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Gabriela Tovar

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Terapia Familiar
27/11/2018
Revisión de Literatura

Comparación de tipos de Terapia Familiar para Jóvenes con Problemas del


Comportamiento

Las familias pasan por ciertos ciclos de vida durante su desarrollo y evolución, en donde

una de las etapas más difíciles puede ser la crianza de los hijos durante la adolescencia. Cuando

los jóvenes entran a esta etapa, todo los que conlleva criar a los hijos se vuelve diferente y

muchas veces, más complicado. Los problemas en la conducta estarían apareciendo en esta etapa

de desarrollo en los menores, o si es que fueron problemas preexistentes, estos podrían empeorar

en este momento (Chamberlain & Rosicky, 1995). Los trastornos del comportamiento, como el

Trastorno de la Conducta, o el Trastorno Desafiante Oposicional y sus variaciones con conductas

antisociales de los jóvenes, han sido el foco de varias investigaciones, con el fin de desarrollar

intervenciones para los jóvenes y las familias, al igual que determinar cómo la dinámica de la

familia se ve afectada cuando un menor presenta problemas del comportamiento (Anderson,

Vostanis, O’Reilly, 2005). Las dificultades que traen los problemas de comportamiento son de

mucha importancia, sobretodo porque tienen una comorbilidad con el decrecimiento en el ámbito

académico, emocional y relacionar de los mejores. Además de contribuir a largo plazo en

problemas de desajuste en la adultez (Carr, 2009).

Se ha demostrado que un enfoque familiar al trabajar con adolescentes con problemas de

conducta resulta realmente efectivo, sobretodo porque estos problemas suelen mantenerse no solo

debido a atributos del adolescente, es decir, características intrínsecas de ellos, como la falta de

regulación. También factores ambientales y de contexto jugando un rol importante para hacer que

los problemas comportamentales de los adolescentes perduren. Con esto se refiere a que los

padres podrían contribuir a la permanencia de problemas de conducta de sus hijos, ya sea por
negligencia, malas prácticas de crianza, etc (Carr, 2009). En la actualidad existen diversos tipos

de terapia familiar que han sido utilizados para mejorar tanto los problemas de comportamiento

de adolescentes, como el bienestar familiar. Para el presente escrito se plantea revisar

investigaciones acerca de dos tipos de terapia y comparar su efectividad con respecto a cómo

estas intervienen en familias con este tipo de problemática. La primera terapia a evaluar será la

Terapia Familiar Breve Centrada en Soluciones (TFCS), para luego continuar con la Terapia

Familiar Estratégica Breve (TFEB).

Terapia Familiar Breve Centrada en Soluciones

La Terapia Familiar Breve Centrada en Soluciones es una terapia familiar basada en la

evidencia, la cual es dirigida hacia el futuro y hacia un objetivo. Esta terapia fue desarrollada por

los autores Steve de Shazer e Insoo Berg en el Centro de Terapia Familiar Breve en Wisconsin

(Trepper, 2012). El autor Trepper (2012) determina que esta ha sido una de las terapias que más

popularidad ha ganado en los últimos años, debido a su gran utilidad y rapidez al trabajar con

personas con diversas problemáticas. Lo principal que establece esta terapia es que trabaja en las

soluciones en vez de los problemas que tiene la familia. Es por esto que uno de sus pilares es que,

si algo no es un problema, no debería arreglarse. Además, determina que si algo funciona bien

dentro de una familia, se debería hacer más de aquello, mientras que si es que algo no funciona,

se realiza algo diferente (Trepper, 2012). La TFCS ha sido estudiada extensamente, con una

variedad de estudios demostrando su efectividad. Por esta razón en las siguientes líneas se

revisará lo que esta terapia puede aportar con respecto a familias de adolescentes con problemas

de conducta.

Corcoran (2006) realizó una investigación con 239 jóvenes y sus familias. El objetivo de

su investigación fue comparar el efecto de la TFCS con el “Tratamiento Usual” que reciben las

familias con jóvenes con problemas de comportamiento, para así determinar el grado en que

ambas terapias afectan a las familias con este tipo de problemas. Los niños fueron referidos desde

la escuela, que fue el lugar en donde se impartió la terapia para la familia. Las familias fueron
asignadas aleatoriamente a los dos tipos de terapia. Ambas terapias tuvieron el mismo número de

sesiones con las familias, de 4 a 6. La mayoría de jóvenes fueron mujeres, en un 87%, y hubo una

predominancia de raza blanca en las familias.

Los resultados demostraron que la TFCS tuvo un mejor involucramiento de las familias

en el tratamiento a comparación al tratamiento usual que se les aplicó. A pesar de esto, no existió

una diferencia significativa en cuanto a percepción de cambios en los problemas conductuales de

los adolescentes, por parte de los jóvenes o padres. Es decir, ambas terapias resultaron eficaces

para disminuir los síntomas de los adolescente su mejorar el funcionamiento familiar, pero no

existió una diferencia entre ambas terapias. En cuanto a limitaciones se encontró que los autores

no tuvieron medidas estandarizadas para medir los cambios dentro de terapia. Los autores

tampoco utilizaron un grupo de control, y ellos expresan que pudo haberse dado un sesgo al haber

realizado algunas entrevistas de acuerdo al proceso de terapia por medio de llamadas telefónicas.

La eficacia de la TFCS ha sido investigada por Corcoran & Stephenson (2000) de igual

manera. Para su estudio ellos reclutaron a 136 jóvenes y sus familias, con el fin de trabajar en los

problemas de comportamiento que presentaban los niños y mejorar la dinámica familiar. La edad

de los menores fue de los 5 hasta los 17 años. Un 63% fueron varones, mientras que un 36%

fueron mujeres. Dentro de la muestra se contó con la participación de familias de raza blanca

(77.9%), afroamericanos (8.8%), mexicano-americano (2.2%), asiáticos y otros (2.9%). Las

familias completaron de 4 a 6 sesiones de terapia. Lo que se midió fue el efecto de antes y

después a partir de la intervención. Lo que encontraron los investigadores fue que en las escalas

utilizadas para medir los sentimientos, comportamientos y actitudes de los menores, hubo un

cambio significativo al haber estado expuesta la familia a la TFCS. Los padres de igual manera

reportaron mejorías en cuanto a los problemas de conducta de sus hijos, al igual que en problemas

psicosomáticos, impulsividad e hiperactividad.

A pesar de esto, existen limitaciones en el presente estudio a tomar en cuenta. Una de las

limitaciones más significativas fue que varios participantes abandonaron terapia, lo cual pudo
haber sesgado los resultados. Adicionalmente, los autores utilizaron herramientas limitadas para

la recolección de datos con respecto a la efectividad de la terapia. Si bien utilizaron dos escalas, la

Feelings, Attitudes, and Behaviors Scale for Children (FAB-C) y la Conners’ Parent Rating

Scale, algunas preguntas resultaron confusas para los menores, lo cual pudo haber afectado en los

datos. Los investigadores tampoco realizaron seguimiento de las familias, por lo que no se puede

saber si es que el efecto de la terapia logró mantenerse a través del tiempo.

En otro estudio conducido por Anderson, Vostanis & O’Reilly (2005) se estudió el efecto

de la TFCS en familias con adolescentes con problemas de comportamiento mediante un

seguimiento por 3 años. Los participantes fueron 40 familias que recibieron tratamiento de la

TFCS. A los miembros se les aplicaron medidas de seguimiento, como fueron las Health of the

Nation Outcome Scales for Children and Adolescents (HoNOSCA) y el Strengths and Difficulties

Questionnaire (SDQ). Estas escalas fueron aplicadas pre y post intervención, y después de 34

meses fueron aplicadas nuevamente. Se impartieron de 5 a 7 sesiones de terapia con el fin de que

la familia logre encontrar nuevas soluciones a sus problemas, además de trabajar en la relación de

padres e hijos.

En los resultados se encontró que a partir de la intervención, los jóvenes y las familias

reportaron una mejoría significativa en la mayoría de escalas de medición con respecto a los

problemas de los menores, predominando un cambio en cuanto a la conducta de los hijos y un

mejor funcionamiento a nivel familiar. Sin embargo, esta mejoría no se vio sostenida a través del

tiempo, que serían 34 meses después de la intervención. Los autores explican que esto pudo

deberse a varios factores externos y del desarrollo, pero que los resultados fueron consistentes a

otras investigaciones con respecto a programas de intervención familiar. Las limitaciones del

estudio radican en que la muestra utilizada fue muy reducida en tamaño. Adicionalmente, no se

utilizaron herramientas diagnósticas para evaluar los problemas de comportamiento de los niños.

El HoNOSCA en específico no es una herramienta muy sensible para medir el cambio en cuanto

a conductas problema en los jóvenes, según los autores.


Finalmente, Windows, Richards & Vostanis (2004) quisieron saber cuáles fueron las

percepciones de una familia de adolescentes con problemas de comportamiento a partir de la

intervención de la TFCS. 100 padres y 22 hijos de las edades de 5 a 12 años fueron reclutados

para recibir la TFCS. La familia recibió de 6 a 8 sesiones dentro de su hogar. Para el análisis de

datos se realizó una entrevista estructurada, en donde las respuestas de cada miembro de la

familia fueron escritas y agrupadas. Las respuestas similares e idénticas fueron puestas en una

misma categoría para luego ser analizadas después de la intervención. Lo que los investigadores

descubrieron fue que en su mayoría, la familia reportó sentirse realmente involucrados dentro de

terapia, y los jóvenes expresaron que las intervenciones que promovían el encontrar soluciones

fueron las que más les sirvieron. Además, en el estudio los autores encontraron que las familias

reportaron una mejora en un 59% en cuanto a problemas comportamentales de los menores, y en

cuanto a sus dificultades familiares. Además, los problemas de los jóvenes relacionados con su

desenvolvimiento dentro del ámbito escolar, mejoró en un 78%, todo esto gracias a la TFCS.

Los autores señalan algunas limitaciones a tomar en cuenta al analizar el estudio. En

primer lugar, los autores no utilizaron medidas cuantitativas para evaluar la percepción de las

familias con respecto a la TFCS, sino utilizaron medidas cualitativas y descriptivas acerca de

cómo se sintieron a través del proceso de terapia. Otra limitación fueron la superficialidad al

evaluar las intervenciones realizadas con las familias, en donde no se evaluó en específico cuál

fue su efecto. Finalmente, el reducido número de niños pudo haber afectado los datos de igual

manera. Una mayor muestra con jóvenes podría hacer que los datos se hicieran más

generalizables.

Terapia Familiar Estratégica Breve

La Terapia Familiar Estratégica Breve es una terapia familiar a corto plazo, desarrollada

con el fin de disminuir problemas de conducta en los jóvenes, tales como uso de drogas,

conductas sexuales riesgosas, y delincuencia (Szapocznik, Schwartz, Muir & Brown, 2012). La

premisa de la TFEB establece que las familias de jóvenes con problemas del comportamiento
interactúan de una forma en la que se está promoviendo estos problemas, de manera que el

objetivo de la terapia es cambiar la forma en que los miembros interactúan dentro de su relación

para que los problemas del adolescente no sean permitidos ni reforzados internamente

(Szapocznik et al, 2012). Las intervenciones de esta terapia se realizaron a partir de un modelo

integrativo que combina la Terapia Estructura de Salvador Minuchin, junto con la Terapia

Estratégica de Jay Hayley (Szapocznik et al, 2012). La Familiar Estratégica Breve tiene tres

principios fundamentales en los que se basa. el primero expresa que es una terapia familiar de

sistemas. Con esto se refiere a que los miembros son interdependientes de cada uno, y lo que haga

un miembro va a influenciar en lo que otro haga también. El segundo principio establece que los

patrones repetitivos de comportamiento de la familia, van a influenciar en el comportamiento de

cada uno de los miembros. El tercer principio es que la TFEB plantea intervenciones que se

enfocan en el problema, y tienen el objetivo de encontrar los patrones maladaptativos de la

familia, mientras refuerza los patrones positivos de interacción (Szapocznik et al, 2012).

Una vez resumido los aspectos principales de esta terapia, es necesario determinar qué

determinan las investigaciones acerca de su efecto dentro de los problemas comportamentales en

los jóvenes. Para esto, uno de los estudios de más importancia han sido el de Szapocznik &

Williams (2000). Ellos recopilaron 25 años de investigaciones y práctica de la TFEB en

problemas de comportamiento de adolescentes y el uso de sustancias de los mismos. Para esto

recopilaron 7 estudios en donde la TFEB fue utilizada en familias para disminuir los problemas

conductuales de adolescentes. Los estudios variaron en cuanto a su muestra; la mayoría mostraba

estudios de 79 participantes, hasta 108, pero a excepción de un estudio que contó con 41

participantes. Lo que hace interesante de estos estudios es que cada uno fue realizado en una

población hispana, mayormente adolescentes cubanos y sus familias. En los estudios se utilizó el

TFEB, o el TFEB junto a otras terapias, como One Person Family Therapy, Family Effectiveness

Training, o Bicultural Effectiveness Training. En todas las investigaciones, menos en uno, se

utilizó un grupo de control para comparar las condiciones con respecto al efecto de la TFEB.
Lo que tuvieron en común los resultados de las investigaciones fue que hubo una mejoría

en el funcionamiento familiar, y disminución en comportamientos problema en los adolescentes.

En algunos estudios se exigió que la TFEB tuvo el mismo impacto positivo al disminuir las

conductas problema del adoelscente que el grupo de control, pero se vio que a nivel de

funcionamiento de la familia, la TFEB fue superior. El artículo concluye recopilando, lo

descubierto en los estudios, que la TFEB es de gran eficacia al ayudar a las familias de acuerdo a:

involucrarlas más en el tratamiento; reducir el consumo de sustancias, disminuir problemas

conductuales y emocionales en los jóvenes; y mejorar el funcionamiento familiar. Con respecto a

las limitaciones del estudio, lo que los autores expresan es que el trasladar la terapia a otras

poblaciones que no sean las que fueron estudiadas, que en este caso serían familias cubanas

inmigrantes viviendo en Miami, podría constituir un problema. La muestra se ha basado

fundamentalmente en una población hispana, y en el estudio no se vio que esta haya sido utilizada

en otras poblaciones, por lo que se recomienda tomar los resultados de acuerdo a los participantes

que se utilizaron en estos estudios en específico.

En otro estudio conducido por Santisteban et al. (2003) se planteó medir el efecto que

tenía la TFEB en el tratamiento de jóvenes hispanos con problemas del comportamiento y sus

familias. Para esto se reclutaron a 126 familias hispanas con un adolescente que tenía problemas

de comportamiento Las edades de los menores iban desde los 12 a los 18 años, y un 75% de los

jóvenes eran hombres. Cada una de estas familias fue asignada aleatoriamente a 1 de 2

condiciones, en donde se les daba TFEB o Tratamiento de Grupo de Control. En el grupo de

control no se dio terapia, sino se formó un ambiente en donde los jóvenes y familias podían

hablar y buscar soluciones para sus problemas mediante la conversación.

Lo que mostraron los resultados fue que la TFEB superó al grupo de control en varios

aspectos: mejoró los problemas de conducta de los jóvenes, delincuencia y el autoreporte de uso

de sustancias. Además, se encontró que la TFEB fue más eficaz que el grupo de control al

modificar el funcionamiento familiar, de acuerdo a los autoreportes de los miembros de la familia


y el adolescente al expresar que había más “cohesión”. En cuanto a las limitaciones del estudio,

existieron varios abandonos de los participantes en ambos grupos, con un promedio de 32%.

Aunque se expresa que la falta de los participantes no fue significativa para dañar los resultados,

los datos se hubieran reforzado más al haber contado con las personas que abandonaron el

estudio. Otra limitación sugiere que fue difícil obtener los datos mediante observación ya que

hubieron veces que no toda la familia se encontraba dentro de sesión. Debido a esto no se pudo

notar la interacción entre todos los miembros; por lo tanto los resultados podrían resultar

sesgados. Tampoco se realizó una evaluación de seguimiento a la familia, por lo que los autores

estableces que no se podría saber si es que el efecto de la terapia se mantuvo a través del tiempo.

La efectividad de la TFEB se verificó de igual manera en un estudio llevado a cabo por

Valdez, Cepeda, Parrish, Horowitz & Kaplan (2013). Ellos quisieron ver qué tan efectiva era la

TEFB para trabajar a los problemas de comportamiento de adolescentes mexicanos afiliados a

pandillas, y a sus familias. Se reclutaron 200 familias con jóvenes con edades desde los 12 hasta

17 años. Los jóvenes debían haber reportado pertenecer o haber pertenecido a una pandilla. Las

familias fueron designadas a un grupo experimental y de control aleatoriamente. En grupo

experimental recibió la terapia TFEB mientras que el grupo de control recibió ayuda de agencias

de servicio de salud, que se centraron en dar psicoeducación a los participantes.

Los autores determinaron de acuerdo a los resultados que el grupo dentro de la TFEB

mostró efectos positivos para los adolescentes comparado con el grupo de control, sobretodo al

disminuir el uso de substancias de los mejores en los últimos 30 días de tratamiento. Este efecto

sobre el alcohol se vio que fue moderado, ya que se evidenció que ella reducción en cuanto a uso

de alcohol se mantuvo por el período de seguimiento que fue de 6 meses. De igual manera, se

redujeron y mantuvieron en decrecimiento los problemas de conducta en los jóvenes, al igual que

se redujo su impulsividad e hiperactividad. Los autores señalan que existieron algunas

limitaciones en cuanto a su metodología. Por ejemplo, los autores utilizaron una escala con baja

confiabilidad, que fue la FACES III. De igual manera, el grupo de TFEB tuvo más participantes
mujeres, por lo que el género pudo haber afectado los resultados. También, los autores analizaron

los resultados de los adolescentes y de los padres por separado. Es decir, no tomaron en cuenta la

interdependencia en la que se basa la TFEB al no ver la interacción de los miembros de la familia.

Finalmente, se ha investigado no solo qué tan efectiva es la TFEB para disminuir

problemas de conducta en los adolescentes, sino qué tan eficaz es para involucrar más a las

familias dentro de terapia y “retenerlas” en tratamiento. Coatsworth, Santisteban, McBride &

Szapocznik (2001) se plantearon analizar el efecto de la TFEB y cómo son sus mecanismos para

involucrar más a los pacientes y mantenerlos hasta la finalización del tratamiento. Para esta

investigación se realizó una comparación entre la TFEB y Comparación de la Comunidad (CC)

para mostrar el involucramiento usual de las familias y sus prácticas dentro de la comunidad. La

muestra del estudio estuvo constituida por 104 familias, mayormente hispánicas o

afroamericanas, que fueron asignadas aleatoriamente a un grupo de experimental o de control. En

todas las familias existió un adolescente de “alto riesgo”, con problemas de comportamiento.

Lo que encontraron los autores fue que la TFEB fue superior al involucrar y retener a un

mayor número de casos en terapia que la CC. En porcentajes se pudo ver que un 81% en la

TFEB, mientras que en la CC un 61%. En retención, un 71% se mantuvo más en completar

terapia, a comparación de un 42% de retención en las familias de CC. Las limitaciones del

estudio señalan que existió una falta de recursos que no les permitieron a los autores evaluar a las

familias que no se involucraron en terapia, sino solamente a un 77% de familias que sí terminaron

el tratamiento. Otra limitación proviene del grupo de comparación que es la Comparación de la

Comunidad. Si bien este tipo de comparación es el procedimiento estándar para familias en los

Estados Unidos para la problemática con respecto a los adolescentes con problemas de conducta

y en alto riesgo, la forma en la que se maneja el tratamiento en este grupo varía mucho de

terapeuta en terapeuta. Por lo tanto, no se pudieron medir intervenciones en específico dentro de

este grupo para saber si es que hubo algún cambio significativo en los individuos.
En conclusión, ambos tipo de terapia, tanto la Terapia Familiar Centrada en Soluciones

como la Terapia Familiar Breve Estratégica, han mostrado qué tan eficaces pueden ser para

trabajar con familias con jóvenes con problemas del comportamiento. Ambas terapias muestran

evidencia de que son realmente útiles al trabajar con familias con este tipo de problemática, sin

embargo, de lo que se investigó se pudo concluir que estudios en una población específica de

adolescentes puede ser mayormente encontrada en la TFBE, mientras que en la TFCS se pueden

encontrar investigaciones con una población de edad más temprana. Por esta razón, podría ser

más beneficioso utilizar la TFBE al encontrarnos con una familia con un adolescente con

problemas de conducta, pero ambas terapias pueden resultar de gran ayuda trabajar con las

familias.
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