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Parshat Balak
Likutei Sijot
Bsd.
Likutei Sijot
término shajáv –yace– está asociado a las tres expresiones que
encontramos en sendos versículos: ‘vaishkav vaieradam’5 –‘se acostó
y se durmió’–; ‘al mishkaví baleilot’6 –‘sobre mi lecho en las noches’–;
y también ‘veló iamut venafal lemishkav’7 –‘y no muere sino que cae
en cama’–. Todas estas expresiones aluden al período del galut del
pueblo judío, que se compara a cuando la persona está dormida.
Podríamos pensar erróneamente que el estado diaspórico no
afecta sólo al cuerpo sino también al alma, Di-s libre, es decir, que
afecta también los aspectos vinculados a la dedicación en el estudio
de la Torá y la observancia de las mitzvot. Sin embargo, el mismo
versículo que declara que ‘Se agazapó, yace’ no se refiere a quien
se acuesta debido a la falta de fuerzas sino más bien a alguien
que se auto-limita, restringe a sí mismo, se ‘agazapa’ por propia
voluntad, pues en este caso quien ‘Se agazapó y yace’ es ‘kaarí’
–‘como un león’– ‘vekalaví’ –‘y como un león fuerte’–. Arí alude al
león con su fuerza natural, mientras que laví es un león con fuerza
extraordinaria, como señala el Zohar8.
2 En otras palabras: incluso en una época en la que el pueblo judío
‘se agazapa, yace’, eso no significa, Di-s libre, que las naciones del
mundo tienen dominio sobre Israel. Los judíos son siempre como
un arí y un laví, y solo se precisa que ‘Mi lo levantará’9. La palabra
mi en este versículo tiene el mismo significado que el de la expresión,
‘¿Mi –quién– ha revelado este secreto a Mis hijos?’10, que a su vez
se vincula con ‘¿Mi – quién– podrá asegurar que sus corazones
permanezcan por siempre así, para tener temor de Mí...’11, que
5 Ioná 1:5.
6 Cantar de los Cantares 3:1.
7 Éxodo 21:18.
8 Zohar I, Vaiejí 237b.
9 Palabras que siguen a ‘se agazapa, yace’, en el citado versículo de Números 24:9.
Literalmente, la palabra hebrea mi se traduce como el pronombre interrogativo ‘quién’. En este
contexto, el término recibe una perspectiva interpretativa, aludiendo a Di-s.
10 Shabat 88a.
11 Deuteronomio 5:26.
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alude al Todopoderoso12. Del mismo modo, nuestro versículo, ‘¿Mi
–quién– lo levantará?’, también puede leerse como una afirmación:
que ‘¡Mi lo levantará!’, refiriéndose al Santo, bendito sea, que
nos redimirá del galut, como está escrito: ‘Mi traerá de Tzión la
salvación de Israel’13.
Visto desde este ángulo, se entiende que hasta que llegue el
momento de ‘Mi, Di-s, lo levantará’, nadie posee dominio real
sobre Israel, Di-s libre. Como es un pueblo en esencia fuerte como
un arí y un laví, nadie tiene potestad sobre él.
(En concordancia con lo explicado, el Shulján Aruj –Código
Judío de Leyes– dictamina14 que un ser humano no puede de ninguna
manera dominar a un arí y a un laví. Es más, entre los legisladores
de la Halajá hay una controversia en cuanto a si verdaderamente se
puede domarlos o no15).
Así visto, el galut, desde la perspectiva de la lógica, no tiene
cabida16, y se debe exclusivamente a que ‘forzados por el dictamen
12 Véase Zohar I 3b, y II 105a, Tikunéi Zohar 49:85b y 63:94b. Véase Likutéi Torá, 3
Bamidbar 15a-b.
13 Salmos 14:7 y 53:7 (nuevamente, la pregunta “quién (mi) traerá de Tzión...” se vuelve
una afirmación: “mi traerá de Tzión...”). Véase Likutéi Torá, Bamidbar 15b, citando a Midrash
Tehilím 14:6.
14 Joshen Mishpat, Hiljot Nezikín 389:8.
15 Es un principio conocido en la Filsofía Jasídica que todo lo que sucede en el plano
físico, aquí ‘Abajo’, es un reflejo de lo que existe y sucede en las dimensiones espirituales
de la Creación, en lo ‘Alto’. Así también en nuestro tema: el dictamen del Shulján Aruj, que
es imposible que un hombre domine a un león aquí ‘Abajo’ en este plano físico, es porque
esta situación deriva de, y refleja, la realidad de las almas judías en relación a las de las
demás naciones en el mundo espiritual, lo ‘Alto’. Parafraseando esta idea en términos de la
doctrina jasídica: ‘’Lo ‘Alto’ y lo ‘Bajo’ son, en definitiva, lo mismo, solo que uno es espiritual y
el otro tiene vestimenta material’’. Véase el extenso desarrollo de este concepto en el Discurso
Jasídico Veiadáta, pronunciado por Rabí Shalom Dovber, el quinto Rebe de Jabad, en Moscú
en el año 5657 (1897).
No obstante, en el caso de los tzadikím –cuyo cuerpo físico es apenas una ‘vestimenta’ para
el alma– incluso los leones más feroces no se atreven a atacarlos, como sucedió con el profeta
Daniel cuando fue arrojado a la guarida de los leones. Esto fue así porque la raíz espiritual
del alma judía en lo ‘Alto’ es superior a la de todas las criaturas, incluso la de los leones más
fuertes. Véase Tania, cap. 24, en nombre del Zohar, y lo escrito más adelante en la nota 25 en
relación a los tzadikím.
16 Véase Nétzaj Israel (de Rabí Iehudá Loeb, el Maharal de Praga), caps. 1, 13, 24, 31 y
otros lugares, donde señala que el galut es algo absolutamente irregular, no-natural, y por ende
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Supremo’, el arí y el laví permanecen ‘agazapados’ y ‘acostados’,
en un estado de letargo.
Entonces es obviamente comprensible que el galut no tiene
efecto real y concreto alguno sobre la vida espiritual del judío, ni en
la más extrema de las circunstancias, en lo que respecta a la Torá
y a las mitzvot, sobre las que se ha dicho: ‘Di-s habló todas estas
palabras’17.
irracional.
17 Éxodo 20:1.
18 Salmos 74:9. Véase Midrash Tehilím 74:3 sobre este versículo.
19 Nidá 31a.
20 Séfer HaBahir 8 (10); Tikunéi Zohar 42:82a. Compárese con Pesajím 50a. Likutéi Torá,
Shlaj 37d. Séfer HaMaamarím 5710, pág. 116.
21 Tal como el propio Rebe anterior escribe en la célebre carta que envió a todos los judíos
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hacen recordar que incluso en el galut ‘Nada hay fuera de Él’22.
En este contexto, nuestros Sabios dicen que ‘Di-s originalmente
pensó crear el mundo con Midat HaDín –el Atributo de Justicia,
Severidad–, pero vio que de ese modo el mundo no perduraría,
por lo que a la Severidad le asoció Midat HaRajamím –el Atributo
de Misericordia, compasión’23–. En Sháar HaIjud VeHaEmuná, la
segunda sección del Tania24, esta idea se aplica a las manifestaciones
de Divinidad que se ven en el mundo por intermedio de los
tzadikím –hombres justos y piadosos– y las maravillas y milagros
mencionados en la Torá. En otras palabras: la ‘Severidad Divina’ que
Di-s tuvo inicialmente en mente consistía en la ocultación total de Su
Presencia, pero ‘Él vio’ que de ese modo –si el hombre no ha de tener
conciencia de la presencia de Di-s– el mundo no podría sostenerse,
por lo que ‘asoció’ Su Misericordia al acto de Creación, y con ella
Él Se muestra en este mundo físico por medio de los tzadikím25 y los
milagros de la Torá.
Los milagros quiebran las estructuras y limitaciones del orden
natural del mundo, de modo que los ojos físicos puedan ver y 5
reconocer que ‘’Hay Quien dirige y guía ‘esta casa’‘’26.
La toma de conciencia de este principio conduce a tener
presente que el pueblo judío siempre es un arí y un laví, y que con
respecto al Alma Divina, la Torá y las mitzvot, no estamos sujetos
con motivo de su liberación: ‘No solo a mí liberó Di-s, sino a todo judío... incluso a aquel para
quien Israel es nada más que un apodo…’.
22 Deuteronomio 4:35.
23 Citado por Rashi sobre Génesis 1:1. Séfer HaLikutím del Arízal, al comienzo y en
varios lugares de la misma obra. Y véase el Midrash Ielamdeinu citado en Séfer Talmud
Torá (transcripto en Batéi Midrashot (de Rabí Shlomó Aharón Wertheimer), vol. 1, pág. 141).
Véase Bereshit Rabá 12:15 y Torá Shelemá, Bereshit, cap. 1:209, y cap. 2:82.
24 Cap. 5.
25 La mera presencia de los tzadikím da muestra de cómo la Divinidad permea el mundo
material, pues el cuerpo físico del tzadík no es más que un vehículo de expresión de su alma.
Véase en Tania, cap. 29, la explicación de la frase de Hilel respecto de su propio cuerpo.
Además de esto, los tzadikím también hacen sentir la presencia del Altísimo en el alma de las
personas por medio de sus enseñanzas de Torá y sus bendiciones; con estas últimas, Di-s les
otorgó el poder de alterar el curso natural de las cosas.
26 Véase Bereshit Rabá 39:1; Lékaj Tov sobre Génesis 12:1.
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al ocultamiento y las limitaciones del galut.
* * *
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Y no bien se le permitió a Amalek inmiscuirse levemente en la
vida judía, automáticamente se volvió evidente la idea nociva que lo
caracteriza, que ‘Conoce a su Amo, y tiene la intención de rebelarse
en Su contra’28, y así se sufrió el efecto de su accionar, su ataque29.
Así también dice la Guemará en el tratado de Sanhedrín30
respecto de Bilam, que era descendiente de Laván, el suegro de
Iaacov. Laván reclamó a Iaacov: ‘Las mujeres, las esposas de Iaacov,
son mis hijas, y los hijos son mis hijos... y todo lo que ves es mío’31.
Exclamaba que ¡también él tiene conexión con los judíos, ya que
a partir de sus hijas se construyó todo el pueblo judío, la Casa de
Israel!
Lo recién expuesto constituye una enseñanza para todas las
generaciones de judíos:
Cuando alguien se presenta y expresa lo contrario a la Torá y
a las mitzvot, incluso si trae consigo un certificado que demuestra
que es bisnieto de Itzjak y tataranieto de Avraham, y que de él
nacieron aquellos sobre los que se erigió toda la Casa de Israel, le
contestamos claramente: 7
‘¡Nosotros sólo tenemos a nuestro Padre Celestial! ¡Nuestro
único criterio de comprobación para lo que sea, es la Torá! Para
nosotros, ni el linaje ni ninguna otra variable ajena a la Torá, son
factores determinantes. El único y exclusivo referente es la Torá:
lo que es acorde a ella está bien, pero si algo la contradice, aunque
provenga de Bilam o Amalek, que también se relacionan con el
pueblo judío, como es una idea que no condice con la Torá, nada
tiene que ver con nosotros’.
Para poder distinguir si una idea es acorde a la Torá o no, es
crucial tener en cuenta lo siguiente: Cuando la persona encara las
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diferentes situaciones de su vida desde la perspectiva de su propio
ieshut –el exagerado sentimiento de su propia personalidad–, no será
capaz de identificar por qué no acepta la opinión de otro: si es
porque contradice a la Torá, o porque es incompatible con su
ieshut y su propio metziut –el sentimiento de que él es ‘alguien’–.
Por ello, y para evitar una situación de esta índole, es que la
persona debe servir a Di-s con Irá y Ahavá. Primero hay que servir
a Di-s con Irá –Temor y Reverencia– y luego con Ahavá –Amor–, tal
como resulta de la combinación de la lectura de ambas palabras
explicada antes. Y, de hecho, así afirma el Tania32: Irá es ‘el inicio
de la avodá –el esforzado servicio a Di-s– su fundamento y su raíz’.
Cuando el judío encara su servicio a Di-s sobre la base del Amor
y el Temor a Él, siendo estas cualidades aspectos fundamentales de
su avodá, pues el Amor a Di-s es la raíz de todas las mitzvot asé
–Preceptos Positivos, harás–, y el Temor a Di-s es la de todas las
mitzvot lo taasé33 –Preceptos Prohibitivos, no harás– (tal como señala
el Alter Rebe en Jinuj Katán, la introducción a la Segunda Sección
8 del Tania34, y allí añade que esto, el Amor y el Temor a Di-s, atañe al
jinuj –la educación desde temprana edad–. Esto significa que incluso
si el individuo no es un bar dáat –uno dotado de una sólida capacidad
intelectual–, ‘y cada uno conoce su estado espiritual interior…’,
de todos modos es factible educarlo para que desarrolle en su
interior Amor y Reverencia a Di-s), no tiene de qué impresionarse
ni temer frente a algún ‘Amalek’ que argumente que desciende de
Avraham e Itzjak, ni se impresionará de un eventual ‘Bilam’. Si
bien se ha dicho que ‘No surgió en Israel, ni surgirá, otro Profeta
como Moshé’35, eso es en Israel, en el seno de la nación judía no hubo
ni habrá otro Profeta del calibre de Moshé, pero sí en las naciones del
32 Cap. 41.
33 Véase el comentario de Rambam sobre Mishná, Avot 1:3; Rambán sobre Éxodo 20:8;
Tania, cap. 4.
34 El Sháar HaIjud VeHaEmuná.
35 Deuteronomio 31:10.
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mundo. Y ‘¿quién es? Bilam’36 – no obstante ello, no ha de temerle.
En síntesis: Aun el judío más simple entre los simples, si se
conduce primero con Temor a Di-s –aceptando sobre sí el Yugo
Celestial– y luego se esfuerza por incorporar el Amor a Él, no tiene
de qué impresionarse ante los eventuales ‘Bilam’ y ‘Amalek’ que se
le presenten en el camino.
36 Sifrí, Devarím 34:10, y Ialkut Shimoní allí; Bamidbar Rabá 14:20; Zohar II, 21b, y en
otros lugares.
37 Números 23:9.
38 Bamidbar Rabá 20:19. Véase el comentario de Rashi sobre el versículo.
39 Plegaria Ómetz Ishajá para Hoshaaná Rabá.
40 Cantar de los Cantares 2:8, conforme se interpreta en Rosh HaShaná 11a.
41 Arriba, secc. 3.
42 Números 22:5.
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concretamente el parentesco, la Guemará afirma Beor es Laván43. Y en
vista de que muchos años antes Laván dijo a nuestro Patriarca Iaacov:
“Las mujeres, tus esposas, son mis hijas, y también los hijos que
ellas tuvieron contigo, son mis hijos”44, para invalidar este reclamo
de Laván fue necesario que uno de sus propios descendientes
reconociera que el pueblo judío, hijos e hijas de Iaacov, se vincula
exclusivamente con sus Patriarcas y Matriarcas: “Desde sus orígenes,
como rocas los veo y como colinas los contemplo” – “rocas” alude a
los Patriarcas y “colinas” a las Matriarcas, es decir, Bilám reconoció
que ni él ni su ancestro Laván tienen potestad alguna sobre los judíos.
Pero de esto –del hecho que en la Torá deba figurar que uno de
sus descendientes refutó los dichos de Laván– se entiende que el
reclamo de Laván, “las mujeres son mis hijas, y los hijos son mis
hijos”, tiene cierto fundamento, pues si la demanda no hubiese
tenido asidero alguno, no habría sido incluida en la Torá ni habría
sido necesario que Bilám, siendo de los descendientes de Laván, la
refutara.
10
5. ¿Cuál es el sentido, y qué significa en lo profundo de la cuestión,
el reclamo de Laván a Iaacov: “Las hijas son mis hijas y los hijos
mis hijos”?
Desde la perspectiva místico-jasídica, la explicación es la siguiente:
En vista de que el alma de la persona descendió desde su morada
Celestial puramente espiritual para investirse en un cuerpo físico, y
por lo tanto, en virtud de la misión que se le encomendó de refinar
el mundo, debe interactuar con la materia, eso tiene su costo: si
bien no es para satisfacer pasiones físicas propias, sino que el alma
lo hace con el propósito de beneficiar la materia al elevarla a un
plano de santidad, no obstante, el escenario es uno de “quien lucha
con una persona sucia, también se ensucia”45, por lo que, sumado
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a su inserción en un cuerpo físico, lo que de por sí ya es para el alma
un descenso, este descenso se acentúa más al tener que lidiar a diario
con la materia. Y aunque es cierto que esta situación del alma es
por un tiempo relativamente breve, como reza el versículo: “Por un
pequeño instante te abandoné”46, y luego el alma saldrá de eso, se
liberará y elevará espiritualmente más alto que antes de su descenso,
no obstante, al menos ese momento e instante de contacto íntimo
con lo mundano constituye un descenso, pues en ese momento tiene
que vérselas con cuestiones materiales y toscamente mundanas, y
al estar inmerso en ellas, ocupando ellas toda su atención, resulta que
se desliga de la Divinidad.
–En realidad, el estar separado de la Divinidad siquiera por
un breve instante se debe exclusivamente al rúaj shtut –espíritu
de insensatez– que proviene del Alma Animal y eclipsa el brillo de
santidad del Alma Divina. Pero si no fuera por el rúaj shtut, desde la
perspectiva de la lógica de la órbita de santidad innata en el judío, e
incluso desde el razonamiento humano simple y sano, separarse de
la Divinidad siquiera por un instante no tiene cabida en absoluto, 11
pues ese instante constituye una pérdida irrecuperable, y con más
razón como el concepto se explica extensamente en el Tania47 –
que en el Alma Divina, debido a que en ella brilla la Luz Divina,
ese instante, si se usa para unirse con Di-s cumpliendo Su voluntad,
es atemporal, por lo que desperdiciarlo con cuestiones mundanas
sujetas al tiempo y al espacio es realmente una pérdida inmedible e
irrecuperable–.
Es más, esto –el separarse de la Divinidad siquiera por un instante–
repercute incluso a futuro, como dice allí el Tania48, que si la
persona se separa ahora de la Unicidad de Di-s porque se apoya
en que posteriormente, en otro momento, saldrá de esta situación
por medio de teshuvá, no lo logrará tan fácilmente pues esta es una
46 Isaías 54:7.
47 Cap. 25.
48 Véase también ibíd., Igueret HaTeshuvá, cap. 11.
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actitud de “pecaré y luego me arrepentiré”49, instancia en la que
a esa persona “no se le concede desde lo Alto la oportunidad para
hacer teshuvá”50, y para que su teshuvá sea aceptada se deberá
recurrir a una forma más profunda de teshuvá, una forma que a pesar
de los impedimentos “forzó la oportunidad y entró”.
En razón de lo expuesto, argumenta “Laván” –las fuerzas del
‘otro lado’, contrarias a la santidad– que “Las mujeres son mis hijas
y los hijos mis hijos”, es decir, Laván desea adjudicarse como propio
el resultado de la actividad mundana del judío. ¿Por qué lo reclama? Él
dice así: “En vista de que debes recurrir y ocuparte de cuestiones
materiales, al menos en ese momento en que te involucras en ello
–que repercute incluso en el futuro, como se explicó antes– te
disocias de la Divinidad”. Este es el reclamo de “Laván”.
Pero la verdad no es así, como argumenta Laván.
Pues si el judío se involucra en cuestiones materiales sin que esa
involucración suya en ellas constituya la finalidad misma, sino que
lo hace exclusivamente en virtud de la intención Divina que ello
12 entraña, que consiste en hacer para Di-s, bendito sea, una morada
en los planos inferiores51 de la Creación, y solo debido a eso se ocupa
de aquellas cosas “inferiores”, materiales y burdas – entonces, ni
siquiera en ese momento mismo de su involucración se produce en
él un descenso sino, más bien, un ascenso espiritual, hasta que aun
el propio Bilám, un descendiente de Laván que era tuerto52 incluso
él, vio y reconoció que “Desde sus orígenes, como rocas los veo, y
como colinas los contemplo”.
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al descenso del alma al cuerpo incluso según la Torá se demanda
de él que se involucre en cuestiones materiales, y de hecho, el
ocuparse de proporcionar sustento a los integrantes de su familia
constituye una mitzvá y un deber53 – es preciso, por lo tanto, que
se capacite para un buen desempeño en la actividad comercial y
realice los preparativos acordes para ello.
Es más, continúa el argumento, la propia Filosofía Jasídica
explica que el versículo “Di-s, tu Señor, te bendecirá en todo lo
que hagas”54 enfatiza que es imprescindible que haya precisamente
acción por parte de la persona, es decir se refiere a la necesidad de
que se recurra a las “vestimentas”, las estrategias, herramientas y
metodologías de la acción física que crean el entorno para el éxito
comercial55; es decir, para que el flujo de bonanza descienda de los
Mundos espirituales a este mundo físico y la bendición de Di-s se
cristalice en la persona permitiéndole alimentar y sostener a su familia
y a todos sus temas mundanos, no alcanza con las “vestimentas”
de los mazalot –estrellas y constelaciones– celestiales a través de los
cuales pasa este flujo56, sino más bien se requiere de las “vestimentas” 13
de este mundo material, la acción concreta de la persona en busca de
su sustento.
Por lo tanto, si bien la persona lo hace realmente con la intención
de servir a Di-s, pues a través de su emprendimiento comercial y
éxito en lo material logrará mejorar sus condiciones de vida y eso
le permitirá un incremento en su estudio de Torá y cumplimiento
de mitzvot, al menos en ese momento de su actividad comercial
y desempeño físico, sin embargo, está dedicada a cuestiones
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materiales, tal como lo hace, salvando las distancias, un gentil.
Debemos saber y tomar consciencia de que este modo de pensar
no es propio del judío sino que es el argumento de “Laván”, que
exclama “¡Las mujeres son mis hijas y los hijos mis hijos!”, pues
también él reclamaba que todo lo material del judío le pertenece.
Sin embargo, la verdad es que “Desde sus orígenes, como rocas los
veo, y como colinas los contemplo”. Cuando se emplaza un maaké,
un “cerco protector”, en el nuevo hogar –como se mencionara en
la Sijá del 12-13 de Tamuz57, que cuando se sale del ámbito58 de
Torá y plegaria para ocuparse de cuestiones mundanas se hace
un “cerco protector”–, incluso mientras uno está involucrado
en temas materiales se percibe en ello la intención Divina que se
pretende, y entonces, automáticamente, “Desde sus orígenes, como
rocas los veo y como colinas los contemplo” – es decir, se ve en
cada judío la huella de la dedicación de los Patriarcas y las Matriarcas,
el que ellos eran, en todos sus asuntos, una merkavá –carroza59–
para la Divinidad. Análogamente, cada uno de nosotros, sus hijos
14 y descendientes, mientras cumple una mitzvá se transforma en una
merkavá para la Voluntad de Di-s y, como se explicara60, también se
vuelve una merkavá en toda otra cuestión con la que se ocupa, que
sin ser una mitzvá sino algo optativo y permitido por la Torá, cumple
en ella el mandato: “Conócelo a Di-s en todas tus sendas”61.
Además, el reclamo de Laván, “Las hijas son mis hijas y los
hijos mis hijos”, no es sólo en cuanto a lo netamente material, sino
también en lo que respecta al estudio de Torá que uno lleva a cabo
empleando su intelecto humano. Incluso en esa área es menester
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tener un “cerco protector”, como ya se mencionara extensamente62
que es necesario que esté el Sháar HaNún, el “Portal Cincuenta” de
Biná, o sea, unir permanentemente la nekudá, el “punto esencial” de
Jojmá, con su heijal, la “Cámara”, el “edifico intelectual” de Biná63. En
otras palabras, esto significa que mientras uno está enfrascado en
62 En el Discurso Jasídico Kará Shajav Kaarí del 12 de Tamuz de ese año (5716), cap. 3
y ss., impreso en Torat Menajem, vol. 17, pág. 33.
63 En el Maamar de la nota anterior, el Rebe explica que el letargo en Torá y mitzvot
generado por el exilio diaspórico puede a su vez degradarse y volverse una “enfermedad”.
Puede ser: a) una “enfermedad con riesgo de vida”, que en términos del servicio a Di-s significa
que su Alma Divina está en un profundo exilio dentro del Alma Animal y el cuerpo, y estos la
ocultan tan tenazmente que en efecto se corre peligro mortal: transgredir prohibiciones cuya
pena es la muerte (a manos del Tribunal, del Cielo, o Karet, escisión). b) Un segundo nivel
de “enfermedad”, más sutil (que puede llegar a volverse riesgo de vida), es la indulgencia
apasionada en aquello que la Torá sí permitió, pues al contradecir la instrucción de “Santifícate
con aquello que te está permitido” (Ievamot 20a), la persona pierde su conexión con la santidad
y la Divinidad, que son la fuente de su vitalidad, su “salud”.
¿Cuál es la raíz de estas “enfermedades”? Una situación más sutil aún. Jolé (“enfermo”,
en hebreo), tiene el valor numérico de 49 y alude a la ausencia del Portal Cincuenta de Biná.
La función de este Portal, que es el nivel más alto de Biná y por lo tanto más cercano a la
trascendencia de Jojmá, es unir Jojmá (la fuente seminal de una idea intelectual) con Biná (la
facultad que toma ese núcleo seminal y lo desarrolla en amplitud y profundidad). Biná, como
lo indica su nombre (Entendimiento) capta y comprende. Pero como el intelecto, suelto, puede 15
tomar sendas erradas, es preciso que los cimientos de esa idea intelectual sean como es
debido. Esta es la función de la nekudá, el “punto nuclear” que hay en Jojmá, que cuida que
ello no suceda. Esto es así, porque Jojmá, es la primera y más elevada facultad del alma, es el
‘punto’ de contacto con lo ilimitado y lo puramente Divino del alma, por eso, cuando actúa en
términos intelectuales, “cuida” que el razonamiento de Biná no se desvíe y siga fiel, no solo a la
lógica sana, sino también continúe apegado a los principios de la fe en Di-s.
Esto, en la terminología jasídica y cabalística, se denomina nekudá beheijalá, “el ‘punto’ en
la ‘cámara’”. El entendimiento propiamente dicho se denomina “cámara” pues construye toda
una estructura edilicia intelectual con diversos pormenores y perspectivas. Pero para que el
edificio sea sólido y auténtico, es preciso que el “punto” nuclear de Jojmá cuide a la “cámara”
de Biná y esté siempre allí. Su ausencia, es decir, la falta del Portal Cincuenta que, como se
dijera, es en Biná mismo, el nivel más próximo a Jojmá, aquel que protege a la cámara de
Biná –que en términos del servicio a Di-s por parte del hombre significa que este sirve a Di-s
solo en base a su lógica y razón humanas–, implican “enfermedad” (50-1=49, jolé). Inicialmente
no hay riesgo de vida, pues si bien a la persona le falta el resguardo del punto que cuida su
captación, entendimiento e intelecto, entretanto sigue todavía marchando por el camino recto.
No obstante, como el intelecto es muy influenciado por la voluntad, ésta puede desviarlo y en
un momento de presión llevar a la persona a apartarse del camino del Rey y hacerle caer hasta
los niveles más bajos, los de una “enfermedad” que hace peligrar su vida misma. En cambio, la
presencia del Portal Cincuenta hace que en su intelecto humano se preserve su núcleo judaico,
aquel punto que une la esencia de su alma con la Esencia Divina, que siempre se mantiene
perfecta e intacta en cada judío y a la que nada puede ocultar. (Véase Tania, cap. 3, en relación
a la interacción de Jojmá y Biná, y en el cap. 18 acerca de la función de Jojmá en su contacto
con lo Infinito de Di-s).
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captar y comprender la Torá con su lógica humana, en ese momento
debe sentirse en él el “punto nuclear judío”, la pureza esencial y
Divina del alma.
En términos generales, esto significa que cada cosa que la
persona haga, ya sea en su ocupación comercial o mientras estudia
Torá con su intelecto humano, debe sentirse en ello la intención
Divina. Cuando es así, incluso en el momento mismo de la acción no
se trata de descenso alguno, sino todo lo contrario: es un ascenso,
pues en eso mismo se concreta la intención y propósito del Altísimo
con la Creación del mundo.
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