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Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales, UNAM / Moisés Alberto Olvera Antonio /

29.01.2019

Neoliberalismo y desigualdad económica

Desde 2008, a partir de la crisis económica, la cuestión de la desigualdad ha sido abordada,


como se verá más adelante, desde múltiples aristas académicas. Fue puesta, además, en la
agenda política, por movimientos sociales como “Occupy Wall Street” o el “15-M”, los
cuales denunciaban la desigualdad económica que esa crisis había engendrado.

Un texto sumamente representativo que comenzó a centrar el debate de la


desigualdad en círculos académicos es El Capital en el Siglo XXI, publicado en 2013, por
Thomas Piketty. La obra centra su atención en el desarrollo histórico de la distribución de
la riqueza y del ingreso, sobre todo de Francia y los Estados Unidos. Para Piketty hay un
argumento clave: el mercado naturalmente tiende a la desigualdad: “mientras ‘más’
perfecto sea el mercado de capital, en el sentido de los economistas, más posibilidades
tiene de cumplirse la desigualdad”.1 Este argumento, asimismo, es acompañado de una
fórmula que para el autor explica el desarrollo de la desigualdad bajo el capitalismo:
“Cuando la tasa de rendimiento del capital supera de modo constante la tasa de crecimiento
de la producción y del ingreso —lo que sucedía hasta el siglo XIX y amenaza con volverse la
norma en el siglo XXI—, el capitalismo produce mecánicamente desigualdades
insostenibles, arbitrarias, que cuestionan de modo radical los valores meritocráticos en los
que se fundamentan nuestras sociedades democráticas”.2 Un tercer argumento central de
Piketty, sobre todo enfocado a la resolución de la desigualdad, es el Estado, el cual
considera que es necesario para instaurar lo que denomina como una “sociedad justa”, esto
implica, por tanto, que el Estado estaría funcionando, entonces, como una institución que,
de alguna manera, regule la tendencia del capitalismo en la generación de desigualdad.

Además de Piketty, otros economistas contribuyeron también con sus estudios a


intentar generar una explicación sobre la desigualdad que estaba volviéndose patente.
Joseph Stiglitz es un caso representativo de esta consideración. Premio Nobel de Economía
en 2001, Stiglitz se ha dedicado a describir la desigualdad a partir de un argumento muy
vinculado a los movimientos sociales, sobre todo al de “Occupy Wall Street”: la diferencia
de riqueza entre el 99% y el 1% de la población, o sea, el del percentil, el 1%, con una riqueza
más alta. Su libro, publicado en 2012, El precio de la desigualdad. El 1 por ciento de la
población tiene lo que el 99 por ciento necesita3, denuncia a la desigualdad como la causa
del fracaso del sistema político estadounidense y este último, al mismo tiempo, como la
causa del fracaso del sistema económico.4 Sumado a esto, y en la misma línea de Piketty,

1
Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI, México, FCE, 2014, p. 43.
2
Ibid., p. 15.
3
Joseph Stiglitz, El precio de la desigualdad. El 1 por ciento de la población tiene lo que el 99 por ciento
necesita, México, Debolsillo, 2016.
4
Ibid., p. 25.

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Stiglitz considera que “los mercados sin trabas de ningún tipo no funcionan bien”5, por tal
motivo, el Estado, y el sistema político, tienen un papel fundamental en la reducción de la
desigualdad que surge como por los mecanismos innatos del mercado.

Un autor, también Premio Nobel de Economía, que se ha centrado en la cuestión de


la desigualdad contemporánea es Angus Deaton. Una de sus tesis fundamentales en su libro
El Gran Escape. Salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad 6 es que la historia del
progreso es la narración de la desigualdad.7 Esta idea es sumamente sugerente pues, desde
un principio supone que todo crecimiento en el capitalismo tiene una impronta innata
resultado de la desigualdad, o sea, que para que exista progreso, por lo menos
históricamente, se ha visto que tiene una contraparte de desigualdad.

Tal parece que, para los economistas citados, la cuestión de la desigualdad es una
tendencia del mercado en el capitalismo, que distribuye la riqueza y los ingresos de una
manera sumamente desigual y que lleva gradualmente a una excesiva concentración
materializada bajo la fórmula de la diferencia entre el 99% de la población y el 1% de ella.

Esta misma fórmula, cabe señalar, es también sobre la que ha construido sus
estudios la organización Oxfam. Desde el año 2016 ha denunciado a través de informes
anuales, tal cuestión. Lo anterior lo ilustran los títulos de los informes: Una economía al
servicio del 1% (2016)8, Una economía para el 99% (2017)9 y Premiar el trabajo, no la
riqueza (2018).10 Cabe destacar que este último informe fue dado a conocer en el Foro
Económico Mundial de Davos el 22 de enero de 2019, y sus conclusiones son, en suma,
contundentes: el 82% del crecimiento de la riqueza mundial del último año se concentró en
el percentil más rico de la población mundial, es decir, en un 1%. Los informes previos
también cuentan con conclusiones destacables: el modelo económico neoliberal que
postulaba que la distribución de la riqueza se trasladaría por “goteo”11 de los sectores de
mayor riqueza a los de menor riqueza no se ha presentado. Cabe señalar, por último, que
un punto de los que han persistido en los informes de Oxfam sobre la desigualdad es la
cuestión del papel del Estado. Éste, de manera general, debe comprometerse

5
Ibid., p. 35.
6
Angus Deaton, El Gran Escape. Salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad, México, FCE, 2015.
7
Ibid., p. 14.
8
Oxfam, Una economía al servicio del 1%.
9
Oxfam, Una economía para el 99%.
10
Oxfam, Premiar el trabajo, no la riqueza.
11
De acuerdo con Ricardo Becerra R., la teoría del “goteo” formalmente se conoce como “teoría del trickle
down effect” y fue postulada por Robert Nozick por medio de la siguiente sentencia: “A cada quien de acuerdo
con lo que beneficia a los otros”. Fernando Escalante Gonzalbo (prólogo y traducción), Así empezó todo:
orígenes del neoliberalismo. Actas del Coloquio Lippmann, México, Cal y arena, 2018, p.11.

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principalmente a través del gasto público y la recaudación fiscal a limitar y reducir las
desigualdades inherentes al mercado.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) es, sin lugar a duda, la institución
internacional que más se ha comprometido con la cuestión de la desigualdad económica.
Ha planteado, desde el 25 de septiembre de 2015, los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ODS), en particular a través de su objetivo número 10: “reducir la desigualdad en y entre
los países”, se ha propuesto que los países miembros deben reducir estas desigualdades
para el año 2030, sobre todo las relacionadas con el ingreso y su concentración. Una de las
instituciones de la ONU que ha contribuido de manera más seria al estudio de la desigualdad
tomando en consideración los Objetivos de Desarrollo Sostenible es la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). En el año 2016 dio a
conocer su Informe Mundial sobre Ciencias Sociales: Afrontar el reto de las desigualdades y
trazar vías hacia un mundo justo12. Es menester señalar que este informe va más allá de la
discusión planteada por los economistas acerca de la desigualdad económica, pues plantea
que la desigualdad no sólo tiene esta dimensión, sino que la configuran seis más: política,
social, cultural, ambiental, territorial y cognitiva. Este informe, cabe destacar, señala al igual
que Oxfam que la “teoría del goteo” promovida por el modelo neoliberal en la década de
1980, no fue exitosa ya que la desigualdad económica sigue creciendo, es decir, la riqueza
no se está distribuyendo de arriba abajo. La crisis del 2008 también es señalada, por el
Informe, como un fenómeno importante que además de haber generado movimientos
sociales como “Occupy Wall Street” puso en la agenda política el tema de la desigualdad.
Con respecto al papel del Estado, el Informe señala que éste debe generar políticas que se
centren en la redistribución, en políticas tributarias progresivas que provean de recursos
para gasto social.13

El Colegio de México (Comex) publicó en el año 2018 su informe Desigualdades en


México14, es un documento que, para el caso mexicano, es de relevancia por el conjunto de
datos recopilados con el que cuenta sumado a una perspectiva que va más allá de la
cuestión económica con el fin de dar cuenta de las diversas desigualdades que se viven en
México. El concepto que emplean para ello es el de “interseccionalidad”, la cual es una
perspectiva similar a la del Informe Mundial sobre Ciencias Sociales. Un punto importante
que diferencia el Colmex, de los anteriores enlistados, es que parten de una definición
específica de igualdad, lo que da cuenta del marco teórico desde el cual elaboran su trabajo.
En este informe definen a la igualdad a partir de la definición de la ONU Mujeres: como un
derecho humano, “protegido por distintos instrumentos nacionales e internacionales en

12
UNESCO, Resumen Informe Mundial sobre Ciencias Sociales 2016.
13
Ibid., p. 11.
14
El Colegio de México, Desigualdades en México 2018.

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materia de derechos, acompañado del principio de la no discriminación”.15 La definición de


igualdad es de suma importancia pues delimita el marco desde el que la investigación se
realizará, en su caso particular, desde una cuestión no necesariamente económica, sino de
Derechos Humanos. En lo sucesivo, el estudio se enfoca a describir, a partir de una serie de
datos particulares para México como el coeficiente de Gini y una tabla de ingresos por
deciles, la desigualdad “interseccional”, o sea, considerando factores como el nivel de
ingresos, escolaridad, sexo y algún tipo de vulnerabilidad física, como una discapacidad. Es
muy significativo que el informe del Comex no da cuenta en ningún momento de la cuestión
de la concentración de la riqueza, o del ingreso, bajo la fórmula del 99% y el 1% de la
sociedad. Su atención está más enfocada a lo que definen como disparidad de
oportunidades y resultados entre deciles altos y bajos. Es relevante, además, que no hay
referencia al sistema económico capitalista o a su forma de operación, mucho menos
abordan alguna noción sobre neoliberalismo.

A diferencia del estudio del Colmex, el informe elaborado por el economista


mexicano Gerardo Esquivel (de la mano de Oxfam México), las observaciones hacia el
funcionamiento de la economía mexicana como un sistema capitalista son más patentes,
sin embargo, su atención está mayormente centrada hacia el sistema político mexicano,
hacia su concentración política, la cual considera que ha sido de gran relevancia para
generar los altos niveles de desigualdad y concentración económica en México. Su informe,
del año 2015, se titula Desigualdad extrema en México. Concentración del Poder Económico
y Político16. Gerardo Esquivel en esta investigación se centra en la desigualdad económica y
le atribuye su causa al funcionamiento del gobierno mexicano, el cual considera que está
cooptado por una élite monopólica, encabezada por Carlos Slim, que concentra un gran
poder económico. Ello hace que el gasto social y las políticas sociales no se empleen
correctamente en una política de redistribución, sino que se elaboran con el fin de
contribuir al fortalecimiento de esta élite económica.

Hasta aquí, se ha podido observar que existen constantes importantes en la


literatura sobre la desigualdad. La primera constante es la forma de medir la desigualdad
económica: el coeficiente de Gini es, en todos y cada uno de los casos, el punto de partida
para establecer cuantitativamente el grado de desigualdad de un país. Junto con este
coeficiente, la división de la sociedad en deciles, quintiles o percentiles, de acuerdo con el
nivel de ingresos y riqueza, es la segunda constante. De esta manera, la desigualdad
contemporánea se piensa a partir de una sociedad dividida económicamente y, a partir de
esa diferencia, se comienzan a considerar las diferentes desigualdades que se generan. Por

15
Ibid., p. 21.
16
Gerardo Esquivel, Desigualdad Extrema en México. Concentración del Poder Económico y Político, Oxfam
México.

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ejemplo, en el informe del Colmex se estudia comparativamente un decil bajo con uno alto
con el fin de determinar la relevancia de ello en la igualdad de oportunidades y resultados,
la influencia del género, la raza, y la movilidad social, es decir, transitar de un decil a otro.

Otro grupo de similitudes que se puede deducir de los diferentes estudios y


literatura expuesta es el papel del Estado en la reducción de la desigualdad. En dicha
literatura se puede observar que dicho papel es fundamental: ya sea a través de gasto
público, políticas sociales enfocadas a la redistribución o política fiscal, entre otras, el Estado
se hace necesario pues esta literatura coincide que el mercado irremediablemente genera
desigualdad y que, por ese motivo, es preciso ajustarlo.

Un tercer grupo de similitudes está relacionado con la exacerbada concentración de


la riqueza. Este punto es quizá el más relevante de todos pues, sin excepción, la literatura
analizada, denuncia que un grupo de la población mundial y nacional concentra riqueza en
niveles sumamente altos, de cierta manera desproporcionada, en comparación con la
riqueza de la mayoría, o sea, del 99%. La fórmula del 1% y del 99% resulta reveladora y, de
cierta manera, es sumamente sintética pues en su explicación se halla la cuestión de la
naturaleza del mercado que tiende a generar desigualdad, a concentrar riqueza por medio
de los monopolios, de la necesidad del Estado para intervenir y, en suma, de la
configuración del capitalismo mundial.

Dicho lo anterior, es evidente que, los datos sobre la desigualdad económica son
cuantiosos, los gráficos abundantes, las instituciones que se han volcado a estudiarla son
de magnitudes importantes. Prácticamente se puede decir, aventureramente, que de la
desigualdad se sabe considerablemente y se llegan a ciertas conclusiones que parecen
inamovibles como lo es que el mercado no es perfecto y que, por lo tanto, el Estado, si bien
no debe regularlo, sí debe configurarse en torno a él para ajustar sus desequilibrios, siendo
uno de estos, quizá el más importante, la desigualdad de ingreso y riqueza.

Una cuestión que también es evidente en la literatura de la desigualdad es la relativa


a la crisis económica de 2008, la cual consideran que volvió patente la desigualdad en el
neoliberalismo. Sin embargo, la desigualdad, en ningún momento se define, sólo se concibe
como una cualidad general que puede derivarse de cualquier cuestión: puede ser del
ingreso, de la riqueza, de una oportunidad, de un resultado, del trato diferenciado entre
grupos, etcétera. Esta situación no es menor pues la “desigualdad” no es estudiada en sí
misma, en su significado propio, sino en su significado que deriva de la cuestión que en sí
se considera desigual como, por ejemplo, el ingreso. Es decir, se estudia el ingreso, la
manera en que en un decil es más que en otro, y a eso se le llama desigualdad, pero, en sí
misma, la desigualdad, quizá por parecer una idea simple, es pasada por alto. Al respecto
Amartya Sen señala lo siguiente: “La idea de la desigualdad es a la vez muy simple y muy

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compleja. En un nivel, es la más simple de todas las ideas ... Pero en otro nivel es una noción
extraordinariamente compleja, lo que vuelve muy problemática las aseveraciones sobre la
desigualdad…”.17

Lo anterior no es una cuestión menor y tiene mucho sentido si se piensa que, como
se trató de demostrar en el presente ensayo, prácticamente la desigualdad se presentó
como un problema que no había sido estudiado particularmente. No es casual que el mismo
Anthony B. Atkinson, economista especializado en el estudio de la desigualdad, mencione
que los temas sobre la desigualdad del ingreso, durante la mayor parte del siglo XX, habían
sido ignorados, centrados, en todo caso, en una cuestión de distribución entre factores de
la producción, no entre personas. De hecho, menciona que, de manera explícita, los mismos
economistas, sobre todo de la Escuela de Chicago (los neoliberales a ultranza) habían
considerado que no era un tema central para los economistas o que éstos, prácticamente,
no debían de interesarse en ese tema.18

Otra cuestión que se une a la anterior es la definición del neoliberalismo. La


literatura mostrada, no hace prácticamente énfasis en él, no hay ningún esfuerzo por
definirlo, sólo se supone en sus líneas más generales: como liberalización de capital,
extensión del libre mercado, reducción del Estado o como sinónimo de “globalización”. Sin
embargo, es particularmente interesante que, actualmente, se hable de neoliberalismo
para hablar de desigualdad. El binomio neoliberalismo-desigualdad se vuelve más especial
todavía cuando quien lo pone en la agenda política y académica es el Fondo Monetario
Internacional (FMI) para señalar en junio de 2016, a través del artículo El neoliberalismo,
¿un espejismo? 19 que el neoliberalismo, a raíz del crecimiento de la desigualdad económica,
se develó con menos virtudes de las que se suponía. De esta manera lo señalan los autores
del artículo emitido por el FMI: “En lugar de generar crecimiento, algunas políticas
neoliberales aumentaron la desigualdad”.

Estos últimos tres párrafos indican la dirección hacia la que apunta el presente
ensayo: la idea de la desigualdad debe estudiarse dentro del marco del neoliberalismo, esto
con el fin de saber de qué se habla cuando se habla de desigualdad en el capitalismo
contemporáneo y no sólo se lean los datos de las investigaciones de manera abstracta o
universal. El objetivo es que la idea de la desigualdad no se piense como una idea general,
universal, independiente a la historia, sino que se piense como una idea que adquiere
especificidad dentro del marco en el que se integre, de esta manera, se puede saber más
de dicho marco al mismo tiempo que se sabe más de la idea. El argumento es sencillo: la

17
Amartya Sen, La desigualdad económica. Edición ampliada con un anexo fundamental de James E. Foster y
Amartya Sen, México, FCE, 2001, p. 4.
18
Anthony B. Atkinson, Desigualdad. ¿Qué podemos hacer?, México, FCE, 2016, p. 32-34.
19
Jonathan D. Ostry, Prakash Loungani y Davide Furceri, El neoliberalismo ¿un espejismo?

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idea de la desigualdad seguramente es distinta en el socialismo que, en el liberalismo, es


decir, se explica de manera distinta de acuerdo con el marco del que se desprenda, o sea,
del socialismo o del liberalismo. La fórmula sería aplicada al neoliberalismo, de esta manera,
es posible saber más de la desigualdad y del neoliberalismo pues, en primera instancia,
podrá determinarse qué se entiende por desigualdad en el programa neoliberal. Y tal es la
pertinencia de realizar este análisis si se observa que, en la literatura expuesta en este
ensayo, en ningún momento, ya sean los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, el
Informe Mundial sobre Ciencias Sociales, los informes de Oxfam o el informe de El Colegio
de México, hay una definición de la idea de desigualdad que esté en relación con el estado
de cosas que señalan. Es también el caso, por ejemplo, de Piketty o Stiglitz que en ningún
momento se detienen a explicar qué entienden por desigualdad en el capitalismo. Quizá
esta impresión se deba a que la idea de la desigualdad pueda ser muy simple y que, por ello,
se defina desde el sentido común, también es posible que sea considerada la idea de
desigualdad de manera muy general, al grado de atribuiré un grado de universalidad en
donde, por ello, no sea menester reparar en precisiones.

En conclusión, definir la idea de la desigualdad, contribuirá a comprender de qué se


habla cuando se habla de desigualdad en el neoliberalismo, al mismo tiempo, contribuirá a
definir al neoliberalismo no como una ocurrencia ideológica, sino como un proyecto
económico y político20, como lo considera Fernando Escalante Gonzalbo, con cierto grado
de especificidad, con ideas particulares, como la de la desigualdad, propias de un corpus
teórico diferenciado.

20
Fernando Escalante Gonzalbo, Historia Mínima del Neoliberalismo¸ El Colegio de México, México, 2015,
p.17.

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Bibliografía

Atkinson, Anthony B., Desigualdad. ¿Qué podemos hacer?, México, FCE, 2016.
Deaton, Angus, El Gran Escape. Salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad, México, FCE,
2015.
Escalante Gonzalbo, Fernando, (prólogo y traducción), Así empezó todo: orígenes del
neoliberalismo. Actas del Coloquio Lippmann, México, Cal y arena, 2018.
Escalante Gonzalbo, Fernando, Historia Mínima del Neoliberalismo¸ El Colegio de México,
México, 2015.
El Colegio de México, Desigualdades en México 2018,
https://desigualdades.colmex.mx/informe-desigualdades-2018.pdf
Esquivel, Gerardo, Desigualdad Extrema en México. Concentración del Poder Económico y
Político, Oxfam México,
https://www.oxfammexico.org/sites/default/files/desigualdadextrema_informe.pdf
Ostry, Jonathan D., Prakash Loungani y Davide Furceri, El neoliberalismo ¿un espejismo?,
FMI,
https://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/spa/2016/06/pdf/ostry.pdf
Oxfam, Premiar el trabajo, no la riqueza,
https://d1tn3vj7xz9fdh.cloudfront.net/s3fs-public/file_attachments/bp-reward-work-not-
wealth-220118-es.pdf
Oxfam, Una economía al servicio del 1%,
https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/bp210-economy-
one-percent-tax-havens-180116-es_0.pdf
Oxfam, Una economía para el 99%,
https://d1tn3vj7xz9fdh.cloudfront.net/s3fs-public/file_attachments/bp-economy-for-99-
percent-160117-es.pdf
Piketty, Thomas, El capital en el siglo XXI, México, FCE, 2014.

Sen, Amartya, La desigualdad económica. Edición ampliada con un anexo fundamental de


James E. Foster y Amartya Sen, México, FCE, 2001.
Stiglitz, Joseph E., El precio de la desigualdad. El 1 por ciento de la población tiene lo que el
99 por ciento necesita, México, Debolsillo, 2016.

8
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UNESCO, Resumen Informe Mundial sobre Ciencias Sociales 2016,


https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000245995_spa

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