Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El proceso y la
lógica de la investigación científica.
INDICE
PRESENTACIÓN
1. INTRODUCCIÓN
1.1. Características del conocimiento científico
1.2. El método y su importancia
2. LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
3. EL PROCESO Y LA LÓGICA DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
3.1. El problema
3.2. La hipótesis
3.3. Validación de la hipótesis
3.4. Interpretación
4. CARACTERÍSTICAS DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO-
EXPERIMENTAL
5. POSIBILIDADES Y LIMITACIONES DE LA APLICACIÓN DE LA
METODOLOGÍA CIENTÍFICO – EXPERIMENTAL A LA EDUCACIÓN
6. REPERCUSIONES METODOLOGICAS
7. EL CAMPO DE LA INVESTIGACION CIENTIFICO -EXPERIMENTAL EN
EDUCACION
RESUMEN
1
PRESENTACIÓN
1. INTRODUCCIÓN
Entre las características que diferencian al ser humano de otros seres animados se
encuentran su curiosidad y su inteligencia. La curiosidad le ha hecho preguntarse el por
qué de las cosas y su para qué, y su inteligencia le ha permitido tanto averiguar
respuestas cuanto decidir sobre la valía de las mismas.
Las explicaciones que ha ido encontrando como respuesta a su curiosidad han sido de
diferente naturaleza; en ocasiones ha acudido a la revelación, en otras a las opiniones de
personas prestigiosas o que desempeñan cargos de autoridad, sin dejar de lado la
aplicación del sentido común a la resolución de situaciones que requerían una respuesta
aceptable.
La evolución y el avance del ser humano ha tenido en su capacidad crítica uno de sus
pilares más sólidos; merced a ella los humanos no aceptan sin más cualquier explicación
y, cada vez en mayor medida, solo dan por buenas, y no siempre de modo definitivo,
aquellas que, sometidas a prueba, han salido indemnes y, por lo tanto, robustecidas.
No debe extrañar que así sea dado que entre sus intereses se encuentra, desde luego, el
saber por el saber, el disfrute del conocimiento. Sin embargo, su necesidad de hallar
soluciones a sus problemas, ese saber ha adquirido un interés práctico por el cual desea
dominar la realidad para lo que, con frecuencia, necesitará adelantarse a los
acontecimientos. Estamos haciendo alusión s su deseo de controlar y dominar la
realidad objeto de estudio de tal manera que le permita saber por adelantado lo que
puede ocurrir. Las funciones predictiva y de control1 son metas deseables que pueden
ser alcanzadas con diferentes grados de precisión, profundidad y seguridad, críticamente
comprobada en el caso del denominado conocimiento científico.
2
Así las cosas, parece conveniente dejar constancia de las características que definen este
tipo de conocimiento, una modalidad que pretendemos alcanzar dentro del campo de la
educación con la aplicación de los conocimientos obtenidos en esta materia. Para
Zaragüeta2, tales características son:
Sin embargo, la mayor seguridad nunca se traduce en certeza, como muy bien aclara
Russell en La perspectiva científica, o Popper, quien reconoce que no se puede pedir "a
la ciencia ninguna certidumbre definitiva"4. Hasta tal punto es esto importante que
Kerlinger, que duda de la existencia de un método científico, habla de un enfoque
científico, enfoque que sitúa en la autocorrección5.
2
ZARAGÜETA, j. (1953) Pedagogía Fundamental. Barcelona: Labor, 2ª ed.
3
La comprobabilidad de resultados mediante la repetibilidad de los fenómenos estudiados es recogida
como una característica de la ciencia moderna, experimental, por todo tipo de autores; para García Hoz es
una de las dos exigencias básicas para hacer de un conocimiento empírico un conocimiento científico.
4
POPPER, K. R.: O. c., p. 77.
5
KERLINGER, F.N. (1973) Investigación del Comportamiento. México: Interamericana, p. 6
3
punto pueden dar lugar a revoluciones científicas que permitan alcanzar esa coherencia
cuando, como fruto de nuevas aportaciones, se encuentra aquello que faltaba.
"La peculiaridad de la ciencia tiene que consistir en el modo como opera para alcanzar
algún objetivo determinado, o sea, en el método científico".
La concreción de este método suele tomar como referencia el paradigma propuesto por
John Dewey10, ya presentado, concretado en los siguientes puntos:
6
BRUGGER, W.: "Ciencia", en Diccionario de Filosofía, Barcelona: Herder, 1969, 6.8 ed.
7
Vid, (1939) The Philosophy of Physical Science. Cambridge University Press, p. 5
8
McGUIGAN, F.J. (1976) Psicología experimental. México: Trillas, pp. 14-15
9
BUNGE, M.: O.c., p. 29
10
DEWEY, J. (1910): How we Think. Boston: Heath, pp. 106-118. El lector puede encontrar referencias
sobre el autor en http://www.educar.org/articulos/JohnDewey.asp.
4
2. LA INVESTIGACION CIENTIFICA
La actividad a que aludimos no es otra cosa que la puesta en práctica del método
científico al que nos hemos referido, al servicio de la solución de problemas teóricos,
prácticos o, en muchas ocasiones, teórico-prácticos.
Conviene resaltar que, aunque la disciplina en las etapas es conveniente y necesaria, hay
un continuo ir hacia adelante y hacia atrás, especialmente en las etapas preliminares de
investigación en un campo determinado, ya que, en función de nuevas aportaciones, se
pueden redefinir problemas, reformular hipótesis y revisar planteamientos para su
solución.
3.1. El problema
De todos es conocido que siendo el ser humano el que nace más desvalido de entre sus
congéneres, llega a superarlos con creces hasta el punto de ser el que domina el mundo.
La respuesta puede hallarse en que el hombre es el único animal capaz de problematizar
la realidad, no habiéndose conformado en modo alguno con superar las dificultades de
la Naturaleza que limitaban su existencia, sino que pasó a hacerse preguntas que
permitieran no solo la superación en sentido estricto, sino el dominio y aun la
utilización de la Naturaleza, poniéndola a su servicio aunque, a veces, al precio de
destruirla.
5
El problema es el arranque de toda investigación. Pero, ¿qué es un problema, un
problema científico?. En sentido amplio, un problema es cualquier situación para la que
no se encuentra una solución satisfactoria, para la que no disponemos de una respuesta
adecuada. Sin embargo, es necesario precisar que, si bien la realidad está plagada de
problemas, éstos no se manifiestan como tales sino a quienes se encuentran "pre-
ocupados" por este tipo de cosas, esto es, ocupados antes de; así entenderemos que el
problema no se revela a cualquiera sino a quien se interesa por problemas, tiene una
adecuada formación, conoce el campo de que se trate y domina adecuadamente las
técnicas apropiadas11
Pero los problemas que interesan a la ciencia no son de cualquier clase, sino que reúnen
ciertas cualidades. En general, los expertos están de acuerdo en reconocer que un
problema científico requiere una teoría de fondo12 en que incardinarlo, ya que, en caso
contrario, su posterior definición será lo suficientemente vaga como para hacer difícil la
solución del mismo; más aún, como la ciencia actúa con pretensiones de
sistematización, los problemas científicos suelen integrarse en un sistema problemático
o "un conjunto parcialmente ordenado de problemas, esto es, una secuencia ramificada
de problemas dispuestos en orden de prioridad lógica"13. Asimismo se pide su
formulación correcta y precisa, de forma que se evite una acumulación de datos que
puedan manifestarse posteriormente como irrelevantes a la vez que se aprecia la falta de
otros necesarios; la formulación más precisa por lo general se da cuando el investigador
es capaz de plantear una o varias preguntas concretas donde aparecen relacionadas las
variables implicadas, de forma que se constituyan en guía para la formulación posterior
de la hipótesis, a la vez que orienten sobre el tipo de datos a recoger y las respuestas que
serán precisas, además del tipo de pruebas que serán consideradas aceptables para su
resolución14.
11
Vid. BUNGE, M.: O. C., pp. 212 s.
12
Ibidem, p. 211: ARNAU. J.: (1979) Psicología experimental. México: Tril1as;
13
Ibidem, p. 217
14
Vid. KERLINGER, F.N., O.c., pp. 16.s
15
VAN DALEN, D.B. y otro (1979) Manual de técnica de la Investigación Educacional. Buenos Aires:
Paidós, 4ª ed., p. 144
6
ocasiones es cuestión de tiempo, es decir, que problemas no resolubles hace un siglo lo
son en el actual como consecuencia del avance de la teoría, de la mejora de los
instrumentos y del perfeccionamiento de las técnicas estadísticas. En concreto
McGuigan señala que un problema es resoluble si:
a) puede proponerse una hipótesis relevante como una tentativa de solución para el
mismo; y
b) es posible comprobar dicha hipótesis determinando un grado de probabilidad para
ella"16
Cabría añadir que los problemas deben ser relevantes; ahora bien, esta característica es
francamente difícil de precisar. Es cierto que la investigación es una tarea dura, que
requiere esfuerzo, tiempo y medios, razón por la cual no puede, o no debe, centrarse en
temas irrelevantes, faltos de utilidad, imprecisos e, incluso, en contra de la teoría
preexistente. Pero no es menos cierto que la decisión sobre tal relevancia es algo difícil
al principio y que las grandes aportaciones y revoluciones científicas han estado en
flagrante contradicción o, al menos, en lucha abierta, con lo establecido hasta entonces.
Probablemente lo más que se puede pedir en este campo es que el investigador se exija a
sí mismo rigor a la hora de justificar las motivaciones, los antecedentes, los
presupuestos, los motivos de duda en que se base, y las derivaciones, teóricas o/y
prácticas que se seguirían de la solución del problema planteado.
3.2. La hipótesis
Por contra, proceder a investigar sin hipótesis directrices puede llevar a la utilización
inadecuada de los datos, elaborando a posteriori explicaciones que cuadren con ellos,
16
McGUIGAN, F.J.: O.c., pp. 35-39
17
Cfr. McGUIGAN, F. J.: O. c. pp. 69 s.; VAN DALEN, D. B. v otro: O. c. pp. 196198; BUNGE, M.,
C.c., pp. 308-316; KERLINGER, F.N., O.c., p.21, entre otros.
7
riesgo especialmente grave en toda investigación ex-post-facto. Kerlinger destaca esto al
afirmar que "el investigador que no supone una relación por anticipado no da a los
hechos la oportunidad de demostrar o negar algo"18, añadiendo que si se recogen
primero los datos y luego se les busca explicación se está violando el juego científico19.
Con todo conviene que reflexionemos sobre las características que deben tener las
hipótesis para ser tales, para convertirse en guías de la actividad científica. De alguna
manera, las varias características expresadas por los diversos autores se podrían
concentrar en dos grandes categorías:
Bunge afirma que "la mejor fundamentación de una hipótesis es su inserción en una
teoría, o sea, en un sistema de hipótesis que se apoyan y controlan mutuamente"20; Van
Dalen21 pide para la hipótesis verosimilitud, que entiende como lógicamente congruente
y como no contradictoria con las leyes naturales (entre otras cosas); McGuigan habla de
armonía con otras hipótesis del campo de investigación, aunque reconoce que no es
esencial, pues las grandes revoluciones científicas han nacido de la falta -al menos en
cierto grado y desde ciertas perspectivas- de tal coherencia; este hecho lo recoge
asimismo Bunge al indicar que la convalidación teorética, a la vez que protege contra
ideas extravagantes, "puede retrasar o hasta impedir cambios revolucionarios en la
ciencia", razón por la cual McGuigan pide que el científico, aunque se valga de la
hipótesis como elemento rector, esté atento a posibles hechos "irrelevantes", irrelevantes
claro está para su hipótesis, que pueden sugerirle cambios en sus planteamientos.
Pero las hipótesis, además, han de ser contrastables por procedimientos empíricos. Ya
conocemos la postura categórica de Popper de negarse a aceptar en la ciencia
enunciados que no puedan ser sometidos a contraste y al pedir que tal contrastabilidad
sea pública, intersubjetiva. Mario Bunge22 se expresa en la misma línea, siendo éste uno
de los tres criterios que exige para que una hipótesis pueda ser considerada científica,
junto a su fundamentación y a la corrección formal, y Kerlinger es, asimismo,
definitivo:
"si una explicación no puede ser formulada en forma de una hipótesis comprobable,
puede ser considerada entonces como una explicación metafísica y no susceptible de
investigación científica" 23.
18
El autor reconoce que los términos demostrar y negar no tienen aquí el significado usual pues una
hipótesis nunca se demuestra o niega. O.c., p. 21
19
Vid. al respecto la posición concordante de SIDMAN, M. (1978) Tácticas de Investigación científica.
Barcelona: Fontanella, pp. 16-19.
20
BUNGE, M.: O. c., p. 281.
21
VAN DALEN. O. B. v otro: O. c.. o. 190. ; McGUIGAN, F.N.: O.c., pp. 67 y 70-74; BUNGE, M.:
O.c., p. 283
22
O.c., p. 255
23
O. c., p. 26.
8
En efecto, podría parecer que la mejor manera de lograr esa contrastabilidad es la de
formular hipótesis cuyos términos fueran en sí mismos empíricos, para lo que podría
recurrirse a proposiciones fenomenalistas; sin embargo, nada de eso parece adecuado si
aceptamos la postura de Bunge según la cual las hipótesis científicas más importantes
no cumplen ese requisito, pues "ninguna de ellas se refiere a la experiencia, aunque
puedan contrastarse con la ayuda de la experiencia que afecta a ciertas distantes
consecuencias de dichas hipótesis"24, es decir, son indirectamente contrastables.
Las hipótesis que reúnen estas características son científicas, esto es, aptas para iniciar
el juego de la ciencia; pero, además, se pueden añadir otras, como sencillez o
simplicidad, generalidad y potencia deductiva.
24
O.c., 304
25
Vid. VAN DALEN, D.B. y otro: O.c., pp. 178.s
26
Bunge, en O.c, p. 259; el autor lo expresa con mayor detalle y profundidad en pp. 886-896
27
A Mendeléyev se debe la ordenación de los elementos en la conocida Tabla periódica o sistema
periódico. Atendiendo a su teoría dejó algunos huecos, manteniendo que serían ocupados por elementos
desconocidos en aquel momento.
9
Ahora bien, como decíamos con anterioridad, las mejores hipótesis científicas no son
directamente contrastables. Bunge expresa este hecho con claridad meridiana por medio
de las siguientes palabras28:
"No hay hipótesis que sea por sí misma contrastable: para que pueda someterse a
contrastación tiene que poseer consecuencias observacionales, las cuales se derivan
con algún cuerpo de conocimiento que no se discute en la contrastación misma... Más
precisamente: para contrastar una hipótesis tenemos que hacer la ulterior suposición
de que, si la hipótesis es verdadera, serán perceptibles ciertos hechos, los cuales se
considerarán manifestaciones, objetivaciones o índices, de la situación a que se refiere
la hipótesis"
Pues bien, esa traducción a consecuencias observables es la tarea que se conoce como
operativización. La hipótesis establece la relación existente entre variables que a estos
efectos reciben la denominación de independientes -condiciones sometidas a variación,
o bien, aquéllas a partir de las cuales se realizan predicciones- y dependientes -variables
en que se aprecian los efectos de la variación provocada en las independientes, o
variable que se predice-29; la tarea del investigador consistirá en operativizarlas,
entendiendo por tal la traducción a un lenguaje observable, cuantificable o medible; más
exactamente, una definición operativa de una variable es aquélla en que el concepto en
cuestión es definido por las acciones u operaciones que deben llevarse a cabo para
medirlo o manipularlo.
28
BUNGE, M.: O. c., pp. 878 s.
29
Vid. al respecto las obras de TRAVERS. R. M. W.: Introducción a la investigación
30
Una posición crítica a la operacionalización puede encontrarse en Arnau, J. O. c., pp.140-145, y en
Bunge (O.c., p.p. 171-173) que culmina afirmando: “Si las significaciones de los términos científicos se
especificaran exclusivamente a base de operaciones humanas, la ciencia objetiva no existiría”.
10
tal vez, de una adecuada y ponderada reunión de todos o varios de esos aspectos. Para
proseguir, es conveniente ahora la traducción a lenguaje estadístico; así podemos
presentar la hipótesis del investigador como
H1: µA > µB
En primer lugar, se puede afirmar que ninguna hipótesis es válida en general; en el caso
de nuestro profesor se podría afirmar, si los datos empíricos lo permitieran, que, en su
caso, es decir, para su clase, su hipótesis habría quedado validada; si fuéramos más
rigurosos, deberíamos, a la vez, ser más precisos: para sus alumnos, con un profesor
como él, con su sistema de enseñanza, en su asignatura, en un colegio con el sistema de
disciplina como el suyo, con materiales y técnicas como las empleadas por él y los
alumnos...; como se ve entran muchos factores, algunos de los cuales suelen olvidarse.
Sin embargo, hay un punto que siempre se suele tomar en consideración, aunque no
siempre en forma correcta por problemas prácticos, sobre todo económicos: me estoy
refiriendo a la definición de la población para la que se pretende validar la hipótesis. Tal
definición debe afectar a todas las variables que, desde la perspectiva de los objetivos de
la investigación, puedan resultar relevantes para la misma; por otra parte, y dado que
por lo general no se estudian poblaciones sino muestras, y éstas han de ser
representativas, esto es, de tamaño suficiente y extraídas por procedimientos
imparciales (aleatorios) es de gran utilidad conocer el número total de casos y la unidad
-lo que se toma como base, bien sean personas o grupos-, así como, siempre que sea
posible, el listado de sus componentes31.
31
Este planteamiento se hace muy difícil de lograr en la investigación empírica experimental o cuasi
experimental en Educación, donde lo habitual es acudir a centros educativos en los que se seleccionan los
sujetos que intervendrán en la investigación.
32
Vid. AZORÍN POCH: (1973) Curso de muestreo y aplicaciones, Madrid, Aguilar, 1973; PULIDO
SAN ROMÁN, A.: (1978) Estadística y técnicas de investigación social, Madrid, Pirámide, cap. 13 a 15.
11
Las variables definidas operativamente, y el diseño elegido, nos permiten pasar a la
validación de la hipótesis en sentido estricto. En algunos casos este momento es muy
simple ya que se trata de recoger los datos que se consideran pertinentes y relevantes; en
tal caso se encuentran las encuestas, incluso de las de carácter científico, o los estudios
descriptivos, como los correlacionales, los transversales o los longitudinales, aunque, en
este último caso, la recogida de datos pueda ser cuestión de decenios, como en el
estudio de Terman sobre superdotados o de Gesell sobre psicología evolutiva. Sin
embargo, contrariamente a lo que se lee en algunos lugares, este momento de pura
recogida presenta problemas y dificultades que exigen del investigador decisiones de
importancia.
En efecto, este momento supone llevar a cabo el diseño, bien sea que suponga un
experimento en sus diversas modalidades, bien requiera un procedimiento ex-post-facto,
bien sea acudir a formas de observación como las apuntadas con anterioridad. La
observación, en efecto, puede ser una de las técnicas fundamentales para la recogida de
datos e información en la investigación pedagógica.
33
Para Claude Bernard (1865, Introduction a l´étude de la medicine experimentale. París: Garnier-
Flammarion) nunca hay experimentos fracasados. Kerlinger (O.c., p. 26) por su parte, afirma que “los
hallazgos negativos son a veces tan importantes como los positivos, porque reducen el universo total de
ignorancia y, en ocasiones, señalan en dirección de otras hipótesis y líneas de investigación científica.
34
O.c., p. 727.
35
O.c., p. 225.
12
Ahora bien, la recogida de datos no da en sí misma ninguna respuesta a las preguntas
planteadas; los datos en sí nada prueban ni nada refutan si no son analizados y tratados
adecuadamente, si no son sometidos al adecuado análisis.
Entre las operaciones fundamentales a seguir con los datos es preciso señalar las de
depuración, especialmente necesaria en situaciones de tratamiento mecanizado, para
eliminar protocolos en los que se den varias respuestas a un mismo ítem o en los que los
elementos sin respuesta sean demasiado elevados, por encima del criterio previamente
fijado por el investigador; la de organización, bien a través de una simple ordenación,
bien por medio de una adecuada categorización36 que desemboque en una tabla de
frecuencias, bien llegando a distribuciones, sistemas todos ellos que ofrecen una visión
de conjunto a la vez que permiten una simplificación y facilitan el tratamiento posterior.
Dispuestos así los datos, aunque no siempre tales operaciones son necesarias, puede
pasarse a formas conocidas de análisis, propias de hipótesis sencillas, como son las
pruebas sobre diferencias significativas en medidas de tendencia central o variabilidad;
cuando se trata de estudios conjuntos de dos o más variables es necesario llegar
previamente a distribuciones conjuntas de frecuencias y diagramas de dispersión o
tablas de contingencia, para después decidir sobre la significación de las diferencias
apreciadas.
36
Una clara definición de las reglas de la categorización puede encontrarse en KERLINGER, F. N.: O.
c., pp. 141-144.
37
SIEGEL, S. (1976) Estadística no paramétrica. México: Trillas. Una posición contraria la representan:
LORD, F.N. (1953) On the statistical treatment of football numbers. En American Psychologist, 8, pp.
750 s; GLASS, G.V. y otro (1975) Métodos estadísticos aplicados a las Ciencias Sociales. Madrid:
Prentice-Hall International. Una posición matizada es la representada por KERLINGER, en su citada
obra, pp. 451-460, o AMON, J. (1976) Estadística para psicólogos, Madrid, Vol. 1, pp. 11-17
13
En cuanto a los errores, propios de todo planteamiento probabilístico, el investigador
debe saber que si reduce el de tipo I -rechazar una hipótesis de nulidad verdadera
aceptando en su lugar su propia hipótesis siendo falsa- aumenta el de tipo II; debe, pues,
decidir en cada caso, en función del conjunto de circunstancias que rodean su
investigación y de su significación práctica, cuál es peor en su caso; en ocasiones le
interesará mostrarse conservador, reduciendo el de tipo I a su mínima expresión, en
otras actuará al contrario; pero puede buscar la reducción de uno y otro a un nivel
satisfactorio adecuando el tamaño de su muestra38.
Por lo que se refiere a la elección de la prueba estadística debe tener en cuenta toda una
amplia serie de puntos de vista; para quienes siguen la postura de Siegel, la primera
decisión está clara:
"Los datos medidos por escalas nominales u ordinales deben analizarse por métodos
no paramétricos. Los datos medidos por escala de intervalo o de proporción deben
analizarse por métodos paramétricos si los supuestos del modelo estadístico
paramétrico son sostenibles" (53).
Por lo que hace a los supuestos aludidos por Siegel no todos se han revelado igualmente
exigentes; uno de ellos, el de normalidad, parece no tener tanta importancia, de modo
que su violación no da lugar a graves alteraciones del modelo salvo en casos de
violación muy acusada; sin embargo, el incumplimiento del de homogeneidad de las
varianzas puede tener graves repercusiones en el nivel de significación de las pruebas
paramétricas como t y F, como se desprende de los trabajos de Scheffé y Boneau39.
Aplicados estos criterios debe elegirse la prueba más potente y más precisa de entre las
posibles, esto es, la que permite rechazar más fácilmente H0 y hacerlo en forma más
específica. Con todo conviene reseñar una serie de aspectos a cuidar en la elección de la
prueba y en su resolución, como son:
38
Vid. al respecto la interesante exposición de Fox, D. J.: (1980) El proceso de investigación en la
educación, Pamplona, EUNSA, cap. 8.
39
Vid. SCHEFFÉ, H. (1959) The analysis of Variance. New York: Wiley. BONNEAU, C.A. (1960) The
effects of violations of assumptions underlying the-test. En Psychological Bulletin, 57, pp. 49-64.
40
Vid. YELA, M.: (1957) La técnica del análisis factorial, Biblioteca Nueva, Madrid. HARMANN, H.
H. (1967) Modern factor analysis, Chicago, University of Chicago Press, 2nd. Ed ; TORRENS IBERN, J.:
(1972) Modèles et méthodes de analyse factorielle, París: Dunod.
14
derivaciones prácticas de importancia: la validación de constructo41 y la elaboración de
teorías en torno a la organización de los rasgos son ejemplos relevantes.
Caben dos grandes categorías, según que la conclusión se limite a ser una traducción de
los términos estadísticos a lenguaje verbal, incluso llegando a nuevas conclusiones de
carácter deductivo con respecto a aquéllas, o que se pretenda elevarse por encima de
ellas, bien, sea en forma de mera generalización de los datos a poblaciones más amplias
bien a formulación o reformulación de leyes y teorías.
Pero los resultados obtenidos en una investigación a base del estudio controlado de unos
pocos casos nos permiten –ahora por inducción- elevarnos por encima de los hechos y,
en función de las variables controladas, poder formular leyes de aplicación más o menos
general; conviene resaltar que hablamos del estudio controlado de hechos y no de una
mera acumulación de datos, pues por ese camino podemos acumular una enorme
evidencia favorable desdeñando o pasando por alto la de carácter desfavorable como no
relevante.
Pero la generalización toma otra forma más importante para la ciencia: la validación de
una hipótesis, sobre todo cuando se actúa dentro de sistemas problemáticos como
apuntábamos con anterioridad, permite formular nuevas leyes que, de momento, son
hipótesis de alcance más general que las hasta entonces utilizadas. Esta es para Popper
"la ruta de la ciencia", una ruta inductiva, que él prefiere denominar casi-inductiva ya
que "solo cabe superar una teoría que esté bien corroborada por medio de otra de nivel
de universalidad más alto; esto es, por una que sea más contrastable y que, además,
contenga a la teoría antigua y bien corroborada"42.
41
Vid. ANASTASI, A.: O. c., pp. 140-144, CRONBACH. C. J.: O.c., pp 165-168 y ADAMS, G.S.
(1970) Medición y evaluación. Barcelona: Herder, pp. 170-190 .
42
POPPER, K.R.: O.c., P.257. Una excelente crítica a la postura de Popper puede encontrarse en
CHALMERS, O.c, cap. 6
15
Como hemos expresado con anterioridad, planteada una hipótesis como posible
solución a un problema se deducen las consecuencias que, de ser ciertas, deberían
producirse; confirmadas tales consecuencias inducimos que la hipótesis ha quedado
validada aunque no verificada.
Ahora es posible tomar esta conclusión como una premisa, que se acepta mientras no
sea puesta en tela de juicio por nueva evidencia, y derivar de ella nuevas predicciones
que, a la par que permiten ensanchar la estructura y el ámbito del saber científico en
torno al tema, se convierten en sí mismas en prueba de nuevas contrastaciones de la
hipótesis en que se fundamentan y de la correspondiente teoría; si, en efecto, las
predicciones resultan confirmadas, hipótesis y teoría adquieren mayor firmeza, pero en
caso contrario será preciso reformular la teoría o desecharla, proponiendo otra en su
lugar.
"De una vez para siempre quiero manifestar mi admiración ilimitada por el trabajo del
experimentador en su lucha por sacar hechos interpretables de una Naturaleza huraña,
que también sabe responder a nuestras teorías con un no decisivo o con un sí
inaudible”.
Estamos aquí ante la postura refutabilista según la cual, al no existir otro procedimiento
que el deductivo, los datos resultan inútiles si son favorables, esto es, no dan valor de
verdad alguno a la teoría, pero son decisivos en caso contrario; de unos datos favorables
lo único que se puede afirmar es que la teoría ha salido indemne de la prueba, pero en el
futuro otros podrían contradecirla y tirarla por tierra para sustituirla por otra mejor. Sin
tomar posiciones extremadas se puede afirmar, no obstante, que ésta es una postura
bastante general, de la que participan muchos autores.
"Las hipótesis más generales de hecho nunca se 'confirman'; cuando por conveniencia
utilizamos ese término queremos significar, más bien, que la hipótesis fue expuesta a
refutación y salió airosa de ella. Este punto de vista es compatible con todas las
43
Ibidem, p 250
44
WEYL, (1931) Gruppentheorie und Quantenmechamich, p.2, citado por Popper.
16
filosofías humanas de la ciencia que proclaman la imposibilidad de obtener pruebas
concluyentes para leyes inductivas" 45.
Existe otro caso, el de las hipótesis singulares, en que puede llegarse por deducción a su
establecimiento definitivo, aquí como verdaderas: ocurre esto cuando al estudiar un
determinado número de casos se encuentra uno por lo menos que cumple el enunciado;
por muchos que se estudien, si no fueran todos, una evidencia enorme en contra nunca
permitiría el rechazo definitivo de tales hipótesis46.
3.4.2. Generalización
afirma McGuigan48, si bien es necesario precisar que tal generalización de los resultados
estadísticos no se refiere al valor hallado, sino a un intervalo confidencial a su
alrededor, intervalo que depende de la probabilidad de certeza elegida (nivel de
confianza).
Pero, como decíamos con anterioridad, ninguna hipótesis es válida en general sino en el
marco de las condiciones integradas en la investigación, y en ésta hay algo más que
sujetos; podemos encontrar unas variables independientes -controladas y extrañas-,
45
CAMPBELL, D. y otro. O.c, p. 73
46
Vid. McGUIGAN, FJ.: O.c., pp. 359-372
47
BUNGE, M.: O-c, P. 896; más ampliamente 886-896, postura coincidente con Chalmers, en su ya
citada obra ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?, cap. 4
48
McGUIGAN, F.J., O.c. p. 385
17
definidas de una determinada manera, un investigador más o menos participante o
interviniente y unas determinadas circunstancias espacio-temporales.
Por otra parte, cada investigación se lleva a cabo en el marco general de la situación a
que se refiere: en un colegio hay ciertos medios, cierta "atmósfera" o estilo, hay ciertos
profesores y no otros, el número de alumnos es el que es y no otro, la investigación se
lleva a cabo en un momento determinado, caracterizado por conflictos o preocupaciones
académicas de diversa consideración, por ambiente distendido, cordial o, al contrario,
tenso y endurecido, con un sistema de evaluación más o menos continua, en un marco
de competición o colaboración más o menos predominante...; todos estos hechos limitan
las posibilidades de generalización en el caso de no haber sido muestreados al azar de
una población; pero está el problema del propio investigador en ciertas ocasiones en que
su papel es especialmente activo, manteniendo relaciones directas con los sujetos: en
tales casos no se puede generalizar sin más a la población de sujetos sin hacer referencia
a las características de aquél. En realidad podría afirmarse que son precisamente
generalizaciones no justificadas a partir de todos estos, y más, hechos y circunstancias
los que explican, o pueden explicar al menos, resultados contradictorios obtenidos en la
investigación educativa.
La replicación llevada a cabo con el mismo sujeto o grupo permite conceder mayor
credibilidad, mayor fortaleza y fiabilidad a los resultados al hacer más improbable que
se deban a la casualidad; por otra parte esa mayor certeza, en modo indirecto facilita la
credibilidad de la generalización entendida como extensión a la población. Ahora bien,
si una misma investigación es repetida con nuevos sujetos, sobre todo cuando éstos han
sido seleccionados en modo imparcial, la concordancia de los resultados no solo
aumenta la fiabilidad de éstos sino que concede mayor credibilidad a la generalización a
nuevos sujetos.
49
GLASS, G.V. y otro. O.c., cap. 17; así mismo, McGUIGAN, F.J., O.c., pp. 320-322
50
Vid. COCHRAN, V.G. y otro (1974): Diseños experimentales, México: Trillas, cap. 5; GLASS, G.V. y
otro: O.c, pp. 295-300 y 322-326; KERLINGER, F.N.: O.c., pp. 254-279; DOMENECH, J.M. (1977)
Bioestadística, Barcelona: Herder, pp. 461 y 483-505
18
Con todo es preciso hablar de una forma de replicación de experimentos que Sidman
denomina sistemática51, en la que las circunstancias, los niveles de las variables
independientes y cualquier otra considerada relevante son variados y sometidos a
contraste; la concordancia, ahora, de los resultados, favorece generalizaciones no solo a
sujetos sino a todas esas circunstancias, elevándose por encima y facilitando
formulaciones de leyes de mayor alcance.
y en la misma línea se mueve Chalmers53 entre otros muchos estudiosos del tema.
Sin embargo, considera que estas inferencias son no solo necesarias sino convenientes;
recordemos su regla de oro del trabajo científico: "audacia en el conjeturar, rigurosa
prudencia en el someter a contrastación las conjeturas", si bien con un dominio o
control para que tales saltos no lo sean en el vacío.
En este punto se dan una serie de posturas diversas, de mayor o menor rigor A título de
ejemplo, McGuigan, hablando de estas inferencias reconoce que no pueden conducir a
posturas ciertas, de rechazo o aceptación de la hipótesis, como las que acabamos de ver
en las de carácter universal y existencial respectivamente, sino a, la atribución a las
conclusiones de cierta probabilidad de ser verdaderas.
51
SIDMAN, M. (1978) Tácticas de investigación científica. Barcelona: Fontanella, pp. 113-140
52
O.c., p. 859
53
O.c., capts. 1 a 3.
19
apoyo. Estas hipótesis explicativas generalmente suelen apoyarse en otras del mismo
nivel que han sido o van a ser probadas, de forma que mutuamente se apoyan y
sostienen, con lo que su probabilidad total es mayor que la de cada una por separado.
54
GARCÍA HOZ, V. (1968) Principios de Pedagogía Sistemática. Madrid: Rialp, 4ª ed., p. 89
55
SIMON, J. (1972) La Pédagogie expérimentale. Tolouse: E. Privat Editeur, pp. 9s
56
SIMON, TH.: (1924) Pédagogie expérimentale, París, Colin, p. 1.
20
de medirse exactamente y controlarse mediante métodos de la ciencia y en particular de
57
la estadística" .
Parece, pues, que encontramos unos criterios para reconocer qué experiencia se
considera incluida en la Pedagogía experimental o, si se prefiere, cuándo la experiencia,
lo empírico, es científico: debe haber posibilidad de medición y control.
Parecida posición mantiene García Hoz58 quien, tras reconocer que no suele haber
problema para diferenciar lo que es especulativo de lo que es experimental dentro de la
ciencia, la distinción no es tan clara entre lo científico y no científico dentro de lo
empírico, y propone, apoyándose en Decroly y Buyse, dos criterios:
recurriendo a una cita de Binet y Henry; es más, según Meumann 59 se puede considerar
como pedagogía experimental cualquier estudio de carácter pedagógico-empírico que
pueda ser considerado investigación exacta, esto es, "determinable numéricamente y
capaz de ser comprobado en sus resultados".
A estas notas es preciso añadir la necesidad de que, como en cualquier ciencia, sea
posible el logro de leyes generales -scientia non est individuorum, decían los
escolásticos-, característica recogida por Palacios62.
Analicemos estos puntos como un medio adecuado para decidir sobre la posibilidad y
limitaciones de una metodología experimental en nuestro campo del saber.
57
DOTTRENS, R. y otro (1971) El desarrollo de las ciencias pedagógicas. En Introducción a la
Pedagogía, Tomo U del Tratado de las Ciencias pedagógicas, Barcelona: Oikos-Tau, pp. 46-55
58
O.c., p. 90
59
MEUMANN, E. (1924) Compendio de Pedagogía Experimental. Barcelona: Tipografía La Educación,
citado por V. García Hoz, en o.c., p. 90
60
Es interesante señalar que en apoyo de la observación como procedimiento experimental, tan
denigrado por algunos, se encuentran figuras a las que tanto deben las ciencias experimentales humanas
como Claude Bemard en su Introduction a l´étude de la médecine expérimentale, publicada en París, en
1865.
61
Refiriéndose a esta última, Seiffert (1977) señala que tal verificabilidad ni debe serlo por cualquiera ni
puede ser algo subjetivo; los criterios "Dependen siempre del método de la ciencia competente en cada
caso". Introducción a la teoría de la Ciencia, Barcelona: Herder, p. 169.
62
PALACIOS, L.E. (1972). Filosofía del saber. Madrid: Gredos, 2ª edc., pp. 57 s
21
Tal vez sea ésta una de las características de la ciencia que más se discutan al saber
científico pedagógico. Fiel reflejo de ello son las polémicas aparecidas hace años en la
Harvard Educational Review y en los escritos de Dilthey y Royce entre otros63.
En efecto, las mismas investigaciones sobre diferencias humanas, hoy en día aceptadas,
asumidas y valoradas en el ámbito pedagógico, parecen constituir un serio obstáculo.
Sin embargo tal objeción entendemos que puede ser superada en la medida en que
precisemos el significado del término general o universal, y en ese sentido es forzoso
hacer constar que aun en el ámbito de las leyes físicas se hacen determinadas
precisiones de circunstancias tales como la altura sobre el nivel del mar, la temperatura
ambiente o a 0° grados centígrados, etc. Tal vez debamos conformarnos con leyes
suficientemente universales o generales.
1. AB se verifica (siempre).
2. En las ocasiones T1 … Tn, AB se verifica.
3. En las ocasiones T1 …Tn, en las condiciones C1 …Ck, AB se verifica.
4. En las ocasiones T1 … Tn, en las condiciones C1 …Ck, para los individuos
P1...Pl, AB se verifica.
5. AB se verifica en p % de casos (lo que sería la afirmación 1 con la adición de
una condición de probabilidad).
6. En las ocasiones T1...Tn, en las condiciones Pl...Pl, para los individuos C1...Ck,
AB se verifica en el p % de casos.
63
Véase, entre otros, el trabajo de ROYCE (1891) Is There a Science of Education. En Educational
Review, 1, pp. 15-25
64
SHERWOOD, M. (1969) The Logic of Explanation in Psychoanalysis. New York: Academic Press,
citado por RODRÍGUEZ, A. (1977) Investigación Experimental en Psicología y Educación, México:
Trillas, pp. 22 s
65
ALLPORT, G.W. (1975). La personalidad. Su configuración y desarrollo. Barcelona: Herder, pp. 38 s.
22
"El individuo aislado es un enigma insoluble, pero si los individuos forman un grupo,
en lugar de un enigma tenemos una certidumbre matemática. (...) Los individuos
varían, pero los porcentajes permanecen constantes".
Así las cosas conviene analizar hasta qué punto puede aplicarse la medición a los
fenómenos educativos. En ese sentido es preciso salir al paso de las objeciones
habituales a la medida en el campo de las ciencias humanas y, en concreto, en
Psicología y Educación. Yela68 ha sistematizado y recogido estas objeciones,
agrupándolas en cuatro grandes apartados: lo psíquico no puede medirse
a) porque es espiritual,
b) porque es cualitativo
c) por ser una totalidad indivisible y
d) por ser irrepetible y en continuo cambio.
Estas objeciones, aunque referidas a la Psicología, son válidas para la Educación, pues
"la negación de la posibilidad de la medida en los fenómenos pedagógicos es hija de
esta misma negación en el terreno psicológico”69.
66
PÉREZ JUSTE, R. (1981) La base científica de la Educación. En R. Pérez Juste y otros. Pedagogía
experimental I, Vol. I, Madrid: UNED, p. 39
67
O.c., p. 15
68
Vid. YELA, M. (1964.65) Necesidad y posibilidad de la medida en Psicología. En Psicometría y
Estadística, Madrid, pp. 5-16
69
Vid. GARCÍA HOZ, V. O.c., p. 91
23
a) Lo psíquico no puede medirse porque es espiritual
La primera objeción puede superarse por vía de una medición indirecta; no podremos
medir lo espiritual -aunque no necesariamente debemos admitir la igualdad entre lo
psíquico y lo espiritual- pero siempre podremos hacerlo con manifestaciones externas
de los fenómenos psíquicos; tampoco es posible medir fenómenos pedagógicos internos,
como el aprendizaje, mas sí manifestaciones externas del mismo, como el número de
palabras correctamente escritas en cuanto a su ortografía. Bunge70 así lo considera
cuando afirma que "si se trae a colación el sustrato fisiológico de la vida psíquica (...)
entonces se encuentra a nuestra disposición todo un abanico de indicadores objetivos y
cuantitativos".
Por otra parte conviene aclarar que, sin negar la mayor calidad de la medición de las
ciencias físicas, también allí la medida es indirecta en la mayoría de los casos, a veces
notablemente indirecta, pues, como afirma Towsend71, "¿es muy diferente el problema
del físico al medir los efectos de la electricidad, del que afronta el psicólogo al medir
los efectos de la inteligencia?".
Pero todavía hay más; ese carácter indirecto no parece ser demasiado preocupante sino
todo lo contrario, a autores como Bunge72, como se desprende de la siguiente
afirmación:
"Los números más importantes para la ciencia son los determinados por cómputos
indirectos ... o sea, por el cómputo que requiere refinadas teorías y no menos sutiles
mediciones. La razón de este hecho es la siguiente: los números fácilmente accesibles...
pueden presentarse en descripciones, pero muy rara vez en teorías... Por importantes
que puedan ser para fines prácticos, los números directamente medibles tienen escasa
importancia cognoscitiva comparados con los números 'ocultos', los números qué no
son accesibles sino por medio de teorías".
García Hoz74 sale al paso de esta objeción afirmando que "en matemáticas existe
también la seriación y ordenación de magnitudes discontinuas, y este concepto de
70
O.c., p. 770
71
TOWSEND, J.C. (1953) Introduction to Experimental Method. New York: McGraw-Hill, p. 13
72
O.c., p. 785
73
YELA, M. (1976) Familia y nivel mental. En ROF CARBALLO, J. (Edit) La familia, diálogo
recuperable, Madrid: Karpós, p. 302
74
O.c., p. 92
24
seriación puede aplicarse también a un grupo de cualidades" poniendo como un
ejemplo de este tipo de medición la lograda con escalas de producción escolar.
Sin embargo, conviene aclarar con Yela76 que el que no se repita exactamente un
fenómeno "no quiere decir que no pueda medirse, sino que no puede repetirse
exactamente la misma medida". Consecuencia de este hecho será el carácter estadístico
y probabilístico, no exacto, de la medida y la necesidad de comprobar la variabilidad
propia de los diversos rasgos en circunstancias concretas y, siempre que sea posible,
acudir a varias mediciones para aumentar el grado de confianza en los valores medidos.
75
O.c., p. 333
76
YELA, M. Psicometría y Estadística (apuntes de clase), p. 14
25
ocurrir, sino que se repetirá siempre en circunstancias similares"77; ahora bien, aunque
este supuesto, también denominado de coherencia, no se cumpla plenamente en el ser
humano, debe tenerse en cuenta que, "aunque sea parcial, nos permite realizar mejores
predicciones de las que haríamos sobre la base de la intuición, adivinando o haciendo
conjeturas al azar"78.
Para concluir con las objeciones a la medición es preciso reconocer un hecho importante
y que requiere ser tenido en cuenta al hablar del control; se trata de la interacción entre
el observador y lo observado, o, como afirma Yela, el hecho de que "los fenómenos
psicológicos se modifican incluso al ser observados y medidos".
Las notas distintivas de estas escalas o niveles radican en las operaciones que pueden
realizarse con los objetos empíricos, trasladándose tales operaciones a los números; en
efecto, los números como tales representan los niveles de medición más exigentes pero,
en tanto que obtenidos al aplicar determinados instrumentos a ciertos objetos o
fenómenos empíricos, pueden perder información y reflejar únicamente aquella que el
instrumento y los objetos ofrecen.
77
Supuesto formulado por J. Stuart Mill en su obra A System of Logic. New York: Harper&Brothers,
recogido por Van Dalen en su O.c., pp. 44 s.
78
CORTADA DE KOHAN, N. (1968) Manual para la construcción de tests objetivos de rendimiento.
Buenos Aires: Paidós, p. 12.
79
STEVENS, S.S. (1951) Handbook of Experimental Psychology, New York: Wiley.
80
Vid. al respecto los diversos postulados de medición en KERLINGER, F.N., O.c, p. 452 s.
81
En efecto, Torgerson habla de escalas, ordinal, ordinal con origen natural, de intervalos iguales y de
cocientes, mientras Glass y Stanley, refiriéndose al C.I. lo consideran de causi-intervalo; Vid. GLASS, G.
V. y otro (1974) Métodos estadísticos aplicados a las Ciencias Sociales, Madrid, Prentice-Hall
Internacional, p. 13.
26
Así en el nivel nominal, los números solo indican que algo es igual o distinto de algo y,
en consecuencia, con ellos podemos realizar cualquier transformación numérica que
siga manteniendo para las mismas cosas idénticos números, mas no operaciones
matemáticas; trabajamos en realidad con las frecuencias que aparecen en cada categoría.
Las escalas ordinales, aparte de permitir diferenciar entre lo que es diferente82 o afirmar
la igualdad entre lo que es igual, posibilitan una seriación en orden creciente o
decreciente y, aunque la pérdida de información es manifiesta, sobre todo en series con
grandes diferencias en las distancias entre valores consecutivos, permiten la aplicación
de pruebas estadísticas con diversos niveles de potencia, algunas muy próximas a la
propia de las escalas de intervalo.
La tarea del investigador, por tanto, consistiría en examinar las operaciones realizables
con sus objetos empíricos, y, en virtud del isomorfismo con el sistema numérico,
realizar con los números las operaciones que el nivel permita. Esto, traducido a las
pruebas estadísticas, lleva a la inicial dicotomía entre pruebas paramétricas y no
paramétricas y, una vez tomada la decisión de elegir éstas, a escoger aquélla más
acorde con los diversos grados dentro del mismo nivel.
La diferencia entre los objetos de unas y otras ciencias no se refiere solo al número de
variables que intervienen en cualquier fenómeno a investigar, sino que en el caso
humano se encuentran interrelacionadas y en continuo cambio.
82
R. Ebel (Fundamentos de la medición educacional, México: Guadalupe, 1.977, pp. 55-59), al
preguntarse por la posibilidad de medición del rendimiento, llega a la conclusión de que cualquier
resultado importante debe traducirse en una diferencia y “si se crea una diferencia, la base de la medición
existe” (p. 56)
83
AMÓN, J. (1976) Estadística para psicólogos, Madrid, Vol. I, p. 15
84
PIAGET, J. (1973) La situación de las Ciencias del Hombre dentro del sistema de las Ciencias, En J.
PIAGET y otros: Tendencias de la investigación en las Ciencias sociales. Madrid: Alianza, pp. 44-120.
27
Por otra parte, mientras los fenómenos físicos son sensibles, en el caso humano se dan
muchos aspectos interiores a los sujetos, no siempre traslucibIes al exterior; además,
como consecuencia de la vida interior de las personas, se puede apreciar una gran
diversidad de respuestas a unos mismos estímulos y viceversa, lo que hace más difíciles
tanto el planteamiento de hipótesis cuanto la interpretación de los resultados.
Estos hechos someramente apuntados se traducen en una dificultad real para poner en
práctica en las ciencias humanas lo que Best85 denomina hipótesis básica y que no es
sino uno de los cánones de Mill86:
En el caso humano las dificultades para el control se hacen evidentes; en primer lugar se
plantea el problema, grave, de qué controlar, lo que, por lo general, requiere ya
investigación para determinar qué tipo de variables están asociadas y qué otras son
independientes.
En segundo lugar es preciso desarrollar técnicas que, sin ser tan drásticas y definitivas,
permitan un efectivo control de aquellas variables que, en efecto, pueden contaminar el
experimento. En este caso debe acudirse a técnicas adecuadas de selección y asignación
de sujetos, circunstancias y tratamientos, y a la estadística como sistema de control,
aspectos éstos a los que nos referimos más adelante.
Pero además es necesario tener en cuenta los problemas éticos que plantea la realización
de determinados experimentos y que de hecho los llegan a impedir, eso sin olvidar la
casi imposibilidad real de realizar otros por las decisiones drásticas que supondrían.
Ahora bien, aun en el caso de llevar a cabo experimentos en el laboratorio, el problema
es lo que se ha dado en llamar la artificialidad de la situación, esto es, el hecho de que,
a base de controlar una y otra y otra... variables se llega a situaciones tan estilizadas e
idealizadas que, realmente, están muy lejos de la realidad; por contra, si llevamos a cabo
experimentos o, todavía más, trabajos o estudios de campo, la falta de control es tan
evidente que las posibilidades de que aquellos resultados no sirvan para nada deben ser
tomadas seriamente en consideración.
La solución a este dilema puede venir por una doble vía, entendemos que
complementaria; de una parte es necesaria la investigación de laboratorio en
condiciones rigurosas de control, confiriendo validez interna a los resultados aunque la
85
BEST, J.W. (1972) Cómo investigar en Educación. Madrid: Morata, p. 81
86
O.c., p. 222
87
Cfr. ARNAU, J. O.c., p. 155 s.
28
validez externa apenas exista por falta de representatividad de la situación respecto de la
vida diaria; pero aquellos resultados, aunque no sean válidos para otros sujetos a no ser
que se encuentren en esas mismas situaciones -realismo mundano-, sí lo serán para
aquéllos en que se experimentó si la investigación fue bien diseñada -realismo
experimental88-, por lo que el investigador habrá descubierto la dirección, la tendencia,
de las leyes que rigen el fenómeno en estado puro, o, como afirma Kerlinger 89, habrá
puesto de manifiesto las relaciones en condiciones "puras" y no contaminadas, lo que le
permitirá probar predicciones derivadas de la teoría y le facilitará la elaboración de
sistemas teóricos.
Por otra parte, la replicación de experimentos permite conferir una mayor credibilidad a
los resultados aparte de una superior generalización, sobre todo en el caso de la
replicación sistemática, utilizando la terminología de Sidman.
Cabe reseñar, como ya apuntábamos más atrás, uno de los factores que deben ser
controlados con mayor cuidado y que es propio de la investigación en ciencias
humanas: se trata del propio investigador, cuya sola presencia puede interactuar,
produciendo efectos no deseados, con la o las variables independientes. Las condiciones
estandarizadas de su intervención, su "ocultamiento" o un adecuado muestreo de tipos
pueden ayudar a superar esta dificultad.
Popper91, estudiando el problema que nos ocupa, y considerando este punto como una
característica del conocimiento científico, afirma:
88
Terminología debida a Aronson y Carlsmith en Experimentation in Social Psychology. En LINDZEY,
G. y otro (1968) Handbook of Social Psycology, vol. 2, Addison-Wesley.
89
O.c., p. 418
90
KERLINGER, F.N., O.c., p 153
91
POPPER, K.R. (1972) La lógica de la investigación científica. Madrid: Tecnos, p. 45
29
"...una experiencia subjetiva, o un sentimiento de convicción, nunca pueden justificar
un enunciado científico; (...) Por intenso que sea un sentimiento de convicción nunca
podrá justificar un enunciado".
Y añade que cualquier otra postura sería incompatible con la idea de objetividad
científica.
"La unión entre esta conducta observable del hombre y lo que probablemente sucede en
él debe establecerse, pues (...), por la aplicación de definiciones operacionales", de un
lado, y de "constructos teoréticos", de otro93.
Si una definición constitutiva es aquélla que utiliza conceptos para definir conceptos, o
lo que es lo mismo, la que sirve de construcciones para definir otra construcción, la
definición operativa pretende, según afirma Bunge94
"objetivizar un hecho inobservable sentando su relación según leyes con algún hecho
perceptible (...) que sirve como indicador del primero. Dicho de otro modo: hacemos
hipótesis sobre hechos no percibidos y los contrastamos por medio de evidencia que
consiste en datos acerca de hechos directamente observables, partiendo de la
suposición de que estos últimos son concomitantes de o efectos de los primeros".
El problema reside en que, mientras las relaciones entre la teoría, esto es, entre las
construcciones -integradas por definiciones constitutivas y operativas- y los datos, a
través de las reglas de correspondencia -"que sirven al propósito de definir ciertas
construcciones teóricas en términos de datos observables"- son por lo general bastante
claras en el caso de las ciencias físicas, como lo demuestra el grado de acuerdo entre los
científicos, en el caso del estudio de la Educación tales relaciones no son tan obvias; en
efecto, en nuestro caso, la traducción operativa de un constructo teórico es problemática
y solo se puede entender como un índice o indicador de aquél con un grado de relación
de magnitud desconocida, lo que lleva aparejado, junto a la dificultad de validación o
rechazo de teorías , la correspondiente para lograr ese acuerdo entre observadores.
Sin embargo, es preciso reconocer el papel que una buena definición operativa tiene
para lograr tal acuerdo entre observadores pues, aunque no se diera éste en la definición
operativizada del constructo, sí permitiría que otro investigador, en situación similar, y
entendiendo las mismas cosas por los mismos conceptos y utilizando instrumentos de
92
Palabras que Seiffert en su citada obra, pone en boca de la teoría behaviorista que no comparte; y
propone la concepción fenomenológica de la ciencia según la cual la introspección es válida como
método científico.
93
Ibidem, p. 174 s.
94
O.c., p. 737
30
medición que las pusieran de manifiesto, pudiera llegar a resultados compatibles a
determinados niveles de probabilidad.
Una referencia especial dentro de este problema debe realizarse a la relación existente
entre la irrepetibilidad de lo humano, que ya hemos apuntado, y la verificabilidad
intersubjetiva.
6. REPERCUSIONES METODOLOGICAS
Del análisis de estos aspectos que están en la base del carácter científico de los
conocimientos experimentales se deriva una serie de problemas que la investigación
experimental debe resolver, problemas eminentemente metodológicos, a los que nos
referiremos ahora brevemente.
Asimismo, tales limitaciones han llevado a artificios de medición por los cuales, en
muchas ocasiones, es necesario recurrir a formas de medir consistentes en indicar no
tanto lo que cada sujeto tiene del rasgo medio cuanto el puesto relativo en el grupo, para
cuya interpretación son necesarias las normas o baremos correspondientes.
31
De otra parte es necesario resolver el problema de la selección de las muestras con
arreglo a criterios de suficiencia y representatividad a la vez que elaborar estadísticas de
contraste adecuadas al tipo de muestreo utilizado, lo que está implicando, al igual que
antes, una adecuada teoría de la probabilidad.
"La afirmación o supuesto de que efectivamente se cumple esa relación legal entre los
observables (los datos) y los inobservables (el constructo) es, naturalmente, una
hipótesis, aunque por cierta misteriosa razón, suele decirse que es una definición
operativa u operacional"96.
95
Así se expresan D. Campbell y J. Stanley en Diseños experimentales y cuasi-experimentales en la
investigación social, publicada en Buenos Aires, en 1.979 por Amorrortu editores., p. 74
96
Vid. BUNGE, M., O.c,, p. 737
32
una de las objeciones que se hacen al operacionalismo, cual es la que da lugar a una
multiplicidad de conceptos, tantos como instrumentos para medir un mismo fenómeno.
Desde otra perspectiva, y para concluir, conviene hacer expresa referencia a los
problemas éticos que limitan la experimentación con sujetos humanos, a los que se
refieren Buyse y Mialaret entre otros97.
Los problemas aludidos, y otros de índole similar, han dado lugar a elaboración de
Códigos éticos, como los de la American Psychological Association o el de la American
Personnel and Guidance Association98.
Como vemos, pues, a los problemas técnicos de toda investigación científica se unen en
el caso humano aquellas connotaciones que derivan del carácter específico de su objeto,
el más complejo de todos, y que no solo conducen a una dificultad notoria para llevar
adelante la investigación sino que plantean al investigador problemas o preocupaciones
que debe resolver dentro de las normas deontológicas establecidas y en el marco de una
conciencia recta.
RESUMEN
97
Para una visión general de los problemas morales de ciertas profesiones, puede consultarse
PEINADOR, A. (1969) Moral profesional, Madrid: BAC, especialmente su capítulo X.
Vid. BUYSE, R. (1947) Idea de un curso de Pedagogía experimental. En Revista Española de Pedagogía,
nº 20. MIALARET, G. Teoría y práctica de la investigación en Pedagogía. En M. DEBESSE, tomo I, pp.
137-214
98
Vid. LÓPEZ CASTELLÓN, E. (1974) Bases ética para la investigación en Psicología. En R.S., 3, 139-
166.
33
La primera se ha centrado en las características del conocimiento científico y su ligazón
al método como realidad inseparable.
Por último, tras este análisis detallado, hemos analizado las consecuencias que la
naturaleza de los actos y procesos educativos deben representar para la metodología de
la investigación en educación, así como los ámbitos y aspectos susceptibles de la
aplicación de la metodología objeto de estudio.
34