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FEDERICO NAVARRETE
Agosto 8, 2016
Séptima entrega de la serie.
¿Racismo al revés?
Anoche soñé que vivía en un país enteramente justo y democrático. La pobreza
había disminuido radicalmente y todas las mexicanas y los mexicanos,
independientemente de su origen, de su cultura y de su aspecto físico, tenían
acceso a servicios públicos de la más alta calidad. El salario mínimo era más
que su ciente para cubrir las necesidades de todas las familias y el desempleo
había desaparecido, por lo que la mayoría de nuestras compatriotas se de nían
a justo título como pertenecientes a la “clase media”. Nuestra vida política era
plenamente democrática y se respetaban los derechos, y las formas de
organización de todos los distintos grupos sociales, sin descali car a ninguna
de ellas como “decadentes” o “clientelares”. En el debate público participaban
las voces más variadas: al lado de las opiniones de los expertos cali cados se
las voces más variadas: al lado de las opiniones de los expertos cali cados se
escuchaban con respeto las de los activistas y las ciudadanas de a pie, sin
importar si hablaban o no un español “correcto”. En el sistema de justicia
privaba una cultura de pleno respeto a los derechos humanos y de castigo
expedito a todos las violaciones a la ley, empezando por las que cometían los
más poderosos. La corrupción y la violencia no eran más que malos recuerdos
del antiguo régimen. Igualmente, México respetaba escrupulosamente los
derechos de los migrantes que atravesaban su territorio, sin importar su
estatus migratorio, y también la del creciente número de extranjeros de todos
orígenes que se vivían en un país tan próspero y pací co, tan tolerante y
receptivo.
Este es tan solo uno, y tal vez ni siquiera el peor, de los múltiples atropellos
contras los inmigrantes del país asiático y a los mexicanos de ese origen que
por su aspecto físico siguen siendo considerados extranjeros, aunque lleven
generaciones en nuestro país. Sin la menor justi cación han sido privados de
su ciudadanía, desterrados, perseguidos e incluso masacrados en múltiples
ocasiones. Hay que decir, sin embargo, que el gobierno de Cárdenas reconoció
ocasiones. Hay que decir, sin embargo, que el gobierno de Cárdenas reconoció
las querellas de algunos de los mexicanos de origen chino expulsados décadas
atrás y les restituyó la nacionalidad.
A la fecha el folklore mexicano está lleno de expresiones que les atribuyen a la
vez mala leche y torpeza: “cobrarse a lo chino” y “cuentos chinos”, pero también
“me engañaron como chino”. El diminutivo “chinito” es un ejemplo más de
nuestra condescendencia agresiva. Los niños aprenden (o aprendían hace
mucho tiempo, cuando yo lo era) a cantar, “Chino, chino, japonés…” Un
columnista cultural escribió no hace mucho respecto a un conciudadano
nacido en China:
Esta pésima broma, puede ser considerada un ejemplo más de la xenofobia que
impera en nuestro país y que afecta a todos los inmigrantes, burlándose de su
acento y sus costumbres. Pero en este terreno, como en otros, nuestro racismo
está lleno de nas distinciones: sinceramente no me imagino a ningún
columnista diciendo lo mismo de los franceses y los croissants, o de los ingleses
y el té, ni siquiera de los “gringos” y las hamburguesas. Si hemos creado
mexicanos de primera y de segunda, ¿por qué no habríamos de tener también
extranjeros de las dos clases (ver X de Exiliados)?
Tal vez todos los mexicanos necesitamos una limpia de ese tipo para librarnos
por n de nuestra intolerancia contra aquellos extranjeros que no
corresponden a los ideales de nuestro racismo.
Televisión
La composición exacta de la fórmula mágica es un secreto, desde luego, pero
quienes no pertenecemos al Olimpo de nuestras pantallas televisivas
alcanzamos a imaginar sus ingredientes. Nuestras motivaciones son la envidia,
desde luego, y la desesperación de saber que no somos su cientemente
blancos ni ricos ni bonitos para pertenecer a ese mundo encantado.
Para empezar la futura estrella, o el futuro galán, debe haber nacido con un
color de piel y cabello, rasgos faciales y tipo corporal correspondientes a los
ideales aspiracionales de la blancura (ver Aspiracional, Colores y Whiteness) o
de lo contrario, estar dispuesto a someterse a las intervenciones cosméticas y
quirúrgicas necesarias para obtenerlos. De hecho, los milagros del bisturí y de
la silicona matan a la naturalidad y hay una clara predilección por los cuerpos
neumáticos, in ados con una válvula de alta presión. Los aspirantes también
deberán tomar unas cuantas lecciones para cultivar sus “talentos”, aunque en
deberán tomar unas cuantas lecciones para cultivar sus talentos , aunque en
el mundo del apuntador y del playback las dotes histriónicas y musicales no
son de ninguna manera requisitos para el éxito.
Solo así se puede iniciar una fulgurante carrera entre los extraterrestres que
respiran la enrarecida atmósfera blanqueadora tras la escafandra de nuestras
pantallas. Estas estrellas, privilegiadas de su propio privilegio, no hace muchos
años presumían su arti cial belleza y sus nombres famosos en una revista para
adolescentes: “¡Yo soy Tal y Tal! Y tú, ¿quién eres?”, seguros de que la única
respuesta posible del resto de nosotros sería “Yo no soy nadie”, o mejor aún “Yo
sólo quiero ser como tú”.
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Del High Line Park al Corredor Chapultepec o de la ciudad global al imitador regional
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COPENHAGUE 27
Col. Juárez, Cuauhtémoc. CDMX