda que contribuía a ese concepto peyorativo
que de ella se tenía, en una sociedad gobernada por el hombre, era algo común de la cristiandad.
Se consideraba que debía ser la educación más severa con la mujer que con el hombre, la misma no debía salir de su casa.
Santa Teresa, si bien se cría dentro de ese cerco, en ocasiones ella parece participar de aquellas ideas y dirá de sí misma
cuán flaca y ruin era, como mujer. Pero desde el fondo de su alma se rebela contra esa injusticia, y apela al único juez justo,
a su Dios, y en tales términos, que no es de extrañar que la Inquisición los suprimiera, al censurar su Camino de Perfección.
Todo lo cual se corresponde con las escasas posibilidades que tenían la mujer en el mundo laboral, y por ello de
independencia económica. A la mujer no se la educaba más que para la vida del hogar o para la vida religiosa, así que las
de las familias modestas no tenían más salidas honrosas que el matrimonio o del convento. Bien, había otras posibilidades,
pero ambas harto problemáticas para la honra: el servir como criadas o el entrar en la mancebía. Por lo tanto, dos profesiones
básicas para la mujer del siglo XVI, esposa o monja, en ambas se requería normalmente dote, lo cual complicaba la situación.
Como se ve, mezclado con lo religioso estaba también lo económico; de ahí que las Cortes de Castilla protesten contra los
conventos de monjas que obligaban a dotes muy altas, contra la voluntad de los fundadores. Pero también andaba por medio
el problema de la honra.
Ávila a mediados del siglo XVI
Documento encontrado en el Archivo de Simancas. Un censo de la población de Ávila en 1561, principios del reinado de
Felipe II, el Rey Prudente. En el se especifican la cantidad de vecinos con distintos oficios y profesiones y se ve en menor
porcentaje el ocupado por la mujer. Lo que evidencia un mundo laboral prácticamente cerrado para la mujer.
El papel de la Santa y aportando su propio testimonio, nos muestra los condicionamientos de la época y a conocer en
profundidad aquel siglo XVI

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