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LA REFORMA OBLIGATORIA

By Brigitta Deistler | Octubre 26, 2017 | Comments0 Comment


Trento: un concilio de reforma intransigente
Hace 450 años clausuró la asamblea conciliar convocada como reacción a la Reforma protestante

Concilio de Trento (1545-1567)


Es el comienzo para la renovación de la Iglesia Católica, disparado en reacción a la Reforma. Produce cambios profundos dentro
del campo católico; en cuestiones teológicas, sin embargo, los participantes del concilio se muestran absolutamente
intransigentes.
Contemplándolo más de cerca, católicos y protestantes podrían considerarse hermanas gemelas. Históricamente, la iglesia
católico-romana es mucho mayor; no obstante, en su forma actual nace en el siglo XVI, gestionada por el mismo proceso que las
iglesias protestantes y reformadas. Lo que para estos últimos son los tesis de Lutero o los escritos de Calvino, para los romanos
son las declaraciones del Concilio de Trento: el intento de reaccionar al mundo moderno, el ambiente el cual también ayudó a la
propagación exitosa de la Reforma. Terminó luego de largas negociaciones el 4 de diciembre de 1563, en la catedral de Trento,
pequeña ciudad en el norte de Italia.
Imposible continuar como antes
Ante todo fue el rampante comercio con las indulgencias que desde los inicios ha sido el blanco de la ira de Lutero. Los protestantes
se niegan creer que fuera posible comprarse la impunidad del castigo en el purgatorio, tal como lo sostienen los predicadores de
la indulgencia, y más cuando el alto clero abusa de este dinero para sus propios beneficios.
Muchas personas también critican la falta de ética profesional de los dignatarios eclesiásticos. No es poco común que obispos
nunca han pisado su diócesis o que párrocos jamás ingresaron en sus parroquias. Además, un número significativo de clericales
muestra una espantosa ignorancia en temas religiosas. Este último punto constituye un causa principal para el éxito de los
reformados.
Las exigencias al concilio no son fáciles de armonizar. Incluso Trento como sede es un compromiso entre emperador y papa: Carlos
V. desea un lugar en territorio del Sacro Imperio Romano, el papa prefiere no alejarse mucho de la curia en Roma. Trento, en Tirol
Sur, responde a ambas condiciones. Pero cuando, temporalmente, se intensifica el conflicto permanente entre emperador y papa,
el Concilio busca una residencia alternativa en Boloña, dentro de las fronteras de los Estados Pontífices.
A los delegados les cuesta mucho tiempo negociar los contenidos – ni el papa Pablo III., ni sus sucesores Julio III, y Marcelo II. viven
para ver la terminación del Concilio. Una tras otra vez hay interrupciones que a veces tardan años. Sólo Pío IV. puede confirmar
los resultados negociados en la Bula “Benedictus Dei” (Bendición de Dios).
Los protestantes están ausentes, a persar de que Papa Pablo III. les garantiza libertad de expresión. Los católicos los consideran
como herejes, pero no automáticamente como candidatos a la hoguera. Pero al asistir, en todo caso deberán someterse al fallo
del Concilio. Ya en 1537, Martín Lutero ha declarado en los Artículos de Esmalcalda lo que, desde su punto de vista, no era
negociable. Los protestantes no ven, pues, ninguna posibilidad de llegar a un acuerdo con los católicos.
La afirmación del cisma confesional
En efecto, las conclusiones del Concilio no indican ningún paso de reconciliación. Todo lo contrario. Los católicos confirman
ampliamente y repetidas veces lo que separa a las confesiones. No la gracia de Dios por sí sola, como insisten los protestantes, es
capaz de redimir al creyente. Los católicos pueden como antes aportar a sus buenas obras a favor de la salvación de su alma. Las
indulgencias continúan en vigencia.
Tampoco hay acuerdo con respecto a la interpretación de la revelación. Dios habla a los hombres no sólo por la Biblia, afirma el
Concilio También las decisiones de los concilios y las doctrinas expedidas por el papa tienen validez casi divina. Los protestantes,
sin embargo, sólo quieren reconocer a las Sagradas Escrituras como fundamento de su fe.
Donde el Concilio sí llega a determinar reglas reformadas -tan contundentes que los históricos eclesiásticos hablan de una “era
pos tridentina”. El Concilio de Trento se constituye en punto de partida de la Contrarreforma.
 La venta de las indulgencias es abolida
 Los sacerdotes deben recibir educación ministerial mediante especialmente destinados seminarios.
 Los obispos y párrocos deben tomar residencia en medio de sus comunidades para atender a las necesidades de los
feligreses
Demasiado tarde para el norte
El cisma, empero, no se puede revertir por el Concilio de Trento; para eso, las confesiones nuevas ya están demasiado arraigadas
en el norte de Europa. Incluso los historiadores católicos escriben: “El Concilio apenas llegó a tiempo para guardar a las regiones
australes y romanas de caer en la desgracia protestante. Para los países nórdicos ya era tarde.”
LA REFORMA Y LA MÚSICA
By Brigitta Deistler | Octubre 22, 2017 | Comments0 Comment

Música que proclama el Evangelio


Si existe un área cultural que puede gloriarse de haber recibido el iimpacto de la Reforma, es la música.
“La música es un don y un regalo de Dios; hace huir al diablo y alegra al hombre.”
Así describe Martín Lutero el significado de la música para la fe y para el alma. Él mismo canta y toca el laúd con aplomo. En su
obra como compositor y autor de texto, el reformador entreteje a las máximas de la confesión evangélica. Sus cantos y los de sus
seguidores ejercen un papel importante en la difusión de la Reforma.
Desde los inicios, el canto se vuelve un emblema de los luteranos, y una de sus armas más afiladas. Los primeros cánticos
protestantes son verdaderas “canciones de protesta” y como tales suenan con estruendo en los cultos de las nuevas comunidades
evangélicas. Pronto esta forma especial de música litúrgica se torna en costumbre, dando luz a una tradición de música eclesial
de gran atracción en la vida comunitaria.
Lutero mismo, apodado “el ruiseñor de Wittenberg” a causa de sus numerosas composiciones, recibe gran respeto por su
“proclamación cantada”. Siglos después, refugiados en los búnker mientras ráfagas de bombas cayendo del cielo destruyen sus
ciudades, muchos alemanes aterrorizados intentan darse ánimo: “Ein feste Burg ist unser Gott” (Castillo fuerte es nuestro Dios),
la obra con la cual Lutero inscribe su nombre para siempre entre los músicos más influyentes de la humanidad.
En la cima
Mientras las corrientes reformadas, provenientes del calvinismo, practican la austeridad también en el área musical, y algunos,
como los puritanos ingleses, la rechazan como demasiado secular o porque complacía demasiado a los sentidos en detrimento de
la concentración espiritual, los protestantes alemanes interpretan la libertad en Cristo también como libertad de gozar su vida
religiosa, ante todo, por medio de la música.

Johann Sebastián Bach (1685-1750)


George Friedrich Händel (1685-1759)
Dos siglos después de la Reforma, en medio del esplendor barroco, Händel dará al mundo el canto definitivo de la victoria del
luteranismo. En el “Aleluya” de la resurrección del oratorio “El Mesías”, logra transmitir la esencia del Evangelio según Lutero: un
triunfo donde el único derrotado es la muerte, y la humanidad entera celebra al que le dio vida para siempre. En lugar de cilicio y
cenizas, un grito de júbilo desbordado.
Pero la música protestante transciende a la adoración cantada.
Música protestante: su significado
En un tiempo donde las expresiones de la adoración al Señor son libres -algunos dirían “informales”, es decir: carente de forma-,
es muy obvio que el carácter devocional de los elementos del culto no radica en la música, sino en la letra. Esto hace posible que
todos los géneros musicales pueden ser utilizados y que los estilos de adoración se adapten a ambientes culturales y étnicos
diversos.
Sin embargo, una sola vez en la historia, la fe cristiana ha dado origen a lo que es, inconfundible e inimitable música cristiana. A
pesar de que Bach mismo no traza una separación (por ejemplo dedica un mismo tema musical una vez a una cantata religiosa y
en otra ocasión a su duque patrocinador), cuando se sienta al órgano como el Thomaskantor de Leipzig (el organista y director
musical principal de la catedral Santo Tomás en la ciudad sajona de Leipzig), sus composiciones no solo delatan al espíritu
protestante luterano: claramente nos hablan de Dios y de Su gloria.
Obviamente, esto se puede clasificar como punto de vista occidental o europeo. Pero debe haber alguna razón por la cual
estudiantes de música de todo el mundo, sin importar su identidad étnica, religiosa o cultural, se sienten atraídos y fascinados por
el complejo musical dentro del cual las composiciones religiosas de Bach ocupan un espacio de preeminencia. Puede tener que
ver con el concepto de armonía, que en música no es una idea filosófica sino una realidad física. Por lo que es posible y ocurre que
ciertas secuencias musicales apunten directamente a las áreas del cerebro que tienen que ver con la percepción religiosa.
Sea como sea. Mucho habla a favor del juicio que las obras que Bach compone para la adoración, ante todo la dedicada al órgano,
es verdadera Música cristiana, música que sin palabras canta la gloria del Señor..

AMÉRICA Y LA REFORMA (1)


By Brigitta Deistler | Octubre 12, 2017 | Comments0 Comment
El 12 de octubre de 1492
Cristóbal Colón pisa suelo americano
El vincula que conecta la entrada del continente Americano a la Historia Universal con la Reforma protestante, quizás no es muy
obvio, pero es tanto directo como indirecto..
Hay quienes se ríen de la frase “Descubrimiento de América”, porque ¿cómo se descubre lo que ya existió? No obstante, en la
humanidad la mera existencia del ser humano le da identidad y derecho, pero no le otorga transcendencia. En este sentido
podemos hablar de América, lo mismo como de Oceania, de continentes que fueron descubiertos cuando se rompió su aislamiento
geográfico; aislamiento que los separaba de la gran placa intercontinental llamado desde entonces el “Viejo Mundo”, donde el
tráfico e intercambio generado entre Europa, Asia y África Norte desde hace miles de años (la barrera de desierto y selva que
cruza al continente africano tiene un efecto similar al que tienen los océanos, aislando África Sur) , dio origen al desarrollo de
civilizaciones con potencial de transcender en escala global.
El arco de la historia: desde los turcos hasta los turcos
Los antecedentes: turismo religioso y comercio intercontinental
Al comienzo del siglo XI, Europa goza de un period de relativa prosperidad. El sistema feudal se ocupa de la tranquilidad interna;
un naciente poder central -el Sacro Imperio Romano de Nación Alemana- ya ha consolidado lo que será su existencia milenaria al
rechazar a devastadores invasores asiáticos; el Imperio Romano de Oriente con sede en Bizancio (la anterior Constantinopla) está
en una nueva fase de estabilidad, luego de haber perdido grandes porciones de territorio en el Próximo-y Medio Oriente al
torbellino levantado por beduinos árabes: la conquista musulmana. También el occidente europeo ha hecho sacrificios cuando los
moros, musulmanes de Marruecos y Argelia, se apoderan de la peninsula ibérica. Pero la política de gobernantes como
Carlomagno consiste en buscar la convivencia de beneficio mutuo donde le es imposible vencer. Como resultado, la Tierra
Santa, ahora bajo dominio musulmán, está abierta a los muchos peregrinos cristianos y en todo el califato con capital en Bagdad,
los cristianos gozan de libertad de culto, aunque no de libertad de evangelizar. Al mismo tiempo, los navegantes árabes traen
mercancías de India y hasta de China y los mercaderes europeos prosperan al distribuirlas en los mercados de sus países.
La primera etapa: los turcos cierran la frontera
De pronto, todo cambia. Proveniente de Asia Central, tribus nómadas convertidos al islam, reemplazan las decadentes dinastías
árabes. Son los turcos. Una de esas tribus, los turcos selyúcidas se lanza contra el Imperio de Constantinopla. Los bizantinos deben
ceder la mayor parte de Asia Menor (hoy el núcleo de la nación turca). Por otra parte, los turcos también avanzan hacia Siria y
Palestina. Una tras otra las ciudades del Mediterráneo Oriental caen en sus manos, y en 1070 entran en Jerusalén.
El resto de Europa mira con alguna satisfacción como el emperador en Constantinopla pierde territorio. Al gobierno musulmán en
los lugares sagrados ya se ha costumbrado. Pero los turcos, a diferencia de los árabes, son nuevos convertidos a la fe islámica, no
comprenden la tolerancia practicada contra los cristianos en sus dominios. Además, son campesinos hechos guerreros, no
mercaderes, y el desarrollo económico vía el comercio con los “perros infieles” no es de su interés.
Así que prohiben la entrada de peregrinos, oprimen los cristianos que viven en sus ciudades, y -lo más grave en ojos europeos- no
continúan con el comercio. Los turcos han cerrado la frontera.
AMÉRICA Y LA REFORMA (2)
By Brigitta Deistler | Octubre 13, 2017 | Comments0 Comment
Continuación de América y la Reforma (1)
Segunda etapa: los europeos buscan un camino y encuentran una llave

Reconquista de Jerusalén por los musulmanes bajo Saladino (1187)


Ante la pérdida de acceso libre a la Tierra Santa y los artículos de lujo traidos de Oriente -especies, telas, tapetes, seda, joyería- la
primera reacción es la acostumbrada: un llamado a la guerra, la reconquista de lo que según entendimiento cristiano les
pertenece. Por dos siglos, con victorias temporales y derrotas devastadoras, mayormente causadas por el carácter aventurero de
los participantes, las Cruzadas eran, como lo admiten los historiadores modernos, empresas cuyo objetivo trata de poder y
posesiones; en ningún momento su objetivo era la conversion de los paganos, como se llamaba a los musulmanes.
El fracaso de las Cruzadas hace pensar en formas menos costosas de restablecer un negocio tan lucrativo. Los europeos no
disponen de los conocimientos en navegación que permiten a los árabes dominar al Océano Índico. Comerciantes intrépidos como
la familia veneciana Polo emprenden pues la búsqueda por el centro de Asia, siguieendo a la Antigua “Ruta de la Seda”, un trayecto
transitable, pero largo y peligroso en extreme.
A pesar de todo, la caravana de los hermanos Polo alcanza su destino en 1260: la misteriosa y espléndida civilización mongol de
China. Tardan quince años en regresar. Su descendiente, Marco Polo (1254-1324) también sigue su camino y vive por 23 años en
la corte de Kublai Khan. Pasan casi cuarenta años en ida y vuelta, pero un día Marco Polo entra de nuevo a Venecia. No solo ha
regresado, sino ha traído cosas valiosas. Entre ellas una masa de harina, seca y dura, cortada en tiras largas que al dejarlas hervir
en agua se vuelven sabrosas y por siempre harán de Italia la patria de la pasta. Papelitos que llevan impresos cifras y con que los
chinos llenan los ataúdes de sus difuntos para hacer creer a los espíritus que se trata de algo valioso; cosa que hace reír mucho a
sus contemporaneous porque ¿quién podría aceptar billetes de papel en lugar de oro y plata?

Más antigua representación de la carga de un arma de fuego (1326)


También trae un polvo que los chinos usan en sus fiestas para hacerlo explotar y producir ruidos estruendos. Maravillado por las
cualidades del “polvo de fuego”, el monje alemán Bertoldo Schwarz (†1384) , aficionado de la alquimia, logra entender y mejorar
su composición. Pensando en usos más “útiles” que la diversion, los europeos entienden que sirve para impulsar proyectiles.
El cierre de fronteras por los turcos ha provocado buscar un camino terrestre hacia Oriente, un camino no viable para el comercio
de gran estilo. Pero así llega la inspiración para el invento clave que abrirá mundos que los europeos todavía no conocen: las armas
de fuego. El primer mundo a descubrir sera América.
AMÉRICA Y LA REFORMA (3)
By Brigitta Deistler | Octubre 19, 2017 | Comments0 Comment
Continuación de América y la Reforma (2)
La tercera etapa: el camino al destino y las consecuencias
Hemos llegado. En enero 1492, los reyes católicos Isabel de Castilla y Fernando de Argón, por su matrimonio corregentes
españoles, han obtenido la victoria final de una lucha centenaria: el ultimo reino musulman, el Califato de Andalucía, es
conquistador. Los moros musulmanes huyen al cercano Marruecos o se convierten bajo la amenaza de muerte. Para asegurarlo
se ha creado la Inquisición española, una entidad eclesiástica independiente de Roma. De paso, los cristianos aprovechan a incluir
en este proceso también a los judíos que juntamente con ellos han convivido en paz bajo gobierno musulmán.
El fin de la larga y costosa Reconquista española y las grandes cantidades de bienes musulmanes y judíos que entran en las arcas,
permiten a la corona dedicarse a otras emprendimientos. Entre ellos está una nueva revision de la petición por patrocinio de un
navegante italiano con nombre Cristoforo Colombo, castellanizado a Cristóbal Colón. Este promete poder llegar a China, el país al
oriente de India, tomando rumbo maritimo hacia occidente. Desde la Antigüedad existían comentarios sobre la posibilidad de
alcanzarlo, y en el siglo XV, la idea de la Tierra como esfera no se considera improbable entre la gente más educada.
Lo demás se conoce. Pero hace falta destacar algunos contextos:
 El descubrimiento de América desestabiliza la cosmovisión europea: el mundo resulta ser diferente de lo que se ha
tomado por cierto. Y si la imagen de la Tierra puede cambiar, ¿no sería posible que también otros asuntos resultarán ser diferentes
de lo que se ha enseñado por siglos? La tierra esférica sacude la seguridad de la tradición y remueve los paradigmas mentales.
 El descubrimiento de América se debe al cierre del camino hacia Oriente por los turcos. Los europeos se ven obligados a
buscar otros caminos.
 La conquista de América se debe a la superioridad en armamento que permite a unos pocos miles de europeos derrotar
a los números superiores de nativos. El invento de las armas de fuego se inspira en la pólvora china que llega en el intento de
encontrar un camino sustituto debido al obstáculo turco.
Hasta aquí la conexión americana. En cuanto a los turcos, sin embargo, hay un vínculo directo entre la Reforma y la expansión del
Imperio turco:
 El Imperio Romano de Oriente o Imperio bizantino ha casi desaparecido bajo la expansión turca. En 1453, la última bastión
cristiana en Europa oriental, la capital Constantinopla cae bajo el asedio de los turcos otomanes. En sus manos se encuentra ahora
también lo que ha sido la catedral más grande de la cristiandad, la Santa Sofia. Los turcos respetan su decoración cristiana -hasta
hoy el Cristo Pantocrátor saluda desde sus altura interior-, pero la convierten en mezquita.
 Para la Iglesia en Roma es el momento de hacer valer su reclamo como sede principal cristiana. Comienza con la
construcción de la catedral más espléndida que conozca el mundo. Pero esto cuesta dinero, dinero que debe ser conseguido de
los fieles, entre otro, vendiéndoles indulgencias. Y la venta de indulgencias será el factor que dispara la Reforma.
Aquí se cierra el arco histórico que va desde los turcos a los turcos y une a la Reforma con el descubrimiento de América en una
sola cadena de causa y efecto.
El que no conoce a la Historia
…es condenado a repetirla. Es un error costoso ignorar las enseñanzas del pasado, sean positivas o negativas. Pablo recuerda que
“nos fueron dados como ejemplo”, ejemplo que puede ser modelo a imitar, pero de la misma manera una advertencia de lo
peligros que corremos optando por este o aquel camino.
Analizar la historia de forma imparcial nos permite evaluar nuestro propio contexto y tomar mejores decisiones. Identificar
similitudes de situaciones, reacciones y contra reacciones, es un ejercicio imperativo para la Iglesia que tiene la responsabilidad
de restablecer el Reino de Dios, y lo más pronto posible. Aislarse en una burbuja del presente es cómodo, pero conduce a
experimentar más de lo mismo. ¡Ocupemos nuestro lugar conscientes de ser miembro una cadena larga cuya dirección futura
depende de cada generación que participa en ella.
LA LIBERTAD CRISTIANA SEGÚN BONHOEFFER
By Brigitta Deistler | Octubre 11, 2017 | Comments0 Comment
Estaciones en el camino a la libertad
Dietrich Bonhoeffer (1906-45),
teólogo y pastor luterano

La traducción del poema Estaciones en el camino a la libertadcomparte las deficiencias de todas las traducciones poéticas: se
parece al lado reverso de un tapiz. Todavía se puede reconocer el patrón de dibujo, pero los colores son pálidos. Aun así, lo que
Dietrich Bonhoeffer escribió prisionero en su última estación antes de la muerte, conmueve y transmite su seriedad espiritual;
una seriedad típicamente protestante, muy alemana, muy de su clase social -la burguesía intelectual-. Pero la presencia de estas
características no lo encierra, Bonhoeffer las transciende y en esto, se nos hace comprensible, como ser humano cristiano global.
Control
Cuando salgas en búsqueda de la libertad, aprenda ante todo ejercer control sobre los sentidos y sobre tu alma, que los deseos y
tus miembros no te lleven a veces por allí, a veces por allá. Castizos sean tu espíritu y tu cuerpo, enteramente bajo to propio
gobierno y obedientes para alcanzar la meta que les fue dado. Nadie pueda descubrir el secreto de la libertad, a menos por el
control.
Acción
No hacer alguna cosa, sino hacer y osar lo que es correcto; no flotar dentro de lo posible, sino agarrar a la realidad con valentía;
no en la nube del pensamiento, sólo en la acción está la libertad. Sal del miedoso vacilar en medio del torbellino de los
acontecimientos, sólo apoyado por el mandamiento de Dios y tu fe, y la libertad recibirá a tu espíritu con júbilo.
Sufrimiento
Maravillosa transformación. Las manos fuertes y activas te han amarrado. Inerme, a solas contemplas al fin de tu acción. No
obstante, respiras y con ánimo tranquilo y consolado entregas tu justicia en manos más fuertes y te conformas. Sólo por un instante
estás dichoso de tocar la libertad, luego la entregas a Dios para que la conduzca a su gloriosa terminación.
Muerte
Venga, ahora, celebración sublime en el camino hacia la libertad eterna, muerte. Depón las pesadas cadenas y muros de nuestra
vida pasajera y nuestra alma cegada, para que finalmente tengamos en la mira lo que aquí no nos es concedido ver. Libertad, te
buscamos por mucho tiempo en el dominio, la acción y en el sufrimiento. Muriendo te reconocemos ahora en el rostro de Dios.
Una visión de la libertad cristiana desde la prisión
Desde meses Dietrich Bonhoeffer se encuentra en la cárcel de Berlin-Tegel. Ya no quiere hacer ninguna concesión al régimen de
terror de los nacionalsocialistas. Su defensa de la libertad ahora le puede costar la vida. Eso lo tiene claro. La familia y los amigos
en el mundo exterior están preocupados por su bienestar. En sus cartas compone su legado a ellos. Las Estaciones de la
Libertad envía a su compañero en el camino, Eberhard Bethge. No es un poema pulido, más bien un bosquejo que se propone a
revisar en el futuro, si alguno le quedaría. “Es que no soy poeta” agrega de forma lacónica. Pero esas líneas se meten debajo de la
piel del lector, aun así.
¿Cómo desarrolla uno que vive en prisión y tiene que contar con su pronta muerte, una visión de la libertad cristiana?
Primera estación: la libertad en ejercer la autodisciplina
Ya la primera palabra suena como una contradicción a la libertad: control. Pero visto más de cerca, Bonhoeffer describe una
experiencia general, vigente no sólo en situaciones extremas como la suya. El que se deja arrollar por sus sentimientos, el que
cede a cualquier ánimo y hace de sus genios diarios la norma de la vida, ciertamente está sin frenos, pero no está libre, no es
“dueño de la casa”. Eso no necesita mucha psicoanálisis. El que alguna vez se vio impactado por la fuerza de las propias emociones
luego de un arrebato de ira, percibe algo de la subyugación a la que le somete la falta de disciplina. Saber controlarse, trabajar
hacia metas a largo plazo, saber dominar a los genios, antipatías y emociones que surgen de forma espontánea, otorga libertad
interior.
Segunda estación: la libertad en optar por la acción correcta
De esta libertad interior nace la capacidad de actuar: de elegir no cualquier camino acción que promete resultados, sino el que
tiene como final de hacer lo que es “correcto”. Y ¿qué es lo correcto? La libertad de acción para Bonhoeffer no la tiene quien
tambalea de una opinión hacia la otra, no la tiene el que parlotea lo que otros dicen o quieren escuchar, no la tiene el que espera
a lo que otros van a hacer. Refugiarse en sueños, divertirse y buscar ocupaciones no esenciales, es bueno sólo cuando no nos sirve
para alejarnos de la dura realidad. Para Bonhoeffer, los hombres cristianos son gente que no tienen ilusiones en cuanto a la
realidad, pero los que, a pesar de ello, no se encogen de hombros ni dirigen la mirada hacia el otro lado. Sólo aquel que reúne el
coraje de intervenir puede tener la experiencia de dejarse sostener por la fe.
De todos modos, la libertad de la que habla Bonhoeffer no aparece desde un inicio. Más bien es el resultado de una actitud. La
actitud que precisa de toda la valentía para lanzarse a la incertidumbre. Entonces, la fe le presta sus alas. Así ya describió el
filósofo/teólogo protestante Søren Kierkegaard a la fe. El que queda como espectador sentado en primera fila, nunca dará el “salto
de la fe”, nunca se enterará como “la libertad recibirá a tu espíritu con júbilo”.
Tercera estación; la libertad en aceptar la propia impotencia
En la tercera estación termina toda la arrogancia de la fe. Pero Bonhoeffer encuentra una fuente de libertad también en el
sufrimiento. Aquí, en la experiencia existencial de impotencia y desmayo, donde hasta la última chispa de las ganas de vivir se
apaga, él ve que hay lugar para la libertad, la libertad que se encuentra en refugiarse en Dios. El que pueda ser débil e incapaz es
consolado, recibe la libertad de la obligación como una caricia suave. La libertad de la etapa de la acción decidida parece deficiente
comparada con la libertad que se encuentra en confiarse a alguien en persona entera, en carne y hueso, porque ahora la propia
capacidad ya no importa.
Según esta perspectiva, la libertad verdadera es para los débiles, los que, luego de pasar por las etapas de tomar control y elegir
la acción decidida, se ven obligados a ya no hacer nada. ¡Qué atropello para una sociedad orientada hacia la obtención de
resultados! Bonhoeffer desenmascara a lo que nos parece dinámico, lleno de energía y productivo como activismo, necesario para
ocultar el profundo vacío. Pero, ¡alto! Bonhoeffer no critica ni al control ni a la acción. Su sufrimiento se debe, precisamente, al
rumbo que eligió y en el que se puso en marcha. Sólo habla del hombre que, por haber sido fiel y haberse lanzado, ahora ya no
tiene ningún camino abierto. Habla como Pablo porque “cuando soy débil, soy fuerte”. Habla del ser humano al que queda sólo la
huida hacia adelante, hacia Dios. Habla de sí mismo.
Cuarta estación: la libertad en ver más allá del fin
Así se explica, pues, la etapa final. La libertad que llega junto con la muerte. Sacado desde el contexto, su posición podría leerse
como obsesión con la muerte. El que coquetea con la muerte de esta forma ya renunció a la libertad cristiana. Pero, de hecho, la
muerte ya se presentó a Bonhoeffer, ya la enfrenta cara a cara. Los que le amenazan quieren primero verlo aterrorizado para
gozar de su victoria. Los nazis se comportan como los dueños sobre vida y muerte. Al cantarle a la muerte como a amante deseada,
Dietrich Bonhoeffer les quita esta victoria. Su fe triunfa sobre la humillación que los tiranos le quieren hacer. Es su último acto de
rebelión en contra del mal: “Muerte, ¿dónde está tu aguijón? ¿Sepulcro, dónde está tu victoria?”
Puede ser que la pluma tiembla en manos de Bonhoeffer cuando coloca su bosquejo sobre papel. Tal vez lee en voz alta aquellas
líneas a la libertad, en la penumbre de su celda, dándose valor a sí mismo cuando el miedo le persigue. La libertad a la que se
acerca Bonhoeffer es la libertad que leerá en el rostro de Dios. Pocas veces durante los últimos siglos se ha hablado sobre la
esperanza cristiana en la resurrección de forma tan inmediata, tangible y corporal. Nada se deja a metáforas, nada se deja a
interpretaciones. Bonhoeffer expresa en palabras claras y transparentes su confianza en la promesa de Dios: donde otros sólo ven
al fin, el cristiano finalmente ha llegado a la libertad.
La libertad cristiana según Bonhoeffer: su significado
Hace poco más de 70 años que murió Dietrich Bonhoeffer. Pero no es su muerto, y la forma admirable con la que se enfrentó a
sus verdugos, sin retractarse ni quebrantarse; es su vida y la de muchos otros -hayan terminado igual que él o hayan podido
continuar su existencia-, lo que nos ilustra “ser protestante” en nuestros días.
Para muchos dogmáticos reformados, para fundamentalistas y literalistas bíblicos, ni Bonhoeffer ni Barth, su líder y maestro en el
movimiento de la Iglesia confesante, cuentan entre los de doctrina ortodoxa. Puede ser. La pregunta que debemos plantearnos,
la de la “vida real”, es otra. La pregunta es si los que dicen o decimos tener la ortodoxia pasaríamos el examen. No es un examen
de las obras; es el examen de la fe.
 Nuestra fe, ¿nos equipa con suficiente control? Leyendo algunos comentarios en redes sociales, el autodominio no
alcanza para impedir la manipulación, la ofensa, la agresión.
 Nuestra fe, ¿nos conduce a dar el “salto de la fe” en todo momento? Ser pragmático no está malo, pero es necesario
revisar si el pragmatismo acaso nos dirige más en atender al interés propia que a lo que es la acción “correcta”.
 Nuestra fe, ¿nos permite reconocer cuando es tiempo de sufrir? Mucho ha tomado la iglesia del continente del modelo
social americano, donde el éxito es señal de tener razón y el insulto mayor consiste en llamar a alguien “perdedor”. La oración de
la iglesia se ha convertido en declaraciones dirigidas a evitar el sufrimiento a todo costo.
 Nuestra fe, ¿nos hace aceptar la muerte como ganancia? Tal vez no, porque tal vez nuestra vida ya no es Cristo.
Bonhoeffer nos recuerda que, tarde o temprano, el cristiano tiene que decir sí a estas preguntas y, por ende, asumir la libertad
plena.
LA LIBERTAD CRISTIANA SEGÚN LUTERO
By Brigitta Deistler | Octubre 9, 2017 | Comments1 Comment
La libertad de un hombre cristiano
Esta obra de Lutero hace parte de la lista de Escritos Principales de la Reforma. En ella, el autor habla claro porque tiene una
teología clara. Absolutamente todo lo sustenta bíblicamente, ante todo desde las epístolas paulinas, pero no solo de manera
textual sino mayormente temático.
Liberados del fracaso de la obediencia
La libertad anunciada por Lutero partiendo de su examen del Nuevo Testamento es exclusiva para aquellos que creen que por
medio de Cristo recibieron justificación delante de Dios sin que primeramente tuvieron labrarse un derecho a ella mediante
“buenas obras”. Bajo “buenas obras”, Lutero entiende obras religiosas: tanto ejercicios de la piedad como, también, la conducta
frente a los demás. Lutero comprende la libertad cristiana en primer lugar como una liberación de parte de Dios de todas las
exigencias y presiones religiosas. Tomar conciencia plena de esta libertad, así fue la más profunda convicción de Lutero, transforma
la actitud del ser humano cristiano no solo para con Dios, al que ahora puede enfrentarse con amor en lugar de con miedo, sino
también para consigo mismo y los demás.
Para consigo mismo porque con todos sus fracasos inevitables frente a las demandas de otros -de por sí también legitimizados
por Dios- el cristiano ya no se verá ni juzgado ni detenido por su fracasos: en este sentido Lutero habla de la fe como confianza.
Y la actitud frente a los demás es cambiada en cuanto el cristiano ya no tiene que degradarlos como objetos sobre los cuales
ejecutar su piedad, por ejemplo como receptores de limosnas que sirven para demostrar la misericordia de uno.
La fe transforma el querer y el hacer
Solo los creyentes se encuentran habilitados a dejar de instrumentalizar otros seres humanos para fines de su propia
bienaventuranza eterna (o de la autoimagen positiva), sino tener un encuentro con ellos, de forma que lleguen a visualizarse como
con personas de derechos e intereses propios, con necesidades legítimas.
Lutero incluso va un paso más allá. Los creyentes no solo pueden hacerlo, también lo quieren hacer y lo hacen con toda su fuerza.
En caso contrario, Deben cuestionarse si realmente tienen fe. Porque la conciencia de la libertad cristiana tiene que tener tal
efecto en la actitud del hombre cristiano renuncia a poner su bienestar personal como meta de su actuación. Ya sabe que ahora,
gracias a la acción de Dios, no hay necesidad de eso. El objetivo es más bien el bienestar de otros, incluyendo a los “enemigos”.
Así que para Lutero, el amor -entendido tanto como amor al próximo como amor al enemigo- es la consecuencia de la fe en la
justificación recibida. La fe, sencillamente, nos hace buenos.
Es una característica decisiva de la libertad cristiana que el hombre cristiano no tiene que orientarse de acuerdo a un catálogo de
logros morales, sino que en cualquier situación dada juzgará por sí mismo lo que es lo correcto -lo más amoroso. Por ende, la
libertad cristiana apunta a la autonomía y se manifiesta en la libertad de conciencia. Quiere decir que en una y misma situación
dada, dos personas cristianas pueden proceder de formas distintas sin que uno de los dos -o ambos- podrá ser cuestionado en su
autoidentificación del ser cristiano. A menos que se trata de una transgresión del mandamiento del amor. Si esto fuera el caso o
no, casi siempre solo lo puede juzgar el individuo mismo, ya que, como Lutero lo dice “a nadie se le puede mirar dentro del
corazón”.
La libertad cristiana según Lutero: su significado
Lutero extrae del texto una perspectiva triple sobre la situación del hombre cristiano (siempre en el sentido alemán de hombre
como ser humano, no como género).
 Primero.- Es muy difícil juzgar desde fuera si una acción es un acto de amor cristiano o no. La autoridad de interpretación
la tiene, en primer lugar, el creyente mismo.
 Segundo.- Ningún ser humano puede vivir sin actuar; como consecuencia, no existe situación, aunque carezca de
importancia, exento de significado ético. Levantar una paja del camino, así el ejemplo famoso de Lutero, puede ser una buena
obra, en caso de que se haga por amor por otro, respectivamente desde la convicción que no es necesario para ser justificado.
 Tercero.- El bien -en el sentido del amor cristiano- no se deja cuantificar; no está sujeto a una competencia de superación.
En un tiempo donde muchos creyentes perciben la Libertad cristiana sólo en términos de libertad de culto -la que, por supuesto,
también debe reclamar y así como la debe conceder-, es liberador volver a entender este concepto central de la fe bajo la luz de
nuestra relación con Dios. Porque en este sentido la libertad cristiana es única, no la puede tener sino el que cree en Jesucristo y
es privilegio del creyente el que se somete porque así lo quiere.
Dios, en su soberanía, tiene el poder de hacer todo lo que quiere. Pero sólo quiere hacer lo que está dentro de su perfección en
amor y justicia de amor. En este último punto, la libertad en Cristo nos abre un vistazo a lo que significa ser como Dios.

LA LIBERTAD CRISTIANA Y LA REFORMA


By Brigitta Deistler | Octubre 8, 2017 | Comments0 Comment
El hombre cristiano es un señor libre sobre todas las cosas y no sujeto a nadie. El hombre cristiano es un siervo dispuesto a servir en
todas las cosas y sumiso a todos.

Así suena la frase más famosa del tratado De libertate christiana o Von der Freiheit eines
Christenmenschen – “De la Libertad del Hombre Cristiano”. Bajo este título resumió Marín Lutero su clamor por la libertad del ser
humano en fe, acción y actitud. Sus contemporaneos escucharon en este llamado cosas diversas, como por ejemplo, en cuanto a
la posición del individuo frente a las autoridades eclesiásticas y seculares. De la libertad individual también se deduce la libertad
de conciencia, la que hasta hoy -y hoy más que nunca- rige la convivencia entre Iglesia y Estado en la sociedad.
La apelación a la conciencia moral en contra de las autoridades estatales y eclesiales es la escena nuclear de la Dieta de Worms en
1521 y de impacto de gran transcendencia: el despertar del pénsamiento autónomo. Los hombres comenzaron a descubrir
en grado cada vez mayor su propia personalidad y capacidad frente al estado y la iglesia. Al colocar la responsabilidad personal y
la decision de conciencia de cada uno en posición central, la Reforma anunció el fin del poder absoluto de las autoridades.
No obstante, hasta la realización plenaria de este concepto hay un camino largo con muchos desvíos y retrocesos, aun dentro del
mundo cristiano y hasta el día de hoy. Más importante, entonces, preguntarnos por el significado de lo escrito por Lutero sobre
este concepto central, en cuanto a nuestra propia relación con la libertad dentro de nuestro propio contexto.
El trasfondo
Desde el Imperio de la Iglesia, es decir, desde que se estableció como religion del Imperio Romano (380), y a lo largo de toda la
Edad Media, el cristianismo se considera como orden sacro dentro del cual cada ser humana ocupa una posición fija, prescrita
por Dios. La Iglesia como un todo gozaba, por supuesto, de la libertad a fijar este orden según parámetros esablecidos por ella
(en contraste con el judaísmo que se regía según una ley divina muy detallada). Empero el creyente individual debía
subordinarse para encajar en este orden. Sólo mediante esta subordinación y el cumplimiento de las múltiples obligaciones
formales que definía la Iglesia, le fue posible al cristiano participar de la salvación por Cristo; así lo enseñaba hasta entonces la
doctrina de la redención.
Para Lutero y los reformadores que le siguieron, esto era contrario al sentido de religion: “Aun cuando por tantas buenas obras
estuvieras sobre pie todo el tiempo, todavía no serías justificado ni darías honor a Dios, así que no cumplieras el primer
mandamiento”. Con esto, la religion actúa en contra de la libertad terrenal individual y solo le remite al creyente a una vida mejor
y justa en al más allá. A esta perspectiva Lutero contrapone el concepto extraido de los escritos paulinos: que el hombre cristiano
tiene que ser libre precisamente en el Aquí y Ahora. Lo sustenta con que no es por las obras sino únicamente por la fe que el
hombre alcanza la justificación.
La libertad cristiana: su significado
Dentro de la historia humana, el tratado de Lutero traza la línea que separa el pensamiento medieval del pensamiento moderno.
Al postular el sumario de las libertades cristianas las presenta no como independientes una de la otra, sino como una secuencia
lógica de argumentación. Esto no solo según la comprensión de una lectura después del siglo XX; ya sus contemporaneos
comprendieron la conexión entre libertad religiosa y las demás libertades culturales, intelectuales, sociales, económicas y
políticas. El pensamiento central significa un revolcón total en la relación entre religion y libertad individual.
Una mirada a la historia es suficiente para darnos cuenta que ni el reformador, ni la Reforma, ni los hijos de la Reforma entre
cuyos bisnietos figuramos, lograron implantar este concepto grandioso del Evangelio. Una tras otra vez fracasa la Iglesia a vivir
hasta la altura de su libertad y cada vez lo paga más caro con la pérdida de su influencia. Incluso donde los numeros parecen
indicar lo contrario, está claro que las multitudes que se reúnen en los estadios y templos ni conocen ni se interesan por la libertad
en Cristo que se les concede como privilegio y como responsabilidad.
Y sin embargo, es el ejercicio de esta libertad, tan caramente comprado por el Señor Jesucristo, lo que da validez a la decisión
de obedecerle.

LA CARTA A LOS ROMANOS


By Brigitta Deistler | Octubre 7, 2017 | Comments1 Comment
Esta epístola es la pieza principal del Nuevo Testamento y el Evangelio más puro. Está bien digna y merecedora de que un cristiano
no sólo la conozca de memoria palabra por palabra, sino que también todos los días la trate como el pan diario del alma. Porque
jamás puede leerse ni considerarse en exceso. Entre más uno trata con ella, más delicioso se vuelve y más nos gusta. Por lo que
también yo quisiera agregar mi servicio con este prefacio y, hasta donde Dios me lo concede, procurarle una introducción con el
fin de que sea tanto mejor comprendida por cada uno. Ya que hasta ahora ha sido malignamente denigrada por interpretaciones
y ciertos murmuraciones, cuando al contrario es luz brillante en sí y enteramente suficiente para aclarar a la Escritura entera. En
primer lugar debemos comprender el lenguaje y saber lo que San Pablo quiso decir con las palabras: ley, pecado, gracia, fe, justicia,
carne y otras similares. Sí no, la lectura no nos aprovecha.
Con esas palabras comienza Lutero la introducción a la Epístola a los Romanos de Pablo, el autor que como ningún otro iría a
explicar a los discípulos cuáles eran los fundamentos y principios de su fe.
Los escritos de Pablo tenían reputación como de difícil comprensión, y desde Orígenes (185-254) existían interpretaciones
diferentes. Desde el siglo II hasta el XV se redactaron por lo menos 32 comentarios importantes. No obstante, sea desde la
perspectiva intelectual o teológica, la Carta a los Romanos siempre se consideraba la obra maestra de Pablo. En el siglo XX, el
eminente teólogo neo-ortodoxo Emil Brunner dice: “¡Qué poder espiritual debe haber estado vivo en este Pablo que fue capaz de
dictar tal obra en unas cuantas noches.” Según fuentes antiguas, el padre de la Iglesia Crisóstomo mandó que se le leyera la carta
una vez semanal; el reformador Calvino dijo de ella que abre la puerta a todos los tesoros de las Santas Escrituras.
Según la convicción de Lutero, el que entiende la Carta a los Romanos tiene acceso a casi toda la Biblia. En ella, Pablo no sólo
resumía a la doctrina neotestamentaria: también abría el acceso al Antiguo Testamento. La comprensión de la revelación
progresiva y el cristocentrismo sostenido por Lutero parten de Romanos, más que de ningún otro texto.
El descubrimiento
Antes de estudiar a Pablo, Lutero temía a Dios y a Cristo como jueces implacables del mundo y de la humanidad. Este terror le
quitó la tranquilidad. Su superior en el monasterio y consejero espiritual, Johannes von Staupitz, le aconsejó: “Tenéis que haceros
Doctor o predicador, para que tengáis algo que hacer.”
A partir de otoño 1512 Lutero lee cátedra en Wittenberg. Pero el trabajo duro no lo libera del miedo. En el semestre 1515/16
establece la asignatura de la Carta a los Romanos. Cuando llega a 1:17 se detiene. Comienza a odiar la expresión “justicia de
Dios” ya que la entiende como la cualidad de Dios por medio de la cual castiga a los injustos. En la búsqueda por un Dios de gracia,
el profesor de teología lucha contra Dios y se rebela contra Él: “Como si no fuera suficiente que el pecador sea perseguido por la
ley, ¿Dios también tiene que amenazarlo con su ira por medio del Evangelio?”
Aun cuando Lutero casi se destruye en su interior, el texto ya no lo suelta. De repente se le ilumina la mente. Su mirada se dirige
a la continuación del verso: “El justo por fe vivirá.” Comprende que la “justicia de Dios” no se define como su intención de
condenar al pecador, sino que describe a la dádiva divina que restablece al pecador. Dios viste al que cree von la justicia de Cristo
para salvarlo. Para Lutero, el pasaje de Romanos se convierte en “el portón del paraíso”. Ahora lo tiene claro:
“El justificado por fe, vivirá.”
La influencia
El preámbulo de Lutero repercutió fuertemente en diferentes movimientos posteriores. Para Juan Wesley era el impulso
definitivo. En la noche del 24 de mayo de 1783, durante una reunión de creyentes en Londres, se hizo lectura de este escrito:
“La fe es la obra divina en nosotros, lo que nos transforma y nos hace nacer de nuevo desde Dios y da muerte al viejo Adán; hace
de nosotros a hombres diferentes en corazón, ánimo y mente y en todas las fuerzas y trae consigo al Espíritu Santo… Ella (la fe) no
pregunta si hay buenas obras por hacer, más bien, antes de que uno pregunte, ya las ha hecho y permanece para siempre
haciéndolas.”
La Carta a los Romanos habló a Agustín en su búsqueda de Dios, respondió a Lutero cuando deseaba al Dios de la gracia y ayudó
a Wesley en su lucha por la fe que salva. El teólogo de mayor influencia del siglo XX, Karl Barth recibió respuesta desde Romanos
a la pregunta central: “¿Cómo puedo yo, precisamente yo el hombre, propagar la Palabra viva de Dios, precisamente la palabra
de Dios?” En medio de la Primera Guerra Mundial empezó con la interpretación de la Carta a los Romanos y la terminó en 1918,
abogando por un entendimiento de la revelación según Romanos:
“Dios es Dios, pero es Dios para el mundo. El mundo es el mundo, pero es amado por Dios. Dios se encuentra con el mundo en
Jesucristo.”
Una tras otra vez, la Carta a los Romanos ejerce profunda apelación a los hombres. Coleridge la describe como “la obra más
profunda escrito jamás”. Melanchthon, compañero y sucesor de Lutero acostumbraba copiarla diariamente dos veces para no
olvidar nada de ella. Y no pocos modernos aprecian al Apóstol Pablo como “el intelectual más grande de la Antigüedad” a causa
de lo que alguna vez escribió a los Romanos.
Todos lo deben saber
Lutero termina su preámbulo diciendo:
“Así que encontramos en esta epístola de la forma más rica lo que un cristiano debe saber, es decir, lo que es ley, evangelio,
pecado, castigo, gracia, justicia, Cristo, Dios, buenas obras, amor, esperanza, cruz, y cómo debemos comportarnos para con cada
uno, sea piadoso o un pecador, fuerte o débil, amigo o enemigo, y frente a nosotros mismos. Además, todo esto se razona de
manera contundente con citas de la Escritura, se comprueba con el ejemplo de sí y de los profetas, así que en este respecto no
deja nada que desear. Por eso también parece como si San Pablo hubiera pretendido resumir en breve a toda la enseñanza
cristiana y evangélica en esta epístola y con ella abrir el acceso a todo el Nuevo Testamento. Porque, sin duda: el que lleva a esta
epístola en el corazón, lleva consiga a toda la luz y fuerza del Nuevo Testamento. Por ende, que todo cristiano la use para todo y
permanentemente. ¡Qué Dios de su gracia a esto! Amén.”

LA REFORMA Y LAS MUJERES (3)


By Brigitta Deistler | Octubre 5, 2017 | Comments2 Comments
El lado oscuro
La vida en el claustro, por seguro, tenía su lado oscuro: una y otra abadesa llevaba un regimen de dureza y los sublimes votos de
pobreza, de obediencia y castidad no siempre se respetaron. A pesar de esto, muchas monjas no estuvieron de acuerdo con la
descripción de Lutero el que habló de la vida monacal como de una “prisión perpetua”. Con la crítica y la siguiente aperture de los
claustros, no sólo se perdió un estilo de vida, la soltería femenina respetada, también se plantó una norma social nueva. Una
mujer tenía que ser esposa, server al marido y dar luz a la descendencia.
Con todo el aprecio que tenía para con su propia esposa, con todos los principios sobre la igualdad spiritual de los sexos, tampoco
Lutero cedió en el punto del rol de la mujer:
“Aun cuando ellas (las mujeres) se fatiguen y desgasten hasta la muerte (por los embarazos), esto no hace daño. Que se desgasten
hasta morir; para eso nacieron.”
La libertad, que era un valor tan importante para Martín Lutero, no se concedía de la misma manera cuando da la mujer se trataba.
En lo que a ellas respecta, el potencial emancipatorio de la Reforma no hizo su pleno despliegue. El sacerdocio universal, entre
otros, hubiera tenido que abrir el acceso de las mujeres a todas las funciones eclesiales. Pero no fue así. Con pocas excepciones -
en los movimientos radicales de los anabaptistas y posteriormente en el pietismo- tenían que pasar casi 500 años más, antes de
que surgiera una discusión seria sobre la ordenación de mujeres que luego llevó a su implantación. En las iglesias luteranas de
Alemania, la emancipación completa rige desde 1968. Hasta hoy hay un gran número de denominaciones que todavía se niegan
a dar el paso hasta el reconocimiento con todas sus implicaciones. Y basta asistir a algunas ceremonias matrimoniales en
congregaciones evangélicas para darse cuenta que su interpretación de Efesio 5:21-33 no fue sometida a un mayor examen
exegético.
La Reforma y las mujeres: conclusiones finales
A la pregunta sobre si la Reforma trajo ganancias para la libertad de las mujeres, si dio impulso a la emancipación femenina, no
existe una respuesta única. Dentro del movimiento reformatorio, algunas mujeres individuales ciertamente experimentaron el
aliento, la afirmación y liberación que el Evangelio de Cristo promete a todos los seres humanos; lograron descubrir y desarrollar
un estilo de vida nuevo, hasta entonces no explorado. En resumen, no obstante, la Reforma redujo la imagen de la mujer al rol de
esposa y madre, y esta imagen era la dominante durante los siglos siguientes. Sólo el las tendencias sociales del siglo XX condujeron
a los cambios radicales de los cuales actualmente somos testigos.
Parece justo decir que la Reforma plantó las semillas de este desarrollo, pero que el mismo suelo preparado por los reformadores
era demasiado árido y pedregoso para que la siembra hubiera podido romperlo. De hecho, desde tiempos bíblicos y la era de
reformación todavía yacen semillas en la tierra que esperan el tiempo de su maduración y cosecha.
Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús.
Esta declaración paulina es una de esas semillas, esperando a que el suelo se ablande y que pueda llegar a la realización plena.

LA RESPONSABILIDAD DE PENSAR
Martillazos con repercusión permanente
Los metros cuadrados más famosos de Wittenberg son los del portal de la Iglesia del Castillo. Se dice que aquí, el 31 de octubre de
1517, Martín Lutero clavó sus 95 Tesis. A pesar de que falta la afirmación absoluta de este acto como hecho histórico, la fama de
Wittenberg como “la ciudad de Lutero” está bien fundamentada.

La Iglesia del Castillo en Wittenberg


La ciudad en las orillas del río Elbe era la sede principal de Martín Lutero y hasta hoy lleva la impronta de su legado reformador.
La presencia de Lutero condujo al florecimiento urbano, documentado en los muchos edificios de estilo renacentista del siglo XVI.
Wittenberg era capital del Electorado Principal Sajonia, una residencia ducal y principal de los electores de Sachsen-Wittenberg-
Bajo el Príncipe Elector Federico el Sabio, el que protegió y apoyó a Lutero, la ciudad llegó a ser uno de los centros espirituales y
culturales de Europa.
Una carrera como teólogo
En 1508, el monje Lutero vivió en el llamado Claustro Negro, en un barrio al margen este de la ciudad. Después de haber sido
promovido como Doctor de Teología de la Universidad de Wittenbergo en 1512, obtuvo allá mismo la Cátedra de Teología Bíblica.
1514 además fue llamado como predicador en la Iglesia Municipal. Hasta este punto su carrera como teólogo era dentro del curso
normal. Con la publicación de los 95 Tesis en contra del comercio papal con las indulgencias, sin embargo, los que han pasado al
mundo posterior como tablas clavadas al portón de la Iglesia del Castillo, en 1517 Wittenberg se constituyó en punto de partida
de la Reforma y el profesor de teología Martin Luther como protagonista de un movimiento de repercusión histórica.
Hasta mucho después del siglo XVI, Wittenberg conservó su papel importante en iglesia, ciencia y cultura. En 1996, el conjunto
histórico de la Reforma -Iglesia del Castillo, Iglesia Municipal, Casa de Lutero y Casa de Melanchthon- fue declarado por la UNESCO
como Herencia Cultural de la Humanidad
Un ambiente propicio para pensar
Al lado de Lutero también otros personajes dejaron sus huellas en la ciudad, tales como Felipe Melanchthon y Juan Bugenhagen,
así como el pintor Lucas Cranach, el retratista de los reformadores. Sus residencias y monumentos forman hoy la “milla histórica”
que recurre el centro urbano como eje transversal.
El núcleo era, por supuesto, la Universidad Leucorea de Wittenberg. Fundada apenas en 1502 se desarrolló bajo la influencia de
los pensadores protestantes como la más importante de Europa y difundió ampliamente la fama de la ciudad. Fue por el ejercicio
de la cátedra teológica que Lutero obtuvo la convicción del error de la Iglesia y las bases para sus tesis. ¿Cuáles eran las
circunstancias que detonaron los acontecimientos?
Desde 1515, el monje dominicano Juan Tetzel distribuye la llamada “Indulgencia de Pedro” por orden del Cardenal Albrecht de
Brandenburgo. Los ingresos debían contribuir a la terminación de la Catedral de San Pedro en Roma. Motivado por sus deberes
pastorales y basándose en sus estudios académicos, Lutero siente la obligación de intervenir y, desde temprano, comienza con
criticar las predicaciones y prácticas comerciales de Tetzel. El 31 de octubre publica sus famosos 95 Tesis en contra del abuso de
la indulgencia. El día simboliza hasta hoy al comienzo de la Reforma. Los artículos que originalmente fueron redactados para servir
en la discusión académica, son replicados por la imprenta y recorren como fuego salvaje primero a Alemania y pronto a toda
Europa.
Sería un error subestimar el impacto que Lutero recibió cuando, como titular de la cátedra de Teología Bíblico, lee la Carta a los
Romanos por primera vez no como creyente, sino como maestro; no sólo con el propósito de transmitir su enseñanza al pueblo
de Dios, sino con la intención de introducir a estudiantes y futuros sacerdotes o maestros, a las profundidades de su mensaje. Ya
inquieto por el nefasto efecto de la venta de indulgencias sobre la salvación de las personas a su cuidado, repite una tras otra vez
la lectura atenta de la epístola hasta que las escamas caen de sus ojos: “sicut scriptum est iustus autem ex fide vivit” o “El que es
justo por fe, vivirá.”
Un ambiente propicio para perseverar en la oposición
En junio 1518 se abre el examen de investigación de la Iglesia católico-romana en contra de Martín Lutero. La acusación: herejía.
Mientras es interrogado en Augsburgo por el nuncio papal Cayetano, Lutero se niega por primera vez a retractarse. Sólo pocos
meses después pronuncia públicamente sus dudas sobre la competencia del papa y de los concilios. Sus discursos y escritos le
ganan nuevos adeptos con tanta rapidez, que no se deja esperar la bula que le amenaza con excomunión. Finalmente llega el 15
de junio 1520.
Bajo las aclamaciones jubilosas de sus amigos y colegas en Wittenberg, Lutero quema la bula en una gran demostración pública.
A lo que sigue la excomunión definitiva el 3 de enero de 1521. Lo que tiene ahora por delante es la aparición ante la Dieta de
Worms.
Lutero en Wittenberg: el significado
Los precursores de la Reforma habían tenido pensamientos similares al criticar la artificialidad de la doctrina católica, surgida de
una interpretación arbitraria en diferentes ocasiones por motivos más pragmáticos que teológicos. A pesar de esto carecían la
claridad y sencillez de la interpretación bíblica que de Lutero hizo al hombre que lo logró. Si se hubiera, como los demás, dejado
guiar por el lado pastoral, si hubiera atacado por el lado de la conducta de la iglesia de su tiempo, tal vez su impacto habría sido
insuficiente para perdurar. Es decir, si hubiera apuntado sólo a señalar, habría dado a luz a una criatura muerta, como tantos
otros. Más bien se esforzó primero a establecer la verdad que le gritó desde el texto, a formular doctrinas nuevas de lo que
interpretaba del texto.
De ahí a denunciar la venta de las indulgencias como abusiva, y de allá a derrumbar todo el edificio sacramental que la iglesia
había levantado por siglos, sólo fueron pasos consecutivos lógicos. La Reforma nació en la cátedra académica donde construyó un
edificio nuevo, hecho de interpretaciones nuevas y osadas, pero aptas a ser comprobadas por todo aquel que pone el mensaje
del Evangelio por encima de tradiciones y cánones confesionales.
HABLA LA CONCIENCIA
Lutero en la Dieta de Worms
Al lado de Wittenberg es ante todo Worms que cuenta como lugar de acción más conocido del reformador. Eran sólo diez días que
Lutero pasaba en esta ciudad en las orillas del Rín, pero eran diez días que cambiaron los fundamentos de la historia humana.

La entrada de Lutero en Worms, 16 de abril 1521


El 27 de enero 1521, dentro del Ayuntamiento de Worms, ciudad imperial antigua y orgullosa, Carlos V. da apertura a la Dieta
imperial. Por más de cuatro meses los poderosos Estados Imperiales -príncipes y concejales, sacerdotes y embajadores- disputan
y negocian respecto de los temas que conmueven a los países alemanes. Pero en este año también habrá que escuchar a un joven
profesor de Wittenberg, el que con sus tesis hace furor a lo largo y ancho de las regiones: Martín Lutero.
Llueve escritos luteranos
El joven Carlos -apenas de 19 años de edad -es Emperador de Alemania, Rey de España, gobernante sobre un imperio en el cual
el sol no se pone. Sólo el año anterior había sido coronado en la Catedral de Aquisgrán. Los problemas del Imperio le son
mayormente unas incógnitas, ya que había sido criado en los Países Bajos de los Habsburgos. Tiene dificultades también con el
difícil idioma alemán. Carlos espera que con la Dieta pueda dar solución a todas las cuestiones alemanas y rápidamente regresar
a España donde debe organizar la lucha contra su enemigo íntimo, el rey de Francia. Empero, pronto se ve obligado a reconocer
que los conflictos de intereses entre los participantes son grandes. Las negaciones por el mero protocolo parecen interminables.

Carlos V. Emperador alemán


Lutero mismo no está incluido en el orden del día. Los Estados Imperiales no quieren ocuparse con su obra. En el centro de atención
se encuentran más bien los temas acostumbrados de la legislación imperial: disputas sobre administración y la paz interior. Punto
por punto los diversos comisiones deben tratar con el amplio programa. Para el pueblo, sin embargo, el teólogo de Wittenberg es
tema de conversación número uno. En 1517 había clavado sus 95 tesos en contra de la venta de indulgencias en el portón de la
Catedral de castillo de Wittenberg y, desde entonces, redactó toda una seria de publicaciones críticas a la Iglesia. Gracias a la
nueva técnica de la Imprenta, se difunden muy rápidamente por todo el Imperio y se convierten cada uno en un éxito publicitario.
Incluso en Worms mismo, las obras de Lutero tienen mucha demanda, así que el nuncio papal consta: “Todos los días llueve
escritos luteranos en alemán y latín.” Ya no se ofrece a la venta “ninguna otra cosa que las obras de Lutero”.
El viaje a Worms
Con todo, sólo hace pocas semanas que Lutero ha sido declarado implícitamente hereje al recibir la excomunión papal. Poco
antes, esto hubiera conducido a su muerte de forma automática. Pero desde hace apenas dos años, también un hereje tiene
derecho a un proceso judicial. Para que las autoridades seculares puedan proceder contra el Reformador y prohibir sus escritos,
también el emperador tiene que declarar que éste se encuentra fuera de la protección de las leyes imperiales.
Si todo iría según el deseo de los príncipes eclesiales, el emperador condenara a Lutero en ausencia y por decreto. Ellos esperan
que se haga el procedimiento usual: quema de los escritos, arresto del hereje y su deportación a Roma.
Pero una mayoría de los príncipes bajo el liderazgo del señor regional de Lutero, el Príncipe Elector de Sajonia, Federico el Sabio,
se opone a este tratamiento. En lugar de esto prefieren que el monje tenga la oportunidad de ser escuchado. Por medio
de negociaciones intransigentes, Federico finalmente logra que Lutero podrá explicar y defender sus Tesis delante de la Dieta
Imperial. Una novedad.
El emperador, apegado a la fe católica, se ve, no obstante, obligado a acceder a este proceso tan inusual: no puede ignorar ni la
clara toma de posición de los Estados Imperiales, ni la opinión pública. En marzo, Carlos cita Lutero a Worms – y le asegura
salvoconducto.
A inicios de abril Lutero comienza el viaje de los casi 600 kilómetros de Wittenberg hasta el Rín. En el trayecto la gente lo
recibe con entusiasmo. Cuando él y su comitiva llegan a Worms, más de 2000 personas los saludan con júbilo.
La discusión es indeseable
El primer encuentro entre el Emperador Carlos V. y el profesor de teología Martín Lutero debe tener lugar el 17 de abril -no delante
de la asamblea, sino en privado, en la sede obispal que es la residencia del emperador. Con este subterfugio protocolario, Carlos
logra dejar indefinido al estatus legal de esta reunión e interrogar a Lutero al margen del escenario mayor. No desea tener una
discusión. El acusado solo debe retirar sus Tesis. Lutero vacila y pide tiempo de deliberación: “Para que responda correctamente
a la pregunta sin poner en peligro a mi salvación.” Carlos le concede el plazo.
Pero el día siguiente, Lutero habla palabras claras:
No puedo ni quiero retractarme ya que no es aconsejable actuar en contra de la conciencia. A menos que pueda ser refutado por
el testimonio de las Sagradas Escrituras o con argumentos y razones públicas, claras y transparentes, porque no creo ni al Papa ni
solo a los concilios, ya que es evidente que muchas veces erraron y se contradijeron a sí mismos. Dios me ayude. Amén.

El monumento a Lutero en Worms es el más


grande del Reformador en todo el mundo. Muestra a Lutero rodeado por los precursores Hus, Wycliff, Savonarola y Valdo, los
correformadores luteranos Melanchthon y Reuchlin, los patrocinadores políticos Federico de Sajonia y Felipe de Hessen, y las
ciudades imperiales de Augsburgo (dos veces con alusión a la Confesión de Augsburgo en 1530 y la Paz de Augsburgo en 1555),
Spira (en la Dieta de 1529 se acuño el término “protestante”, y Magdeburgo (por su sufrimiento en la Guerra de los 30 Años).
El emperador, quien con ayuda de intérpretes sigue al interrogatorio, interrumpe el proceso. Con palabras drásticas le reprocha a
Lutero su error: “Pues es seguro que un monje solitario está equivocado cuando opone su opinion a la de toda la cristiandad,
como se enseña desde más de mil años. Por eso estoy firmemente decidido a poner a esta causa mis dominios y gobiernos, mi
cuerpo, mi sangre y mi alma.” Acompañado por numerosos asistentes, en medio de una mezcla de júbilo y hostilidad, Lutero
abandona la sala. En este momento, así lo comenta la leyenda, pronunciaba la frase: “Lo he pasado.”
Desde Worms a la Fortaleza Wartburg
Martín Lutero es despedido, pero no se le detiene ya que el salvoconducto le acobija por 21 días. Abandona a Worms el 26 de
abril, a través del portón por el cual entró 10 días antes. No tuvo éxito en ganar al emperador para su causa. Este, a dos días de su
primer encuentro con Lutero, ya había declarado que iba a cumplir con su deber imperial, la protección de la iglesia romana. Luego
de la partida del professor de teología de Wittenberg, Carlos expide el Edicto de Worms que declara a Lutero fuera de la ley
imperial.
Lutero no llega lejos en su viaje de regreso. En la noche del 5 de mayo es secuestrado por un grupo armado y llevado a la Fortaleza
Wartburg cercana a Eisenach en Sajonia. El autor de la conspiración es el Príncipe Elector Federico; con esta acción extrae y
protege a Lutero de las garras de sus adversaries. Allá, en la soledad de la fortaleza, Martín Lutero comienza a traducir el Nuevo
Testamento al idioma alemán. Será su éxito literario mayor.
Lutero en Worms: su significado
El lugar donde Lutero hizo su confesión valiente está marcado con una placa en el piso. Las famosas palabras: “¡Aquí estoy, no
tengo alternativa!”, son probablemente un invento posterior, pero hasta hoy resumen muy bien el espíritu de su oratoria. Hasta
hoy, las ciudades luteranas de Alemania otorgan anualmente el Premio “La Palabra No Intimidada” a aquellos hombres y mujeres
que están dispuestos aceptar agravios por no haberse dejado callar ni intimidar en su posición.
Es tal vez el mayor legado de Lutero: que la autoridad de las dos instituciones más poderosas del mundo conocido -la Iglesia de
Roma y el Sacro Imperio Romano de Nación Alemana- no era suficiente para intimidar y hacer callar a la conciencia del individuo
que reclamaba el derecho de pensar por sí mismo.
A esto muchos lo aplaudimos cuando se trata de la Reforma de 1517; pero ¿estamos dispuestos a conceder este derecho también
a los que quieren reformar hoy? Hay una conciencia plena en la declaración:
EL DERECHO DE LA MINORÍA
El 10 de abril 1529, en
el marco de la Dieta Imperial de Espira, seis príncipes y los delegados de catorce ciudades imperiales se reunieron como
representantes de la minoría religiosa luterana contra el decreto imperial en contra de Martín Lutero así como en contra de sus
escritos y enseñanza, con fin de solicitar la propagación libre de la fe evangélica.
Los luteranos en la Dieta de Espira
Ocho años atrás, en la Dieta de Worms de 1521, la lectura y difusión de los escritos luteranos había sido prohibido en el Edicto de
Worms, y Martín Lutero así como sus seguidores fueron declarados como fuera de la ley. En una dieta posterior, celebrada en
1526 también en Espira, este fallo fue parcialmente reversado, en cuanto que su ejecución se dejó en manos de los Estados
Imperiales. Cada príncipe debía tratar el asunto de religión tal como le parecía poder responder ante Dios y ante el Emperador.
En esta segunda Dieta de Espira, Carlos V. quería ahora levantar las conclusiones de 1526 para poner fin a la disputa religiosa entre
la mayoría católica y la minoría evangélica.
Los príncipes inclinados a la Reforma, empero, no querrían conformarse a ser obligado a la confesión católica por medio de una
decisión mayoritaria. La protesta montada por los príncipes y ciudades se considera, por ende, la hora de nacimiento del
protestantismo.
Los antecedentes
Apenas a tres años despuñes de la dieta del 1526, Emperador Carlos V. conscribe una nueva dieta para el 1 de marso de 1529.
Como en la occasion anterior no asistirá en persona sino, en su lugar debe presidir su hermano Fernando; él mismo se encuentra
demasiado involucrado en la guerra española con Francia.
En el discurso de inauguración, Fernando da a conocer la decision del emperador: levanter la determinación de 1526, ya que de
ella hubiera dado origen a “gran malestar y falta de sentido”, y amenaza a cualquier “seducción a la falsa fe” con expulsar a los
incurrientes por fuera de la protección por la ley imperial. Hasta la aclaración por un concilio que todavía faltaba por convocar,
todas las innovaciones eran prohibidas.
Aún así ofrece alguna concesión: “El que hasta ahora ha acatado al Edicto de Worms, debe seguir haciéndolo. En las regiones
donde no se le ha obedecido, no se introducen cosas nuevas, pero a nadie debe impedirse celebrar la misa. Las sectas finalmente
que contradigan al sacramento del Cuerpo y la Sangre verdadera, no deben permitirse, así como tampoco los anabaptistas.”
En texto claro esto quiere decir que en territories gobernados por católicos se mantiene la prohibición a la enseñanza luterana,
mientras en territories gobernados por luteranos, estos pueden continuar por el momento, pero sin propagar su fe ni inhibiendo a
los católicos.
Un nombre para los siglos
El 19 de abril, las objeciones contra la determinación imperial de 1526 son aceptados por una mayoría de los Estados.

Ernesto “el Confesor”, Duque de Braunschweig


Juan “el Constante, Príncipe Elector de Sajonia
A los evangélicos se les explica que deben “doblegarse bajo la decision debidamente diligenciada” de la mayoría. En vista de lo
cual los príncipes evangélicos abandonan la sala. A su regreso más tarde es Fernando el que quiere dejar la asamblea y se niega a
escucharlos.
Así que sus objeciones son leídas: protestan contra la decision de la mayoría de abrogar la determinacion de 1526. Fernando les
pide “aceptar el fallo y obedecer”.
Como respuesta, el 20 de abril los príncipes evangélicos entregan oficialmente un escrito de Protestación, cuyo recibo Fernando
rechaza. No se procede a la lectura, pero llega a manos del publico como documento impreso.
En la Protestación se dice, entre otras:
Así protestamos y testificamos con ello abiertamente delante de Dios, nuestro solo Creador, Sustentador, Redentor y Salvador,
quien solo investiga y conoce a los corazones de todos nosotros, y quien juzgará conforme con justicia; también delante de todos
los hombres y criaturas, que para nosotros, para los nuestros y para todos los de posición justa, no aprobamos ni consentimos en
ninguna acción e intención decididas, sino que por las causas mencionadas y otras razones honorables las tenemos por nulas y no
obligatorias.
El redactor principal de la Protestación es el Consejero del electorado sajón y anterior canciller Gregorio Brück. Firmada es la
Protestación por
 Juan, Príncipe Elector de Sajonia
 Jorge, Marqués de Brandenburgo
 Ernesto, Duque de Braunschweig-Lüneburg
 Felipe, Conde Soberano de Hessen
 Wolfgang, Príncipe de Anhalt-Köthen.
En la sesión de clausura de la Dieta, el 24 de abril, se repite la lectura de la determinación aceptada; de la Protestación de los
príncipes evangélicos, sin embargo, no se dice ni una palabra. Por lo tanto, los consejeros de los príncipes luteranos y los
delegados de los catorce ciudades imperiales evangélicas se reúnen y redactan un Instrumentum Appellationis, una apelación en
la que se resumen una vez más los reclamos contra la determinación de la Dieta Imperial.
Desde esta dieta, los seguidores del movimiento reformador son llamados Protestantes.
La Protestación de Espira: su significado
Con la protestación de Espira, un grupo minoritario de príncipes y ciudades imperiales confrontó a la decisión de la Dieta de Spira
en 1529. Rechazaron a la renovación del Edicto de Worms de 1521 en contra de Lutero, que prohibió la propagación de la Reforma.
En Spira 1529, una minoría se fundamentó en el derecho de su conciencia en contra de una decisión mayoritaria que era
obligatoria para todos los territorios imperiales en cuestiones de religión. La Protestación de Espira no era, sin embargo, una
espectacular acción de protesta sino una confesión a favor de la libertad de decisión individual, cuya legitimación se intentaba
obtener a través de una petición oficial.
Respetar el derecho de las minorías se considera hoy en día una característica principal de la sociedad. Pero hoy como antes, se
les hace difícil a muchos cuando se saben en el lado mayoritario.

UNIDAD Y DIVISIÓN
La Confesión en la Dieta de Augsburgo
La Confessio Augustana (CA), también Augsburger Bekenntnis (A.B.) o Confesión de Augsburgo, es la fundamental declaración de
fe de los Estados Imperiales luteranos a su creencia religiosa. Fue presentado por los Estados de la reforma luterana en la Dieta de
Augsburgo de 1530 al Emperador Carlos V. Fue la base de los diálogos sobre religión, fundamento de la Liga de Esmalcalda, base
para la tolerancia de Paz de Augsburgo. Hasta hoy pertenece al conjunto de los escritos confesionales de las iglesias luteranas; en
la versión de 1540 (Variata) también de las iglesias reformadas.

Interrogatorio de Lutero en Augsburgo por el Cardenal Cayetano (1518)


La primera aparición de Augsburgo en la historia de la Reforma es la breve estadía de Martín Lutero en la ciudad donde es sometido
a un interrogatorio “paternal” de tres días de parte del emisario papal, el Cardenal Cayetano, dentro del marco de una convención
de monjes agustinos a cuya orden pertenece Lutero. Este está consciente de los posibles consecuencias a las que se expone
pisando un territorio donde no goza de la protección del Príncipe Elector de Sajonia. Este se ha negado insistentemente entregar
al profesor de teología para su traslado a Roma, pero no tiene poder fuera de sus tierras. El destino final de Juan Hus, la hoguera,
está en la mente del reformador y de sus partidarios. A pesar de esto, Lutero no está dispuesto a retractarse, sino huye para
escapar al arresto inminente.
Los 95 Tesis del 31 de octubre 1517 han puesto en marcha el movimiento reformador de Alemania el que, a pesar del Edicto de
Worms, se difunde velozmente. Mientras más y más Estados Imperiales toman el partido de Lutero, el Emperador Carlos V. intenta
salvar la unidad de la Iglesia y del Imperio.
La redacción de la confesión luterana
La invitación a la Dieta de Augsburgo mantiene un tono reconciliador y los luteranos tienen esperanza llegar a un acuerdo por la
buenas. En la Dieta precedente, la de Espira, el Edicto de Worms ha sido afirmado lo que pone la Reforma sobre un piso legalmente
dudoso. Es por eso que el Príncipe Elector Juan de Sajonia encarga a Felipe Melanchthon la redacción de una Apología, un escrito
a defensa de la Reforma. Pero luego que se entera de los “404 artículos” de Johannes von Eck, el antiguo adversario de Martín
Lutero en Worms, la brevemente redactada apología de Melanchthon parece insuficiente, por lo que este comienza a reformular
su texto, con cooperación de Juan Brenz. El resultado: la Confessio Augustana. Por diplomacia hace un énfasis en los muchos
puntos de concordancia con la Iglesia Católica de Roma.
Felipe Melanchthon (1497-1560)
Como documentos fundamentales, Melanchthon se sírve de los llamados Artículos de Schwabach, redactados por Lutero en
contra de Ulrico Zuinglio, así code mo los Artículos de Torgau. La Confessio Augustana se redacta tanto en latín como en alemán,
con diferencias entre las dos versiones. La razón es que Melanchthon trabaja sobre la version hasta el ultimo minute antes de la
presentación y adapta especialmente al Artículo 10 sobre la Cena del Señor según su entendimiento.
La lectura de la versión alemana tiene lugar el 25 de junio 1530 delante del Emperador Carlos V. y de los príncipes electors del
Imperio. La hace el canciller y a doctor de derecho Cristian Beyer en la sala capitular del palacio obispal. En seguida se entrega la
versión latina a manos del emperador.
Esta versión latina, la Confessio Augustana lleva las siguientes firmas:
 Juan, duque de Sajonia, Príncipe Elector
 Jorge, marqués de Brandenburgo-Ansbach
 Ernesto, duque en Luneburg
 Felipe, conde soberano en Hessen
 Wolfgang, príncipe de Anhalt-Köthen
 los burgomaestres y concejales de Nuremberg
 los burgomaestres y concejales de Reutlingen
Al continuar la dieta también se unen las ciudades imperials Weissenburgo, Heilbronn, Kempten y Windsheim a la confesión. Con
razón de divergencias sobre la Cena del Señor, cuatro ciudades del sur alemán, los que parcialmente eran del partido de Zuinglio
-Strasburgo, Constanza, Memmingen y Lindau- no participan en el la Confesión de Augsburgo. En su lugar redactan una propia,
la Confessio Tetrapolitana, pero no consiguen una lectura pública. Es la razón por la cual posteriormente no gozarán de la
protección por la Paz religiosa de Augsburgo (1555).
Martín Lutero, excomunicado y declarado por fuera de la ley imperial, ha tomado residencia en Coburgo (lo más lejos que puede
ir sin peligro) y mantiene contacto permanente con Melanchthon mediante correspondencia. Con la redacción de la confesión en
latín y alemán apuntan a entablar una base de discussion con los católicos. Del lado de estos también se han preparado teólogos,
Juan Eck y Juan Fabri. Por encargo de Carlos escriben la Confutatio; desde su perspectiva una refutación suficiente. Por ende, la
dieta rechaza recibir la Apología de la Confessio Augustana y el Emperador Carlos V. confirma la vigencia del Edicto de Worms.
Los Estados Imperiales luteranos se unen en 1531 para formar la Liga de Esmalcalda.
La Confessio Augustana Variata de 1540
Por toda la vida Melanchthon considera a la Confesión de Augsburgo como obra suya en particular y se siente con el derecho de
redactar alteraciones. En 1540 presenta una versión editada: la Confessio Augustana Variata. Ya desde la primera edición impresa
luego de 1533 agrega una secuencia de ampliaciones, como pasajes de texto de la Apología. Luego de la segunda edición de su
obra Loci theologici en 1535 -la primera dogmática evangélica-, la Concordancia de Wittenberg en 1536, los Artículos de
Esmalcalda en 1537. así como por causa de las conversaciones pendientes de los años 1540/41, surgieron razones numerosas a
favor de la “continuación respectivamente la adaptación de la Confessio Augustana como documento fundamental de la Liga”.
Por lo cual la Variata se considera más allá de una obra personal de Melanchthon, la versión oficialmente aprobada y aceptada
por la Liga, por lo menos hasta 1561.
En 1541, también Juan Calvino puso su firma bajo la Confessio Augustana Variata.
Fue después de la muerte de Lutero en 1546 que dentro del campo luterano comienzan a proliferar las discusiones. El conflicto
estalla entre diferentes discípulos de Melanchthon y los llamados Gnesioluteranos (los verdaderos luteranos). En la Reunión de
Príncipes en Naumburgi en 1561, se decidió insistir en la versión original, la Confessio Augusana invariata. En 1580 se inscribió en
el libro de Concordancia que rige a las iglesias luteranas, mientras la Variata es el fundamento de algunas de las iglesias unidas,
es decir, las que salieron de la unión entre luteranos y calvinistas.
Unión y división en Augsburgo: su significado
Es una experiencia histórica de movimientos religiosos o políticos que estar de acuerdo en rechazar una doctrina determinada no
conduce de por sí a la unidad en la formación de la nueva doctrina. De acuerdo en lo central, la salvación por gracia por medio de
la fe, los reformadores descubrieron pronto sus diferencias. Lo que fue pensado como manifestación de unidad frente a Iglesia
Católico-Romana y Sacro Imperio Alemán, demasiado pronto tornó en dar expresión documentaria de las divergencias.
Mientras los luteranos lograron poner fin a sus diferencias por medio del Libro de Concordancia, se distanciaron de los evangélicos
suizos que después de la muerte de Zuinglio concordaron en las enseñanzas de Juan Calvino, antes de que estos comenzaron a
dividirse por su parte sobre la enseñanza de Arminio y sus remonstrantes. Y todos -católicos, protestantes luteranos y reformados
calvinistas- se declararon decididamente opuestos a la rama radical, un movimiento dividido en sí en cuanto a la correcta forma
de volver a las raíces de la iglesia del Pentecostés. La Confesión fue referencia también para la doctrina central de la Iglesia
Anglicana, introducido por Eduardo VI. y mantenido por Isabel I.
Como espectadores actuals de la más asombrosa proliferación de doctrinas y denominaciones, a punto de atomizar la iglesia
evangélica, debemos apreciar la facultad de Martín Lutero y Felipe Melanchthon de redactar su Confesión de forma que fue capaz
servir de punto de encuentro unificador, y que hasta el día de hoy les sirve como tal a los muchos millones de protestantes en
Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia, aquellas naciones que le permanecieron fieles al pensamiento de Lutero.
Porque el pensamiento central de Lutero es válido, aun cuando su puesta en práctica muchas veces no lo ha sido.

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