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En general, esta relación ente externo-ente biológico (que puede ser animal,
vegetal o humano) puede ser de tres tipos: mediante simbiosis de parasitismo,
mutualismo o comensalismo. Claro que los aportes en estos diferentes casos es
distintos, y la patogénesis suele identificarse con el parasitismo, siendo incluso
una versión “extrema” de la misma.
Ejemplo de ello son los hongos, bacterias y virus que producen enfermedades. En
algunos casos, el agente biológico termina por adecuarse a la presencia
del parásito o agente patógeno, porque éste también se adecua al huésped (por
eso son relaciones simbióticas). En esta relación, una de las partes depende del
otro: el parásito depende del huésped, y obtiene beneficios del mismo, por lo cual
el huésped se ve de alguna manera y en alguna magnitud, dañado.
Son muchas las causas por las cuales un agente biológico animal, vegetal o
humano puede convertirse en huésped de agentes patógenos, pero entre ellas se
destacan principalmente: los hábitos en la higiene personal, el rango de edad, los
factores genéticos, el padecimiento de enfermedades (sobre todo de manera
frecuente o recurrente), la dieta alimenticia, la realización o no de ejercicio físico,
contactos con otras personas, consumo de sustancias tóxicas como el tabaco, el
alcohol o estupefacientes.