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Creer El Credo
PARA NUESTRA SALVACIÓN1

DE QUÉ NOS SALVA JESÚS?

Los cristianos, cuando queremos expresar de una manera breve y sintética quién
es Jesús para nosotros, solemos decir que es “nuestro Salvador”. Creemos que
Jesús “nos salva”, lo cual implica que tenemos conciencia de que estábamos en
una situación que requería salvación, de que nuestra vida se hallaba de alguna
manera maltrecha o enferma, con alguna imposibilidad de realizarnos o de avan-
zar exitosamente hacia el bien etc. Y creemos que Jesús viene a recuperar el
valor de nuestra vida, otorgándonos la posibilidad de realizarla con pleno sentido.

Pero, más exactamente, ¿de qué nos salva Jesús? Tradicionalmente se decía que
Jesús nos salva del “pecado” y de sus consecuencias. Pero tal vez hoy en día esto
del “pecado” nos suena como un tanto remoto. Y, con todo, si reflexionamos un
poco sobre nuestra situación personal y sobre la situación del mundo, fácilmente
podremos reconocer que no son lo que tendría que ser. Parece que hay como
un desajuste entre lo que somos y lo que deberíamos ser, entre lo que hacemos
y lo que tendríamos que hacer, etc, y que, al menos hasta cierto punto y en de-
terminados aspectos, de esto podemos ser responsables. Esto es lo que la Biblia
y la tradición cristiana llama “pecado”: un error, de alguna manera responsable,
que provoca que no seamos lo que tendríamos que ser, que no hagamos lo que
sabemos que deberíamos hacer.

En términos teológicos se decía que el pecado es una “desobediencia” a Dios,


o una “ofensa” a Dios. Efectivamente es así, porque un error responsable en
aquello que tendríamos que ser o hacer trastoca lo que Dios quiere y espera
de nosotros. Y, a la vez, el pecado es siempre en daño nuestro. Ya Santo Tomás
decía que Dios solamente manda aquello que es para nuestro bien, y solamente
prohíbe aquello que provoca nuestro mal. En el designio amoroso por el cual nos
creó, Dios sólo puede querer nuestro bien y sólo nos puede prohibir aquello que
nos hace daño. Desgraciadamente, como ya explicaba en un lenguaje mítico el
relato de la primera caída, los seres humanos - como individuos y como sociedad
– a menudo hemos actuado y actuamos contra los mandamientos del Señor, es

(1) Resumen del capítulo 7 del libro “Creer el credo”


de Josep Vives. Ed. Sal Terrae. Colección Alcance
decir, contra aquello que verdaderamente la del secuestrado, y que Dios nos ha li-
nos conviene y nos puede mantener en lo berado con una acción de alguna manera
que somos. Y, como consecuencia, queda parecida a la de pagar un precio. Pero no
malherida nuestra relación con Dios y que- hemos de tomarnos demasiado al pie de
da desbarajustada la relación entre noso- la letra esta metáfora, preguntándonos, por
tros y con toda la creación. ejemplo, a quién paga Dios este precio, o
porqué lo ha de pagar. Algunos autores
Una vez que hemos malherido nuestra medievales llegaron a decir que Dios paga-
relación con Dios, necesitamos que Dios ba un precio al demonio que nos tenía es-
mismo, en su benevolencia, quiera resta- clavizados...! Una interpretación como ésta
blecer dicha relación y nos ayude a retor- no tiene mucho sentido. Es como si cre-
nar al equilibrio y armonía entre nosotros yésemos que Dios ha de someterse a las
y con toda la creación. Esto es la “salva- exigencias del demonio. Lo que es válido
ción”: la iniciativa y la oferta de Dios para en la metáfora del “rescate” o “redención”
restablecer la relación originaria con Él, es solamente el hacernos ver que nos en-
con todos los seres humanos y con todas contramos en una situación penosa, como
las cosas. En Jesús, Dios mismo “baja del esclavos del mal, de la que no podemos
cielo... para nuestra salvación”, para resta- salir por nosotros mismos. Y Dios quiere
blecer la armonía en nuestra relación con liberarnos de esta situación, cueste lo que
Dios y en la relación entre nosotros y con cueste, enviándonos a su Hijo, dispuesto
la naturaleza. a compartir nuestra vida en todo, hasta la
muerte y muerte de cruz. Y esto viene a ser
MANERAS DE HABLAR DE LA como un “precio” que Dios “paga” para
SALVACIÓN nuestra liberación o salvación.

Esta ”salvación” o restablecimiento de Igualmente metafórica es la explicación


nuestra buena relación con Dios y con todo de la salvación como “expiación”, “satis-
y todos se ha intentado expresar con diver- facción” o “reparación”. Aquí el modelo
sas metáforas. Por ejemplo, a menudo se metafórico sería que Dios ha sido ofendido
ha hablado de “redención” o “rescate”, o defraudado en algo que le debíamos, y
que es una metáfora que hace referencia que, a fin de reconciliarnos con Él hay que
al acto de liberación de un esclavo o de “reparar” la ofensa, o hay que retornar lo
un rehén, pagando un precio. La Escritura que le hubiéramos defraudado. También
utiliza a veces esta metáfora: “Habéis sido esta metáfora se encuentra en la Biblia,
comprados pagando un gran precio” (1Co pero también es preciso evitar tomarla en
6, 20). “Habéis sido rescatados no con un sentido demasiado literal. Si lo hiciéra-
plata y oro, sino con una sangre preciosa, mos, podríamos llegar a pensar que Dios
como la del Cordero inmaculado, el Cris- es como un Señor feudal ofendido que
to” (1Pe 1, 18). Aquí, la idea fundamental reclama solamente justicia vindicativa o
es la de que estábamos en una situación transacción comercial de tanto por tanto.
penosa y onerosa, como la del esclavo o San Anselmo, que vivía en el ambiente
PARA NUESTRA SALVACIÓN
ÓN

feudal del siglo XII, explicaba esta metáfo- El Dios de Jesús no es como mo los dioses
ra diciendo que el pecado es una “ofensa de los paganismos que solamente se de-
infinita” al Dios infinito, y, por eso se reque- jan aplacar cuando se les da satisfacción
ría una “satisfacción infinita”, que, eviden- a precio de copiosas víctimas. “Es muy
temente, nosotros no podíamos ofrecer. vuestro perdonar” dice confiadamente
Por eso se hacía necesario que el mismo el autor del maravilloso Salmo 50. Toda
Dios se hiciera hombre y ofreciera con su concepción de la salvación que no pon-
muerte una satisfacción a la vez humana ga como principio y fundamento lo que
y de valor infinito. En aquel ambiente ca- podríamos llamar esta “esencia perdona-
balleresco esta explicación pudo parecer dora” de Dios, se encaminará por sendas
espléndida. Pero si se extrema demasiado, de difícil digestión. Porque si bien es cierto
dónde quedaría la gratuidad amorosa de que la historia de la humanidad es siempre
Dios que Jesús constantemente proclama? una historia de pecado que Dios no pue-
Jesús explica siempre la salvación como de aceptar ni aprobar - y este es el punto
oferta generosa y gratuita del Padre, que de verdad que hay en las teorías de la sa-
quiere “recuperar lo que se le había per- tisfacción -, también es verdad que Dios
dido”. sigue amando siempre a las personas, por
pecadoras que sean: “Tu amas todo lo que
Esta explicación se relaciona con la del existe y no te repugna nada de lo que has
“sacrificio expiatorio”, o “sustitutivo” tam- creado, ya que no haces nada sin amarlo.
bién presente en la Biblia. En las religiones Qué podría subsistir si tu no lo quisieras?...
antiguas, cuando los hombres tenían con- Te apiadas de todo, porque todo es tuyo,
ciencia de haber faltado a Dios, procura- Señor que amas la vida.” (Sb 11, 24-26).
ban reconciliarse con Él ofreciendo sacrifi-
cios (de frutos de la tierra, animales u otros
EL RESTABLECIMIENTO DE LA
bienes) que eran como intentos de satisfa-
cer a Dios retornándole, en forma de víc- COMUNIÓN AMOROSA CON DIOS
timas costosas, aquello que le habían de- Y ENTRE TODAS LAS PERSONAS
fraudado. Todo esto puede tener suficiente
sentido, y puede aplicarse a la donación Además, no deberíamos dejarnos llevar
que Jesús hizo de sí mismo a favor nues- hacia una concepción unilateral de la sal-
tro. Pero, una vez más, una interpretación vación cristiana, como si ésta se tratara
demasiado literal de la metáfora del sacrifi- únicamente de una liberación de cosas ne-
cio podría conducirnos a una idea de Dios gativas: del pecado, del mal, de la muerte
ajena a la que Jesús nos ofrece. De ningún definitiva, etc. La salvación que nos viene
modo hemos de pensar que nos hemos de de Dios es más que esto. Es algo más posi-
ganar el perdón de Dios ofreciéndole co- tivo. Cuando Jesús nos “salva”, no sólo nos
sas, a modo de transacción comercial del perdona los pecados, sino que nos reesta-
tanto por tanto. Jesús lo repite: “Lo que yo blece en la condición de hijos de Dios y nos
quiero es amor, y no sacrificios” (Os 6, 6; hace entrar en el camino de la verdadera
Mt 9, 13; 12, 7, etc.). fraternidad con todos los seres humanos
Jesús explica siempre la salvación
como oferta generosa y gratuita
del Padre

que son hijos de Dios como nosotros. El amor no se puede imponer a la fuer-
La salvación es el pleno restableci- za: se ofrece, y debe ser acogido y co-
miento de la comunión amorosa con rrespondido. Por esto la salvación del
Dios y entre todas las personas. amor es toda ella gratuita por parte de
Dios, pero es responsabilidad nuestra
Porque el pecado no es sólo una des- acogerla y hacerla efectiva día a día,
obediencia y una ofensa a Dios, una tal y como pasa con toda comunión
transgresión de la Ley divina, sino que de amor. Por eso hemos de cultivar
es, sobre todo, una falta de correspon- una continua actitud de “conversión
dencia al amor. Podríamos decir que al amor”, de salir de las tendencias
nuestra vida es como una declaración que nos llevan a cerrarnos en nosotros
del amor que Dios nos ofrece; una pro- mismos, para abrirnos día a día a la
puesta de vivir en comunión de amor comunión amorosa con Dios y con los
con Él y con todas las personas. Cuan- otros. Esta fue la propuesta salvadora
do Dios dice que me ama, me crea, de Jesús: la que Él mismo nos mue-
me hace existir y me mantiene en mi ve a solicitar cuando nos invita a pedir
ser. Si yo le respondo que la comunión cada día al Padre que venga su reino
con Él y con su creación no me impor- y que se haga su voluntad.
ta, esto es el pecado. En el fondo es
una negación de mí mismo; es como Solamente el amor puede salvar: el
arrancarme de mi único fundamento. amor de Dios ofrecido gratuitamente
Hay como una contradicción esencial y definitivamente en Jesucristo; y el
entre rechazar la propuesta de amor amor acogido y vivido con una genero-
de Dios y seguir viviendo por amor de sidad que tiende a imitar a la de Dios
Dios. La Biblia decía que el pecado es mismo, recordando que el propio Je-
“querer ser como Dios”, no reconocer sús nos dio ejemplo y nos dijo que el
la señoría amorosa de la comunión amor más grande es el de aquél que
con Dios y con los demás. da la vida por aquellos que ama.

Desde esta óptica podemos entender


un poco mejor la “salvación” que Dios
nos ofrece en Cristo. Dado que se trata
de restablecer la comunión con Dios,
nuestro Padre, y con los hermanos,
la salvación no se puede imponer, lo
quieras o no; tan sólo se puede ofrecer.

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