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El autor Alberto Croce en su reflexión sobre la problemática respecto a la inclusión/exclusión

de los jóvenes en el contexto escolar, apunta a dilucidar ciertos “construidos” que condicionan
a los adolescentes para iniciarse en la educación media o actúan como verdaderos obstáculos
que devienen en el abandono de las instituciones educativas. Dichos “construidos” denomina
bajo el nombre de “resistencias internas”.

La reflexión respecto a estas resistencias, permitirá la comprensión de la complejidad de las


situaciones que se presentan en torno a la problemática, y la diversidad de agentes implicados
que actúan en el entramado heterogéneo que compone la educación media. Agentes que
juegan ciertos roles en las instituciones, ya sean directores, docentes, administrativos y hasta
el entorno familiar de dichos jóvenes, que a veces, opera como obstáculo. Dentro de estas
variadas resistencias sobre las cuales nos invita a trabajar me parece importante resaltar dos
que considero se hallan anudadas, ellas son: el prejuicio y la discriminación.

El o “los prejuicios” devienen de los estereotipos que circulan por el sistema de


representaciones sociales y se activan en los imaginarios sociales. El estereotipo en torno a los
jóvenes no escolarizados con una lamentable carga semántica altamente negativa, asociada a
la marginalidad, la ilegalidad, la violencia, moldea la imagen circulante en la sociedad y niega a
los jóvenes la posibilidad y el derecho a volver a estudiar. El prejuicio, aunque infundado
justifica la no inclusión. Son esos mismos prejuicios también los que justifican la desigualdad
de la riqueza y condicionan a los jóvenes a seguir viviendo en condiciones marginales. En el
plano de los discursos circulantes la exculpa deviene en “por algo será”. Lo que refuerza la
exclusión.

El prejuicio entendido como “desajustes internos entre la realidad y la percepción que tenemos
de ella”, que deviene por desconocimiento, es distinta de la discriminación, ya que esta implica
que aun conociendo una realidad diferente, se la desprecia o considera como superior. La
discriminación de género, racial, étnica, por motivos sociales, etc. Las instituciones educativas
son vistas por los adolescentes como verdaderas amenazas de discriminación lo que produce
un fuerte rechazo interior que imposibilita la re –inclusión a ellas.

Reflexionar sobre estas “resistencias internas” nos permitiría que la inclusión como apunta el
autor no quede meramente en el plano de los discursos, si no que se transforme en
verdaderas practicas emancipadoras e inclusivas.

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