Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
MANUSCRITOS
Uno hace versos y ama
la extraña risa de los niños
el subsuelo de [lo humano].
Uno tiene en las manos un pequeño país […],
custodiamos para [el futuro] el tiempo que nos toca. RD
Eso que te está pasando podrás escribirlo un día […] la vida de la
que soy testigo y coautor. RD
La realidad no tiene realidad
la realidad es el deseo
hace el deseo la realidad
real la realidad torna el deseo
el deseo es la realidad
vuelve la realidad sueño el deseo
realidad o deseo del sueño
deseo sueño realidad espejo
de Narciso trifásico en su infierno.
LCyA
1
. La palabra castellana “polvo” posee varias connotaciones que se pierden en
una traducción a otro idioma. Primero, por supuesto, encontramos la referencia
a La Biblia: “todo proviene del polvo y volverá al polvo”. Según esta lógica, las
tormentas de polvo que suceden en Aztlán cada primavera equivalen al retorno
de los ancestros, de los desaparecidos. Remiten al regreso de los muertos. Así
lo anota el mexicano Octavio Paz:
si el hombre es polvo
esos que andan por el llano
son hombres (Octavio Paz, The Collected Poems, 1957-1987, 1987:
210).
De esta idea deriva la expresión “estar hecho polvo” que significa “estar
cansado”, “estar pulverizado”, “estar muerto” en un sentido figurado. Una
tercera connotación se refiere al acto sexual: “echar un polvo”. Este último
dicho “alude a un desfallecimiento, a una muerte feliz, pero lo hace de un modo
bíblico” (Jesús Díaz, Las palabras perdidas, 1996: 241). Insinúa la debilidad
que procede de un éxito notable. La referencia literaria clásica proviene de
Propercio (Liber I, XIX): “ut meus oblito pulvis amore vacet”, y de Francisco de
Una “diaria sed de estruendos (The Clash, persecuted by
“those Washington bullets again”)”. “La tormenta entre las
manos”, orienta la voz del poeta. Su afán por expresar los aspectos
más contradictorios y vitales. Del país que cierne entre las manos.
La tormenta es el país que le escurre de las manos. Las líneas que
sinuosas diseñan la palma de sus manos. Las mismas manos que
utiliza para rescatar “las palabras que desprecia la poesía”. “Pongo
a mi tierra sobre mis rodillas, en la palma de mi mano”.
II
Nace en San Salvador, El Salvador, en mayo de 1935, de
padre irlandés-estadounidense y de madre salvadoreña. Vive en la
casa materna toda “la vieja infancia”. Porque “sólo nadar en mamá
[es] fácil”. Sin quejas, aguanta “la infamia del ya no juego”.
Edifica “icebergs de polvo” y “monstruos adecuados” a su carácter
“sin disfraz”. Pero de la infancia no “hay forma de saber cuál [es]
la clave”. “La niñez es un vivir enamorado”. Necesitará una doble
revolución para descifrarla y contar el hallazgo: la poética y la
Quevedo, Soneto 78: “serán ceniza más tendrán sentido/polvo serán, mas polvo
política. Una hélice dual. La Serpiente Emplumada engarzada
“en noches sin campanas”. Figura en ADN, ≈.
Inscrito legalmente como Roque A. García, se identifica
con el nombre del padre. En sus primeros años, sumerje el
apellido de la madre. Hasta que húmedo lo hace coincidir con el
paterno: Dalton. A mediana edad, en Los condenados (Praga
1967), recrea el destino agrio de sus parientes irlandés-americanos,
viviendo en el trópico inclemente. Ese poemario lo inicia con un
epígrafe de su padre, Winnal Dalton. Luego lo incluye como “El
país II. Los extranjeros”, en Taberna y otros lugares (1969).
Posteriormente, escribe la novela corta Dalton y CIA
(1973). En esta narración reconstruye a sus antepasados en el
oeste de los EEUU y su llegada a El Salvador. Un hurto de miles
de dólares, una traición a Pancho Villa, los alienta a recorrer una
antigua jornada. La tira de la peregrinación: de Aztlán a
Cuzcatlán.
enamorado”.
El freudianismo del poeta es peculiar. Se identifica con el
padre para desprenderse de la madre. Así “aclara” el carácter
difuso. Alcanza una doble lucidez revolucionaria. Depura la
imagen invertida en “el espejo”. La figura lisa del pretérito la
entrega al legado paterno. “Apaga la sed en el espejo”.
En el fondo de este relato van implícitos no sólo los
estímulos freudianos y catárticos sino también las
necesidades esclarecedoras de los rapporti generacionales
[…] que explica que yo haga una novela para hablar del
padre muerto […] no para refocilarme […] sino para lanzar
a mis muertos la flechita poética, repito, del puro acto de
amor. De un acto de amor, por otra parte, que
contribuya a aclararme [katharsis] el espejo que interrogo
con desesperación en los amaneceres, como diría Daphne
du Maurier: ¿Soy acaso lo que parezco? ¿Tengo derecho a
ser lo que soy? ¿Dónde nacieron, crecieron, quedaron, las
raíces de este rostro feo, de esta caricatura de espadachín
sin vergüenza que pagó ayer por la tarde sus impuestos?
La amistad que siente el alma roqueana por su padre le otorga un
don precioso. El amor verdadero. Amistad y amor que sólo se
dirigen al “padre muerto”. Al progenitor real, que es faro en la
muerte.
Tal vez el rescate de la niñez lo realice en el nombre de lo
perdido. Dalton desea recuperar tres años. El tiempo que le negó
un señor áspero al inicio. “La realidad” marchita “ante la luz del
sueño”.
Calculo que yo tendría tres años, quizás un poco menos
[…] y yo oigo una voz extraña, de hombre, que pregunta
por mi madre […] a mí me pica una condenada
hormiga en el dedo […] y suelto un grito completo, como
pidiendo público […] el hombre lo hace y me pica el
cachetío con su mejilla azul y yo me echo hacia atrás
[…] el señor no es tan bravo como toda la gente grande.
Lo lejano se hace propio; lo huraño, doméstico. García es
Dalton: el hijo de uno de “los pioneros del capitalismo” en Centro
América con “calidad intrínseca de creador”. De escritor nato. En
el Nombre-del-Padre borra el apellido materno. Se reviste de un
imaginario poético. Esta máscara le permite interactuar dentro de
las condiciones reales en las que se vierte la vivencia. “En alud
amoroso” el recuerdo titubea. Cual “vela sin viento que no fue
rumbo”.
III
Estudia en el colegio jesuita, Externado de San José. Ahí
se inicia a la poesía. Al “gran relajo, el gran chapandongo: nos
tiramos guacaladas de orines”. Vive “horas podridas sin afán de
musgo [como] en las aves descansa el viento”. Desde temprana
edad, su profesor de literatura, Alfonso de María Landarech, S. J.,
lo considera “el mejor poeta lírico del país”.
En el colegio recita versos como los aquí anotados. “En la
búsqueda juvenil de su identidad”.
Y sin embargo, a pesar de lo que digan
estoy aquí
completamente íntegro
no creas que pretendo
amparar tus palabras
con lo bello de mi mente, de mi cuerpo
Lo que te dije es cierto:
Te necesito mujer.
Ella es la primera musa. Primitiva, somnolienta descansa en el
“ave – tierra/poema vegetal”. Durante la adolescencia, “pólvora
ardiendo bajo la lluvia”.
Con reverencia, hincado y sumiso, le confiesa sus
malandanzas a un futuro “ideólogo de derechas: Francisco
Peccorini”. “El ruiseñor y el sapo, el amor y el olvido, su pasión
sin medida, el fuego y su locura”. Sin límites de párpados.
“Roberto. Conferencia de prensa”, capítulo de Pobrecito
poeta que era yo… (1976), ofrece una notable colección de
recuerdos de la época. Resume la infancia, “cosa difícil” “como
arma secreta”. Uno a los “quince años” aún “llora por la noche”.
Pero el llanto no le impide denunciar la discriminación que sufre
en el colegio. “Ser hijo de madre soltera y pobre” es un estigma.
“Voz de longitud” en desvelo.
Gracias al apoyo financiero de su padre, y a una beca
jesuita, en 1953, viaja a Chile. Hace escala en Panamá. Su estadía
la refiere en la corta sección de viaje “Al rededor del mundo”,
publicado en Gallo Gris en abril de 1959. Se detiene en ese país
“para comprar ropa americana, carísima en Sur América […] con
la esperanza de asombrar a las chicas chilenas”.
Lo apodan “el catrín”, mientras juega lotería. Se queja del
calor con “maldiciones quevedianas”. Junto a su madre que lo
acompaña, calma la sed en un restaurante-cabaret, el “Happyland”.
El joven Dalton le explica a su señora madre que “el “streap-tease”
[…] quizás se trata de una costumbre local debida al calor”.
“Tácita invitación del fuego, signo de vida y muerte”.
A su regreso a Panamá, llegan “las noches de sus primeros
poemas”:
Cerveza con vino blanco
Sandwiches al paso, sudores,
whisky.
(Tres marinos del barco
violaron a una mulata.
El dolor de Panamá
de entre sus muslos se escapa).
Intuye el lazo entre política y sexualidad. Hace del cuerpo de la
mujer el reino de la polis. Sin notarlo siquiera.
En el sur permanece casi un año. Es un católico acérrimo.
La “ferviente y sincera” creencia se la resquebraja su propio
consejero espiritual. El decano de la facultad de teología de la
Universidad Católica de Chile. El le siembra la duda al mostrarle
“las contradicciones” de su “doctrina cristiana […] uniforme,
monolítica”. Si Dios puede hacerlo todo, es capaz de crear una
roca que “ni El mismo” alcance a “mover”. ¿La conciencia e
historia humana: el libre arbitrio de Roque? Poco a poco de
“católico conservador” se vuelve “progresista, un social-cristiano”.
Comienza la carrera de Derecho en la Universidad
Nacional de Chile. Asiste al Congreso Latinoamericano de la
Cultura. Conoce a dos personalidades que le dan un giro artístico
y político a su vida: el poeta chileno Pablo Neruda y el muralista
mexicano Diego Rivera. Quien con pistola en mano les enseña a
lo críticos a discurrir sobre arte. Ellos lo empujan a optar por una
visión política más radical que la social-cristiana.
Viaja a Buenos Aires y Montevideo. Le interesa
sobremanera la “comida”, “el tango al atardecer, el fútbol los
domingos y el hecho de andar uno libre y solo, con suficientes
dólares”. Pero anota la opresiva presencia del dictator Juan Perón.
Mientras “en Montevideo se podía uno pasar un año sin enterarse
del nombre del Presidente”.
Diploma de Bachiller
IV
Regresa a El Salvador en 1954 con una “vasta” biblioteca
de poesía y política bajo el brazo. En la memoria. Transcrita en el
disco duro de lo imaginario. Ingresa a la Universidad de El
Salvador (UES) a la Facultad de Derecho. En ese recinto se reúne
con otros escritores de su generación para conformar el Círculo
Literario Universitario (CLU). Organiza “el movimiento
estudiantil de izquierda” en la UES. Junto a Jorge Arias Gómez,
funda la Acción Estudiantil Universitaria (AFU), mientras trabaja
como “redactor de Opinión Estudiantil”. Desborda de sarcasmo y
de sátira corrosiva en La jodarria, “libelo de los estudiantes
universitarios”.
Estudia teoría marxista en verso. Entre soneto y
aliteración. Al centro de un haikú de su amigo Alvaro Menén
Desleal,
mariposa. (D -) Portarretrato
del iris; (M -) abanico
para las (D’) rosas,
aparece la fórmula D(inero) – M(ercancía) – D(inero)’. D-M-D’
en trenza con la métrica. La intuición artística explica la lógica del
incremento. Esparce pétalos de rosa (anthos, xochitl) alrededor de
El capital. Lo perfuma con metáfora.
Por un hondo compromiso social, en 1955, rescata figuras
olvidadas del pueblo en estrofa. Anastacio Aquino, el líder de una
revuelta indígena ocurrida en 1832, es el primero. Al evocar su
perfil, Dalton pule la herramienta nerudiana.
Tu pie descalzo ante la dura tierra: barro en el barro.
Tu rostro unánime ante el pueblo: sangre en la sangre.
Tu voz viril ante el pueblo: grito en el grito.
La letanía es el eco de Neruda. En sus primeros años, el
“canto” es arma de denuncia y de exaltación popular. El reflejo
nerudiano sólo unos cuantos eruditos lo descifran. En un país sin
librerías, ni bibliotecas públicas, ni casas editoriales, los lectores
del periódico El Independiente lo perciben como afrenta a la
política oficial. Al “indigenismo de negación”. A la versión de El
Salvador como “un país de indios sin indios”. Aún ahora, en plena
democracia electoral, el estado reniega del pasado indígena.
Rechaza conmemorar a las víctimas de la violencia. Así sucede en
2002 con los setenta años del 32; con el aniversario de Monseñor
Arnulfo Romero.
Se casa con Aída en 1956. Ella y sus tres hijos le enseñan
el parentesco que une el amor a la utopía.
Aída fusilemos la noche
y la terrible
miseria colectiva […]
hay que llevar al niño
a su música antigua […]
hay que hacer instrumentos de labranza
con los autobuses urbanos […]
Aída fusilemos la noche
y los negros cañones.
Todos duermen siempre bajo las plumas. Son suyos “junto a los
pájaros”. Siempre que “vuelven las aves sin embargo…”. Al
desatarse el canto sin parálisis, se multiplican los hijos y el amor
del cónyugue. “Entre la piedra y el cielo”: “justicia de la luz”.
V
Sigue desarrollando su actividad política en la Universidad
de El Salvador, en el Círculo Literario. Su papel consiste en unir
arte y vida en un todo único. Exige que la poesía se recubra de un
contenido ético profundo. El Círculo Literario difunde los trabajos
de sus miembros en los periódicos de mayor circulación en el país.
El poeta nicaragüense Juan Felipe Toruño les abre las puertas en
Sábados de Diario Latino. Organizan festivales, desfiles bufos y
fundan varias revistas imaginarias. Las distribuyen en los kioskos
de periódicos. Dicen.
Escriben una poesía mural de consumo diario y al alcance
de todos. La poesía debe alejarse tanto del academicismo
enredado como del elitismo complejo. Ambas corrientes
traicionan lo popular al volverse minoritarias y encerradas: “los
académicos polvorientos afines de las arañas”.
Ay, poetas que os olvidasteis del hombre,
que os olvidasteis
de lo que duelen los calcetines rotos […]
Estamos en el lugar en que se encuentra el hombre
en el lugar en que se asesina al hombre.
Los poetas critican el proceso de modernización del estado
salvadoreño. El estado impone una férrea dictadura militar. Le
cierra toda avenida a la oposición política. Abandera una
modernización económica. Pero no incorpora a la gran mayoría,
viviendo en la miseria. La poesía sirve de sustento político a la
denuncia: falta de democracia y pobreza generalizada. La poesía
cumple su cometido ético en la política.
El arte es propaganda. Arma ideológica. Para el Círculo
Literario, poética significa alcanzar el símbolo del bien moral. El
bien moral es el bienestar social de la mayoría y la libre expresión
del pensamiento. Los poetas promueven la conciencia popular en
contra de la dictadura. Fundan un amplio movimiento de masas.
La presencia de Dalton en los medios masivos de
comunicación es notable. En 1956. Por casi seis meses los
periódicos nacionales se abocan a discutir el tema de la poesía. Su
artículo “Un concepto sobre poesía” (Diario Latino,
25/agosto/1956) suscita múltiples reacciones. La mayoría le da la
razón. “El poeta es una conducta”.
La tarea del escritor consiste en volcar la poesía hacia un
cometido ético y social intachable: la pureza moral del poeta quien
le da voz al pueblo, primero, y el bienestar económico de todos los
ciudadanos, segundo. El contenido ético de la poesía lo justifica
en nombre del guatemalteco Miguel Angel Asturias. Su función
social la remite a la filosofía clásica. Aristóteles le sirve de guía:
“el hombre es un animal social”. Por tanto, la poesía “como
creación eminentemente humana, tiene que existir en función
social”.
Por esa época, aparece el nombre de Karl Marx citado por
primera vez. Pero Aristóteles y Jesucristo custodian al alemán (La
Prensa Gráfica, 28/abril/1957). Marx no es un innovador. El
Marx roqueano actualiza un legado griego y otro cristiano clásicos
en El Salvador. El “marxismo” del joven Dalton es una excusa
para fundar una moral. Una po-ética. Una est-ética.
En los ensayos periodísticos tempranos, Dalton propone un
“concepto” novedoso “sobre poesía”. Quiebra con las dos
corrientes clásicas del realismo y del formalismo romántico. La
poesía no la define por su adecuación testimonial con la realidad.
Tampoco caracteriza el arte por una técnica en la ejecución: la
métrica y la fina textura. La “poesía” la valida por una “conducta
moral”. Es una (po)ética que propone la “búsqueda de una buena
“manera de ser” o de la sabiduría de la acción”.
El verdadero poeta hace coincidir vida y obra. Hace lo que
escribe. Es la palabra hecha carne. La función primordial del arte
consiste en lograr “la limpieza” (katharsis) moral del artista. El
próposito de la po-ética roqueana es “totalizarme en una
conducta”. “Sufrir la piedra”.
VI
Un año después viaja a la URSS. Participa en el VI
Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la
Amistad. Da cuenta del viaje en “Al rededor del mundo” (Gallo
Gris, abril de 1959). En este corto artículo ofrece una descripción
pormenorizada de los monumentos en Moscú. No falta la nota de
humor. Rescata el recuerdo de la mujer y de la danza. Un
desacato a la autoridad: “¿te acuerdas, Zahyra, cuando
noctámbulos y pobres, bailábamos valses interminables en
derredor de todos los policías que encontrábamos?”. El amor es la
antesala. “Manantial de llamas”. El móvil de la revolución.
Agua que quema.
A partir de esa experiencia escribe “Poemas en la URSS”.
Inédito aún, lo incluye en el manuscrito revisado del libro La
ventana en el rostro… (1961). Conoce al guatemalteco Miguel
Angel Asturias. “Tierra rumiando”. Al estadounidense Graham
Greene. “Agua con sueño”. Y al poeta turco Nazim Hikmet.
Vegetal en fronda. A este último le dedica la segunda sección del
tercer poema que concluye ese corto poemario, “En Moscú”.
Resulta sorprendente la siguiente propuesta:
Desde aquí,
(Dniéper, sol, flores, Clavdia),
recuerdo los dolores de mi patria y mi pueblo…
2
. Acerca del olvido de Dalton y del papel central de Borges en las escuelas
neomarxistas estadounidenses contemporáneas, véase: Román de la Campa,
Latinoamericanism, U. of Minnesota P., 1997 y Alberto Moreiras, The
Exhaustation of Difference. The Politics of Latin American Cultural Studies,
Duke U. P., 2001.
La solidaridad es […] el aparato emocional que permite
nuestra identificación [ilusoria] con el otro, y una doble
conversión del otro en nosotros y de nosotros en el otro.
Esta conversión posee un fuerte carácter político-emocional
[…] pero su estatuto epistemológico permanece
severamente limitado […] La solidaridad [= la acción
política metropolitana en apoyo al latinoamericano
oprimido] autoriza una articulación política, pero no puede
por o en sí misma proveer[nos] de una ruptura
epistemológica hacia el conocimiento del otro […] la
consecuencia básica de esta limitación estructural es que
el sujeto testimonial […] tiene una tendencia a volverse
fetiche epistemológico (Moreiras, 215).
La lección del “viejo tramposo, aprovechado, ventajista,
innoble, impío, falto de caridad cristiana, malo, resentido por ser
choco” es sencilla e ingrata. ‹‹“Negar la sucesión temporal [es
consuelo secreto]. Nuesto destino […] es espantoso porque es
irreversible y de hierro”››. La práctica no produce conocimiento
científico, y la ciencia llega a su apogeo, tarde, cuando la acción
revolucionaria decae. En el presente no hay solidaridad ni
revolución, pero ¿hay un saber más depurado sobre nuestra
condición social?
Promesa y fracaso enlazados en síntesis dialéctica. Una de
“las verdades que nos unen”. Al reaccionario Borges y a mí, el
revolucionario. Roque Dalton. Esa es la lección que el
neomarxismo le hace recitar al defensor del foco guerrillero.
XVI
Asentado en La Habana gana el Premio Casa de las
Américas con su poemario Taberna y otros lugares (1969). Entre
“tertulias fantásticas, anegadas en alcohol”. Depura una poesía de
personajes. Integra el drama, el diálogo y la lírica con la crítica
social. Su arreglo obedece al collage, al “montaje
cinematográfico”. “II. El país. Los extranjeros” se corresponde
casi íntegramente con el manuscrito de Los condenados (Praga,
1967). Recrea el ácido sabor del trópico, con olor a arrayán y
mango indio verde en alguashte. “La dulce esquizofrenia de los
poetas iletrados de América”. “III. El país. Poemas de la última
cárcel” aparece en el mecanografiado de Los pequeños infiernos
(Sin lugar, 1964-1965). Hacia donde se cierne de nuevo “el
enigma”. “Tu recuerdo [musa] hilo místico”. Blonda y lívida.
Las cinco secciones del libro resultan ser poemarios
autónomos. Algunos poemas de la última sección, “De la historia.
Escrito en Praga”, son graffiti “en letras grandísimas”. Los
inscribe “en la pared del baño de U Fleku, una supertaberna” en
Praga. Del complejo entramado, elijo un solo tema. Dalton
instaura una equivalencia ética absoluta entre poesía y radicalismo
político. En “Seis poemas en prosa” y en “Taberna”, afirma el
poder supremo de la poesía:
sabemos que lo único que va quedando puro es la poesía, la
ciega locura de las flores [= anthos, xochitl] color plata, el
humo cilíndrico, la podredumbre fresca de las vertientes
infinitas.
¿Me quieren obligar a decir que la literatura no sirve para
nada?
Esa pureza y fuerza la confirma en Pobrecito poeta que era
yo…: “la literatura es acaso lo único que vale de verdad la pena”.
Pero luego en el poema mismo de “Taberna” el carácter ético de la
literatura lo proyecta hacia la lucha armada.
La única organización pura que
va quedando
es la guerrilla.
Todo lo demás muestra manchas de pudrición.
Las vanguardias quedan confundidas en el ideal poético de
la pureza. Pero la purificación [katharsis] no excluye a su
antónimo. Por lo contrario, lo engloba en unidad dialéctica. La
limpieza se reproduce en “la podredumbre de las vertientes
infinitas”. Incorpora a su contrario para realizarse de manera
absoluta.
De eso nos informa la blonda musa. Ambas vanguardias se
unen entre sí y con su contrario en “una mentalidad como la
tuya/que sólo cree en la pasión”. La poesía a la que “la furia” le
cierra la puerta, a temprana edad, se realiza como “ventana” sin
sello hacia una expresión infinita:
oh momento mágico, oh poesía de hoy
contigo es posible decirlo todo.
Mas si la poesía se abre ante el mundo, es porque el país
además de ser “cárcel” y “esperanza” de cambio lleva la huella del
cinismo y de “la náusea”. Su padre, Winnal Dalton nos lo
advierte: “ponga usted a una honorable familia inglesa [= los
Dalton] a vivir en El Salvador y tendrá cuervos ingleses para sacar
los ojos a quien quiera”. “Bendecido por la contradicción”, el
poeta se inviste como portavoz de la nueva poesía latinoamericana
gracias al Premio de Casa de las Américas.
Con laureles en mano, conversa con el uruguayo Mario
Benedetti. Cabe en la categoría de “los poetas comunicantes”.
Discute la intencion testimonial de dos secciones del poemario
premiado: “la parte checa” y la “parte intermedia”, “una visión de
mi país a partir de una mirada extranjera”. La teoría del testimonio
en los EEUU prohíbe la difusión y comentario de este texto.
Dalton induce ahí a la herejía de las nuevas generaciones. El
testimonio de Miguel Barnet sólo se diferencia del suyo por el
“punto de partida”. Es científico para el cubano y de “asombro
político” en su caso. Pero el resultado es similar. Ambos
testimonian.
Asienta el concepto de “testimonio” para su poesía
“ideológica” y “de personajes”. Aún cuando éstos piensen “en
contra de lo que yo pienso”. El “testimonio” no lo reduce a “la voz
de los sin voz”, a lo que yo pienso. El “testimonio” reproduce
también los “esquemas mentales de un sector importante de la
juventud checa”. Le da expresión a “formas ideológicas que el
imperialismo exporta para el consumo de los pueblos que él mismo
se encarga de oprimir”: “misticismo, religiosidad, anticomunismo,
esnobismo, nihilismo”. “Testimonio” son las “noticias” de su
padre sobre “la total incomprensión con que [los] ingleses miran el
país”.
No extraña que su concepto de “testimonio” no cale en la
academia estadounidense. En la horma de lo politically correct.
En la ortodoxia, casi nadie entiende que “la lucha ideológica […]
no es la absorción mecánica que un sistema de pensamiento
“verdadero” hace de otro sistema de pensamiento “falso”, sino que
se trata del enfrentamiento dialéctico de dos posiciones
parcialmente contrapuestas”.
Falta aún “contraponer” el concepto restringido de
testimonio -“un formato novelesco, narrado en primera persona
singular que responde a una urgencia por comunicar una
experiencia de desamparo”- a la noción más amplia que expresa
Dalton. El testimonio lo escribe en plural: “los testimonios”. Las
ideas del enemigo, las del “imperialismo”, testimonian.
Falta “contraponer” un concepto restringido, “verdadero”, a
una noción “falsa” de origen borgeano. El mundo mismo
testimonia: “la piedra” testimonia del hecho de ser piedra y “yo de
ser Borges”. El testimonio es el fundamento mismo de la
existencia. Existir: ponerse a sí mismo por fuera de sí. Cernir cada
brizna del claroscuro como una palabra ajena. En ella se inaugura
un poema escrito en lo anónimo.
El marxismo se renueva con una lectura de Borges. La
teoría testimonial debería renovar su concepto al aceptar un
“enfrentamiento dialéctico” con un panteismo testimonial de
carácter borgeano, antagónico. Todo en el mundo, todo lo vivo,
testimonia: “la vida de la que soy testigo y coautor”. Al no sopesar
la contradicción, recaemos en la ortodoxia. Hay un concepto único
de testimonio.
Por defender un concepto amplio, Dalton no nos induce al
realismo testimonial. Es más importante “estar ligado con una vía
concreta de la revolución […] la lucha armada”. Dentro de esta
lucha, incluso la “ciencia-ficción” sirve el cometido de “ampliar
los horizontes” humanos. Una vez dentro de la revolución, todos
los géneros y estilos se equivalen.
XVII
Intuye lo que se avecina: Praga 68. Pero entrevé aún con
más clara lucidez la tragedia que palpita en su tierra natal. Toda
posibilidad de reforma política y económica fracasa. Las reformas
son “comunistas”. En 1969, se desploma la Concertación Nacional
en torno a la Reforma Agraria. Naufraga el pivote económico para
crear una clase media en el campo. Se desmorona también el
Mercado Común Centroamericano, el modelo exportador de la
sociedad global en el istmo. Estalla una guerra fratricida: El
Salvador - 3, Honduras - 0. La economía entera entra en crisis.
Muestra los límites estrechos del modelo de modernización.
Dalton siembra una nota de humor sensual ante el descalabro.
Evoca a la musa, morena ahora:
mi verdadero conflicto
hondureño-salvadoreño
fue con una muchacha.
Luego, en 1972, ocurre un monumental fraude electoral por
parte del ejército. Hasta algunos moderados llegan a la certeza de
que la democracia formal es imposible crearla por la vía electoral.
Los dos sucesos -fracaso de la Reforma Agraria y de la democracia
electoral- precipitarán al país en la guerra civil. En Centroamérica,
el derecho a la vía electoral pasa por las armas. Esa es la lección
que nos enseña “la asperidad” de “la siempreviva”. “La violencia
aquí”, la que impone el poder militar y el capital.
Dalton cobra mayor conciencia de que “una nueva etapa se
abre”. “La larga y dolorosa lucha del pueblo salvadoreño” se
agrava con la ocupación militar de la Universidad de El Salvador
en julio de 1972. El Salvador es un “país terrible”. Declara en
Chile Hoy. Su compañero de generación, Roberto Armijo, le hace
eco. Es un “país ingrato”. Desde “la matanza sistemática” de
1932, se forman “milicias militares anticomunistas”. Por “40 años
El Salvador no debe haber tenido más de seis meses de liberalidad
e interrupción de los gobiernos dictatoriales militares”. Por eso, no
basta la poesía. “Hay que militar”. En contra de los militares.
De 1967-1968 datan las primeras comunidades de base
campesina. Acogen el influjo del socialismo “utópico”. Con la
Iglesia Católica, la “utopía” socialista logra un estrecho
acercamiento a la vida diaria en el campo. Lo mismo alcanza el
más limitado movimiento hippie en el pueblo de La Palma. Leen
La Biblia desde una perspectiva histórica y local, los unos, desde
una visión mística, los otros.
Fomentan un retorno al cristianismo primitivo. Una re-
volución. La crítica a la autoridad militar solfea “El planeta de los
cerdos”: “estamos dominados por cerdos disfrazados, con armas y
garrotes para poder asustar”. Se renueva la producción artesanal y,
ante todo, las cooperativas y la ayuda comunitaria. En La Palma
nace la artesanía “típica” salvadoreña.
El arraigo de esas corrientes utópicas en el campo, descubre
el carácter regional del socialismo en el país. Como en el caso de
César Augusto Sandino en Nicaragua, de Alberto Masferrer y de
Salarrué en El Salvador, carece de un neto contenido laico. Ideas
premarxistas, teosóficas, religiosas y metafísicas fundan la utopía.
La revolución proviene de visiones poco seculares que critican el
desbalance social de la modernización. Las lecturas bíblicas se
compaginan con el imaginario campesino y con la práctica de la
religión popular.
La represión arrecia. Roque Dalton se convence de que
sólo la lucha guerrillera llevará a El Salvador al cambio. Por eso,
escribe con mayor ímpetu. Recibe entrenamiento militar, “con un
hierro M-52 entre manos” . Le causa una fractura, pero lo inspira.
Imagina la herejía. Entremezcla marxismo y cristianismo en el
poemario Los hongos (1966-1971). Este libro anticipa la
renovación social de la Iglesia Católica. Trama la teología de la
liberación que perfeccionan sus antiguos profesores jesuitas. Ante
ellos se confiesa el militante. Anota la necesidad de completar el
socialismo “científico” -el marxismo- con el “utópico”. Inaugura
los “rezos marxistas”. En la duda que se le escuche.
El poeta: una marejada de amor propio.
El poeta: ¿portavoz?
“Sus males provienen de un principio de civilización”.
El poeta: “…una interpretación decadentista de la historia
universal,
La proyección sobre la vida del género humano en su
propia vida […]
El poeta: un idiota amado por Dios, elegido por Dios
El poeta: un idiota.
En la duda que se le escuche debido a su idiosincrasia. A la falta
de saber técnico. ¿Porque la ciencia no se compagina con la
utopía? ¿Por la resistencia a admitir que la religión anticipa la
ciencia?
Sobre esos problemas conversa con el poeta nicaragüense
Ernesto Cardenal. Los encuentros se revisten de optimismo. En
Chile hay un “proceso” irreversible con el gobierno de la Unidad
Popular. Todos las peticiones devotas de Dalton, Cardenal las
juzga pura “superstición” “motivada por el miedo”. “Dios es
absolutamente otra cosa”. Sopesan las “coincidencias” entre
marxismo y cristianismo. Se entera de los cambios que
transforman la Iglesia en el continente. Mide diferencias
filosóficas “insuperables”. Cardenal piensa desde la perspectiva
del mártir: “hay muchas personas dispuestas a morir por la
revolución”; Dalton reflexiona desde la del verdugo: “pero también
hay que estar dispuesto a matar […] incluso por amor a la
humanidad y al bien social”.
Aprueba la “convergencia” en “la práctica unitaria”. Del
diálogo surge la esperanza. Pronto en América Latina veremos la
absoluta “conversión de la Iglesia” al “Reino de este Mundo”.
Antes aún, contaremos con los primeros tratados sobre “teología
marxista”. La Biblia y El capital se reúnen en uno de los primeros
mandamientos del decálogo: no explotarás.
Antes de Sinaí, en el Paraíso Terrenal. Ambos libros son
uno. El “pecado original” lo expresa la acumulación primitiva de
capital. La que Adán propicia al echarle la culpa a Eva por la
guayaba de la que aún disfruta… “Larga siesta de víbora/duerme
también mi alma”.
XVIII
Sigue persuadido de que es necesario ligar la vanguardia
artística a la política en Un libro levemente odioso (1970-1972).
Hace que “la teorización literaria” y la “teorización política
marxista” se conjuguen. Eso le enseñan los surrealistas, Aragon,
Desnos, Breton, los escritores rusos, los cubanos “representados en
Playa Girón”. Amasa una doble revolución; hacia el pasado y al
rescate de lo perdido, al revés, hacia el porvenir y lo inédito, al
derecho. Revuelve pretérito y futuro bajo el aspecto común de lo
nuevo. Bajo la dialéctica materialista de lo dual, reúne los
extremos. Los sintetiza en la presencia, con el apoyo ciego de
Jorge Luis Borges.
El pasado no es sólo
cursimente encantador
es, sobre todo,
nuevo.
Porque lo vivimos ciegamente.
Cubismo y collage se ponen al servicio del movimiento
guerrillero. Y del recuerdo. Ejerce el humor y la autoironía en
“Yo estudiaba en el extranjero en 1953” y en “No, no siempre fui
tan feo”. “Como la primavera [que] vuelve desde las fauces del
infierno”, retorna al colegio jesuita en “Poemas católicos”. Ofrece
una crítica de la literatura universal moderna. Una guía “de mis
lecturas solitarias”. Las comenta a veces con gran sarcasmo.
Como se lo reprocha al “neomarxista” Jorge Luis Borges: uno “de
los tantos lúcidos que agotaron la infamia”.
El ideal de unión entre vanguardias, lo pone en práctica en
una historia alternativa del país y de su cultura. Compone
Historias prohibidas del Pulgarcito (1966-1971; edición de 1974).
Ahí engarza el dicho popular con la historia política y con la
literaria. En el tejido compacto de las historias, entreteje la voz del
pueblo en “refranes” y “bombas”. Dalton elabora un imaginario
indígena de la lucha armada. La arraiga en la larga duración de la
historia nacional. Desde el primer choque entre indígenas y
españoles, estalla la ofensiva. Hasta el tope. La guerra de
guerrillas nace como alternativa de la Conquista.
Presenta su propia “antología de poetas salvadoreños”.
Irreverente, se burla e insulta a casi todos los escritores con
excepción de Salarrué. Sólo a él le desea “larga vida o buena
muerte”. Entre conchas de burro y una cheve. Pero le advierte
que “estará presente en el centro de la batalla generacional que los
jóvenes cuentistas salvadoreños comienzan a dar, arremetiendo
contra el costumbrismo, el uso del lenguaje “pintoresco” en la
literatura popular”. La absoluta identidad de las vanguardias hace
del regionalismo un aliado de la política conservadora. Dalton
unifica las posibilidades históricas de revolución con las formales
de innovación. “Literatura revolucionaria” y “corriente borgeana y
bioycasariana” cumplen un mismo cometido de ruptura. Ambas se
contraponen en bloque al “clásico viviente”; esto es, a “Salarrué”.
Anuncia su brutal retorno en “Ya te aviso…”. Nos deja en
la zozobra. Hay que averiguar si el emblema de la nación, “Poema
de amor”, es uno de los “textos […] modificados [o] apócrifos”.
“Corresponde a los lectores descubrirlo”. Así explaya “su peculiar
estilo, el de barajar […] absolutamente todo con el humor”.
Hacia 1971-1973, en La Habana, termina la novela
Pobrecito poeta que era yo… (1976). Se publica hasta después de
su muerte. En el capítulo conclusivo, añadido al manuscrito
original de Los poetas (1964), Dalton reclama la primacía del arte
moderno sobre el realista. Intercede porque se restituya el
concepto integral de persona. Ruega trascender el realismo, al
igual que considerar a cada persona en su propia individualidad.
Esta debe ser foco de atención de la escritura literaria.
Si yo fuera adepto de las más conocidas desviaciones del
realismo socialista, aquí diría que en aquellos momentos
me vi iluminado por Lenin, que recordó el heroísmo
tradicional de los comunistas […] Felizmente mi tradición
literaria pasa también por Malraux, Hemingway, Kafka,
Salarrué, Brecht y Henri Miller.
Dedicatoria
II
Estuario
III
IV
(Es idéntico a la edición príncipe)
Los testimonios (1964 (1967), Poesía completa I)
Dedicatorias
No soy sólo el que habla
I. El otro mundo (cambio de orden)
El brujo Cunjama
Mirador
Hijo de ciego
El pozo del júbilo
La zona de la llama (cambio de orden)
El humillado
Iniciación (cambio de orden)
La cruz
Un héroe
El príncipe de bruces
Reptil
Huapango del confeso
El desierto
Rito para que nazca una flor en la gran pirámide
Borracho de Tijuana
II. La raíz en el humo (cambio de orden)
Navegación en el río Lempa (cambio de orden)
Anochecer de invierno (cambio de orden)
La raíz en el humo
I. La tierra
II. La vida
III. Las emigraciones
IV. El humo
V. La pregunta
Restauración del hombre por Quetzalcoatl (cambio
de orden)
El tlamatini (cambio de orden)
Al maíz (cambio de orden)
III. En la lengua del sueño (cambio de título y cambio de orden
en toda la sección)
Profesión de fe (Conferencia)
Primera lección
Comarcas (añadido; aparece en el poemario El hijo
pródigo (y otros poemas del retorno.))
Don Pedro de Alvarado (1524)
Terreno mortal
Paseo (añadido)
Pino
Homenaje a la salvia
Ellos (añadido)
La grama de las huellas
Pausa (añadido)
Buen humor del Dios
Ellas (título añadido; se trata de la cuarta sección
del poema “Costa (Sonsonate, de 1959)” de
la edición príncipe)
El joven príncipe (1962)
El coyote
El perro
Las moscas
Jaculatoria para poder volar (añadido)
El venado
Asesinar un tigre (título añadido; se trata de la
segunda parte del poema
“Profesión de fe (Conferencia)” de la edición
príncipe)
Tres familias (título añadido; se trata de la segunda
parte del poema“Izalco” de la edición
príncipe)
Tata (título añadido; se trata de la segunda parte del
poema “Oolge me persigue” de la edición
príncipe)
La poza bruja
Cura ritual
Los sordomudos (título añadido; se trata del poema
“Los mudos” de la edición príncipe, el cual
termina con “sólo para nosotros.” Todo lo
demás ha sido añadido).
El cadejo negro (añadido)
La carreta chillona (1848)
El justo juez de la noche
El duende
Oolge me persigue
La Siguanaba
Los dioses secretos
Yeysún (añadido)
El nahual
El cipitín (añadido)
Un dato
Terremoto (1854)
En la lengua del sueño
Notas (sólo aparece en la edición príncipe)
Poemas de la edición príncipe de 1964 excluidos de versión de
Poesía completa I
Rezo venial
Perdón al caballo salvaje domado por mi padre
Costa (Sonsonate, de 1959) (3 secciones primeras)
Izalco (1a. parte)
Piedra de sacrificio
Los mudos
La vida interior
Como cántico (Ritornello)
(Los otros poemas eliminados de la edición príncipe aparecen
reagrupados en los libros Textos y poemas muy personales
y en las dos versiones de Los pequeños infiernos; véase
más abajo)
La raíz en el humo (y otros poemas) (Sin lugar, sin fecha,
firmado al final)
I. La raíz en el humo (corresponde a la
Segunda parte de la edición príncipe
de Los testimonios)
II. El origen (utiliza el título de la Tercera parte
de la edición príncipe de Los
testimonios, pero se trata de una
selección que incluye también dos
poemas de la Cuarta parte de este
libro (“Pino” y “Como cántico”), al
igual que nueve del manuscrito
revisado estudiado anteriormente,
cuatro de ellos sin título)
Navegación en el río Lempa (pertenece al manuscrito
revisado)
Anochecer en el invierno (1370) (pertenece a Tercera parte
de la edición príncipe)
Sin título (se trata de “Ellas” que pertenece al manuscrito
revisado. Este poema corresponde a la cuarta
sección de “Costa (Sonsonate, de 1959)” de la
edición príncipe)
Don Pedro de Alvarado (1524) (pertenece al manuscrito
revisado)
Pino (1897) (pertenece a la Cuarta parte de la edición
príncipe)
El venado (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
Primera lección (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
El joven príncipe (1962) (pertenece a la Tercera parte de la
edición príncipe)
Buen humor del Dios (pertenece a la Tercera parte de la
edición príncipe)
El coyote (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
Terreno mortal (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
Pausa (pertenece al manuscrito revisado)
Las moscas (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
Profesión de fe (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
El nahual (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
El perro (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
Los sordomudos (pertenece al manuscrito revisado)
Homenaje a la salvia (pertenece a la Tercera parte de la
edición príncipe)
La grama de las huellas (pertenece a la Tercera parte de la
edición príncipe)
Sin título (se trata del poema “Tres familias” del
manuscrito revisado. Este poema corresponde a la
segunda parte de “Izalco” de la edición príncipe)
Sin título (Se trata de “Ellos” del manuscrito revisado;
corresponde a la segunda parte del poema
“Homenaje a la salvia” de la edición príncipe)
La poza bruja (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
Sintítulo (Se trata de “Tata” del manuscrito revisado;
corresponde a la segunda parte del poema “Oolge
me persigue” de la edición príncipe)
Piedra de sacrificio (pertenece a la Tercera parte de la
edición príncipe)
La carreta chillona (pertenece a la Tercera parte de la
edición príncipe)
Jaculatoria para poder volar (1929) (pertenece al
manuscrito revisado)
Un dato (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
Terremoto (1854) (pertenece a la Tercera parte de la
edición príncipe)
Cura ritual (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
Ooolge me persigue (pertenece a la Tercera parte de la
edición príncipe)
El cipitín (pertenece al manuscrito revisado)
Los dioses secretos (pertenece a la Tercera parte de la
edición príncipe)
La siguanaba (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
El justo juez de la noche (pertenece a la Tercera parte de la
edición príncipe)
El duende (pertenece a la Tercera parte de la edición
príncipe)
Cómo cántico (pertenece a la Cuarta parte de la edición
príncipe)
Textos y poemas muy personales (dos manuscritos revisados,
1962-1965; 1962-1965, Poesía completa I)
I. La vida inútil (aparece en la edición príncipe de Los
testimonios)
II. Infancia (aparece en la edición príncipe de Los testimonios)
III. A. A. (añadido)
IV. Mi hermana (aparece en la edición príncipe de Los
testimonios)
V. El Padre Carlitos (añadido)
VI. Centroamérica comparada (sólo aparece en el manuscrito de
Poesía completa I y en uno de los manuscritos revisados.
Prosigo la numeración de estos manuscritos ya que son los
más completos (RLM)).
VII. Familiar (VI, en el manuscrito independiente del poemario;
aparece en la edición príncipe de Los testimonios)
VIII. Disimulando (aparece en la edición príncipe de Los
testimonios)
IX. Cena (añadido)
X. Yo y los números (añadido, sólo aparece en Poesía completa I
y en uno de los manuscritos revisados)
XI. Un plan (VIII, en el manuscrito independiente del poemario;
aparece en la edición príncipe de Los testimonios)
XII. La raza de piedra (aparece en la edición príncipe de Los
testimonios)
XIII. La cruz del sur (aparece en la edición príncipe de Los
testimonios)
XIV. Diario inconcluso (aparece en la edición príncipe de Los
testimonios)
XV. Uno de mis muertos (añadido)
XVI. Confesiones (añadido)
XVII. Crítica a la primera edición de mi libro “El turno del
ofendido”
XVIII. Carlos Jurado (aparece en la edición príncipe de Los
testimonios)
XIX. Teoría sobre tatica (aparece en la edición príncipe de Los
testimonios)
XX. Talepate (añadido)
XXI. Doméstica (19…) (aparece en la edición príncipe de Los
testimonios)
XXII. La marcha (aparece en la edición príncipe de Los
testimonios, fechado al final: Pinar del Río, 1962)
XXXIII. Cine (aparece en la edición príncipe de Los testimonios)
El hijo pródigo (y otros poemas del retorno.) (1964)
I.
Epígrafe (Pursewarden)
El asombro
Prefiero vivir
La cautela
La muerte del abandono (aparece en Los pequeños
infiernos II)
Otro amanecer
Poema jubiloso (aparece en Doradas cenizas del Fénix)
El carnaval del hombre
Asalto general (aparece en el manuscrito de El turno del
ofendido y en Doradas cenizas del Fénix)
Canciones (aparece en El turno del ofendido)
Sobresalto (aparece en Los pequeños infiernos II)
Ecos de pequeño profeta
“A muerte fiel, muerte convidada” (aparece en Taberna y
otros lugares)
El caos del espejo (aparece en Los pequeños infiernos I y
II)
MANUSCRITOS