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Nombre:

María Magdalena García Paulino

Matricula:
16-6338

Facilitador:
Florencio Peguero Guerrero

Materia:
Historia de America y el Caribe II

Tema:
Tarea I
Bienvenid@s a nuestra primera semana de trabajo la cual tiene como
título América después de la independencia. En esta ocación
realizaremos las siguientes actividades:
Investigación en fuentes bibliográficas y/o electrónicas sobre los
principales resultados del proceso independentista de América y la
caracterización de la situación política, social y económica de
Hispanoamérica, a partir de 1825.
Realizar las siguientes actividades:
- Elaborar un mapa mental con los principales resultados de la guerra
independentista hispanoamericana.
- Confeccionar una tabla informativa con la situación política, social y
económica de Hispanoamérica, a partir de 1825.

Una de las consecuencias más importantes de la independencia de España fue la


pérdida de la unidad política. La América Española da paso al mosaico
hispanoamericano”

En 1825, Hispanoamérica era todavía muy superior a Estados Unidos tanto en

población y territorio como en poderío militar, pero su fragmentación política la

dejó a merced del imperialismo anglo-norteamericano, hasta el día de hoy.

1825 fue un año emblemático en la historia de la naciente Hispanoamérica. Tanto


interna como externamente, todo parecía presagiar, no sólo la consolidación del
proceso emancipador del Continente, sino el nacimiento de un nuevo y sólido
epicentro político, con todas las consecuencias que esto último llegó a significar
respecto a la geoestrategia del momento, tan afectada por el inevitable y definitivo
ocaso de los centenarios imperios coloniales europeos en América. A las alturas
del primer cuarto del siglo XIX, y consecuentemente con la ya manifiesta
hegemonía asumida por los EEUU, con el reconocimiento de los nuevos gobiernos
americanos y la Declaración Doctrina Monroe (marzo de 1822 y diciembre de
1823), el mundo parecía definitivamente dividido en dos esferas de poder político
y económico: América, el Nuevo Mundo, revolucionario, liberal y republicano; y
Europa, el Viejo Mundo, legitimista, autoritario y monárquico. Respecto al
subcontinente hispanoamericano, 1825 impuso una doble perspectiva: una, que
miraba al conjunto de los nuevos países iberoamericanos; y otra, que singularizara
el inmediato pasado y presente de cada uno de ellos.

Situación exterior
En 1825, la nueva realidad hemisférica hispanoamericana comprometió de manera
insoslayable la atención y confrontación de las principales potencias europeas,
Inglaterra, y Francia, especialmente empeñadas en asegurarse, rivalizando con los
jóvenes Estados Unidos de América, el predominio político y comercial del vasto
mercado sudamericano, hasta hacía apenas 15 años atrás dominio soberano
español. Un intento de cuantificar la masa crítica -territorio y población del
continente americano-, según las cifras más fiables manejadas entonces, permite
imaginar la ponderación de los nuevos Estados hispanoamericanos dentro del
conjunto americano en dichas fechas:

Así pues, los nuevos Estados iberoamericanos, surgidos de los antiguos imperios
español y portugués, representaban en conjunto, hacía 1825, una posición
dominante en el conjunto del Nuevo Mundo. La nueva Hispanoamérica
independiente y Brasil congregaban el 85% del territorio y casi el 70% de la
población americana, respectivamente. A su vez, juntos eran 8,5 veces más
extensos territorialmente, y 2,6 veces más poblados, que los EEUU de entonces,
respectivamente.

Situación Social

En lo que respecta al subconjunto hispanoamericano, las ocho reparticiones


administrativas (cuatro virreinatos y cuatro Capitanías Generales), con la
excepción de los casos, siempre singulares, del Santo Domingo español en el
Caribe; de Paraguay y la disputada Banda Oriental (Uruguay) en Sudamérica, el
resto de los ex dominios españoles había logrado reagruparse políticamente en
siete nuevas entidades políticas: la República Federal de México y la
Confederación Centroamericana en el Norte y Centro de América; la centralista
Unión colombiana (Venezuela, Nueva Granada, Quito y Guayaquil y Panamá) en
el cono norte sudamericano; las repúblicas del Perú y del Alto Perú (luego Bolivia),
en el centro de los Andes y Pacífico sudamericanos; la república de Chile y la
Federación de las Provincias Unidas del Río de la Plata en el cono sudamericano.
Así pues, este primer empeño reintegrador parecía superar la preanunciada
diáspora hispánica, la cual parecía imponerse, desde el comienzo, como el mayor
de los desafíos que irremediablemente condicionaría el futuro de las antiguas
provincias o colonias españolas en América. Una vez más, según las cifras de
entonces, el territorio y población de estas nuevos Estados americanos era el
siguiente:

Tres de los nuevos Estados americanos, México, Colombia y Buenos Aires,


representaban el 70,3% del territorio y el 63,2% de la población hispanoamericana.
Sin embargo, ninguno de ellos individualmente superaba ni el territorio, 3,9
millones de km2, ni la población de los EEUU, 10,2 millones de habitantes.
Quedaba pues en 1825 patente el gran desequilibrio de base que propiciaría la
hegemonía norteamericana en el continente; posición que habría de acentuarse
mucho más a lo largo del siglo XIX en virtud de los crecientes flujos migratorios
europeos en su favor; proceso demográfico que correría aparejado con la
expansión territorial de los EEUU, hacia el Sur, Norte y Oeste a costa de México,
Inglaterra y comunidades indígenas norteamericanas.

Situación Política

Hacia 1825, militar, política y diplomáticamente la situación aparentaba ser más


sólida y halagüeña para los nuevos países iberoamericanos. Consumada la derrota
de los últimos ejércitos españoles en Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, y salvo
las aisladas excepciones de la fortaleza del Callao (Perú); la isla de Chiloé (Chile)
y el Castillo de San Juan de Ulúa (México) “…ni un palmo de terreno reconocía
ya al gobierno español, ni una sola bayoneta sostenía su causa en el continente…”.
A pesar de su reconocida impotencia militar y diplomática, y desatendiendo los
buenos oficios y reiterados consejos y ofertas de mediación de sus aliados europeos
y de los mismos EEUU, España, reducida a sus dos últimas posesiones insulares
de Cuba y Puerto Rico, estaba aún lejos de renunciar a su soberanía en América.
En realidad, el escenario estaba definido por los intereses geoestratégicos de las
potencias europeas y Estados Unidos en el Caribe, por una parte; y por otra, la
voluntad de México y Colombia de anular, para siempre, cualquier tentativa de
reconquista desde las posiciones españolas de Cuba y Puerto Rico.

A diferencia de lo acontecido durante los quince años precedentes, caracterizados


por un caudillismo militar y provincial anárquico, para 1825 seis jefes de Estado,
cinco de ellos militares, forjados en la Guerra de Independencia, concentraban en
sus manos el mando político y militar en todo el continente hispanoamericano.
Sostenían dicho entorno unos experimentados ejércitos y jerarquías militares que,
si bien en el interior de cada país perpetuaban aún las aludidas y viejas estructuras
caudillistas provinciales, estaban, mal que bien, engranados y puestos al servicio
de la defensa de la independencia de los nuevos gobiernos constitucionales que, al
final de este primer cuarto del siglo XIX, habían logrado institucionalizarse en el
continente.
Elaborar un mapa mental con los principales resultados de la guerra
independentista hispanoamericana.

Causas Descontento de los criollos con la administración española


Vacío de poder en España tras la invasión napoleónica (1808-1810)
Influencia de indecencia de USA (1776-1783) Haití (1803) y la
revolución francesa (1789)

1808- los criollos organizan juntas locales que asumen el poder


político y algunas proclaman la independencia: Bogotá,
Organización Caracas, Quito, Buenos Aires, Asunción.
de las nuevas
republicas
1814- Campaña militares de fieles reconquistan Bogotá,
Caracas y Quito. Las provincias unidas del rio de la plata
proclaman su independencia.
1817- San Martin conquista chile y vencen a fieles en la batalla
de Maipú (18) Ó Higgins presidente.
1819- Bolívar vence a morillo, controla granada crea la
república de Colombia que se dividiría en 1830. ttttyy
Confeccionar una tabla informativa con la situación política, social y
económica de Hispanoamérica, a partir de 1825.
Situación social Situación Económica Situación Política
La tierra sigue siendo en Los diferentes Estados Luego de finalizada las
América, luego de la producían aquellas guerras por la
independencia, la materias primas que independencia, los
principal riqueza. Estaba Europa, necesitaba: territorios ocupados por
mal repartida ya que cueros, lanas, azúcar, España y Portugal dieron
existía una minoría de algodón, café, carne, etc. lugar a un gran número
propietarios de Cuando una economía se de Estados
latifundios y una dedica a la producción de independientes. Los
mayoría que no podía uno o dos cultivos o proyectos
acceder a la explotación productos se llama integracionistas tanto de
de la misma. A ella se economía mono Artigas en el Río de la
vinculan actividades productora y la Plata como el de Bolívar
como la ganadería transforma en con la Gran Colombia
vacuna y ovina y en dependiente del exterior. fracasaron. Llamaremos
segundo lugar la Depende de los precios a este proceso
agricultura. Un de Europa, depende de “Balcanización” dada la
latifundista(persona que que Europa los compre, y fragmentación política
posee grandes además todo lo que no que vive América Latina
extensiones de tierras) produce debe comprarlo hasta nuestros días.
poseía además de al exterior ej. Productos Algunas de las causas de
riquezas en dinero, manufacturados. José este proceso (opuesto al
prestigio social y poder Martí líder por la de EE.UU.) podríamos
político. independencia de Cuba encontrarlos en
afirmaba “Un pueblo que cuestiones geográficas
confía su subsistencia en (dificultades de
un solo producto se comunicación, existencia
suicida” de selvas etc. Otros
autores hablan de un
estado de guerra
permanente entre los
diferentes caudillos
revolucionarios que no se
ponían de acuerdo en los
modelos políticos a
seguir (ej. Centralismo-
Federalismo en el Río de
la plata) o por cuestiones
limítrofes o por la libre
navegación de los Ríos).

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