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AMOR CIVIL

Introducción
El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de convivencia
y de comunión. Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una
responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos.
Cuando el respecto se relaciona con la naturaleza se refiere a la valoración del Medio
Ambiente en el que vivimos, de los animales, plantas y todo aquello que hace posible la vida
en el planeta. Asimismo se refiere a la consideración hacia la naturaleza y al reconocimiento
de las "necesidades" de la misma, que vendrían a ser las condiciones necesarias para que
pueda seguir existiendo y desarrollándose como tal.El respecto por la naturaleza, no sólo es
valorarla sino tomar las medidas necesarias para no dañarla, lo que viene a ser una conciencia
ecológica. Por tanto, el respeto a la naturaleza y al entorno es, ante todo, una cuestión de
sentido común puesto que nuestro entorno influye y repercute directamente sobre nuestra
salud y nuestro propio bienestar. Atacar el entorno y atacar a la naturaleza es, a la larga,
atacarnos a nosotros mismos. Si no sabemos utilizar de manera lógica y equilibrada los
recursos que la naturaleza nos ofrece estamos rompiendo una cadena de equilibrio y armonía,
que se volverá en contra nuestra.
El amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se
manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor.El amor a la
sociedad y el compromiso por el bien común son una forma excelente de la caridad, que no
sólo afecta a las relaciones entre los individuos, sino a « las macro-relaciones, como las
relaciones sociales, económicas y políticas ».El amor social es la clave de un auténtico
desarrollo. La carencia de amor es visible en muchos ambitos, en muchos sentidos,
esperamos a actuar por algo en recompensa, nuestro amor se basa en un intercambio
Hoy en día el sentir “amor” para nosotros significa hacer o decir algo solamente y
exclusivamente para recibir algo a cambio (la mayoría de las veces inconscientemente claro).
Decimos te amo para recibir uno de vuelta. Damos al otro algo para que esa persona pueda
darnos algo de regreso, ya que sólo así nos sentimos “queridos”. Necesitamos esa
reafirmación y esa aprobación del otro, que sí no recibimos nos sentimos en carencia, en
falta, en vacío o incluso en ansiedad y/o angustia.
Argumento
Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad
por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido
mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la
honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco.
Esa destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros
para preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia y
crueldad e impide el desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente.
Todos y cada uno de nosotros impactamos en el mundo que nos rodea, de manera consciente
o inconsciente. Cada palabra, cada gesto y cada acción influye en los demás con una serie de
consecuencias, intencionadas o no.
Necesitamos dejar de pensar en nosotros mismos que solo pensamos en sobrevivir física y
emocionalmente. Por más que nos cueste de reconocer, todo lo que hacemos en la vida lo
hacemos por nosotros mismos. Al analizar en profundidad las motivaciones que residen
detrás de nuestras decisiones y conductas, siempre encontramos una ganancia, por pequeña
que sea, que justifica que las hayamos llevado a cabo.
Por medio de nuestra habilidad para aprender y evolucionar, los seres humanos tenemos la
capacidad de poner nuestro propio interés al servicio del bien común de la sociedad. Es decir,
hacer un bien al mundo y que, como resultado, eso nos haga bien, tanto emocional como
económicamente. Este egoísmo altruista consiste en hacer algo que nos gusta hacer y que
además reporta beneficios para otras personas.
Por ese motivo, construir un mundo mejor debería ser una de nuestras prioridades, tanto a
nivel profesional como personal. Y eso puede abarcar infinidad de aspectos, desde el cuidado
del medio ambiente o el desarrollo profesional, hasta la educación entre los más pequeños,
la igualdad de género, o el más básico y fundamental respeto humano. Llegar a la fraternidad
universal que es el lazo de unión entre los hombres basada en el respeto a la dignidad de la
persona humana, en la igualdad de derechos de todos los seres humanos y en la solidaridad
por de unos por los otros.La fraternidad es un valor que no se resume solo a los hombres sino
un valor universal y transversal a todos los seres humanos de considerárnos todos hermanos.
De esta manera el valor de la fraternidad nos lleva a ser solidarios, respetuosos y empáticos
unos con los otros.

Conclusión
El clamor social nos mueve a pensar en grandes estrategias que detengan eficazmente la
degradación ambiental y esta degradación es todo un proceso en el cual el entorno natural
como aire, agua y suelo se ven comprometidos de forma que reduce la diversidad biológica
o la salud del medio.
La degradación es creada por el constante crecimiento de población, el aumento del
desarrollo y la aplicación de las tecnologías que contaminan y reducen los recursos, también
necesitamos que alienten una cultura de cuidado y cuando se habla de este entorno, pues
todos formamos parte de él y es esencial destacar cada detalle que integra el espacio que
habitamos; para así contribuir en mantener un planeta completamente conservado y lleno de
vida.
Cuando alguien reconoce el llamado de Dios a intervenir junto con los demás en estas
dinámicas sociales, debe recordar que eso es parte de su espiritualidad, ejercicio de la caridad
y que así madura y se santifica. Santa Teresa de Lisieux tiene reputación de haber sido una
mujer tranquila y modesta. Esta descripción se ajusta perfectamente a ella: después de todo,
no se apoda “pequeña flor” a alguien que difunde insultos por Twitter o que reparte críticas
con ligereza contra los demás.
No, santa Teresita desarrolló la habilidad de tratar con gente desagradable con tanta dulzura
que estas personas pensaban, erróneamente, que ella les tenía un cariño especial. Todos
tenemos personas antipáticas en nuestras vidas con las que, sencillamente, no nos llevamos
bien, que quizás nos dan la impresión de que solo existen para molestarnos o que nos hacen
rechinar los dientes.
Siempre está esa persona que nos hace resoplar cuando nos enteramos de que estará en la
misma fiesta que nosotros o con quien evitamos cualquier contacto visual cuando nos
cruzamos con ella y sacamos de repente nuestro teléfono para fingir que miramos unos
mensajes importantísimos.
No podemos escapar completamente de esas personas porque, como muestra la experiencia
de santa Teresa, están por todas partes, incluso en conventos llenos de monjas. Santa Teresa
dominó rápidamente el arte de tratar con estas personas difíciles y aprendió a mostrar empatía
por ellas. Tal vez fue porque la propia Teresita fue una persona difícil en su juventud.
Contrariamente a su reputación, santa Teresa de Lisieux nació con una naturaleza violenta.
Su madre decía de ella: “coge unas rabietas terribles cuando las cosas no salen a su gusto y
se revuelca por el suelo como una desesperada pensando que todo está perdido. Hay
momentos en que es más fuerte que ella, y se le corta la respiración”.
Ella misma asegura en su autobiografía Historia de un alma que, de no haber tenido unos
padres tan buenos que la ayudaron a remediar este defecto de carácter, fácilmente podría
“salido muy mala”.
Cuando hacía poco que era religiosa, escribió: “Todo en este convento me ha encantado”,
pero rápidamente aprendió que, al igual que tenía tendencias antipáticas y debía progresar,
pasaba lo mismo con las otras mujeres con las que vivía.
Sobre todo, tuvo problemas con su nueva superiora, la priora, que era severa con ella. “No
podía cruzarme con ella sin tener que besar el suelo”, cuenta Teresa, que afirma que el simple
acto de hacer la limpieza se convertía en una ocasión para ser humillada: “Una vez, recuerdo
que había dejado en el claustro una telaraña y me dijo delante de toda la comunidad:
‘¡Pensaba que nuestros claustros los había barrido una niña de quince años!’”.
Esta humillación pública es parte de una larga serie de acusaciones de pereza, y la priora a
menudo proclamaba: “¡Esta niña no hace absolutamente nada!”. Sin embargo, Teresa tuvo
que aprender a vivir con la priora porque, para bien o para mal, pasaron la mayor parte de
sus vidas la una junto a la otra. Antes de que la situación mejorara, empeoró, y santa Teresa
dice que las cosas empeoraron tanto que le preocupaba tener un problema imposible de
resolver. Con el tiempo, se dio cuenta de que el problema no era su culpa y que tendría que
aprender a vivir con una persona antipática en su vida.

Bibliografía
https://es.aleteia.org/2017/10/18/los-consejos-de-santa-teresita-de-lisieux-para-soportar-a-
la-gente-antipatica/

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