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TIPOS DE ACOSO
– Acoso sexual generador de un ambiente hostil: este tipo de acoso sexual ocurre
cuando la conducta indeseada de naturaleza sexual genera un ambiente laboral, escolar o
social caracterizado por la intimidación y la amenaza. Esto afecta a la capacidad de la
víctima de participar en el ambiente. Esto trae consigo, como veremos más adelante, una
serie de consecuencias negativas.
Sin embargo, este tipo de acoso también puede generarse por parte de una persona hacia
otra con mayor poder, como por ejemplo el producido por parte de un empleado hacia su
jefe o de un alumno hacia su profesor.
A pesar de lo visto hasta ahora, el acoso sexual puede darse de muchas más formas, las
cuales dependen principalmente de tres factores: el perfil del acosador, la victimología y
el contexto en el que se produce.
EL ACOSADOR: RASGOS DE PERSONALIDAD Y FORMAS DE
COMPORTAMIENTO
La forma de actuar y los motivos de los acosadores para llevar a cabo sus acciones
dependen principalmente de sus rasgos de personalidad, por lo que podemos establecer
una clasificación atendiendo a los distintos polos que la conforman.
En primer lugar distinguimos entre los acosadores públicos y privados.
Los acosadores públicos: llevan a cabo conductas o actitudes sexistas de manera
abierta, puesto que les gusta presumir de ellas al hacerles sentir más poderosos de esta
forma. Un ejemplo de este tipo de acosadores sería un trabajador que hace bromas o
comentarios de tipo sexual cuando una mujer pasa cerca de su zona de trabajo.
Los acosadores privados: serían aquellos que muestran una faceta tranquila y
conservadora de cara a los demás, pero que con su objetivo muestran su verdadero yo,
ante lo cual, la víctima se encuentra ante el dilema de “mi palabra contra la tuya”,
puesto que considera que sería difícil que alguien creyera que dicha persona la haya
acosado.
Por otro lado, nos encontramos con dos tipos de acosadores que se diferencian en el nivel
de conciencia que tienen sobre las consecuencias de sus actos.
Los narcisistas: realizan sus actos como forma de desafío a lo establecido, por lo que
no toman en cuenta las posibles consecuencias que de ellos se deriven. Consideran que
tienen el control y se ven a sí mismos como intocables.
Los conscientes: entienden de los riesgos que entraña su conducta, por lo que se ven
atrapados en el dilema que supone por un lado la inmoralidad de sus acciones, y por
otro la excitación que éstas le producen. Así, su víctima de acoso sexual simboliza la
transgresión de las normas, por lo que tienden a culparla, situándose por tanto ellos en
la posición de víctima que no ha podido hacer nada por evitar lo sucedido.
En tercer lugar podemos hacer una distinción atendiendo a la intensidad con la que se
produce el acoso.
El acosador activo: desprecia a sus víctimas, por lo que las chantajea y las utiliza a
partir del poder de su estatus para satisfacer sus propias necesidades de afecto y deseo.
El acosador pasivo: que es aquel que comienza flirteando con su víctima de manera
conservadora, esperando que finalmente sea ésta quien dé el primer paso. Esto le
permite alegar que él no es culpable de ningún delito ya que fue la víctima quien
empezó el contacto. Este último tipo de acosadores se da sobre todo en las relaciones
sexuales profesor-alumno.
Por otra parte, en función de la naturaleza del acoso nos encontramos con el acosador
cuya meta es fundamentalmente sexual, por lo que tiende a seducir a mucha gente y sus
conquistas son simples números para él. En esta dinámica encontramos el acosador que
desarrolla sentimientos amorosos hacia la víctima. Éste último desea ser admirado y su
relación con la víctima, con quien existe un desequilibrio de poder, le sirve como refuerzo
para su baja autoestima.
Aunque también podría darse la situación contraria, en la que el acosador tuviera una
situación de poder menor respecto a la víctima, por lo cual, dicho acoso estaría basado en
la erotomanía.
Físicas
– Dar un masaje alrededor del cuello o los hombros.
– Tocar la ropa, el pelo o el cuerpo de una persona.
– Abrazar, besar, acariciar o frotarse con otra persona.
– Tocarse o frotarse a uno mismo de manera sexual delante de otra persona.
– Permanecer muy cerca de la otra persona.
Verbal
– Referirse a alguien con los siguientes calificativos: “nena”, “tío bueno”, “muñeca”,
“monada” o “cariño”.
– Silbar a alguien.
– Hacer comentarios sexuales acerca del cuerpo de alguien.
– Hacer comentarios sexuales o insinuaciones.
– Utilizar tópicos referentes al sexo de la otra persona.
– Contar chistes o historias de índole sexual.
– Preguntar acerca de las fantasías sexuales, las preferencias o la historia sexual de
alguien.
– Hacer preguntas personales acerca de la vida sexual o social de alguien.
– Hacer sonidos de besos, aullidos y relamerse los labios.
– Hacer comentarios sexuales acerca de la ropa, la anatomía o el look de alguien.
– Invitar a salir a alguien que no está interesado en repetidas ocasiones.
– Mentir o difundir rumores acerca de la vida sexual de alguien.
No verbal
– Mirar a alguien de arriba abajo (hacerle el “ascensor” con los ojos).
– Mirar fijamente a alguien.
– No permitirle el paso a alguien.
– Seguir a otra persona.
– Hacer regalos personales.
– Mostrar imágenes de carácter sexual a otra
persona.
– Hacer gestos sexuales con las manos o
mediante movimientos con el cuerpo.
– Guiñar un ojo, lanzar besos o lamerse los
labios.
CONSECUENCIAS
Las víctimas de acoso sexual pueden padecer una serie de efectos tanto físicos como
psicológicos significativos. Entre ellos podemos destacar la ansiedad, depresión, dolores
de cabeza, pérdida o aumento de peso, náuseas, desórdenes del sueño o baja autoestima.
Además, puede generar problemas relacionados con el ámbito en el que se produzcan,
como por ejemplo el descenso en la satisfacción laboral o escolar, lo que puede llevar en
último término a la pérdida del puesto de trabajo o al cambio de aula escolar.
En cuanto a las consecuencias que sus actos pueden conllevar para los acosadores, éstas
varían en función de la gravedad del acoso. Pueden darse por tanto sanciones leves, como
por ejemplo una reprimenda verbal o escrita; o bien otras más graves tales como una
suspensión, un reasignamiento, una degradación o un despido del puesto de trabajo.
Además pueden ser obligados a asistir a algún tipo de terapia.
PREVALENCIA
La mayoría de estudios acerca de la prevalencia del acoso sexual hacen referencia a aquel
que se produce en el ámbito laboral, aunque como hemos podido ver, éste puede darse
también en el ambiente escolar o social.
Además, dichos estudios se realizan atendiendo al acoso sexual que se produce
mayoritariamente; aquel que sufren las mujeres por parte de los hombres. Sin embargo,
como comentamos anteriormente, el acoso sexual puede darse también entre personas del
mismo sexo o de una mujer hacia un hombre.
Solo en Europa, el porcentaje de mujeres que han sufrido algún tipo de acoso sexual en
el puesto de trabajo oscila entre el 40 y el 50%. El acoso sexual verbal es el más común
(2 de cada 3 mujeres acosadas lo sufren), aunque el contacto físico inapropiado es bastante
común también.
Cabe destacar los resultados de una encuesta llevada a cabo por la revista Cosmopolitan a
2235 mujeres trabajadoras (tanto a tiempo parcial como a jornada completa). En relación
a la edad, 1 de cada 3 mujeres entre 18 y 34 años había sufrido alguna vez acoso sexual
en el trabajo.
CONCLUSIÓN
El acoso sexual es una lacra que por desgracia todavía impera en nuestra sociedad y que,
por tanto, es responsabilidad de todos tratar de erradicarla. Es un problema que implica
aspectos culturales, sociales, educativos y laborales, por lo que una reforma integral en
dichos estratos sería lo más beneficioso.
En ciertas culturas, el acoso sexual no solo no está penado sino que se fomenta a través
de conductas y formas de actuar adecuadas a los estereotipos de género, y si una mujer se
atreve a denunciar a menudo se la considera culpable por “provocar” al hombre. De
hecho, en actos tan graves como la violación, la mujer es en muchas ocasiones obligada
a casarse con su agresor con el fin de no manchar el honor de la familia.
La educación es otro aspecto importante, ya que a menudo se hace ver a la mujer como a
un objeto sexual, lo que implica que ya desde la infancia se genere una desigualdad de
género que desemboca en este tipo de conductas degradantes.
Por tanto, es responsabilidad de todos conseguir que el acoso sexual sea cosa del pasado
y que la igualdad forme parte de nuestro presente y nuestro futuro.
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EL ACOSO SEXUAL
Conductual:
Verbal:
No todos los tipos de acoso son iguales ni la gravedad es la misma, sin embargo
ningún acoso es positivo para la víctima, la cual puede sentirse desprotegida,
confundida, intimidada y asustada. Veamos la gravedad del acoso:
Psicológicos
Físicos
En caso de ser las personas que rodean a quien ha sufrido acoso: creer el
relato, no cuestionar ni dudar.
No tratar a la persona como una víctima para evitar que caiga en ese
papel/rol: Sí hay que reconocerle lo que ha pasado, pero no se le debe
revictimizar. En este texto uso la palabra “víctima” por cuestiones de sencillez
y para ayudar al lector a comprenderlo, pero la persona debe saber que tiene
recursos propios, que la situación que ha vivido es algo que nadie debería
vivir, pero que no por ello es inferior ni debe sentirse culpable o débil.