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El impacto del transporte público en
el medio ambiente
TERRITORIO Y URBANISMO 03/07/2016 - No hay comentarios
La movilidad, ya sea en transporte público o privado, dentro de los núcleos urbanos está adquiriendo un
protagonismo creciente. El mundo cada vez se hace más urbano y se desplaza cada vez más, tanto
interior como exteriormente. Actualmente más del 50% de la población mundial viven en ciudades.
Mientras en la UE el 80% de los ciudadanos vive en zonas urbanas, en España lo hace el 70%.
Esta presión demográfica provoca una gran intensidad y frecuencia de desplazamientos en las tramas
urbanas que agrava los efectos en su entorno, tanto positivos como negativos. Para darnos cuenta de la
problemática en los núcleos urbanos, es que solo suponen el 1% del territorio, y consumen más del 75%
de la energía y producen el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además hay que
añadirle que son los grandes subsistemas económicos donde se concentra la producción y el consumo (el
85 % del PIB de la UE se genera en sus ciudades). Concretando el verdadero problema de los impactos
del transporte es que se generan en un ámbito muy reducido, donde se concentra la población y la
economía de la mayor parte de los países.
El impacto del transporte no sólo afecta al medio ambiente sino también a la salud de la ciudadanía.
Según datos del Ministerio de Medio Ambiente en España se producen 16.000 muertes prematuras al
año relacionadas con la contaminación atmosférica. Estudios independientes afirman que dos días de alta
contaminación suponen un incremento del 1,5% en la tasa de mortalidad de las grandes ciudades.
El ruido es uno de los impactos con menor aceptación social ya que repercute directamente en la calidad
de vida de la ciudadanía. Aunque en las últimas décadas nos hemos habituado al ruido producido por el
tráfico, este ruido puede tener efectos perniciosos en nuestra salud. Estos trastornos pueden ser tanto
físicos (disminución de la audición, aumento de la presión arterial, etc.) como psicológicos (depresión,
incapacidad, fatiga, etc.).
Los ruidos provocados por estos vehículos, son producto del funcionamiento del motor, de las
transmisiones y de la fricción del vehículo con el suelo y el aire. A mayor número de vehículos mayor
ruido, por tanto, la mejor opción para reducir la afección acústica es desplazarse por medios no
motorizados o por transporte colectivo.
España es de los más ruidosos del mundo, un 85% de la población de las ciudades está sometida a un
ruido que rebasa la cifra límite de los 70 decibelios.
Menos perceptibles aunque importantes son los efectos indirectos, como los residuos generados por la
construcción o abandono de los vehículos o de sus infraestructuras.
Existe otro gran impacto derivado del tráfico, que es la siniestralidad. A pesar de ser un impacto más
social que ambiental, las consecuencias son dramáticas. La accidentalidad varía en relación al medio de
transporte, por ejemplo los medios con plataforma exclusiva (tren o metro) presentan una siniestralidad
más baja que los medios de plataforma compartida (autobuses, coches, furgonetas, motocicletas,
peatones y ciclistas). Y dentro de la plataforma compartida los medios no motorizados y colectivos
constituyen los medios menos peligrosos, en contraposición a las motos y automóviles.
En relación a los vehículos motorizados es en los espacios urbanos donde es más probable tener un
accidente, esto se debe a una cuestión de exposición. En las vías de estos núcleos se realizan muchos
más desplazamientos que en otras carreteras. Según la UE, dos de cada tres accidentes de tráfico y una
de cada tres víctimas se producen en zonas urbanas. La gravedad de los accidentes en las vías urbanas es
inferior en relación al número de accidentes, esto se debe a una velocidad media inferior a la de otras
carreteras.
Otro efecto es el impacto visual, especialmente en los cascos históricos y zonas monumentales. Este
efecto a pesar de tener menor importancia, puede desvirtuar la percepción del paisaje urbano, reduciendo
el atractivo del casco histórico o de toda la ciudad.
https://www.semana.com/nacion/articulo/impactos-ambientales-del-diesel-de-los-buses-de-
transmilenio/564178
¿Por qué le debería interesar el
debate de los buses de
TransMilenio?
La tendencia mundial es que a futuro se elimine el uso de combustibles fósiles
como el diésel. Las razones son médicas. Esta sustancia está relacionada a la
generación de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y el cáncer de
pulmón.
¿Por qué le debería interesar el debate de los buses de TransMilenio? Foto: José Edilberto
Barrera / Semana.com
Lo que no hay que perder de vista con el debate que se ha generado alrededor de
la renovación de la flota de TransMilenio es que es una buena noticia para la
ciudad. Esta licitación se debió haber hecho desde 2012 y que por fin parezca
materializarse ya es algo positivo.
Nada puede ser peor que continuar con una flota que se vara, emite gases
altamente contaminantes y que ya debería estar chatarrizada. Pero entonces, ¿por
qué la polémica alrededor de los nuevos buses de Transmilenio?
El punto más álgido del debate tiene que ver con la continuación del diésel o la
transición a tecnologías más limpias. Hay quienes consideran que no se le está
dando importancia al ambiente y al impacto de la salud de los bogotanos.
Para Bonilla no hay que dejar de lado que el usuario de TransMilenio está muy
expuesto a estas emisiones de material particulado por el tiempo de sus trayectos
de los buses, y el tiempo que pasan en las estaciones. Además, resaltó que estos
vehículos transitan todos los días durante al menos 18 horas: “Lo que afecta a las
personas es la calidad del aire respirable. Si bien la industria también
contamina, los ciudadanos tienen más contacto con el material particulado del
transporte público porque estas sustancias se emiten mucho más cerca de los
usuarios”.
Puede leer: Los problemas que azotan a los sistemas masivos de transporte
público
La tendencia mundial
En América Latina países como México, Chile, Bolivia también están tratando de
hacer esa transición hacia la eliminación del diésel. Sin ir más lejos, Medellín y
Cartagena han empezado a experimentar con flotas de buses a gas natural, que
se acerca a las cero emisiones de material particulado, y también están
empezando a probar buses eléctricos con las que habría cero emisiones. Ambas
ciudades además han obtenido ganancias económicas con ellos.
Medellín, que cuenta con 408 buses a gas, tuvo un ahorro en combustibles de
44.112 millones de pesos entre 2011 y 2017, y dejó de emitir 100 toneladas de
material particulado. En Cartagena ruedan 192 vehículos hace más de dos años y
han tenido un ahorro anual estimado de 1,2 millones de dólares, según las cifras
de Promigas.
Sin embargo, ninguna ciudad ha hecho el salto para dejar el diésel de un día para
otro. Es un proceso, se tiene que hacer la transición y por eso los expertos
consideran que este es el momento para empezar a dar los pasos a ese proceso
de cero diésel.
¿Atrasados?
Como hasta ahora lo único que parece seguro es el Euro V de todas formas
habría que tener en cuenta ciertas consideraciones. Según explicó Hugo Sáenz,
director de Respira Bogotá, la única forma de reducir el estándar de emisiones
sería que no solo el motor fuera Euro V sino que también el combustible sea Euro
V. Por el momento solo tenemos Euro IV. Habría que traerlo desde Cartagena o
importarlo. Y si definitivamente no se va a exigir un porcentaje de buses a gas o
eléctricos al menos debería haber filtros que podrían reducir en un 97 por ciento la
emisión de material particulado.
Habrá que esperar que el mercado tenga la buena voluntad de hacer, como dice el
Distrito, las mejores propuestas.