Sei sulla pagina 1di 3

OSCAR SNEYDER HERRERA MAHECHA

LEBECS

SEMESTRE VIII

PROYECTO 1
______________________________________________________________________

Reseña del texto: Geografías literarias, paisajes sin cartografía.

Palabras-clave: Geografía humanística, Geografía de lo imaginario, texto literario,


paisaje y cartografía.

Dentro de la llamada geografía literaria, de uso más bien escaso dado su valor artístico,
encontramos la literatura geográfica puesta al servicio de la imaginación y los textos
creativos que no necesariamente deben ser por completo verídicos. Es más, dentro de
este estilo ya se ha aprendido a valorar este recurso creativo a la hora de completar el
conocimiento dentro de la geografía humana.

Según la naturaleza de los contenidos o la intencionalidad de los autores, la información


geográfica es identificada dentro de un escrito literario sirviendo de fuente y apoyo a los
geógrafos. Es en esta línea que encontramos primeramente a las exploraciones o
descubrimientos que en la antigüedad se emprendieron, incorporando estimables
elementos narrativos y socio-culturales, que, si bien han sido subestimados en los
últimos tiempos, restándoles valor científico, han sido valiosos a la hora de emprender
un análisis más complejo de la sociedad.

La otra vía de conjunción entre la literatura y la geografía la encontramos en la llamada


literatura de viajes, de carácter muy antiguo y determinante en aspectos tan importantes
como pueden ser el imaginario que podemos hacernos de pueblos lejanos. Esta literatura
es rica en el estilo narrativo dada la importancia en las experiencias del protagonista, asi
mismo se alimenta de muchas descripciones que pueden ser en su mayoría de carácter
geográfico y que solo son posibles gracias a la particular visión de quien recorre
personalmente el viaje. Esta última, la literatura de viajes resulta especial en cuanto a la
concepción y relaciones con el paisaje, sirviendo de fuente en muchos aspectos
socioculturales que enriquecen la visión del mundo que hemos y seguimos
transformado.

Cabe recordar nuevamente en este escrito al geógrafo J.K. Wright quien desde 1947 y
por medio del lugar que reclamo para el estudio geográfico, desde una interpretación
que incluyera todos los puntos de vista (incluso subjetivos) inicio el estudio de las
relaciones existentes entre la geografía el arte y la literatura. A esto lo llamo Geosofía
estética.

Lo anterior abriría las puertas a la percepción artística dentro de la geografía, por eso
Valle (2015) afirma: “Los planteamientos antedichos asumen la premisa de que el
raciocinio geográfico no es potestad exclusiva de los geógrafos, y que todas las
personas tienen concepciones espaciales, pensamientos y acciones de sentido
geográfico. Ha de buscarse, pues, el objetivo de profundizar en las geografías
personales como fuente de conocimiento” así como las relaciones que se dan en el
espacio entre por ejemplo los personajes de una novela y su relevancia geográfica, en un
quehacer que se va construyendo desde la naturalidad de la narración.

Por otro lado, los aportes de los mapas de los narradores como recurso literario y
documento geográfico son bastante importantes. La imagen habla llena de significados a
través de los mapas, sus aportes son explícitos en lo referente a lugares y espacios
geográficos. Si bien no les es concedido un rigor científico suficiente, enriquecen el
texto con imágenes gráficas que complementan los vacíos a los que se ve relegado a
veces el lenguaje. Es necesario según el autor, nombrar como precursor de este estilo a
W. Faulkner, ya que, desde la publicación en 1936 de Absalón, Absalón acompañó sus
obras del mapa del condado de Yoknapatawna, esto claro está, con una intensión muy
personal según el autor. Intensión que sería seguida por otros autores con los mismos
fines (mas explicativos si se quiere) de enriquecimiento personal de la obra literaria.

Estos mapas resultan siendo espacios imaginarios configurados sin embargo desde la
existencia real en la que se sitúan las experiencias del autor. Esto le presta atributos
dinámicos que se entienden desde ese dialogo que puede lograrse entre el autor y sus
lectores, proveyendo así también la carga vivencial en la interpretación de los textos.

Son varios los usos o intensiones que el mapa tiene dentro de la literatura, habiéndolos
de carácter más ficcional e incluso metafórico en contraste con otros que buscan una
cercanía a los atributos reales de la cartografía. Elevar la imagen a la categoría de
conocimiento resulta otra de sus características, más si tenemos en cuenta que el motor
principal de sus determinaciones es en su mayoría imaginario. De esta forma
reivindicamos la idea de la imaginación como complemento de la realidad, sea esta e
carácter positivista o no. Paisajes sin cartografías dirá el autor, mucho más vividos sin
embargo que otros más rigurosos pero carentes de carga sugestiva.

Los aportes geográficos en este orden de ideas resultan siendo definitivos, aportando no
solo un acercamiento más significativo sobre la geografía de un lugar sino también
dotando a los habitantes de cualquier lugar de un sentido mucho más amplio de
identidad y de comprensión del territorio que habitan.

Bibliografía

Valle, B. (2015) Geografías literarias, paisajes sin cartografía. De la Riva J. Análisis


espacial y representación geográfica: innovación y aplicación. (p.1261-1270)
Universidad de Zaragoza, España.

Potrebbero piacerti anche