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Creer El Credo
PARA NUESTRA SALVACIÓN1
Los cristianos, cuando queremos expresar de una manera breve y sintética quién
es Jesús para nosotros, solemos decir que es “nuestro Salvador”. Creemos que
Jesús “nos salva”, lo cual implica que tenemos conciencia de que estábamos en
una situación que requería salvación, de que nuestra vida se hallaba de alguna
manera maltrecha o enferma, con alguna imposibilidad de realizarnos o de avan-
zar exitosamente hacia el bien etc. Y creemos que Jesús viene a recuperar el
valor de nuestra vida, otorgándonos la posibilidad de realizarla con pleno sentido.
Pero, más exactamente, ¿de qué nos salva Jesús? Tradicionalmente se decía que
Jesús nos salva del “pecado” y de sus consecuencias. Pero tal vez hoy en día esto
del “pecado” nos suena como un tanto remoto. Y, con todo, si reflexionamos un
poco sobre nuestra situación personal y sobre la situación del mundo, fácilmente
podremos reconocer que no son lo que tendría que ser. Parece que hay como
un desajuste entre lo que somos y lo que deberíamos ser, entre lo que hacemos
y lo que tendríamos que hacer, etc, y que, al menos hasta cierto punto y en de-
terminados aspectos, de esto podemos ser responsables. Esto es lo que la Biblia
y la tradición cristiana llama “pecado”: un error, de alguna manera responsable,
que provoca que no seamos lo que tendríamos que ser, que no hagamos lo que
sabemos que deberíamos hacer.
feudal del siglo XII, explicaba esta metáfo- El Dios de Jesús no es como mo los dioses
ra diciendo que el pecado es una “ofensa de los paganismos que solamente se de-
infinita” al Dios infinito, y, por eso se reque- jan aplacar cuando se les da satisfacción
ría una “satisfacción infinita”, que, eviden- a precio de copiosas víctimas. “Es muy
temente, nosotros no podíamos ofrecer. vuestro perdonar” dice confiadamente
Por eso se hacía necesario que el mismo el autor del maravilloso Salmo 50. Toda
Dios se hiciera hombre y ofreciera con su concepción de la salvación que no pon-
muerte una satisfacción a la vez humana ga como principio y fundamento lo que
y de valor infinito. En aquel ambiente ca- podríamos llamar esta “esencia perdona-
balleresco esta explicación pudo parecer dora” de Dios, se encaminará por sendas
espléndida. Pero si se extrema demasiado, de difícil digestión. Porque si bien es cierto
dónde quedaría la gratuidad amorosa de que la historia de la humanidad es siempre
Dios que Jesús constantemente proclama? una historia de pecado que Dios no pue-
Jesús explica siempre la salvación como de aceptar ni aprobar - y este es el punto
oferta generosa y gratuita del Padre, que de verdad que hay en las teorías de la sa-
quiere “recuperar lo que se le había per- tisfacción -, también es verdad que Dios
dido”. sigue amando siempre a las personas, por
pecadoras que sean: “Tu amas todo lo que
Esta explicación se relaciona con la del existe y no te repugna nada de lo que has
“sacrificio expiatorio”, o “sustitutivo” tam- creado, ya que no haces nada sin amarlo.
bién presente en la Biblia. En las religiones Qué podría subsistir si tu no lo quisieras?...
antiguas, cuando los hombres tenían con- Te apiadas de todo, porque todo es tuyo,
ciencia de haber faltado a Dios, procura- Señor que amas la vida.” (Sb 11, 24-26).
ban reconciliarse con Él ofreciendo sacrifi-
cios (de frutos de la tierra, animales u otros
EL RESTABLECIMIENTO DE LA
bienes) que eran como intentos de satisfa-
cer a Dios retornándole, en forma de víc- COMUNIÓN AMOROSA CON DIOS
timas costosas, aquello que le habían de- Y ENTRE TODAS LAS PERSONAS
fraudado. Todo esto puede tener suficiente
sentido, y puede aplicarse a la donación Además, no deberíamos dejarnos llevar
que Jesús hizo de sí mismo a favor nues- hacia una concepción unilateral de la sal-
tro. Pero, una vez más, una interpretación vación cristiana, como si ésta se tratara
demasiado literal de la metáfora del sacrifi- únicamente de una liberación de cosas ne-
cio podría conducirnos a una idea de Dios gativas: del pecado, del mal, de la muerte
ajena a la que Jesús nos ofrece. De ningún definitiva, etc. La salvación que nos viene
modo hemos de pensar que nos hemos de de Dios es más que esto. Es algo más posi-
ganar el perdón de Dios ofreciéndole co- tivo. Cuando Jesús nos “salva”, no sólo nos
sas, a modo de transacción comercial del perdona los pecados, sino que nos reesta-
tanto por tanto. Jesús lo repite: “Lo que yo blece en la condición de hijos de Dios y nos
quiero es amor, y no sacrificios” (Os 6, 6; hace entrar en el camino de la verdadera
Mt 9, 13; 12, 7, etc.). fraternidad con todos los seres humanos
Jesús explica siempre la salvación
como oferta generosa y gratuita
del Padre
que son hijos de Dios como nosotros. El amor no se puede imponer a la fuer-
La salvación es el pleno restableci- za: se ofrece, y debe ser acogido y co-
miento de la comunión amorosa con rrespondido. Por esto la salvación del
Dios y entre todas las personas. amor es toda ella gratuita por parte de
Dios, pero es responsabilidad nuestra
Porque el pecado no es sólo una des- acogerla y hacerla efectiva día a día,
obediencia y una ofensa a Dios, una tal y como pasa con toda comunión
transgresión de la Ley divina, sino que de amor. Por eso hemos de cultivar
es, sobre todo, una falta de correspon- una continua actitud de “conversión
dencia al amor. Podríamos decir que al amor”, de salir de las tendencias
nuestra vida es como una declaración que nos llevan a cerrarnos en nosotros
del amor que Dios nos ofrece; una pro- mismos, para abrirnos día a día a la
puesta de vivir en comunión de amor comunión amorosa con Dios y con los
con Él y con todas las personas. Cuan- otros. Esta fue la propuesta salvadora
do Dios dice que me ama, me crea, de Jesús: la que Él mismo nos mue-
me hace existir y me mantiene en mi ve a solicitar cuando nos invita a pedir
ser. Si yo le respondo que la comunión cada día al Padre que venga su reino
con Él y con su creación no me impor- y que se haga su voluntad.
ta, esto es el pecado. En el fondo es
una negación de mí mismo; es como Solamente el amor puede salvar: el
arrancarme de mi único fundamento. amor de Dios ofrecido gratuitamente
Hay como una contradicción esencial y definitivamente en Jesucristo; y el
entre rechazar la propuesta de amor amor acogido y vivido con una genero-
de Dios y seguir viviendo por amor de sidad que tiende a imitar a la de Dios
Dios. La Biblia decía que el pecado es mismo, recordando que el propio Je-
“querer ser como Dios”, no reconocer sús nos dio ejemplo y nos dijo que el
la señoría amorosa de la comunión amor más grande es el de aquél que
con Dios y con los demás. da la vida por aquellos que ama.