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Trabajo Práctico 1
En primer lugar, quisiera tomar como ejemplo de música para piano el Estudio Op. 25 nº 2
de Fryderyk Chopin (1810 – 1849):
Esta obra en particular pertenece a las tres series de estudios de Chopin, realizando, tanto en el
Op. 10 como en el Op. 25 (compuesto entre 1832 y 1836) un estudio por tonalidad (es decir 12
estudios pertenecientes a cada Op.). Aquí se ilustra la dificultad excesiva que se requería en un
supuesto “estudio”, exigiendo un nivel prácticamente profesional. Sobresalen la velocidad y
dificultad de la mano derecha, y la dificultad rítmica de realizar tresillos de corchea en la mano
derecha mientras se realizan tresillo de negra en la mano izquierda (es decir, valores irregulares
en ambas manos). Además, destaca la belleza de una melodía que se deja traslucir entre un
sinfín de notas generando un clima realmente emotivo
En segundo lugar, tomaré la Quinta Sinfonía de Franz Schubert (1797 – 1828), como
ejemplo de la vigencia de la forma clásica. Durante el romanticismo temprano, muchos
compositores optaron por continuar con la forma tradicional en sus obras, aunque se fuera
incorporando un lenguaje musical algo diferente.
La quinta sinfonía de Schubert es considerada una de las más cercana al estilo clásico, no sólo
desde el punto de vista del lenguaje sino también desde el formal (consta de cuatro
movimientos, el primero allegro, el segundo andante, el menuetto y por último el allegro
vivace del final). Sin embargo, si la comparamos por contraste con la Sinfonía Inconclusa de
este mismo compositor, vemos una marcada diferencia en el estilo, siendo la segunda de un
carácter mucho más lírico y turbulento que la primera; aunque originalmente haya estado
planteada en cuatro movimientos (es decir, la estructura formal externa sería conservada), el
lenguaje y la estructura interna de cada movimiento cambia rotundamente.
Quisiera destacar, además, la importancia de otros formatos musicales que han tenido
lugar a lo largo de este período, tales como el Lied o canción y la música coral.
El primero se caracterizó principalmente por la importante relación que existe entre la letra y la
música, y el lirismo de sus melodías. Los compositores más destacados en este género son
Franz Schubert, Robert Schumann, Johannes Brahms, Hugo Wolf, etc, todos ellos aportando
diversas técnicas nuevas a este género.
El segundo género supuso una vuelta al repertorio clásico, puesto que, así como la música
orquestal o para piano avanzó con técnicas nuevas y se profesionalizó cada vez más, los coros
tuvieron el recorrido inverso, ya que aparecieron en escena los coros de aficionados y las
sociedades corales, retomando, así, el repertorio anterior.
2) Gioachino Rossini (1792 – 1868) fue uno de los más importantes compositores operísticos
del siglo XIX de toda Italia y por consiguiente de toda la música occidental. El aria “Di piacer mi
balza il cor”, perteneciente a la Ópera La gazza ladra, ilustra claramente el estilo del bel canto,
el cual, el mismo Rossini contribuyó enormemente a conformar. Se aprecian aquí melodías
sumamente ágiles y graciosas, aunque de gran dificultad para el cantante. Este aria contiene
dos partes diferenciadas, propias de la forma de la época: una sección cantabile, lenta y lírica y
la cabaletta, mucho más animada y brillante.
El otro aria que quisiera mencionar pertenece a la ópera Der freischütz (El cazador furtivo) de
Carl Maria Von Weber (1786 – 1826): "Leise, leise fromme Weise". Sigue siendo notable aquí la
dificultad técnica del bel canto, aunque la melodía posee un carácter mucho más dramático
que lo que se escucha en el aria de Rossini, además la armonía, en toda la obra de Weber en
general, es mucho más compleja y densa.
La ópera de la segunda mitad del Siglo XIX se vio altamente influenciada por el
contexto socioeconómico de todo Europa y América. Luego de la Revolución Francesa y las
guerras napoleónicas, se había comenzado a consolidar el concepto de Nación como grupo de
ciudadanos con una herencia en común y no como súbditos de un soberano; en este sentido, el
movimiento nacionalista buscaba generar un sentimiento y una cultura de unidad. Esto se vio
reflejado en todos los ámbitos de la vida cotidiana y, por supuesto en el arte.
Por otro lado, el consumo de la música en particular se había extendido a la mayoría de
la población trabajadora, por lo que la producción musical ya no era tan prolífera como antes, y
apuntaba más a poner en escena obras ya conocidas. Los compositores, por lo tanto, podían
dedicar mayor tiempo a componer sus obras. Además, al aumentar el público, las orquestas se
agrandaron y los cantantes necesitaron más caudal e intensidad, por lo que perdieron la
agilidad de las arias del bel canto. Esto sumado a los avances industriales del momento (por
ejemplo, la invención de la iluminación a gas que permitió generar diversos climas durante las
óperas y lograr que el público permaneciera en solemne atención) condujo a una gran
modificación de carácter en la música. Una armonía más compleja y melodías más densas y
trágicas fueron las principales consecuencias de esto.
Quisiera poner como ejemplo de los compositores italianos, el aria de Otello “Ave
María, piena di grazia” de Giuseppe Fortunino Francesco Verdi (1813 – 1901). Aquí se nota
claramente un carácter bastante trágico y denso, además de que se eliminan por completo las
secciones del aria de comienzos de siglo (sección cantabile y cabaletta).
Por otro lado, y llevando al extremo el dramatismo operístico de este período pondré
como ejemplo el aria final de la ópera Tristán e Isolda “Liebestod” de Wilhelm Richard Wagner
(1813 – 1883). En este drama musical se percibe una total tensión, no sólo en el carácter
sumamente lírico de casi todas sus arias y en la inmensa orquestación, sino también y sobre
todo en la base armónica, muchísimo más compleja y densa que todos sus predecesores.
Además, toda esta tensión acompaña una historia ya de por sí trágica.