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La naturaleza de las excusas inconscientes

Las excusas son seductoras, tienen un poder de persuasión tremendo, principalmente


sobre nosotros mismos ya que ofrecen justo lo que queremos, cuando lo queremos. Las
excusas tienen una variedad tan grande que sería prácticamente imposible cubrirlas si no
es en un libro completo, así que veamos cómo funcionan las excusas inconscientes.

Probablemente el mayor poder de las excusas inconscientes reside,


precisamente, en que son inconscientes y por lo tanto no parecen excusas, sino razones
bien fundadas e incluso naturales. Antes que nada hay que comprender bien a fondo la
naturaleza de las excusas, o justificaciones, cómo es que funcionan, cómo las creamos y
finalmente, cómo las creemos sin pensar que en realidad se trata de excusas.

Las excusas no vienen de una parte malintencionada de nuestro cerebro, en realidad son
un resultado bastante natural de nuestra capacidad racional. Es un mecanismo de defensa.
¿Hay algo que no te gusta? Trata de mantenerte alejado. ¿Hay que hacer cosas que te
parecen molestas, cansadas o aburridas? No las hagas. En realidad no parece muy
complicado, si nos dijeran que hay algo que hacer que nos gusta, aunque tengamos
mucho trabajo o estemos cansados, si podemos hacerlo lo haremos, pero en la misma
situación, otras actividades nada atractivas nos parecerán inadmisibles si no es que
imposibles. He ahí la magia de las excusas, en realidad nos protegen de lo que no nos
gusta, ya que no encontramos un sentido para hacerlo y es un proceso racional normal,
aunque no es muy sencillo, si lo fuera, las excusas no nos funcionarían. El problema aquí,
sería ¿qué tan frecuentemente encuentro “peros” o me excuso ante algo que se me
presenta?

También hay que entender que el mecanismo de las excusas no se refiere a un mecanismo
de razones torcidas y falsas, pueden existir excusas válidas, que serían razones y que
estén orientadas en nuestro beneficio: “no puedo ir al cine porque tengo que hacer
ejercicio”. Aunque en realidad son las menos de las ocasiones. No sólo hay excusas
válidas, sino hay excusas inteligentes, que pueden ser peligrosas por lo mismo y hay
excusas que podemos llamar simplemente estúpidas: “¿por qué?, ¡por que sí!”) Muchas
veces al pensar seriamente en ellas nos pueden hasta dar risa, o parecer absurdas.

Para podernos dar cuenta de las excusas inconscientes que utilizamos tenemos que
empezar por aceptar que tenemos una maquinita de excusas, que es en realidad nuestra
capacidad racional. Muchas personas muy inteligentes pueden tener problemas para
detectar sus excusas pues están tan bien construidas que son difíciles de detectar. Así que
empecemos por aceptar nuestra propia capacidad para “defendernos”, para generar
excusas como el que más y ya no engañarnos a nosotros mismos. Es muy importante
distinguir excusas de razones, y para esto debemos pensar sobre lo que decimos, sobre
todo en nuestro diálogo interno.

Hay personas, aunque algunos lo pondrán en duda, que se levantan a las seis de la
mañana para ir a hacer ejercicio. ¿Cómo es eso? A esas horas el reino de las excusas
domina la mente de la mayoría. En realidad es muy simple, esas personas pueden ver esa
actividad desde un marco de pensamiento donde la actividad es agradable, o brinda
satisfacción, o incluso pueden ver los resultados que ofrece, de ahí que no se presenten
excusas en medio de la somnolencia y confusión del despertar a esas horas de la
madrugada, ya que tienen un sentido bueno para hacerlo. Hay que entender que nuestra
mente funciona con marcos de pensamiento, y un marco puede estar dentro de otro,
formando un complejo sistema de niveles de pensamiento en el que uno mismo ya no
sabe qué quiere. Imaginemos una persona con un marco de pensamiento en el que hacer
ejercicio es conveniente, principalmente para la salud. Pero ese marco está dentro de otro,
en un nivel inferior a otro que tiene programado que hacer ejercicio es desagradable.
Ahora, por encima de ellos hay otro nivel en el que podemos encontrar que las excusas
son malas, son herramientas de flojos y mediocres. ¿Quién usa excusas? Yo no, y tú
tampoco… no utilizamos excusas, son razones. Por eso mismo, porque las excusas son
negadas por las cualidades que les hemos atribuido, entonces la mente necesita colocar
una barrera a la conciencia para no que pueda ver los niveles o marcos de pensamiento
superiores. Ahí reside la magia y fuerza de las excusas, en la negación de las mismas. Ya
Baudelaire había dicho que la mejor estratagema del diablo consistía en hacer creer a
todos que no existía. Pues bien, igual estrategia tienen las excusas, en cuanto pensamos
que no existen empiezan a funcionar.

¿Cómo me deshago de mis excusas?

Para eliminar el auto sabotaje que representan las excusas inconscientes hay primero que
identificar bien el programa que hemos generado de excusas, descubrir que tan
sofisticados hemos llegado a ser en el arte de tomarnos el pelo a nosotros mismos. Aquí
hay una técnica de PNL que puede ayudarte a deshacerte de tus excusas inconscientes.

1. Identifica un resultado deseado

Tal vez quieras cambiar tu tipo de vida, comer sanamente, hacer deporte, ser más
productivo, cualquier cosa que desees y sepas que es bueno para ti. Algo que sirva para
mejorar y ser mejor, en el sentido que prefieras. ¿Ya lo tienes? Pues bien, ahora
represéntate a ti mismo alcanzando tu meta, siéntelo a detalle, visualiza el logro obtenido,
y qué te estás diciendo aquí con tu meta alcanzada.

2. Salte de la escena y reflexiona acerca de las excusas o tus “peros”

Ahora piensa por qué no lo has logrado, cuál es la razón por la que no lo has hecho, deja
que tu mente te de todas las excusas o razones necesarias para no hacerlo. Si te preguntas
¿qué te detiene? ¿Por qué es tan difícil? ¿Qué tan importante es para mi el alcanzarlo y
cual sería el beneficio? Te será más fácil encontrar las excusas que están limitándote,
busca esas “razones” y evalúa cuáles son reales y cuáles son sólo excusas. ¿Está en mis
manos resolver el problema? ¿Qué tendría que hacer? ¿Quiero realmente lograrlo?

3. Analiza (las excusas) tus respuestas a estas dos últimas preguntas.


(Aléjate de la escena, no te identifiques con los logros y observa los mecanismos de las
excusas.) Evalúa todo lo que sientas y te venga a la cabeza, haz un esfuerzo por detectar
hasta las ideas que estén en el borde la conciencia. ¿Son tus excusas buenas? Si tienes
una solución para lograr tu objetivo, y no dependes de nadie en especial, ¿cuándo lo
iniciarías? ¿Qué sientes cuando usas excusas para cosas que realmente te convienen y
date cuenta ahora de que sí puedes realizarlo?

4. Acepta tu capacidad para excusarte y tu capacidad para darte cuenta de ello y


resolverlo.

Si en el punto pasado nada sucedía, o no sabes bien qué pensar pero no te gusta es
probable que todavía no aceptes tu capacidad para generar y usar excusas. Piensa que en
realidad es bastante natural, es un sistema de defensa contra lo desagradable o incluso
doloroso. También piensa que lo mejor es descubrir las excusas más que excusarse de
hacerlo. (Cuidado porque sí existen excusas de las excusas). No pienses si está bien o
mal, trata de ser imparcial, como un investigador o un científico, no vas a juzgar sino vas
a aprender de ti mismo y del programa de excusas. Trata de desmenuzar el sistema de
excusas, de encontrar sus mecanismos y conocerlos bien para que no te tomen
desprevenido.

Ahora relájate, cierra tus ojos y piensa en tu excusa o excusas y visualízalas. Date cuenta
qué tan válidas son. Si consideras que no valen la pena, respira profundo, y cada vez que
exhales mueve esas imágenes lejos de ti, poco a poco hasta que desaparezcan o casi no
las puedas percibir.

Ahora tu espacio está libre de ellas. Retoma y visualiza en este momento la imagen tuya
con tu meta ya alcanzada. Respira profundo e instálala enfrente de ti a una distancia
adecuada, donde te sientas motivado y satisfecho de saber que la puedes lograr.

5. Evalúa tu sistema de excusas y aprende de ellas

Como habrás visto, tu mente ya tenía un sistema funcionando sin que lo notaras,
¡asombroso! Tu mejor herramienta al final del proceso es evaluar las excusas con una
honestidad que pueda estar por encima de ellas, una honestidad que sea funcional. La
intención no es sentirse mal, mucho menos castigarse, la honestidad debe servir para
saber qué excusas pueden funcionar, cuáles no, y cuáles hay que ajustar. Sin este paso
final nada de lo anterior sirve, procura cuestionarte siempre tus razones, una mente
autocrítica es la mejor aliada en contra de las excusas inconscientes.

Las excusas inconscientes pueden ser un auto sabotaje que trae frustración y limitan tu
verdadero desarrollo vital. Con esta técnica de PNL puedes luchar contra ellas y tomar el
control de tu mente y tu vida. Recuerda de practicarlo de cuando en cuando,
principalmente cuando no estés logrando algo que quieres. Una parte muy importante es
jugar con tus excusas, seguirles el juego hasta ver si realmente se trata de excusas
injustificadas, y si lo son, trabajarlas para que dejen de serlo. Nunca hay que denunciarlas
y satanizarlas por ser excusas, esto sólo logrará que tu mente intente ocultarte que son
excusas. Cuando descubras una excusa, trata a tu mente como si fuera un niño,
simplemente muéstrale el camino correcto sin demasiado alboroto, como si su excusa
fuera un juego en el que se distrae y un reto a vencer para mejorar tu calidad de vida.

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