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LA TAREA DEL JUEVES.

Nuestra mala costumbre de querer cambiar a las personas.

¿Cuántas cosas de ti no te gustan?, ¿Cuántos aspectos de tu vida te gustaría cambiar?

Si hay cosas por cambiar ¿Porqué no las cambias?

En lugar de ello nos dedicamos a querer cambiar al otro, darle consejos de todo tipo sobre lo
que debería o no debería de hacer. Sin caer en la cuenta de que “yo no soy el otro”, y de que
cada persona vive en circunstancias diferentes, con soluciones completamente diferentes.
Deberíamos decirnos más a menudo

¿Quién soy yo para cambiar a nadie? Cuando tengo también unos cuantos ajustes que hacer a
mi vida.

Querer cambiar al otro es una proyección, es algo que lanzamos ahí fuera porque somos
incapaces de cambiar nosotros desde dentro. Ante la dificultad, es más fácil ver la paja en el
ojo ajeno que la viga en el propio.

Generalmente las cualidades que queremos cambiar en los demás forman parte de nuestra
sombra, de ese saco de cosas y cualidades que hemos desterrado de nosotros mismos, que no
queremos ni ver, con las que nos llevamos bastante mal, pero que sin embargo siguen ahí
llamando a tu puerta diciendo “eh, estoy aquí, ¿vas a aceptar que también formo parte de ti o
tengo que seguir apareciéndome en otras personas?

Se requiere urgentemente una mirada más humilde, se precisan con urgencia personas
humildes que acepten, que no juzguen, que no digan lo que hay o no hay que hacer…
Cualquier budista nos diría con una sonrisa en el rostro que en la aceptación está el cambio. La
mayor parte de nuestros conflictos vienen porque en algún momento el orgullo tomó el
control y dejamos de ser humildes.

Gracias a Sergio Piqueras por tan estupendo artículo.

Feliz jueves!

LA TAREA DEL VIERNES.

Muy buenos días hoy tengo el gusto de compartirte este estupendo trabajo de Violeta Guber.

Tus pensamientos determinan tu vida.


No son las circunstancias las que determinan tu vida. Son tus pensamientos. Tus
interpretaciones. Tus emociones. Tus acciones.

Todos tenemos pensamientos (interpretaciones de la realidad) automáticos, pensamientos


muy ensayados, tanto que se han tornado un hábito. Lo mismo sucede con las emociones.

Cuando tus pensamientos no son funcionales resultan en un malestar emocional. O en


ansiedad. O en depresión. Este modelo es idéntico para las personas optimistas: ellas tienen
pensamientos (o interpretaciones) positivas respecto a sus circunstancias. Y accionan en
consecuencia. Y viven en bienestar.

¿Qué puedes hacer si tus interpretaciones te están causando sufrimiento? Puedes observarlas
como tales, como interpretaciones, juicios y creencias. Y con amabilidad contigo mismo,
puedes aceptarlas y dejarlas ir.

En ocasiones no es fácil pero es simple. Tú no eres tus pensamientos, tu no eres tus


emociones. Eres quien los observa y quien puede dejarlos ir.

Cuando nos sentimos enredados en pensamientos negativos, creemos que estos pensamientos
son verdades o reglas que debemos acatar. Muchas veces nos creamos un “manual” de cómo
deberíamos actuar y nos criticamos duramente cuando no lo hacemos. Cuando nos
fusionamos con nuestros pensamientos “somos” esos pensamientos y no vemos la posibilidad
de pensar diferente.

Podemos elegir qué pensamientos conservar y qué pensamientos dejar ir. Ante la elección
infinita de pensamientos para pensar tiene sentido practicar aquellos que crean emociones
agradables, o al menos quitan intensidad a las emociones desagradables.

Deseo que tengas un bendecido fin de semana, gracias por leer y compartir éstas tareas.

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