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Con la gracia de nuestro Padre celestial, sean bienvenidos jóvenes y señoritas, a esta

su casa, la casa salesiana.


Aquí estamos los padres y madres de familia junto sus maestros, para recibirlos con
los brazos abiertos después de estos días de ausencia; se alejaron de nosotros para
estar un poco más cerca de Dios, un encuentro que muy pocos pueden experimentar,
creo que esos momentos de oración y reflexión tiene un solo significado, un cambio
profundo en sus vidas y en las nuestras.
Nos cuenta el profeta Oseas las palabras tan tiernas que Dios habló a su
corazón para llevarlas al corazón de cada uno de nosotros:
“Voy a invitarte al desierto y para hablarte al corazón. Allí me responderás con
aquella fidelidad con la que me amabas al comienzo cuando recién me conociste
y entonces me volverás a llamar Amor mío”.
El Señor, les extendió la invitación para que estén presentes con ustedes mismos y
puedan acceder al desierto, a lo espiritualmente desconocido, a ese sitio inacabable,
sin límites ni orillas en donde de seguro fueron reconfortados, por su amor sin
condiciones. Muchos de ustedes seguro dijeron: “Dios, eres mi amor eterno”
Sin duda alguna, esos días no fueron como ningún otro, no sólo porque pudieron
haber disfrutado de la alegría y el gozo que se recibe al servirle a Dios, sino también
porque deben haber sentido que el Señor estaba moldeando en ustedes nuevos
proyectos y sueños que por momentos desbordan su capacidad de comprensión,
pero que para Él son más que posibles.
Queridos jóvenes y señoritas, para nosotros los padres y madres de familia las
palabras nos quedan cortas para decirles el inmenso cariño y amor que desborda al
tenerlos nuevamente en casa. Como padre, me siento muy orgulloso, especialmente
de ti querido hijo, Steven, porque sé que el camino que elegiste tú y tus compañeros
es el correcto; sepan ustedes, que muchos jóvenes son llamados al encuentro con
Dios, pero solo unos pocos son elegidos, y creo aquellos elegidos son ustedes.
Estoy convencido, que decidieron renunciar a estar cómodos, a lo que es seguro, hoy
tomaron la decisión que cambiará sus vidas, nos será fácil, pero les aseguro que será
el camino correcto, lo que hagan de aquí en adelante definirá las personas que serán
mañana.
Sepan queridos hijos e hijas, que todos tienen un enemigo que va en contra de sus
sueños y sus metas, ese enemigo son ustedes mismos, sus miedos, su inseguridad; si
fuera tan sencillo, todos pudieran hacerlo, nunca habrá un día perfecto en sus vidas
para hacer algo grandioso, ustedes mismos deben construirlo, porque la vida no les
dará la oportunidad, la vida misma es la oportunidad para tomar la decisión que los
lleve a donde quieren; hay una línea muy delgada entre desfallecer o cruzar al éxito;
luchen, pelen, que la vida es un combate constate, pueden ganar o perder, es solo su
decisión.
Finalizado nuevamente dándoles la más calurosa bienvenida, padres y madres
abracemos a nuestros hijos y que perdure este amor hoy mañana y siempre.

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