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El mundo de cambio e innovaciones con derecho internacionalPor Juan Antonio

TraviesoEl mundo se debate dentro de una sociedad en las que el cambio y la innovación
representan un progreso, pero al mismo tiempo implica un temor generalizado. Mientras
todos los humanos nos sumergimos en los celulares, que iluminan nuestras caras, la vida
continúa a nuestro alrededor, se suceden las estaciones florecen los malvones y los
jacarandás y vienen las lluvias. Pero es el caso que la vida no es un devenir tan simple
como el cambio de estaciones.Cronológicamente algunos ubican ese momento en la caída
del Muro de Berlín, en la que se produjo el cambio de milenio como lo sostiene
Hobsbawn. Por otra parte, los autores que miran el largo plazo afirman que la
globalización se está produciendo desde hace quinientos años. Hay que preguntarse si el
renacimiento, no constituyó una suerte de globalización.

Sin embargo, el vértigo es impresionante. Las fotografías amarillean a un ritmo frenético


y los hechos que se suceden adquieren un ritmo cinematográfico en Ucrania, Gaza, Irak,
Siria, Irán y los drones nos están advirtiendo sobre la gravedad de la situación. Una
realidad que supera cualquier ficción.

Hay autores que están señalando que desde el festival de los estados en el siglo XIX y
XX, estamos viviendo una situación en la que el actor principal es el estado, por su
desorden o por la actitud de negación del orden internacional y sus normas. La
consecuencia es que podemos entrever un mundo caracterizado por la anarquía y el
conflicto internacional.

En un libro del exsecretario de Estado de Estados Unidos de América, Henry Kissinger


hace unos años,afirmó que “el caos amenaza” el orden mundial “junto a una
interdependencia sin precedentes” entre países. El citado autor considera, que el
panorama de la globalización se integra con “La propagación de las armas de destrucción
masiva, la desintegración de Estados, las consecuencias de la destrucción
medioambiental, la persistencia de conductas genocidas y la difusión de las nuevas
tecnologías”.

Ese es el panorama de la realidad internacional con estados y antiestados, con soberanía


acentuada, devaluada y transformada.Así pues, la cuestión de la globalización,
regionalización, estatalidad, posestatalidad y antiestalidad junto con esos nuevos
esquemas del mundo invita a reflexionar sobre el nuevo escenario en el que el futuro se
presenta con un gran interrogante.

Así es porque curiosamente, ahora sucede que hay un cambio de los hitos como el del 11-
S del 2001 en el ataque a las torres gemelas, con el otro acontecimiento geopolítico: la
caída de Lehman Brothers en Wall Street (15-09-08), el gobierno de Donald Trump y los
nacionalismos que invaden los estados.

Esta es una nueva etapa en la historia del mundo. En ella se desvanece el capital como
factor dominante de la acumulación, precedido por el trabajo en el camino de la
irrelevancia. Su lugar lo ocupa excluyentemente la tecnología, la investigación e incluso
la misma innovación junto con el capital humano y el social.Hay una sensación de un
tsunami en la sociedad.El progreso implosionay genera cambios, mientras que el ser
humano cada vez requiere más recursos para hacerse cargo de sus deberes y
derechos.Veamos una foto de la realidad o mejor dicho un film de ella en la que todos
somos actores y actrices de una misma historia.Así es pues, pertenecemos al género
humano; y habitamos este planeta en este momento y en un lugar determinado, en
relación con nuestros semejantes. Vivimos esa realidad porque el tiempo pasa y se refleja
a través de distintas lentes, sean ideológicas, religiosas, o culturales. Pero lo que
necesitamos es salir de la foto e incorporarnos a la realidad, no virtual, la de todos los
días, a ritmo cinematográfico como lo adelantamos. Así ha sido desde el comienzo de la
hominización mientras habitamos un mundo a escala humana. Tal vez el paradigma
iconográfico de esto sea el célebre Hombre de Vitruvio, realizado por Leonardo da Vinci a
finales del siglo XV. Las proporciones ideales del cuerpo humano son también la escala
que aplicamos a la realidad. Hoy podríamos criticarlo y plantear porqué el hombre y no la
mujer de Vitruvio, una especia de Gioconda de la perfección.Pero la realidad del presente
no es la del Renacimiento ni la Edad Moderna. Recordemos que toda la información que
recibía un ser humano en la Edad Media era equivalente al Diario La Nación o Clarín del
domingo. Nada más.Hoy, en un mundo globalizado e hiperconectado –dentro de una
engañosa forma de comunidad-, esa escala humana esencial está amenazada.

La escala humana es vital. Es una unidad de medida que se alimenta de la subjetividad


para establecer los lazos sociales, reforzarlos, proyectarlos e imaginar un futuro entre
todos, porque supone el reconocimiento del paso del tiempo: distingue pasado de
presente, y presente del futuro.

Preservar esa unidad social, es fundamental para recuperar la posibilidad de pensar un


mundo como el actual, que se pretende como el único posible.

Allí, en ese mundo, el derecho internacional es la clave de bóveda, la base, el menhir, el


punto de referencia y aquí en esta publicación de elDial está la fórmula para hallar las
soluciones.

Citar: elDial CC5A34


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