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HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO

DEL PERÚ

DE LA CRUZ PORRAS, Yulian

20 de mayo de 2015
Índice general

1. El Origen 5

1.1. La situación económica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

1.2. La destrucción del pequeño comercio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

1.3. El problema del transporte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

1.4. Las inversiones yanquis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

1.5. El Latifundio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

2. Introducción al Positivismo en el Perú 7

3. Los Pensadores 10

3.1. José Baquíjano y Carrillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

3.2. Manuel Justo Pardo y Lavalle . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

3.3. José Carlos Mariátegui . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

3.4. Andrés Belaunde . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14

3.5. Víctor Haya de las Torres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

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Introducción

La construcción de la historia del pensamiento económico es ante todo una labor de selección,

interpretación y recreación. Ahora bien, lo deseable sería que el proceso de elaboración de esta

historia fuera abordado desde una óptica imparcial, es decir, sin proponerse ningún interés

especial, ningún propósito especial fuera de los de ampliar el horizonte cognoscitivo de la ciencia

económica, en particular y de la ciencia humana, en general. No obstante la gran importancia

que reviste este postulado, su validez no va más allá de la de enunciar el principio de una

"justa" investigación en la realidad, la orientación final de toda investigación, cualquiera que

sea su objeto de estudio, guarda una profunda e inalterable relación con la idea que de ese

objeto de estudio se haya formado previamente. Y esta idea, obviamente, acaba señalando lo

que se considera como lo verdaderamente importante y pertinente en ese objeto de estudio.

Así, entonces, la relación entre lo previamente dado y el objetivo propuesto determina, por una

parte, una selección del material investigado, asimilando lo relevante y desechando lo superfluo

y, por otra parte, la forma cómo se lo interpreta, teniendo en cuenta, desde luego, el contexto

conceptual desde el cual es abordada la investigación.

De acuerdo con lo anteriormente expresado, ¿se puede concluir entonces que la historia del

pensamiento económico es una historia realizada a partir de postulados puramente subjetivos,

en donde imperan las predilecciones, los prejuicios e intereses de quien la escribe? Aparente-

mente, sí. No obstante lo anterior, el surgimiento de una determinada corriente de pensamiento

económico no es fortuito, casual, sino que obedece a la conjunción de toda una serie de facto-

res (económicos, políticos, ideológicos, etc.) Que una vez descubiertos permiten y facilitan la

adecuada sistematización de las ideas "económicas", con lo cual, la aparente subjetividad del

investigador queda limitada en sus alcances. Con respecto a esta cuestión se han identificado

tres factores básicos que permiten y facilitan esta sistematización. Veamos a continuación cada

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ÍNDICE GENERAL 3

uno de ellos.

En primer lugar, la estructura económica existente en un determinado momento y las mu-

taciones que sufre a través del tiempo y el espacio son los factores que despliegan una mayor

influencia en la orientación de cualquier corriente del pensamiento económico. Indudablemente,

los cuerpos discursivos construidos por los pensadores de la economía de diferentes épocas y

lugares difieren sustancialmente unos de otros en la forma, el contenido y los alcances de sus

planteamientos; unos son justificatorios, otros son conciliatorios y otros más son críticos del sta-

tu quo imperante en el momento en que fueron construidos. No obstante lo anterior, la mayoría

de ellos tiene como común denominador su afán por aprehender e interpretar con una mayor

"exactitud" la compleja realidad que les dio origen. Ahora bien, no siempre es plenamente de-

tectable el hilo conductor que une lo económico y la orientación final de las ideas económicas,

debido a que también existe una multiplicidad de factores "inmateriales" (ideas, valores, etc.)

Que en algunas ocasiones ejercen una influencia mucho más fuerte que lo puramente económico

y que, en último término, acaban señalando los alcances y la dirección final de estas.

En segundo lugar, en el proceso de estructuración del pensamiento económico se puede

identificar la pervivencia de una serie de ideas fundamentales (valor, trabajo, capital, excedente,

etc.) Alrededor de las cuales giran los postulados básicos de los diversos sistemas económicos

hasta ahora construidos. Desde este punto de vista se puede afirmar que todo investigador,

especialmente en el área de las ciencias sociales, inicia la elaboración de su "propio" sistema

conceptual a partir de un determinado contexto teórico no importando que los elementos que

le dieron origen ya no se encuentren plenamente vigentes; lo verdaderamente importante aquí

es que la teoría tomada como punto de partida conserve aún gran parte de su validez interna,

permitiendo de esta manera que sus principios teóricos básicos puedan ser incorporados, después

de un proceso de recreación, en el nuevo sistema conceptual.

En tercer lugar, se encuentra la influencia ejercida por la teoría y la práctica política. En

muchas ocasiones los pensadores de la economía han sido también políticos, filósofos sociales o

han desempeñado importantes cargos en las diferentes instancias del estado coadyuvando de esta

manera, con su trabajo teórico-práctico, a la definición y orientación de la política económica.

Por esta razón, en muchas teorías económicas es claramente perceptible el influjo de la situación

política que les dio origen.

Es de hacer notar que estos tres factores no tienen un orden preciso de aparición, más
ÍNDICE GENERAL 4

bien todos actúan en estrecha interrelación e interdependencia; en consecuencia, la labor de

construcción de la historia del pensamiento económico debe estar encaminada a seleccionar lo

más relevante de estos factores para descubrir lo que permanece, es decir, los fundamentos o

hilos conductores que permiten la estructuración de una determinada teoría, especialmente en

el campo de la ciencia económica.


Capítulo 1

El Origen

Sobre la situación económica y social del Perú.

1.1. La situación económica

La situación económica del Perú era desastrosa. El imperialismo estaba convirtiendo al Perú

en una colonia y maniatando para siempre a nuestro pueblo. Imperialismo implica monopolio y

trust. Monopolio y trust implicaban destrucción del pequeño capitalismo, del pequeño comercio,

su esclavización definitiva. Por eso en el Perú no sólo en las clases proletarias y campesinas, sino

en las clases medias, se sintieron los efectos de la explotación extranjera.

1.2. La destrucción del pequeño comercio

Los efectos de la crisis económica producida por la entrega de todas las fuentes de riqueza

nacionales al imperialismo y por el alce constante de las tarifas de aduanas, para equilibrar la

economía nacional se notó un descenso extraordinario del comercio interior y una gran baja de

las transacciones.

1.3. El problema del transporte

El transporte en el Perú, era un problema de Imperialismo. Nuestros transportes no nos

pertenecían, esos ferrocarriles estaban en manos de la “Peruvian Corporation”, desde que el

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CAPÍTULO 1. EL ORIGEN 6

desastre de la guerra con Chile obligó a empeñarlos para pagar la deuda nacional y rehabilitar

al país de la situación a que lo había arrastrado el civilismo. Las altas tarifas aduaneras, el valor

del transporte, estaban matando el comercio. EL pequeño propietario y la clase media son las

víctimas; el victimario es el imperialismo.

1.4. Las inversiones yanquis

Las inversiones yanquis se habían duplicado desde 1918 hasta aquel

entonces; se duplicaron con exceso de algunas decenas de millones. Pero

el monto de ellas no era lo más peligrosos. Lo peligroso era que esas

inversiones eran el precio de nuestras fuentes de riqueza, de nuestros

medios de vida.

1.5. El Latifundio

El latifundio era el gran enemigo. El latifundista de la sierra era reaccionario ...

En el siguiente trabajo analizaremos el pensamiento económico desde el punto de vista de

los 5 personajes más influyente en la reflexión de la sociedad peruana.


Capítulo 2

Introducción al Positivismo en el

Perú

Salazar Bondy sitúa la llegada del positivismo al Perú en el año 1860. Sus años de máxima

vigencia van de 1885 a 1915. Antes de la llegada del positivismo al Perú, la filosofía era indiferente

al conocimiento moderno.

Sin embargo, la fuerza ideológica del pensamiento filosófico tradicional era grande,

ya que cuenta con el apoyo oficial y la aprobación universitaria. Por eso podemos

ver que lo que enfrenta el positivismo no es tanto (no es solamente) un sistema de

pensamiento filosófica, sino al cuerpo de creencias y valores sobre el que se asienta

el orden social. (Salazar, 2007, p.3)

El interés que despierta el positivismo por la ciencia moderna lleva a los intelectuales peruanos

a querer renovar la enseñanza de la filosofía en el Perú. Esto implica buscar generar interés

en los estudios filosóficos. El tema principal de estos estudios va a ser el kantismo (Emanuel

Kant). Esto es así porque los estudios buscarán llevar al pensamiento peruano al positivismo

(del kantismo al positivismo). Poner el saber peruano en contacto con el pensamiento europeo

de la época es la meta.

Carlos Lisson, en 1885, pide como medida educativa el que se difunda el idealismo alemán

y el positivismo en la enseñanza filosófica. Los frutos de estas peticiones se ven en los últimos

años del siglo XIX, ya que aparecen muchos trabajos de tesis sobre filosofía trascendental.

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CAPÍTULO 2. INTRODUCCIÓN AL POSITIVISMO EN EL PERÚ 8

La influencia del positivismo empieza a darse en tres ámbitos distintos: el derecho, las ciencias

sociales y la medicina. Los principales intelectuales que ejemplifican esto son:

Juan Federico Elmore: profesor de derecho de la UNMSM. En 1871 se declara partidario de

la teoría de la evolución.

José Antonio Barrenechea: Decano de la facultad de derecho de la UNMSM en esos años.

Reconoce que el positivismo es esencial para poder fundamentar las ciencias sociales.

Javier Prado: es uno de los intelectuales más importante y representativo del movimiento

positivista en nuestro país. En 1890 realiza un trabajo sobre la aplicación del método

positivo al derecho penal.

Celso Bambarén: maestro de la Facultad de Medicina de Lima. En 1878 defiende el comtismo.

Afirma que la teoría es reducible a los contenidos de la observación.

Manuel Muñiz: sostiene puntos de vista que podría considerarse como perteneciendo al ma-

terialismo filosófico.

En los primeros años del siglo XX, la influencia del positivismo es muy grande. Su enseñanza es

la norma en la universidad. Pero, además de ser una postura filosófica, es también una actitud

intelectual distinta a lo que el pensamiento peruano había tenido antes.

Nuestro período positivista no fue tan fuerte como el de Brasil o México. A pesar de eso, es un

momento esencial dentro de la historia del pensamiento peruano. Su declive se da en la segunda

década del siglo XX. Podemos decir, de manera esquemática, que su duración e influencia en

los ámbitos intelectuales de nuestro país fue de unos 25 años.

Su ascenso y descenso está a la par del del evolucionismo specnceriano. Spencer es, para el

Perú, la realización del ideal positivista, aunque se le suele considerar medio positivista. Nuestro

positivismo es muy peculiar, ya que no es un movimiento que exclusivamente abarque el ámbito

filosófico. De esta manera podemos decir del positivismo que:

Cubre al mismo tiempo que la filosofía positiva en sentido estricto, todas las for-

mas de naturalismo, comprendido el materialismo, y doctrinas de transición hacia

el espiritualismo del tipo de las de Fouillée, Guyau o Hoffding. Muchos de nuestros

filósofos pudieron por eso declararse positivistas y, al mismo tiempo, abrazar fran-

camente la fe católico. Y por eso también fue relativamente fácil para la mayoría de
CAPÍTULO 2. INTRODUCCIÓN AL POSITIVISMO EN EL PERÚ 9

ellos abandonar en su madurez ‘las ilusiones’ del positivismo, como las calificó Juan

Manuel Polar, y enrolarse en el bergsonismo. (Salazar, 2007, p.6)

Podemos concluir que el positivismo peruano es “un producto de su generis de la cultura de un

país en formación” (Salazar, 2007, p.6). Las dos subdivisiones de este período son:

1. El positivismo no universitario.

2. El positivismo universitario.
Capítulo 3

Los Pensadores

3.1. José Baquíjano y Carrillo

Es uno de los más conocido de los ilustrados, interesados por los problemas económicos,

el peruano José Baquíjano y Carrillo, figura destacada, de la implantación de las Luces en

el virreinato, que publicaría en las páginas del Mercurio Peruano una divulgada Disertación

histórica ,y política sobre el comercio del Perú (1791), donde se declararía defensor de la minería

de la plata como fundamento de la riqueza del virreinato, además de manifestar sus reservas

sobre los beneficios de la libertad de comercio y exigir una regulación de la balanza comercial.

Posiciones ancladas en el mercantilismo más tradicional, más tímidas en algunos casos que las

propias políticas del reformismo oficial metropolitano y siempre plenamente insertas dentro del

marco del Despotismo Ilustrado y del sistema colonial.

3.2. Manuel Justo Pardo y Lavalle

Manuel Pardo (Lima, 09/08/1834 - ibídem, 16/10/1878). Fue un economista y político pe-

ruano que ocupó la presidencia del Perú en el período constitucional de 1872 a 1876, además de

ser el primer presidente civil constitucional de la historia republicana.

Viajó a España donde cursó la cátedra de Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona

(1850), y Literatura y Economía Política en el Colegio de Francia (1852) donde fuera profesor

suyo Michael Chevalier (quien a su vez fuera discípulo del conde de Saint Simon) quien ejerció

10
CAPÍTULO 3. LOS PENSADORES 11

una fuerte influencia académica sobre él, al igual que el sansimonismo, corriente a la que admi-

raba. Inclinado hasta entonces hacia los estudios humanísticos, empezó a interesarse por el rigor

y las aplicaciones prácticas de la Economía.

Uno de sus mensajes era: «Esto es lo que somos como Nación; somos una Nación Económica

y estas son nuestras ventajas y nuestras fortalezas».

Su actuación pública, recta aunque discutida, su ilustración intelectual y las circunstancias

de su muerte, convirtieron a Manuel Pardo y Lavalle rápidamente en una suerte de mártir

civil. "El mejor de nuestros hombres públicos" lo llamó J. M. Rodríguez en su Libro de Estudios

Económicos y Financieros publicada en el año 1895, al hacer un Balance de la República. Incluso,

el célebre Manuel González Prada, que era feroz crítico de los civilistas, lo trata con respeto. Fue

el líder que al país le hizo falta con ocasión de la guerra con Chile, suele insistirse. (Rodríguez,

1895, p.501)

3.3. José Carlos Mariátegui

José Carlos Mariátegui la chira; nació en Moquegua, 14 de junio de 1894 y murió en lima, 16

de abril de 1930; fue un escritor, sociólogo y político socialista peruano. Su obra más conocida

es 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana.

Mariátegui elaboró todo un pensamiento marxista acorde al proceso historia del Perú. Y con

ellos con convirtió en una de las voces marxistas en américa latina.

El gran reto del pensamiento latinoamericano ha sido, y continúa siendo, su capacidad pa-

ra explicar nuestra realidad desde una perspectiva original y creadora, que no se limite a la

reiterada importación de modelos teóricos exógenos, como ha sido frecuente en el curso de la

historia de América Latina. Tal reto no se limita a superar la adopción de modelos políticos y

económicos de marca liberaloccidental; para el caso que nos atañe, es necesario afirmar que ni

el marxismo (en tanto pensamiento crítico que puso de manifiesto las contradicciones inherentes

al modo de producción capitalista y advirtió del carácter transitorio de éste), podía ser aplicado

a rajatabla en la realidad latinoamericana. En ese tenor se inscriben las aportaciones de José

Carlos Mariátegui al Pensamiento Latinoamericano.

Así, es de resaltarse la capacidad de Mariátegui para analizar la realidad peruana, interpre-

tarla a partir de sus especificidades, y elaborar todo un pensamiento marxista acorde a ello. La

necesidad de creación y originalidad del pensamiento latinoamericano, se cumple en Mariátegui


CAPÍTULO 3. LOS PENSADORES 12

con sus consideraciones sobre los procesos históricos peruanos que habrían llevado al país, a par-

tir de su dominación colonial e inserción en el mercado mundial en calidad de simple proveedor

de guano y salitre, a poseer una formación económico social de carácter “híbrido”, en donde

coexisten en un mismo espacio y tiempo tres modos de producción, a saber: comunismo incaico,

que pese a todo habría sobrevivido al colonialismo; feudalismo, herencia funesta de la domina-

ción colonial que dificultaría el desarrollo del capitalismo peruano, o llevaría a su circunscripción

a las costas del país en calidad de dependiente.

Dada su vasta y diversa formación teórica, Mariátegui no se limitó a la recepción de elementos

teóricos de corte marxista, antes bien, su formación personal fue abierta a múltiples corrientes

y formulaciones, por lo cual pudo hacer una lectura no ortodoxa del marxismo que le permitió

considerar la especificidad de la realidad peruana. De esta concepción abierta del mismo se

deriva la cuestión del socialismo en el Perú y del sujeto revolucionario que debía llevar a cabo la

transformación de esa realidad, pues Mariátegui, siguiendo la arenga clásica del marxismo sobre

la necesidad de interpretar la realidad, para después transformarla, reconocía de éste “[. . . ] su

calidad de marco y punto de partida para investigar, conocer, explicar, interpretar y cambiar

una realidad histórica concreta, desde dentro de ella misma; en lugar de ceñirse a la aplicación

del aparato conceptual marxista como una plantilla clasificatoria y nominadora, adobada de

retórica ideológica, sobre una realidad social determinada [. . . ]”.

De este modo, según la caracterización que Mariátegui hace de la formación económico so-

cial peruana, donde coexistrían tres modos de producción, el sujeto revolucionario del marxismo

clásico no se hallaría presente (esto es, la clase obrera), no obstante, ello “[. . . ] no hace a Mariá-

tegui concluir por la imposibilidad de una acción clasista y autónoma de la clase obrera: en las

condiciones en que se encuentra, ésta puede generar un proyecto revolucionario en el cual juegue

el papel protagónico y debe actuar conforme a él, sin esperar a que las condiciones materiales

para su realización estén dadas, más bien debe crearlas [. . . ]”. Igualmente, no habría en el Perú

una clase social burguesa que liderara el proceso de implantación y consolidación del capitalismo

–paso previo a la instauración del socialismo, según los planteamientos marxistas ortodoxos y

etapistasya que en la sociedad peruana quedarían graves resabios de la etapa colonial, expresa-

dos en la pervivencia de estructuras de carácter feudal y, con ello, en la existencia de latifundios

y prácticas de servidumbre y gamonalismo, los cuales están ligados a los problemas del indio y

de la tierra (que dan título a dos de los siete ensayos mariateguianos). Como afirma el propio
CAPÍTULO 3. LOS PENSADORES 13

autor: “El problema agrario se presenta, ante todo, como el problema de la liquidación de la

feudalidad en el Perú. Esta liquidación debía haber sido realizada ya por el régimen demobur-

gués formalmente establecido por la revolución de la independencia. Pero en el Perú no hemos

tenido en cien años de república, una verdadera clase burguesa, una verdadera clase capitalis-

ta. La antigua clase feudal camuflada o disfrazada de burguesía republicanaha conservado sus

posiciones [. . . ]”.

Así, en línea con su concepción abierta del marxismo, según la especificidad de la realidad

peruana, Mariátegui rechazaba cualquier determinismo histórico que condenara a su país a

transitar por una serie de etapas preestablecidas y, hasta entonces, proceder a la transformación

social necesaria que llevaría al socialismo peruano como proyecto nacional. Según apunta Melis

sobre Mariátegui: “su propósito de situar los rasgos específicos de una formación económicosocial

en un modo de desarrollo histórico, lo cual es lo único que confiere un valor auténticamente

científico al marxismo, más allá de toda interpretación deformadora en el sentido del historicismo

idealista”.

Respecto al interés de Mariátegui por el factor religioso, es importante mencionar que éste

proviene de la amplitud de su formación personal, como se mencionó, abierta a la aportación

de elementos no marxistas, y a su inclinación filosófica por corrientes en cierto modo contrarias

al materialismo (George Sorel, Henri Bergson)[6], de lo cual resultaría una consideración de los

aspectos superestructurales de la sociedad peruana (las religiones incaica y católica) e incluso, su

estimación sobre el papel del mito social como fundamento de la acción revolucionaria (herencia

de su formación soreliana), no como un “socialismo religioso”, sino apuntando a la necesidad

del mito social “[. . . ] como instrumento para movilizar a las masas indias, que no estaban en

condiciones de acceder a un plano más elaborado del conocimiento de la teoría revolucionaria”.

Así, en la búsqueda por aplicar las formulaciones teóricas marxistas considerando la espe-

cificidad de la realidad peruana, José Carlos Mariátegui fundó el marxismo latinoamericano; si

bien se circunscribió al ámbito peruano, es importante su esfuerzo, por cuanto ejemplificó la

necesidad de conocer y estudiar una realidad social concreta para, sobre esa base, proceder a

su análisis y explicación con determinados esquemas teóricos, y en última instancia, a su trans-

formación; ello puede –y debe ser, de hechoaplicado a otros casos específicos donde se quieran

implantar modelos teóricos ajenos a nuestra realidad latinoamericana, con sus diversos escena-

rios particulares. El imperativo creador y original de nuestro pensamiento latinoamericano tiene


CAPÍTULO 3. LOS PENSADORES 14

así, en él, a un referente fundamental.

3.4. Andrés Belaunde

En 1914, Víctor Andrés Belaunde concluyó un famoso discurso pronunciado en la ceremonia

de apertura del año académico de la universidad de san marcos con una elocuente frase: “¡quere-

mos patria!”. Detrás de esta exclamación enunciaba algunas de las inquietudes que acompañarían

apasionadamente su labor intelectual, política y existencial a lo largo de toda su vida: la refle-

xión en torno a los problemas más agudos del Perú pero también la valoración de las tradiciones

que formaron a nuestro país. Pues si bien Belaunde fue desde su juventud un severo crítico de

los extravíos nacionales, fue sobre todo un creyente en lo que Basadre posteriormente llamaría

la “promesa de la vida peruana”, es decir, “un ideal de superación individual y colectiva” que

debía ser obtenido por el desarrollo integral del país, “la explotación de sus riquezas, la defensa

y acrecentamiento de su población, la creación un mínimun de bienestar para cada ciudadano y

de oportunidades para ellos”. La promesa implicaba también para Belaunde la formación de un

espacio donde existiera una identidad y una tradición común que no excluyera sino integrara las

diversas culturas locales. Esta promesa no era un ideal que debía construirse después de arrasar

con el pasado sino que debía estar arraigado en la historia y en la cultura del país para poder

proyectarse hacia el futuro.

La evolución del pensamiento de Belaunde tuvo tres momentos distinguibles. La confianza por

el positivismo; luego, abandonando la certeza positivista, adopta el espiritualismo y, finalmente,

el afincamiento en el pensamiento socialcristiano desde el que buscará las razones últimas del

espíritu así como las claves definitivas de la peruanidad.

La etapa positivista de Belaunde se refleja en sus tesis y artículos. Su primer trabajo impor-

tante, su tesis filosofía del derecho y el método positivo, de 1904. Luego vendrían sus otras tesis,

la de 1908, el Perú antiguo y los modernos sociólogos (introducción a un ensayo de sociología

jurídica), y las de 1911: los mitos amazónicos y el imperio incaico y las expediciones de los incas

a la hoya amazónica. Estos trabajos ya nos muestran a un Belaunde que trata de entender de

manera cabal y global la realidad nacional. El momento cumbre de su preocupación sería el

representado por el libro de madurez final, titulado precisamente peruanidad.

La época positivista fue también el tiempo de la mirada optimista por el desarrollo del Perú

(representado por el Perú contemporáneo, de García calderón, 1907). Pero la crisis, especial-
CAPÍTULO 3. LOS PENSADORES 15

mente política, que vivió nuestro país en la segunda década del siglo xx, tuvo su impacto en el

pensamiento de Belaunde. Aparecieron ante sus ojos con una claridad que no había percibido

antes, los males históricos del Perú. El desencanto y el escepticismo cubren este nuevo momento

político.

La conciencia de la nueva etapa tiene su verificación en el memorable discurso que Belaunde

ofreció en 1914, titulado “la crisis presente”. Es el tiempo de la gran guerra europea y del

derrumbe de los paradigmas vigentes. En dicho discurso, Belaunde expone su preocupación por

las inexistentes bases institucionales.

En “la crisis presente”, Belaunde ataca, en páginas formidables que todos debemos leer, a

la “clase dirigente” por su inmoralidad, a los partidos por deambular tras los caudillos y no

tener programas, al gabinete por no cumplir con su función y al parlamento por no ser eficaz en

su papel fiscalizador y legislador. Asimismo, denuncia la situación de sometimiento de la clase

media (atada económicamente y con el lastre de una educación no apta para las labores técnicas

y productivas, debiendo arrinconarse en la burocracia para sobrevivir), fustiga a la burocracia

inútil y corrupta, pero, sobre todo, protesta y acusa a un régimen que por su incapacidad

ha concluido en el absolutismo presidencial, estableciendo un paralelo siempre citado entre el

virrey y el presidente. Belaunde también señala lo que a su juicio son los tres grandes males de la

república: la plutocracia costeña que más aspira a irse del país, la burocracia militar inmiscuida

en funciones políticas que no le competen, y el caciquismo parlamentario como cómplice del

feudalismo. Sobre éste último explica su presencia gigantesca en el deformado sistema electoral

que, eliminado el sufragio universal consagrado en la constitución de 1860, la elección se centra en

las provincias y no en los departamentos, ocasionando una terrible desproporción entre electores

y elegidos. Así, jurisdicciones poco pobladas eligen a gran número de representantes con el

agravante de que estos caciques provinciales no cuentan con una cultura superior, independencia

de todo interés local, ni con la aptitud receptiva ante la opinión pública, bases de todo buen

parlamento. La solución la encuentra Belaunde en la emancipación y tecnificación de la clase

media, única capaz de formar el verdadero partido liberal en el Perú.

La desazón de Belaunde y de todo su grupo generacional se ahonda ante la frustración de no

concretar los grandes objetivos enarbolados por el partido nacional democrático (PND), fundado

en 1915 por José de la Riva agüero. Belaunde se sintió profundamente afectado al ver que los

planes que él y su generación se habían trazado se iban a estrellar contra la incomprensión


CAPÍTULO 3. LOS PENSADORES 16

y el desprecio de las clases dirigentes. Este momento espiritual coincide con el Belaunde más

incisivamente analítico. En páginas de gran fineza reflexiva, describe e interpreta la psicología de

los peruanos, pretendiendo descubrir qué de específico tiene cada grupo social y étnico (o de raza,

como se decía entonces). De este modo, los defectos de la psicología nacional serían estudiados

sistemáticamente en sendos artículos, señalando una severa crítica a los factores psíquicos que

“desvían” la conciencia nacional, el abuso que se perpetúa en contra de los indios, así como

reflexiones en torno a la situación subordinada que vivía la clase media de entonces.

En 1918, Belaunde fundó la revista mercurio peruano. Tres años después tuvo que partir al

exilio. 2 hasta entonces, las páginas de esta revista estuvieron abiertas para nuevos escritores y

para pensadores que no coincidían necesariamente con las posturas de sus directores, denotando

amplitud ideológica. Pero posteriormente, Belaunde recompuso la dirección de la revista con

intelectuales más cercanas al pensamiento socialcristiano. Fue en esta etapa que Belaunde inicia

el envío de sus artículos de respuesta a los 7 ensayos de Mariátegui, entre 1929 y 1930. Este

último año fue el de la caída de Leguía y del retorno de los intelectuales exiliados.

Lejos del país, Belaunde tendría la oportunidad de revisar sus ideas, reafirmar sus lazos

espirituales con el Perú y elaborar una nueva visión del mismo. Es así que vuelve al catolicismo

que había abrevado desde su experiencia familiar y se vuelve en un teórico del mismo. En la

realidad nacional, escrito en un inicio en polémica con Mariátegui, Belaunde expresa su evolución

ideológica definitiva hacia el cristianismo.

El principio básico del alienista arequipeño es entender al trabajo no como mercancía sino

como elemento humano que debe ser orientado a un fin social. Desde ahí justifica y aconseja

la copropiedad (accionariado obrero) y la cogestión (comités de fábrica o taller), otorga más

importancia al criterio cooperativista, acepta la organización sindical y la constitución de un

consejo económico. Para Belaunde, la cuestión indígena adquiere sus rasgos típicos cuando se

trata de la comunidad y de la hacienda serrana, y para ella elabora un programa que tiene

entre sus elementos más importantes el potenciar la productividad de la comunidad, educar

económicamente al indígena, expropiar al latifundio improductivo, distribuir tierras sea a indi-

viduos o a comunidades, ensayar cooperativas agrícolas, entre otros aspectos. La solución debería

encontrarse tanto en los factores económicos como en los de la educación.

Con respecto al desarrollo industrial, Belaunde entendía que mientras la clase media no se

liberara económicamente no se podría pasar a la industria, y políticamente no se podría aspirar


CAPÍTULO 3. LOS PENSADORES 17

a un verdadero partido liberal. Frente a esta incapacidad, el capital extranjero (no hablaba

de imperialismo pero se acercaba a su diagnóstico) ha aumentado su presencia amenazando

nuestra independencia política. Lo que propone Belaunde es el aprovechamiento de ese capital

pero sin conceder privilegios y exigiendo al mismo tiempo una mayor presencia del capital

nativo. Si queremos fortalecer nuestra economía industrial, aconsejaba, es necesario desarrollar

un reformismo prudente.

De regreso al Perú, en 1931, Belaunde participaría en el congreso constituyente defendiendo

el voto femenino, la libertad de prensa, la autonomía del poder electoral, la independencia del

poder judicial, la religión católica como la base espiritual de la nacionalidad; asimismo, seguía

sosteniendo que el problema principal del Perú es el indígena, propugna la descentralización, la

regionalización y el desarrollo de una educación técnica que actúe sobre la realidad. Pero, por

otro lado, se opuso en dar la capacidad de voto a los menores, a los analfabetos y a las fuerzas

armadas.

La trayectoria intelectual de Belaunde encuentra en peruanidad un nivel de interpretación

mucho más elevado y amplio; digamos – como lo ha sugerido domingo García Belaunde – que

es su interpretación filosófica acerca del devenir nacional.

En líneas generales, el proyecto de Belaunde fue un intento armonizador, buscando siem-

pre bajar las tensiones de los conflictos sociales evitando las polarizaciones. Pero, a pesar de

su lucidez, Belaunde no fue oportunamente escuchado por las élites gobernantes. La oligarquía

despreció a los intelectuales y evitó proponer un proyecto nacional que significaba, como lo sos-

tenía Belaunde, una transformación real de las instituciones. Los grupos oligárquicos prefirieron

la ganancia particular y el acomodo institucional de acuerdo a las circunstancias, aunque con

éxito, pues de otra manera no se puede explicar su larga permanencia en el poder. Mirar al fu-

turo suponía tener una conciencia de país y una convicción modernizadora de las que carecieron

dichos grupos privilegiados.

En conclusión, en tanto Belaunde como intelectual, no fue un crítico radical del poder y

tampoco uno orgánico, no despreció la política como actividad pero sí mantuvo distancia de

quienes la ejercían. Su público no fue un grupo o una clase social específica sino que trató de

que su audiencia fuera esa peruanidad que, de un modo un tanto abstracto, intentó definir.

Buscó, ya desde su etapa de madurez, colocarse como un pensador por encima de los conflictos

para, desde su sentido de realismo, ejercer la reflexión y proponer las correcciones, como una
CAPÍTULO 3. LOS PENSADORES 18

especie de conciencia crítica de la nación, a la manera de los grandes pensadores del siglo

xix. Pero la realidad social del país no le permitió serlo, pues las diferencias radicales que

la atravesaban, y que el propio Belaunde analizó, le impidieron dialogar con una población

plurilingüe y multicultural y en la que grandes sectores no se sentían identificados con la vida

en común, con ese sentimiento de comunidad que es la nacionalidad.

3.5. Víctor Haya de las Torres

Haya de la torre corresponde a uno de los procesos ideológicos más particulares, evolutivos

y complejos de la historia del Perú. El conjunto de sus escritos, pronunciamientos y posiciones

hacen de él un personaje heterogéneo e incluso contradictorio, su mensaje se ha prestado a distin-

tas y diversas interpretaciones. Según conceptos generales apristas, haya aplicó el materialismo

histórico a la revisión de la historia y condiciones objetivas de Latinoamérica, deduciendo de

ello una teoría original de la acción política para conducir dichas sociedades hacia el socialismo;

en el plano teórico su pensamiento, aunque marxista, resultará diferente y aún contrario del

leninismo ortodoxo respecto a la estrategia socialista en sociedades coloniales o periféricas.

Haya comienza postulando que el imperialismo es la máxima expresión del capitalismo, que

es, a su vez, el modo de producción económica superior a todo lo que el mundo conocía. En

virtud de lo cual, concluye que el capitalismo es una fase inevitable en el proceso de civilización

contemporáneo. El capitalismo, según haya de la torre, no será eterno y tiene contradicciones

dentro de sí que terminarán finalmente con él pero, para que eso suceda, debe evolucionar com-

pletamente, esto es, existir y madurar. El proletariado de los atrasados países latinoamericanos

es demasiado joven como para hacer la gran revolución que supere al capitalismo.

Sigue indicando que el imperialismo es la última fase del capitalismo en los países desarro-

llados, pero en los subdesarrollados, como los es el Perú, es la primera fase. En estos países,

no se trata de una etapa de industrialización avanzada sino de explotación de materias primas,

porque es el tipo de producción que le interesa hacer allí al mundo desarrollado del que vienen

los capitales imperialistas; no a los ciudadanos de estos países. Por esta causa, dice, su desarro-

llo inicial es lento e incompleto. De esta manera, el problema de la américa es político: cómo

emanciparse del yugo del imperialismo sin retrasar su progreso. En tanto se trata de américa y

no de Europa, en tanto llegó al capitalismo por el imperialismo, tiene que adoptar una aptitud

de enfrentamiento del problema que sea propia.


CAPÍTULO 3. LOS PENSADORES 19

Víctor Raúl estima que serán las tres clases oprimidas por el imperialismo las que harán

avanzar esta etapa de la sociedad: el proletariado industrial joven, el campesinado y las clases

medias empobrecidas. Con la alianza de estas clases en el poder, el estado ya no será instru-

mento del imperialismo sino defensor de las clases que represente. Así, tomarán de los países

desarrollados lo que les interese y negociarán con estos de igual a igual, no sometidos, porque

se necesitan mutuamente.

Haya de la torre tiene una visión americanista de hacer política. Cree que lo que él llama

"indo américa", tiene que integrarse y luchar en conjunto para avanzar. Por ello su partido tiene

un nombre en el que figura el concepto de alianza americana. En síntesis, dice que hay que crear

la resistencia antiimperialista en américa y darle forma de organización política. Esto es lo que

haya considera que debe ser el apra.

En la actualidad las reinterpretaciones y análisis del "hayismo" desde dentro y fuera del

partido aprista son cada vez mayores. Obviamente, la obra reciente más destacada sobre el

asunto corresponde a la autoría del actual líder del apra y actual presidente del Perú, Alan

García Pérez. García ha publicado recientemente la revolución constructiva del aprismo/ teoría

y práctica de la modernidad (lima, 2008); el libro esboza una historia ideológica del apra con

vistas a explicar y justificar las actuales posiciones del gobierno. La obra pretende mostrar que

haya -al igual que García- llegó a ser un conservador a través de un largo proceso de maduración

intelectual y política; explica, además, que durante el período 1970-1990, el apra "resultó más

velasquista que hayista". García dice que su partido cometió un error al interpretar la revolución

militar como la "realización de lo que había propuesto el apra desde 1931", lo que los habría

llevado a que "adoptaran como propias las estatizaciones, el modelo colectivista en la agricultura

y el manejo estatal del comercio de muchos servicios y bienes", lo que eran conceptos "totalmente

ajenos a la ideología de haya y su trabajo dialéctico". La tesis de García ha sido rebatida, o por

lo menos discutida, por diversos intelectuales peruanos como Hugo Neira, sinesio López, Nelson

Manrique y Martín tanaca.

La disociación entre un socialismo como el de Mariátegui, que no concebía a américa latina

como una nación inconclusa, y el nacionalismo de haya, que rechazaba el papel dirigente de la

clase obrera en la revolución nacional unificadora de la patria grande, fue una evidencia trágica

de la inmadurez histórica de los latinoamericanos en el primer tercio del siglo xx. Si se fusionara

a ambos brotaría de ellos un socialismo criollo rebosante de originalidad.


Conclusión

El breve recorrido a través del tiempo evidencia que las diversas teorías presentan variadas

formas de ver y definir la economía, así como existen diversas formas de manifestación artística

de la pintura o la música.

La economía puede definirse como la ciencia que trata de la gestión del medio que nos

rodea, o también como la ciencia que estudia las leyes de las diversas fases de los procesos de

transformación de los bienes, o como la ciencia que estudia las relaciones entre los recursos

escasos y los deseos ilimitados, o como la gestión integrada e interdisciplinaria de los recursos

naturales, técnicos y humanos para el desarrollo sostenible.

Independiente de las posturas que adoptemos y la definición que seleccionemos, un hecho

llama la atención es que existen diversas formas de ver y analizar los procesos económicos. No

existe una mirada única.

Por ahora parece que el modo más satisfactorio de definir la economía - escribe Maurice dobb

- es hacerlo en términos de la cuestión que se pregunta y cuya respuesta se busca, y definir, de

manera semejante, las escuelas ideológicas rivales en términos de las diversas cuestiones que se

proponen a sí mismas, o de las diferencias de los tipos de la respuesta que ofrecen.

20
Bibliografía

[1] Belaúnde, V. (1987). La realidad nacional. Obras completas. Primera serie el proyecto na-

cional. Tomo III. Lima: edición de la comisión nacional del centenario.

[2] Maldonado, L. (s. f.). Las aportaciones de José Carlos Mariátegui al pensamiento latinoa-

mericano.

[3] Mariátegui, J. (s. f.). 7 ensayos de la realidad.

[4] ”Pensamiento económico peruano”. (2011). Recuperado 10, 2011, de

http://www.buenastareas.com/ensayos/pensamiento-economicoperuano/ 2843585.html

[5] Rodríguez, J. (1895). Estudios Económicos y Financieros. Lima: Librería, Imprenta y En-

cuadernación Gil.

[6] Salazar, B. (2007). Introducción al positivismo en el Perú.

21
Papel para un Perú independiente:
el pensamiento económico español y la creación
del Banco Auxiliar de Papel Moneda

dionisio de Haro Romero


Universidad Rey Juan Carlos. Madrid
dionisio.deharo@urjc.es

Recepción: 16 de octubre de 2012 / Revisión: 13 de febrero de 2013


Aceptación: 1 de abril de 2013 / Publicación: diciembre de 2013

Resumen
El artículo analiza la recepción en Perú de las teorías monetarias dominantes en la segunda mitad del
siglo XVIII, especialmente las de Adam Smith, a través de autores peninsulares. El trabajo pretende
mostrar el caso que lo ejemplifica, el del primer banco del Protectorado, que se cimentó sobre los ar-
gumentos de la obra de Alonso Ortiz. Se calibra la importancia del autor en el pensamiento económico
de la Ilustración y cómo su obra se conoció y aplicó, con modificaciones, en la primera experiencia
bancaria de la independencia.

Palabras clave: historia monetaria, sistema fiduciario, metales precios, independencia del Perú, casas
de la moneda, banco emisor, economía, Perú, siglo XIX.

Paper for an Independent Peru: Spanish Economic Thought and the Creation
of the Banco Auxiliar de Papel Moneda
Abstract
This article analyzes the reception, in Perú, of the dominant monetary theories of the second half of the
eighteenth century, especially those of Adam Smith, through the works of peninsular Spanish authors.
The paper presents the exemplary case of the first bank of the Protectorate, which was founded upon
the reasoning in the works of Alonso Ortiz. The article weighs the importance of Ortiz in the economic
thought of the Enlightenment and looks into how his works were known and applied, with modifica-
tions, in the first banking experiment of the independent Peruvian nation.

Key words: Monetary History, Fiduciary System, Metals Prices, Independence of Peru, Houses of the
Currency, Bank Issuer, Economy, Peru, 19th Century.

Sumario: 1. Introducción. 2. Imperio y plata: límites de liquidez en una economía productora de metales
preciosos. 3. El referente teórico: el Ensayo económico sobre el sistema de la moneda papel, de José
Alonso Ortiz. 4. El Banco Auxiliar de Papel Moneda y la reimpresión del Ensayo económico sobre el
sistema de la moneda papel. 5. Conclusiones. 6. Referencias bibliográficas.

Revista Complutense de Historia de América 203 ISSN: 1133-8312


2013, vol. 39, 203-227 http://dx.doi.org/10.5209/rev_RCHA.2013.v39.42684
Dionisio de Haro Romero Papel para un Perú independiente...

1. INTRODUCCIÓN

En el proceso de independencia del Perú se trataron las controversias monetarias y


bancarias con enfoques modernos 1. Las medidas encaminadas a resolver los graves
problemas de liquidez que venía arrastrando la economía virreinal, y que se vieron
agravados con la guerra de la independencia, respondieron a proyectos de carácter
reformista con sugerentes permeabilidades. Desde la perspectiva monetaria la ini-
ciativa más singular fue la representada por el Banco Auxiliar de Papel Moneda. La
original experiencia bancaria del Perú significó la primera iniciativa de emisión de
papel moneda por parte de una autoridad pública en Sudamérica 2. Asimismo, el refe-
rente teórico adoptado, el Ensayo Económico sobre el sistema de la moneda papel y
el crédito de José Alonso Ortiz -publicado en Madrid en 1796 y reimpreso en Lima
en 1822- mostró la influencia que tuvo el pensamiento económico español para las
autoridades del Protectorado. El artículo pretende responder a interrogantes relacio-
nados con los retos y límites a los que la iniciativa se vio sometida en el contexto de
un complejo marco monetario impuesto por la guerra: ¿Qué influencias económicas
están detrás de los procesos de reforma? ¿Cuáles son los criterios teóricos de la pri-
mera experiencia fiduciaria peruana? y ¿Pueden calificarse como reformas moneta-
rias aquellas iniciativas desplegadas en un marco de guerra dominado por la urgencia
fiscal 3?
En el trabajo se atiende a tres cuestiones. La primera plantea el punto de partida
monetario y financiero, haciendo hincapié en los graves problemas de liquidez que
atraviesa la economía peruana a inicios de la guerra de independencia. La segunda
examina el Ensayo Económico de José Alonso Ortiz, referente teórico para el proyec-
to de banco nacional peruano. Y la tercera procede al análisis comparativo entre am-
bos. La investigación descubre las dificultades iniciales impuestas por un debilitado
y complejo marco monetario general, los errores teóricos de planteamiento, y la débil
base social y económica sobre la que se sostiene la nueva institución.

2. IMPERIO Y PLATA: LÍMITES DE LIQUIDEZ EN UNA ECONOMÍA


PRODUCTORA DE METALES PRECIOSOS

El marco monetario en el que se desenvolvió la economía del virreinato del Perú


durante el período colonial tardío estaba caracterizado por la estrecha vinculación
y subordinación al sistema monetario y comercial del Imperio español. La produc-
ción de metales preciosos era rápidamente transferida desde los principales centros

1  Este artículo forma parte del Proyecto de Investigación I+D: El último virreinato. España y la Independencia
del Perú, Referencia HAR2011-23225, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad de España.
Agradezco a Ascensión Martínez Riaza y a Víctor Peralta las interesantes observaciones realizadas.
2  En paralelo se crea en Buenos Aires el Banco de Descuentos en 1822. Sin embargo, esta institución
financiera limita su emisión a dinero privado, aunque más tarde acabaría transformándose en el banco de
emisión del gobierno.
3  En cuanto al análisis del proceso de transición económica y monetaria, para el caso del Perú, puede
consultarse en Quiroz, 1993; Contreras, 2004; Mitre, 2004; Gelman, 2009; Irigoin, 2010; De Haro, 2011a;
y Salinas, 2011.

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mineros hacia la capital del virreinato para su conversión en la ceca limeña en pesos
acuñados, con el objeto de atender a la demanda monetaria como contraprestación a
las importaciones de lujosas mercancías europeas y a las exigentes reclamaciones de
remesas metálicas desde la metrópoli. Asimismo, pesos ensayados y metales en pas-
ta escapaban del circuito oficial sumándose de forma natural al torrente exportador
camino de un mercado internacional sediento de plata 4.
La red monetaria y financiera, constituida por los centros mineros, las Cajas Rea-
les, las Reales Casas de Moneda y el Tribunal del Consulado, conformaban un con-
glomerado institucional cuya lógica de funcionamiento obedecía fundamentalmente
a intereses tradicionales. De un lado, la Corona, principal protagonista del drenaje ex-
terior, subordinaba su actuación a la maximización de las rentas americanas que per-
mitían, tanto el sostenimiento de la onerosa política militar y diplomática en Europa,
como la pervivencia de una amplia estructura político-militar de Ultramar a través de
los “situados” 5. Y de otro, los agentes económicos y comerciales que, comprometidos
en la defensa de la estructura mercantil de carácter monopolístico, operaban de forma
parecida a la Corona en cuanto a la salida de capitales. El virreinato del Perú, junto
a Nueva España, desempeñaba la función de un gran corazón bombeando liquidez
al servicio de una Europa en pleno proceso de transformación y un espacio asiático
con una relación de equivalencia oro/plata que actuaba a modo de imán sobre toda la
plata presente en el circuito monetario internacional. Todo ello sostenido desde una
estructura imperial agotada y periclitada para los nuevos tiempos económicos 6.
El “sistema y la política monetaria tradicional” se asentaban sobre la “moneda
fuerte” que, o bien tomaba el camino de la exportación 7, o era retirada de la circula-
ción configurando parte de los “tesoros particulares” 8, siendo así presa de un intenso
proceso de tesaurización 9. Ambos factores, agravados de forma progresiva por el
persistente déficit crónico en la balanza comercial, condenaban a la economía perua-
na a una continua escasez de metales preciosos y a una paupérrima circulación de
monedas de oro y plata, más allá de los puntos críticos de acumulación en Lima que
los ciclos de negocios requerían para saldar balances antes de la salida de las flotas
del Callao 10. Asimismo, la política de prohibiciones y rígidas normas de circulación
de numerario metálico apenas impedían el intenso tráfico ilegal, que junto a la fuerte
corriente exportadora oficial, acababan por prácticamente “secar” los circuitos mo-
netarios internos peruanos durante gran parte del año, siendo habitual, en numerosas
transacciones mercantiles regionales, la práctica del intercambio real o la utilización
de algún signo de representación primitivo 11.

4  Cipolla, 1999.
5  Marichal, 1999; Espinosa Montero, 2001; García-Baquero, 2003; Prieto - De Haro, 2004, 2010,
2012.
6  Fontana, 1992.
7  Puede producirse “extracción con contrapartida”, en el caso del pago de importaciones o “extracción sin
contrapartida”, que son las sacas. Sardà, 1998 [1948], p. 21.
8  Vadillo, 1846, p. 51.
9  Fenómeno estudiado por Marx, 1976 [1859], pp. 156-168.
10  De Haro, 2006.
11  Observaciones sobre la necesidad de establecer el papel moneda en Lima. Lima, 1821. Colección
Documental de la Independencia del Perú (en adelante CDIP), Tomo XIII. Obra de Gobierno y Epistolario

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La “política monetaria tradicional” consistente en bajas tarifas de las casas de mo-


neda, altos derechos de acuñación, y equivalencias oro/plata durante el siglo XVIII
en torno a 1/16´5, sensiblemente desfasadas con respecto a Europa, subvalorando la
plata, y, por consiguiente, defendiendo en el Imperio las existencias de oro, empujaba
a la plata a la exportación a gran escala 12. Esta política no obedeció a principios eco-
nómicos y monetarios modernos, sino más bien a razones de orden fiscal y defensa
de los depósitos tradicionales. De esta forma, se preservaba un sistema monetario
incapaz de impulsar el crecimiento económico a través de una oferta monetaria que
proporcionase la liquidez suficiente con la que cubrir los tráficos y garantizar las in-
versiones. Sin embargo, la “política monetaria tradicional”, a pesar de considerarse
una política absurda y antieconómica 13, no dejaba de responder a las exigencias y
necesidades de una economía de naturaleza tradicional 14. Es decir, huyendo de ana-
cronismos, los viejos hábitos monetarios eran consecuentes con la demanda de dinero
por parte de estructuras económicas propias del Antiguo Régimen. Pero a la vez, su
pervivencia suponía crecientes tensiones en un mundo económico internacional que
comenzaba a desenvolverse bajo nuevas pautas.
En definitiva, la “política monetaria tradicional”, lejos de favorecer la moderni-
zación, actuaba como serio obstáculo al mantener una oferta monetaria muy res-
trictiva 15. A ello hay que unir la escasa implantación de instituciones financieras y
bancarias que supuso un freno para el crecimiento de la economía peninsular y ame-
ricana 16. La incapacidad del Estado para responder adecuadamente a la demanda de
dinero que de manera natural surgía del proceso de transformación económica fue
una constante en el Perú a lo largo de las últimas décadas virreinales, y se agudizó
con la independencia. La compleja situación monetaria derivó muy rápidamente, con
el inicio de la guerra y la paralización de facto de la Casa de la Moneda de Lima, en
una absoluta parálisis del circuito interior 17. En este complejo entorno de estrechez,
exportación y atesoramiento monetario se gestó el Banco Auxiliar de Papel Moneda
del Protectorado de San Martín 18.

de San Martín, Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, Lima, 1974, p. 256.
También véase Salinas, 2011, pp. 19-29.
12  Puede encontrarse un interesante estudio en torno al bullionismo en Vilar, 1980, pp. 135-163.
13  Luis Ángel Rojo en el prólogo de la última edición de la obra de Sardà, 1998 [1948], p. VI.
14  Keynes define el concepto de “economía de intercambio real” en contraposición de lo que sería una
“economía monetaria” en la que el dinero desempeña un papel moderno. Véase Chick, 1990, p. 22.
15  Para el caso de España en el primer tercio del siglo XIX véase Pascual - Sudrià, 2008; Maldonado,
2000.
16  Cameron, 1974, pp. 17-19.
17  De Haro, 2011b. Al final del ejercicio de 1821 sólo acaban por acuñarse 1.344.788 pesos frente a
los 4.129.500 pesos de media resultante entre los años 1802 y 1815 y 4.001.608 correspondiente a 1820.
Biblioteca Nacional del Perú, Manuscritos, D1025.
18  Disposiciones de 14-XII-1821 y 7-II-1822. CDIP, Tomo XIII, Obra de Gobierno y Epistolario de San
Martín, 1974, pp. 93-94 y 102.

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3. EL REFERENTE TEÓRICO: EL ENSAYO ECONÓMICO SOBRE EL


SISTEMA DE LA MONEDA PAPEL DE JOSÉ ALONSO ORTIZ

A finales del siglo XVIII José Alonso Ortiz 19 se convirtió en una figura clave en el
pensamiento económico español al traducir al castellano la obra central de la ciencia
económica, Investigación de la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones de
Adam Smith 20. Su publicación en 1794 llamó la atención del titular de la Secretaría del
Despacho de Hacienda, Diego María Gardoqui, familiarizado con la bibliografía in-
glesa mercantilista y smithiana por motivos familiares y profesionales 21. La relación y
colaboración entre ambos fue especialmente fructífera para Alonso Ortiz desde el punto
de vista de la doctrina económica, y muy en especial la monetaria. Por Real Orden de
14 de noviembre de 1795 Alonso Ortiz fue comisionado por el Ministerio de Hacienda
para la elaboración de un dictamen y resumen de las “Leyes Comerciales de Europa” y
en 1796 publicó por real cuenta el Ensayo Económico sobre el sistema de la moneda-
papel y sobre el crédito público. Sin embargo, a partir de 1797, coincidiendo con el cese
de Gardoqui como ministro y su nombramiento como embajador en Turín, su trayecto-
ria profesional derivó en una, a veces intensa, en otras errática, carrera diplomática sin
nuevas contribuciones significativas a la actividad teórico-económica.
La traducción de la Riqueza de las Naciones y el Ensayo Económico pusieron a dis-
posición del mundo hispánico las aportaciones y el análisis del economista escocés 22.
La última generación de ilustrados incorporaron las ideas de Smith a una extensa y
larga bibliografía económica que hundía sus raíces en el arbitrismo español y que tenía
como referencia en el siglo XVIII a los agraristas franceses 23. Ahora bien, la influencia
de Smith en España, por diversas razones, no fue importante siendo sustituido rápida-
mente por Say y Bastiat 24. Smith no logró romper el cuerpo principal del pensamiento
económico español, y la complejidad de su aparato analítico provocó la rápida reorien-
tación hacia obras, que siendo más ligeras, eran a su vez más fácilmente aprehensi-
bles para los liberales del XIX. En cuanto a los territorios de Ultramar, el pensamiento

19  José Alonso Ortiz (Granada, 1755 – Londres, 1815). Estudió Filosofía y Teología en el granadino
Colegio del Sacro Monte. Obtuvo el grado en Derecho Civil por la Universidad de Granada en 1778 y en 1784
se incorporó al Supremo Consejo de Castilla. Estrecho colaborador del Secretario de Hacienda, Diego María
Gardoqui, inició una amplia carrera diplomática que le llevó a Turín como secretario de la Embajada (1797), y
Argel como cónsul general y encargado de Negocios (1803). En la guerra de la Independencia, la Junta Central
Suprema le nombra cónsul general en Londres (1809) y en 1815 se le concede el nombramiento de intendente
honorario del Ejército. Véase: Fernández marugán - Schwartz, 1978, pp. 394-408.
20  Investigación de la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones, Valladolid, Oficina de la Viuda
e Hijos de Santander, 1794. Archivo Histórico Nacional, Legajo 3244. Reimpresión de la obra en Valladolid,
1805 omitiendo la dedicatoria realizada a Manuel Godoy.
21  Diego María Gardoqui (Bilbao, 1735 - Turín, 1798). Comerciante educado en Inglaterra. Director
del Comercio de Indias, cónsul interino en Londres, secretario del despacho de Hacienda (1792-1796) y
Embajador en Turín (1796-1798). Merece destacar sus memorias redactadas como Ministro de Hacienda.
Véase: Hernández andreu, 1973; Canga Argüelles, 1968 [1826-1827].
22  Según R. S. Smith el abanico de economistas españoles que tomaron como referencia parcial o total
el pensamiento smithiano es relativamente amplio: Alcalá Galiano, Valentín de Foronda, Gaspar Melchor
Jovellanos, Lázaro de Dou, Ramón Campos, José Canga Argüelles y Álvaro Flórez Estrada, entre otros. Smith,
1973, pp. 242-253.
23  Para el caso español tendrán una especial relevancia Mirabeau y Herbert.
24  Fuentes Quintana - Perdices, 1997, p. CIII.

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smithiano llegó a través de varios canales: mediante la ordenanza de 1778 que intro-
ducía la política de libre comercio, las publicaciones periódicas difusoras de informa-
ciones estadísticas y las ediciones locales de manuales y ensayos de teoría económica,
y la adquisición de ejemplares de la obra original por parte de instituciones de carácter
gubernativo y corporativo 25. Asimismo, por razones similares a la experiencia española,
la obra de Smith chocó con límites en su recepción relacionados con la comprensión
del modelo teórico propuesto y la obstinada censura por parte de las autoridades ecle-
siásticas que obligaba a importantes mutilaciones en las correspondientes traducciones.
Si Alonso Ortiz a través de la traducción de la Riqueza de las Naciones supuso un
punto de inflexión en la recepción de Adam Smith para el hispánico, la elaboración del
Ensayo Económico enriqueció los debates en torno a las controversias monetarias en el
pensamiento económico español. El autor trató de recoger los elementos fundamentales
en los que se articulaba la teoría monetaria smithiana. La idea fuerza que dominó el es-
tudio se centró en las ventajas que suponía para la economía nacional la sustitución de
moneda metálica por billetes como medio de abaratar los costes de financiación y tran-
sacción, manteniendo como contrapartida un riguroso marco de prudencia y contención
monetaria 26. Su obra recibió el apoyo explícito del gobierno español necesitado de un
soporte impreso con el que defender el sistema de vales reales en un momento crítico.
El Estado había realizado abultadas emisiones entre 1794 y 1795 y el Banco de San
Carlos había procedido a la circulación de billetes sin interés 27. El papel acumulaba una
fuerte depreciación mientras la guerra del Rosellón que enfrentaba a España y Francia
entre 1793 y 1795 no dejaba de consumir recursos. En este complejo contexto vio la luz
la obra de Alonso Ortiz intentando reforzar la solidez teórica del modelo y explicando
la fuerte depreciación del papel en base a factores coyunturales derivados del conflicto.
Finalmente, las emisiones masivas de Godoy en 1799 terminaron por quebrar la expe-
riencia financiera española.
Antes de proceder al análisis del Ensayo Económico es preciso concretar dos aspec-
tos que a modo de debilidades manifestó la obra. Por una parte, su defensa cerrada del
proyecto de vales reales desarrollado por la Hacienda Real obligó al autor a forzar y
obviar aspectos metodológicos relacionados con la teoría monetaria smithiana. Y por
otra, la recepción de las tesis de Smith a modo de traducción literal y lineal, sin com-
prender la relevancia del Libro segundo y, en particular del capítulo tercero titulado
“De la acumulación de capital, o del trabajo productivo e improductivo” 28, impidió
establecer el nexo entre la teoría monetaria y el modelo de crecimiento smithiano. Toda
la investigación de Smith giraba en torno al citado capítulo, especialmente los aparta-
dos dedicados a las controversias monetarias y Alonso Ortiz fue incapaz de percibir
la esencia del pensamiento de Smith, entendido como la teorización de un modelo de
crecimiento basado en el capital circulante, y en el que la división del trabajo permitía
los incrementos de productividad con los que mantener el proceso de acumulación 29.

25  Smith, 1973, pp. 253-256.


26  Fernández marugán - Schwartz, 1978, p. 394.
27  Tedde, 1988.
28  Smith, Libro II, Capítulo III, 1981 [1776], pp. 299-317.
29  “Sin duda Smith pretendía que este capítulo se considerara parte central de su libro; los capítulos
anteriores nos llevan hacia él, y muchos de los que siguen son sus aplicaciones”. Hicks, 1989, p. 34.

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Hechas las prevenciones, y para entender el modo en que se trasladaría el modelo


al Perú, conviene hacer algunas reflexiones sobre el libro de Alonso Ortiz. El Ensayo
Económico estaba compuesto de un discurso preliminar y dos artículos. Uno con el
título “Sobre la moneda en general, y sobre la de papel en particular: sus ventajas y
desventajas en la pública Negociación”, desarrollado en seis capítulos, trataba los te-
mas de la moneda en general, los inconvenientes de la moneda papel, y las utilidades
y precauciones con que debía establecerse su implantación por parte de una nación.
El otro, denominado “Sobre el Crédito Público”, tenía tres secciones dedicadas a los
principios generales y efectos del crédito público, y al análisis de los diversos siste-
mas de endeudamiento nacional.
En el artículo primero Alonso Ortiz desgranó los elementos fundamentales de la
teoría monetaria de Adam Smith con el objeto de defender la emisión de moneda
papel. Estableció el origen de la moneda en la necesidad de encontrar un “regulante
común y nominal” que permitiese representar adecuadamente el valor del trabajo
incorporado en las mercancías y así facilitar las correspondientes permutaciones. En
este sentido participó de la teoría objetiva del valor y consideró al dinero como cual-
quier otra mercancía. Para el caso de la moneda el valor central sería el intrínseco,
determinante en su valoración internacional 30. Asimismo, para Alonso Ortiz el análi-
sis basado en la teoría cuantitativa en el que la regulación de los precios estaba direc-
tamente relacionada con la proporción entre la masa de metales preciosos y la de las
mercancías, no dejaba de ser un sistema ideal, pero falto de solidez y contrastación.
No compartió con los cuantitativistas ni el análisis de la formación de los precios ni la
consideración de la velocidad de circulación como variable constante 31; por el contra-
rio, argumentó que los precios monetarios dependían de la oferta y demanda de me-
tales preciosos y que las fluctuaciones en los precios vendrían dadas por alteraciones
en los precios del oro y la plata y no por variaciones en la cantidad de dinero. En este
aspecto, las autoridades peruanas de la época, en línea con Alonso Ortiz, reflejaron
una mayor preocupación por la desvalorización del papel moneda que por supuestas
tensiones inflacionistas más acordes con los postulados monetaristas 32.
Alonso Ortiz debía sortear la paradoja consistente en la defensa cerrada del con-
cepto de dinero mercancía como “regulador universal”, y la elección del papel como
soporte de un nuevo numerario sin valor intrínseco. En primer lugar, pasó a citar las
tipologías de papel moneda: letras de cambio, billetes de banco, notas promisorias,
cuentas de caxa, monedas de banco y vales de tesorería 33. Y es en esta última en la

30  Alonso Ortiz, 1796, pp. 33-35.


31  “Una sola pieza de metal como Moneda hace circular con la repetición de su cambio el valor de infinidad
de piezas, como si estas existiesen real y separadamente en la circulación, comparada la gran masa de las
mercaderías todas con la gran masa del oro y la plata haría que la cosa valiese, por ejemplo, diez; y comparada
después con los mismos metales en razón de signos, valdría la misma cosa mil ó más”. Ibídem, p. 48.
32  No repararon tanto en el problema derivado del volumen de emisión como en las dificultades por
mantener la cotización del papel moneda a la par con la plata. Operación de extinción del papel moneda a
través de la venta de fincas del Estado y loterías. Lima, 1823. Archivo General de la Nación (en adelante
AGN), Fondo Republicano, Ministerio de Hacienda, Caja 1, O. L. 9-65.
33  Letras de cambio: arbitrio para pasar caudales particulares a distintas plazas. Billetes de banco: billetes
emitidos por Montes de Piedad, Bancos y Compañías de acciones. Notas promisorias: billetes emitidos por
bancos derivados del descuento de letras de cambio. Cuentas de caja: préstamo concedido por un banco

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que el autor fijó su máximo interés 34. Para Alonso Ortiz el verdadero papel moneda
era aquel que incorporaba la facultad gubernativa para pagamento legítimo de toda
deuda, cuyo nominal descansaba sobre la autoridad pública que lo emitía y que en
cualquier circunstancia operaba como moneda efectiva del país. Y en segundo lugar,
presentó las desventajas que se derivaban del papel moneda relativas a la ausencia de
valor intrínseco, la circulación limitada al interior de las fronteras, la relación inexo-
rable entre emisión fiduciaria y exportación de metales preciosos, la posibilidad de
emisiones sin límites predeterminados, la tensión inflacionista, y la dificultad en la
fijación del interés.
Es el capítulo quinto, “Sobre las utilidades y ventajas de la moneda papel”, pro-
bablemente el más interesante desde la perspectiva de la teoría monetaria. Alonso
Ortiz en este capítulo central entró a resolver la citada contradicción analizando las
ventajas relacionadas con el papel moneda y presentando el método por el cual eran
superadas las debilidades del sistema de emisión fiduciaria. La aportación más rele-
vante para una nación que optaba por este tipo de emisión estaba relacionada con la
sustitución del oro y la plata como materias de amonedación de alto coste. Sujeto al
marco establecido por Adam Smith, identificaba la riqueza nacional con el sumatorio
de salarios, rentas y beneficios, distinguiendo entre renta total, compuesta por el pro-
ducto de la tierra y el trabajo de los individuos, y renta neta, la que restaba después
de deducidos los gastos precisos para mantener el capital en estado productivo 35. Para
Alonso Ortiz toda inversión que mejorase, perfeccionase y generase ahorros en el
mantenimiento del capital productivo provocaría aumentos en la renta neta que, a su
vez, incrementaría la riqueza de la nación. En este caso, la moneda metálica, siendo
capital circulante, se asemejaba al capital fijo ya que al considerarse un instrumento
que facilitaba la distribución no podía formar parte de la “renta pura de la nación”.
Asimismo, en su equiparación como capital fijo, su mantenimiento como instrumento
de circulación implicaba necesariamente la dedicación de una parte importante de la
renta que de otro modo pudiera dedicarse a otros fines. De esta forma, cualquier aho-
rro conllevaría a la disminución en los gastos de acumulación y el consiguiente estí-
mulo para el gasto y la inversión en la economía nacional 36. De forma complementa-
ria, la salida al exterior de la moneda metálica supondría un aumento equivalente de
las importaciones, resultando un shock adicional para la renta nacional 37. Esta idea

o compañía en “notas promisorias” a clientes de crédito reconocido. Monedas de banco: dinero bancario
generado por Bancos de depósito. El modelo de referencia es el Banco de Amsterdam, tratado extensamente
por Adam Smith. Véase Smith, 1981 [1776], p. 431; Kindleberger, 1988, pp. 68-69; y Parker, 1979, pp. 426-
428. Vales de tesorería: dinero que circula en papel, autorizado por el gobierno y legitimado por el mercado
mediante la negociación entre sí simbolizando moneda efectiva y haciendo abstracción del valor intrínseco.
Ejemplos de vales de tesorería son: las “cédulas de giro” en la Colonias Americanas Inglesas, los “asignados”
franceses, los billetes del Echiquier ingleses, y los vales reales españoles (Vales, Medios Vales de Tesorería
emitidos en España desde 1780).
34  “El que en mi sentir debe llamarse propiamente tal”. Alonso Ortiz, 1796, p. 76.
35  Smith, Libro II, Capítulo II, 1981 [1776], pp. 259-265.
36  Alonso Ortiz, 1796, pp. 110-111.
37  Smith se refiere fundamentalmente a bienes de equipo demandados por sectores emprendedores.
Asimismo supone que la importación de bienes de lujo a penas se vería afectada: “La demanda de bienes
extranjeros por parte de estos sectores ociosos de la colectividad, la misma, o casi la misma que era antes”.
Smith, Libro II, Capítulo II, 1981 [1776], p. 267.

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estuvo muy presente en la experiencia peruana en el objetivo de impulsar las impor-


taciones con el objeto de mejorar el nivel técnico y que éstas pudieran realizarse con
bajos precios relativos 38.
Alonso Ortiz recomendaba una emisión fiduciaria limitada mediante la elección de
los “vales de tesorería” como moneda papel, que implicase una extracción metálica
moderada 39 y permitiese el afloramiento de oro y plata comprometidos en el ateso-
ramiento particular. Todo el proceso, en el que el papel moneda desempeñaría una
función articuladora permitiendo alcanzar objetivos fiscales en un marco de estabi-
lidad monetaria, estaría guiado por el Estado a modo de “mano oculta” 40. En el caso
peruano la preocupación por los capitales “guardados” y la forma de hacerlos aflorar
constituyó parte de la centralidad del proyecto bancario 41.
Sin embargo, quedaba una última pieza por encajar. ¿Qué entendía Alonso Ortiz
por emisión fiduciaria apropiada? Su propuesta tuvo un componente de ambigüe-
dad. Si en el “dinero mercancía” el valor intrínseco actuaba a modo de fianza, en la
moneda papel era el crédito público el que hacía la función de “ancla”. La moneda
papel tenía como objeto cubrir en la oferta la circulación metálica drenada pero en
ningún caso ensanchar el “canal de la circulación”. En caso contrario, una abusiva
emisión derivaría en una expulsión del exceso en plata ó en moneda papel, perdiendo
ésta la condición de instrumento circulante y convirtiéndose en un fondo muerto y
oneroso 42.
Ante la dificultad de un cálculo a priori del nivel apropiado de emisión, el autor
era partidario del seguimiento puntual en el mercado de la cotización de la moneda
papel y la demanda de plata. Una demanda de plata a la par con la de papel indicaría
el punto de equilibrio 43. Asimismo, señaló la importancia de tener en cuenta la es-
tructura económica y social de cada país. Es decir, sólo una nación con alto nivel de
mercantilización, que dispusiese de una balanza comercial favorable y de un Estado
con crédito público saneado, estaría en condiciones de sostener un pleno sistema
fiduciario 44. En caso contrario, era favorable a proceder de un modo pausado y pro-
gresivo en la emisión, estableciendo fases iniciales de limitado volumen y estrecha
subordinación circulatoria con respecto al efectivo metálico.
Finalmente, como mecanismos de contención el autor consideró útiles la restric-
ción de la circulación del papel moneda al mercado entre comerciantes y con alta

38  Adicción al Capítulo II. “De los diferentes valores de moneda”. Alonso Ortiz, 1822, p. 167.
39  Alonso Ortiz, 1796, p. 115.
40  Ibídem, p. 124.
41  Adicción al Capítulo V. “Sobre las utilidades y ventajas del papel moneda”. Alonso Ortiz, 1822, p. 173.
42  Como ejemplo histórico, tomado a su vez de Adam Smith, de los efectos no deseados de una excesiva
emisión de moneda papel, cita el proyecto de Law aprobado por la corona francesa en 1720, compartiendo
las críticas de Mr. Du Tot en su obra Réflexions politiques sur les Finances et le Commerce, ou lón éxamine
quels ont été les revenus, les denrées, le change étranger et conséquemment sur notre commerce, les influences
des augmentations et des disminutions des valeurs numéraires des monnoyes, La Haya, 1745. Alonso Ortiz,
1796, p. 147.
43  Como así recoge su análisis de la experiencia española de los Vales Reales, en el que las fluctuaciones
en la cotización de los títulos estarían vinculadas más a los shocks bélicos que a sobreofertas en el mercado.
Ibídem, pp. 169-177.
44  Ibídem, 1796, p. 157.

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denominación nominal 45 y la dotación de fondos de amortización. Con respecto a


los fondos, Alonso Ortiz defendió la creación de un “fondo de reducción” consistente
en una quinta parte del fondo principal en efectivo 46 que respondiese a reducciones
ocasionales, y un “fondo de extinción”, materializado en una parte individualizada del
caudal público del Estado. El “fondo de reducción” sería establecido por el gobierno o
los bancos y compañías de crédito vinculados con éste cobrando un moderado interés
por descuento. De esta forma, la demanda de plata quedaría reducida a los tenedores
con urgencia de efectivo que a su vez se verían liberados de agiotajes abusivos del
mercado. En cuanto al “fondo de extinción”, el gobierno respondía en su condición de
deudor a través de un fondo de seguridad consistente en el blindaje de una parte del
caudal público a modo de hipoteca. La finalidad era recurrente con respecto al primer
fondo, garantizar el valor nominal en el mercado reforzando la confianza por parte del
público 47. Por el contrario, en la experiencia peruana estuvieron ausentes estos tres úl-
timos elementos: progresividad en función del nivel de mercantilización, restricción de
la circulación entre comerciantes y la disponibilidad de efectivos fondos de reducción
y extinción. Una fatal trilogía para el funcionamiento estable de la iniciativa monetaria.
El artículo segundo consistió en un detallado análisis en torno al crédito público. Se-
gún Alonso Ortiz, era común que aquellos economistas que argumentaban a favor de la
moneda papel fuesen a su vez partidarios de la extensión del crédito público y vicever-
sa 48. En coherencia con el artículo primero manifestó un entusiasmo comedido en torno
a la extensión del endeudamiento público afirmándose en posiciones muy moderadas.
Prueba de ello era su idea contraria al encadenamiento de deudas por parte del Estado
que pudieran superar los límites de la renta neta y afectar en el largo plazo al crecimien-
to económico 49. En definitiva, el nivel de deuda debía guardar estrecha relación con la
cantidad de papel que el país podía mantener en circulación de forma estable.

45  Adam Smith desaconsejaba la circulación de billetes con valor menor a 5 libras esterlinas, con el objeto
de proteger la circulación metálica en esferas sensibles y alejar del sistema posibles perturbaciones motivadas
de gestiones ineficientes. Smith, Libro II, Capítulo II, 1981 [1776], pp. 291-293.
46  “Un gobierno que necesitase, por ejemplo, despachar sus Billetes hasta en cantidad de quince millones
de pesos, y que estos cupiesen sin pérdida en la circulación del país sin el auxilio del fondo de reducción,
podría hacer correr veinte millones con el mismo aprecio que los quince, tomando empréstitos hasta la suma
de veinte, y reservando cinco para el fondo dicho”. Alonso Ortiz, 1796, p. 210.
47  Real Decreto de 29-V-1792, sobre arbitrio de los sobrantes de Propios; Real Decreto de 12-I-1794,
nuevo arbitrio sustituyendo al anterior; Real Decreto de 29-VIII-1794, aumentando el fondo con los 7 millones
de subsidio extraordinario del estado Eclesiástico; y Real Decreto de 5-VIII-1795, tratando la misma materia.
Ibídem, pp. 216-217.
48  Antonio Genovesi, alejado del ideario mercantilista con relación a las posiciones bullonistas, abogaba
en su Lezioni di Commercio por la virtualidad del crédito púbico. Más decidido se manifiestaba en su obra
Thomas Mortimer, Elements of Commerce, Politics and Finances, considerando los fondos acumulados por el
Estado en forma de deuda pública y renovados mediante el pago en interés, de un nuevo caudal que se sumaba
a la circulación con efectos positivos sobre la actividad productiva. Por el contrario, Richard Price en su libro
An Apple to The Public on the Subject of The National Debt rechazaba el sistema de endeudamiento público
considerando al Estado como mero competidor con el sector privado en la captación de fondos prestables.
Por su parte, David Hume recogía en The State of the Public Debt and Finances in 1783 la consideración de
la deuda pública como un mecanismo al servicio de agentes rentistas, abocado a crisis cíclicas, y de difícil
acomodo a tasas de crecimiento moderadas.
49  Alonso Ortiz, 1796, p. 287.

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4. EL BANCO AUXILIAR DE PAPEL MONEDA Y LA REIMPRESIÓN DEL


ENSAYO ECONÓMICO SOBRE EL SISTEMA DE LA MONEDA PAPEL

Con el objeto de comprender la decisión de crear un banco de emisión por parte del
primer gobierno del Perú independiente es preciso analizar el marco económico y
financiero general del virreinato en sus últimos lustros. A partir de 1808 el siste-
ma económico colonial fue sumando sucesivos desajustes y dislocaciones que lo
conducirán en 1820 a un punto de irresoluble continuidad. El panorama económico
del Virreinato desde principios del siglo XIX venía caracterizado por el estanca-
miento, dejando atrás el último ciclo de expansión de fines del XVIII asentando
sobre la floreciente minería del Bajo Perú 50 y la expansión demográfica 51. A pesar
de la fragmentación y la errática disponibilidad de datos cuantitativos durante este
período, podemos constatar la tendencia decreciente en la práctica totalidad de los
sectores económicos a través de los datos que nos suministran las fuentes del co-
mercio registrado y la recaudación de impuestos 52. El resultado de esta dinámica
tenía una doble vertiente. Por un lado, un acusado déficit comercial superado con
crecientes salidas de capital monetario, y por otro, una abultada deuda pública ajus-
tada mediante heterodoxas operaciones financieras ante la incapacidad por parte
de la administración de acompañar los incrementos de gastos mediante ingresos
corrientes 53. Ambos vectores condujeron a la economía virreinal a largo plazo al
estancamiento y la falta de liquidez. Para la dinámica antes descrita valga de ejem-
plo ilustrativo el sector minero, auténtico monocultivo de la economía virreinal y
actividad clave por sus “enlaces anteriores” y papel predominante en los circuitos
comerciales, que en el período correspondiente a 1816-1820 sufrió una caída de
más del 30% 54.
En cuanto a la deuda pública, la Hacienda Real, con motivo del ciclo de guerras
que se inició en 1796 hasta su culminación en 1824, se vio sometida a una demanda
de fondos con los que atender las necesidades militares que pronto desbordaron los
techos fiscales alcanzados con las reformas borbónicas del siglo XVIII 55. Las ba-
ses fiscales manifestaron límites de crecimiento relacionados con el estancamiento
económico y la atonía comercial. Los virreyes Fernando Abascal (1806-1816) y
Joaquín de la Pezuela (1816-enero/1820), mediante una política de alianzas fisca-
les con las élites locales 56 aprobaron un conjunto de iniciativas financieras hetero-
géneas con el objetivo de detraer fondos con los que hacer frente a las urgencias
militares. El creciente endeudamiento se convertía en un elemento clave de estabi-
lización para unos gobiernos agobiados por unos gastos en continuado ascenso que
nunca lograban cubrirse a pesar de los considerables incrementos impositivos 57.

50  Fisher, 1977.


51  Tepaske, 1986, pp. 327-332.
52  Chocano, 2010, pp. 19-101.
53  Anna, 2003.
54  Contreras, 2010, p. 157.
55  Klein, 1998, p. 18. En cuanto a la relación entre revoluciones y presión fiscal, véase O´Phelan, 1988.
56  Hamnett, 2000, pp. 8-9.
57  Flores Guzmán, 2010, pp. 334-335 y 355-358.

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Los sucesivos déficit fiscales ocultos en los informes oficiales, al no registrarse los
gastos no cubiertos en las cuentas de las cajas reales, acabaron por conformar una
deuda financiera ascendente a 12 millones de pesos 58. Este proceso fue posible me-
diante la transformación de la estructura crediticia tradicional por una nueva arqui-
tectura financiera articulada desde el Estado con la participación activa de intereses
comerciales, que puso a disposición de la administración la mayoría de los fondos
susceptibles de ser prestados 59. Sin embargo, este factor de estabilización acabó
convirtiéndose a finales del período colonial en un lastre imposible de atender por
una economía agotada.
En el tiempo del Protectorado (30 de agosto de 1821 a 20 de septiembre de
1822), San Martín y su primer gobierno emprendieron una intensa remodelación
del organigrama político administrativo. Un objetivo prioritario era hacer frente
a fuertes necesidades de financiación contando con una economía en estado esta-
cionario, y una deuda pública y exterior insoportable para un marco crediticio y
financiero tardo colonial desbordado. En una primera fase se esperó hacer uso de
la Casa de la Moneda de Lima, y de la materia prima, la plata, con la esperanza
de resolver los problemas inmediatos de liquidez. Sin embargo, pronto chocó con
un límite insalvable a corto plazo: “máquinas sin plata”. Es decir, aun disponien-
do de las infraestructuras con las que acuñar moneda, la falta de metales, con los
yacimientos y rutas de aprovisionamiento bajo control realista, mantenía cortado
el nervio del nuevo Estado. Todos los intentos por reactivar la Casa de la Moneda
fueron en vano 60, y en el otoño de 1821 el Protectorado asistía impotente a un po-
sible colapso administrativo.
En este complejo marco, y cegada la vía del endeudamiento bajo el modelo vi-
rreinal, el gobierno de San Martin gestó la creación del Banco Auxiliar de Papel
Moneda. El modelo proyectado de sistema fiduciario aspiró a emular a los siste-
mas financieros y de crédito europeos, situando la iniciativa más allá de la mera
superación de las urgencias fiscales provocadas por la guerra. La pretendida refor-
ma ambicionaba sentar las bases del futuro Banco del Perú con fuerte capacidad
crediticia, amplia presencia geográfica y funciones propias de máxima autoridad
monetaria.
La paternidad del proyecto ha sido objeto de un intenso debate historiográfico.
Mientras Emilio Dancuart y José de la Riva Agüero se inclinaban a favor de Hipó-
lito Unanue, Carlos Camprubí la atribuía a San Martín 61. San Martín precisaba de
dinero del que no disponía para poder continuar el esfuerzo bélico y encomendó la
tarea a su ministro de Hacienda, que se vio en la urgencia de impulsar la iniciativa
y articular el proceso político y técnico que llevaba aparejada. Pero San Martín no
reunía las condiciones objetivas para que se le pueda atribuir la concepción del
proyecto; y Unanue, a pesar de ocupar los más altos cargos de responsabilidad gu-
bernativa en el ámbito económico y hacendístico, no disponía de una base teórica y

58  Anna, 2003, p. 154.


59  Quiroz, 1993, pp. 79-149.
60  Tesorería de la Casa de Moneda. Lima, 1821. AGN, Fondo Republicano, Ministerio de Hacienda, Caja
1, O.L. 9-1-a/b; 9-4-a/b; 9-2; y 9-7-a.
61  Dancuart, 1905; Riva Agüero, 1953; Camprubí, 1960.

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formativa lo suficientemente sólida como para atribuirle la autoría de una iniciativa


tan compleja 62. En diversos pasajes el propio ministro reconocía sus importantes
limitaciones en los asuntos económicos 63, y repasando los fondos de su biblioteca
personal, que aparecen recogidos en su memoria testamentaria 64, se advierte que la
presencia de obras de carácter económico era marginal y destacaban únicamente
dos autores de referencia, como son Gaspar Melchor de Jovellanos y Jean-Batiste
Say 65. A ello se suma que en el Perú de la independencia hubo una significativa
escasez de capital humano con elevados conocimientos económicos, lo que tiene
que ver con la ausencia de una masa crítica y el limitado grado de recepción y pe-
netración de las controversias y debates económicos de carácter internacional en el
virreinato de finales del siglo XVIII y principios del XIX 66. En este sentido, la his-
toria de la Sociedad de Amantes del País y del Mercurio Peruano 67 y la información
que proporciona la prensa doctrinal desde 1811 a 1820 ofrecen un resultado muy
modesto en relación a lo que fue la recepción y conocimiento de las aportaciones
de la época a la ciencia económica 68. Esta debilidad es aún más patente en aspectos
monetarios y financieros, sólo perceptibles de forma colateral y tratados bajo una
óptica tradicional. En definitiva, los debates monetarios en torno a los bancos de
emisión y el papel moneda se precipitaron con la guerra, con escasa base teórica
asimilada y sin previa experiencia institucional 69, en un momento crítico que reque-
ría rápidas respuestas y medidas de urgente implantación.
En este complicado marco general el diseño del proyecto del Banco recayó final-
mente sobre un reducido grupo de personas. El gobierno, agobiado ante la escasa

62  José Hipólito Unanue y Pavón (Arica, 1755 – Cañete, 1833). Naturalista, político y reformador de
la medicina. Profesor en medicina de la Universidad de San Marcos (1788), cooperó en la formación de la
Sociedad de Amantes del País (1790) y colaboró activamente a través de diversas publicaciones en El Mercurio
Peruano. Fue principal impulsor de la creación del Colegio Médico de San Fernando (1815) y participó, por
parte del virrey, en las negociaciones de Miraflores de 1820. Tras la proclamación de la Independencia es
nombrado ministro de Hacienda y en el Congreso Constituyente participará activamente en la redacción del
proyecto de Constitución de 1823. Para San Martín, véase Lynch, 2009.
63  “Aquí se han gastado 400 mil duros con el paso del ejército, y en Arequipa quinientos setenta mil […]
Yo he visto las cuentas y al parecer están arregladas; porque yo ni soy contador ni entiendo de economía”.
Carta de Hipólito Unanue al Presidente del Consejo de Gobierno. Cuzco, 22-VII-1825. CDIP, Tomo I, vol. 7,
Los Ideólogos. Hipólito Unanue, 1971, p. 628.
64  Memoria a la cual deben arreglar mi testamento mis albaceas doña Jesús Unanue y Don Francisco Mata
Linares, nombrados en el poder para testar que otorgue ante D. Gerónimo Villafuerte en 12-X-1831. Lima,
1831. CDIP, Tomo I, vol. 7, Los Ideólogos. Hipólito Unanue, 1971, pp. 136-140.
65  La corta lista de libros económicos responde a las siguientes entradas: Política y comercio del Támesis
(sin precisar autor), Ley Agraria de Jovellanos, Diccionario de Economía Política (sin precisar autor),
Economía y Política de Say, y Principios de Economía Política (sin precisar autor, aunque podría tratarse de
la obra de David Ricardo).
66  Hipólito Unanue en sus cartas precisa las dificultades a la hora de contar con personal cualificado
para el Ministerio de Hacienda. Documentos de carácter patrimonial, 1763-1833. CDIP, Tomo I, vol. 7, Los
Ideólogos. Hipólito Unanue, 1971, p. 581.
67  Véase Clément, 1979.
68  La ideología económica “mercurista” queda bien definida en el concepto neomercantilista. Véase, López
Soria, 1971, p. 113. Asimismo, no se manifiestan grandes cambios a través de la prensa doctrinal de principios
del siglo XIX, manteniéndose posiciones cercanas al concepto antes indicado. Véase Martínez Riaza, 1985.
69  Quiroz, 1995, pp. 105-106. Lejos quedan los ecos de la banca pública del siglo XVII, véase Suárez,
2001. Asimismo los casos de bancos de avíos mineros como el Real Banco de Rescate de Potosí no nos sirven
como modelos precedentes por su tipología y funciones.

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disponibilidad de fondos con los que poder consolidar su precaria existencia y con
el objetivo de encontrar vías de financiación estables, llamó a consultas a las dos
principales instituciones de Lima: el Tribunal del Consulado -suprimido en 1822 70
y sustituido en el Protectorado por la Cámara de Comercio- y la Municipalidad 71.
Por parte del Tribunal del Consulado sus representantes fueron: Andrés Salazar,
José Antonio Palacios, Antonio Álvarez de Villar y Pedro Abadía 72. Por parte de la
Municipalidad 73 se designó a cuatro electores para participar en las negociaciones
con el Ministerio: Francisco Moreyra y Matute, Diego Aliaga, Tiburcio de la Her-
moza y Miguel Antonio Vértiz. La idea del banco emisor comenzó a abrirse paso e
Hipólito Unanue, con la finalidad de concretar el proyecto y sumar complicidades,
citó en Palacio el 22 de noviembre a cincuenta personalidades representativas de
la vida económica limeña, en que propietarios y hacendados principales ocuparon
lugar destacado 74. En la última fase preparatoria, durante el mes de diciembre, tra-
bajaron en paralelo dos comisiones técnicas. Una, designada por la Municipalidad 75
encargada de establecer las garantías precisas para respaldar la emisión de billetes;
y otra nombrada por San Martín a instancias del Tribunal del Consulado 76, centrada
en el diseño de las condiciones financieras y económicas de la nueva entidad emi-
sora. Fue esta última comisión la que ideó y acabó dando forma al proyecto del ban-
co emisor 77. No extraña que fuese el grupo social y económico vinculado al Tribu-
nal del Consulado el promotor de la iniciativa monetaria. Por una parte, disponían
algunos de sus miembros del acervo económico básico en el ámbito financiero 78; y
por otra, tenían un vasto conocimiento de la realidad y las prácticas monetarias del
virreinato, adquiridas a través de la experiencia comercial y mercantil del propio
Tribunal. La futura dirección del Banco, impulsora de la reimpresión en Lima del
Ensayo Económico de José Alonso Ortiz, surgió de este entorno 79.

70  Mazzeo, 2006, pp. 63-85.


71  El modelo que se pone en marcha sigue la senda ya marcada por los últimos virreyes basada en el
establecimiento de pactos con las élites económicas que permitieran contar con su apoyo y colaboración en
situaciones críticas. Hamnett, 2000.
72  Tribunal de Consulado, 30-X-1821. CDIP, XXI, Asuntos Económicos, vol. I, Informes y Oficios del
Tribunal del Consulado, 1971, p. 72.
73  Formada por los mismos miembros que integraban el Ayuntamiento constitucional tras las elecciones
de finales de 1820. Gamio, 2005 [1944].
74  Por parte de la Municipalidad destacan el: marqués de Montemira, conde de Casa Saavedra, marqués de
Casa Dávila, conde Vista Florida, conde de las Lagunas, conde de Torre Antigua, conde del Villar de Fuente,
conde de Lurigancho, y marqués de San Miguel.
75  José Mª Galdiano, Manuel Antonio de Vértiz, conde del Villar de Fuente, Dámaso de Arias y Sanz de
Santo Domingo.
76  Andrés de Salazar, Pedro Abadía, Diego de Aliaga, Matías Maestro y Antonio Álvarez del Villar.
77  Idea de un Banco Auxiliar. Lima, 1821. CDIP, Tomo XIII, vol. I, Obra de Gobierno y Epistolario de
San Martín, 1974, pp. 248-265.
78  Prueba de ello es el elaborado dictamen de 1823 que Antonio Álvarez del Villar eleva al ministerio
de Hacienda con el objetivo de amortizar papel moneda por moneda de cobre, basándose teóricamente
en economistas de relevancia internacional como es el caso de J. Batiste Say y demostrando su detallado
conocimiento. AGN, Fondo Republicano, Ministerio de Hacienda, Caja 1, O.L. 77-8-9-10.
79  Se nombró como director del Banco al conde del Villar de Fuente, y como tesorero y contador a Andrés
Salazar y Antonio Álvarez, respectivamente. CDIP, XIII, Obra de Gobierno y Epistolario de San Martín,
1974, circular de 27-VIII-1821, p. 94.

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Por otra parte, Carlos Camprubí, el principal conocedor de la historia de los ban-
cos en el Perú, sostuvo la idea de la fundación de la nueva autoridad monetaria desde
una potente base social y económica nítidamente comprometida con las corrientes
independentistas 80. En cambio, la reciente investigación nos muestra un complejo
proceso de gestación sujeto a intereses y objetivos diversos por parte de las dos
instituciones implicadas. Por un lado, buena parte de la Municipalidad de Lima,
garante de los viejos intereses terratenientes y temerosa del caos y la anarquía que
acompañaban a la guerra, veía en las nuevas autoridades la oportunidad de ejercer
un rol que el poder virreinal mantuvo embridado. De esta forma, la Municipalidad
con su presencia legitimaba a las nuevas autoridades, y garantizaba la estabilidad
del gobierno. Sin embargo, el pacto ofrecido por la élite criolla no incluía la libera-
ción masiva de fondos, máxime en un momento en el que el desenlace de la guerra
todavía era incierto. Por otro, el Tribunal del Consulado, sensiblemente disminuido
tras la retirada del Virrey, sustentó una posición de colaboración forzosa con el
Protectorado con el objeto de defender los intereses comerciales tradicionales en
el nuevo escenario nacional. En definitiva, el Banco se impuso desde el gobierno
sin el compromiso explícito de los influyentes sectores sociales y económicos li-
meños, que acabaron por percibir la iniciativa como una mera oficina fiscal de los
independentistas. Sin olvidar que el nuevo nervio de la guerra dependía de la plata
enterrada en el interior del país que esperaba de campañas militares exitosas, y no
de una supuesta base económica que no terminó por liberar los avales a la nueva
entidad 81. El Banco Auxiliar de Papel Moneda disponía de un tiempo escaso que
desde el primer instante corrió en su contra.
Hasta el momento, las interpretaciones en torno al fracaso del Banco, incluyendo
la de Camprubi, se han centrado en aspectos relacionados con la falsificación, la
falta de condiciones objetivas, el excesivo volumen de emisión, los sistemáticos
incumplimientos por parte del Estado y los particulares, y la ausencia de cultura
financiera. Bajo esta perspectiva, el sistema de emisión y rescate de billetes 82 habría
sido una estructura original e implacablemente diseñada, que pronto fracasó debi-
do a la concatenación de diversos factores exógenos que acabaron por arrumbar
un proyecto desafiante frente a la realidad local y la experiencia monetaria 83. Sin
embargo, un detallado análisis del modelo teórico de referencia y su contrastación
con la iniciativa peruana de papel moneda añade a la explicación del fracaso el
deficiente diseño teórico del proyecto.
Esta propuesta defiende que el modelo teórico de referencia fue la obra de Alon-
so Ortiz, mandada reimprimir en Lima en paralelo a la publicación de los decretos

80  Camprubí, 1960, pp. 1-5 y 40-43.


81  El acta de la sesión celebrada por el Ayuntamiento el 24-XII-1821 en la sala Capitular de la municipalidad,
presidida por José de la Riva Agüero junto con representantes del Ayuntamiento y los priores del Tribunal del
Consulado, con el objeto de formalizar la hipoteca de 500.000 pesos para asegurar al banco emisor queda de
hecho en suspenso sin formalizarse en el futuro. Acta de sesión de Cabildo de 24 de diciembre de 1821. Libro
de Cabildos, acta, extendida a fojas 103 vuelta y 104. Gamio, 2005, pp. 314-315.
82  Idea de un Banco Auxiliar. Lima, 1821. CDIP, Tomo XIII, Obra de Gobierno y Epistolario de San
Martín, vol. I, pp. 248-265
83  Es la línea de explicación dada por la historiografía tradicional peruana desde el propio Unanue en la
Memoria que presentara ante el Congreso en 1823 hasta la obra central ya citada de Camprubí.

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de creación de la nueva institución y de la puesta en marcha del sistema de emisión.


La reimpresión se realizó en la Imprenta de los Huérfanos en el año de 1822, con el
título Ensayo Económico sobre el sistema de la Moneda-Papel y sobre el Crédito
Público. Se escribía contra algunas precauciones vulgares por D. José Alonso Or-
tiz el año de 1796, y con el mismo fin se reimprime en Lima, con adiciones sobre el
Banco Auxiliar 84. La obra tenía dos partes claramente diferenciadas. Una primera,
correspondía a una fiel reproducción de la obra original de 1796, y una segunda
de elaboración original bajo el título Adiciones al Ensayo sobre el Papel-moneda
escrito por D. José Alonso Ortiz impreso en Madrid en 1796. Esta última, aparecía
sin firma y estaba compuesta por una introducción y siete breves capítulos dedica-
dos a especificidades de la realidad económica y financiera peruana.
Para argumentar esta propuesta considero pertinente entrar en el análisis de la
segunda parte, con el objeto de detectar similitudes y desviaciones desde un punto
de vista teórico y metodológico con respecto al modelo original.
La presentación remarcaba la pretendida armonía entre el proyecto del Banco
Auxiliar del Perú y el Ensayo 85, y reconocía su función como instrumento, a corto
plazo, de auxilio para los fondos públicos y privados y, a largo plazo, de fomento
del crecimiento económico. Las sucesivas adiciones a los capítulos correspondien-
tes a la obra original incorporaban datos relacionados con la realidad monetaria del
Perú y defienden los cambios realizados sobre el original en base a la singularidad
de la realidad peruana.
El informe insistía en el principal problema monetario a superar, la escasez de
numerario en circulación. Se describía la situación de absoluta desmonetización de
la economía peruana con gran parte del país recurriendo al trueque y en la capital a
los signos de plomo de las pulperías con el objetivo de suplir la falta de piezas infe-
riores a medio real. La razón, según el documento, estribaba en la desaparición de
la circulación interior de los cuartillos de plata acuñados desde 1790 por medio de
la extracción al exterior. Para lograr la paralización de las sacas se instaba a la acu-
ñación de nuevos cuartillos de baja ley o de cobre y la emisión de papel moneda. En
paralelo, se defendía la acuñación de “moneda fuerte”, con el objeto de estimular
la importación de artículos a bajo precio. En este punto se manifestaba una doble
preocupación por el atesoramiento de “macromoneda” y la extracción sin contra-
partidas de monedas inferiores de ocho reales 86. La alternativa propuesta tenía tres
niveles: primero, la acuñación de moneda superior a ocho reales con destino al co-
mercio internacional, con alta ley y peso; segundo, la emisión de billetes inferiores
a ocho reales y superiores a un real; y tercero, la introducción de moneda provincial
de un real, medio y cuartillos de baja ley y peso. El primer nivel estaba dedicado a
cubrir las necesidades del comercio internacional y evitar su inútil atesoramiento

84  Alonso Ortiz, 1822. Orden de reimpresión. Lima, 26-II-1822. AGN, Fondo Republicano, Ministerio
de Hacienda, Caja 1, O.L. 48-5. Ejemplar disponible en la Biblioteca Nacional del Perú, Colección Zegarra,
Código XZ-v.160-f.2. En la orden de reimpresión se reclama esta obra como el primer ensayo económico
publicado en el Perú independiente.
85  “Si el proyecto del Banco hubiera sido concebido por el autor del ensayo, no hubiera guardado más
conformidad con sus doctrinas”. Alonso Ortiz, 1822, p. 165.
86  Ibídem, p. 167.

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en el interior; el segundo y tercer nivel iban dirigidos a suplir la demanda interior,


y en este caso las sustanciales reducciones en sus valores intrínsecos debían desin-
centivar la exportación.
En la parte descriptiva, de forma genérica, el texto aludía a las ventajas del ar-
bitrio al proporcionar recursos en un breve espacio de tiempo sin la necesidad de
gravar al público con nuevas contribuciones. Esta idea rescataba reflexiones rea-
lizadas por Alonso Ortiz en el capítulo dedicado al crédito público, pero haciendo
abstracción de las limitaciones relacionadas con este recurso en una situación de
ausencia de paz y estabilidad. En la línea de reforzar la defensa del modelo en base
a la teoría monetaria del Ensayo, el informe justificaba el sistema para un país que,
por razones geográficas, sufría altos costes e inseguridad en la conducción de cau-
dales entre distintos puntos. Para ello se planificó la extensión del giro del papel
por las provincias interiores mediante la creación por parte del Banco de cajas sub-
alternas en las principales ciudades. Sin embargo, el objetivo de reemplazar a largo
plazo con papel el histórico drenaje de 17 millones de pesos en moneda macuquina
-moneda americana de factura tosca elaborada mediante el método de acuñación a
martillo-, ponía de manifiesto que el sistema nacía sin previos límites de emisión ni
la consideración de la falta de una estructura económica moderna.
Con relación a las definiciones del proyecto bancario de emisión, la separación
con el texto original comienza a ser patente. En primer lugar, entre las diversas
definiciones de moneda-papel que redactó Alonso Ortiz no había referencias al
tipo de billetes que emitió el Banco Auxiliar. Los billetes fueron efectivamente
papel-moneda, lo que se alejaba del concepto utilizado por Alonso Ortiz de vales
de tesorería.
En segundo lugar, la estabilidad del valor del papel moneda quedaba confiada,
por una parte a la garantía ofrecida por el propio Banco a través de sus disponibili-
dades líquidas, aseguradas mediante amortizaciones trimestrales y un fondo estatal
procedente de las Cajas Nacionales, y por otra al apoyo propuesto por el Estado
permitiendo su aceptación en los pagos a razón del 50% del importe en transaccio-
nes y contribuciones 87. En tercer lugar, a las ventajas señaladas por Alonso Ortiz se
sumaban otras tantas de carácter local relacionadas con la idiosincrasia peruana 88.
Por una parte, se reforzaba la idea del papel moneda como único suplente para
el giro en un país como el Perú, sujeto a una intensa extracción de metálico casi
directa de la mina a los puertos de embarque. De esta forma, el Banco Auxiliar,
mediante el complejo sistema de amortizaciones trimestrales, al menos, dilataría
la exportación del metal, y la introducción del papel estimularía el afloramiento de
metal atesorado. Asimismo, la fijeza y frecuencia de estos plazos mantendría acti-
vos los caudales destinados al giro y estimularía la entrada en el circuito interior de
cantidades monetarias de baja definición. Y por otra, presentaba al Banco del Perú
como una institución bancaria de carácter nacional capaz de poder estimular el cre-
cimiento económico a través de la expansión monetaria y el crédito, respondiendo
así a ciertos límites de expansión sectorial relacionados con la falta de liquidez o

87  Ibídem, pp. 168-169.


88  Ibídem, pp. 171-176.

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la ausencia de adecuados instrumentos de intermediación financiera 89. En cambio,


en este punto la descripción superficial de potenciales beneficios, junto con el pe-
regrino ejemplo que se acompañaba del Banco de Potosí alejaba al ensayo de la
necesaria rigurosidad teórica. Esta impresión quedaba corroborada en el párrafo en
el que se confunde la tasa de interés con el premio del papel moneda.
Y en cuarto lugar, las discrepancias con el Ensayo son absolutas en el punto en
el que se recogen las precauciones para el establecimiento del papel moneda 90. La
primera establecía una relación de cuatro a uno entre el papel y el metálico, forzan-
do el objetivo, a todas luces desmesurado, de cubrir en el primer año de emisión el
déficit de acuñación entre 1822 y 1820 cifrado en torno a 2.500.000 de pesos. En
cuanto a la segunda precaución, eliminaba la advertencia de circunscribir la circu-
lación de billetes a operaciones entre comerciantes. Señalaba que el giro peruano
no se acomodaba al patrón europeo, de tal forma que el sistema necesariamente
tenía que atender la demanda minorista mediante billetes de baja definición, como
mínimo de un peso, que era la moneda común en América, y la que sufría mayores
presiones de extracción. De esta forma, la circulación del dinero no se regularía a
tres niveles, negociantes entre sí, negociantes y consumidores, y consumidores en-
tre sí; sino en un único nivel en el que, desde una amplia base conformada mediante
pequeñas porciones de consumos con origen en el comercio, las minas y la agricul-
tura del interior, se irían formando masas de capitales progresivamente definidas en
nominales superiores, vales y pólizas, en las principales plazas de negociación. Es
decir, el sistema del Banco, consistente en la emisión de suplementos, amortización
y emisión de vales con mayor nivel de denominación, acomodaría la circulación
fiduciaria al ciclo natural del giro en la economía peruana. En definitiva, una rele-
vante precaución desatendida alegando especificidades locales.
Con relación a la tercera precaución, el premio, se realizaba una adición ausente
en el modelo de Alonso Ortiz, el cobro de una tasa de interés del dos por ciento a
cargo de la emisión de suplementos en papel. Es decir, no se estudiaba ni analizaba
la tasa de interés impuesta a los vales, sino al contrario, se explicaba la tasa que se
cobraría a posteriori, a los particulares, por la aceptación de los billetes de baja de-
nominación (suplementos de ocho, cuatro y dos reales). De esta forma el Banco se
convertía en un gran prestamista que concedía créditos a particulares y administra-
ciones públicas que de forma voluntaria aceptan un papel moneda con la obligación
de reintegrarlo a partes iguales en metálico y papel en plazos trimestrales a un tipo
de interés anual del 2%. Una propuesta con el objetivo de aflorar metal atesorado
a todas luces voluntarista. Este interés permitiría al Banco ir supliendo sus gastos
administrativos y atender progresivamente a los siguientes tomadores de vales y
pólizas de alta denominación (100 y 500 pesos) con intereses del 4, 5 y 6%. Como
puede observarse en el siguiente gráfico el modelo nunca logró pasar del primer
nivel de emisión primaria ya que al fallar las sucesivas amortizaciones trimestrales,
la circulación de vales de tesorería quedó en un hecho marginal.

89  Ibídem, pp. 174-175.


90  Ibídem, pp. 176-181.

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Gráfico 1. Estructura y volumen del papel moneda en circulación (8 de agosto de 1822).

120.000

100.000

80.000

60.000

40.000

20.000

0
500 pesos 100 pesos 50 pesos 10 pesos 1 peso 4 reales 2 reales

Fuente: Circulación de papel moneda [en pesos]. Lima, 1822.


AGN, Ministerio de Hacienda. O. L. 48-29.

Por último, la cuarta y quinta precaución, sobre los “fondos de reducción” y “ex-
tinción”, confirmaban el divorcio total con respecto al modelo de referencia al no
contemplar ninguna medida al respecto 91.
Los diques de contención fueron más imaginarios que reales. En cuanto a los par-
ticulares, no se articularon garantías especiales por su posible doble condición de
deudores, tomadores de suplementos en billetes, y acreedores, titulares de vales y
pólizas. Este hecho hizo pensar que los mismos individuos estarían interesados en el
cumplimiento de los plazos y condiciones de los reintegros. Por otra parte, y a modo
de cautela para el caso en que el Estado precisase contraer nuevas deudas, se consti-
tuyó un aval en forma de hipoteca, que como ya he señalado, nunca fue satisfecho por
parte de la Municipalidad y el Tribunal del Consulado, por valor de medio millón de
pesos. Para agravar aún más la vulnerabilidad del modelo, el Estado a su vez nunca
hizo efectivo su compromiso de dotación de un fondo de 500.000 pesos basado en
la reforma de las Cajas Nacionales. Sin fondos de reducción y extinción la nueva
institución quedaba reducida a una simple oficina fiscal de un Estado aún por definir.
En definitiva, un diseño bancario basado en una recepción parcial del Ensayo Eco-
nómico de Alonso Ortiz, junto a la ausencia de una base económica que garantizase
las reservas metálicas sobre las que sostener la expansión fiduciaria, condujeron al
modelo a una rápida crisis de difícil reorientación. La operación bancaria y fiduciaria

91  “El Banco en su giro ordinario de suplementos y reintegros, no necesita fondo de reducción; pues en
ninguno de sus plazos se obliga á amortizar más cantidad de la que están obligados á reintegrarle los que
recibieron el suplemento; y siendo estos plazos tan frecuentes, no deben causar demérito a la estimación del
papel”. Ibídem, p. 179.

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surgió en medio de la guerra y las urgencias por obtener fondos y liquidez con los
que mantener el esfuerzo bélico confirieron al modelo un perfil unilateralmente fis-
cal, convirtiendo los pretendidos aspectos de modernización monetaria en elementos
puramente retóricos.
Desde el decreto de 13 de agosto de 1822, en que fue declarada la extinción del
papel moneda, hasta la pérdida de rastro documental a partir de diciembre de 1823, el
Banco sostuvo una agónica existencia dedicada a la amortización del papel moneda.
A pesar del fracaso sus ecos todavía resonarían en el proyecto de establecimiento de
un nuevo banco, en este caso como entidad particular de emisión y descuento, a ini-
ciativa del Tribunal del Consulado a mediados de 1825 92 y tomando como referencia
el Banco de Descuentos de Buenos Aires. Sin embargo, la iniciativa no prosperó y la
historia de la banca moderna en el Perú habría de esperar cuatro décadas después de
declarada la independencia.

5. CONCLUSIONES

La guerra de independencia en el Perú abrió la posibilidad del debate en torno a las


controversias monetarias y el modo de hacer frente al colapso del sistema monetario
imperial. El Protectorado se enfrentó a la resolución de un difícil punto de partida,
“máquinas sin plata”, y a la necesidad imperiosa de poner en marcha iniciativas de
nuevo cuño. El Banco Auxiliar de Papel Moneda se erigió en el esperado proyecto
monetario que permitía al nuevo Estado sortear las dificultades del presente y crear
las bases de un sistema monetario moderno. En febrero de 1822 la nueva institu-
ción comenzó su andadura, alentada de forma decisiva por el ministro de Hacienda
Hipólito Unanue y diseñada por una pequeña comisión formada por representantes
del Tribunal del Consulado, pero falta de una sólida base económica que resultaría
relevante para explicar su prematuro fracaso.
El modelo proyectado adoptó como referencia teórica el Ensayo Económico sobre
el sistema de moneda papel, obra de José Alonso Ortiz publicado en Madrid en 1796.
Sin embargo, el análisis comparativo con la obra impresa en Lima en 1822 y que
incluía una serie de adiciones, revelaba diferencias fundamentales con el modelo teó-
ricamente asumido. Los “billetes” que emitió el Banco Auxiliar no guardan relación
con los vales de tesorería del Ensayo Económico, y numerosas precauciones contem-
pladas en la obra de Alonso Ortiz para el establecimiento del papel moneda, incluyen-
do la disponibilidad de un fondo de redención y extinción, fueron desatendidas en el
proyecto peruano. Asimismo, no se tuvo en cuenta la precisa relación entre emisión y
endeudamiento moderado, ni la restricción del proyecto a la esfera comercial. Desde
una perspectiva de política monetaria, el objetivo forzado de cubrir mediante papel
moneda un déficit monetario anual de dos millones y medio de pesos se antojó iluso-
rio y temerario. Y la puesta en marcha de un proyecto fiduciario sin base metálica ni
mecanismos autorreguladores se manifestó aventurero.

92  Camprubí, 1960, pp. 114-116.

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En definitiva, la planificación del Banco y del sistema de expansión fiduciaria se


realizó desde parámetros muy distintos de los reflejados en el supuesto referente teó-
rico. Ante la incapacidad del gobierno de elaborar por encargo un informe técnico
con el que sostener el proyecto de papel moneda en el Perú, se optó por la reimpre-
sión del Ensayo Económico de José Alonso Ortiz añadiendo unas adiciones, ligeras
en lo teórico y contradictorias con la obra original, que convirtieron al modelo en
inviable desde el mismo instante de su concepción.

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