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Lucas 22:31, 32: Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para
zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez
vuelto, confirma a tus hermanos.
La tarde estaba cayendo, todo parecía que transcurría con normalidad, pero ese día iba
a ser definitivo en la vida de los discípulos. Iban a enfrentar la prueba más grande que
hayan tenido que enfrentar en toda su vida.
Cayó la noche y con ella también cayeron las tinieblas espirituales sobre todos aquellos
que ya habían tomado su decisión de rechazar a Jesús como el enviado de Dios.
Satanás sabía que ya la mayor parte de la dirigencia de los judíos hacía parte de sus
planes para deshacerse del hijo de Dios. Pero no conforme con solo eso, quiso también
demostrar ante el cielo que Jesús había venido a perder el tiempo sobre ésta tierra, y
procedió al igual que en el pasado con Job, a poner en tela de juicio a los discípulos de
Cristo y pedirlos para ser probados, y sacudir los cimientos de su fe.
El diablo pidió a todos los discípulos para zarandearlos; pero Jesús solamente advirtió a
Pedro. Jesús sabía que el hombre que se creía más fuerte era en realidad el más débil.
Sin embargo, junto con el vaticinio de su derrota, vino la confirmación de que en la
prueba no iba a ser desechado como vil metal, sino que se convertiría en el instrumento
para la confirmación de sus hermanos.
Satanás tiene la esperanza que el zarandeo demuestre que los hijos de Dios no son
sino mero tamo.