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Guayaquil, 04 de Julio de 2018

Estimados Comité de Ancianos

Congregación Villa Club Este:

Mediante la presente doy las gracias a Jehová por la provisión amorosa de darnos personas
como ustedes que nos dirigen en todo momento, y más ahora cuando estoy pasando por una
dura prueba. Les doy las gracias a ustedes por tener la sabiduría para poder llevarnos al
arrepentimiento de malas obras de la manera más apropiada siguiendo el mejor proceso
marcado por nuestro esclavo fiel y discreto.

Debido a un pecado cometido se concluyó que debía ser expulsado, también se me indicó que
el motivo era no haber confesado la magnitud del pecado a mi esposita, lo cual hice de esa
manera por desconocimiento. Luego de entender bien el debido proceso, y de deshacerme de
otras inquietudes de la vida que tenía, con mucha oración y ruegos para tener valor, la misma
noche confesé con todo detalle la magnitud de mi pecado a mi esposa, prueba de ello es un
divorcio pendiente, y actual separación. Me pidió que me vaya de la casa, me fui, y esa noche
me la pasé orando y suplicando para hacer lo correcto, con muy pocas oras de sueño. Al
despertar empecé mi trabajo de arrepentimiento porque eso entendí luego de mis oraciones,
me comuniqué con las partes afectadas y los gané para Jehová, porque es quien ablanda los
corazones, me perdonaron la falta, ahora están en manos de Jehová. Entiendo que he pecado
contra Jehová, pero tuve el deseo de limpiar su nombre porque nadie debe pensar mal de él y
su organización. Con este valor ardiente en mi corazón supliqué a mi esposita que me perdone,
me dio la oportunidad de conversar para que finalmente me diera una sola oportunidad bajo
ciertas condiciones, condiciones que acepté porque amo a mi familia y porque quiero seguir
apoyándolos en todo sentido, sobre todo espiritual en lo cual estábamos progresando con
noches de adoración más regulares y de calidad. Aunque me permitió regresar a casa, estamos
separados y aún con un posible divorcio. Orando a Jehová, suplicando para hacer lo correcto,
mi corazón me decía que tenía que darle más tiempo, por lo que decidí renunciar a mi trabajo,
algo que ya tenía pensado hace algún tiempo porque no me dejaba cumplir con mis
responsabilidades espirituales de forma cabal, hoy luego de 11 años de trabajo en la Aduana
he puesto mi renuncia irrevocable para servir más y mejor a Jehová mi amoroso Dios, él se
merece las palabras del Apóstol Pablo he sufrido la pérdida con tal de ganar a Cristo, así
empiezo un nuevo rumbo laboral propio que me permitirá entregarme de lleno a la obra de
Dios porque un gran soporte para mi es poder predicar sin redes sociales porque deseo
hacerlo en persona, y dar calidad amorosa a mi familia. Me siento como Ezequías después de
su sentencia de muerte, y me pregunto si después de lo que Jehová me ha motivado a hacer
debo ser expulsado, tengo esa duda? En qué beneficiaría mi expulsión a mi y a mi familia, ya
he hecho todo lo que Jehová me ha enseñado que haga bajo oración, he hecho lo que dice 2
Reyes 20:2, 3 “Ante aquello, él volvió el rostro a la pared y empezó a orar a Jehová, diciendo:
3 “Te ruego, oh Jehová, recuerda, por favor, cómo he andado delante de ti en veracidad y con
corazón completo, y lo que era bueno a tus ojos he hecho”. Y Ezequías se puso a llorar
profusamente.” Ya estoy recibiendo disciplina con un posible divorcio y con eso la privación de
ver a mis hijos, estoy dejando todo valor material por Jehová y su pueblo para servirle mejor.
Isaías 38:9-20 describe mejor lo que siento, siento demasiada opresión cuando he reaccionado
favorablemente para Jehová, su pueblo y mi familia.
De esta manera solicito apelar a mi expulsión, dejando en claro que no me opongo al proceso y
dando gracias a mis ancianos que supieron llevarme al arrepentimiento, son benditos de
Jehová. Dejo en manos de Jehová la decisión que tomen, porque de él viene mi salvación y mi
vida eterna.

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