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PUEBLOS ORIGINARIOS DE COSTA RICA.

Una sociedad de prejuicio y estigmatización que se ha empeñado en invisibilizar el aporte de los indígenas -y
que en muchos casos casi niega su existencia- más de 100.000 personas (según los datos del último Censo
Nacional de Población y Vivienda de 2011) se reconocen como tales y luchan, día a día, para mejorar sus
condiciones de vida. Hoy deben ser más, según la tendencia histórica.
Con una prensa habituada a dar noticias negativas de este sector -desde hambrunas hasta crímenes
amarillistas- y con un sistema educativo que apenas incluye el tema de pueblos originarios dentro de sus
contenidos, resulta complejo conocer las realidades en que se desenvuelven los pueblos indígenas: su
cotidianidad es un enigma.
Según el grupo y según cada asentamiento, la población indígena costarricense vive -o sobrevive, según el
caso- en muy distintas condiciones y un error básico sería generalizar.

8 pueblos, 8 realidades distintas

El pueblo indígena Bribi habita cuatro territorios: Salitre, Cabagra y Kéköldi. Su lengua es el Bribri y es hablado
por el 54.7% de la población, además de la presencia de bilingüismo con el manejo del español de acuerdo a
los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos del 2011.
El enfrentamiento de los indígenas bribis con no indígenas por la ocupación de tierras es una constante. A partir
del 2014, en el Territorio Indígena de Salitre se vivió el conflicto de manera violenta con enfrentamientos entre
ambos grupos porque los indígenas no quieren salir de las tierras, que han adquirido de manera ilegal, y los no
indígenas están recuperando sus fincas, lo que ha conllevado confrontaciones violentas en algunos casos.

Los cabécares son el grupo indígena costarricense que conserva muchos de sus rasgos culturales y
tradiciones, debido a que se encuentran menos expuestos a la cultura dominante. Este pueblo se encuentra
dividido en ocho reservas o territorios: Chirripó, Tayni, Talamanca Cabécar, Telire, Bajo Chirripó, Nairi
Awari,Ujarrás y China Kichá. Sus habitantes, el 87.6 % de la población, hablan la lengua cabécar, en territorios
como el Chirripó casi la totalidad de los pobladores, un 96.7%, lo conoce de acuerdo a los datos del Instituto
Nacional de Estadística y Censos del 2011.
La espiritualidad de los cabécares se fundamenta en una figura muy importante, el jawá o sukia, quien es un
especialista con conocimientos de medicina tradicional y funciona como un intermediario entre el mundo físico
y el espiritual.

El pueblo indígena Térraba migró desde una región del Caribe panameño y están directamente emparentado
con la población nasö o Teribe. Sus pobladores habitan una única reserva, la Térraba. Su lengua es el teribe,
un idioma prácticamente en desuso, aunque sus miembros hacen esfuerzos por revitalizarla. El censo del 2011
indica que un 9,9 % de personas hablan el teribe y predomina más el español.

La población indígena boruca o brunca habita los territorios de Boruca y Rey Curré. Actualmente, se hacen
esfuerzos para revitalizar la lengua brunka que se perdió por el proceso de imposición cultural, lo cual la llevó a
su extinción y dio paso al predominio del idioma español.
“El Juego de los Diablitos” o “Cagrúroj” en lengua brunka constituye uno de los los rasgos culturales que se
intenta apropiar nuevamente por parte de los pobladores. Por muchos años tanto la fiesta, como la tradición
artesanal de confeccionar las máscaras para usar en dicha celebración, no fueron practicadas por sus
miembros. Con el resurgimiento de la elaboración de la máscara y sus nuevas interpretaciones, la cual además
es comercializada con gran éxito, la fiesta se ve revitalizada.
Los pobladores Ngöbes o Guamíes fueron reconocidos como costarricenses hasta 1990 cuando, debido a su
lucha, se les otorgó la cédula de identidad. Este hecho los llevó a reivindicar muchos de sus elementos
culturales propios. Actualmente, los Ngöbes habitan cinco reservas: Abrojo Montezuma, Osa, Conte Burica,
Coto Brus y Altos de San Antonio. Su idioma es el Ngäbere, el cual se conserva aún y es hablado por un 77.7%
de los pobladores de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).
Las mujeres ngöbe se caracterizan por el uso de vestidos con coloridas combinaciones que usan diariamente.
Además, su cultura se manifiesta a través de artesanía como como bolsos, chaquiras y pinturas sobre corteza
de mastate.

Al pueblo indígena Maleku, también se le conoce como Guatuso debido a que sus pobladores siempre
habitaron ese lugar procedentes del Pacífico Central. Su única reserva es la de Guatuso y hablan tres lenguas
El malécu, el lhaíca y el español. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Censos, la lengua madre
sigue usándose por por el 67.5% de indígenas maleku, incluso en algunas zonas de manera monolingüe.
Entre sus actividades económicas, se encuentra la agricultura de subsistencia de cultivos como la yuca, el
pejibaye, el frijol y el banano, además de la caza. En los últimos años, se han dedicado a brindar servicios
turísticos, como visitas guiadas dentro del territorio, venta de alimentos tradicionales como mafuriséca ( un
pescado que se envuelve en hojas y se cocina en una fogata), comercialización de artesanías y charlas
culturales.

La población indígena Chorotega sufrió casi su exterminio como consecuencia de la colonización y presenta
un amplio mestizaje que se presenta en la Península de Nicoya. Sus habitantes habitan una única reserva
conocida como Territorio Indígena Matambú. Su lengua se perdió y en la actualidad sus miembros son
monolingües y dominan el español .
Los datos sobre su cultura se encuentra mayormente en el aporte arqueológico y las crónicas coloniales, de las
cuales derivan su lengua, la tradición espiritual indígena y los sistemas tradicionales de organización social ya
inexistentes.

Los huetares fueron el grupo indígena más numeroso a la llegada de los españoles. Sus actividades y
pobladores se encontraban en el Valle Central y parte del litoral Pacífico, entre lo que hoy se conoce como
Chomes y Parrita. Sus habitantes ocupan en la actualidad dos territorios indígenas, el de Quitirrisí y el de
Zapatón.
Su lengua es el español. Sin embargo, de acuerdo al Perfil de los pueblos indígenas de Costa Rica del año
2000, se han hecho algunos esfuerzos por parte de lingüistas de la Universidad de Costa Rica (UCR) y de la
Universidad Nacional de Costa Rica (UNA) por recuperar, al menos, el uso en la cotidianidad de ciertas palabras
de raíz Huetar. Los habitantes también han hecho su esfuerzo propio y a través de la Asociación Pro Rescate
de la Cultura Huetar de Quitirrisí han promovido la tradición oral, el aprendizaje de ritos, comidas y otro tipo de
expresiones culturales que se han habían dejado de practicar, inclusive se han publicado algunos folletos para
divulgarlas.

La invisibilización

Mientras en algunos sectores se desarrollan proyectos de Turismo Rural Comunitario para que más personas
puedan acercarse a los territorios, en otros se hacen esfuerzos para que el Ministerio de Educación Pública
(MEP) mantenga a profesores que hablen su propia lengua o que siquiera reconozcan a sus culturas.
Estos esfuerzos son de suma importancia puesto que los indígenas son constantemente invisibilizados. En el
país, solo el 23% de la población sabía en 2007 que existen los territorios indígenas, de acuerdo con datos del
Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF) y el Instituto de Estudios en Población de la
Universidad Nacional (IDESPO).
Pobreza

Si bien Costa Rica no cuenta con las mayorías indígenas como las de otros países de la región, como en
Guatemala y Perú, en donde superan porcentajes de 40%; o con organizaciones indigenistas, como el
paradigmático caso del Gobierno boliviano, las y los indígenas locales no se eximen de las problemáticas que
afectan a los habitantes originales del continente.
Algunos indígenas subsisten con lo mínimo, lejos de los estándares de un país catalogado “en vías de Las
luchas de hoy
En una región marcada por el mestizaje, los grupos indígenas preservan un legado histórico esencial para la
comprensión e interpretación de las diversas identidades latinoamericanas.

Las luchas de antes no son diferentes a las de ahora: salud, educación, autodeterminación, participación e
incidencia política, lucha contra la pobreza y demás.

Las poblaciones indígenas siguen remando contra circunstancias que les complican desarrollarse en
condiciones igualitarias: todas desde su propio contexto y todas entre distintas situaciones, pero todas en un
mismo país.desarrollo”.
Sin embargo para Paulino Nájera, líder de la comunidad indígena, esto no significa necesariamente que los
indígenas lleven una mala vida. Si bien el 70% de hogares indígenas del país tienen al menos una necesidad
básica insatisfecha (de acuerdo con datos Instituto Nacional de Estadística y Censos, INEC), según Nájera los
indígenas no necesitan electricidad en sus casas o un piso de un material diferente a la tierra para sentirse
completos. Su estilo de vida es diferente al del resto de la población costarricense, por lo que no necesitan lo
mismo que los demás, amplió Nájera.
“Pareciera que vivir diferente es ser pobre”, resumió Nájera en una frase.

Las luchas de hoy

En una región marcada por el mestizaje, los grupos indígenas preservan un legado histórico esencial para la
comprensión e interpretación de las diversas identidades latinoamericanas.
Las luchas de antes no son diferentes a las de ahora: salud, educación, autodeterminación, participación e
incidencia política, lucha contra la pobreza y demás.
Las poblaciones indígenas siguen remando contra circunstancias que les complican desarrollarse en
condiciones igualitarias: todas desde su propio contexto y todas entre distintas situaciones, pero todas en un
mismo país.

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