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POP ART

Del “no-arte” al arte.

María de Santos Rubio


Teoría del Arte I y II
Curso 2015/2016
Centro asociado: Asturias
UNED
Índice

Justificación del proyecto


Página 2
Prolegómenos
Página 2
¿Es el arte Pop ARTE?
Página 5
Diferencias entre “Campbell’s Soup Cans” y
latas de sopa marca Campbell
Página 13
Pop Art y la cultura de masas
Página 22
Los mass media como herramienta precursora y
difusora del Pop Art
Página 28
Conclusión
Página 34
Bibliografía
Página 35

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Justificación del proyecto
El presente trabajo tiene como objetivo principal el analizar el proceso por el cual las
obras que se encuentran bajo el amparo del denominado Pop Art han ascendido a la
categoría de arte. Para ello he estimado necesario ahondar en tres conceptos que
considero claves en la definición de Pop Art: arte, consumismo y publicidad. Así mismo,
puesto que los elementos de los que se apropia el arte Pop son objetos corrientes y al
alcance de todos, me propongo la tarea de estudiar la diferencia entre dos mismos
objetos de los cuales uno es denominado arte y otro no, es decir, definir la esencia del
Pop Art y determinar la especificidad de la obra de arte pop en relación con las entidades
no artísticas.

Para poder llevar a cabo todo este proceso de análisis he trabajado con distintos textos
y publicaciones que serán mencionados a lo largo del trabajo, así como en la bibliografía,
y, además, he realizado una pequeña encuesta (40 encuestados) cuyas preguntas y
respuestas iré disgregando a medida que profundizo en el mismo.

Prolegómenos
Pop Art: ¿es arte? Desde luego, el nombre del movimiento ya nos “obliga” a pensar que
sí lo es. Aun así, me parece significativo que cuando preguntas sobre el/la primer/a
palabra/sintagma/frase que piensa cuando escucha el término Pop art a un considerable
número de personas de edades y niveles de formación distintos, como he hecho yo,
solamente una persona te responda ARTE, aunque le añada la coletilla “de masas” (arte
de masas). Las respuestas a esta cuestión fueron muy variadas, destacando las palabras:

o Color (6 respuestas)
o Andy Warhol (6 respuestas)
o Revolución (3 respuestas)
o Moderno (2 respuestas)
o Publicidad (2 respuestas)
o Cómic (2 respuestas)

Así mismo, me gustaría destacar otras respuestas únicas que se han dado pues van a ser
objeto de estudio en mi trabajo:

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o Arte de masas; lo cotidiano llevado al museo (1 respuesta)
o Consumismo (1 respuesta)

Publicidad, cómic, consumismo… ¿Cómo pueden convertirse esas palabras en arte? La


publicidad no es más que la divulgación de noticias o anuncios de carácter comercial
para atraer a posibles compradores; un cómic es una serie o secuencia de viñetas que
cuenta una historia; el consumismo es la tendencia inmoderada a adquirir, gastar o
consumir bienes, no siempre necesarios; ¿pueden ser éstas, características de algún
arte? Desde luego no formarían parte de la elitista estética que promulgan las
tradicionales Bellas Artes… Entonces, ¿cuál ha sido el proceso por el cual hemos decidido
considerar al Pop Art, ARTE?

Así mismo, cuando la pregunta que se realiza es ¿cuál es la primera IMAGEN que se le
viene a la mente cuando escucha el término 'Pop Art'? el 50% de las respuestas a priori
no tienen nada que ver con el arte (si descontextualizamos las respuestas, por
supuesto).

Otras respuestas Andy Warhol

Colores vivos y
alegres

Kiss V Lata de sopa


Campbell

Marilyn Monroe

A lo largo de este trabajo intentaré descifrar los cambios que se han dado en el
pensamiento para que se haya conseguido transformar y ampliar el concepto de ARTE y
así poder incluir en él “nuevos movimientos” como el que me ocupa.

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Pero antes de comenzar, para poder analizar el cómo se ha llegado a esa consideración,
me parece importante y necesario aclarar qué es el Pop Art, así como contextualizarlo
para así entender mejor el pensamiento de la época, y el por qué tuvo las consecuencias
que tuvo, pues si el Pop Art se hubiera dado en otro contexto distinto, es más que
probable que jamás hubiera ocupada una sola página de ningún manual de Historia del
Arte.

Por tanto, ¿qué es el Pop Art? El Pop Art es un movimiento que surge en la década de
los años sesenta como consecuencia de la crisis de la tendencia informalista en todas
sus ramas (expresionismo abstracto norteamericano, pintura de acción…). El
informalismo había brindado a todos los subconscientes la posibilidad de ser pintor; se
había dado una abusiva repetición de unas mismas soluciones y había llegado a un punto
de agotamiento que hacían de su vigencia algo insostenible. Lo que comenzó como una
actitud de ruptura se convertiría en la expresión de un academicismo. La espontaneidad
se transformó en mera apariencia y simple rutina. El Pop Art no se puede entender en
otro contexto que no sea éste, pues nace como oposición a las formas y contenidos del
también denominado Arte Otro. Si el Informalismo fue, en todas sus acepciones, una
tendencia centrada exclusivamente en la pintura, la materia, el gesto, el trazo o el
dripping, excluyendo toda referencia figurativa, el Pop Art aparecía como todo lo
contrario. Los artistas pop tomaban formas y recursos propios de la fotografía y de los
medios de comunicación de masas como los periódicos y revistas, los anuncios, el cine,
la televisión y el cómic. Todos estos medios fueron utilizados como un nuevo lenguaje
plástico de carácter figurativo en el que se huye de la pura subjetividad. Se había
renunciado a mostrar la intimidad más profunda del ser, a salir de él para mostrar lo que
le rodeaba.

No 5 · Jackson Pollock (1948) Kiss V · Roy Lichtenstein (1964)

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La rápida aceptación del Pop Art se debió a la novedad de un lenguaje cargado de
contenidos y que poseía sobre todo algo que no interesó para nada a los informalistas:
su carácter comunicativo a través de las formas de unos lenguajes asimilados, en la
constante búsqueda de los innumerables valores del objeto. Unos objetos vulgares,
ordinarios, de desecho en muchas ocasiones, con los que el artista logró realizar un arte
de inspiración plenamente urbana. A este respecto, el artista sueco Oldenburg
declaraba lo siguiente:

“Las calles en especial me fascinaron. Parecían tener una existencia


propia en la que yo descubría todo un mundo de objetos hasta
entonces desconocidos. Paquetes comunes se trasformaban en
esculturas ante mis ojos y veía la basura de la calle como elaboradas
composiciones accidentales”.

Se trataba de la incorporación de un mundo de objetos que el consumo había ido


introduciendo en nuestro entorno, que solamente habían sido vistos como objetos de
uso cotidiano y que ahora se transformaban en imágenes con un sentido plástico. El Pop
Art utilizó objetos e imágenes con los que el espectador estaba familiarizado. El Pop Art
dirigió una nueva mirada al exterior, a un entorno urbano transformado por la
mecanización, el consumo y el desarrollo.

¿Es el arte Pop ARTE?


He comenzado la introducción de este trabajo hablando del Pop Art partiendo de la
verdad absoluta de que, como su propio nombre indica, este movimiento es arte. Sin
embargo, yo propongo en este apartado ir a la creación de esa verdad absoluta; no
planteo siquiera exponer el por qué se considera arte a este movimiento, ese es un
problema que atenderé en apartados posteriores, sino ir todavía un paso más atrás, es
decir, cuestionarme si es o no arte, ir al origen, como plantea Heidegger en El origen de
la obra de arte. Me propongo el descifrar si unos objetos e imágenes vulgares y
ordinarios bajo el nombre de Pop Art pueden ser arte: ¿cómo se ha podido llegar a esa
consideración?

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Heidegger, nada más comenzar su texto comenta lo que uno de mis encuestados
expone: que la obra de arte es porque es creada por el artista, es decir, que el origen
estaría en el artista, concretamente en el caso que nos ocupa, en los artistas Pop
(Warhol, Lichtenstein, etc). Pero “¿por medio de qué y a partir de dónde es el artista
aquello que es? Gracias a la obra; […] El artista es el origen de la obra. La obra es el
origen del artista. […] El artista y la obra son en sí mismos y recíprocamente por medio
de un tercero que viene a ser lo primero, aquello de donde el artista y la obra de arte
reciben sus nombres: el arte.” (Heidegger, Madrid) Por tanto, podemos concluir que el
origen estaría en el propio arte, es decir, habría qué identificar qué es el arte para poder
decir si el movimiento Pop lo es o no. El problema que se nos plantea entonces es la
ambigüedad de este término, pues su definición varía en función de las creencias de
cada ser, por lo que “el arte ya no es más que una palabra a la que no corresponde nada
real. En última instancia puede servir a modo de término general bajo el que agrupamos
lo único real del arte: las obras y los artistas” (Heidegger, Madrid) Resuelve Heidegger
que lo que habría que buscar entonces sería la esencia de ese arte, de esa obra de arte,
y alejarnos de la búsqueda de una definición de él.

32 latas de sopa Campbell · Andy Warhol

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Para encontrar la esencia del arte, que se supone que en toda obra que lo es existe,
habría que preguntarle qué es y cómo es. Pongamos como ejemplo las míticas 32 latas
de sopa Campbell de Warhol. Heidegger nos propone mirar la obra (o en este caso
imaginar) sin ideas preconcebidas, desde “la perspectiva propia de la señora de la
limpieza del museo o del transportista.” (Heidegger, Madrid) o simplemente desde la
perspectiva de aquél que sólo ve una lata de sopa; ¿qué nos queda? Tan sólo las latas,
nada más; la obra de arte deja de serlo para mostrarnos su el carácter de cosa, un
carácter que tienen todas las obras de arte. Entonces, ¿qué es lo que hace que al
observar las latas de sopa nos abstraigamos de su inherente carácter de cosa?
Efectivamente, además de la cosa, de las latas, hay algo más que nos hace apreciarlo de
una forma distinta, y no desde esa perspectiva de señora de la limpieza del museo. Ese
algo más es lo que Heidegger identifica como alegoría y símbolo, es decir, que esa cosa,
esas latas, representan o significan otra cosa diferente, valga la redundancia. Para
resolver la cuestión, las latas no serían una mera propaganda de los distintos tipos de
sopa Campbell que la compañía comercializaba por aquella época, sino que representan
el comercialismo mundano que estaba a la orden del día en la reciente sociedad
capitalista enfrentándose con ello a la filosofía del expresionismo abstracto, que se
aferraba a los valores y la estética de las Bellas Artes.

Según lo anteriormente expuesto, para resolver la cuestión de si el Pop Art es arte o no,
habría que determinar si las obras que componen el movimiento tienen ese algo más
del que habla Heidegger, ese algo más que hemos traducido como símbolo. El hablar de
símbolo en el arte no entra dentro de una definición moderna, pues ha sido tema de
discusión desde tiempos remotos. Ya la tradición aristotélica hace comparable la imagen
con la metáfora en el lenguaje, y ésta alcanza sentido a través de la transposición de un
significado de un objeto o de un médium en otro, siendo asumida como una analogía,
en contraposición a la tradición platónica. (Marchán Fiz)

Independientemente de estas conclusiones, para la mayoría de personas ya existe una


respuesta universal sobre si las latas de Warhol trascienden el carácter de cosa; para la
mayoría, actualmente el Pop Art sí es considerado arte, lo que significa que el Pop Art
entra dentro de los miles de definiciones que existen del término arte, aspecto
controvertido que sigue generando discusión hoy en día. Habría que comprobar si en

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esas definiciones se tienen en cuenta la alegoría y el símbolo de los que he escrito antes
como concepto primordial a la hora de decidir si consideramos o no arte a este
movimiento. Para poder comprobar esto y poder discutir esta verdad absoluta (que el
Pop Art es arte) y que no decidimos que lo es por ser víctimas de una veneración pasiva
(término que explicaré más adelante), en la encuesta que he realizado hice unas
consultas acerca de la percepción personal que tiene cada uno de los encuestados
acerca del tema.

A la pregunta “¿Acepta las obras que son fruto de este movimiento artístico como
ARTE?” el 74% de los encuestados contestó que sí, el 23% respondió que solamente
algunas obras y el 3% que no. Unos porcentajes bastante esperados y lógicos y que
corroboran lo que anteriormente dije, que el Pop Art se encuentra dentro de la mayoría
de creencias que tiene la gente sobre el concepto de arte. Lo verdaderamente
interesante se expone a continuación, ya que también pedí la justificación de las
respuestas dadas. De entre todas, destacaré las que a mi juicio más representan la
opinión de cada grupo, así como las más interesantes para el fin que me propongo:

o SÍ.

“Muestran una reacción de la sociedad en un momento determinado, siendo


manifestaciones de la vida y objetos cotidianos despojados de su significado y cargados
de otros diferentes.” (Mujer, 34 años, conocimientos avanzados sobre Historia del Arte)

“Sencillamente porque son una forma de expresión y solo verlas, nos sitúan en una
época concreta.” (Hombre, 35 años, conocimientos avanzados sobre Historia del Arte)

“Todo dibujo es arte y la calidad de ese arte depende del esfuerzo que se ponga en ello.”
(Mujer, 17 años, conocimientos bajos sobre Historia del Arte)

“Porque el arte es algo que debe sentirse y que nos tiene que transmitir algo y estas
obras lo hacen.” (Mujer, 16 años, conocimientos medios sobre Historia del Arte)

“Porque demostró ser una oposición a los valores, tendencias y formas sociales
establecidas. Un movimiento incluso multidisciplinario (fotografía, música, pintura, etc.)
que se aportaba entre ellos y supuso un progreso no solo en las materias sino también

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en la mentalidad de la sociedad.” (Hombre, 22 años, conocimientos medios sobre
Historia del Arte)

“Las acepto porque son precursoras de movimientos posteriores y porque hacen uso de
técnicas artísticas, con nuevos materiales, que han sido muy importantes para la historia
del arte.” (Mujer, 45 años, conocimientos avanzados sobre Historia del Arte)

“Si los artistas las consideran arte ¿por qué nosotros no?” (Mujer, 43 años,
conocimientos avanzados sobre Historia del Arte)

“Porque considero que el arte es un concepto muy amplio. No estoy de acuerdo con
quien solo considera arte a aquello que no se sale de los márgenes de lo canónicamente
bello o estéticamente agradable. Con esto no quiero decir que el Pop Art no sea
agradable, por supuesto. Creo que el arte puede ser rompedor y de hecho considero que
debe provocar. El Pop Art provoca y eso me gusta. El Pop Art hace que elementos que
por lo común no se considerarían apropiados para ser desarrollados en una obra de arte,
lo sean. Y yo me pregunto, ¿qué es apropiado para el arte y qué no?” (Mujer, 22 años,
conocimientos avanzados sobre Historia del Arte)

“Porque el Pop Art fue el primer movimiento artístico en utilizar conscientemente los
medios de comunicación de masas para cuestionar los usos consumistas de la sociedad
contemporánea, aunque tal vez pecó de ingenuidad al caer inmediatamente en su propia
trampa. La denuncia se transforma en mero producto de consumo, de comprar-usar-
tirar, quedando el mensaje oculto tras esa capa de maquillaje que nos impide ver a
'Norma Jeane' violada por su propia imagen (Marilyn). No se trata tanto del 'todo vale',
como el que ahora vale 'cuestionarlo todo', y el Pop Art es uno de los primeros
movimientos en plantear esta cuestión.” (Mujer, 38 años, conocimientos medios sobre
Historia del Arte)

o SÓLO ALGUNAS.

“Como en todos los movimientos artísticos hay piezas que no logran alcanzar la
suficiente fineza y que lógicamente quedan dentro del campo de los trabajos manuales
y la cultura plástica.” (Hombre, 46 años, conocimientos avanzados sobre Historia del
Arte)

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“Algunas sí que las considero obras de arte, pero otras como las de Warhol, se las podría
considerar más bien para fines publicitarios.” (Mujer, 20 años, conocimientos medios
sobre Historia del Arte)

“Porque creo que actualmente el concepto de 'arte' está un poco relativizado, y todo
puede ser considerado o equiparado sin ningún tipo de filtro.” (Mujer, 22 años,
conocimientos medios sobre Historia del Arte)

o NO.

“Porque ya se le llama arte a cualquier chorrada.” (Hombre, 19 años, conocimientos


bajos sobre Historia del Arte).

Cada una de las respuestas dadas lleva implícita una definición de arte. Por ejemplo,
para el encuestado que contestó que no, el arte sería todo aquello que no es una
“chorrada”. Habría que preguntarle qué es para él una chorrada. En la misma línea
estaría la respuesta “[…] creo que actualmente el concepto de 'arte' está un poco
relativizado, y todo puede ser considerado o equiparado sin ningún tipo de filtro.” Para
esta mujer, igual que para el hombre que contestó que no, el término arte ha perdido
todo valor y consideración puesto que en él cabe todo. Por tanto, según esta línea de
opinión, pasaríamos de plantearnos si el Pop Art es o no arte a si TODO puede o no ser
arte. La respuesta a esta pregunta tiene que ser negativa, pues de poder ser todo arte,
lo artístico perdería unicidad y todo valor por lo que dejaría de serlo. Por tanto, se
concluye de este párrafo que para que algo sea arte es preciso que existan determinadas
características que lo excluyan de “lo corriente” y que alcancen la suficiente “fineza” que
se exige para ser catalogado como tal, como explica otro de los encuestados; es por esta
definición que centro mi estudio en el Pop Art, puesto que precisamente este arte lo
que muestra es “lo corriente”; he ahí la problemática de la cuestión.

Otra de las definiciones de arte que se saca de las respuestas es la de que sería todo
aquello que no tiene un fin publicitario (en este punto habría que aclarar si puede o no
ser arte la publicidad, asunto que trataré posteriormente), y, por ende, que no tiene un
fin más allá del meramente contemplativo. De esta definición podría decirse entonces
que el arte debe ser contemplativo y no tener otro fin que el de ser arte.

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Llegados a este punto sería difícil catalogar al movimiento Pop como una corriente
artística pues tuvo más fin que el meramente contemplativo además de que unicidad y
exclusividad no son palabras que lo definan, sino todo lo contrario, el Pop se aleja de las
altas esferas para trabajar “con y para la masa”.

Entonces, ¿por qué hay una mayoría que sí lo incluye y acepta como arte? ¿Por qué he
de inclinar mi balanza hacia el sí? La respuesta es simple; el no considerarlo como arte
es fruto de una definición equívoca que ya fue transgredida por los dadaístas. Antes de
surgir el dadaísmo existía lo que se ha denominado una veneración pasiva, o lo que es
lo mismo, una opinión pública dada a principios del silo XX cuya opinión y crítica es
totalmente inexistente (pasiva). Esta opinión pública consideraba arte a todo aquello
que había aprendido que era arte, y es un poco lo que pasa con esta respuesta (“Algunas
sí que las considero obras de arte, pero otras como las de Warhol, se las podría
considerar más bien para fines publicitarios.”) puesto que la encuestada basa su opinión
en la creencia de que el arte no puede tener otro fin que el de serlo. Cae entonces en
unas creencias fijas que son un absurdo ya que es el sujeto (y no un ente superior) quien
define qué es arte y qué no, y para esto no hay mejor ejemplo que el de la encuesta.

Esa actitud pasiva que he comentado se convirtió en objeto de crítica para los dadaístas
quienes pretendían quitar sentido a todo lo que el ser humano se lo daba; la corriente
dadaísta pensaba que todo es ficticio, lo que se corresponde con la idea de Nietzsche
(1844 – 1900) y su filosofía de la sospecha. Esta crítica fue recuperada por los
neodadaístas en los años 50 – 60, ya que rechazaron todas las narrativas que definían
qué era arte y qué no, en oposición a Greenberg, un crítico de arte estadounidense muy
relacionado con el movimiento abstracto de los Estados Unidos y que rechazaba el
movimiento Dadá como arte, considerando al expresionismo abstracto los límites del
arte, cuestión ésta superada. Durante los años 50 – 60 los artistas se proponen trasgredir
lo aceptado como lo único existente; el arte toca los límites y ve que éstos se pueden
expandir; se rompen los modelos establecidos; es entonces cuando el arte empieza a
llamar la atención sobre aspectos sociales, es decir, tiene un fin más allá que el
contemplativo.

Haciendo una miscelánea de todas las respuestas que consideran arte al movimiento
Pop podríamos dar con una definición propia y algo más actual de lo que es arte, y que

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nos permite incluir a esta corriente sin correr el riesgo de caer en el “todo puede ser
arte”.

Arte sería entonces toda aquella forma de expresión creada por un artista haciendo uso
de técnicas artísticas (no necesariamente tradicionales) a la que éste ha de dar un
significado el cual ha de provocar una reacción en el espectador. Si sometemos el Pop
Art a esta definición obtendríamos el siguiente resultado:

o ¿Es el arte Pop una forma de expresión? Sí, “muestran una reacción de la
sociedad en un momento determinado”.
o ¿Es creada por un artista? Sí, las obras que actualmente están catalogadas dentro
de esta corriente fueron creadas por personalidades que se autoconsideraron y
que son consideradas artistas.
o ¿Hace uso de técnicas artísticas? Sí, por ejemplo, y una de las más
representativas del movimiento, la serigrafía.
o ¿Tiene un significado? Sí, “utilizar conscientemente los medios de comunicación
de masas para cuestionar los usos consumistas de la sociedad contemporánea”.
o ¿Provoca una reacción en el espectador? Sí, “el Pop Art provoca y eso me gusta”,
“supuso un progreso no solo en las materias sino también en la mentalidad de la
sociedad”.

Por tanto, se puede concluir que efectivamente el Pop Art sí es arte. Esta problemática
que he planteado se lleva tratando desde hace años no sólo en relación al Pop Art, y el
llegar a la definición dada ha sido fruto de una evolución en el pensamiento de la
sociedad que hoy en día sigue modificándose.

Ya he comentado que con el fin del expresionismo abstracto se expanden los límites del
arte; ello supone que en los años 70 se retome el pensamiento de Walter Benjamin
(1892 – 1940) al calor de la reavivación de los movimientos derivados de las corrientes
del Dadá, Surrealismo y Pop Art, rechazados por Greenberg como he dicho antes. Hasta
esta época, el hombre considera que el arte en sí es arte porque es único, original y
auténtico; pero esto no es más que una creación del sujeto occidental. Estamos
hablando de que este valor dado al arte es tan sólo del arte occidental, ya que en otras
culturas vemos que esta percepción es distinta o incluso opuesta. Por lo tanto, esta

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categoría se da en un contexto concreto político – social. De hecho, en la convención de
la UNESCO que tuvo lugar en 1972 se perpetúa la idea de que una obra de arte es arte
por ser única y original. No será hasta 1994 cuando esta condición occidental
desaparezca y se empiece a definir la obra desde otra perspectiva distinta.

Para W. Benjamin, el sentido de autenticidad de una obra es provocado por el aura.


Esta característica se le da al arte a través del ritual religioso, es decir, hay una relación
entre obra y culto, y es el sujeto el que dota de ese aura a la obra de arte y quien concibe
la obra de arte. El dadaísmo, dice Benjamin, destruye el aura de sus creaciones al
sacrificar los valores de mercado en favor de intenciones más importantes. Podríamos
incluir aquí también al movimiento Pop, pues al igual que el dadaísmo busca romper los
esquemas de la elitista cultura existente por entonces en las Bellas Artes, aquella en la
que el artista dotaba de un aura al objeto artístico dotándolo de unicidad. Al hacer de la
obra de arte un escándalo, las nuevas manifestaciones artísticas garantizaban en
realidad una distracción muy vehemente, dice Benjamin. Después de todo esto, si el
criterio de autenticidad deja de ser relevante toda función del arte queda trastocada. En
lugar de basarse en el ritual, pasa a tener otro fundamento: la política. La obra de arte
se convierte en un objeto político y la función artística llega a ser únicamente accesoria.
Ahora ya no hay un genio creador sino productor. (Benjamin, 1936)

Diferencias entre “Campbell’s Soup Cans” y latas de sopa


marca Campbell
La contextualización histórica que he hecho en la introducción y que en un principio
poco tiene que ver con lo que sería un trabajo sobre teoría del arte como el que aquí se
expone, se convierte en aspecto totalmente necesario para entender el por qué un
objeto común y vulgar se eleva a la categoría de arte. Para clarificar lo que quiero decir
cito unas palabras de Danto a este respecto:

"En 1790 una bujía no hubiera podido ser una obra de arte. Hoy en
día sí podría serlo como consecuencia de la revolución engendrada
por alguna de las travesuras de Marcel Duchamp alrededor de 1917,
y no a causa de su belleza." (Danto, 2010)

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El arte de vanguardia exige de cierto desarrollo histórico para que lo que se plantee en
él, sea posible. La década de los sesenta, hizo viable que las latas de sopa de Warhol
adquirieran su sentido, sus notables atributos metafóricos. “Las Brillo Boxes de Warhol
hacen lo que siempre hicieron las obras de arte: exteriorizar una forma de ver el mundo
y de expresar el interior de un período cultural.” (Danto, La transfiguración del lugar
común: una filosofía del arte, 2002)

Brillo Boxes · Andy Warhol

Una vez aceptado entonces que fruto de determinada evolución y revolución artística,
en el caso del Pop Art, una lucha contra las formas y usos informalistas, obtenemos un
ente artístico, se plantea la difícil cuestión de cómo diferenciarlo de otro objeto que en
forma es exactamente igual pero que no en cambio en el fondo. Dos entidades pueden
ser indiscernibles para la percepción, pero sólo una de ellas es una obra de arte. ¿Cómo
puede ser eso? Danto reconoce en su obra La transfiguración del lugar común (texto
que usaré de como referencia a lo largo de este apartado) que la transfiguración de
objetos cotidianos en objetos artísticos tiene como consecuencia la imposibilidad de
determinar qué es arte mediante los parámetros tradicionales de identificación artística.

Danto ha hecho notar como la comprensión del arte posterior a 1950 requiere la previa
posesión de una filosofía adecuada capaz de otorgar un correcto significado

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autorreferencial a los procesos abstractivos propios del arte, a fin de hacer resaltar la
dimensión conceptual del propio proceso de creatividad artística, sin que ya sea
suficiente abordarlo desde una mera actitud estética o representacionista tradicional.
En este sentido Danto defiende una creciente disociación entre el arte y la estética, al
menos en la forma como se concibió en la tradición del idealismo alemán desde Kant a
Adorno.

Quizá fue Marcel Duchamp quien por primera vez demostró que un objeto banal del
Lebenswelt cotidiano podía transfigurarse en una obra de arte, pero fueron los artistas
pop de los años sesenta quienes llevaron este principio a sus extremos. Con la aparición
del pop quedó demostrado que cualquier cosa podía llegar a ser arte. Así, este
movimiento produjo una nueva ruptura que abrió una época de radical pluralismo,
denominada por Danto período posthistórico, en la que se abre la posibilidad de buscar
una definición del arte que acabe con el fin de los relatos legitimadores de determinado
tipo obras y excluyentes de otras.

Danto se pregunta en qué se distingue una obra de arte de un homólogo


perceptivamente indiscernible de ella, pero que pertenece al plano ontológico de las
“meras cosas”. Es decir, ¿cuál es el estatus artístico de una obra de arte que se parece
tanto a un objeto cotidiano que podemos encontrar en nuestra casa? Para ello Danto se
fundamenta en el caso específico de una obra de Andy Warhol, Brillo Box, que nos
presenta una réplica exacta de una caja de esponjas de marca “Brillo” que podía ser
encontrada en cualquier supermercado estadounidense; del mismo modo, se puede
poner de ejemplo el título del apartado: la obra “Campbell’s Soup Cans” y unas idénticas
latas de sopa marca Campbell. En este caso se puede ver una diferencia en cuanto a la
forma mayor que la que se da en el ejemplo de las Brillo Box, pues en este caso, las
“Campbell’s Soup Cans” son representaciones sobre un lienzo del objeto. Aun así, lo que
eleva esta obra a la categoría de arte no es la técnica artística empleada ni el hecho de
que sea una pintura; de hecho, nos daría igual que Warhol hubiera puesto en una lata
real en vez de su representación, pues esta supuesta lata real seguiría siendo arte,
mientras que una homóloga que podríamos encontrar en los mercados de la época, no
lo sería. La distancia entre la “cosa” y la “obra de arte” parece desaparecer y, sin
embargo, continuamos llamando a unas obras de arte y a otras meras cosas, unas son

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elevadas a la dignidad de artísticas y otras, perceptivamente indistintas a las primeras,
no.

Andy Warhol comprando latas de sopa Campbell

Lata de sopa Campbell · Andy Warhol

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Ahora bien, la pregunta que nos sale al paso inmediatamente es: ¿cómo distinguir un
objeto artístico de uno que no lo es? ¿cómo establecer la diferencia entre las latas de
Warhol y las del supermercado? La primera conclusión que podemos sacar del
planteamiento del problema es que la diferencia entre ambos objetos no puede ser
encontrada en las características físicas o perceptivas de ambos, una simple inspección
ocular no bastará para diferenciarlos. La sensibilidad, la emoción o la belleza, ya no
pueden ser consideradas condiciones suficientes, ni aun siquiera necesarias para la
identificación e interpretación del arte. El Pop Art abre la posibilidad de que cualquier
cosa pueda ser arte. Pero el hecho de que cualquier cosa pueda ser arte no significa que
todo lo sea, la distancia ontológica entre arte y realidad persiste al planteamiento del
problema. En la distancia que hay entre arte y realidad, según Danto, es precisamente
donde se mantienen entre sí, donde se fundamentan recíprocamente y se reconocen.

Danto se propone entonces buscar características externas a la obra, más allá de las
estéticas, que permitan su reconocimiento. Podría decirse, o al menos así lo entiendo
yo, que lo que se plantea es buscar esa esencia de la que habla Heidegger, sólo que esta
vez, dicha esencia no estará establecida en las concepciones estéticas de la obra de arte.

Pincelada amarilla y verde · R. Lichtenstein

No podemos buscar la esencia de la Pincelada amarilla y verde de Roy Lichtenstein en


los procedimientos gráficos usados, pues son los mismos que los de cualquier vulgar
cómic, sino en la protesta sarcástica que representa la obra: esta obra ironiza la pintura
informalista, poniendo de manifiesto cómo la espontaneidad del gesto y la proyección
inmediata de lo instintivo era ya un recurso académico que carecía de todo impulso
natural. Una vez más, el significado de la obra es el que hace que la misma se convierta

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en arte, y a su vez, ese significado es dependiente del contexto en el que surgió, por lo
tanto, éste también es culpable de que lo sea.

Continuando con el ejemplo de las Brillo Box que nos pone Danto, éstas se distinguen
de las cajas “reales” de Brillo de la misma forma en que la obra Fuente de Duchamp se
distingue de todos los otros urinarios “reales”: por pertenecer a un “mundo del arte”.
Danto apunta con la noción de mundo del arte a la “atmósfera teórica” necesaria para
la existencia del arte, como así también para su identificación. La función de las teorías
artísticas es la misma que a lo largo de toda la historia: hacer posible el mundo del arte
y el arte. Se podría apuntar entonces que el arte Pop, y por ende todos los movimientos
que se empezaron a dar gracias a la revolución que éste marcó en el panorama artístico,
es arte gracias a que se elaboraron unas teorías artísticas favorables a él. Esto sucedió
también en vanguardias anteriores, como su inmediato predecesor, el expresionismo
abstracto, que fue posible gracias a que pintores y críticos, como su ya mencionado
ferviente defensor Greenberg, lo contemplaron dentro de una teoría en la que
consideraban a dicho movimiento el culmen del arte. El supuesto que se esconde detrás
de estas consideraciones es el carácter reflexivo del arte, el hecho de que no se puede
hacer arte sin saber lo que se está haciendo.

Con el Pop Art, las características estéticas de las obras se tornan irrelevantes para la
identificación artística de éstas o su promoción a la categoría de arte. El pop intenta
demostrar que se deben buscar otras cualidades (semánticas), más allá de las estéticas,
para dar cuenta de las últimas revoluciones en el campo artístico. Con el Pop Art
comienza lo que para Danto es la era poshistórica, caracterizado por un pluralismo de
tendencias y estilos, y es sólo a partir de ésta que puede hacerse cabalmente una
filosofía del arte de modo transhistórico. El fin del arte entendido como el fin de los
relatos legitimadores es también el comienzo de una filosofía del arte. (Danto, El abuso
de la belleza, 2008)

Martin Seel discrepa radicalmente de este tipo de propuestas. En su opinión, la tesis del
fin de la estética banaliza de un modo irresponsable la tesis del fin del arte, sin tampoco
hacer ninguna aportación verdaderamente sustantiva a una posible interpretación del
arte posterior a 1950. En su opinión el Pop Art de los años 60 aportó una reflexión
filosófica evidente sobre los propios procesos de creatividad artística, siendo esta

18
precisamente su gran genialidad. Sin embargo, ello no supone una anulación de su
simple dimensión estética o representativa, como ahora Danto pretende, ya que sin ella
tampoco se podría haber efectiva esta nueva dimensión autorreferencial e iconológica
que ahora se reivindica. En su opinión, un correcto entendimiento del arte
contemporáneo posterior a 1950 debe comenzar por una auténtica recuperación de la
tradición cultural que hizo posible el desarrollo de la estética, como fundamento de la
teoría del arte, desde Kant a Adorno, sin otorgar demasiado crédito a la tesis del fin del
arte, al menos en el sentido ahora propuesto.

Las teorías artísticas y con ellas el concepto de arte evolucionan históricamente, y el Pop
Art no nos puede dar mayor cuenta de ello. Como llevo constatando durante todo este
apartado, lo que hace el Pop Art es simplemente coger objetos reales y vulgares y
elevarlos a la categoría de arte. Si nos abstraemos un poco podemos encontrar una
relación con la novedosa teoría artística que vio la luz en el Renacimiento. Leo Battista
Alberti fue el primer teórico humanista que ofreció una reflexión sistematizada sobre la
ontología y los fines de la pintura, la escultura y la arquitectura. Alberti y sus
contemporáneos consideraban que el fin de la pintura y, por ende, el del arte, era la
transmisión de ideas, y que esto debía lograrse mediante la representación de la
realidad en la forma en que ésta era percibida por el ojo humano. Esta simulación de la
realidad visual suponía el paso de un modelo artístico medieval en el que las imágenes
presentaban figuras o narraciones, a un modelo artístico moderno en el que las
imágenes representaban esas figuras y esas narraciones. La pintura y la escultura
quedaban fijadas como representación “de las cosas que se ven”, es decir, como
simulación de la naturaleza. El arte debía ser un espejo de la naturaleza.

Aunque a priori, el resultado de esta teoría y la teoría artística que contempla el Pop Art
pueda ser el mismo (no estéticamente, pero sí en cuanto a esa representación de la
realidad) existe una importante diferencia de significado entre ambos movimientos que
reflejan la evolución que el arte ha sufrido desde entonces. Danto explica esta diferencia
del siguiente modo: “[…] el año pasado, inspirado por las conocidas teorías del arte ya
sugeridas por Platón y Shakespeare, J. exhibió un espejo. […] a pesar de ser una metáfora
natural de la teoría el arte como imitación, este espejo pervierte la teoría al no ser en sí
mismo imitación de nada. […] está claro que, aunque un espejo puede ser una obra de

19
arte, es evidente que el que aquí lo sea nada tiene que ver con el hecho de ser un espejo;
y es curioso que la teoría de que “el arte es un espejo de la naturaleza” sea irrelevante
para condición de obra de arte de este espejo. […] La riqueza de “Espejo” reside en que
pensemos que tiene relación con una teoría con la que parece no tener nada que ver”
(Danto, La transfiguración del lugar común: una filosofía del arte, 2002)

De acuerdo a lo anteriormente expuesto, tendríamos dos teorías artísticas que se


asemejan en el principio de la imitación de la realidad, pero que difieren en el significado
de este principio como consecuencia de un proceso en el que el canon de la teoría
artística nos dice que el arte se ha acercado tanto a la vida que la frontera entre ambos
se ha debilitado o simplemente borrado, algo que parece constatarse en la indistinción
perceptiva de las cajas Brillo. Sin embargo, si se analiza bien el caso, la distancia persiste:
sólo las cajas de Warhol son obras de arte mientras que sus homólogos indiscernibles
de cualquier supermercado, no. Las cajas de Warhol se distinguirían de sus homólogos
porque las primeras tienen un sentido que debe ser buscado, un significado que les da
valor y las distingue de los meros objetos a los cuales simplemente se parecen. Las cajas
de Warhol mantienen intacto el límite entre el arte y la realidad, sin embargo, este límite
se torna problemático.

La diferencia entre arte y realidad, entre obras de arte y meros objetos, es el carácter
representacional de las primeras, piensa Danto; el arte difiere de la realidad de la misma
forma que el lenguaje lo hace del mundo. Esto no significa necesariamente que el arte,
como el lugar común lo dice a menudo, sea un “lenguaje” sino que su ontología es
similar a la del lenguaje y que “el contraste que existe entre éste y la realidad existe
entre la realidad y el discurso.” Dicha distinción otorga una nueva solución al
experimento de los indiscernibles que se aleja de las connotaciones institucionalistas de
la noción de “mundo del arte”: las cajas de Warhol se distinguen de sus homólogos
porque las primeras tienen un sentido que debe ser buscado, un significado ulterior que
las distingue de los meros objetos a los cuales simplemente se parecen. Las cosas, como
clase, carecen de referente por ser simplemente eso: cosas. Sin embargo, las obras de
arte siempre son “sobre algo”. Esta afirmación legitimaría toda la producción Pop, pues
lo que la caracteriza es precisamente el tratar “sobre algo”, es “algo” que es fruto de un
contexto histórico de cambio y revolución social. Sin embargo, dejaría en desamparo a

20
toda aquella producción que trata “sobre nada”. “¿Es posible un arte liberado de la
metafísica? ¿Existe un arte creado como manifestación puramente estética que desdeñe
la pretensión conceptualista de darle un carácter reflexivo al arte? Sabemos del
predominio del arte conceptual en la actualidad. Pero al lado de la pintura conceptual,
el siglo XX ha producido el arte naïf, y algunas otras producciones artísticas que van en
la dirección de un arte de pura mostración, de pura apariencia estética, sin significados
ulteriores que muestren el curso de la vida en su ingenua forma ante una mirada que se
abandona y se demora placenteramente en el mero percibir”. (Gutiérrez, Indagaciones
estéticas, 2004)

Sin embargo, aceptando la teoría dantiana como válida, es evidente que la sola
condición de “ser sobre algo” es insuficiente para caracterizar el arte contemporáneo y
el arte en general. En última instancia, el arte está hecho para ser visto, oído, palpado…
Debemos preguntarnos cuál es la forma específica en que estos objetos representan
para encontrar una segunda condición que los distinga de los objetos representacionales
en general y nos ofrezca una segunda condición para intentar definir el arte. Para Danto,
las obras de arte a diferencia de otros “vehículos de representación” encarnan lo que
significan, lo que quiere decir que el significado o contenido no puede escindirse de la
forma en que estos se presentan en las obras. A diferencia de los signos que mantienen
una relación convencional entre el referente y lo referido, la relación significado -
significante en las obras de arte es interna e indisoluble.

De manera general se puede decir que forma y contenido están entrelazados en las
obras de arte de manera que uno no puede ser explicado sin la otra y viceversa. Las
obras de arte, en el pensamiento de Danto, pueden catalogarse como metáforas ya que
éstas presentan una unidad de sentido que no admite la sustitución de los términos o el
parafraseo. La diferencia entre los signos en general y las obras de arte en particular está
dada por el hecho de que la forma de representación de los signos está subordinada a
su función comunicativa, mientras que en las obras de arte la forma afecta directamente
a lo que se intenta comunicar. Danto encuentra pues dos condiciones que permiten
especificar la identidad del arte Pop: “ser sobre algo” y “encarnar un significado”. Pero
¿son suficientes estas dos condiciones para definir el arte que se da con y a partir de la
revolución Pop? El mismo Danto reconoce la posibilidad de añadir a estas características

21
semánticas algunas de las características que él llama pragmáticas (tales como la
sublimidad o la belleza), pero no queda lo suficientemente claro si éstas forman parte
de la lógica del concepto o, más bien, acompañan accidentalmente a la noción de arte
contemporáneo.

Por tanto, puedo concluir que las diferencias existentes entre “Campbell’s Soup Cans” y
latas de sopa marca Campbell tienen que ver con:

1) El significado que transmiten.


2) La capacidad del objeto para transmitir ese significado.

Pop Art y la cultura de masas


El siglo XX es testigo de la irrupción de la sociedad de masas, de consumo. Tras concurrir
la Primera Guerra Mundial fue Sigmond Freud quien aborda en Psicología de masas la
connatural pulsión autodestructiva del ser humano y su instinto de muerte en su agitada
infelicidad y angustia. Tras la Segunda Guerra Mundial y sus efectos devastadores en
Europa, con 60 millones de víctimas, llegó a Europa el rutilante modelo American way
of live, y la consigna de generar un arte de masas, la versión más siniestra del éxito a
cualquier precio, la burla cínica de los derechos y el boato del poder. El estado de
depresión generalizada tras la insoportable experiencia bélica sufrida, y el dinámico
crecimiento económico a partir de los años 50, inició una nueva senda de bienestar
social, con fácil acceso al consumo y al ocio en la mayor parte de países occidentales, se
manifestó en una década después con el triunfo de la cultura Pop. Objetos de consumo,
souvenirs, marcas publicitarias, comics son objeto del nuevo movimiento artístico cuyo
nombre1 revela su pretensión, la muerte a la alta cultura en favor de la cultura popular.

Ya he analizado cómo objetos de la cultura popular pueden elevarse a la categoría de


arte, pero la pregunta que planteo en esta ocasión es si realmente se debe permitir ese
ascenso de la cultura popular en detrimento de la tradicional élite artística.
Evidentemente, el permitirlo o no depende de nuestras concepciones, pero también
depende de nuestra capacidad para intentar comprenderlo. Eso es lo que intentó el
filósofo Ortega y Gasset en La deshumanización del arte, que, aunque se publicó años

1
La expresión "Pop Art", equivale a "arte popular": el apocopado "pop" procede del sustantivo latino
populus que significa "pueblo".

22
antes del fenómeno Pop, plantea cuestiones que pueden darse igualmente de cara a
este movimiento. Lo mismo ocurre con La rebelión de las masas que muestra un
testimonio crítico alertando de la configuración de un poder mediático y un radical
cambio de orientación. Es mi intención en este capítulo hacer un análisis de la postura
crítica que se puede tener hacia el Pop Art atendiendo a este pensamiento, que, aunque
pueda parecer un tanto “decimonónico” ayudará a ver las dos caras de esta moneda que
es el Pop Art.

Just what is it that Makes Today's Home So Different, So Appealing? · Richard Hamilton

La cultura de masas es un fenómeno histórico concreto de los siglos XX y XXI,


determinado por los siguientes factores:

o Producción en masa propia de los modos productivos industriales


o Público - masa

23
o Relaciones de producción con una necesidad competitiva de estimular el
consumo

Las masas se convierten en el “nuevo” público de mundo de arte. “La fuerza creciente de
la moderna cultura de masas es realzada más aun por las modificaciones de la estructura
sociológica del auditorio. La antigua elite culta ya no existe; sólo en parte la "intelligentzia"
contemporánea corresponde a ella. Al mismo tiempo, enormes estratos de la población que
antes no tenían contacto con el arte se han convertido en "consumidores" culturales. Los públicos
actuales, si bien probablemente son menos capaces de la sublimación artística generada por la
tradición, se han vuelto más listos en cuanto a sus exigencias de perfección técnica y de exactitud
en la información, así como en su deseo de "servicios"; y han adquirido una mayor convicción en
cuanto al poder potencial de los consumidores sobre los productores, sin que importe que este
poder sea esgrimido realmente”. (Adorno, 1966)

La imagen popular, la misma de la que se apropia el Pop Art, se inserta en este contexto.
Es producida en masa y para las masas, y se distribuye y comunica a través de los mass
media2. La imagen popular está regida por las leyes competitivas y de concurrencia de
las sociedades clasistas. La cultura y el arte de la imagen popular se convierten en la
superestructura de las sociedades más desarrolladas del capitalismo tardío.

Esta cultura de masas de la que el Pop Art se hace protagonista es por muchos criticada
o rechazada, aunque consciente o inconscientemente sean partícipes de ella. Ya Ortega
y Gasset o Max Scheller utilizan la acepción despectiva de modelo gregario para
denominar a las masas. Cabe pensar entonces, que quien esté de acuerdo con esta línea
de pensamiento, consideraría una aberración que el Pop Art esté dentro del mundo del
arte. La encuesta que he realizado me ha brindado la ocasión de comprobar si mi
creencia era o no cierta; para mi sorpresa, muchos de los encuestados que respondieron
de manera afirmativa a la pregunta de si consideraban arte el Pop Art, no lo hicieron al
realizarles la pregunta ¿cree que lo comercial (entendiendo "comercial" como algo de
rápido y fácil éxito) puede ser considerado arte? A continuación, muestro algunas de las
justificaciones de las respuestas negativas:

2
Medios de comunicación masivos o de masas. Son los medios de comunicación recibidos
simultáneamente por una gran audiencia cuya finalidad es formar, informar y entretener al público que
tiene acceso a ellos buscando a su vez el beneficio económico del empresario o grupo empresarial que los
dirige.

24
o Porque suelen estar asociados a modas y "boom" pasajeros.
o En general, todo lo comercial para mí no es arte. Soy contraria, por ejemplo, a
los denominados best seller ya que son una literatura para masas y yo prefiero
algo más selectivo […].
o Porque es fácil y son obras sencillas para mentes sencillas. El arte es para deleite
del erudito.
o No, si hablamos de best seller, rotundamente no. Supongo que esa clase de
artistas se sentirán afortunados de ganar dinero, pero entiendo que el arte, así,
sin apellido, debería ser algo más emocional.

Sin embargo, las personas que escriben estas opiniones son las mismas que defienden
como arte un movimiento cuyos principios residen en alentar la cultura de consumo.
Esto me lleva a pensar que el hecho de que se dé esta dualidad de pensamientos
encontrados se deba a que hay una parte del Pop Art que no es accesible para todos, y
esa parte restringida es la que hace que se complete como ente artístico. Usando la
teoría dantiana explicada en el capítulo anterior, el significado del objeto sería la parte
restringida a los “eruditos” que entienden la ironía, sarcasmo y burla que transmiten las
obras, mientras que el “vehículo” que es capaz de transmitir el significado, sería
asequible y asimilable por todos, y en especial por las masas, integrantes de este
vehículo. Por tanto, no sería el hecho de que el movimiento Pop sea una tendencia de
consumo lo que lo convierta en arte, sino que utiliza ese medio para expresarse
obteniendo las consecuencias que cualquier objeto “comercial” manifiesta en una
sociedad de masas. De acuerdo a esta explicación, podrían entenderse las respuestas
anteriores, y surgiría la cuestión de que el Pop Art podría ser entonces un movimiento
artístico que pese utilizar unos medios reconocibles por todos, no sería igualmente
accesible a la masa o, mejor dicho, sí sería accesible, pero no en su totalidad. Podríamos
hablar incluso de la conversión de esa cultura popular que expone el arte Pop en una
cultura de élite. “[…] La contraposición con la cultura artística superior, clasista, ha sido
un rasgo esencial del arte popular tradicional. Por su parte, el arte de élite, como arte de
minorías, ha combatido y negado la cultura de mayorías. Con el “pop” elitista parece que
en cierto modo se ha mitigado esta clásica contradicción, pues es comprensible
solamente bajo el presupuesto y la vitalidad del arte popular de los diferentes “mass

25
media”. Los elementos de este último son, a nivel sintáctico y semántico, el horizonte
que ha presupuesto de un modo u otro los artistas del “pop” de élite.” (Marchán Fiz, Del
arte objetual al arte de concepto, 1986)

Se plantea aquí el debate de si el arte puede o no ser entendido por todos. También he
comprobado qué respuestas daban los encuestados respecto a esta cuestión
(igualmente mostraré las respuestas más interesantes para el caso que acometo):

¿Considera que el arte es un fenómeno más propio de ser admirado y comprendido por
las masas, o por el contrario es propio de las minorías, ya sean clasificadas éstas por su
poder adquisitivo, conocimientos, etc?

o Debería ser admirado por todos, pero lo cierto es que sigue siendo algo elitista
asociado a altos niveles culturales o de poder adquisitivo, especialmente el arte
contemporáneo.
o Creo que tradicionalmente se ha relacionado el arte con los segundos, las
minorías cultas o cultivadas; aunque es verdad que la educación predispone a
tener una cierta sensibilidad hacia el arte o la cultura, no creo que sea una
característica necesariamente excluyente para que las masas no puedan
disfrutar del arte; creo que de hecho el arte debería tener un carácter más o
menos universal.
o Considero que hay arte de muchos tipos, uno destinado a masas, y otro a
minorías, y a su vez creo que el arte dirigido a minorías, es más interesante, pues
para entenderlo es necesario entender o tener ciertos atributos, y eso implica
aprender, o intentar elevarse socialmente o económicamente.
o El arte no tiene por qué conllevar un aprendizaje previo en teoría, pero sí que es
cierto que su apreciación y su deleite es mayor si se tienen unos ciertos
conocimientos previos y un bagaje intelectual mínimo. En cualquier caso, no creo
que esté relacionado directamente con un poder adquisitivo determinado, pero
sí con un cierto nivel de educación.
o Por lo general las masas admiran lo que digas que admiren sin importar sus
conocimientos y su poder adquisitivo.

26
o Hay arte de valores anchos que cautivan más rápida y fácilmente la atención y
arte de valores altos y escogidos que requieren de una mayor iniciación y que
por tanto dejan fuera a mucha más gente...
o Cuanto más contemporáneo (quizás desde el siglo pasado) más elitista, porque
es difícil hacer llegar a las masas lo que se quiere decir con la obra creada si esta
se aleja de ellas. Por ejemplo, el vaso medio lleno de Wilfredo Prieto en el ARCO
de Madrid. ¿Arte o tomadura de pelo?

Queda claro con estas respuestas que el espectador ha de poseer ciertas características
para poder acceder por completo a la totalidad de la obra de arte, lo que convierte a
cualquier tipo de arte, incluyendo el Pop Art, sólo apto para minorías (apto en parte). Lo
que ocurre con el caso del arte Pop es que la estética que nos ofrece es asimilable por
todos debido a su familiaridad y cercanía. El Pop Art transmite imágenes surgidas en el
escenario de un paisaje urbano. Se rompe así con la “dificultad” de comprensión de las
artes de la primera mitad del siglo XX con las que, según Ortega y Gasset, las masas no
pueden disfrutar.

Ya he dicho antes que, en teoría, con el Pop Art tampoco podrían llegar a un deleite
completo, pero sí parcial; las masas no llegarían al contenido, pero sí comprenderían el
contenedor. Si yo establezco una correspondencia entre el arte inmediatamente
anterior al Pop Art y éste, Ortega y Gasset lo hace entre el arte anterior al Pop Art y su
inmediato antecesor. Con esto puedo establecer esa relación que he hecho antes entre
Pop Art y todo aquel arte que entra dentro de la teoría del arte como mímesis de la
naturaleza.

En la novela, en el teatro, en la música, en la pintura decimonónica, da igual si romántica


o realista, Ortega y Gasset encuentra transparencia con respecto a la vida cotidiana,
igual que yo encuentro en las obras Pop transparencia con respecto a la vida cotidiana
de los años 60. El espectador de una ópera romántica y el lector de una novela realista
o un poema comparten el hecho de que en la ficción encuentran los mismos
sentimientos y emociones que ellos mismos sienten. Hay una correspondencia exacta
entre representación o narración y la vida misma, la realidad, lo que más Barthes
denominó “el grado cero de la escritura”. Esta transparencia es la que garantiza la
enorme popularidad de la que gozó el arte decimonónico y más tarde el arte Pop entre

27
las masas. Sin embargo, este éxito popular quedó sepultado con las diferentes
propuestas artísticas de vanguardia de las primeras décadas del siglo XX. Dice Ortega y
Gasset que, si antes el espectador disfrutaba de sus propias emociones, tales como el
amor en los dramas musicales de Richard Wagner, ahora el arte se había alejado por
completo de todo cuanto podía ser considerado como humano. Antes la obra de arte
podía gustar o no gustar, pero se comprendía, mientras que ahora no. La masa no había
podido disfrutar del arte nuevo por su incapacidad para comprenderlo. No podía
gustarle porque ya no podía reconocerse, con esa transparencia, en los sentimientos y
emociones de los personajes. De ahí su impopularidad. Sólo los intelectuales podían
comprenderlo, mientras que “la masa disfruta solo del arte que puede entender, y solo
entiende aquel en el que puede reconocerse a sí mismo”. (Ortega y Gasset, 2006) Con la
llegada del Pop a la esfera artística se puede hallar de nuevo un arte “humano” y popular
tal y como lo definió Ortega y Gasset, aunque al pasar al terreno del arte se enfríe y se
vacíe de lo humano, por tanto pasa a convertirse en arte para las élites.

El Pop Art de “élite” tiene como base la apropiación de los aspectos más comunes y
banales del horizonte cotidiano de la sociedad industrial de consumo. Apropia el amplio
repertorio de elementos populares extraídos del panorama de objetos de uso que
envuelven a la sociedad.

Los mass media como herramienta precursora y difusora


del Pop Art
Al igual que la tabla era herramienta indispensable para los pintores flamencos, los
medios de comunicación de masas, destacando la publicidad, fueron recursos
indispensables en el arte Pop. “El cartel publicitario, principal género visivo estático de
la sociedad de consumo, ha sido tal vez el que más ha influido en el “pop”. Reúne el
inventario más sistemático de técnicas visuales.” (Marchán Fiz, Del arte objetual al arte
de concepto, 1986) Si normalmente encontramos una diferencia entre las funciones que
tiene el arte y otras actividades como diseño o publicidad, con el Pop Art, esta distancia
se difumina haciendo muy difícil diferenciar entre disciplina y función artística. El Pop Art
encuentra en la publicidad un gran espacio para manifestarse. Este movimiento no podría ser
explicado sin relacionarlo con un contexto tecnológico que se manifiesta con el crecimiento de

28
la información y de los nuevos medios de comunicación social. Los artistas pop tuvieron una
importante cuota en la revalorización de muchos soportes, señales, carteles y afiches
publicitarios, el glamour del cine y los desfiles de moda, todos los ritmos de la música popular,
las historietas y los comics.

En la sociedad actual, la imagen publicitaria se asocia a la difusión y control, mientras


que en el arte es cada vez más frecuente el uso de la imagen como medio, además de
conocimiento, motivación, estimulación y difusión. Arte y publicidad se comportan
como generadores de significados, donde lo real y lo simbólico se mezclan. Gracias a
variadas disciplinas la publicidad se ha nutrido y se ha enriquecido de recursos gráficos,
ideologías, pensamientos y formas de expresión como las del Pop Art, una corriente que
liga al arte con la comunicación en masas.

La relación entre arte y publicidad se hace indiscernible, en palabras de Jesús F. Pascual


Molina3, se convierte en una relación de “ida y vuelta”. “La relación entre arte y
publicidad es tremendamente interesante, y podríamos decir que de “ida y vuelta”. Al

3
Profesor en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid. Los testimonios que
de él recojo en este trabajo son fruto de una entrevista que le hice a propósito de la relación entre
publicidad y arte.

29
principio, muchos artistas entraron en el mundo de la publicidad. Por ejemplo, cartelistas
de fines del siglo XIX, como Chéret o Lautrec; y mucho más claramente en tiempos por
ejemplo de la Bauhaus. En esos momentos, entre finales del XIX y la época de las
primeras vanguardias, elementos artísticos entraron en la publicidad, convirtiéndola sin
duda en una manifestación artística más. El POP lo que hizo fue convertir los temas de
la cultura cotidiana, incluyendo la publicidad, en el arte. Y dar valor al objeto de consumo
como objeto artístico, como hizo Warhol (eso sí, retomando la tradición del Dadá y del
Neodadá). Hoy, muchos de los mejores artistas contemporáneos participan en el mundo
publicitario, o proceden de él, y el arte bebe de nuevos medios y lenguajes como la
publicidad. Por eso podemos hablar de una influencia de ida y vuelta. Del arte a la
publicidad, y hoy de la publicidad al arte. Respondiendo claramente: ¿Es la publicidad un
arte por sí misma? En ocasiones sí, sin duda posee elementos artísticos. Y muchos
publicistas son artistas, y viceversa.” (J. F. Pascual Molina)

Si bien es cierto que la publicidad en sí misma tiene el fin de incitar a la compra o


intercambio, mientras que el arte tiene la finalizar de deleitar o sorprender, la publicidad
(en ocasiones) utiliza recursos propios del arte, como ha explicado J.F. Pascual, para
conseguir sus objetivos, consiguiendo que piezas publicitarias que en un principio no se
elaboraron con el mismo fin con el que se elabora el arte, puedan (y deban) elevarse a
posteriori a esa categoría.

Pero ¿cómo podemos distinguir una publicidad artística de una que no lo es? ¿cuál es el
punto o límite por el cual pasamos a denominarlo arte? “Las preguntas son muy difíciles.
Nos llevarían a definir ¿qué es arte? Y eso, sabemos que no tiene respuesta clara y
tajante. En todo caso, hay creaciones publicitarias que son muy imaginativas, que se
dejan influir por movimientos artísticos, presentan nuevos lenguajes, nuevos códigos,
nuevas formas de representación, y plantean interrogantes, al margen de lo que
anuncien. Esas obras son sin duda arte. Un ejemplo, la selección de los mejores creadores
que cada año presenta la agencia Saatchi & Saatchi en el festival de publicidad de
Cannes, por ejemplo. Los anuncios que vemos regularmente en la tele, planos, sin
innovación, sin implicación artística, evidentemente no son arte. Y son mala publicidad.
El límite para mí lo marca la innovación en el lenguaje, los códigos visuales, las

30
referencias a la cultura visual, las relaciones con la vanguardia, la novedad, la emoción…
El anuncio plano que dice "compre esto”, no tiene nada de eso”. (J.F. Pascual Molina)

Teniendo claro, de acuerdo a estas cuestiones, que el Pop Art bebe de la publicidad al
igual que ésta lo hace de la producción artística Pop, se puede concluir que este medio
ejerce de herramienta para el artista Pop, pero esta herramienta cobra gran importancia
por su “natural forma de existir”, es decir, el exponerse y de un modo u otro venderse a
las masas. Podría decirse que la publicidad se publicita así misma con el Pop Art.

Pero, ¿por qué se recurre a esta herramienta? Theodor Adorno en su Teoría estética
explica que la incursión de estas nuevas herramientas de comunicación de masas en el
arte se debe a la propia evolución de la sociedad. La producción comercial de artículos de
consumo culturales se vuelve aerodinámica y coincidiendo con el aumento de la influencia de la
cultura popular sobre el individuo. Este proceso no se queda limitado a la cantidad, sino que da
lugar a nuevas cualidades. En tanto que la cultura Pop absorbió todos los elementos y en
particular todas las "prohibiciones" de su predecesora, como se ha explicado ya en contadas
ocasiones, y difiere de ésta decisivamente en la medida en que se desarrolló en un sistema, es
decir, no se veía limitada a ciertas formas como la novela o la música bailable, puesto que se
apoderó de todos los medios de expresión artística. “Cuanto más se expande el sistema de
"comercialización" de la cultura, más se tiende asimismo a asimilar el arte "serio" del pasado
mediante la adaptación de este arte a los propios requisitos del sistema. El control es tan amplio
que cualquier violación de sus reglas es estigmatizada a priori como "pedantería" y tiene pocas
posibilidades de llegar al grueso de la población. El esfuerzo concertado del sistema tiene como
consecuencia lo que se podría denominar la ideología predominante de nuestra época”. (Adorno,
1966)

Evidentemente, para contestar de forma más amplia a la cuestión anterior es necesario


aludir a la evolución que tuvieron los mass media en relación al arte hasta llegar al Pop
Art. Durante el siglo XIX, la creciente industrialización y el avance de las técnicas
relacionadas con la producción cultural de masas (litografía, cámara fotográfica,
rotativas, fotograbado, etc.) hicieron que el número de imágenes por habitante
aumentase de modo considerable respecto a siglos anteriores. El proceso de
densificación iconográfica había logrado hacer cambiar el valor de las imágenes: de un
ritual destinado a la contemplación de unos pocos habían pasado a convertirse en algo
accesible a la mayoría. Ello conllevó un cambio profundo en la forma de percibir la

31
imagen y consiguientemente una nueva manera de acercarse y ver la obra de arte. Las
masas habían ido accediendo gradualmente al consumo de imágenes de un modo, más
que social, individual. Las consecuencias que sobre la filosofía del arte tendrían estas
transformaciones de la cultura icónica de masas y el empleo de la técnica en las
producciones artísticas fueron claramente advertidas en 1936 con el ensayo de Walter
Benjamín La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, el cual ya he
citado antes. Uno de los principales hallazgos de Benjamín fue que la solemnidad, la
contemplación ante la obra de arte, iban a dejar paso a la obra como choque y
distracción. La modificación de la función artística era un hecho. El halo de autonomía y
de lo bello como rasgos del arte se había escapado. La masa se había adueñado de un
importante espacio ético-estético y con ello había cambiado gran parte del
comportamiento ante las obras de arte.

Llegados los años cuarenta y cincuenta, los estudios sobre la cultura y la sociedad de
masas se dirigieron casi exclusivamente a diagnosticar los efectos nocivos de la misma
sobre la cultura en general. Pocas fueron las voces que se alzaron en defensa de las ideas
de Benjamin y en continuar su camino. Bien es cierto que las recientes experiencias de
manipulación de masas que se habían vivido bajo el fascismo italiano o el nazismo y la
situación cultural estadounidense sometida a los dictados de magnates de la
comunicación preocupados únicamente por obtener buenos beneficios a cualquier
precio, menos al de una cultura honesta y no alienante, fueron hechos determinantes
en los juicios que los pensadores del momento emitieron sobre la cultura de masas y su
nulo carácter estético.

No se tenía en cuenta que la audiencia generada por los nuevos medios en el


acercamiento a las artes hubiese experimentado una transformación histórica de tal
manera que en vez de irse minoritario se podía hablar ahora de arte de masas. Y se hacía
caso omiso de ello porque era eso lo que no se aceptaba: que hubiese un arte de masas.
Guiados por un espíritu elitista, los autores contrarios a la difusión mediática del arte y
negados a admitir la artisticidad de sus productos se refugiaban diciendo que nada se
hacía en esos medios en función de la calidad o la originalidad, que generaban pasividad
estética impidiendo la creatividad y fomentando sólo el consumo de nulo nivel artístico.
Por eso se debían rechazar.

32
Esta serie de opiniones descalificadoras eran las generalmente compartidas por los
estudiosos de las relaciones del arte con los medios de masas. Dos autores que sin
desmarcarse excesivamente de la línea ortodoxa actuaron menos críticamente fueron
los sociólogos Latarsfeld y Merton quienes, en 1948, y tras una serie de investigaciones
de los efectos de los mass media sobre el gusto estético del público, llegaban a la
conclusión de que no había una relación vinculante entre el declive de los gustos
estéticos y el auge de los medios de comunicación de masas.

El Pop Art se interesa, desde sus inicios, por las técnicas y temáticas de la cultura icónica
de masas y se retrae de lo impuesto por la élite. Busca aspectos específicos de la
sociedad industrial, consumista y reproductible en la que se desarrolla su labor, y así, se
inspira en las imágenes y los hechos que se transmiten a través de los más populares
mass media. Las técnicas de composición Pop deben mucho, tanto sintáctica como
semánticamente, a medios como la fotografía, el cómic, el cine o el cartel. La serigrafía,
el fotomontaje, el collage, la supresión o la repetición son modos de acercarse al arte
que difieren por completo de la creación artística tradicional y no así de los métodos
visuales de la cultura popular. Con su labor, el Pop Art ayudó a elevar el nivel estético
de los mass media e hizo que muchos teóricos y artistas se fijasen con nuevos ojos en
ellos.

Por último, me gustaría retomar la conexión entre el caso concreto de la publicidad y el


Pop Art. Ya he analizado que podemos encontramos belleza estética en las obras
artísticas de este movimiento, aunque como he analizado antes no es la razón por la
cual pasan a la Historia del Arte. Aludiendo a Kant y su Crítica del Juicio el Pop Art no
cumpliría con las características del juicio del gusto más que con el agradar
universalmente. Por otro lado, si sería estético en cuanto a lo que él define como belleza
adherente ya que el Pop Art se rige bajo conceptos, es juzgada por la razón y puede ser
perfeccionada.

¿Podemos entonces encontrar igualmente belleza estética en la publicidad? “De nuevo


ciertamente difícil. ¿Qué es la belleza? ¿Lo conveniente para un fin, lo más justo, lo que
cumple una función, aquello que tiene proporción, simetría y equilibrio? No hay
definición clara. Pero lo que está claro es que en cualquier parte se encuentra belleza y
fealdad. Y la estética como disciplina nos demuestra que se puede hablar de belleza sin

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nombrar una sola obra de arte. Siendo algo tan subjetivo, claro que hay belleza en la
publicidad. Hay anuncios que conmueven, que te emocionan, que te “enganchan”, que
te quedan grabados… La poetisa Emily Dickinson dijo una vez que la diferencia entre
unas líneas y un poema es que este último "te hace perder la cabeza”. Esa es la diferencia
también entre un anuncio y la verdadera publicidad entendida como arte”. (J.F. Pascual
Molina)

Conclusión
El horizonte del Pop es la imagen global, el registro en los canales artísticos (obras,
galerías, museos, instituciones) de un proceso cada vez más agudo de
desmaterialización del arte y de estetización de la vida. Las imágenes se independizan
de sus soportes materiales y circulan, como signos, como espíritus capaces de adoptar
los cuerpos más diversos, a través de todos los circuitos e instancias comunicativas de
la cultura de masas.

El Pop revolucionó un panorama artístico en el que el elitismo (sistema social) de la


cultura oficial y el expresionismo abstracto se proclaman como el culmen del arte. Aun
así, imita de los movimientos contra los que lucha el fin que persiguen: plasmar un
significado. No es la obra en sí lo que debe elevar las obras del movimiento Pop a la
categoría del arte, si no el significado que se esconde tras ellas; por tanto, seguiríamos
hablando de un arte de concepto. Se trata de un arte que devuelve la figuración y el
realismo a las vanguardias artísticas, pero utilizando las técnicas más actuales de la
época.

Visto desde ahora, ya con una cierta distancia, y tras su agotamiento expresivo, no cabe
duda de que seguimos todavía dentro de ese horizonte estético. Y por eso la tensión
estética y moral del arte de nuestros días se centra en la búsqueda de una dimensión
propia de la invención artística. En la configuración (difícil y asediada) de un universo
poético y mental, crítico e irónico, alternativo a la imagen global omnipresente.

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