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Buenas tardes directivos, profesores, personal administrativo, familiares presentes y, sobre todo,

buenísimas tardes a los alumnos. La verdad es que mi compañera y yo estuvimos pensando acerca
de qué íbamos a decir y llegamos a dos opciones: hacerlos llorar o hacerlos reír. Y decidimos
hacerlos llorar.

Es un gran honor y una gran responsabilidad poder expresar a través de unas cuantas palabras los
sentimientos de toda una generación. Hemos concluido una etapa y como parte del cierre nos
tocó hacerlos recordar y reflexionar sobre todas las vivencias y emociones que, aún con las
palabras más bellas, no terminamos de describirlas.

Siendo sinceras, el pensar en este día nos ponía los nervios de punta, pero estábamos ansiosos de
que llegara, y es que, para la mayoría, por no decir que todos, fue un reto difícil y después de
mucho tiempo hoy lo hemos superado.

En el transcurso de este camino hubo tantísimos momentos que nos guardamos con mucho cariño
en el corazón, pero antes de recordar estos momentos, quiero agradecer a las personas y figuras
de apoyo que estuvieron ahí un pedacito de su vida y de su tiempo para ayudarnos a escalar hacia
nuestras metas y sueños.

Primero quiero agradecer a los maestros, aquellos que, aunque juraban que no, sabíamos que
traían doble mochila y por aquellas frases que nos llenaban de nostalgia, esas como “les fue muy
mal en el parcial chavos”.

También quiero y debo agradecer a nuestros padres o nuestros tutores que nos apoyaron como
padres, por sus formas de corregirnos, incluyendo la chancla de mamá y por sus formas de
apoyarnos. A ellos les debemos una gran disculpa por las piedras en el hígado que llegaron a
obtener cada que recogían la boleta.

Y como última figura de apoyo, al personal de la escuela: los directivos, por ver siempre primero
por el bien de nosotros los alumnos; y a los administrativos, por enseñarnos el valor de la
responsabilidad y el orden al regresarnos la documentación si nos faltaba una copia o teníamos
mal algún dato.

Gracias a todos ustedes por enseñarnos algo y hacernos más fuertes para las adversidades de la
vida.

Finalmente, a ustedes, compañeros alumnos, no les vamos a decir gracias, porque definitivamente
no se lo merecen. Les diremos felicidades.

Nos gustaría que recordaran el último vistazo que dieron al espejo antes de venir aquí, pero ahora
en vez de recordar los defectos que trataron de corregir con el maquillaje o peinándose,
recuerden sus virtudes y hagan una comparación; no con Selena Gómez, Zac Efron o algún artista
realmente atractivo, no se comparen con la bonita o el guapo del grupo, compárense con ustedes
mismos pero de hace tres años, esos que dieron una última mirada al espejo antes de venir a la
prepa en el primer día de clases nerviosos y en silencio. ¿Cómo hemos cambiado no? Tenemos la
sonrisa amplia, nos sentimos libres, estamos llenos de orgullo y hasta cuesta callarnos.

Hoy se merecen un aplauso, uno que nos haga recordar los momentos de adversidad, pero sobre
todo los de felicidad; un aplauso por esos amigos que adquirimos en esta bella etapa; por esa
adrenalina de terminar la tarea justo antes de que el profesor la revisara; por aquellos a los que les
decías ¡Eh! ¡Pásame la tarea! Y nos dejaban todo el cuaderno, pero también por esos que te
decían “si quieres te explico pero no te la paso” aunque faltaran sólo cinco minutos para que el
maestro la revisara; por esas veces que necesitabas contarle algo a tu amigo o amiga y era tanta la
ansiedad que no podías esperar hasta el receso y mejor le mandabas papelitos; por todos esos
compañeros que te preguntaban las respuestas del examen y si no coincidían con las tuyas ya se
andaban arrancando los cabellos del coco; por aquellos que vendían comida y te hicieron subir de
talla porque te rellenaron de amor; por aquellas retas en las canchas que te hicieron conseguir a
los mejores amigos que puedes tener; por los nervios de que mamá o papá vieran tu boleta con
unas cuantas materias reprobadas y por lo que te esperaba al llegar a casa; por todos esos “el
siguiente parcial me recupero” que terminaron en extraordinarios o recursamientos; por aguantar
al grupito de la risa escandalosa o formar parte de él; por esas veces que llegaste y te ibas
enterando que había tarea, examen o una bomba que desactivar; por los que hacían el trabajo en
equipo y no rajaban si no hacías nada; por los que te explicaban antes del examen y le entendías
mejor que al maestro; por los exámenes a los que sólo les pusiste el nombre; por los amores y
desamores o por ese amor platónico por algunos amigos; por los novios del salón que sólo te
antojaban a conseguir alguien que te apapachara; por las rebeliones en grupo; por los apodos; por
los amigos que dejaron de serlo y los enemigos que ahora son amigos cercanos; por las risas; las
lágrimas; los gritos; los recesos invertidos en hacer tareas; las noches en vela; las mañanas frías o
las tardes calurosas; por las decepciones y logros; por eso y más queremos que se den un fuerte
aplauso, porque ustedes se merecen felicidades, porque hoy es su día.

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